miércoles, 28 de agosto de 2019

33 canciones por minuto



16) En el verano del '93 o '94, no recuerdo exacto, pero alguno de ambos, escuché un casét de Los abuelos de la nada. Estábamos en Mar del plata con mi familia. La casa de mis abuelos quedaba en el barrio de Parque Luro, un barrio de casas y chalets, de calles tranquilas y arboladas. De hecho, la casa de mis abuelos estaba al fondo de una extensa entrada para autos, adornada con baldosas celestes hasta la casa. La lejana entrada estaba custodiada por dos árboles enormes. Dos eucaliptos.
Con mi hermano dormíamos en el piso de arriba, donde además, había otro cuarto donde solía dormir nuestra tía aún soltera. Una de esas tardes noche de verano, que ella había salido con alguno de sus novios del momento, nos escabullimos en su habitación. Observamos consternados los osos de peluche, cubierto de un poco de polvo. Dibujos echos por ella misma. Extraños dibujos de portales interdimensionales. Además su colección de revistas Conozca más o la Muy interesante. Algunos libros como 2001 odisea del espacio de Arthur Clarke o Estudio en escarlata de Conan Doyle. Recuerdo que una foto de Eisntein sacando la lengua me resultaba bastante perturbadora. Era aquel viejo científico de la teoría de la relatividad, y sacaba la lengua. Todo me parecía muy raro.
Entonces descubrimos unos casets y el equipito de música tenía casetera. Mi hermano puso directo un caset recopilatorio de Los Abuelos de la nada. Ahí escuché por primera vez Himno de mi corazón, Sin gamulán, Mil horas, Lunes por la madrugada, etc. Pero fue con Sintonía Americana con la que quedé más impresionado. No sé por qué. Ese aire fresco, de verano, es difícil de explicar. La letra y la melodía tienen algo muy pegajoso y jovial. Para un chico de nueve o diez años que viene de jugar todo el día en la playa o en el jardín de atrás, y después darse una duchita y encerrarse a escuchar música "fuerte" con su hermano en la habitación de su tía, una tarde cualquiera de verano... Y bueno, difícil de olvidar.
Además de que me encantaba la voz de Miguel Abuelo, y esa parte que dice "Mi amor aflora, tomame" yo pensé que decía "Mi amor, a Flora, tomame". Asi que pensaba errado que Abuelo le dedicaba la canción a una chica llamada Flora. Su novia quizás, pensaba.
Después, esos días me hice amigo de unos chicos de la cuadra. Había chicos y chicas por igual. A mi me gustaba una que vivía casi enfrente, pero no era del lugar. Estaba de vacaciones. Casi no recuerdo como era su rostro, pero tenía pelo negro, rulos, pecas y piel muy blanca. Y tuvimos un romance infantil donde en realidad todo lo que pasó fue que hablamos en la puerta de su casa y eso... ella entró a su casa y no la vi nunca más. Si recuerdo que llamaba Julieta (imposible olvidar ese nombre). Y ese verano, siempre que escuchaba Sintonía Americana pensaba en ella, y trataba de corregirme pensando, no se llama Flora, es Julieta.

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