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viernes, 28 de agosto de 2020

The red Planet: Rick Wakeman


1) Informe frío:

Y un buen día volvió el hombre de la capa, porque Wakeman acaba de sacar un nuevo disco, The Red Planet, con la English rock ensemble (English y no British como siempre le dije). Ahora, este hombre de 71 años de edad sigue componiendo y grabando discos. El tipo no para, no puede, es imparable. Rick Wakeman, ex tecladista de Yes, es un músico bastante prolífico. A lo largo de cinco décadas, el británico sacó (casi) cincuenta discos, lo que daría un rango de disco por año (sin contar colaboraciones con Yes u otros artistes). En fin, creo que por lo que más es conocido es por su participación definitiva en los mejores tres discos de Yes (aunque The Yes album, sin Wakeman, es tan bueno como los tres siguientes).  Además, tiene una carrera en solitario bastante prolífica, aunque con muchos altibajos). Sus obras más recordadas son Six wife of Henry xiii, Journey to the centre of the earth y subsecuentes trabajos en los setentas. En los 80 da traspiés. Se mete en el soundtrack de películas, algunas buenas como Crimes of Passion, otras más mediocres o "de formula" como la música de los mundiales '82 y '86. Pero no se puede negar que a Rick Wakeman le falten ganas y energía de grabar discos nuevos (casi) todos los años.

2) ¿Y quién es Rick Wakeman?

Sin embargo, a nadie le importa Rick Wakeman (o casi). Es un músico que no se toma en serio, empezando por él mismo. Vistiendo atuendos medievales, Wakeman parece un freaki de esos que se juntan en parques para actuar juegos de rol, disfrazados como caballeros (como en la peli Role models). Rick hace algo similar sobre el escenario, se cuelga una capa como si fuera un superhéroe decadente. Quizás de jóven buscaba llamar la atención con esas capas, dando aspecto de elfo endemoniado (Alto borrachín). ¿Y ahora? Haciendo exactamente lo mismo, o sea lo que se le canta. Esa libertad, ya de por sí, es envidiable. Sabe que es un ridículo y que su música épica con moogs y mini moogs es hermosamente nerd y banal. Pero pasó por diferentes etapas: Música ambiental de películas clase b, clase menos b, etc... Discos más clásicos de solo-piano, que no están tan mal, pero que cansan un poquito al rato, y son poco atendidos (al menos en Spotify, donde tiene muchos menos oyentes que Turf...)

3) No es serio, pero es genial

Nadie espera mucho de Rick Wakeman, mejor dicho me corrijo... nadie espera absolutamente nada. Y es probable, que sea el único que se lo toma en serio. Pero no puedo evitarlo, es un placer culposo, hermoso placer. Pero de verdad, creo que Wakeman hace lo que quiere, y como el ideal nietzscheano de la tercer transformación, es como el niño de espíritu libre. Ya tiene ese flequillo corte taza, cachetotes y música de temática cuasi infantil. O quizás me gusta por que me identifico con esa cabellera lacia ridícula, solo que a mí no me da el cuero de dejarme el pelo hasta la cintura. Parecería más al tío cosa que otra cosa (bing!) Y con esos gustos inconfesables por las clásicas nerdeadas.
Ojalá la gente le pasara más bola (hay discos que tienen menos de 1000 escuchas) a un tipo que ha sido y demuestra seguir siendo, uno de los músicos más únicos y especiales de su tremenda generación. Me encantaría que de un día para el otro, la gente se volviera loca por escuchar todos sus discos, y rompieran la marca de la música más escuchada del momento en las redes.
Pero sé que es una quimera, y una boludez también. Como decía Chaz Palmintieri; Nobody cares...

4) El disco en cuestión

La cuestión, es que sacó, con su "banda soporte" desde los 70s (algo así como lo es Crazy Horse para Neil Young), un disco clásico de rock progresivo.
Es como si de pronto el escritor William Gibson sacara un libro nuevo, tan groso como Neuromante. Parece imposible, pero no lo es. Salvando las distancias, el ejemplo sirve para dimensionar el suceso.
"The red planet" tiene todo lo que le hizo famoso. Rock instrumental, temas de entre 5 y 7 minutos y uno un poco más largo. Mucho sonido de mini moog, que para los amantes del rock progresivo, un mini moog bien puesto puede llegar a ser orgásmico. Como para los amantes de los violeros super estrella como Joe Satriani cuando se manda un solo bien rapidín o épico a lo Steve Vai. Algo similar... Y por último, la temática nerd. En este caso, un disco que roza la ciencia ficción, aunque como no hay letras, no sabemos su temática específica, más que parece un disco dedicado a Marte, (el planeta rojo) escenario de mil historias fantásticas de todo tipo. En principio, los temas tienen nombres de diferentes regiones de Marte, lugar donde nos hemos tomado el pequeño atrevimiento de nombrar las regiones de un planeta que no nos pertenece (como tampoco nos pertenece la Tierra, bah). Pero ahí está Rick, poniendo la lupa en un escenario de tópico nerd, con rock progresivo del clásico. Los temas son todos bastante parejos, aunque el primero se destaca por sobre el resto (diría el señor Mandino). El disco oscila entre el instrumentalismo de Six wifes, y la temática espacial de No earthly conection (1976), pero todo con un sonido más moderno y remozado. Pero bastante símil analógico... !Hasta la tipografía y el diseño de tapa es algo con pretención 'retro' seventies!
También, hay que decirlo,  con la cuarentena uno está más abierto a escuchar cualquier disco nuevo que saque alguien que 'maomeno' nos guste un cachito.
Pero reitero una vez más si, que recomiendo la escucha del nuevo disco de Rick Wakeman.
En fin, que puedo agregar... a escuchar!

Puntaje: 4 Carminskis ****/5

sábado, 1 de diciembre de 2018

Reseña orbital sobre la novela Incrustados de Ian Watson

Es complejo reseñar una novela que se publicó en 1973. Pasaron cuarenta y cinco años de su publicación. Todavía estaba la guerra de Vietnam, Pink Floyd sacaba Dark side of the moon y acá hacía lo propio Spinetta con su Artaud, mientras Juan Domingo Perón volvía a ser presidente tras dieciocho años de exilio y proscripción. 
Pero al margen de la contextualización, esta primera novela u ópera prima del escritor inglés Ian Watson volvió a las librerías en un mundo muy cambiado al de aquellos años. De todos modos creo que la lectura de la novela funciona hoy por algunos motivos que creo de valor y detallaré a continuación.

Primero: La nueva edición publicada por la editorial independiente argentina La Compañía tiene una nueva traducción a cargo de Carlos Abreu e Irene Vidal, mucho más amigable y cercana a nosotros que el gallegazo de la vieja edición de la colección Biblioteca de Ciencia Ficción Hyspamérica, España, 1986, conocida como "EMPOTRADOS".

¿La contra? La joda para mí es la letra hiper chica de la nueva edición. Había que ponerle unos numeritos más. En vez de ocho, doce, o algo así. ¿Me explico? Por otro lado la tapa. Esta bien, es sobria, gris, aburrida. Y tiene un fragmento del posfacio de Miguel Vitagliano donde habla de la gramática generativa y que se yo que historias. OK. Yo, si hubiese sido el editor hubiera apostado al público que en definitiva le interesan y leen esas novelas con pasión, o sea los lectores del género, sin tenerle miedo a las "etiquetas", al "nicho", al "fandom". Después de todo la edición de libros es un negocio más y por ende la idea es ser redituable, supongo yo. Creo que con una tapa más retro o al estilo "tapas de Yes" hubiese sido mucho mas atractivo para el lector avezado y para el otro lector  general, el que no lee con etiquetas, también. Cualquier cosa antes que una tapa que parece un prospecto médico.
Segundo: La novela está bien escrita, no tiene mucho para decir al respecto. Solo que hay que pasar el primer capítulo, el mas largo y denso de todos. Entiendo que es una prueba de fuego para los lectores de hoy día, donde ya si como arranca no te engancha pasas a cualquiera de los otros cuatrocientos libros que tenes en cola para leer. Bueno, esto es así. El primer capítulo es denso, muy cuesta arriba y de hecho yo abandoné en la primera lectura apenas salió a mitad del primer capítulo por que me ganó la ansiedad y básicamente me pudrió. Pero ya llegando al final del año, con todo el cansancio y cafeteo encima, decidí darle una segunda oportunidad al libro del cual me llegaban buenas críticas. Me dijeron "hay que pasar el primer capítulo y después la novela toma vuelo". 
Bien, quien puede culpar a Watson por eso, son cosas que le pasan a los que escriben y a veces quedan así. Pero lo importante es el todo y como dije al principio, el todo es bueno. Muchas de las mas famosas novelas del querido Philip K. Dick empiezan sin saber a donde ir y de pronto, sin que te des cuenta estás recontra enganchado con la historia. Acá pasa lo mismo, a medida que te vas sumergiendo en la novela, pasada la primera prueba, empezás a entender de a poquito que carajo pasa. Y te vas incrustando... Es como dice Vitagliano en la tapa, hay de todo, experimentos científicos con niños, experiencias psicotrópicas en una tribu perdida del Amazonas y contacto con alienígenas. Con todo este menú Nada puede malir sal ¿o si? No, de verdad, creo que tiene todos los condimentos para atrapar al lector ávido de aventura y cosa loca.

Tercero: Como si fuera necesario poner una excusa más, les digo que la novela de Ian Watson, hombre del cual me quedé con ganas de leer más, es extravagante, tiene momentos de intensidad visual y extrema violencia. No sería una novela apta para todo público. La parte "semiótica" para mi carece de importancia. O sea, está bien, es el eje principal, como en otras novelas podría ser la Física, la Biología, la Antropología o la Psicología. Bueno, pero eso no es con lo que me quedo del libro. 
¿Que rescato?
La novela de Watson tiene tramas diversas, tiene ritmo, tiene personajes interesantes como el indio Kayapi que me hace acordar a Karamakate de la película del 2015 El abrazo de la serpiente. Un indio orgulloso, misterioso, que tienta al hombre blanco, como Don Juan, con el conocimiento en base a una droga que no sé si existe, pero no importa. Y ese hombre blanco, en este caso es un francés progre llamado Pierre que cae como un gil en la artimañas del indio y que en definitiva todos se usan para su propio beneficio. Por otro lado está el alienígena semiólogo Ph'theri, una especie de ET soberbio que no le interesan mucho los humanos, y que pide lenguajes humanos a cambio de conocimiento científico (Como se dice él, es un comerciante de signos). Una raza de extraterrestres melancólicos que añoran a otra raza superior a ellos que en un tiempo pasado no precisado hicieron contacto para luego abandonarlos y romperles su alienígena corazón.
Por otro lado el estado brasileño de la novela es de extrema derecha, quiere aniquilar a los guerrilleros y a los indios por "mugrientos" , "ignorantes" y no abrazar la fe cristiana. Destruir el Amazonas y vendérselo a los yankis por monedas. Me recuerda a alguien que fue votado como presidente en Brasil hace menos de un mes. ¿Les suena? A eso llamo capacidad de anticipación, vigencia o triste coincidencia narrativa.

Cuestión: ¿Vale la pena leerla? Si, pero no tanto por su valor "académico" o bla-bla, sino como una novela para cualquiera que quiera entretenerse sin prejuicios de "géneros", pasar un buen rato de lectura y eso es todo.