miércoles, 14 de abril de 2021

Las coronas son las nuevas vainas

Si, creo que todo este asunto del Covid es algo pensado por una (o varias) mentes Maquiavélicas. Aunque tengo dos teorías, no descarto un tercer factor que siempre puede ser. 

Porque así como el Sida fue un virus de laboratorio creado por los yankis y liberado en África, acá se me ocurre algo similar. El Covid pienso que en parte es de laboratorio, pero también es una zoonosis, un disparo del destino, un mal chiste de la casualidad. 

Todo el asunto de los murciélagos no hace más que "vampirizar" todo el asunto, dándole ribetes tragicómicos y hasta novelescos. Donde pareciera que todos seremos víctimas de este virus tarde o temprano. 

Pero por un lado tenemos a China, el gigante de oriente, que desde hace décadas viene amenazando convertirse en la nueva potencia mundial. Y de pronto aparece este virus que estalla allí. Se desparrama por todo el resto del mundo haciendo estragos, matando a personas como moscas y sobre todo debastando las economías regionales. Sin embargo, China es el primer contagiado y por ende es el primer recuperado. Al poco tiempo se alza como la potencia económica más grande del planeta, desplazando a EEUU. ¿Casualidad? como diría mi pobre angelito I don't think so...

Por otro lado, tenemos a la nefasta Christine Lagardé que hace unos años habló de que los viejos vivían mucho, que eran demasiado costosos y como el pez por la boca muere, podría empezar por matarse ella pienso yo. No sé hasta que punto todo este Covid business no tiene que ver con un plan de los poderosos para desangrar a la población mundial, sobre todo a aquella que ya no está en edad de trabajar, porque los empresarios la quieren hacer de taquito. Que todo sea ganancia y beneficio para ellos y no invertir un carajo. Tenemos una de las clases empresariales a nivel mundial históricamente más parasitaria y gusana que se haya visto jamás. Un verdadero asco. 

Ya los veo a todos esos hijos del capitalismo neoliberal muriéndose de risa al ver como el populacho va cayendo como moscas. Después de todo, uno de sus sueños es el de regular la mortalidad. El de la natalidad ya lo consiguieron con las leyes a favor del aborto. Y todos caímos. 

Ahora se vendrán tiempos cruciales y dependerá de que nosotros despertemos de este sueño en el que nos tienen sumidos. Si salimos a dar batalla contra aquellos que nos anestesian, que nos quieren sumisos, yo por mi parte me cansé de todos los que se llenan la boca hablando gansadas. Tenemos que desaburguesarnos y convertirnos en verdaderos agentes del cambio, tomar las riendas de nuestro destino y de nuestras naciones. Sólo así que dará un poco de esperanza para un futuro que se presenta desolador y muy negro. 

Así que más allá de sean los chinos, los del FMI, o los extraterrestres, la realidad es que debemos combatir a aquellos que nos quieren convertir en numeritos en su debe para pasar a su haber.

jueves, 8 de abril de 2021

Somos los leprosos del siglo 21

Desde que me contagié del Covid, el proceso de transformación fue lento pero constante. Es un proceso doloroso donde se le obliga a nuestro organismo a cambiar, a mutar, a devenir otro. No hay retorno. 

Es algo así como La invasión de los usurpadores de cuerpo, un microorganismo de dudosa procedencia y bastante dañino va cooptando de a poco a todos los humanos del planeta. De una mas o menos lenta pero constante. El contagio masivo es un hecho. 

¿Es mejor no contagiarse y resistir? O deberíamos a una nueva realidad que es un hecho indefectible, una nueva normalidad que llegó para quedarse. Y a veces resistir la ola es contraproducente, lo mejor es dejarse llevar por la marea hacia nuevos horizontes. 

Lo que me recuerda la historia de Soy Leyenda, donde el protagonista es un superviviente a una gran pandemia (de vampirismo) que se resiste a ser parte de la nueva normalidad. Se aferra a un mundo que ya no existe y, al final, paga el precio de no querer ser parte de un nuevo mundo. 

Y ahora que yo estoy en pleno proceso de cambio de piel, como la serpiente, entiendo que una vez haya atravesado esta situación, seré otro. Pero los que aún no se contagiaron no lo pueden entender, porque por ahora son la mayoría, por ahora...

Este 2021 tuvo muchos más contagiados que el 2020 que fue el año 1 del inicio de la pandemia. El año 0 fue el 2019 (de ahí su nombre), que es cuando fue aislado el virus y conocido de formar internacional. 

Nada nos dice que el 2022 no vaya a ser un año igual de terrible y con una gran cantidad de contagios. El problema son las muertes que ocasiona. Y los laboratorios que no dan a basto. 

¿Y mientras tanto? 

Los que estamos contagiados sufrimos de una especie de condena social muy lógica en estos casos. Somos los leprosos del siglo 21. Cuando alguien te compra comida te la dejan a cierta distancia, te hablan de más lejos y guau que salgas de tu casa para tirar la basura. Contagiado! Contagiado! Contagiado!

Debo decir a nuestro favor y contra nuestros detractores, que al menos no somos una imagen tan chocante como podían ser los leprosos en la antigüedad. Viendo Ben Hur (1959) el otro día, me sentí igual. 

Esperemos que cuando uds se conviertan en nosotros sean más empáticos y comprendan que un nuevo mundo se configura y no hay nada que nos pueda detener. 

Por que quizás si nos implanten un chip, pero no en la vacuna, quizás el mismo virus sea el chip. Chip, el del ojo verde. ¿Y entonces que haremos, oh, raza de Salomón? Pues fenecer y esperar el día de juicio final. 

También están aquellos que no necesitan que les implanten ningún chip, porque ya tienen la mente mutilada. 

viernes, 2 de abril de 2021

La plazita Malvinas

Catalinas Sur es un pequeño barrio dentro de otro barrio más grande y más famoso que es La Boca.  

Catalinas Sur es un conglomerado de edificios de diferentes colores, con su escuela, su iglesia, su supermercado chino, su panadería, su kiosco (Charly) y su propio destacamento de policía. Pero no es un barrio cerrado, es abierto a quien quiera que pase por allí. 

El barrio se encuentra, viniendo por San Telmo o por Barracas, por avenida Almirante Brown, atrás del gran hospital dr Cosme Argerich. 

Catalinas Sur es un barrio que se construyó en la década de los 60s cuando el país todavía no había sido devastado por la políticas anti industriales de Onganía y de Videla después. 

Catalinas Sur se llama en realidad Barrio Alfredo Palacios. Un afamado profesor socialista de principios del siglo XX. De ahí el origen y fama de barrio "progresista". 

Catalinas Sur tiene su colegio primario público, fundado por el tano Carlos Della Penna. Y su colegio privado, dependiente de la iglesia Nuestra Señora madre de los Emigrantes. Donde los laicos, eventualmente, tomábamos la comunión. Iglesia que tenía su propio grupo Scout del mismo nombre. 

Catalinas Sur tiene muchas micro plazitas en su interior, porque al ser un barrio interno de veredas, tiene muchos mini bosquesitos, y lugares de descanso o esparcimiento, pero La plaza de Catalinas Sur es la afamada Plaza Malvinas. 

La plaza Malvinas es la nuclea en mayor o menor medida a todos los chicos del barrio, incluyendo a los chicos "chetos" del predio de edificios que está entre Catalinas Sur y la autopista al sur, conocido como el barrio de Prefectura. 

La Plaza Malvinas, para los que nos criamos en el barrio entre la década de los 80 y los 90, tiene una impronta más importante de la que tiene una mera plaza de juegos. Por esos años los vestigios de la dictadura que había pasado había dejado marcas y una de las más fuertes fue la de la Guerra de MALVINAS.

La plaza Malvinas se pasó a llamar así en honor a los caídos en el conflicto del Atlántico sur de 1982. Y en ese entonces pusieron un cartel gigante frente a la plaza, usando de soporte la estructura del viejo frigorífico Pampa que estaba frente a la Plaza. 

La plaza colinda con Catalinas Sur por el oeste, con Prefectura por el norte, con la autopista a La Plata en el este y con el frigorífico mencionado por el sur. 

Todos los que vivimos por esos años nuestras tardes de juegos en aquella plaza, nunca pudimos olvidar ese cartel ya bastante deteriorado por las inclemencias del clima. 

La imagen que me queda de chico, cuando de repente salía de mi mundo de juegos, y miraba esa pared gigante con el mapa de las islas y la frase Las Malvinas Son Argentinas, era de una sensación muy fuerte. Como lidiar con los vestigios de un pasado que no vivimos pero que tenía tan pocos años aún que sin saber bien porqué nos dolía. Aunque casi nunca hablábamos de aquello. La sensación estaba implícita en nosotros. Un sentimiento de que algo malo había pasado. Una derrota terrible, un reclamo más que justo, la pérdida de vidas humanas en tierras frías y lejanas, de vidas jóvenes, vidas que tenían muchas historias por delante. 

Nunca supe porque pero son sobre todos los días grises y fríos en que siento que nos llega un aire desde allá, desde el sudeste. Un aire gélido de mares lejanos del sur. Y cuando salía con mis amigos de chico, a caminar por el barrio, a principios de los noventas, tenía esa sensación. La sensación de que la guerra había sido hacía poco, que era un tema casi tabú. El dolor se reflejaba en los adultos, el dolor de una herida que como sociedad nunca se pudo re-elaborar. Al menos en cierta generación. Y nosotros estábamos ahí, jugando a la guerra en la Plaza Malvinas. Y estar ahí, en esa plaza, con ese cartel, ese recordatorio, ese barrio perdido al sur de la ciudad de Bs As, y sobre todo en esos días fríos, grises, nos hacía sentir que estábamos más cerca de todo el asunto Malvinas. 

Mi generación que se crió jugando en la Plaza Malvinas del barrio Catalinas Sur, difícilmente podamos olvidar aquella guerra que nos precedió algunos pocos años. Crecimos entre los escombros de una guerra dolorosa, como se podría crecer entre los escombros de una ciudad pos-apocalíptica. La imagen era muy similar, el sentimiento también.