lunes, 30 de diciembre de 2019

La confabulación "Alien"



1955
En la radio
Este es un reporte de último momento. Por todas las radios y emisoras disponibles, advertimos a la población mundial, que estamos siendo víctimas de manipulación foránea. Hay serios motivos para pensar que una agrupación ilícita (por ahora no podemos dar nombres), tiene oscuros motivos en su intento por insertarse en la población. Son seres que buscan cooptar más y más poder. Ganar cada vez más espacio. Desplazar a los ciudadanos decentes de sus lugares de trabajo. Y lo peor de todo es que buscan congraciarse con el ciudadano más sensiblero, aquel de tibio corazón y convicciones más endebles. Aquellos que creen que al extraño, al deforme, al peligroso, hay que tenderle una mano. Pero eso no es posible radio escuchas, eso no puede ser. Porque cuando nuestros principios fundamentales corren peligro, entonces de que estamos hablando. Todo nuestro modo de vida se verá afectado por la llegado de estos seres inmundos, porque si, son inmundos, olorosos, feos, peludos, con uñas como garras y dientes afilados como demonios. En su rostro está la marca de Caín. La marca del deseo más bajo, de la violación y la muerte. Y acaso pregunto a la ciudadanía: ¿Vamos a quedarnos cruzados de brazos mientras aquellos vienen a nuestro país a hacer lo que quieran? o vamos a poner un límite a la situación. Yo por mi parte, creo que es momento de mandar a ilegales de nuevo a su lejana y atroz morada. 
1985
En la televisión
¿Qué es lo que quieren? No lo sabemos. Ya estuvieron aquí antes y podrán volver en cualquier momento. Nuestro planeta no se encuentra en el mejor momento financiero para encima, hacerse cargo de unos seres con problemas en sus hogares. ¿Acaso hacemos beneficencia? No lo creo. No es momento. Porque si bien, todos podemos guardar una idea idealizado respecto a estos seres, sobre todo y gracias a películas, que los idealizan y nos quieren hacer reír con sus monerías. La verdad es que no señores. Este humilde conductor de televisión les dice: Yo no les creo nada.
2015
En las redes sociales
Es tiempo de dejar ser a las personas. Los discursos aislacionistas no van más. #DEJENENPAZALOSALIENS
Me parece increíble que en pleno siglo veintiuno, todavía discutamos si Aliens si o Aliens no. Creo que es tiempo de pensar si Políticos si o políticos no. #YOTAMBIÉNSOYUNALIEN
Creo que el asunto aliens pone en evidencia a una sociedad excluyente y patriarcal. Los aliens, junto con la comunidad LGTBI, las mujeres, y otros, son los marginales que decimos basta. #ABAJOELPATRIARCADO
Yo no creo en toda esta locura de los aliens. ¿A donde están? Yo no los veo. Para mi todos somos ciudadanos de una misma comunidad universal e intergaláctica. Después de todo, nosotros también venidos de las estrellas. #TODOSSOMOSALIENS
No entiendo porque todavía no somos aceptados por algunos sectores terrícolas. Hemos demostrado a lo largo de los últimos BEEERPP CRIC ZASSS, perdón, que somos buenos trabajadores y que no venimos a molestar a nadie. Solo a destruirlos y hacerlos mierda por soberbios e hijos de puta y avernos tenido viviendo en condiciones infraaliens durante más de sesenta años. Van a morir todos, sepanlo... BEERPPP CLANG CLAK CLAK CLAK BZZZZ SWINNG BASH...

Fin de la transmisión.
Fin del comunicado. 

domingo, 22 de diciembre de 2019

Por generación espontánea


Todos viajamos hacia el infinito y hace tiempo que nos acercamos a los límites de nuestra galaxia. El viaje durará tanto que ni siquiera nosotros (yo nací cuando salíamos del sistema solar), podremos conocer nuestro nuevo hogar. Vivimos en la gran nave madre "Avatar 10", que es como una inmensa ciudadela flotante. Acá arriba llevo adelante la educación formal de cientos de estudiantes; un requisito que debemos mantener para no caer en la ignorancia y el ostracismo. Mi especialidad: la biología y ciencias naturales en general. Mi nombre es Datalí y ésta es mi historia.
Como es obvio, de niña, mi clase preferida era la biología. La seño se llamaba Martha Samaniego. Era una genia, la amaba. Tengo muy buenos recuerdos de ella y algunos acuden a mí ahora. Porque a mí me encantaba saber acerca del planeta de donde veníamos; la naturaleza terrestre, como estamos conformados todos los seres vivos, la evolución de las especies y demás. Samaniego me explicó las primeras teorías especistas del siglo diecinueve. Me causó mucha gracia las cosas que la gente elucubraba en aquel entonces. Ni hablar de cuando la raza humana creía que la Tierra era plana. Muy divertida la imaginación de la gente, realmente. Pero ahora estoy recordando todo... porque: Samaniego me reta. Me insta a entender que así es como el ser humano llegó a la conquista del espacio. Equivocándose. Ensayo y error. Es muy loco, porque muchas de esas equivocaciones son las que nos expulsaron de nuestro planeta de origen, y por las cuales ahora buscamos un nuevo hogar. Le pregunté a Samaniego si no era una paradoja el hecho de que nuestros errores del pasado, nuestra irresponsabilidad, tuviera como consecuencia llegar a alcanzar la tecnología suficiente para cruzar el universo, pero pagando el altísimo costo de perder a la Tierra. Samaniego no me contestó y en cambio meneó la cabeza. Me dijo que las cosas no eran tan simples, que debía seguir estudiando, sopesar todas las variables socio históricas que nos llevaron a la presente situación y, en todo caso, después sacar algún tipo de conclusión. Yo estaba de acuerdo con ella en casi todo. También sabía que yo era su alumna favorita, con quien se quedaba charlando hasta después de clase. Samaniego estaba soltera, vivía con su gato siamés llamado 'Codos' y un inmenso vivero, tal vez el más grande y bonito de todo el sector 4g de la nave nodriza. Mi historia con la seño terminó de forma abrupta.
Cuando cumplí nueve años, la nave llegó a su primera parada importante. Un planeta de características similares a la Tierra, cercano a la estrella Sirio. Todo parecía demasiado irreal para ser cierto. Sin embargo, mantuve las esperanzas. En cambio, Samaniego, desconfiaba. Yo no lo niego, le dije a Samaniego, pero el chiste no le hizo gracia. De todos modos, tuvimos que interrumpir mis estudios ya que ella estaba en el equipo para uno de los primeros viajes de reconocimiento y por ser su mejor alumna me pidió que la acompañara en función de ayudante. Mis padres me dejaron a su cargo, no sin cierto malestar. Pero la seño, era la persona más capaz y confiable que había en toda la nave, así que no hubo mucho problema.
Cuando descendimos en Prima 11 (el nombre del extraño planeta), notamos que la vegetación era bastante abundante, el oxígeno era demasiado intenso, y el cielo cambiaba de verde a púrpura de forma casi constante. Samaniego estaba extasiada ante todo aquel paisaje. Tanto que ni hablaba. Yo también, sobre todo porque nací en una nave y era el primer planeta que pisaba. Porque el simulador de paseos por la vieja Tierra, si bien era muy realista, no era lo mismo. Sabías que te manejabas en un ambiente sintético y controlado. Pero ahí; no hay caso... Era pura incertidumbre y aventura.
Nuestro grupo consistía en doce personas. Seis hombres y seis mujeres. De las cuales una era casi anciana y la otra, casi una niña. Samaniego y yo. El resto, todos adultos científicos bastante serios y aburridos. Mientras avanzábamos por el ambiente hostil y primitivo de Prima 11, observamos otras cápsulas y sondas de monitoreo enviadas desde la nave madre. Era claro que estábamos re contra protegidos. Cualquier inconveniente que tuviésemos, se activaba un sistema de seguridad que respondía desde las cápsulas aledañas bloqueando cualquier tipo de ataque o peligro. Además de que estábamos armados. Excepto Samaniego y yo, claro, que soy pequeña y la seño, que odia las armas.
Pude observar algunas bolas peludas que parecían emerger de entre los pastizales y se cruzaban frente a nosotros a una velocidad increíble. No llegamos a verlas con mucho detalle ya que la escafandra no era lo más cómodo ni avanzado de nuestra tecnología. Samaniego seguía absorta en su propia contemplación del planeta. Hasta que llegamos a una especie de cueva enclavada en una loma bastante húmeda y oscura. El grupo se dividió en tres y solo nuestro, ahora grupo de cuatro, entró a la cueva, el resto continuó camino o entraron en otras cuevas. Nosotras encendimos nuestras linternas de exploración. Debo decir que el diseño del traje era muy lindo, con delicados detalles de volados violetas en el mío que eran una delicia.
Samaniego se puso nerviosa. Nos acompañaban Sergei y Gladys. Dos seres de grises espíritus, con poco que decir y menos que aportar a nada. Él, un astrónomo de poca monta y ella, una física nuclear nada brillante. Pero bueno, al menos estaban ahí por las dudas, encabezando el grupo de reconocimiento. (Si es que se puede decir que pudiesen encabezar algo esos dos). Sergei estaba particularmente nervioso e irritable. La gente de su calaña me molesta mucho. Por lo general, las cosas salen mal cuando alguien ya viene cargado de inseguridad y falta de talento.
En fin, el túnel era bastante colorido. Una sobreabundancia de humedad lo había plagado de plantas de extrañas formas y colores. Se escuchaban ruidos como de alimañas corriendo veloces por el suelo y rozando nuestros tobillos, lo cual era algo bastante desagradable. Caminamos durante casi media hora, cuando de repente sonó la alarma de peligro en nuestros trajes. Los primeros que respondieron fueron Sergei y Gladys, que voltearon y casi nos tiran al suelo en su estampida. Una actitud, por lo pronto descortés y poco profesional. De hecho, no solo emprendieron la huida, sino que escaparon sin decirnos nada, como si quisieran abandonarnos adrede. Yo no me asusté, pero tomé de la mano a Samaniego, quien en principio no se mosqueó para nada.
Avanzamos a paso lento por el túnel de regreso y sentí algo que me trepaba por la pierna. Al alumbrarme noté que una cosa, parecida a una araña sin ojos, de color anaranjado, se había adherido a mi traje espacial. Intenté empujarla, pero estaba pegada. No medía mucho más que mi mano, así que la tomé fuerte y la pulvericé entre mis guantes. Al abrirlas, la araña se había convertido en polvo naranja que salió volando rumbo al camino por delante. Nos miramos con Samaniego confundidas. Al caminar un poco más llegamos a una especie de boca del túnel que daba a un horizonte de colosales dimensiones. Y ahí nos dimos cuentas que Prima 11 no era solo un planeta extraño, era algo más que solo eso. Era un planeta diferente, con sus propias reglas, sus leyes, su propio lógica. Frente a nosotros había dos grandes iguanas, mordiéndose entre ellas. Con cuerpos humanizados. Dos trajes espaciales yacían a sus pies, los de Gladys y Sergei. ¿Donde estaban los aburridos científicos? Imposible saberlo, pero era probable que hubiesen sido devorados por aquellos seres que, por suerte, no nos habían visto, aún... retrocedimos de a poco, pero el suelo era algo movedizo y nos impedía una rápida retirada. Al iluminar, pudimos observar lo más llamativo de todo. Caían gotas del techo y esas gotas, al fundirse en el suelo, se convertían en una especie de caracol deforme, que si lo pisabas se hacia agua. Piedritas, que de pronto cobraban vida y les salían patitas, como si fueran escarabajos. Y así, florecía a nuestro alrededor, todo tipo de bichos y alimañas. Todo era tan asqueroso y pesadillesco que temimos habernos vuelto locas. Samaniego, me miró con total desconcierto en su mirada y me dijo... "Imposible... es imposible... nacen por generación espontánea... no tiene ningún asidero científico... no tiene sentido... no puede ser, no..."
Intenté tranquilizarla pero era difícil. Claro que todo eso no podía ser. Aquellas teorías decimonónicas habían sido descartadas hacía varios siglos. Sin embargo, así era. En Prima 11, la generación espontánea era un hecho. Algunos de aquellos extraños seres quisieron mordernos, pero de una patada se deshacían como si estuvieran hechos de polvo o agua. Cuando retomamos el túnel de salida, nos dimos cuenta que ya nos esperaban los soldados. La alarma de seguridad se había activado. Al parecer, varios de los colonos habían sucumbido en las cavernas como les pasó a Sergei y Gladys. Tuvimos que abandonar el planeta por hostil, pero sobre todo por incomprensible y no atenerse a las leyes universales de la física y biología terrestres.
Samaniego quedó en estado de shock durante varios días. Tengo entendido que fue duramente interrogada por las autoridades de la Nave y en cambio a mí, por ser menor, no me preguntaron ni la hora. Todo ese tiempo fue bastante dramático, hasta que un día me enteré que la seño volvería a dar clases y me re contra alegré. Pero fue algo momentáneo porque Samaniego estaba apagada, como perdida. Algo dentro de ella se había partido en dos para siempre. Y no tardé en darme cuenta por qué. Al finalizar la clase me le acerqué. No nos veíamos desde el accidente de las cuevas. Me evitó la mirada, pero insistí en que me prestara atención. Sus ojos perturbados e insondables solo parecían transmitirme desasosiego.
Su reflexión fue una extraña sentencia:
"Estamos perdidos. Como raza, estamos perdidos. Lo siento Data, pero es así. El universo es algo mucho más complejo de lo que pensábamos. No sabemos nada. Esta misión y el futuro de la raza humana, esta condenada".
Después de decirme esto, se levantó y se retiró abatida. Jamás la volví a ver. Desapareció de la docencia y de la vida pública en general. Nadie la volvió a ver y algunos dicen que se fue de la nave en una cápsula de escape. Es probable, muchos se suicidan así en Avatar 10. El otro día, caminando por la plaza virtual del centro, me pareció que algo peludo se cruzó rápido frente a mí. Y si pude ver bien, creo que fue Codos, el gato de Samaniego, callejeando solo y abandonado. Quise agarrarlo pero se me escabulló.
Ahora seguimos nuestro viaje y yo me encargo de mantener el estándar de calidad científica que me legó mi heroína, la seño Samaniego. Me considero la mejor en lo que hago y los padres de los chicos me lo reconocen. Son todos buenos alumnos. Sin embargo, hay una niña que destaca por sobre el resto. Me hace acordar un poco a mí. Y pienso que, para cuando lleguemos a nuestra próxima parada en el planeta Balcan 14, yo tendré la edad que mi seño tenía cuando bajamos en la primera. Solo espero estar a la altura de las circunstancias, si es que se presentan.
Fin del comunicado.
Datalí Heron. 12/12/2120

lunes, 16 de diciembre de 2019

Una visita que se prolonga



Quizás haya sido el vino, quizás el postre, pero la cuestión; es que aquella tarde de un doce de diciembre del dos mil... mi visita al Museo de ciencias naturales de la ciudad, se prolongó más de lo esperado.
Todos conocen al Museo de Ciencias; una enorme mole como un palacio, con una arquitectura exquisita, con búhos enormes de hormigón, y rejas con forma de telaraña, entre otros detalles. Visto desde afuera, puede parecer un castillo. Hermoso lugar. Aunque en invierno, su aspecto puede parecer amenazador y tenebroso.
Como dije antes, aquella tarde de verano, cansado de estar y no ser nada, decidí retomar la visita de un museo al cual no iba desde mi más tierna infancia. Claro que había pasado mil veces por allí, pero entrar... nada de eso. Recordaba los enormes huesos de dinosaurios. Los albatros y los zorros disecados. El acuario, la zona de arañas, insectos y mariposas disecadas. Y hasta recordaba al enorme sapo gigante, apretado en un gran frasco de formol. Pero mi sector favorito era, definitivamente, el del salón de los mamíferos. Todo seguía mas o menos igual. Los feroces mandriles en la entrada y el hombre de cera, defendiéndose de dos feroces jaguares.
Lo que me llamaba la atención eran los viejos cuadros pintados en los fondos de cada escena. Claro que en la parte del Huemul, de fondo había montañas o tras el avestrúz, la interminable llanura pampeana. Cuando miraba unos zorros de la meseta, mi mirada se perdió en el fondo. Ese viejo y gastado paisajismo, hecho casi en otra era. Pero no podía quitar mis ojos de ahí. Estaba hipnotizado.
Cansado, traté de retirarme del lugar, pero algo bajo mis pies crujió. Una ramita...
Avancé dos o tres pasos más y noté un aroma limpio en el aire, una brisa me acarició el rostro. Atrás había quedado el olor a encierro del museo y la poca gente a mi alrededor. El sol pegaba directo sobre mí y busqué guarecerme de su tibieza bajo la sombra de un gran olmo. Podía escuchar el sonidos de las aves del campo trinar sobre mí. Y a lo lejos, dos zorros corretear por entre un pastizal un poco seco y amarillo. No pensé mucho en el prodigio de haber entrado en su habitát, porque no tuve tiempo. Tuve que salir corriendo e intentar trepar en algún otro árbol más accesible. Los zorros se habían convertidos en hienas y chacales. Sus ladridos se acercaron por detrás y comencé a sentir los tarascones en mis pantalones. Hasta que pocos segundos antes de la primera mordida, tal vez mortal, logré poner pie en una rama que me dio acceso a la copa de un árbol, un sauce llorón. Desde allí observé como mis acechadores se triplicaron y merodean mi árbol, vigilándome. Ya no hay sosiego para esta liebre. Y mientras muero de inanición, puedo pensar los miles de millones de motivos por los cuales entré al cuadro y me convertí de acechador a acechado. Vuelvo al principio y creo que fue el postre...

miércoles, 4 de diciembre de 2019

El portero eléctrico



Cuando Benjamín despertó esa mañana, descubrió que era un portero eléctrico. Hacía años que trabajaba de encargado en un edificio ubicado en las calles de Aráoz y Guemes, barrio de Palermo.
Pero los años lo habían ido oxidando. Un oficio sacrificado donde hay que levantarse muy temprano y estar atento a repartir el correo, trapear los pasillos y conocer los vericuetos y las mañas del edificio en cuestión. Si el trabajo es cama adentro, acostumbrarse a vivir en el monoambiente más pequeño e incómodo del edificio y la peor parte, lidiar con los vecinos porteños que, por lo general, suelen ser un grano en el culo. Pero por otro lado, las prestaciones de ser portero de edificio o encargado son varias. Una buena obra social, un sindicato fuerte, vacaciones pagas, piletas de Suterh y que los vecinos cogotudos palermitanos te paguen todos los servicios. Eso sí que no tiene precio. Además, es muy difícil sacarse de encima a un portero. El sindicato es poderoso y no se deja amedrentar por vecinos platudos con pretenciones clasistas ni morales. Además, tienen su propio línea de vinos.
Benjamín era un buen encargado. Hacía todo lo que tenía que hacer y más. Si tenía que subirse al tanque de agua o bajar a las profundidades de la sala de máquinas del ascensor, lo hacía. ¿Había que lidiar con los disyuntores eléctricos del sótano, no había problema. Benjamín era casi un pastor edilicio. Guiaba al rebaño inmobiliario según los vaivenes humorísticos de sus vecinos. Doña Rebeca, la vieja judía del primer piso, siempre se quejaba; del calor, del frío, de los políticos, comerciantes, de la navidad, los musulmanes y hasta de los judíos. Pero el viejo Benjamín le tenía una santa paciencia. Santafesino de ley, Benjamín había llegado de Cañada Rosquín a Buenos Aires, cuando apenas llegaba a los veinte años. Cuarenta años después, don Benja, como le decían los viejos dueños del edificio de Araoz, estaba con un pie más cerca del retiro y la posibilidad de volver a su pueblo natal para ponerse, con sus ahorros, una parcelita de tierra y vender papas y hortalizas hasta que... pasó lo que pasó.
Nadie sabe como fue. Pero esa mañana de diciembre, previo a las fiestas, Benjamín bajó a hacer sus tareas de mantenimiento en el edificio y se percató de que su cuerpo estaba más duro. Su piel había mutado de cetrina a plateada y en sus venas ya no corría sangre, sino circuitos eléctricos. También se percató que cada vez que alguien se paraba fuera del edificio y tocaba el timbre, su cuerpo vibraba.
Asustado por su aspecto robótico, decidió visitar al viejo Ramiro del octavo piso. Ramiro era un mecánico de autos retirado, y entre los rumores de barrio, se decía que había sido el último mecánico personal del propio Fangio. Pero eso, para Benjamín, eran puros cuentos de vieja chismosa. Solo le interesaba detener aquella extraña mutación.
Al abrir la puerta y observar el nuevo aspecto del portero, Ramiro se asustó y cerró de un portazo, dando un grito agudo y afeminado. Benjamín comenzó a dudar de las capacidades reales de Ramiro:
-Dale pelotudo, amigo de Fangio y la puta que te parió! Abrí viejo culeado.
Pasaron algunos segundos de silencio hasta que la puerta se entornó y apareció la calva cabeza lustrosa de Ramiro. Con un gesto lo invitó a pasar y se sentaron en los sillones del living. Benjamín rechinó al sentarse y un gas eléctrico se escapó de su trasero. Perdón, dijo. Ramiro como si no hubiese oído nada le ofreció un cafecito.
-Te agradezco, pero no sé como me puede llegar a caer un líquido dada mi condición actual.
Ramiro no insistió y le pidió por favor que le explicara un poco el asunto.
Benja le contó que ayer a la noche había tomado media botella de vino Suterh y cayó rendido. Hoy, al despuntar el alba, despertó como siempre, pero se notó más pesado. Al verse en el espejo notó que su aspecto había cambiado. Eso era todo. Ramiro se quedó pensando unos minutos en silencio. Luego se levantó y fue en busca de un pesado libro que examinó por un rato prolongado. Benjamín estaba impaciente porque ya era hora de baldear los pasillos. Además, su cuerpo no paraba de vibrar.
-Existen algunos pocos casos como el suyo don Benja. Son casos raros de combustión espontánea, implosión autogenerada o robotización crónica autoadquirida. Son casos raros, muy poco conocidos, síntomas de los tiempos modernos.
Ramiro cerró el libro de un golpazo y negó con la cabeza:
-Lo siento don Benja, pero creo que va a tener que vivir con su nueva condición. Robotizarse no sería un problema, pero volver a un estadío orgánico, es científicamente imposible. De verdad lo lamento.
Don Benja, salió cabizbajo de su cosulta médico técnica y volvió a sus deberes. Pero no tardó en darse cuenta que cosas como baldear, trabajar en la sala de máquinas y otras tareas, eran casi incompatibles con su nueva naturaleza eléctrica. Entonces fue que decidió dar un giro a su vida.
Como Benjamín nunca se casó ni tuvo hijos, decidió que había sonado la campana de su retiro, pocos años antes que le tocara. Sus aportes ya eran completos hacía varios años y sus ahorros le permitían planear la gran fuga de la ciudad.
Por las calles, la gente lo miraba extasiada por su brillo prístino. Un muchacho de treinta años le preguntó si era un halcón galáctico y una muchacha punk le acercó un papelito con un número de teléfono para "hacer cosas locas", le dijo.
Nadie vibrará su desconsuelo, pensó para sí. Solo le restaba una vida como fenómeno de circo o conejillo de indias para científicos y medios.
Por eso, ese mismo día, Benjamín se evaporó, dejando el balde con el trapeador, abandonado en el primer piso, frente a lo de doña Rebeca. Nunca comenzó su labor aquella mañana y nadie lo volvió a ver nunca más.
PD: Algunos buscadores de leyendas urbanas, dicen que encontraron una extraña granja en pleno campo santafesino. No hay ningún ser humano en sus inmediaciones, todos los animales son cuidados por sofisticados métodos mecánicos. Las ubres de las vacas, succionadas por tubos de ensayo prolijamente manejados de forma automática. Las cosechas cultivadas por máquinas rigurosamente cronometradas. Tic-tac tic-tac tic-tac. Y en el medio del granero, solo un granjero plateado, el ex portero eléctrico Benjamín, sentado sobre una gran mole de viruta. Cumpliendo su sueño, haciendo la suya.
Todo cuento de vieja chismosa.


miércoles, 20 de noviembre de 2019

Mormones del espacio exterior (en Florencio Varela)


-Otra vez estos pesados... ¿Que quieren?
-Queremos invitarlo a conocer la Verdad y la Luz.
-La única verdad es que la luz está cada vez más cara.
-Hablamos de la luz interior.
-Miren, gracias, pero no creo...
-Por eso! Nosotros podemos notar que usted ha sido abandonado por su iglesia. Lo que le ofrecemos...
-Escuchen. No quiero ser agresivo, pero me importa un huevo mi iglesia y la de ustedes. Ademas, ¿de donde carajo son?
-Somos Mormones del espacio exterior. La iglesia universal del infinito. Una alternativa para los pobres de espíritu, enfermos de modernidad, de ateísmo, abandonados por iglesias mafiosas y aburguesadas. Con nuestra Iglesia Universal no estará nunca más solo señor. Le aseguramos.
-Miren, mi iglesia será una mierda, pero yo la abandoné porque me chupa un huevo todo lo religioso.
-No, fue la decadencia papal...
-¿Y ustedes? Se aliaron con los gobiernos neoliberales como éste que nos gobierna, que nos rompen el culo a tarifazos. Vayan a joder a otro, adiós.
-Pero ¿y que opina de aquellos que mataron y se enriquecieron en nombre de la Cruz?
-Bueno, si, como digan. De todos modos, no me dejo cooptar por lava cerebros. Gracias!
-Espere! Una cosa más. Le queremos dejar una invitación para uno de nuestros encuentros hoy a las 19. Vamos a mostrarle con cantos y alegría que la Iglesia Universal Mormónica le puede ofrecer a usted y su familia, un futuro en lugares recónditos de la galaxia donde la violencia y la corrupción no existen.
-No me interesa!
-Pero señor, ¿acaso no quiere ver la luz? Usted está en la oscuridad.
-Ok, deme eso y chau!
-Pare de sufrir!

Portazo.

-Y ustedes. Paren de joder.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Tango, copeteo y lágrimas en el piringundín





Descangayada va la mina, de títulos prebendarios, amilanados como fuero de pastor,
Sorpresata de Baigorria, su lamento de Picatta, sintiendo el vailoreto de fiel pica flor.

Barlovento de bufarra, piojosa la mina canta, yira la noche porteña de tango cantador,
sube la fiebre percanta, a toda la pícara monada, viaja lejos el bandoneón del viejo dolor.

Que animosidad se siente por la sordera, del que vuela a lo gallina como pájaro cantor,
suricata de milonga, tristeza de sarlanga, tómese una petaca de tres moños La flor.

Ahora que los paisanos, le entraron fuerte a los piringundines, se siente la lata de tarde calor,
todos los yutas y canas, se van corriendo de susto, pinto el copeteo alegre en mi barrio, señor.



martes, 12 de noviembre de 2019

Novelas argentinas de los 90's

Pensando en literatura argentina de los noventas; vaya aquí un listado inocuo y completamente caprichoso de sus novelas más características, y con esto me refiero más que nada y sobre todo en aquellas mas representativas de la época. Por juventud, afinidad con los 90s, temas y sentido de época y pertenencia. O simplemente porque me gustaron o las creo únicas e icónicas. 
Bueno, basta de tanta cháchara y vaya aquí mi top ten de novelas argentinas de los noventas:

Puesto número 10: LA MUERTE COMO EFECTO SECUNDARIO- (1997)- Ana Maria Shua
Especie de novela de ciencia ficción "futurista", esta extraña novela de la ya consagrada autora argentina, tiene ese hálito de oscuridad y desesperanza, tan caro a la década en cuestión, jugando con un género de por sí vilipendiado en los 90's por demasiado escapista e imaginativo. Pero, aunque cuesta conseguirla, vale la pena leerla. 

9: EL AMPARO- (1994)- Gustavo Ferreyra
Quizás la más rara de toda la selección, El Amparo genera extrañamiento en el lector, tanto por su descabellada e increíble trama, como por la aspereza de los personajes. Con algo del mensaje Kafkeano a cuestas y un vislumbre de Hesse y Bulwer Lytton, este libro vale por todo lo escrito por el autor. 

8: UN AÑO SIN AMOR- (1998)- Pablo Perez
Una novela de amor y desamor. Novela iniciática (para el autor). De golpe tremendo. Escrita a modo de diario íntimo, el autor va describiendo las vicisitudes de un hombre con VIH en la cruda Buenos Aires de mediados de los 90s. Doctores, amigos que ya no están, el dolor y la indiferencia a ese familiar raro, distinto, gay, lascivo, enfermo. Notable debut literario. 

7: EL FARMER- (1996)- Andrés Rivera
Increíble fresco histórico literario, El Farmer es un retrato íntimo acerca del ocaso de Juan Manuel de Rosas, exiliado en la campiña inglesa. Su soledad, los recuerdos, las discusiones con él mismo. Su sentimiento de culpa y reproche a la vez. El enojo por la traición y la patria como el recuerdo de un paraíso perdido donde se supo amo y señor. Quizás, como el puesto número 10, yendo a contramano de un ímpetu literario que apuntaba a cualquier lado menos al revisionismo histórico, la novela de Rivera juega con la imaginación y con la historia argentina en menos de cien páginas de manera única y magistral. 

6: EL TRADUCTOR- (1998)- Salvador Benesdra
Novela de culto, ineludible cuando hablamos de literatura argentina de la década del noventa. Mientras la política argentina rifaba el sentimiento patriótico en beneficio de una visión globalista, sin política ni banderas, Benesdra se ríe de todo. Del neoliberalismo imperante y su intento de borrar la historia, como a la vez de la sensibilidad progre en ésta, una verdadera obra maestra, larga, agotadora y extensa novela de culto noventosa. 

5: LA LIEBRE- (1991)- César Aira
Otra ineludible novela es la archi mega clásica La Liebre de Aira. Otra vez Rosas (ese fetiche argentino decimonónico del poder caudillesco y prócer de la soberanía nacional), aquí en un retrato un poco menos "biográfico" que en El Farmer de Rivera, y en cambio, bien al estilo Aireano, mucho más satírico y ácido. ¿Delirante y controversial? Todo cabe en la cabeza de C. Aira. 

4: EL MAL MENOR- (1996)- Charlie Feiling
Otro de los "malditos" de la década del '90, junto quizás con Benesdra y Baron Biza, aunque la muerte de Feiling sea más una mala pasada del destino que un oscuro sentido de la vida, Charlie también era un escritor que, como Benesdra y Baron Biza, tenía un agudo sentido del humor, gran talento literario y una prosa entre mordaz y corrosiva. El Mal menor, "novelita" también de culto, narra las vicisitudes de una mujer, acosada entre el sexo y la adicción (tan noventosa) a la cocaína y terribles visiones de seres espantosos, portales horribles y mundos fantasmagóricos. Muy recomendable. Espero con ansias una buena adaptación para Netflix. 

3: EL GUSANO MÁXIMO DE LA VIDA MISMA- (1999)- Alberto Laiseca
Algunos se preguntaran porqué elegir ésta novela tan buena como bizarra siendo que un año antes se publicó la obra magna de su autor LOS SORIAS. La respuesta es tan lógica como insulsa. Los Sorias es una novela escrita más entre los setentas y ochentas, y que por dilaciones editoriales terminó publicada en el '98. Pero no la considero una novela noventera por excelencia. Tanto Laiseca, como Rivera o Shua, son autores que ya venían de décadas anteriores, pero hice la excepción de incluirlos en la lista porque sus historias me parecen muy a tono con los tiempos. La novela de Laiseca reúne todo lo que identificaba a la década. Sexo, drogas, sida, vejaciones, delirio, locura, monstruos, mondo bizarro, tiro lío y cosha golda. Sobre todo, cosha golda.

2: EL DESIERTO Y SU SEMILLA- (1998)- Jorge Baron biza
De todas las mencionadas, a mi gusto es la mejor. La historia, tan increíble como real, contada de una forma simple y perfecta. La historia de los Baron Biza. La clásica familia patricia caída en desgracia, decadentes, arrogantes, perdidos. El padre femicida, la madre destruida, el hijo que acompaña, que es testigo, cómplice y narrador de un tragedia familiar que terminaría por engullirlo a poco de publicarse la novela. Otra obra de una calidad literaria superlativa. 

1: BAJAR ES LO PEOR- (1995)- Mariana Enriquez
Otra novela de iniciación como la de Pablo Perez. Autores jóvenes que arrimaban el bochín por primera vez en un mundo literario gobernado por hombres rudos y fuertes o traumados y alienados sociales. Ni Enriquez ni Perez tienen ese nivel de pretención. Son la literatura del mañana, del futuro, del hoy. Su novelas, quizás las más sencillas en cuanto a recursos estilísticos son, a la vez, las novelas más genuinas de todas las de una década tremenda como lo fue la de los '90, donde el recambio generacional era tremendo. La novela de Enriquez puede parecer ingenua al lado de obras como El traductor o El desierto y su semilla, sin embargo, es la voz de la juventud de los noventas, la voz que te cuenta de la manera más genuina que son ellos, los pibes, los jóvenes, los que mejor entienden la década. Porque, al menos desde la década del cincuenta hasta acá, a cada década, al identidad más fuerte y poderosa se la da la juventud. Celebro la ópera prima de la joven Mariana, con sus gays, vampiros, drogas, sexo, en una Buenos Aires densa y real como una ciudad Gótica tercermundista.

Otras novelas notables que debo mencionar son:
-Plata quemada- Ricardo Piglia (1997)
-Santa Evita- Tomás Eloy Martinez (1995)
-Vivir afuera- Fogwill (1998)
-La pesquisa- J J Saer (1994)
-El ojo de la patria- Osvaldo Soriano (1992)
-Crónica de un iniciado- Abelardo Castillo (1991)
-El petiso orejudo- Maria Moreno (1994)
-No sé si casarme o comprarme un perro- Paula Perez Alonso (1995)
-El fin de la historia- Liliana Heker (1996)
-Mudanzas- Hebe Uhart (1995)

Se podría hacer otro top diez más, porque lo que no falta en Argentina es talento. Por suerte.

jueves, 31 de octubre de 2019

La peste amarilla



Tal vez, algunos de ustedes no lo recuerden, pero hubo un tiempo en que Buenos Aires fue una gran ciudad. No hablo de una etapa idílica o una mistificación del pasado, sino solo que Buenos Aires estaba llena de vida y movimiento. En cambio ahora, solo reina la muerte y desolación.
Todo empezó, o más bien debería decir recomenzó, en la plaza Marcos Sastre, en el barrio porteño de Villa Urquiza. Al parecer, un grupito de niños pequeños, de cuatro o cinco años, estaban jugando a las excavaciones en el pasto. Sus padres, perdidos en sus pantallas jamás les prestaron la debida atención, porque en menos de una hora, los chicos habían cavado lo suficiente como para dar con un descubrimiento fatal. !Un cráneo amarillo! Los chicos, al principio se asustaron, pero había dos de ellos, los ya hoy famosos hermanos Garmendia, de seis y siete años cada uno que, impertérritos, tomaron el cráneo en sus manos y jugaron a Halloween (esa tarde era 31 de octubre), pasándose la cabeza de mano en mano y asustando al resto de los chicos. Uno de ellos, salió llorando en busca de sus padres, quienes tardaron un rato en reaccionar y ver a que se debía tanto escándalo. Los hermanos Garmendia ya usaban el cráneo como pelota de fútbol, cuando uno de los adultos se acercó para amonestarlos. Al observar el pozo profundo y la calavera vieja y casi destruida bajo la zapatilla de uno de los hermanitos, estallaron los retos y gritos. La niñera de los Garmendia se acercó y el padre de uno de los chicos la dijo de todo acerca de la falta de límites de los hermanos, pero ella impávida le recordó que a ella solo le pagaban por sacarlos a pasear y que la crianza le correspondía a sus padres, pero que tomaba debida nota del hecho y que le noticiaría a sus padres.
Una vez en sus casa, los hermanos fueron directo a su cuarto a jugar a la Play station. Clorinda la niñera les dijo que se lavaran las manos, que los microbios, que la calle, que el pecado de haber jugado con esa cabeza que alguna vez fue de algún buen cristiano, o no. Pero los chicos no entendieron ni la mitad de las palabras de Clorinda y siguieron en sus juegos. Además, Clorinda ya estaba demasiado vieja para criar vástagos ajenos. Bastante había tenido con sus cuatro hijos, nueve nietos y bisnieto en camino. Por eso, se sentó en su sillón y puso el programa de chimentos de un tal Jorge Díal. Novedades sobre la novia del presidente y la pelea entre dos vedettes del momento.
Al llegar los padres, casi de noche, pasaron de largo a Clorinda que dormía y fueron al cuarto de los chicos. Al abrir la puerta, se encontraron con los hermanitos Garmendia en sus respectivas camas. Todo parecía normal, pero cuando su padre les besó la frente, comprobó que ambos volaban de fiebre. Al encender la luz, vieron que las manos de los chicos estaban cubiertas por una especie de polvo amarillo y los ojos de ambos estaban inyectados por una especie de sustancia como yema de huevo. Temblaban y tiritaban como si murieran de frío. Sin jamás saber que les pasó, los hermanitos Garmendia murieron de fiebre amarilla pocos minutos después. Los padres no hicieron siquiera a tiempo de llevarlos al hospital. Clorinda fue interpelada entre los llantos y gritos de ambos padres, confundidos y desolados a la vez, pero la vieja no sabía que decir. Cuando pudieron serenarse un poco, les contó lo de la plaza, lo del cráneo amarillo y el detalle de que los niños no se quisieron lavar las manos. Clorinda fue despedida en ese mismo instante, pero ya era tarde para todos. La caja de Pandora había sido descubierta.
Los médicos y forenses comprobaron que los chicos, mientras se comían los mocos, había ingerido partículas en estado de latencia que contenían el virus de la fiebre amarilla. Al parecer, ese cráneo, habría pertenecido a una víctima fatal de la epidemia que azotó a la ciudad entre 1870, 1871; y en esa plaza se habrían enterrado algunos cadáveres de aquella fatal epidemia decimonónica.
Ahora bien: lo extraño para los profesionales era la capacidad del virus para transmitirse siglo y medio después. Pero no era una sorpresa del todo. Se sabía que algunos virus podían mantenerse, bajo condiciones específicas, en estado de latencia durante años, incluso siglos. Entonces, los Garmendia, sin saberlo, habían destapado la olla del mal.
Lo que siguió fue tan rápido que tomó por sorpresa a todo el sistema sanitario de una de las ciudades más importantes de América del sur. Claro; los otros chicos que jugaban con Garmendia, los padres de los niños, Clorinda, los médicos, todos los que estuvieron en contacto directo con el cráneo o los chicos enfermaron. Y ellos a su vez, contagiaron a sus familiares, allegados, compañeros de trabajo, transeúntes, todos empezaron a caer uno tras otro, primero con escalofríos, temperatura, ojos y piel amarillenta, y en algunos casos hasta hemorragias sangrantes en ojos, nariz y otras cavidades.
La gente empezó a caer una tras otra. Todos los días morían cientos de personas en la ciudad. El gobierno declaro estado de emergencia sanitaria, pero fue demasiado tarde. Poco tardó para que la epidemia llegara a la misma casa Rosada. De hecho, se decía que el presidente se había contagiado. Estaba tan grave que los informes los estaba dando el jefe de gabinete, que a los pocos días también desapareció del mapa. La Organización Mundial de la Salud reconoció que no podían encontrar la cura ante esa cepa tan virulenta y destructiva y declaró a la ciudad zona de catástrofe.
Además, ya casi no quedaban personas para encarar la situación. La ciudad fue aislada por el Gobierno de la provincia de Buenos Aires y la epidemia, retenida dentro de sus fronteras. A lo largo y ancho del riachuelo y por toda la General Paz, se levantaron muros electrificados y se prohibió el acceso o salida. El gobernador de Buenos Aires tomó el poder del país de forma provisoria hasta llamar a elecciones y La Plata se convirtió en la nueva capital del país.
Pasó un año. Varios helicópteros sobrevolaron la cuidad devastada. Todo estaba abandonado. Autos, camiones, colectivos y bicicletas. Por el suelo, varios esqueletos en posiciones perturbadoras, como dos tomados de la mano. La ciudad había sido abatida por un enemigo que desde tiempos remotos la había amenazado de muerte y había remitido. Pero finalmente, ese enemigo invisible y silencioso, se había metido en el interior de los porteños y los había aniquilado. El país, conmovido, guardó luto durante cinco años, y también el resto mundo declaró el 31 de octubre como día de luto internacional por la tragedia porteña.
A partir de entonces se terminaron los chistes de porteños y la ciudad fue declarada zona prohibida.
Buenos Aires, la ciudad del tango, del colectivo y de los viejos que juegan a las bochas, sucumbió para siempre ante la Peste Amarilla. 

miércoles, 23 de octubre de 2019

Los progenitores



Somos la progenie. Los caídos del borde. Salimos del orden formal del mundo.
¿Para qué existimos? ¿Hacemos reír? ¿Hacemos monerías?
o ¿Somos educadores, progresistas, sofisticados?
¿Que somos los progenitores?
¿Con que derecho pretendemos poner límites? ¿Quienes nos creemos que somos?
Los nadies. Los progenitores somos progenie a la vez. Somos pelusa de ombligo.
Volátiles como los panaderos ensoñados del verano merlino y puntano.
Somos el cachivacherío irredento de un mundo que colapsa todo el tiempo. Y más... más...
Somos la abolición de la especie.
Somos unos caraduras totales.
Somos el error en la mátrix.
Somos la destrucción del futuro, porque en nuestro afán educador, repetimos todas las fórmulas.
Preexistentes, habidas y por haber. No inventamos nada. No somos revolucionarios.
Somos los mismos piedra que nuestros progenitores a su vez.
Creemos que somos mejores que ellos. Creemos que podemos serlo. Pero no.
Ni ellos fueron mejores que nuestros ancestros.
Ahí radica el error en masa de nuestra civilización.
Somos los errores que evitamos cometer con nuestra progenie y cometemos igual.
Porque no podemos luchar contra nuestro sentido moral de hacer el bien.
Y en ese debate ético nos perdemos.
Nos diluimos.
Perdemos la batalla por el cambio de consciencia total.
Sólo cuando nos relajemos, quizás algo cambie, un poco.
Pero no podemos relajarnos.
Cuando se trata de ponernos en el rol de progenitores cuidadores del orden mundial... perdemos el eje.
Y la pelota se nos va al jardín del vecino.
Como les pasó a nuestros padres antes.

jueves, 17 de octubre de 2019

Tomuer


despertar e intentar dormir de nuevo
todo lo que veo es una telaraña que baja
desde el techo
no puedo configurar una idea clara
un sentimiento de culpa
oprime mi pecho
me siento cansado de esta vida gris y sin rumbo
todo es
aplastante
me voy a convertir en una momia
me fosilizaré porque
no puedo más
no quiero vivir
no puedo descansar
no puedo despertarme
no quiero hacerlo
sin embargo lucho contra esa fuerza que me tira
hacia abajo
cuando decido imponer mi voluntad
es tarde
siempre lo es
la lucha encarnizada destruye
mi decisión de dejarme caer
ser vencido por mi malestar
auto-im puesto
decido salir de la cama rodando
levantarme sería ceder
una vez en el suelo ruedo hasta una silla y
repto
como un gusano que soy y
seré siempre
estoy parado en medio del living y camino hacia
la puerta que abro
sin esfuerzo
transito por los pasillos del edificio como
un
espectro traspirado
todo el mundo desapareció del mundo
esta claro que partieron
hace mucho
no sé como llego hasta planta baja
no sé si por ascensor o solo
floté
allí me dirijo hacia la zona
común
entre paredes blancas y vidrios esmerilados
me deslizo sin sentir mis piernas
me acerco
cruzo un jardín de noche
sobrevuelo la pileta vacía
la puerta del quincho esta abierta y dentro
todo está iluminado
como si hubiera gente
pero solo lo habita la ausencia
que duele
necesito refrescar el fuego interno que de a poco
se extingue
busco la heladera y nada
abro el refrigerador en procura de
hielo y en vez de eso
la cabeza de un muerto
me observa congelada
sus ojos parecen dos bolitas de
vidrio frágil
tiene una sonrisa llena de angustia y
frustración
el pelo ralo y despeinado
parece quemado por el frío
la piel también
como los cuerpos
que se queman en la nieve
algo en su mirada me resulta familiar
me sorprende
luego me resulta indiferente
nada me asombra ya
pero me repugna a la vez
me repugna y me hiere
busco mi cara con las manos
y no está
no hay nada
estoy decapitado
porque ésa es mi cabeza
coronada por la muerte
que aconteció alguna vez
y ya no recuerdo cuando

lunes, 30 de septiembre de 2019

Las que quedaron afuera de "33/6 canciones por minuto"



A continuación, un breve repaso por las canciones que se quedaron afuera de la lista o los países que no fueron al mundial...:

1- No Rain- Blind melon- Esta canción la conozco casi desde que salió en el '92, pero no sería hasta veinte años después que la tocaría a dúo con una amiga. Un muy grato recuerdo.

2- All tomorow parties - The velvet underground- Este tema lo escuché luego de mi primer flash con la marihuana. Cuando volví a mi casa (año 2002), me encerré, apagué la luz y terminé mi "viaje"

3- Glory days - Bruce Springsteen- Otra canción que me recuerda mi "renacer" post separación, de la primavera del 2009. Me gustaba mucho escuchar el disco Born in the USA mientras hacía trámites.

4- Guitarra del mesón- Joan Manuel Serrat- Para las navidades del 2003 decidí autoregalarme el disco Antonio Machado. Recuerdo mucho esas tardes calurosas de diciembre escuchándolo.

5- Waiting on a friend- The Rolling Stones- Este temazo me trae reminiscencias de algún año perdido de principios de los 90s cuando mi hermano ponía Tattoo you y entraba la brisa veraniega.

6- The man who sold the world- David Bowie- Me hace acordar al verano del 2002 cuando me compré el disco homónimo y me sentí raro por haberme comprado un disco con esa tapa.

7- Don dolón dolón- Cuarteto zupay canta María Elena Walsh- Si hay un tema que me hace acordar a mi infancia primigenia en los ochentas es este. Bueno, en realidad, todo el disco.

8- Janis - Focus- Este tema instrumental de la banda holandesa, me hace acordar al 2001 cuando descubrí esta banda (en realidad el vinilo Moving waves siempre había estado pero nunca lo atendí).

9- Coplas del musiquero - Nebbia Baraj Gonzalez- Este tema es tremendo. Me hace acordar a finales de los ochentas o principios de los 90s, cuando vivíamos en el hermoso barrio Catalinas Sur.

10- From the beginning - Emerson Lake and Palmer- En el 2003 le entré duro al progresivo y uno de los discos que más me gustó del trío fue Trilogy. Este tema tiene un halo de calma muy hermoso.

11- The long and winding road- The Beatles- Este era un tema que cuando escuchaba (más o menos la misma época que Twist and shout) me generaba lo contrario, en vez de euforia, una gran tristeza.

12- Don't worry baby- The Beach boys- No recuerdo bien el año, pero a ellos los descubrí bastante después, tipo 2006 en lo de un amigo (muy fumados), flashié mil y entonces los amé para siempre.

13- Oboi - Spinetta- Este tema que abre el disco Don lucero del '89, me recuerda a la época en que me lo compré en el 2007. Yo andaba organizando ciclos de cine y ahí me enamoré de ella.

14- Ladies of the road- King crimson- Un tema zarpado que me recuerda a esas rateadas del 2002 cuando me iba a escuchar mis compilados progresivos mientras veía salir el sol en la costanera.

15- En nuestra frente - Arco iris- Este tema recuerdo escucharlo mientras íbamos llegando a Copacabana en micro, con el lago Titicaca de fondo. Había enormes rayos cruzando el cielo. Épico.

16- Jessica- The Allman brothers- Como lo prometido es deuda, este tema entra ahora ya que en 2016 lo ponía en la librería que trabajaba y sonaba al taco mientras la gente intentaba pensar en libros.

17- Ya no sos igual- 2 minutos- Como no poner este tema, por dios. Canción iniciática para muchos de nosotros que en algún momento más o menos la punkekeamos. Clásico de clásicos. Año 1997.

18- Jane Seymour- Rick Wakeman- Este tema me recuerda al año 2000 y sobre todo a la anécdota que me contó un amigo acerca de su padre, que de joven solía ponerlo a todo volumen para molestar a sus vecinos.

19- Mil gaviotas- León Gieco- Esta es de esas canciones que más que una época es un momento. Y recuerdo escucharla a finales del 2001, de noche y mirando desde la cama el cielo estrellado.

20- Hot love- T Rex- El año pasado (2018) solía fumarme uno por la noche y bailar este tema en el living donde solía vivir con mi ex novia. Fueron aquellos, lindos momentos.

21- Cariñito- Los hijos del Sol- Esta banda peruana de cumbias psicodélicas me recuerda mucho al verano del 2010, cuando por primera vez en mi vida descubrí que la cumbia tiene lo suyo.

22- En el 2000 tocaba en una banda de amigos llamada Quadrophenia, como el disco de los Who. Uno de los temas que hacíamos era With or without you de U2 y como jamás los escucho, ahí está.

23- Juntos para siempre- Lerner Mellino- Y si... la canción falopa de cualquier lista no podía faltar. A principios de los 90s casi todos los argentinos veíamos la serie La banda del Golden Rocket. Fin.

24- Goodbye stranger- Supertramp- Este tema lo escuché mil veces y recuerdo flashearlo en las casa de unos compas de Guión en 2012. Pero Su momento fue en el verano del 2015 cuando estabamos yendo con mi chica hacia el sur y mientras cruzábamos riscos y montañas, este tema de corte casi épico acompañó todo de manera excelente.

Ahora que lo pienso, muchas canciones más quedaron afuera. En fin. Basta. Se acabó. A otra cosa mariposa y todo eso que ya sabemos.
Besitos.
Santi.

sábado, 28 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



6*

Llegamos al final y volví a cambiar sobre la hora a la canción final. La verdad me podría colgar escribiendo sobre no sé, cincuenta canciones más que son importantes en mi vida o me marcaron por algo. Pero, todo no se puede y el tiempo apremia, quiero seguir escribiendo otras cosas, corregir otras, en fin... la vida misma.
Quizás, después mencione aquellas que quedaron fuera de esta caprichosa selección. Pero, esa es otra historia. Ahora, a lo hecho pecho:
Creo que por el 2003, estábamos viendo la tele con mi hermano mayor, algún canal de música medio random, pero creo que fue el programa "Tribulaciones". En fin, estaban pasando bandas de la "nueva escena" y creo que también escuché a Pez por primera vez (un verso sin esfuerzo no te hace más converso) y en eso aparece ese trío loco llamado Los Natas o simplemente NATAS. (SATAN al vesre).
La banda me voló la peluca de forma total. Era una presentación en vivo creo, y hacían un tema de su último disco Corsario Negro (2002).
La canción en cuestión; EL CONO DEL ENCONO y si bien al principio me encantó ese sonido medio denso y oscuro a lo Sabbath, a mitad del tema pelan ese corte instrumental con redoble de bata y guitarras de sonido valvular que me mató.
Mi hermano y yo nos hicimos fanáticos de la banda a partir de ese día y al poco tiempo, él cayó a casa con el disco mencionado antes, que era todo una voladura totalis.
A partir de ese año empezaríamos a ir a sus recitales, por lo general en Niceto club. Primero iría a verlo con mi hermano y un amigo suyo. Después con mi hermano y otros amigos de él. Luego con mi amigo, con una amiga, con mi amigo de nuevo, con una novia, con mi amigo y así, al menos hasta el 2009 o 2010 que fue cuando se separaron.
Durante toda esa década del dosmil, fue La banda ritual que iba a ver con diferentes personas, donde el porro era poco menos que condición básica para verlos. Su estilo (stoner rock) es bastante cannábico, con grandes temas largos y lisérgicos (pantallas psicodélicas) y mucho power.
También me compré los dos primeros discos (Delmar y Ciudad de Brahman) éste último mi preferido. Mi hermano aportó Toba trance y Muchen Sessions, todos discazos.
La verdad, que yo no viví mucho la escena de los 90s por una cuestión generacional (aunque haya ido a algunos recitales a finales de la misma) pero si recuerdo mucho ir a ver mucho a Los Natas que, junto con el flaco Spinetta, son los que mas seguí a recitales y si bien lo del flaco ya es imposible, no descarto que este trío de muchachotes se pueda volver a juntar, aunque sea para un par de presentaciones por su viejos y fumancheros seguidores que nunca fuimos muchos acá en Argentina (tenían más público en Europa), pero si bastante fieles.
Hermosísima época que recuerdo con mucha nostalgia y cariño. Asi que acá me despido de este labrioso rejunte de canciones que me traen grandes recuerdos y que vuelvan Los Natas carajo! Bye.

A continuación la lista de reproducción en Spotify:

https://open.spotify.com/playlist/7om3ZjcUFqa1dtZUJDf4Cv?si=o38HKcuDT8q7vf-Kcid1TQ

viernes, 27 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



5*

Por el año '98 aprox di un salto cuantitativo en cuanto a electricidad. Al darme una vuelta por la disquería de ocasión de aquellos tiempos me llamó la atención esa tapa con una especie de enano escolar pelando una guitarra endemoniada y si bien había escuchado hablar de AC/DC antes, poco lo había escuchado.
Cuando llevé el flamante nuevo disco a mi casa fue toda una revelación. A mis padres les pareció demasiado fuerte, a mi hermano también.
El disco me voló la peluca (perdón la imagen clishé pero así fué). La potencia de las guitarras de los hermanos Young en temas como IT'S A LONG WAY TO THE TOP, o Rock And Roll Singer. TNT o High Voltage, o los blues de cables pelados The Jack o Little lover.
El quinteto Australiano se pasó a convertir en una de mis cinco bandas preferidas, y en los dos o tres años siguientes quizás en La banda preferida o al menos en una de las puntas del tridente Contra todos los males del mundo urbano de finales de los noventas. Junto quizás con Deep Purple y La Renga. Tal vez, a partir del 2001 cambiaría a AC/DC por Black Sabbath, pero entre finales del '97 y mediados del 2001 a los de Melbourne los gasté. Vendrían discos como Powerage, Highway to hell, Let there be rock, Ballbreaker, Back in black, Alive... por empezar, siendo la etapa Bon Scott mi preferida. Algunos años después vendrían de yapa discos como Dirty deeds done dirt cheap o '74 Jailbreak, pero la fiebre eicidicera ya había pasado. Recuerdo que mientras estaba fanatizado con ellos pensaba que justo habían venido a la Argentina en el '96, poco más de un año después de que los descubriera (y aunque eso denotaba ya los primeros síntomas de un pensamiento neurótico auto flagrante) la realidad es que me apenaba mucho y tendría que esperar hasta finales del 2009 para poder verlos en vivo, cuando ya si apenas los escuchaba, aunque, nobleza obliga, no me los podía perder por nada del mundo y no lo hice, de hecho fue uno de los mejores recitales que vi, si señor.
Si tengo que elegir EL tema de AC/DC no lo dudo. No sé si es el que más me gusta, pero si fue la punta de lanza de mis combates internos. La intro poderosa, el riff rockanrolero y las guitarras mas pendencieras de la historia del rock hacen de Can I Sit Next To You Girl, el tema que más me identifica con toda aquella época de adolescencia prematura y resistencia a la hostilidad del mundo. Y que Sea rock, por siempre!

jueves, 26 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



4*

Hubo un tiempo que fui hermoso... Todos lo fuimos alguna vez y en cambio ahora, ¿que somos? ¿que nos queda? La vejez, el deterioro, las canas y la dureza muscular. Bueno, por ahí exagero un poco.
A Sui generis lo escucho, junto con la gran mayoría de bandas en mi año de despertar musical, 1997. Sin embargo, no sería hasta el año 2000 que explotaría en mi su magia. Banda adolescente iniciatica par excellence, Sui supo cooptar y entender esa edad del pavo de la sociedad argentina desde los setentas hasta mismo hoy día. Quizás ese sea su mayor logro, cosa que no es poco.
Es cierto que como dijeron por ahí a Sui Generis se le perdonan muchas desafinaciones, pero por que? quizás por lo mencionado antes. Queremos demasiado a Sui para demolerlo tan fácil. Sui nos dio todo en algún momento de nuestra adolescencia doliente. Cuando nos enamorábamos y no nos correspondían, cuando odiábamos a nuestros padres, cuando nos peleábamos con nuestros amigos, cuando nos llenábamos de granos y nos sentíamos horribles, etc. Allí estuvo este dúo de Charly Garcia y Nito Mestre, acompañando, haciendonos llorar, en fin, musicalizando aquella dura etapa.
Por aquel tiempo había visto en canal 13 a la medianoche la película La noche de los lápices de Olivera. Yo tendría quince o dieciseis años, o sea... la edad de los protagonistas de la peli. Bueno, no me voy a poner a hablar del tema porque ya muchos lo conocen y el que no, para eso existe internet.
La cuestión es que en una parte dos de los adolescentes en cautiverio se ponen a cantar Rasguña las piedras. La chica es la que está más dañada por la tortura y el pibe le canta, llorar, se abrazan a través de ese muro que los separaba. Esa escena es la mejor de la película. Esa escena me marcó más aún que las escenas de torturas, etc. Por que me mostró no solo una realidad de mi país que muchos otros prefieren obviar o relativizar. Es más fácil siempre echarle la culpa a otros que hacernos cargo de nuestra propia responsabilidad como sociedad de que fuimos cómplices del horror.
Desde ese día tengo una posición clara respecto del lado donde me paro. Algunos pensaran que no todo es una cosa u otra. Claro, puede haber muchas cuadras, muchas veredas, pero siempre está la vereda de enfrente y solo hay que saber donde hay que pararse con ciertas cosas que simplemente son básicas.
Rasguña las piedras sigue siendo un tema que me pone la piel de gallina ya que me quedó seteado a todo el horror vivido en mi país en los stentas. Ya sé, la canción es un poco anterior al golpe y habla de otra cosa. Del amor, de crecer, etc, en fin... cosas que también duelen, hasta hoy.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



3*
Confieso que me iba a poner a hablar de un tema que me hacía acordar un poco al año 2016, en este afán por abarcarlo todo y no repetir épocas, pero creo que descarté la idea porque uno por algo en determinadas épocas de su vida, baña de sentido y libido a ciertos temas y no a otros. Y si bien Jessica de los Allman Brothers, es un temazo mas que digno de mención, el hecho de hacerme acordar a ese pésimo año solo para cubrir un período más cercano en el tiempo me parece forzado y fútil.
Así que decidí volver a las ROOTS de mi educación musical sentimental y hablar de un tema tan clishé y gastado como a la vez importante en mi vida. Estoy hablando ni más ni menos que de Light my fire de The Doors. Y claro, una canción así solo puede generar dos cosas, o un rechazo absoluto o la total entrega. Difícil no tomar posición con un tema de estas características.
Creo que fue por el año '98, en pleno auge de mi apertura sensorial al sonido cuando la escuché por primera vez. Si mal no recuerdo, fue escuchando la radio (la Rock & Pop) y dije, OK, acá hay algo.
Esos teclados estridentes, el solo lisérgico de la viola en la mitad del tema, la bata ajustada y sobre todo la voz de Morrison, que hacia el final de la canción hace su gracia característica, o sea se enoja, pudre la voz, grita. El Morrison que amamos está ahí ya. Ese es señores. Es lo que hay. Tómalo o déjalo. Mi hermano, por esa misma optó por dejarlo. Morrison le parecía un bocón desmesurado, agrandado, pedante y pretencioso con su estilo poético. En fin, cada cual con lo suyo.
Luego de esta primera escucha vinieron las segundas y las terceras. ¿El medio? El Playland de Flores donde íbamos a jugar a los fichines con los pibes del colegio Fernando Fader. Al fondo, tras los Pacmans y Tetris fuera de uso, había una especie de espacio o descanso con bancos y a un costado, una enorme y preciosa rocola. Claro, mis compas estaban en pleno proceso de descubrimiento punk rocker asi que por su lado sonaba Attaque 77, 2 minutos, Ramones y demás... Yo por mi parte clavé Light my fire, porque en mi casa nadie escuchaba a los Doors, así que era casi el único lugar donde podía disfrutar del extraño cuarteto de Los Ángeles. Mis compañeros quedaron confundidos ante ese sonido ácido y estridente, tan propio de la época hippie. No faltó el que soltara el comentario despectivo, sin embargo y para mi total sorpresa, nadie se burló del tema o la banda. Como dije antes, algo había ahí y si bien, con el tiempo descubriría el resto de sus canciones (primero con un cassette de Greatest hits que me prestó un amigo de la primaria) y luego comprándome sus seis discos clásicos y algunos en Vivo y rarezas, el tema que inició todo fue ni más ni menos que su hit número uno y me alegro de que así haya sido.
Creo que también el verano '98/'99 fue marcado (junto con Creedence) por la música de aquella tremenda banda. Tal fue mi creciente fanatismo por la banda que en poco tiempo me vi la película de Oliver Stone (a la cual debo reconocer que odié), me compre una remera batik (que amé mientras duró) con la cara de Jim, conseguí el librito de poesías "Una plegaria americana" y algunas pocas cosas más. Definitivamente, una banda con su halo de mística bastante especial. 

martes, 24 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



2*
Entre otras épocas faltó mencionar el 2010 que junto a los años 2004, 2006 y 2016, es de los años que no guardo tantos recuerdos musicales.
Pero como diría el Chapulin colorado, !Que no panda el cúnico!
Claro, en el 2010 viví una etapa de transición, luego de una serie de noviazgos que no salieron del todo bien. A partir de mitad de año me dediqué de lleno a divertirme, a no tomarme nada en serio y la verdad, fue una de mis mejores épocas.
En plan de todo esto y en rigor a la verdad, recuerdo una noche en que me visitó una pareja de amigos, mis amigos preferidos.
Los tres pegamos la costumbre de juntarnos fin de semana de por medio, al menos. Puchos, cervezas, Fernet y porros, todo acompañado con pizza o empanadas y de postre, grandes barras de chocolate...
Todo una excusa para juntarnos en mi casa y escuchar música, tocar la viola, cagarnos de risa, etc, en fin, todo lo que solemos hacer con nuestros amigos más queridos.
En una de aquellas tertulias nocturnas nos filmamos cantando y bailando Un misil en mi placard del primer disco de Soda Stereo (no sé si aún dispongo de ese video), pero fue tan lindo momento, poniendo caras, haciendo que tocamos el bajo, nada... un momento mágico, reflejo de una época muy linda que forma parte de los recuerdos, pero que añoro con nostalgia, pero sobre todo con alegría. Y si bien ellos dos ya no están juntos hace muchos años, siguen siendo mis amigos mas queridos y ese tema es uno de los más gratos recuerdos que tengo con ambos.

lunes, 23 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



A continuación, una breve serie de bonus tracks:

1*
In my life, de The Beatles. Esta canción, como en varios casos mencionados antes, resume una época y un disco en general. La elijo por encima de otras por ser quizás la más emotiva y mejor lograda del disco Rubber soul, y además porque justamente habla del pasado idealizado perdido para siempre (en este caso del señor Lennon, habido maestro en el arte de la bien lograda nostalgia). In my life, es un cuadro impresionista sobre la infancia, nuestros recovecos donde solíamos jugar o escondernos del mundo que no avasallaba. Nuestros puntos de complicidad con amigos y seres queridos. In my life son también los familiares que ya no están, los amigos que se quedaron en el camino, los amores perdidos. Es todo eso y más, es también la posibilidad de amar todo ese pasado y añorarlo con una sonrisa, añorarlo ya sin dolor.
Podría mencionar temas como Norwegian wood, Nowhere man, Michelle, Girl, I'm looking trhough you o la fenomenal If i needed someone, pero como dije antes IN MY LIFE resume todo, porque justamente es una canción sobre la vida, Es la vida.
Encima de todo, y quizás por eso más que nada, el disco Rubber soul fue el primer cd que me compré en la primavera del año 1997 (hace veintidós años ya) y con el cual arranqué una pasión por los discos (y la música en general) que si bien fue desplazada en los últimos años por la compra de libros, nunca me abandonaría del todo, teniendo una colección de más de seiscientos cd's, algunos vinilos y otros formatos menos recordados. Hoy, cuando todas las plataformas reemplazan los viejos formatos "físicos", es bueno recordar que tenemos discos, que están ahí, con música grabada sobre sus cuerpos sintéticos o plásticos, para siempre.
Aquella primavera en que me metí en un Musimundo (estaba en en primer año del secundario), me llevé Rubber soul porque A) pensé que ese había sido el primer vinilo que se había comprado mi viejo (error; era For sale, pero como con Los Beatles uno nunca se equivoca, solo tomo caminos alternativos) y B) me encantó esa tapa donde miran a la cámara un poco abrigados por una típica mañana otoñal inglesa.

viernes, 20 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



33) Los últimos serán los primeros, oh sí nena. Porque la última canción de esta selección fue LA canción que abrió mis sentidos a musicofília, a la melomanía, a la luna.
Recién comenzaba la secundaria a inicios de 1997, cuando una tarde en nuestra casa de los suburbios porteños tuve una especie de insight musical o delitae musicae.
Haciendo las cosas que uno hace para no hacer las cosas que uno debe hacer (los famosos deberes), recordé una melodía de aquellas que sonaban en casa con los vinilos de mi viejo. Pero esa tarde mi viejo no estaba. Mi hermano tampoco. Mi vieja, si. Me acerque a mi progenitora y le pregunté como se pregunta a una madre universal: Che vieja,  de quien es esta canción... (y tararee la melodía).
"...en el hospicio, algo... agua, sol y pan..."
La respuesta de aquella madre universal no se hizo esperar. Fermín de Almendra, el disco que tiene una especie de payaso triste en la tapa, con una sopapa en la cabeza. Lo busqué sin sosiego. El disco estaba allí.
Busqué la canción llamada Fermín (un nombre que me pareció tan ridículo como llamativo). Clave la aguja en el track en cuestión y si bien no es el mejor tema del disco, por primera vez sentí ese alivio especial que encontrás cuando tenes una canción en la cabeza y finalmente te acordás cual es y la escuchás con sumo placer y deleite. Aunque eso sería como el sexo, la previa, o sea, no saber que canción es, también es placentero... y quizás más que agotar la escucha de una canción. La expectativa, la mejor parte.
Luego, esa tarde me colgaría escuchando todo el disco del cual me haría fan. Muchacha ojos de papel es otro tema que marcó esa adolescencia primigenia. Figuración, Color humano, Que el viento borró tus manos, A estos hombres tristes. Todo el arte de tapa era maravilloso con los dibujitos y símbolos. El combo me gustó más aún que el tema por el cual llegué. Después escuché el segundo de Almendra, luego encontré Pescado, Invisible, Jade y por último todo Spinetta solista. Todo un mundo musical y poético por descubrir del cual quedaría atrapado para siempre (de hecho para fin de año iría a mi primer recital que fue de Spinetta y los socios del desierto en el Gran Rex). Pero aunque Fermín terminara oscurecido por un montón de otras canciones mejores, quien le quita a Fermín haber sido la llave para una puerta llena de música de la cual nunca volví. Nadie.

Pd: Por estos días se cumplen 50 años de la grabación del afamado primer álbum histórico de Almendra. Salud!

jueves, 19 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



32) "Eye in the sky" es quizás la última canción que me retrotrae a un pasado cercano. El tema de Alan Parsons project era completamente desconocido para mí. Sin embargo, cuando hace dos años, aún convivía con mi última pareja. Me hizo escuchar este tema ochentoso y me gustó mucho. Ella me dijo que le recordaba a su infancia y a su padre escuchando esto y también toda la onda progresiva de Pink Floyd, Génesis, etc...
En fin, yo reconocí que jamás había escuchado esa rola. De hecho, había leído la novela de Philip K Dick del mismo nombre y al subir la tapa del libro a Facebook, una amiga me puso "A Alan Parson project le gusta eso" y no entendí el chiste, obviously.
Eye in the sky, representa toda esa época, esa relación que duró más de cinco años, la más larga de mi vida y que se consumió con el fuego de la pasión, así como también con el desgaste de la rutina y la monotonía.
Quizás sea mi último recuerdo musical de trascendencia. Más acá en el tiempo no puedo venir, porque la realidad me avasalla y no deja resquicio alguno para la melancolía.
De todos modos, si bien no es un tema de una banda que me fascine, si puedo decir que este tema es una hermosa canción pop rock radial, ideal para amenizar una tarde de copas y cansancio.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



31) En el verano del 2014 tenía mis primeras vacaciones pagas en la Librería. Como solo me tocaba una semana decidí emprenderla a un destino no muy lejano y un amigo me recomendó Claromecó, una playa del sur de la provincia de Buenos Aires. Allí donde "pega la curva" o "en la panza".
Viajé de noche para llegar a destino bien temprano por la mañana. Mientras miraba por la ventanilla alguna que otra estrellita pampeana perdida en la inmensidad, me rescaté del momento especial que estaba viviendo, por mis auriculares sonaba "What to do" de los Rolling stones (Sí, otra vez ellos).
No sé bien a que adjudicar esto. Básicamente, había tenido un 2013 difícil, complicado, lleno de malestares, rupturas y desasosiegos. Pero ahí estaba ahora, haciendo mi (hasta ahora) último viaje solo, algo que antes era muy común en mí.
No me quiero entretenerme contando las vivencias en Claromecó (un lugar tan agradable como aburrido), pero no quería dejar de comentar el hecho de que fue una especie de viaje de despedida, pero sin saberlo. Despedida de toda una época de libertad e incongruencia juvenil. Luego vendrían los tiempos aciagos. Los viajes familiares y en pareja, etc.
Pero ese verano, escuché esa hermosa canción de los Stones de los sesentas que me generó una sensación agradable al escucharla, mientras miraba el cielo nocturno y sentía una inexplicable felicidad que solo pueden darme dos cosas. Contemplar la hermosura de los astros en la noche, y por otro ir a un destino incierto sin saber bien que voy a hacer. Y eso lo explicaba esta cortita y sencilla canción de los Rolling a la perfección.
"What to do, i really don't know,
Nothin' to do, nowhere to goYou're talkin' to people that you don't knowThere's na-na-nothin', to do-do-doThere's na-na-nothin', (no) noYou (I) really don't what to do yeah"...

martes, 17 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



30) "Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos, me hipnotiza tu sonrisa, me desarma tu mirada y  de mi no queda nada, me derrito como un hielo al sol"...
Corazón es una canción de Los autenticos decadentes medio cumbiera de mediados de los noventas y la primera vez que la escuché fue en 1996. Estaba en séptimo grado de la primaria y había una chica de sexto (turno tarde) que amaba esa canción y yo a ella. Fue mi "primer amor".
Es muy difícil tratar de explicar las cosas que este tema me genera aún hoy, porque si bien no es un tema que ame o me traiga buenos recuerdos en sí, en todo caso es una canción que me recuerda la primera vez que rompieron mi corazón y oh! casualidad, el tema se llama Corazón.
Íbamos al mismo grupo Scout del barrio. Al mismo colegio. Vivíamos en el mismo barrio. Me la crucé en un baile del colegio (no era el del Encanto bajo el océano pero casi). Se acercó a saludarme y yo respondí con suma timidez. La invité a bailar y la pasamos súper bien. Por aquellos tiempos, los lentos eran parte esencial de aquellos eventos rítmicos y sociales para chicos.
Nos abrazamos y besamos en la pista de baile por primera vez. Le pregunté si quería ser mi novia y asintió con la cabeza. Después la perdí entre el mar de gente. La busqué desesperado pero solo me encontré con mis compañeros de curso que me miraban con sonrisas cómplices. Esa noche no la volví a ver y ni siquiera tenía su teléfono de línea.
Poco después me la encontré en el grupo scout y parecía no darse mucho por aludida. Al salir le pregunté como estaba y me dijo que bien. Caminamos por el barrio en silencio algunas cuadras y en la puerta de su edificio nos despedimos con un beso. No sabía que hacer con ella o que decirle. (Hoy tampoco sabría).
En la semana nos cruzamos por el barrio de casualidad. Yo iba con un amigo que la invitó a su casa. Fuimos los tres. Mi amigo se excuso con una tontería y desde su cuarto puso el tema. Ella se volvio loca y chapamos como dos pre adolescentes alocados. Yo sentía que mi corazón iba a explotar por los latidos, pero no. Luego mi amigo volvió con tres vasos de soda y los tres los bajamos con una sed inextinguible. Nos pasamos los teléfonos y nos empezamos a llamar todas las noches. Cuando me llamaba mis padres me pasaban el tubo con una sonrisa condescendiente y odiosa. Para mí, todo el asunto era serio, muy serio.
Al poco tiempo salimos de campamento con el grupo y a mí me costaba horrores acercarme a ella adelante de todos los demás. Ella lo notó y no pareció gustarle eso. Además, había otros chicos que se le acercaban a hablarle y ella me miraba buscando mi reacción. Yo estaba paralizado. Esa primera tarde de aquel campamente de fin de semana alguien puso la radio y entonces sonó el "tema del momento", mientras todos estábamos al alrededor del fogón. Cuando la canción decía... "vivo dando vueltas a tu alrededor, como un perro abandonado que en la calle se quedó" me fui a su lado y le di vueltas. Ella se mató de risa e hizo lo mismo. Luego, al regreso, volvimos sentados juntos en el tren, comiendo unas galletitas Frutigran que llevé y dándonos besitos moderados para que no nos retaran. Sus labios erán cálidos y suaves, muy suaves.
Seguimos un tiempito más así, pero yo seguía sin poder ponerme a su lado como esperaba.
Hasta que en el siguiente campamento, ante esa imposibilidad mía, ella terminó por acercarse a otro chico que la cortejaba bien. Yo me hice a un lado de todo el asunto y eso fue todo. Lloré por los rincones desconsolado y ella se apenó, pero no pudo hacer nada al respecto. ¿Que podía hacer?
Al volver a Buenos Aires, lloraba como un condenado hasta que un día decidí reconquistarla. Fui al kiosco del barrio y le compré una caja de caramelos con forma de corazón, pero cuando tuve la intención de dárselo la vi por el barrio, en la compañía de otro chico nuevo. Me escondí y una vez que pasaron, arrojé el corazón en el primer tacho de basura que encontré.

lunes, 16 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



29) Una fresca mañana primaveral del 2002 me hice la rata o rabona (no fui al colegio). Estaba en quinto año y ya tenía mi pase asegurado hacia la nada o la eternidad. Iba de Almagro a San Telmo y ya me pesaba esa ambigüedad casi lateral que me generaba ir de un punto a otro de una ciudad que no me veía. Cerca de San Telmo está El bajo, y más allá Puerto Madero, y más allá La costanera y un poco más allá, la Reserva ecológica. Pero no me fui tan lejos. Llegué a una banca de Puerto Madero y me senté a contemplar como el día empezaba a despertar, justo frente al sol naciente por el este.
Me había llevado algunos cds en mi discman. Uno de ellos era Close to the edge de Yes. Gran disco, con grandes temas y una gran tapa.
El tema que le da nombre al disco dura casi veinte minutos. Mas o menos por la mitad, el tema se calma, baja mil cambios y entra en una especie de trance responsorial. El cantante Jon Anderson canta y un grupo de muchachos le responde de fondo. Esa parte es hermosísima y dura algunos minutos, hasta que el super órgano de inglesia de Rick Wakeman mete un corte, pero luego vuelve la canción en voz baja. Pero otra vez los teclados de Wakeman cortan esa especie de nube de ensueño o pompa de jabón etérea en la que nos había sumergido la canción.
También podría hablar del tema siguiente And you and i, que tiene esa introducción de guitarra acústica trascendental, meditativa, contemplativa y hermosa. Una canción aún más épica que Close to the edge, pero ésta es el caramelo por excelencia de todo aquel rollo progresivo que disfrutaría en esa mañana primaveral mientras mis compañeros estaban aprendiendo en el colegio y yo aprendía a disfrutar en modo cuasi zen de la belleza de la vida.

domingo, 15 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



28) En el 2011 habíamos armado una bandita de amigos, una pareja amiga y una chica en cuestión. Más allá de haber terminado siendo una mezcla de Mamas and the Papas y ABBA con un poco de Fleetwood Mac en cuanto a relaciones amorosas de por medio, la cosa (que duró dos o tres meses) estuvo buena como experiencia en sí.
Nos dedicamos a tocar covers en un cuarteto acústico. Mi amigo tocaba la guitarra criolla, las chicas coros y guitarras ocasionales, yo la percu. Sin embargo, cada uno se practicó un tema y lo cantó. Mi amigo cantó "Garden of serenity" de los Ramones, las chicas "Jesus loves me" (Cocorosie) y "Hot Rod mama" (T Rex), yo "Lotta love" y todos la cumbia noventera "Vienes y te vas" de La base.
Tocamos una única vez en un centro cultural trosko de Lanús. Como dije la experiencia fué única y gratificante. Nunca me sentí tanto un "rockstar" como aquella noche y eso que me equivoqué en la letra de la canción por los nervios. Tocamos los cuatro sentados, rodeados de velas y con imágenes de la película Fantasía de fondo. Todo un happening al viejo estilo hippie, como diría Abraham Simpson.
Todas las canciones del repertorio me recuerdan a aquella noche mágica, pero la que canté yo (la vieja canción setentosa del bueno y querido Neil Young) quedó implicada más sentimentalmente en mí. Sin saberlo o reconocerlo del todo, se la estaba dedicando a la chica de la banda con la que cantábamos. Ella lo suponía, yo sabía que lo suponía y así y todo, ese romance breve duró lo que duró la propia banda. Esa misma noche, después de tocar, nos volvimos juntos en el colectivo 15 y nos bajamos en la plaza de Congreso. Fuimos a su casa y cogimos por última vez.
Al otro día casi me saludó con un apretón de manos y aunque me la cruzaría por la vida algunas veces más nunca se planteó volver a estar juntos. Ella todavía estaba saliendo de una relación. Yo no, la esperaba y por eso mismo la cosa no pudo seguir porque todo indicaba que se terminaría con un corazón roto, el mío.
Lógicamente la banda se extinguió después de ese debut y despedida, y no poco tiempo después la pareja de amigos también romperían. La banda dio demasiado, tanto que nos aniquiló nuestra propia pasión desatada. Sin embargo, creo que los cuatro recordaremos esa noche de finales de Septiembre de 2011 toda la vida porque, de hecho, fue una noche de pura magia y expectativa.

sábado, 14 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



27) Si hay un año que odié, un año en el que todo lo que podía salir mal, salió, ése fue el afamado y mal ponderado año del 2006. Anno horribilis par excellence.
Por suerte todo eso ya pasó y sigo vivo, pero esa no es la cuestión. En esta lista me di cuenta que abarque casi todos los años desde mediados de los noventas hasta poquitos años atrás y si no lo hice aún, estoy en vías de... Pero del espantoso 2006, nada. Ningún buen recuerdo de escuchar canciones venían a mi mente. Es como si hubiese estado tan sumergido en la mierda que no tuve oportunidad de tener mi momento epifánico anual correspondiente. Ninguna canción pareció marcar mi vida durante aquel invierno eterno. Sin embargo, escarbando y escarbando en la basura a veces solemos encontrar algo y como el que busca encuentra...
Paradójicamente una de las canciones que más tengo presentes de aquellos tiempos aciagos es una de Spinetta (uno de mis músicos preferidos). Y bueno, es así. Las contradicciones y paradojas de la vida no tienen límites.
El tema: Dale luz al instante.
Es un tema que no odio, pero no me trae los mejores recuerdos. Por aquel tiempo mi viejo se estaba encontrando con su amante por la cual se iría de casa a mitad de año. Y mientras todos sabíamos de las fechorías del viejo, éste era un tema que ponía feliz por su nuevo amor. Y yo lo odiaba en silencio. Un traidor a mi madre, a la familia, a todos, a mi. Así lo veía en ese momento al menos. Por ende, odié la canción y ese disco Pan de Spinetta siempre me quedó atravesado como una espina en la garganta, convirtiéndose en el único disco que no me gusta del flaco ni me compré jamás.
Hoy a la distancia está todo liso con mi padre y entiendo su segundo aire que agarró al cumplir los 50, pero bueno, quien nos puede culpar, éramos todos más jovenes...
El recuerdo no es bueno, lo sé, pero no todos son buenos y agradables recuerdos en la vida nocierto...

jueves, 12 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



26) "1990" de Daniel Johnston llegó a mi como cachetada de novia borracha. Era el verano del ya mencionado tantas veces 2009. Estaba solo de vacaciones en el sur patagónico, más específicamente en El Bolsón. Como andaba solo y aburrido, a veces me internaba en la cabaña o espacio común del camping y ahí me quedaba tomando vino, cerveza, comiendo un sánguche, tocando la guitarra o simplemente contemplando la vida por la ventana.
Una de aquellas tardes en las que me dedicaba exclusivamente a contemplar la vida pasar me percaté que la música que sonaba de fondo en la cabaña no sólo no era nada que yo conociera sino que además era extraña. Su cantante parecía estar sufriendo de algún problema mental o era muy afectado. Le temblaba la voz bastante, a veces parecía que lloraba mientras cantaba, tocaba el piano como un animal (al decir de Charly) en el sentido que golpeaba las teclas con vehemencia inusitada.
Sin embargo, cuando parecía que todo estaba mal en lo que hacía, un halo seductor y atrapante sobrevolaba en el sonido de aquel extraño músico desconocido por mí. Yo seguí comiendo mi sanguche, hasta que empezó a sonar Got to get you into my life, el famoso tema de Paul del disco Revolver. Una versión deforme, agridulce, deprimente, gris, torturada, increíble. Ahí no pude más, me levanté de mi silla de paja y me acerqué al hippie que atendía tras el mostrador (una especie de hare krishna bolsonero exiliado de alguna ciudad del conurbano).

-Che, quien es este chabón que canta? Este es el tema de los beatles!
-Ah si! este es Daniel Johnston. Un tipo rarísimo que durante los ochentas grababa canciones en cassette dentro del garage de la casa de sus padres. Nunca salía, era una especie de genio atrapado en su propia locura. 
-Es raro. Me gusta...
-Si, es difícil escucharlo porque bueno, como escucharás suena mal. Pero tiene una llama interior muy poderosa. No deja indiferente a nadie. Para bien o para mal. Es el maestro del género lo-fi y tiene fanáticos en todas partes del mundo, incluyendo a los Sonic youth y Kurt Cobain.
-Genial! Cuando llegue a Buenos Aires lo voy a buscar.

Y así fué, al llegar a Capital me puse a buscar sus canciones en Youtube. A indagar su historia y me aluciné. Supe de sus trastornos, la foto de Cobain con la remera, etc. Sentía que había descubierto una panacea de lo raro, sin embargo, de a poco me daría cuenta que ya muchas personas lo conocían y que lo mío no era ningún descubrimiento increíble. So... Volví a mi música "hi fi" y pocas veces volví a escucharlo porque de verdad, puede ser perjudicial para la salud. La música de Johnston tiene una carga emocional muy intensa que no siempre es fácil capear. Obsesionado con Satanás a un punto tan enfermizo que parece salido de una novela de Stephen King. Pero DJ nunca será indiferente para mí, y ese día que lo conocí en medio de un bosque patagónico quedará para siempre en mi memoria.
Ayer murió.
Que descanses en paz, muchacho atormentado.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



25) A principios del año 2007 me compré el primer disco solista de Peter Gabriel del año 1977 (el de la foto en el auto mojado). Era finales del verano y por esa época suele llover bastante aquí por Buenos Aires. El disco amenizó perfecto la estación (los inicios del providencial otoño porteño).
Si bien temas como Solsbury hill, Slowburn o Humdrum son canciones difíciles de obviar, creo que fue Modern love (anterior al tema de Bowie) el que se me impregnó de manera más formidable.
Por aquellos tiempos andaba boyando de trabajo en negro a trabajo en negro. Pero puntualmente en ese momento me dedicaba a grabar unas charlas en el ministerio de educación.
Tengo el recuerdo muy nítido de escuchar Modern love de Gabriel e ir con una sonrisa a trabajar. Me sentía libre y esperanzado. Frente a mí se abría la posibilidad del trabajo independiente, estudiaba Psicología en la UBA y me estaba yendo bien. Ya había olvidado los pesares de la ruptura vivida en 2005 y la herida por la separación de mis viejos y de la muerte de mi gata en 2006 empezaba a cicatrizar de buena manera. Entonces, con las heridas cerradas y un porvenir por lo menos interesante me dediqué a mis proyectos particulares. Pocos meses después iniciaría un ciclo de cine donde conocería a mi siguiente relación y los problemas no tardarían en regresar, pero en ese momento estaba solo y despreocupado, viviendo la vida plenamente y feliz de hacer nuevas cosas.
Ese primer disco de Peter Gabriel me trae el recuerdo de una época luminosa y alegre y es en definitiva mi disco preferido del gran músico británico post Génesis.
A partir de ahí me haría gran fan de los discos solistas de él, comprándome los discos siguientes que no eran menos geniales, sobre todo el tercero y So.
Podría afirmar que esa hermosa etapa cierra en marco del 2009 cuando lo fui a ver al estadio de Velez en uno de los mejores conciertos que vi en mi vida. Luego empezarían los pesares con la partida de mi novia a Europa y la posterior ruptura, pero esa es otra historia que ya fue contada antes.
En cambio esa época de descubrimiento fue como una primavera de "entre guerras" donde pude armarme de una rutina solitaria y productiva que coronaría con la escritura de mi segundo libro de poesía que recién presentaría al mundo en un 2011 ya diferente y cambiado.