domingo, 31 de diciembre de 2023

Temporada de birras (24)

Final en tres partes

Durante la semana previa y posterior a Navidad, Nico estuvo de maravilla viviendo su nuevo romance con Jazmín, que le llenaba los rincos más oscuros del alma. Hacía tiempo que Nico no se sentía tan renovado con una relación. Y que no vivía todas aquellas cosas que vivían los amantes noveles. Alegría, ansiedad, afecto desmedido. En Navidad Jazmín se fue a Bariloche a pasarlo con unas amigas. Durante esos días, se escribían casi constantemente, como necesitados del amor del otro. Ella le mandaba fotos de galletitas navideñas y él le ponía corazoncitos. Eran dos pavotes avainillados al máximo y lo sabían y disfrutaban sin culpa. No había peleas, no había cinismo ni relaciones neuróticas, todo era puro devenir. Male había desaparecido. Jazmín apenas volvió de su viaje fue a su casa a dormir y se pusieron a tocar la guitarra. Luego Nico hizo unos fideitos, hicieron el amor y durmieron plácidamente. Al día siguiente, llovió y bajó la temperatura. Nico le regaló un buzo y la acompañó a tomarse el colectivo. Estaba todo bien, eran felices pero ¿las cosas pretendían seguir así? A dos días del fin de año Male lo llamó. Ese día él se mudaba pero una poderosa tormenta atrasó los planes para el 31. Nico le dijo que era su última noche ahí ya que al haberse quedado sin trabajo debería volver a la casa materna. Male le dijo que lo quería ver. Nico no pudo decirle que no. Male llegó y fueron al kiosco a comprar forros. Una vez en la casa cogieron mecánicamente y por un momento se sintieron compenetrados nuevamente. Había algo en Male que parecía inextinguible respecto algo que los unía. A la mañana siguiente llegó el camión de mudanza y al bajarles a abrir, Male se alejó no sn antes besarlo fuertemente. Parecía que de eso se trataba la novela El largo adiós, una historia de amor que terminó y en donde los amantes no terminan de despedirse nunca. Nico volvió a sus asuntos al tratar de dirigir a los changarines que pocas ganas tenían de laburar un 31 de diciembre. A uno se le cayó la cpu a la que se le rompió el reproductor de cd´s. Chau los seiscientos cincuenta cd´s, que la fuerza los acompañe. Cuando todo estuvo embalado, Nico tomó su bici y encaró a la vieja casa materna de Almagro. Su madre ya se había ido el día anterior a Mar del plata para pasar año nuevo con su hermana. Nico se instaló otra vez ahí, donde después de seis años de la "Odisea Male" volvía un poco con el rabo entre las patas. Pero no tenía tiempo de sentir verguenza, aún no. Todavía le quedaba un changuí del verano con aquella casa solo para él. Esa noche Jazmín pasaba año nuevo con sus padres, Male le dijo algo así como que lo pasaba con una amiga, y Nico tenía una invitación para pasarlo en la casa del novio de su amiga La Rula. El Colo se preparó nomás para una noche con grandes expectativas, nunca se sabe que le podía deparar el futuro. La vida es una fábrica de chocolates ¿no? Nico llevó un pionono (marca registrada) que casi nadie probó, pero que fue un éxito para él mismo. Esa noche hubo baile, fiesta, rock, porro y cerveza a mansalva. A las doce fueron a brindar y ver los fuegos artificiales a la terraza de aquella casona de Colegiales. Mientras bebía su champagne pensó en sus chicas. Le mandó un saludo a Jazmín que se lo correspondió amigablemente. Luego a Male que tardó en responder y cuando lo hizo fuecon una voz de ultratumba. Nico dijo ok, que la fuerza te acompañe querida ex novia. Y miró al cielo y las estrellas, confiado en que aquel 2020 encontraría finalmente el éxito tanto tiempo postergado. 

El 2 de enero, escuchó la canción clásica del flaco que habla de ese día. A la tarde se juntó con Jazmín para andar en bici y luego de chapar en el pasto del parque centenario hasta el anochecer, se fueron a la casa de Nico. Jazmín parecía cada día más enamorada de Nicolás, lo notaba por las lágrimas que vertía y su mirada al hacer el amor. Nico también se estaba enamorando, pero bastaba que pensara en eso para que el destino lo volviera a poner contra las cuerdas. En medio de aquella noche en que veían que cocinarse, Male llamó a Nico, poniéndolo en una situación incómoda. Ella lo llamó en modo Male, pasada de rosca. Nico no estaba para eso y un poco la descartó ahí nomás. Pero todo eso lo dejaba intranquilo. Jazmín, que era de esas mujeres intuitivas, le preguntó quién era y él, para no guardar secretos le dijo que su ex. Le dijo que andaba mal y necesitaba hablar con él. ¿Y no tiene a alguien más? Fue la ruda respuesta de Jazz... A Nico le molestó eso y le dijo que no, sólo lo tiene a él. Hubo un momento de incomodidad que finalmente pudieron sortear. Después de que Jazmín se fué a su casa el día siguiente, Nico sintiéndose culpable llamó a Male para preguntarle como estaba. Male le enrostró su sentimiento de culpa. Nico aceptó la observación y le dijo que podía repararlo. Male le pidió que fuera a la casa y le ayudara a preparar sus cosas ya que estaba a punto de la gran mudanza que la depositaría de una vez y por todas fuera de su alcance. Nico lo dudó, porque eso sabía a donde llevaba y la verdad no le hacía bien andar jugando a dos puntas. Era divertido verse con dos chicas hasta que empezaban los nervios y la ansiedad, más la culpa de engañarlas a ambas. Pero Nico no podía evitar sentirse muy bien teniendo algo así como "dos novias", le hacía sentirse amado y deseado, algo irresistible. Además, sabía que eran los últimos días de Male en CABA y que ahora sí, habían llegado a la despedida final. Nico sentía la necesidad de terminar bien esos seis años de relación más intensa que había tenido en su vida. Cuando llegó a la casa de Male, muchas cosas estaban mal embaladas y era todo bastante caótico. Nico, un poco más disciplinado y organizado se puso a poner las cosas en orden, embalar espejos y demás cosas sensibles. Dentro de pocos días, de todos modos, llegaría el padre de Male para ayudarla con la mudanza y apartarla para siempre de Baires y Nicolás... No les quedaba mucho tiempo. Esa tarde se pusieron a tratar de organizar todo y dejar las cosas mas o menos en orden. Luego ella fué a su cama y se levantó la pollera sin bombacha para que Nicolás la poseyera ahí nomás. Se pusieron a coger fuerte y a él se le quedó el forro dentro de ella. Casi como si fuera la frutilla del postre de toda su relación. Embarazos no buscados no tan no buscados. Salieron rápidamente a compar la pastilla del día después a una farmacia. Luego, ya vueltos al depto, Nico comenzó a mensajes de Jazz, que le preguntaba en que andaba. Nico se puso absurdamente nervioso y trató de dilatar la contestación pero Jazmín estaba insistente. Casi como si sospechara algo. Nico le dijo que estaba intentando dormir la siesta. Male le clavaba los ojos y le preguntaba que con quién se escribía. Nico escurrió el bulto de que se escribía con Fede, su viejo amigo de la primaria. Niguna creyó las mentiras mal armadas de Nicolás que comenzaba a entender lo difícil de mantener un engaño de ese tipo. Nico dejó de contestar el celu y se abocó a estar con Male. Pasaron la noche juntos y el día siguiente también. Se fueron a comer al barrio chino y Male, fingiendo demencia, le decía que algún día se lo llevaría a recorrer el mundo con ella. La fantasía de la pareja de eternos enamorados seguía latente, en la cabeza de los dos. Compraron algunas tonterías, unas latas de jugos raros, un sombrero de paja chino, y comieron en un restaurante como último almuerzo. Después se fueron a la casa de él y pasaron la última (accidentada) noche juntos. Se pelearon por qué es lo que iban a ver (para recordar viejas épocas) y ella le dijo a Nicolás que se calmara, que era su últma noche juntos. Nico se rescató e hicieron el amor por última vez. Al día siguiente, se fueron caminando hasta la casa de ella y en la puerta del edificio se despidieron a llanto pelado. Nunca más se volverían a ver...

En los días siguientes Nico intentó olvidar "el asunto Male", trató de abocarse a Jazmín pero pronto se dió cuenta que nada era tan fácil. Como si Jazmín se hubiese enterado de todo, en esos días que Nico anduvo medio desconectado, las sospechas parecían recaer sobre él. Jazmín estaba más distante y desconfiada. Nico trató de convencerla para verse más seguido pero ella anteponía de trabajo (Maestra mayor de obras) ante las ahora ridículas necesidades afectivas de él. Pero le dió una oportunidad: irse un finde a una cabaña en Tigre. A Nico le gustaba la idea, pero luego de ver algunos precios se lo pensó mejor y le dijo que no quería incurrir en grandes gastos estando sin laburo. Además, los fines de semana veía a su hijo y eso no lo iba a cambiar. Para finiquitar el malestar, Nico tenía programado irse con su retoño a Mardel donde su tía y madre los esperaban. Y encima, antes de irse, Nico se fue a un recital en el Konex de homenaje al flaco y le dijo a Jazz pocos días antes de ir. Jazzy se enfadó o al menos se mostró contrariada con él porque sentía que no la incluía en ningún plan. A Nico le costaba ver esto porque venía de un tipo de relación distinta y porque además sentía que era demasiado pronto para que se contrariara así. Pero lo que no sabía Nico es que nunca es muy temprano para nada. Él se había agarrado de la idea de que a ella mucho no le gustaba la música de Luis, entonces no tenía sentido llevarla. Pero le dijo que fuera si quería, que la entrada estaba tanto. Ella no le respondió, esperando tal vez una invitación de su parte. Nico lo pensó pero nuevamente le pareció que no estaba para grandes gastos. No se vieron en esos días antes de irse a La Feliz, y Nico sentía que la relación se enfriaba pero tenía la cabeza en otro lado. Cuando llegaron a Mardel, Nico estaba feliz de haber vuelto a su segundo hogar. En la primera mañana que estuvo ahí le escribió a Male para decirle que había llegado, que si quería verlo. Pero Male le dijo que no, que disfrutara sus vacaciones con su hijo y eso es todo. Male terminó teniendo el último acto de dignidad en la relación y Nico tuvo que aprender la lección. Después se dedicó a disfrutar de sus vacaciones y pasarla bien. De hecho la pasó tan bien que excepto por dos o tres ocasiones, casi no se escribió con Jazz. Al volver a Buenos Aires en el tren le dijo que ya estaba de regreso, que si quería verlo. Pero Jazz le dijo que no, que casi no se habían hablado en sus vacaciones y que sentía que algo se había apagado. Nico se excusó de mil maneras e intentó que lo perdonara, que le diera otra oportunindad. Ella le dijo que se venía sintiendo así desde antes de que él se fuera de viaje. Nico le dijo que para el problema era que habían empezado muy arriba en intensidad y que después bajó porque todo lo que sube, tiene que bajar. Pero que no era por falta de interés en ella. Al final, lo aceptó de vuelta, pero esas semanas siguientes ya no fueron lo mismo. Cada vez que Nico se iba de boca y criticaba la forma de tocar la guitarra de ella, o de alguna canción de la Bertoldi, Jazz parecía anotar en una libretita invisible "un punto menos". Nico apenas se dió cuenta en el momento, pero cuando una vez él le dijo de verse y ella le dijo que no podía porque salía con sus primas, la cosa se puso peor. Y peor aún fué cuando él, insistente le contesto Ok, bueno, ¿y mañana?... Jazmín ya no le contesto más los mensajes. Nico aceptó en el momento que le acababan de cortar de una manera informal o poco tradicional que después se enteraría que se llama Ghosteo (del inglés Ghost= fantasma, o sea Fantasmear) ir desapareciendo de a poco sin dar ninguna explicación. Nico se sintió dolido ante su primer ghosting, le pareció algo sin códigos, muy de estos tiempos. Pero casi no tuvo tiempo para pensar más en eso; a las pocas semanas explotó la pandemia de Covid y comenzó una vida nueva para todos. En ese período, intentó hablarle a Jazz, cuando a finales del 2020 se había levantado la cuarentea, pero le contestó seca y cortante. No le dió cabida. Lo intentó una vez más y otra vez lo mismo. Nico se hartó y la eliminó de su Instagram, cosa que ella nunca había hecho por alguna extraña razón. Con Male la cosa fue diferente. Después de ese contacto donde ella le dijo que prefería no verlo, ella lo llamó en plena pandemia. Lloraron por teléfono, se dijeron que se amaban, él juró ir a su casa a buscarla. Pero ante los casos de desaparición de personas en cuarentena, Nico se quedó en el molde. Ella le hacía video llamadas y a veces hablaban bien y otras no tanto. Había días en que ella volvía a decirle que volvieran a estar juntos, hacían planes con él y se sentía de maravilla. Otras, Male estaba más pesimista, le decía que lo de ellos ya había sido. Le reconoció que le cortó el chorro cuando él fué allá porque sentía que se iban a ver, coger, y luego él se volvería a Bs As y entonces ¿que? Ella seguiría allí, sola... Hablaron algunos meses más hasta que ella le dijo que basta. Que se buscara otra, que ya había sido todo. Que ella haría lo mismo. Durante seis meses no hubo novedades hasta que usando un Facebook random que Nico se preparó para vender libros por su cuenta, ella le apareció. Se volvieron a contactar y hablaron esa noche. Pero después, al día siguiente, cuando él le volvió a escribir, ella le dijo que no podía hablar. Que estaba saliendo con alguien. Nico sintió el aguijonazo más fuerte en toda la relación porque finalmente sus peros miedos se habían hecho realidad, Male estaba con otro. Nico la bloqueó y no quiso saber más nada. Pero a lo largo del 2021, Nico seguiría recibiendo llamadas esporádicas de Male. A veces bien, a veces mal. A mediados del 2022 recibió un último llamado donde ella le pedía que la embarace pero que sólo fuera eso, un donante de esperma. Nico ya no supo que sentir. Pero boludeado era una de las palabras. Definitivamente Male no estaba en sus cabales, al menos no en ese momento que sonaba un poco copeteada. Nico le contestó, Ok, lo voy a pensar, y le cortó. A finales de ese año, Nico fué victima de una estafa telefónica y tuvo que cambiar su número de celular que tenía desde el 2006. Esto le suscitó un cambio de agenda y contactos, donde Male pasó a la historia. Nico nunca supo si Male se volvió a contactar con él, pero tampoco le interesó saberlo. Después de cuatro años de separarse y diez de haberse conocido, Nico pudo finalmente dar vuelta a esa página agridulce de su vida. Se había terminado la extensa temporada de birras... 

Fin. 

sábado, 30 de diciembre de 2023

Temporada de birras (23)

Algunas mañanas Male acompañaba algunas cuadras hasta su trabajo, compraban facturas y vivían los últimos minutos de felicidad. Pero nuevamente, como antes en el 2015 y en el 2018, las cosas se habían vuelto a pudrir. Y esta vez, a un ritmo acelerado. Ambos comenzaron a dirigirse precipitadamente hacia el final de todo el asunto. Se había extendido mucho más de lo necesario y ambos necesitan poner un corte abrupto y final. La excusa podía ser cualquier tontería, no importaba, Male y Nico estaban determinados a finiquitar esa tuca final. 

Para el día del padre, Male se fue unos días a donde su progenitor y Nico se quedó en su casa, cuidándole a la gata. Luego, cuando Male volvió, Nico fué a buscarla a Retiro una fría noche de invierno. En el taxo de vuelta, Male se mostraba seria y contrariada. Dijo que se peleó con una pasajero por una tontería y que ella le contestó con una violencia inusitada. Nico percibió cierto reclamo en la anécdota, como si de alguna manera le estuviera echando la culpa de haberse vuelto una cascarrabias. Nico intentó minimizar el asunto y trató de entender las razones pero no las había. Male cambió de tema y sugirió comprar comida hecha y un vino. Había traído regalos para su hijo y algunas cosas más. Tomaron una botella y él quedó medio planchado. Ella le exigió una sesión de sexo duro pero él, con todo ese alcohol y cansancio acumulado, poco pudo hacer. Ella lo acusó de estar engañándola, de estar acostándose con otra. A Nico este reclamo le pareció absurdo, sobre todo teniendo en cuenta que era ella quien se la pasaba mensajeándose con tipos que Nicolás nunca sabía quienes eran. Se durmieron pero este pensamiento le hizo dormir intranquilo. Cuando a la mañana despertaron y comenzaron a desayunar, ella le preguntó una cosa y él le conmtestó de mala manera, por ese enojo que acumulaba de la noche anterior. La realidad es que ya no se la bancaba más, ni sus problemas psicológicos ni su actitud manipuladora de acusarlo de celoso cuando no paraba de darle motivos. Para ella hablar con otros no era un engaño, para Nico sí. Esa mala contestación desató la furia de Male de una manera por demás desmedida. Le dijo de todo y lo echó de la casa, que era el fin, que se había terminado todo. Casi como si hubiese estado esperando la primera oportunidad para cortarle abruptamente, por más absurdo que fuera el motivo. Como siempre en estos casos, uno tiende a ver sólo el error del otro, pero nunca el propio. Nicolás, muy serio, le dijo que estaba de acuerdo y sacó los regalos en la cama, dejandolos de forma abrupta y enojada al pié de la misma. Mientras, Male lloraba a moco tendido, diciéndole de todo. Nico se fué a trabajar esa mañana en las peores condiciones. Pocas horas después la llamó tratando de arreglar las cosas pero no había caso, ella estaba entre triste y enojada. La mala contestación era claro que había sido una excusa para mandar todo al diablo. En realidad ella estaba cansada de la relación, como él. Hablaron algunos días después pero era cada vez peor. Ella volviendo a llamarlo en estado de ebriedad y desasosiego. Le recriminaba que cuando él la había llamado todo destruído en el 15, ella había vuelto a él. Y ahora, él no respondía de la misma manera. Nicolás no quería ni acercarse a la casa de Male porque sabía que era como entrar en la cueva de la Gorgona. Nada bueno podía salir de todo eso. 

El psicólogo de Nicolás, le había dicho antes estas revelaciones que no se quedara cruzado de brazos y que lo llamara al padre de Male para que la cuiden. Para el psico de Nico, Male corría peligro de suicidarse y le dijo que desde su parte hiciera aquello que le decía. Nico se asustó ante esto y llamó al padre de Male para decirle que su hija estaba muy mal, que la cuidaran, etc. Tal cual le había dicho su psico, pero el padre de Male había terminado por demostrarle de una vez por todas el desdén que sentía hacia Nicolás. Le dijo que ya sabía todo y lo responsabilizaba en parte por todo aquello. Le dijo que no iba a permitir que le revoleara cosas a su hija. Ante esto, Nicolás se defendió diciendo que eso no había sido así, que él no le había revoleado nada a su hija. Pero el padre de Male no quiso saber nada de excusas o de que Nicolás sugiriera que su hija estaba mintiendo. Luego cortaron. Nicolás se sintió un imbécil por haberle hecho caso a su psicólogo ya que sabía que de nada iba a servir y simplemente lo iba a poner en una delicada situación de confrontación con el padre de Male. 

En la cena de cumpleaños de Nico, mientras comía con su familia en un restaurante, Male le mandó un mensaje diciéndole lo mucho que lo quería. Al mes siguiente, mientras Nico volvía del cine a su casa, recibió un llamado de ella. Él, con la guardia más baja, le dijo que la extarñaba y que le gustaría verla. Ella se sorprendió y le dijo que le encantaría, pero que tenía que confesarle que había estado "con alguien". Nico se quedó duro ante esta revelación, como si cierta confianza hubiera sido traicionada. Aunque Male estaba siendo honesta por primera vez, Nico en ese momento no pudo lidiar con aquella confesión de parte y le dijo: "ah bueno, dejá mejor no" y le cortó el teléfono. 

Un mes y algo después, mientras Nico se encontraba trabajando en la librería, uno de sus compañeros lo llamó y le dijo que una chica con aspecto extraño lo buscaba. Male estaba en el hall de entrada esperándolo, con una capucha puesta y una cara demacrada de post llanto. Nico conocía bien ese rostro de tristeza crónica, a él no le espantaba como a sus compañeros. Algo conocía del dolor eterno de esa chica que quería amar pero no podía hacerlo de forma sana. Nico la llevó afuera y ella se mostró contenta de verlo después de varios meses. Cruzaron pocas palabras y ella antes de irse le estampó un beso en la boca. Luego se fué contenta, como si sólo hubiera ido para hacer eso. Nico quedó desorientado y pensó que luego lo llamaría para verse pero no fué así. Cuando volvió a entrar en la librería, el compañero ese que le había avisado se burló del aspecto demacrado de su ex novia. A Nico nole causó ni puta gracia pero dejó el asunto ahí nomás. De hecho, este Luisito, era un compa nuevo que desde que había entrado se la pasaba buscdándole pelea a Nicolás quien sospechaba que se lo hacía a propósito. El tal Luisito era un conocido del encargado que ya no se bancaba la inestabilidad emocional de Nicolás que todos estos asuntos personales le estaban ocasionando en los últimos dos años. Nico había sido uno de los libreros inaugurales de la librería del siglo veinte, pero de aquel grupo sólo quedaban el encargado, el subencargado y Nicolás. El resto habían sido despedidos o habían renunciado. Durante todo aquel 2019 Nico se sintió un poco fantasma en la librería. Como ajeno a todo, pero muy sensible a las provocaciones. Aquel compañero nuevo, bravucón y patoteril, no perdía oportunidad de amenazaro con la mirada o directamente. Un domingo de aquellos en que ninguno tenía ganas de estar, Luisito volvió a increparlo con la mirada, de la nada. Nicolás se soltó de la cadena y le preguntó que pasaba, el otro, que esperaba este tipo de contestación aprovechó para luego ir a contarle al encargado que Nicolás lo había patoteado. Nicolás evitó desde ese día mirar o siquiera hablarse con Luisito. Lo evitaba como a la paeste, y el otro, cuanto más lo ignoraba Nicolás más se enfurecía en su interior. Finalmente, em noviembre todo terminó de estallar por los aires y más allá de la buena noticia de que se terminaba el primer gobierno macrista, todos había quedado con los cables pelados. Luisito no paraba de mirar fijo a Nicolás cada vez que psaba cerca. Nicolás le preguntó porqué lo miraba así, y el otro (que tenía serios problemas de adicción a la cocaína) se le fué al humo y le dijo que si perdía ese trabajo por su culpa le iba a romper las bolas. Nicolás, apenás contestó pero Luisito ya había perdido el control y seguía patoteándolo. Nico le dijo al encargado que Luis estaba re agresivo, pero éste en vez de parar la pelea le dijo que Luis decía lo mismo de él y siguió de largo. Nicolás intuyó que ahí había algo raro. Lusito siguió patoteando y Nicolás le dijo que se calmara, que fueran a hablar afuera. El encargado dijo que eso era buscar más pelea pero Nicolás sólo quería que charlaran las cosas sin hacerlo adelante de los clientes. Al final, los gritos de Luisito eran tan altos que El encargado amenazó con despedirlos a ambos e hizo una "llamada telefónica" al de recursos humanos delante de ellos. Nicolás no podía más y escapó de la librería algunos minutos antes de que dieran las seis. No sin antes hacer algo que no podía evitar... al pasar por al lado de Luisito le devolvió la amenaza de que lo iba a cagar a trompadas si se quedaba sin trabajo. Luisito saltó y lo persiguió hasta la calle buscándolo para pelear. Nicolás se detuvo a pocos metros y lo pensó pero decidió seguir de largo. Nada de eso tenía pinta de que fuera a terminar bien.

A las dos semanas, las consecuencias no se hicieron esperar. El día de su medio franco, Nico esperaba hasta las catorce horas para salir a por su franco y medio. Pero cuando al mediodía llegó el encargado, este lo hizo acompañado del tipo de recursos humanos. A los pocos minutos lo llamaron a Nicolás y lo invitaron a sentarse en unos sillones al fondo de la librería. Le contaron de su desvinculación. Pero un día antes de que esto pasara, Male (ese pequeño ángel negro), había vuelto pasarse por la librería a saludar a Nicolás. Esta vez lo había hecho más cerca de su horario de salida y Nico le dijo que ya salía. Fueron a tomar algo a la esquina de la librería. Ella pidió cerveza y le pidió a él que la pague porque se había olvidado la billetera. La misma y vieja Male de siempre. Nico se fastidió con esto pero luego se relajó. Charlaron y él le contó que en su laburo estaba todo mal y que temía que lo rajaran. Ella le dijo que estaba un poco mejor y que había decidido volver a vivir a su ciudad natal. E´estivo de acuerdo, le parecía lo mejor para los dos. Le contó que había ido a una vidente el día anterior que le había dicho un montón de cosas y que Nico estaba roto, que parecía un viudo. Male minimizó el tema de la bruja, o no quizo saber mucho al respecto. Por suerte (o no) para ella, Nicolás no le había pasado sus coordenadas y había quedado afuera del análisis de la notable numeróloga. La misma que le dijo que le "clavara" determinados números cuando viera al compañero hostil de su trabajo, el tal Luisito. Male lo invitó a la casa y cogieron, como siempre con muchas ganas y con felicidad. Pero esta vez, ninguno de los dos se juró amor eterno ni pensaron en volver. Sólo cogieron, pasaron la noche juntos y luego a seguir con sus vidas. Cuando a la mañana, Nicolás fue a trabajar, no sabía que ese mediodía lo despedirían del trabajo. Asi que no tuvo muchas oportunidades de chantarle los números al mal llevado de Luisito. Claro que cuando se lo comunicaron, él preguntó por el motivo (como siempre). Preguntó si era por el asunto de Luisito pero lo negaron enfáticamente. Dijeron que había una reducción de personal necesaria. Aunque el encargado se había "encargado" de llamar por teléfono al de recursos humanos frente a ellos dos semanas antes. Nico sintió que era injusto que lo rajaran sólo a él pero no discutió. Siempre dijo que sobre decisión tomada, mejor irse con la frente bien alta. Se llevó una bolsa con libros que tenía preparada para un caso así y se fue despidiendose de algunos, y de otros claro que no. Cuando salió a la calle, en esa primavera increíble que ya hacía, le contó a Male sobre esto. Male fue en esos días a su casa a visitarlo una vez más. Pero otra vez se mostraba escurridiza y al día siguiente de pasar juntos la noche se iba para volver a no estar presente. Esta vez, el despido de Nico no le había sacado un gran peso de encima ni había logrado que se uniera más con Male como en 2016. Esta vez parecía el final de una etapa y no había forma de que se repitiera la historia. A las pocas semanas, cuando Nico vio que Male no volvería por él, que era claro que ella estaba en una o simplemente evitando reengancharse, él tomó el toro por las hastas y salió en busca de alguien más. Se instaló una app de citas y luego de algunos intentos fallidos hizo match con una arquitecta, una chica guitarrista llamada Jazmín. Pegaron la mejor onda y en poco tiempo conciliaron una cita diurna en el predio de Agronomía. Cuando se encontraron Nico se percató que no iba a aquel lugar desde que estaba en sexto grado de la primaria. Por otra parte Jazmín era hermosa y super copada. Tomaron mate toda la tarde y luego comenzaron a extender la cita. Al atardecer, se fueron a tomar un café a un barsito aledaño y por la noche, terminaron yendo a un bar cercano a la casa de ella a por unas cervezas. Finalmente terminaron en la casa de ella haciendo lo que tenían que hacer. Este nuevo romance había levantado el espíritu de Nico que sentía que todo volvía a renacer con un nuevo amor. Sin embargo, justamente, en el amor, nadie se da por vencido ni aún vencido...

jueves, 28 de diciembre de 2023

Temporada de birras (22)

Para diciembre, Nicolás cometió el error (si es que puede llamarselo así) de mandarle un  audio con saludo de cumpleaños a su ex. Un saludo compartido con su hijo a la que fuera su novia de tantos años hasta hacía muy poco. Habían pasado poco más de dos meses. La respuesta de ella fué alegre y hasta amigable. Nico se olvidó del asunto y volvió a su rutina cuando pocos días después ella lo llamó mientras estaba en el trabajo para decirle que lo extrañaba. Nuevamente, Nico volvió corriendo a los brazos de su eterna Yoko Ono. No había caso, nada podía impedir que volviera a ella si era requerido. Nico sabía que esa relación no le hacía bien, que era posible que siguiera sufriendo eternamente, pero imposible razonar. A las pocas horas ya estaba en la casa de ella haciendole el delicioso y jurándose amor eterno en medio de las llamas de la pasión inextinguible entre ambos. Volvieron como quien vuelve porque cayó en la tentación, como el alcóholico recae en la bebida o el adicto a la heroína. Su relación era adictiva, el regreso de ambos era innecesario, pero en medio de su soledad (ninguno parecía muy consagrado a buscarse un nuevo amor), ellos era el roto para el descosido, el muerto para el degollado y una suma que no llegaba a uno...

Pasaron las fiestas separados, porque ya no sabía como decirle a sus familias que habían vuelto. Nico nunca sintió que fuera un problema para su familia, aunque el tiempo le dmostraría lo contrario. Pero Male tenía el tema de que el padre no lo quería a Nicolás y no había forma de contrarestar aquello. Para Navidad del 2018, Male se fué a pasar las fiestas con sus padres y Nico se quedó con su familia. En un llamado particularmente angustiante para Nicolás, se encontraba hablando con Male a la distancia. Nico no sabía por qué pero se sentía triste y aungustiado sin saber bien la razón. Ella le preguntó su le pasaba algo, pero el hecho de estar sólo en su casa, hablando con su eterno amor fallido le hacían preguntarse en el fondo si no habría cometido una equivocación volviendo con su ex. Porque ya no era la chica con la que había cortado en 2015, ahora sentía que era su ex. Que la última separación, después de estar tres años ininterrumpidos y conviviendo dos, había demostrado que en realidad ella ya no lo elegía. Sentía que lo llamaba para tapar el vacío de la soledad y como "mejor malo que bueno por conocer..." En realidad, Male seguía con una cuadro fuerte de depresión, si incapacidad para hacer nuevos vínculos hablaban de lo rota que estaba por dentro y Nicolás lo sabía, pero negaba todo eso que intuía porque no quería afrontar su soledad y la realidad de que no estaba capacitado para tener una pareja. Al menos no hasta que pudiera controlar su instinto de posesividad asfixiante. 

Esos días Nicolás le dijo que se quería ir de vacaciones y le sugirió ir juntos. Male ya no trabajaba más en librerías, había aceptado un trabajo administrativo para la empresa de su madre que le permitía quedarse en su casa y evitar lidiar con el mundo. Male aceptó, pero cuando Nico sugirió ir a lo de su hermana, ella no pudo evitar dar un resoplido por ir siempre al mismo lugar. Nico creía que era el lugar más idóneo porque era hermoso y el encantaba, porque no tendría que pagar hotel y porque estaría su hermana y no recaería sólo en él cuidar a Male. Al final, el viaje comenzó un poco accidentado porque en ese momento había en la zona una epidemia de Antavirus. Ambos temían tener la mala fortuna de ser víctimas de las heces de un roedor. Cuando llegaron a las cabañas no encontraron a nadie y todo estaba mucho más construído que tres años atrás. Se quedaron en la cama ecuchando Mañana por la noche en modo loop porque era el único tema que se le había descargado a Nico en el spotify. Hicieron bromas con la letra y comenzaron a abrazarse ante el inminente frío de la noche que asomaba. Al rato volvió su hermana con su familia. Todos estaban más grandes, había pasado mucho desde la última vez que se habían visto. Al lado de su cabaña, pegado, había otra exactamente igual que hospedaba a una chica por la que Nico sentía ganas de compartir su cama. (Incluyéndola a Male por supuesto). Había otra familia invitada en casa de la hermana y todo fue muy familiar. Pero en una de esas escapadas al lago, cuando Male y Nico salieron a remar, él notó que ella no hacía esfuerzo y todo dependía de él. Casi como si fuera una ironía o metáfora del destino. Nico se enojó con Male y le dijo de todo, mientras ella callaba. Cuando volvieron Nico seguía enojado y Lolo, la pareja de la hermana de Male se rió diciendo que pro qué se desconocían así. Para ellos les resultaba gracioso las absurdas peleas de aquellos porteños nueróticos, para Male era más de lo mismo y para Nico era el inicio de una nueva etapa de enojos sin saber por qué. En el fondo sabían que esa vuelta inneceasaria estaba condenada al fracaso en corto plazo. Nicolás no creía esa idea de Male de que vivir por separado era mejor. Para él si una pareja tendía a fortalecerse era viviendo juntos y no por separado. Pero había incapacidades mutuas que impedían el gran compromiso. Nicolás volvió a levantar temperatura como la última vez que había ido y lo primero que pensó era que tenía Antavirus. Todos se asustaron ante esta perspectiva excepto Male que sabía que nada le pasaría. Les prestaron una laptop e intetaron mirar Aguas peligrosas, película favorita de la infancia de Nico acerca de un grupo de chicos de ciudad que salen a acampar y todo termina mal. Pero no tenían buena señal y al final no la vieron. Al día siguiente, con Nico ya recuperado salieron a caminar por el bosque y él le contó la película. Male le reconocería que le encantó que le contara la película más que verla en sí. Esas eran las cosas que cuando estaban bien compartían y les hacían sentir amor el uno por el otro. Luego se quedaron leyendo junto a un arroyo del bosque, él a Kobo Abe y ella la novela gótica Jane Eyre. Nico volvía a sentir que eso tan simple era lo que le hacía feliz, y en el fondo no dejaba de fantasear con quedarse con ella a vivir ahí e intentar vivir una vida más simple y rústica. Algo que los conectara con la naturaleza y los hiciera madurar. Después caminaron hasta donde nace el río azul y se sacaron fotos entre el imponente dique natural. Ese atardecer, cuando estaban por volver a la cabaña, Nico miró por última vez ese lugar y presintió que nunca más volvería.

Cuando volvieron a Buenos Aires pasó lo mismo de siempre que volvían de un lugar idílico de relax; comenzaron las peleas. Ella nuevamente a escribirse con hombres fantasma, él atacado de celos y enojo insoportable. Todo a las pocas semanas de haber vuelto. Y una fue en una parrilla cerca de la casa de él donde ella no paraba de tomar vino, y cuando ya había comido ella se pedía otro. Nico quería irse y le insistió pero ella se puso agresiva y comenzó a decirle que quería estar con otros hombres, etc, etc. Nico tuve el feo recuerdo de Mariela diciéndole algo parecido en el ya lejano 2013. Motivo por el cual, Nico había escapado del aguijón de Mariela a los brazos de Male. Para comprobar, casi seis años después que esos brazos también tenían agujas venenosas. En un acto inédito de autovaloración, Nico se levantó y la dejó allí, insultando en el aire. Male lo llamó por teléfono pero el cortó y apagó el celu mientras paraba un taxi para irse a su casa. Por su parte era asunto finiquitado. Al día siguiente ella lo volvió a llamar y le preguntó por qué estaba enojado. Nico le reocrdó toda la zarta de estupideces que le había volcado ella por el mero hecho de intentar que parara de beber. Pero, como en muchas otras ocasiones, decía no recordar nada. Después la perdonó pero en los cuatro meses siguientes todo fue en caída libre y mucho más rápido que el año anterior. Nico continuó escribiendo la novela sobre ciencia ficción y feminismo que había empezado en el día del amigo del año anterior, cuando aún vivían juntos. Se hartó de toda la situación y en el trabajo la cosa no estaba mucho mejor. Un nuevo compañero con problemas de adicción a la cocaína, estaba meta provocar a Nicolás, como si fuera algo orquestado. Todo el asunto de Male lo tenía a mal traer desde el año anterior, pero ahora se había intensificado sobre todo con la llegada de aquel loco violento que parecía querer cagarlo a trompadas apenas cruzaban dos o tres palabras contrariados. En medio de aquella crisis, fueron con su hijo y Male a ver Dumbo al cine para descubrir que la vieja Male había vuelto con todo a lo autodestructivo. Al cuarto de película dijo que se iba al baño y no volvió hasta una hora después, tambaleándose con dos latas de cerveza. Se fue a sentar a otra parte del cine mientras Nicolás la miraba con odio. Para él eso ya era el acabóse. Cuando salieron del cine Nico la despidió mientras ella miraba perdida en la nada la situación. El hijo de Nico serio parecía entender todo más que nadie. Se vovlieron a su casa en taxi mientras veía como Male se encaminaba hacia su edificio dando traspiés en la calle. Nico quería terminar tod cuanto antes pero no se animaba a dejarla. No se animaba a dejar a nadie, nunca. Aunque supiera que eso era lo que tenía que hacerse. Él prefería el modo cobarde, hacer algo que enojara al otro para que lo dejen a él y no cargar con la ruptura. Una verdadera tontería que más tarde comprendería que era fatal...

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Temporada de birras (21)

Como ya había sucedido antes, cuando el padre de Male aparecía en Buenos Aires de visita, Nicolás quedaba relegado a un segundo plano. Aunque muchas veces Male se peleaba con el padre porque le parecía un interesado que usaba la casa de ella como aguantadero para poder verse él con sus amigos de la secundaria. O porque le parecía un viejo hucha, una rata que nunca le compraba nada diciéndole "pedile a tu mamá", cosa que a ella le parecía injusto. Además de que lo veía como un eterno adolescente que todavía fumaba porro y escuchaba rock progresivo y... leía ciencia ficción. En esto último Nicolás congeniaba bien con el viejo de Male, y cuando se cabreaba con su padre siempre trataba de poner paños fríos y tratar de relativizar sus quejas. Nicolás no quería que hubiera mal rollo y menos ahora que vivían juntos. Pero si un día Nicolás criticaba algo del padre, Male saltaba a defenderlo. Era claro que para Nico lo que ella quería era un padre presente, gauchito, que le enseñara cosas. Lo mismo que a Nicolás le había pasado con su propio padre hasta que un día se cansó del egoísmo de este y dejó de interesarse en él. Para Nicolás su padre era un cretino que sólo le interesaba recuperar la juventud que el nacimiento de sus dos hijos le impidió disfrutar. Vivir solo, tener sus novias y no hacerse cargo de todo el tendal de destrucción familiar que dejó atrás al separarse de una forma traumática de su madre. Nicolás, para la foto, lo perdonó, pero en el fondo sabe que a su viejo le chupa un huevo su familia, él la quiere como se le antoja y nunca se interesa en estar presente. Nicolás dejó de quererlo como lo quería cuando era más chico, y ahora persistía un afecto nominal por el mero hecho de ser su progenitor. A Male le pasaba algo parecido pero ella sí seguía queriendo a su padre, por eso se ponía mal ante la falta de afecto, de interés o por su mera ausencia (y habilidad para rehuir de los compromisos paternales). El tipo se hacía cargo, pero no de la manera en que Male quería. Nico podía estar horas poniendo Tubular bells u otros discos de prog rock mientras Malena jugaba al ajedrez con su padre y eso estaba bien. 
El transcurrir del 2018 fue un constante cuesta abajo. Cada vez salían menos y cuando salían lo hacían con pocas ganas, tratando de evitar discutir. Para el mes de abril Male renunció a su trabajo porque ya no le daba más el cuero para seguir en un lugar donde no se la valoraba mucho. Además, su situación psicológica le impedía estar de un modo pasable para atender al público. Nico, como antes en la otra librería, la alentó a que dejara ese laburo si la hacía mal. Pero en el interior de Male se cocinaba dejar todo, absolutamente todo. Cuando fue a presentar su renuncia los Woodhunter se sorprendieron y trataron de convencerla de que se quedara. Pero ante su negativa le pidieron que al menos hiciera la feria del libro. Ella, que amaba los libros y era muy culpógena aceptó porque sí. Pero su deterioro psíquico estaba en uno de sus peores momentos. La Fería se le hizo larga y exigida, y no fueron pocas las veces que tuvo que faltar por falta de fuerzas o por decaimiento. Male estana mal medicada, abrumada por su propia adicción al alcohol y los psicofármacos. Un día que se había quedado sin medicación se brotó contra Nico que absurdamente trataba de dialogar y razonar, pero ella era otra persona. Había perdido los cabales absolutamente y tenía ganas de dinamitar todo. Lo acusó de ser el culpable de su situación, caminaron por la calle, le pidió plata, el se negó por miedo a que se comprara más cerveza, ella le dijo que no lo amaba, que se iban a separar. Todo en una situación caótica en plena semana, previo a irse a la Feria. Nico se asustó pero finalmente dejó que se fuera así. Cuando a la noche volvió a la casa Male aún no había llegado hasta que le tocaron el portero eléctrico. Era una pareja ex compañeros suyos de la librería, Luli y Gaby. Ambos detestaban a Nicolás desde lo más profundo de su ser, pero esa noche le llevaron a Male en taxi desde la Feria ya que había colapsado. Al bajar Nico vio la secuencia y se sintió horrible. Luli le dijo que, urgente le fuera a comprar los medicamentos, que la cuidara y que se tomara vacaciones. Nico la subió y la edjó en la cama y fue por su medicación. Male se fue calmando hasta quedar dormida. Su madre llegó a los pocos días y luego se la llevó unos días a la costa sin poder terminar la Feria. En el fondo Nicolás sabía que se cocía algo heavy de fondo. En los meses siguientes se acentuó la lejanía de Male para con Nicolás. Ya no había mimos nocturnos de reconciliación, ni muchas ganas de planear cosas. Durante el debate por la legalización del aborto estuvieron juntos siguiendo el caso, unidos por una historia común de los últimos cuatro años y medio. Pero cuando se cayó en el Senado, ambos volvieron a sus intereses no compartidos. En julio Male se fue a pasar el día del amigo con unos ex compañeros de ambos de Barrio Norte, pero ella no quiso que él fuera. Nico fue al taller del viernes como siempre y cuando volvió se quedó en la casa, jugando con la gata. Male no volvió hasta la madrugada y Nico no pudo pegar el ojo. Las pocas veces que ella había salido sin él, Nico sentía un malestar imposible de manejar. Miedo a que se embriagara, a que lo engañara o a que no volviera. También si había un cumpleaños Nico sentía que tenía que cuidar que Male no se pasara con la bebida para no terminar dada vuelta. Pero era imposible, si ella quería embriagarse lo haría, quisiera o no, Nicolás quien terminaba sintiéndo verguenza cuando ella hbalaba a los gritos, se tambaleaba o abrazaba cariñosamente a una amiga. Todo le traía malos recuerdos a Nicolás y sentía que ya no quería vivir eso. Cuando en agosto fue el cumpleaños de él, ella se fue a la costa a estar con sus padres y le dejó un lindo tocadiscos de regalo. Nico pasó su cumple con sus compañeros de trabajo y luego volvió bajo la llovizna caminando semi borracho a su casa. Cuando se acostó en la cama de dos plazas, miró la oscuridad y entendió que Male ya lo había dejado. 
Unas pocas semanas después, Nico le dijo a Male de ir a La Tolva, el histórico café donde muchas veces habían ido a desayunar a lo largo de su relación. Male estaba seria, inquieta, como si algo le atravesara su corazón. Nico, ni lento ni tonto, intuía por donde venía la mano y la encaró. ¿En un mes se termina el contrato de alquiler, seguimos juntos o no? Ella lo pensó muy poco y le dijo que no. Que quería volver a vivir sola. Nicolás confirmó sus sospechas que venía teniendo desde que habían vuelto desde Brasil, pero que en realidad siempre había tenido. La separación fue dura porque nunca dijeron si seguir juntos o no, pero dieron por sentado que al irse cada por su cuenta estaban eligiendo no seguir con el otro. Todo el nido de amor que habían construido dos años atrás, se desmoronaba porque no habían podido cuidarse ni respetarse. Nicolás estaba devastado pero trataba de disimularlo, autoconvenciendose que esa relación le hacía mal. En cierta medida era así, pero también la necesitaba como el día necesita la noche y viceversa. La madre de Male ayudó a Nico a entrar a un monoambiente por Paternal y Nico ayudó a Male a buscarse un dos ambientes por Palermo. En ese último mes lo único que habían compartido era armar un rompecabezas de mil piezas de Bambi que compraron para el hijo de Nico en el día del niño. Una vez terminado, había llegado la hora de que Nico dejara la casa conjunta con Male. Le dijo que se quedara con el Bambi pero ella no quiso. Él tampoco. La madre de Male llegó en esos días para que no quedara sola y ayudarla a mudarse también. Se dieron un abrazo en su antiguo depto compartido y se dejaron. 
En su nueva morada Nico armó todo como pudo, estaba cansado y la separación lo había dejado sin fuerzas. Cuando pudo terminar de acomodar sus cosas, descubrió una tuca perdidad en un cajón de su escritorio. Recuerdo de alguna noche de pelis con Male. Nico intentó por todos los medios no derrumbarse pero a la semana de mudarse le agarró una fiebre bien alta. La llamó a Male pero ésta le dijo que llamara su madre. Nico le cortó enojado, sintiéndose abandonado, descartado. No la volvió a llamar durante aquella primavera ni quiso saber nada de ella. Pero ella se mudó a cinco cuadras de donde trabajaba él y un mediodía, mientras se había ido a comprar un sánguche al Coto de la zona, vio a Male que estaba haciendo las compras con su padre. Pensó en saludarla pero al final los dejó tranquilos a ambos. Nico intentó (además de la terapia) probar alguna cosa alternativa que lo ayudara. Se contactó con un muchacho para ir a tomar ayahuasca pero al final, Nicolás se asustó. En una casona de Palermo vio como un grupo de gente de diverso rango etario entraban a convulsionar y Nicolás salió disparando leches. Había días en los que estaba bien y otros en los que no. Una vez que viajaba en taxi con su hijo, éste le dijo que extrañaba a Male y Nico diciendo que él también, trató de ocultar sus lágrimas ante su niño. Finalmente, la herida fue cerrando y Nico fue entendiendo que había sido lo mejor para los dos, porque estaban pasándola mal y ninguno merecía hacerle mal al otro. 

martes, 26 de diciembre de 2023

Temporada de birras (20)

Como siento y siento que te quiero, que te quiero tanto...

Por el verde césped andaremos, andaremos juntos.

Sin separarnos más, nunca más

Sin separarnos más, nunca más...

Quiero verte y verte todo el tiempo a mi lado 

y tenerte siempre entre mis brazos. 

Cuantas ganas tengo de encontrarte,

cuantas ganas tengo de besarte. 

Sin separarnos más, nunca más

Sin separarnos más, nunca más...

Es tan simple, tanto que no lo sabía 

Cuanto era nena, lo que amarte yo podía.

Cuantas ganas tengo de encontrarte,

cuantas ganas tengo de besarte.

Sin separarnos más, nunca más

Sin separarnos más, nunca más...

Nicolás ponía una y otra vez esta canción para dedicarsela a Male cuando estaban mal. Esta y Mambo sun, que amaba bailar en el living de su casa compartida. De a poco, el sueño del nidito de amor conjunto comenzaba a resquebrajarse en mil pequeños pedazos. Pero ambos apostaban a un último cartucho, un viaje conjunto a otro lugar que no fuera la casa de la hermana en el norte, o en el sur... La idea era irse a Brasil y gracias a que la madre de Male les pagó los pasajes, ambos pudieron cumplir su sueño de viajar al gran país Sudamericano de las extensas playas. La odisea carioca comenzó a generar entre ellos una especie de tregua a los rozes que venían en aumento desde aquel brote que Male había tenido a mitad de años. Porque ni ella había podido dejar el consumo abusivo de cerveza ni tampoco Nicolás podía controlar su mal genio. Entonces ellos se alejaban de a poco, tratando de cruzarse poco o compartiendo lo único que los unía, su amor por las películas y las series. Se terminaron de ver Juego de tronos, Stranger things y Breaking bad. Miraban películas de terror que era lo que más fascinaba a Male, pero como Nicolás no quería perder toda su esencia acometía una absurda resistencia a lo que a ella le gustaba. A veces fumaban tanta marihuana que se sentían relajados, se reían a carcajadas con películas como las de Seth Rogen en Pinapple express por ejemplo. Pero ahora tenían en vista hacer un viaje que los uniera, que sirviera como la Luna de miel que no habían podido tener el verano pasado por ser ambos nuevos en sus trabajos. Pero llegaban a finales del 2017 diferentes a lo que eran un año atrás. Más cansados el uno de otro, con más peleas encima y deterioro de la relación. Sim emabrgo trataron de ponerle toda la onda posible. Nico se puso Instagram y Spotify, modernizando su status de personaje chapado a la antigua del cual ya estaba un poco harto. Male, desencantada de su trabajo de librera ya pensaba en ponerle punto final a aquella experiencia en el año entrante. Aunque amara los libros románticos, eróticos, los dramas o el realismo mágico, Male sentía que podía seguir consumiendo todos los libros que quisiera sin la necesidad de estar cumpliendo un horario de ocho horas seis días a la semana. Nicolás no tenía escapatoria, a menos que se le diera la oportunidad de conseguir un nuevo trabajo, la experiencia de años lo enquistaba cada más en un trabajo que tampoco disfrutaba más. De hecho, a mitad de ese 2017 habían despedido a la mitad de sus compañeras de trabajo en Siglo XX, con las que había entrado cuando la librería era un mero modelo para armar. A partir de ese momento se sintió completamente aislado en su trabajo ya que los compañeros que quedaban eran un grupo de amigos que no tenían ningún interés en integrar a un tipo venido de las cadenas. Era una postura snob típica de ciertos círculos libreriles donde se consideraba mejor a aquel que había entrado al rubro por librerías independientes que a aquellos seudo legionarios de esos antros comerciales donde no existían los libreros sino los "despachantes de libros". En fin... a Nicolás, aquella actitud elitista le parecía un absurdo total y no le molestaba tanto. No se los tomaba tan en serio, pero al final Nicolás se hizo respetar en la librería, a costa de ser odiado por todos, pero respetado al fin. Lo peor era que su jornada laboral, a falta de compañeros con los que charlar, se le hacía densa y tediosa. Nicolás tenía una incapacidad fatal para cambiar de trabajo porque le daba mucha flojera tener que moverse mientras trabajaba. Era uno de sus peores puntos débiles... Pero una de las mayores picardías de ese año fue que Nicolás se dejó calentar la oreja por las quejas de Male respecto a su hermano, que siempre solía hacer comentarios desubicados. Nico acumuló este y otros enojos pasados y antes de las fiestas estalló contra su hermano en una serie de mensajes de texto donde se dijeron de todo menos lindo. Heridos en lo más profundo de su orgullo estarían un año sin verse ni hablarse en una de las peores crisis familiares que Nicolás recordara en su vida, sacando la angustiosa separación de sus padres en 2006.  

Para pasar año nuevo fueron a la costa como siempre, a casa de la madre de Male, que en esos últimos años se había comportado como una madre para los dos. Porque Male y Nico eran como "hermanovios", para todo el mundo. De hecho uno de los mayores fetiches de Male, que cuando por las noches sentía que Nico estaba enojado con ella, le tomaba la mano tímidamente en la oscuridad. Esa era la señal de que quería que Nicolás le diera amor conyugal y también, por que no, fraternal. Male siempre le hacía lo grotescamente celoso que era Nicolás, pero ella era celosa de un modo mucho más sutil. Porque Male quería a Nicolás para tenerlo a su entera disposición siempre que quisiera, pero la vida de Nicolás, la vida real, insistía en interponerse en sus planes de exclusividad. Entonces ella recurría a la artimaña de hacerle sentir celos a Nico con comentarios del tipo "mi primo me tiene ganas", cuando en otra ocasión había dicho que su primo "estaba re bueno" y que la había "invitado a Espana" donde vivía. Estos comentarios hacían rabiar a Nico, que se sentía provocado de una forma innecesaria y como él demostraba ser el más "Santino Corleone" del condado, no dejaba de decirle que iba a cagar a palos a cualquiera que ella eligiera a cambio. En definitva, ambos se histeriqueaban y encendían las llamas de la pasión de esa manera un poco polémica y tóxica. 

Cuando volvieron de la costa, tuvieron que esperar hasta finales de enero para irse a Brasil. En ese mes caluroso de verano porteño, tuvieron trifulcas de todo tipo. Sobre todo una noche que fueron a cenar a unas cuadras de su casa y Nicolás se enojó con Male. Nicolás a veces se enojaba por cualquier tontería y se quedaba empacado, incapaz de salir de su enojo. Male intetnó calmarlo pero al final terminó enojada también y dijo lo que temían ambos. Cuando volvamos de Brasil nos separamos... Había algo tan absurdo en esa frase que Nicolás no pensó en eso, sólo se sintió amenazado y herido. Él sabía que en algún momento se iban a separar, pero no quería enfrentar directamente esa realidad porque le lastimaba. Porque más allá de todo amaba a Male como nunca había amado a una mujer antes, pero sentía que el suyo era un amor cargado de dinamita y explosivos: Siempre al borde del estallido. 

Esa noche volvieron del restaurante sin hablarse, ella caminando cinco pasos delante de él, que sólo atinaba a (ad)mirarla por detrás. En eso se cruzó con una ex compañera de la librería, una de las que habían despedido. Ella lo saludó con entusiasmo, pero él estaba herido, recién peleado con su chica. Male se dió vuelta y siguió caminando con mayor vehemencia y enojo hacia el edificio. Entonces Nico se tuvo que despedir de su compañera, casi rogándole con la mirada que lo sustrajera de esa situación. Casi fantaseando escaparse con Alexia hacia su casa, hacerle el amor a esa morocha tan diferente a Male pero no había chance. Male no tenía comparación, era la mujer más hermosa y excitante para Nicolás y cuando finalmente llegaron a Brasil, no perdió el tiempo en demostrarlo. 

Una vez que llegaron al momento de viajar dejaron todas sus peleas absurdas y desde el día mismo de la partida se dedicaron a disfrutar de su viaje. Todo había quedado en suspenso durante esas dos semanas que iban a estar en la isla de Santa Catarina. Desde que subieron al avión, ambos se pusieron de acuerdo hasta en donde se sentaba cada uno, turnandose la ventanilla un poco cada uno. Una vez aterrizados se dedicaron a cambiar algunos dolares por reales y comenzar por el circuíto de playas que les habían recomendado. Ahora ya estaba todo en camino. Apenas comenzaron a caminar bajo el sol brasileño en las hermosas playas de Florianópolis, se sintieron en una realidad aparte. El humor de ambos cambió, se comenzaron a comportar como una pareja sana, que disfruta la mutua compañía. Cuando hacían el amor lo hacían con renovada pasión y fogosidad, como si recién se conocieran. Ambos habían vuelto a tomar cerveza todo el día, ya que era muy suave y Nicolás sentía que ahora sí daba para tomar. Se relajó y comprendió que ponerse ortiva en medio de las vacaciones iba a cagar todo. Dejó que ella tomara lo que quisiera y de hecho intentó seguirle el tren, cosa que hizo la mayor parte del tiempo. Pero Male no quebró en ningún momento. Mientras él leía Contacto de Carl Sagan en las diversas playas, Male le sacaba fotos y le susurraba al oído que lo amaba. Comían mariscos y pescado todo el día, con cerveza y alguno helados de una extraña fruta de allí; el desconocido para ellos Acaí. 

Siempre que iban de paso de pueblo en pueblo, parando en hosterías donde alquilaban cuartos con cocina y se dedicaban a nadar en las aguas azules y cristalinas del Atlántico, a tomar cerveza, comer rico, tomar sol y hacer el amorsito todas las noches, tardes y mañanas. La situación era simplemente ideal, nada podía mejorarla. Desde que pusieron el pié en Brasil no se pelearon ni una sola  vez en esos quince días, excepto por una noche que llovía y él quería volver y ella seguir dando vueltas. Por lo demás nada y parecía todo un record. Musicalizado todo por un compilado de bossa y música brasileña que Nico preparó especialmente o por la música de las playas, el mundo parecía perfecto cuando estaban allá. De hecho todo salió tan bien, la pasaron tan bien, y vivieron ambos dos de las mejores semanas de sus vidas, que cuando tuvieron que volver todo fue más duro. De hecho el doble porque como lo había previsto ella, cuando regresaran nadie dejaría a nadie sino que simplemente no podrían tolerar haber perdido ese mundo idílico en el que vivieron quince días en un lugar paradisíaco, tomando juguito de coco y disfrutando de la belleza icomparable del mar. 

A la semana de volver de Brasil, discutieron y Male hechó de la casa a Nicolás que tuvo que volver a lo de su madre hasta que al menos a ella se le pasara la bronca. Era la señal de que venían nuevas peleas, nuevas rupturas, nuebas crisis. Habiendo quedado atrás el entorno bucólico de las vacaciones sólo quedaba en pié conflicto, resentimiento y malestar por estar de nuevo sumergidos en una realidad que cada vez les gustaba menos. 

lunes, 25 de diciembre de 2023

Temporada de birras (19)

Durante buena parte del 2017 la rutina para ambos era clara: por las mañanas se levantaban, desayunaban y luego Nico acompañaba a Male a tomarse el colectivo para ir al trabajo. Luego él volvía a casa, jugaba un poco con la gata, regaba sus plantas, boludeaba un poco por inernet e intentaba escribir algo para el taller de escritura al que se había inscripto en verano. Era un taller de ciencia ficción dictado por un amigo de Marciani, un tal Esteban Lapacho, escritor de algunas novelas conocidas en el circuito under. Lapacho era bien distinto a Marciani, no se colgaba tanto, no era tan doctrinario y fanático con el género, demostrando ser un poco más amplio de gusto. Además el taller era preenccial en el barrio de Villa Devoto, a donde todos los viernes se juntaban a las siete de la tarde con un par de frikis más a charlar sobre género, comer papitas, leer sus textos y tomar mucha cerveza. El cuarto donde Lapacho los atendía era uno de esos cuartuchos que quedan al lado de la terraza. Cuando empezó en verano, Nico se sintió muy contento. Lapacho vivía con su mujer e hijo de un año y de alguna forma esa casa, ese tipo de vida, ese verano, estaba asociado a su nueva vida con Male, a su nueva casa, a su hijo y a su presente. Nicolás comenzó a vivir uno de sus años preferidos. Se daba cuenta que estaba encaminado, viviendo un buen año, y sentía que no lo había forzado, que se había dado por añadidura, como siempre llegan las cosas que valen la pena. 

Nico comenzó además uno de sus años más productivos en lo que a su escritura respecta. Escibía todas las semanas un cuento nuevo, a veces inspirado, otras basado en una consigna de Lapacho. Estaba contento porque disponía del tiempo (por las mañanas) para poder dedicarse a eso y además, se sentía inspirado, con muchas ganas de escribir y sobre todo, muchas ideas en la cabeza. Nico intentaba darle cauce a todo ese caudal imaginativo, pero a veces no llegaba a poder abordar todo lo que quería escribir. Lapacho al entender un poco el modus operandi de Nicolás, comenzó a reprenderlo suave, para que trabajara un cuento el tiempo que fuera necesario. Pero Nicolás, simplemente no podía hacer eso, cuando terminaba un cuento rápidamente pasaba al siguiente y así hasta el infinito. Al principio eran sólo dos, el otro muchacho era un flaco serio, de mirada poco amistosa hacia Nicolás quien creía que Bondo no se lo bancaba por alguna oscura razón quizás inconfesable. Pero a Nicolás no le importaba, seguía para adelante. En lo que más se divertían y compartía era en la primera hora del taller que la dedicaban a hablar sobre algún cuento de ciencia ficcíon previamente leído o alguna novela que se ponían de acuerdo para leer. Bondo y Nico disfrutaban mucho esta parte del taller ya que coincidían aún más que con Lapacho, quien a veces parecía odiar el género y preferir hablar de Literatura en términos Generales. Pero cuando comenzaban a leer sus escritos Nicolás creía que pasaba siempre lo mismo. Bondo leía y él estaba disperso, debido a que no podía concentrarse en las lecturas orales, simplemente se perdía y le pasaba desde los dictados de la maestra en primer grado. Pero temúa que su actitud inquieta en ese momento fuera tomado como una falta de interés o respeto, como un creerse mejor que el otro y de hecho todo lo contrario. Nico era muy inseguro de sí, temía estar haciendo el ridículo con sus escritos que parecían historias de un pibe de secundaria, o eso sentía. Bondo tenía o intentaba una escritura estética,  muy influído por la literatura japonesa y la ciencia ficción de Scott-Card. Cuando le tocaba leer a Nico sentía que Bondo le deolvía entonces la gentileza agarrando su celular y no prestando atención. A Nico le molestaba sobre todo por el hecho de sentir que se lo hacía de puro vengativo. Al final eran pocas las devoluciones que se hacían entre ambos. Y todo recaía en Lapacho que parecía no enterarse de esta aparente falta de interés entre sus únicos alumnos. De los cuentos de Bondo solía decirle que estaban muy bien acabados. Con los de Nico solía intervenir más, decirle dos o tres consejos, pedirle más trabajo. En lo que a Nicolás respecta no sentía que sus escritos merecieran mucha más atención que los de Bondo, y de a poco aquello comenzó a fastidiarlo. Le resultaba muy difícil aceptar la crítica porque su ego se lo impedía a toda costa. 

Para mitad de año pasó algo maravilloso. Nico estaba en el summum de su, pongámosle "carrera literaria", cuando ya cansado de escribir relatos breves de dudoso estilo pulp, bizarro o tragicómico, se abocó toda una semana antes de entrar al trabajo (teniendo tres horas completas cada mañana) a escribir lo que sería su cuento m´sa acabado hasta el momento. Cuando llegó al taller del viernes Lapacho estaba asombrado del cambio de Nico en su escritura. Un cuento extenso, redondo, sin mucha corrección para hacerle. Bondo no dijo nada al respecto y Nico dudó de que lo hubiera leído, pero no importaba. Al fin sentía que él también podía llevar un cuento redondo, elaborado y digno de alabanza. Nico entendió que ese producto era el resultado de un contenxto muy particular de su vida, una estabilidad afectiva y económica que le permitía poder enfocarse en su trabajo creativo casi sin ningún problema. Pero como dice el dicho "ningún mal dura cien años", tampoco ningún bien. Nico sentía que su éxito como escritor dependía de un hilo muy fino, el de su estabilidad emocional. Y de alguna manera, al poner algo tan frágil en relación a un otro, convertía aquello en algo demasiado endeble para que dure. Si era por Nicolás todo debía seguir así, sin que nadie tocara nada, vivía un año espectacular y quería que se repitiera por diez (en lo posible). Pero el destino, ese maldito bastardo, no quería darle tregua a Nico, y pronto comenzaron los desbarajustes porque mientras él vivía su año idílico, con trabajo nuevo, taller nuevo, casa nueva, Male parecía no vivirlo de la misma manera. Ella sentía que toda esa felicidad le era ajena, Nico no se la contagiaba y ella era simplemente infeliz. Viviera donde viviera. De hecho, sentir que no podía disfrutar de la misma manera que Nicolás la angustiaba tanto que terminaba odiándolo por reírse de pavadas, por acabar, por disfrutar de su nueva vida con ella y ella... ella no podía. Siempre buscaba la forma de aguarse la existencia, del tipo que si hay alguien que tiene un accidente en Singapur a ella se le amargaba el día. Este humor, que siempre lo había tenido, comenzó a intecificarse cada vez más. Su nuevo trabajo pasó de ser la gloria, a un lugar de mierda, con gente chota y con una rutina imposible de aguantar. Su taller de escritura comenzaba a flaquear, su tallerista se estaba por ir a vivir a Estados unidos y ella sentía que se quedaba sola. Cuando Nico llegaba a las ocho y pico de la noche, Male estaba ahí... borracha y vencida por una vida que odiaba. Las borracheras empastilladas comenzaron a ser más consecutivas, y de a poco volvieron los boicots a Nicolás. Por ejemplo cuando llevaba a su hijo a casa, ella estaba siempre en pedo, a veces encerrada en su cuarto o en la cama grande. A Nico le dolía que se pusiera en ese estado frente a su niñito. Le parecía muy cruel y artero. Male le confesaría que al margende querer a su hijo, le daba bronca tener que compartir su tiempo con otro ( fuera quien fuese). A N icolás se le iba buena parte de su franco y media yendo a buscar a su hijo a provincia para después llevarlo al jardín a la mañana del día siguiente. Male sentía lástima por esa vida sacrificada de Nico que no descansaba nunca, pero en vez de cooperar volvía a su eterna temporada de birras. Para Male siempre era el 2013...

A mitad de año pasó algo fatal que marcaría el futuro de la relación porque todo en ellos era endeble, era liviano, pendía de un hilo. Ante la negación de Male de tener un proyecto común la pareja solo veía pasar los días uno tras otro, con una Male autodestructiva y un Nicolás cada vez más iracundo por ese autoboicot. En una de esas noche de invierno de las que nada se espera, Nicolás estaba en su librería, esperando para irse a su casa después de un día aburrido y con casi nula clientela. En eso recibe un llamado desconocido... al atender por curiosidad, escucha la voz de una mujer que le pregunta si es algo de Malena. Claro, soy su pareja ¿por? Nicolás tuvo en ese microsegundo el peor presentimiento. La encontraron en el piso, gritando... está internada en... Nicolás les dijo a sus aburridos compañeros de trabajo que había pasado algo y que debía irse. Nadie lo detuvo. Nicolás se tomó un taxi y fue al hospital que a Male le correspondía por su obra social. Al llegar, cagado en las patas de encontrarla semi muerta, vió que estaba "retenida" en una camilla en su clásico estado etílico cotidiano. Le preguntó como estaba pero cuando lo vió se echó a reir y luego le gritó que se fuera. Estaba desencajada. Nicolás llamó a la madre de Male y le contó lo que pasaba a lo que la madre de Male se pusó a llorar. Luego el padre de Male lo llamó a Nico y le dijo que le habían dicho que el familiar que había abusado de ella acababa de morir de viejito en un geriátrico. Nico comprendió un poco más la cuestión. Hablo con los doctores y le dijeron que debía quedarse ahí, para su seguridad, hasta que se le pasara. Nicolás preguntó si se le podía hacer un lavaje estomacal, pero los médicos le dijeron que ya era tarde. Todo el alcohol ahora estaba en su sangre, trabajando a lo loco sobre el humor de Male. La llevaron a un pieza y Nico temía hablarle. Cuando lo hacía ella lo insultaba, lo trataba como a un extraño, un desconocido. Luego le dijo que se fuera, que no lo amaba, que todo era su culpa. Nico se sintió profundamente dolido y ella continuó insultándolo. Forcejeó con ella preguntándole por qué lo trataba así, pero ella parecía poseída por otra persona. Nico volvió a llamar a la madre, diciendole todo lo que Male le había dicho. La madre otra vez lloraba y le pedía disculpas en nombre de su hija. Al rato, el padre de Male (después de hablar con la madre) lo llamaba a Nico y le explicaba que le tuviera paciencia, que él sabía que su hija no era una chica fácil. Que no sabía lo que decía. Ambos padres sentían culpa por las acciones de ella y Nico se sintió fatal. Ahora entre culpable, enojado y dolido. Volvió a la habitación de ella y Male ya dormía a los ronquidos. Nico se tiró al frío piso del hospital, velando a su lado. En la madrugada, cuando ya no podía dormir más en el suelo, se levantó todo dolorido y la despertó. ¿Cómo te sentis? Ella estaba echa una seda. Le dijo que volvieran a casa y ella sin hablar asintió. Volvieron en taxi antes que saliera el Sol. mientras ella se sentía culpable, él pensaba que esa relación lo estaba destruyendo. Amaba a Male con toda su alma pero era una persona que no le hacía nada bien. Al día siguiente, Nico le contó todo y ella decía que no recordaba casi nada. Humillada y con un gran sentimiento de culpa, juró no volver a beber. Pero Nico sabía en lo más profundo de su ser que era una promesa que ella no podría cumplir. Al menos en el corto plazo. A los pocos días llegó la madre y se quedó con Male unos días para cuidarla. Como casi siempre sucedía, al final Male era consentida por su madre y todo volvía a ser como antes. Nico sabía que esto no terminaría allí, pero entre los dos trataron de llegar ilesos a fin de año. Nico ya no festejó su cumpleaños y de a poco sentía que tenía que resignar esas pocas cosas que lo hacía feliz, para no hacer sufrir a Male por no poder sentir lo mismo.

 

viernes, 22 de diciembre de 2023

Temporada de birras (18)

Si hay algo que adoraba Nicolás era poder disponer de tiempo y dinero. No sabía cuanto podía durar aquella situación, probablemente poco, pero tenía confianza en su victoria final. De alguna manera, la intuición le indicaba que se relajara, que no tendría que volverse a la casa de sus padres. Que la rueda de la fortuna fallaría a su favor. Y como la intuición solía funcionarle para todo, excepto quizás con las mujeres, Nicolás se dedicó a disfrutar de aquellas tardes invernales de paseos por librerías y restaurantes como si no hubiera un mañana. En su pequeño departamento, una afición irresistible a literatura de ciencia ficción lo llevó a recorrer a Bradbury, Clarke, Asimov, Ballard, Sturgeon, Dick, Le Guin y hasta autores franceses, rusos y argentinos del género. Esto lo levó a pensar que había un campo poco explorado del género en el país, históricamente más abocado al policial que a la ciencia ficción. Reanudó entonces su faceta creativa y comenzó unos nuevos relatos (muchas veces de blog) que en ocasiones podían llegar a gustarle. Pero Nicolás necesitaba un ojo crítico que lo ayudara a pulir sus historias. Encontró a Marciani, un tallerista entrerriano que daba clases online desde su terruño. Nico se lo había cruzado algunas veces en presentaciones de libros y entonces decidió contactarlo. La experiencia al principio fue satisfactoria para Nicolás, ya que las devoluciones ayudaban a que aprendiera un poco más de reglas elementales del oficio de escritor que Nicolás apenas conocía o le daba importancia. Pero cierta predisposición de Marciani a colgarse en encuentros o devoluciones hizo que Nicolás se desinflara. Apenás duraron dos meses aquellas clases online muy fructíferas, cuando el loco Marciani le dijo que no podía continuar con las clases porque estaba atiborrado de trabajo. Nico se sintió desvalorizado, y en todo caso abandonado. Era lo que menos necesitaba, pero trató de seguir solo, aunque el efecto de avance no fuera el mismo. En medio de aquella batahola artístico-literaria, Male le pasó el dato de que en Siglo XX buscaban personal para abrir una nueva librería y como todas las entrevistas con el resto de las cadenas habían quedado en la nada, Nico se imprimió un buen curriculum y sin perder tiempo les dejó un c.v. en mesa de entrada. Después de esto, siguió buscando trabajo, escribiendo historias y pensando que hacer de su vida. 
Con Male se habló de la posibilidad de irse a vivir juntos. Al principio hubo algunas dudas de ella, pero al final, el "dame tiempo y esperá todo lo que tengo..." de la canción se había agotado. Era ahora o nunca. Ella le había dicho que era el elegido, entonces esperaba que se hiciera cargo de sus dichos y se la jugara por él. Ambos se la jugaron. Comenzaron (sin tener trabajo) a buscar departamentos de 3 o a veces 4 ambientes, para que tuvieran lugar de sobra y no hubiera excusas para los choques. La búsqueda fue ardua y por momentos feliz, por momentos áspera. Un depa en avenida Corrientes y Malabia, en un piso trece, trajo toda la mala suerte. El departamento tenía tres habitaciones y era lo que buscaban, pero no aceptaban mascotas. Además, Nicolás cometió la imprudencia de pedir con impaciencia inédita, un cuartito para él chiquito que estaba al lado de la cocina. Imaginaba que era perfecto como el cuarto secreto del escritor, se imaginaba allí escribiendo una memorable novela. Pero Male, ante este pedido casi de "canté pri", se enojó y le dijo que lo quería para ella ese cuarto. O había tenido las mismas visualizaciones que Nicolás, o le parecía cómodo tener un cuarto alejado del resto de la casa hubicado al lado de la cocina. O simplemente se lo disputaba por el hecho de que Nicolás lo había pedido con tanta vehemencia. Al final esto generó una discusión de horas en las calles de Villa Crespo, donde se replantearon realmente si seguir juntos o no. Todo siempre era un desborde emocional muy intenso de parte de los dos que al final terminaba en insultos hirientes, lágrimas, birras a cualquier hora del día, más discusiones y al final, una reconciliación por cansancio de las partes. Nicolás cedió con el cuarto, después de haber pasado una pésima tarde, pero encontró una excusa perfecta para boicotear el depto: la prohibición de mascotas. La dueña no quizo ceder respecto a ese tema y Nicolás se convirtió en el más férreo defensor de animales en su vida. Que la pobre gata, que ya nos quiere, que va a sufrir, y bla bla. Al final, Male, que estaba dispuesta a relgar a la gata por el depto, aceptó que quizás podían seguir buscando casas ya que todavía les quedaba un poco de tiempo. Y como la victoria es de los pacientes, a los pocos días apareció un departamento igual o más grande que el otro. Con balcón, con terraza y dos cuartos de servicio, aparte de los cuartos principales, y mucho más bello. El único problema, el mini ascensor y que era un décimo piso, dejó la bicicleta de Nicolás fuera de uso. Nico se quedó con una parte del living para su compu, libros y discos, y Male se quedó con un cuarto de servicio al lado de la cocina. Pocos meses después cambiaría su espacio privado por uno de los cuartos principales. Los padres de Male los ayudaron para entrar y se ganaron una casa amplia en CABA para venir cuando quisieran. Nico tomó esto como algo justo, teniendo en cuanta todo lo que habían hecho por ellos. Y como sus padres casi no venían nunca, no encontró objeción alguna. 
La mudanza fue un poco ruidosa y complicada ya que Nico terminó su contrato y se fué a toda máquina con sus cosas a mudarse al dos ambientes de Male. Allí estaba ella esperando con su madre, y todos sus vártulos semi empacados. Pocos días después mudarían todo junto al gran departamento. La cantidad de cosas que puede acumular una persona jóven, por más minimalista y desaprendida que fuera, era increíble. Nico arrastraba muchas cosas innecesarias como discos, ropa que no usaba, cuadros pintados por él, aparatos musicales, guitarras que nunca tocaba y un escritorio de roble antiguo. ¿Valía la pena? Seguramente que no, pero como era novato en todo el asunto, todabía no había entendido que menos es más. Ni en las mudanzas, ni en la escritura, ni en la vida misma... Male, probablemente tampoco. 
Una vez mudados, se fueron a una marcha feminista en pleno octubre del 2016. Caundo volvieron hicieron el amor y se juraron amor eterno. Nicolás le propuso casamiento pero Male se tomó el pedido en broma y lo desestimó. A los pocos días se pelearon por una tontería de roces cotidianos y Male se fué a dormir a su cuarto de escritura. Nico intentó recomponer el vínculo pero ella estaba tan empacada que no le hablaba y ni siquiera tenía ganas de tomar cerveza. Algunos días después pudieron destrabar el conflicto pero ella le aclaró, mientras estaban sentados en la terraza bajo ua noche de luna llena, que ella había apostado a la relación, que se lo tomara en serio o agarría sus cosas y se iría. Nicolás asintió y juró no volver a importunarla. A la semana a Nicolás lo llamaron para tener una entrevista para trabajar en la nueva librería de Siglo XX que estaba a diez cuadras de donde se acababan de mudar. El encargado pareció conforme con su compromiso laboral y finalmente lo llamó para confirmarle que había quedado. Nico quedó a la espera para hacerse el preocupacional pero nadie lo llamaba. Comenzó a comerse la cabeza de que lo habían reemplazado o se había caído por algo lo de la librería. La ansiedad lo estaba matando. Mientras la primavera comenzaba en una Buenos Aires renacida después de un largo invierno. En eso a Nicolás se le ocurre chequear su casilla de mail, porque a aún estar sin internet, no había visto sus correos. Efectivamente, le habían mandado el día y la hora para hacerse el preocupacional y se lo había perdido. Llamó desesperado y pidió otra oportunidad, la cual se la dieron un poco a regañadientes. Su padre le dijo que era un despistado, que no podía estar así en la luna de Valencia. Probablemente fumando marihuana todo el día y bebiendo de la entrepierna de tu compañera... Nicolás se ofendió tantísimo, porque era verdad y porque no era forma de decirle las cosas. Él quería más que nadie conseguir ese trabajo ya que además de ser perfecto, con las mudanzas y la entrada a la nueva casa se había quedado casi sin guita. Pero las cosas se normalizaron, se encauzaron y Dios mediante, todo salió viento en pompa. A la semana cmoenzó el armado de la nueva librería y allí estaba Nicolás, aportando su experiencia de librería de cadenas. Por su parte, Male consiguió por un soplo de Nico, una entrevista para una nueva Librería que abriría en un mes. Para los dos funcionaba perfecto el cuerno de la abundancia, sobre todo cuando estaban en sintonía y se apoyaban mutuamente. En esos momentos eran una pareja sólida e invencible, a la que todo se les daba fácil y por añadidura. 
Para finales de ese año tan ajetreado se irían como siempre a la casa de la costa de la madre de Male y allí, juntos y muy enamorados vivirían un hermoso verano. Nico leería ua de sus novelas preferidas "El rumor del oleaje" de Yukio Mishima, comprada en su flamante nueva librería. Y pensaría que al fin, la vida le sonreía, le daba lo que quería y agradecía a todos los dioses por eso...  

martes, 19 de diciembre de 2023

Temporada de birras (17)

Dos libreros en apuros, desempleados, casi sin mucho que hacer, revolviendo las redes del trabajo informal. Y ahora más que nunca, pensando en como sobrellevar todo eso en medio de un país que comenzaba una debacle económica ininterrumpida. Pero ellos se tenían el uno al otro y su ahora compartida situación los unía y hermanaba mucho más que antes. La situación de hartazgo que tenían a principios de junio, con el despido de él, cambió a un noviazgo intenso y reforzado. Aquel invierno que se avecinaba los vería unidos o separados definitivamente. Nico comenzó a buscar trabajo por cuanta librería de Buenos Aires hubiera, Male en cambio se lo tomaba más tranquilamente ya que su familia tenía un mejor pasar económico. Para Nico fueron una especie de vacaciones invernales que hacía años venía esperando. Desde su punto de vista sólo le faltó ir a Bariloche a ver la nieve, pero por otro lado, tenía la plata dela indemnización y una guita de un seguro. Podía seguir viviendo sólo hasta que terminara su contrato en octubre, después tendría que improvisar o volver con su madre. Pero algo dentro suyo le hacía confiar que las cosas se resolverían bien. 
La relación mamó los mejores momentos de una situación que por momentos parecía ideal. Tenían algo de plata, se veían cuando y a la hora que querían, y hasta planearon un viaje a la costa para julio. Todo parecía ir viento en popa. Salían a comer afuera, miraban películas de terror un martes a las tres de la tarde si les pintaba, tirados en la cama, fumados, con la gata encima de la panza de Nicolás. A veces salían a pasear, iban al cine, se iban a Galerías Pacífico, Nico acompañaba a ver ropa a Male, caminaban por los balcones de Paseo Alcorta, jugaban con el hijo de Nico, comían pochoclo en el cine y muy rara vez peleaban. Había una condición ideal que permitía que se diera todo aquello. Male le hizo ver las series Breaking bad, que se la terminaron en un mes, y Juego de Tronos que irían viendo paulatinamente hasta su final. Pero, a veces sus paseos diurnos o nocturnos no eran suficiente. A veces Nico se sentía inquieto por vivir esa vida despreocupada sin pensar en el mañana. Le daba miedo y culpa, sentía que en cualquier momento todo eso se podía ir al garete y no quería. Una de esas tardes en que acompañó a Male a su psicóloga, vio venir a Vane, una ex que venía acompañada por un tipo. Nico sacó rápido su celular del bolsillo y comenzó a mirar cualquier cosa, mientras Male sin saber que pasaba seguía hablando. Vane lo vió y entendió con Nico se estaba haciendo el boludo. Vane, algunos años después, le haría pagar caro ese desplante. 
Una noche, en que Male se sentía jocosa y con ganas de más, con muchas cervezas encima, se insunuó de forma completamente total con Nico. Le pidió que le hiciera un pibe, ya. Nico no entendía nada, pero Male comenzó a incitarlo y él, que no era un tipo frío percisamente se avalanzó sobre ella, poseyéndola con verdadero ahínco y ardor. Luego Male fue al baño a "lavarse" porque, todo aquello de haceme un pibe, era una broma hot del momento. Ambos rieron y se pusieron a ver proyecto Blairwitch mientras fumaban sin parar y comían algún que otro chocolate. En ciertas ocasiones se pedían comida y morfaban arriba de la cama sin dejar de ver alguna cosa. Era una sobredosis de tevé, porro, morfi y sexo, casi todos los días. Parecían un poco John y Yoko cuando eran Lennono, una pareja simbiótica imposible de separar. Ellos eran Nimale, una pareja de jóvenes despreocupados, un tanto inmaduros emocionalmente y, físicamente, parecían hermanos, cosa que a Male le encendía todos los ratones.  
A un mes del despido de Nico, vino el padre de visita y luego se los llevó en auto a la costa. Durante el viaje, fueron escuchando Les Luthiers, Pink Floyd y otras bandas más contemporáneas. Male viajaba adelante con el padre pero le ofrecía la mano a Nico que iba atrás de ella. El clima era frío y gris, como lo fue todo ese invierno. Al llegar a la casa de la madre de Male, desensillaron y comenzaron a repetir sus tradicionales caminatas playeras. Fueron a librerías a buscar nuevas adquisiciones, salieron a comer afuera, a pasear, en fin... a pasarla de pelos. Llegó también la hermana de Male con su marido e hija, y fueron todos a pasear al puerto a comer rabas. Male tenía sus recaídas típicas de bajón donde en un momento en que todos parecían estar pasando un buen momento, ella se caía y buscaba consuelo en frías y amargas latas de cerveza. Parecía ser lo único que le interesaba hacer, beber y beber. Pero esta vez Nico no le dijo nada, porque solita la hermana vió esta característica de su hermana y la retó a mansalva. Pero era inútil, enojarse con ella por eso era reforzar su mal hábito, porque por contraposición ella hacía exactamente lo que le decían que no hiciera. ¿Y entonces? Había que tener paciencia. Una mañana en que se quedaron a dormir en casa de su padre y éste se fue a trabajar al día siguiente, Male le dijo a Nico que fueran a hacer el amor a la cama grande. Eran como dos adolescentes expulsados del paraíso. Male ya había vivido historias así, la había curtido desde los quince, pero para Nico, que era un tardío en casi todas las cosas de la vida, esto era la gloria. Después de que cojieron duro en la cama gigante, Nico se puso a revisar la biblioteca del padre de Male y se agarró un par de libros de Ballard, díficiles de conseguir. Cuando el padre volvió vio el libro sobre la mesa del living y se cabreó por eso. Male lo suavizó pero Nico entendió que no había tanta confianza como para que le prestara un libro, así que volvió a su lectura de La mano izquierda de la oscuridad, que a cada página se volvía cada vez mejor. Otro día se fueron de paseo a los acantilados, y allí, entre fasos y birras, se asomaron hacia el vacío. Sobre todo Nico que nunca había estado allí y le pareció muy flashero. Pero cuando asomó su cabeza, un viento frío del sur lo empujó hacia atrás. Male pegó un grito de susto y se lo llevó a la rastra de allí. Vieron un bazar de diferentes objetos de cerámica con forma de ranas o personajes de los Simpsons, la serie favorita de ambos. Luego caminaron sin rumbo hasta que el frío del Atlántico sur los terminó de convencer que era hora de volver a casa. 
Cuando llegaron a Buenos Aires, Male empezó con los vómitos. De nuevo la secuencia del Evatest, y luego Baby Chek, y cuanta prueba de embarazo hubiera. Cuando ya no quedaban dudas, Male desesperada le pidió ir al hospital. Le hicieron los chequeos y salió que tenía un embarazo de riesgo por la dudoza posición del óvulo. Una recepcionista la felicitó y Male enojada le dijo a los gritos que no quería ningún bebé. Nico estaba angustiado ante toda la situación. Aunque era responsable, no recaía toda la culpa sobre él como la otra vez, pero aún así se sentía frustrado. Frustrado por el dolor que esto le ocasionaba a Male y frustrado porque en el fondo quería tener un hijo con ella. Pero la cosa parecía no darse nunca. Desde el momento en que ella se enteraba que estaba embarazada, se ponía como una fiera y quería que de inmediato le sacaran al doloroso intruso. A partir de la confirmación médica todo se repitió como en una mala secuela. Se fueron volando a la costa y allí, en el mismo lugar, todo se repitió otra vez. Los padres no sabían más que hacer, con ninguno de los dos, porque de alguna manera era como si los hubieran adoptado a ambos. Los padres de Nico estaban borrados y apenas su madre se entaraba de alguna que otra cosa. Nico fue con un fajo de plata y se lo dió al padre de Male. Éste se sintió conmovido y le dijo que no hacía falta. Que no tenía trabajo y que no se preocupara. Demás estaba decir que se cuidaran de una buena vez. Le pidió que si Male necesitaba algo, que él estuviera ahí para ella. Nico aceptó con mucha culpa, pero en el momento no se dió cuenta del verdadero pedido que el padre le hacía. Él, como buen padre, conocía a su hija y sabía que era una chica conflictiva, pero el amor que le tenía le impedía ser objetivo con ese tema. No podía reconocer que ella era la responsable de alguna mala situación, prefería endosar la culpa a su pareja. Pero Nicolás, ante esto sabía que las cosas eran así. ¿Quién se pondría en contra de su hijo? Él tampoco lo haría...
Al final, todo se resolvió rápidamente, ambos volvieron a Buenos Aires, y durante un tiempo se cuidaron con anticonceptivos, pero ella los odiaba por las hormonas y al final volvieron a las viejas y conocidas "gomitas" como le decían en tono jocoso. 
En agosto festejaron el cumpleaños de Nico en casa de ella, invitando a sus amigos. A la tarde, ambos tenían todo resuelto, ella tenía que pasar por la panadería a buscar la pizzetas y él por su casa a buscar las bebidas. Cuando Nico volvió a la casa de ella con las bebidas, la encontró borracha, en la cama, no había buscado las pizzetas y en una hora llegaban sus amigos. Nico pensó en cancelar todo pero no dejó que el boicot de Male se hiciera más grande. Pidió unas pizzas y luego fue a comprar una torta en Coto. Cuando llegaron amigos y amigas de Nico, Male continuaba en estado calamitoso, no había forma de que se rescatara. Nunca se habá comportado así con sus amigos, pero ahora sí. Cuando trajo la torta se fue al suelo y algunos amigos de él rieron. Nico estaba cansado de todo. Al día siguiente, cuando habló con Male, ella hizo lo de siempre; fingió demencia y decir que no recordaba nada. ¿Por qué había boicoteado su cumpleaños? Era algo que Nico nunca sabría, lo que sí sabría es que ya no volvería a festejar su cumple con Male, o sin ella. 
Male tenía una extraña obsesión con Nicolás y es que lo quería sólo para ella, hasta odiaba compartirlo con su hijo. Eso sí, si Nicolás le hacía alguna escena de celos entonces él era un psico, posesivo, hinchapelotas. Pero como los dos se merecían el uno al otro, cuando al mes siguiente a ambos se les vencía el contrato de alquiler, se les planteó la posibilidad de vivir junto, y después de ese invierno tan intenso del 2016, los dos creyeron que sería una buena idea juntar sus locuras en una sola casa...
  

sábado, 16 de diciembre de 2023

Temporada de birras (16)

Existía, más allá de toda expectativa, una relación compinche entre ambos y por el hecho de a veces comportarse como dos niños competitivos de primer año, podían encontrar momentos donde compartirse un montón de cosas. Por ejemplo, Nicolás conocío la novela Más que humano gracias a ella, y Malena conoció a Mariana Enriquez gracias a él. Se pasaban novelas, cuentosa, poemas y comics en una retribución constante. Esto sucedía cuando estaban de buen humor y sintonizados el uno con el otro. Y así estuvieron buena parte del 2016 que comenzaba, pero una vez regresados del ambiente bucòlico del farwest, mundo casi idílico sin problemas ni contratiempos, los primeros roces no se hicieron esperar. A principios de marzo ella le regaló una antología de cuentos de Damon Knight, comprada ahí en la librería Huemul... En la dedicatoria ella se mostraba amorosa y sensitiva, pero sobre todo "suya". Male tenía momentos donde se mostraba sumisa como un personaje de una novela erótica de la Sonrisa vertical. Esto a Nicolás lo apasionaba, le generaba un verdadero ardor en su interior, y tenía ganas de protegerla como a una suave y tierna gacela, o coneja... Él la amaba y ella le juraba entre gemidos y llantos de fuerte goce que era suya y que lo había elegido. Que no tuviera más celos. Pero Nicolás era un pobre diablo inseguro que nunca le habían enseñado a tener confianza consigo mismo. Todo lo que quería era enlazar a Male con una casamiento, como si eso fuera garantía de fidelidad eterna. Pero en ese momento Nico no entendía nada, nunca entendía nada en medio de la partida. Jugaba completamente a ciegas y de una manera atolondrada, dejándose llevar por su intuición y sobre todo por sus emociones, las cuales solían desbordarse bastante seguido. Entonces los dos eran una especie de combo alienado siempre al borde la explosión, demasiado intenso y pasional. Siempre pensaba que lo mejor era separarse pero para él era como que le dijeran que habían que amputar para sobrevivir, y el prefería estar unido no importe a que costo. 

¿Y entonces? 

Comenzaron nuevas reyertas del absurdo. Male quería empezar a salir a correr para bajar lo que fuera que necesitara bajar. Nicolás fue invitado a este particular ritual del ejercicio físico el cual no podía entender filosóficamente, aunque supiera en lo fondo de su ser racional que eso era lo que necesitaba hacer, no sólo para bajar una incipiente panza sino que para bajar fuerte los malos humos. Él sentía que todavía no era su momento de empezar a salir a correr, sentía que no lo necesitaba y de ser necesario esperaría hasta el límite de tiempo para incorporar una rutina que de por sí le parecía un incordio innecesario. Pero como buen novio acompañó a Male en sus primeros días. La idea fue pésima. En su intento por acompañarla ella dió unas vueltas al parque centenario y verlo ahí sentado sin hacer ningún tipo de esfuerzo la sublevó. Con la cara toda roja se enojó por cualquier tontería y le dijo de todo. Él, que no era de quedarse atrás con eso de los dardos envenenados, le devolvió la gentileza. Male sin decir nada se fue corriendo, huyendo de él. Nicolás la persguió por todo el parque pero se desencontraron en la noche de runners. Nico volvió a su depto ya que ella tenía sus cosas ahí. Apenás llegó por un lado la vio venir por el otro. Subieron callados el ascensor y una vez ahí se enzarzaron en una pelea de incoherentes recriminaciones. Ella se quería ir a su casa ya y Nico cometió el error de querer retenerla para "arreglar" las cosas. Pero no había caso, ella estaba con un nivel de empaque altísimo, entonces le bajó a abrir. Antes de abrirle trató de conversar nuevamente y ella se puso a gritar que abriera la puta puerta. Nicolás se asustó tanto que temió que llamaran a la policía, entonces abrió la puerta y tomándola del brazo la sacó pero Male se cayó al piso y otra vez, gritos, llantos, peleas. La persiguió unas cuadras pero ella le decía de todo a los gritos, y él intentaba pedirle que se senerara. Un tipo que pasaba por allí comenzó a mirar fijo a Nicolás y entendió que el susodicho estaba dispuesto a meterse por sin Nico le hacía algo a Male. Eso le trajo el recuerdo de un año atrás y sintió un tremendo deja vú de escalofrío. Cedió en su orgullo y dejó irse a Male sin intentar retenerla más. Tuvo que dejar primar la cordura por encima de ese deseo irrefrenable de querer arreglar todo en el momento. Esa noche fue una pesadilla para ambos, cada uno en su casa, llorando de impotencia. En los días siguientes, Nico tuvo que remar mucho para que Male lo perdonara por ser bruto y torpe. En esos meses que siguieron al altercado, las cosas parecían volver al redil de hacía un año atrás. Pocas ganas de verse, discusiones por tonterías, huidas y choques bizantinos por quien elegía la película que debía verse a la noche. Male andaba frustrada por seguir sin trabajo y Nico estaba frustrado por seguir en el mismo lugar de siempre. Sin embargo, algo estaba a punto de cambiar las cosas. Una de aquellas noches Nicolás había huído de la casa de Male pero en malos términos, como quien no soporta más al otro. Male se tomó esto muy mal y durante todo el día siguiente no le contestó los mensajes a Nicolás que le pedía disculpas pero se excusaba que había tenido ganas de dormir en su casa. Las cosas estaban tirantes y Nicolás intuía una ruptura proximamente pero la rueda de la fortuna cambió dicha suerte. Esa tarde Nico estaba en el salón de la librería, casi sólo, esperando que algún cliente entrara y lo sacara del aburrimiento. Una llamada al local tuvo ocupado unos minutos al sub encargado, aquel pelado que no lo saludaba hacía meses. El pelado ahora lo miraba mientras hablaba por teléfono. Esto fue sospechoso para Nicolás ya que el pelado ni lo miraba siquiera después que habían discutido a los gritos algunos meses antes por la disposición de una mesa. El pelado cortó el teléfono y se acercó mirando intermitentemente a Nico y a los costado. Che escuchame, me dijeron que mañana tenes que presentarte en el depósito a las nueve de la mañaña. A Nicolás esto le pareció muy irregular. Perdón pero para que me tengo que presentar ahí? Le preguntó con cierta sospecha. Tengo que hacer trabajo de depósito? Una vez lo habían mandado a ordenar, junto a otros, algunos libros en el lejano deposito de Barracas. Pero el sub encargado se lavó las manos y dijo que no le informaron para que lo requerían, después se escabuyó y lo miraba de reojo. Todo era tan sospechoso, sobre todo que su horario era a las 11 de la mañana y lo citaban de un día para el otro en un lugar lejano, dos horas antes. En el instante Nicolás se dió cuenta que lo iban a achurar. Además del pelado, el gordo Garbarino había estado picando los cables a gente de la librería para que rajaran los Joe vs el volcán, o sea los inflexibles. Nico se quedó inquieto todo el resto de la tarde y que el pelado se fuera a su hora de descanso tomandose más tiempo del usual terminó por colmarle la paciencia. Le dijo esto por mensaje a Male, contándole que lo querian rajar. Male, que ya venía con los cables cruzados dijo "voy para allá" y antes que Nico le pudiera decir que no lo hiciera ella se mandó. Vivía a diez cuadras de donde trabajaba Nico, y en una jornada laboral que se hacía eterna, ella apareció media hora antes de que Nico pudiera terminar su jornada. Se mandó a hablar con dos compañeras de Nico, increpándolas casi como si fueran responsables de lo que sucedía. Pidió hablar con el pelado pero este no volvía. Entonces, una gordita que odiaba a Nicolás llamó por teléfono al pelado para avisarle que la novia del susodicho había aparecido en el local de forma súbita y que estaba patoteando al personal. Nicolás no sabía donde esconderse de la verguenza, pero su sexto sentido le indicaba que de todos modos al día siguiente sería un desempleado más de la era Macri. Ya faltaban pocos minutos y Nicolás no aguantó más, agarró a Male y le dijo que huyeran de ahí lo antes posible. Male reaccionó y se fueron casi a las corridas. A una cuadra del local se cruzaron con el pelado que le preguntó a Nicolás que pasaba y por qué tanto escándalo? Y además, bien informado, le dijo quién le había dicho que lo iban a despedir? Nico ni se gastó en buscar explicaciones y dijo que llamaría al encargado para que le explique él mismo por qué diablos lo citaban al día siguiente fuera de su horario de trabajo. Al llegar a la casa de Male se comunicó con Emilio Frisman, un fiel súbdito del maquiavélico señor Alex. Frisman le respondió a Nico que estaba ocupado en una reunión, pero ante la insistencia, le dijo que se lo citaba porque lo iban a sancionar. Nicolás preguntó bajo que motivo, pero luego de esto Frisman lo bloqueó. Todo estaba más que claro, casi no había sorpresas por delante. Era la crónica de una pateadura en el trasero anunciada. Al día siguiente, casi como si fuera un trámite, Nicolás llegó a la hora señalada a Barracas para confrontar al señor Gomez de Recursos Humanos. Ante la mirada atónita del señor Gomez, Nicolás preguntó por el motivo que se lo citaba allí. Por las dudas él había llevado la chomba bajo el buzo, por si después tenía que volver al local. ¿No te dijeron? respondió azorado Gomez. Me dijeron que era por una sanción, pero no sé que fué lo que hice. Gomez meneó la cabeza como diciendo no no no no, que mal, esto es muy irregular. Lo lamento, pero no, la causa es que esta desvinculado de la empresa. Lo siento, yo no te conozco y no tengo nada contra vos. Siento mucho esto y no depende para nada de mí. La orden vino de arriba. Cuantos crímenes de lesa humanidad se habrá cometido bajo ese nefasto lema. Nicolás se puso mal, le dijo que era padre pero el hombre no hacía más que pedirle disculpas. Al final, Nicolás sentía más lástima por el sentimiento de culpa de Gomez que por él mismo. Le dió la mano, y luego salió a la avenida Velez Sarsfield sinténdose liberado. Libre como el viento. Mas fuerte que cualquiera... Esa mañana casi invernal de primeros días de junio lo vió a Nicolás sin trabajo pero contento porque se había terminado una etapa ardua de su vida en aquella cadena de libros. Había aprendido un montón del rubro y no desestimaba la experiencia pero por lo que a él concernía ya había tenido suficiente con el mundo libreril. Cuando se volvió a juntar con Male se fueron a almorzar unos ñoquis con vino a un restaurante. Nicolás se sentía feliz, y Male se sentía feliz de que Nico se sintiera feliz. Como si esa pesada mochila que se había quitado le hubiera sacado un gran peso de encima y se notaba en su semblante. Ahora eran dos desempleados en un país gobernado por los malos, pero en situaciones de crisis, la unión hace la fuerza y por delante, Male y Nico tenían el mejor año de su relación. 

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Temporada de birras (15)

Antes de irse de vacaciones, Nico y Male nos ofrecieron uno de sus clásicos momentos patéticos inolvidables. Nico había propuesto ir un domingo al mercado de Tigre y a Male le pareció una buena idea ya que no conocía el lugar. Pero fue salir de la casa, esa mañana soleada de verano que nomás ya estaban peleándose por una tontería. Durante todo el viaje en tren de Retiro a Tigre Male no le dirigió la palabra a Nicolás, y éste aceptó el desplante sin problemas, pero todo parecía anunciar que sería un día intenso. Apenas llegaron se amigaron rápidamente y fueron al puerto a sacar pasajes para dar una vuelta en el colectivo-lancha. Aún faltaba asi es que fueron a dar una vuelta por el puerto de frutos donde siguieron peleándose mientras Male no paraba de comprarse una lata de cerveza atrás de otra. Nico le intentaba pedir que se contuviera de beber tanto y que disfrutara del día, pero para Male no existía la posibilidad de pasear careta un día de sol en plan novios. Para ella disfrutar era hacer cualquier cosa en cualquier lugar pero tomando cerveza. Discutieron más y luego volvieron al centro a comprar algunas cosas para comer. Male compró más cervezas y Nicolás,e n un ataque de innecesaria impulsividad, tiró las latas al tacho de basura. Male se puso de la cabeza, se enojó de tal manera que Nico no tenía escapatoria y trató de huir de allí, pero Male lo perseguía por todo Tigre a los gritos. Nico nunca había sentido tan verguenza al punto de que trató de razonar con ella y le dijo que compraba otras birras, recién ahí se calmó ella. Una vez sentados en una esquina, ella le dijo que no quería irse de vacaciones con él, a una semana de viajar y ya con los pasajes sacados. Ella le dijo que él era un idiota y que no la dejaba ser. Nico se sintió mal por esto y trató de enmendar la situación. Al final se fueron a dar el paseo en lancha y todo fue una confusión. En pleno viaje Male se hizo tocar por Nico mientras miraba altanera por la ventana y el agua del río los mojaba a ambos. Nico estaba que no podías más, necesitaba cojersela lo antes posible antes que le explotara la pija. En un parate del paseo se bajaron en medio de una isla donde había un edificio tomado y se pusieron a buscar un lugar para coger. Ambos ardían en deseos de garchar lo antes posible, ella mojada en lo más interno de sus bragas y él con una erección que dolía. Pero cuando estaban en medio de unos arbustos, la cabezita de Nico estaba comenzando a entrar en Male que ya daba un tímido gemido de placer, escucharon los ladridos de unos perros. Estaban en medio del jardín de una casa y como en las islas de Tigre no hay nada muy delimitado, se salieron rápidamente uno de otro y volvieron corriendo a la lancha. El viaje de vuelta lo hicieron sin despegarse y esa noche, en la oscuridad de la casa de Nico se sacaron las ganas mientras se decían sin parar ¡te amo!

En el sur (again) Male y Nico llegaron en febrero para encontrarse con una ola de calor tremebunda y a la madre de Male por volverse a su casa. Ellos disponían esta vez de toda una cabaña para ellos solos y eso les generó un placer inigualable. Ya no tenía que dormir como dos parias hippies en una carpa olorosa. Disponían de su heladera, de su bañito, de su cocinita, de su camita de dos plazitas para hacer el rico amorsito y mucho más. Fue llegar y ponerse a pintar y darle los últimos toques a una cabaña que tenía mucho amor y dedicación puestas. Nico, de inmediato se imaginó quedarse a vivir ahí. Se lo planteó a Male pero ella no quería saber nada, era amante del ruido y el bochinche de Buenos Aires. Eso los dividía, porque ella siendo una chica de provincia le fascinaba la ciudad, y él, porteño de toda la vida, no veía la hora de irse de aquel centro del mal; Mordor, como Nicolás llamaba a Buenos Aires. Este, junto con algunos otros temas como el de la paternidad o el casamiento, eran cuestiones picantes que a veces trataban y eran el meollo del asunto, porque una pareja que no proyecta nada y vive el día a día sin pensar en mañana, por lógica tiene los días contados. Y es claro que no existían posturas definidas al respecto ya que a veces Nicolás sentía ganas de tener otro hijo y Male ni hablar, tenía miedo al respecto. Después ella le decía que quería ser mamá, pero no con él. Nicolás sentía una aguja de angustía en lo más profundo de su corazón cuando ella lo descartaba así. Y a veces, él la jodía con que se casaran, pero ella respondía absurdah "vos te queres casar conmigo por mi dinero". A Nicolás le parecía un comentario tan boludo que evitaba tomárselo en serio. ¿Por dinero? Ni siquiera se sentía cómodo cuando le pagaban un boleto en bondi por haberse quedado sin plata en la Sube. Mucho menos le interesaba sacarle un solo peso a nadie y menos a su novia. Pero era algo que para Nicolás revelaba que ella no le veía futuro a la relación, y pensaba que cuando se separaran, le vendría a pedir la mitad de sus bienes. Nicolás descartaba el asunto y sentía que cada vez que se sentía con ganas de ser romántico, ella le destripaba sus ilusiones con cierta saña. Pero después, cuando ella se sentía con ganas de ser romántica, él tenía que estar ahí, con una sonrisa de plástico escuchando las malísimas canciones que le obligaba a escuchar. Para Nicolás, Malena era una eterna adolescente, que quería vivir un noviazgo teenager más que tener una relación seria. Quizás por ser sagitariana o tal vez por sus conflictos de la infancia la convertían en una especie de eterna Peter Pana. O quizás Campanita... Porque la realidad es que Nico tampoco era el tipo más maduro del mundo, y a veces se deltaba solo viendo películas de Disney, tratando de revivir los momentos que de chico lo hacían feliz. No había caso, cuanto más miraba las películas de su infancia (actitud que Malena odiaba) más se daba cuenta que aquellos tiempos se habían ido hacía mucho y que cada vez quedaban más atrás. 

Ahora bien, cada vez que Nicolás penetraba a Malena, sentía que aquella era el amor de su vida. No podía explicarlo y para él, era una cuestión que iba más allá del principio de placer. Era como una conexión cósmica en la que a veces Male se sentía involucrada y lograba conectar, pero que por lo general era unidireccional. Quizás en parte por su constante tendencia a alcolizarse casi todos los días a la par de tomar medicación psiquiátrica que la convertían un poco en un ser indiferente sin sentimientos. O por ahí era el hecho de que como tomaba ese combo explosivo para evitar la realidad era que tenía la excusa perfecta para dar rienda suelta a su desdén y rebajar el amor de Nicolás. Pero esto no era siempre así... había momentos. Nico disfrutaba mucho del sexo con ella, pero ella parecía tener una difícil conexión con su placer y sexualidad. A veces le recriminaba que ella no acababa y de alguna manera parecía ser culpa de él. Nicolás intentó de todo desde su conocimiento pero lograrle un orgasmo parecía más difícil que ganar el derby de Kentucky. Nico comenzó a desligarse de la dificultad de ella para acabar y se resignó. Sabía que era otro posible motivo de resentimiento en la pareja pero sentía que nada podía hacer, al final ella lo resolvía con una masturbación rígida y compulsiva a ojos cerrados. Nicolás miraba encantado pero a la larga le dejó de parecer algo sexy para convertirse en algo un poco triste y patético, donde su presencia no era requerida. Sintiéndose apartado y relegado de todo aquel asunto, el sexo entre ellos era algo que sucedía más como un favor a él que otra cosa, aunque había noches de mayor intimidad donde ella realmente parecía disfrutar el sexo con él, alabando todas sus propiedades masculinas y confesándole que le encataba hacer el delicioso con él. Pero bueno, tenía días que sí y días que no. En cambio Nicolás quería coger todo el tiempo, pero bueno, no siempre se puede. Al final, en la cabaña aledaña a la casa de su hermana, Male y Nico cogieron contadas veces porque ella sentía verguenza de hacerlo con parte de su familia ahí cerca. A Nico le parecía que Male se vendía como una chica muy horny pero que le faltaba un poco de espíritu hippie. Más "a los yuyos" y menos excusas. De todos modos Nico se sentía muy complacido por ella que se dejaba coger de una forma muy sumisa que a Nicolás lo volvía loco de remate. A veces sentía que ella le proporcionaba los mejores orgasmos de su vida y entonces sí, pensaba que era un poco injusto que a ella no le pasara lo mismo. 

Esas vacaciones se la pasaron yendo al río, caminando por la montaña y barnizando los muebles de la cabaña. Mientras ella leía a Juan Filloy y él a John Harrison, cada uno inmerso en su lectura, Nicolás pensaba que eso exactamente eso y no otra cosa era la felicidad para él. 

Se fueron unos días a acampar a los 7 lagos, pero a Nico algo le cayó mal y terminó descomponiéndose esa misma noche junto al lago verde. Empezó con unos retorcijones que lo llevaron a huir de la carpa hacia los baños pero nunca llegó, en medio de la oscuridad vomitó por todos lados. Luego volvió a la carpa y vomitó un poco más. Y hacia el final ya que tenía nada y entonces levantó fiebre y estuvo todo el día tirado en la carpa mientras ella lo cuidaba. Tuvieron que esperar un día más para irse de allí pero como no tenían señal, no pudieron comunicarse con Luli y Lilo para que los fuerana  buscar en el auto. A la mañana del tercer día y todavía afiebrado, Nico y Male levantaron campamento y comenzaron una larga subida del camping hacia el sendero de tierra donde solía pasar el colectivo. El tramo fue difícil pero Nico, más allá de la contrariedad de la fiebre se sentía acompañado y cuidado por su mujer, algo que le daba fuerzas e impedía que cayera en la desesperación o desasosiego. Una vez lograron retornar a la granja de los Palta, Lilo les contó que se habían intoxicado también siendo solo Male la única indemne. Al final la petisa era la más fuerte de toda la comunidad. A Nico le lelvó un par de días recuperarse, teniendo algunas recaídas de índole estomacal pero logrando reponerse en breve. Male a su vez recibió un llamado de una librería para empezar a trabajar cuando volviera de sus vacaciones. Nico se sintió feliz por ella y Male se sintió culpable porque se daba cuenta que Nico era muy infeliz ahí en Santa Fe. Sobre todo desde que un pobre diablo de Garbarino había sido colocado en un puesto jerárquico y quería imponer la venta de celulares en los locales. Además le había declarado la guerra a todos aquellos que no quisieran aceptar los nuevos términos de venta. El venezolano ya había dicho que la tecnología le daba asco y poco después fue despedido. Nico sentía que lo tenían en la mira por ser reacio a vender teléfonos, además de vender libros. Ya lo había amedrentado uno de sus esbirros gritándole y humillándolo en medio del salón con el local lleno de gente. Para él sus días en Cúspide estaban contados, y por un lado no veía la hora de que llegara ese ansiado momento. Male quería ayudarlo a conseguir otro trabajo y le daba culpa sentirse feliz ante él, pero Nico trató de hacerle olvidar su situación y que disfrutara su buena noticia. Male parecía incapacitada para sentir momentos de felicidad, cada vez que algo positivo llegaba a su vida, ella de inmediato buscaba una razón para restarle valor o deprimirse porque alguien moría en Medio Oriente. No había manera de hacerle entender que merecía disfrutar de sus momentos de felicidad, pero no había caso, en el fondo ella sentía que no se merecía ser feliz.  Cuando finalmente regresaron a Buenos Aires, Nicolás volvió a deprimirse por su rutina diaria y Male salió a buscar ese trabajo, pero su falta de fé le jugó en contra. Al final habían tomado a otra persona y entonces volvió a refugiarse en su casa, en el no-hacer y en la birra, su fiel compañera.