martes, 19 de diciembre de 2023

Temporada de birras (17)

Dos libreros en apuros, desempleados, casi sin mucho que hacer, revolviendo las redes del trabajo informal. Y ahora más que nunca, pensando en como sobrellevar todo eso en medio de un país que comenzaba una debacle económica ininterrumpida. Pero ellos se tenían el uno al otro y su ahora compartida situación los unía y hermanaba mucho más que antes. La situación de hartazgo que tenían a principios de junio, con el despido de él, cambió a un noviazgo intenso y reforzado. Aquel invierno que se avecinaba los vería unidos o separados definitivamente. Nico comenzó a buscar trabajo por cuanta librería de Buenos Aires hubiera, Male en cambio se lo tomaba más tranquilamente ya que su familia tenía un mejor pasar económico. Para Nico fueron una especie de vacaciones invernales que hacía años venía esperando. Desde su punto de vista sólo le faltó ir a Bariloche a ver la nieve, pero por otro lado, tenía la plata dela indemnización y una guita de un seguro. Podía seguir viviendo sólo hasta que terminara su contrato en octubre, después tendría que improvisar o volver con su madre. Pero algo dentro suyo le hacía confiar que las cosas se resolverían bien. 
La relación mamó los mejores momentos de una situación que por momentos parecía ideal. Tenían algo de plata, se veían cuando y a la hora que querían, y hasta planearon un viaje a la costa para julio. Todo parecía ir viento en popa. Salían a comer afuera, miraban películas de terror un martes a las tres de la tarde si les pintaba, tirados en la cama, fumados, con la gata encima de la panza de Nicolás. A veces salían a pasear, iban al cine, se iban a Galerías Pacífico, Nico acompañaba a ver ropa a Male, caminaban por los balcones de Paseo Alcorta, jugaban con el hijo de Nico, comían pochoclo en el cine y muy rara vez peleaban. Había una condición ideal que permitía que se diera todo aquello. Male le hizo ver las series Breaking bad, que se la terminaron en un mes, y Juego de Tronos que irían viendo paulatinamente hasta su final. Pero, a veces sus paseos diurnos o nocturnos no eran suficiente. A veces Nico se sentía inquieto por vivir esa vida despreocupada sin pensar en el mañana. Le daba miedo y culpa, sentía que en cualquier momento todo eso se podía ir al garete y no quería. Una de esas tardes en que acompañó a Male a su psicóloga, vio venir a Vane, una ex que venía acompañada por un tipo. Nico sacó rápido su celular del bolsillo y comenzó a mirar cualquier cosa, mientras Male sin saber que pasaba seguía hablando. Vane lo vió y entendió con Nico se estaba haciendo el boludo. Vane, algunos años después, le haría pagar caro ese desplante. 
Una noche, en que Male se sentía jocosa y con ganas de más, con muchas cervezas encima, se insunuó de forma completamente total con Nico. Le pidió que le hiciera un pibe, ya. Nico no entendía nada, pero Male comenzó a incitarlo y él, que no era un tipo frío percisamente se avalanzó sobre ella, poseyéndola con verdadero ahínco y ardor. Luego Male fue al baño a "lavarse" porque, todo aquello de haceme un pibe, era una broma hot del momento. Ambos rieron y se pusieron a ver proyecto Blairwitch mientras fumaban sin parar y comían algún que otro chocolate. En ciertas ocasiones se pedían comida y morfaban arriba de la cama sin dejar de ver alguna cosa. Era una sobredosis de tevé, porro, morfi y sexo, casi todos los días. Parecían un poco John y Yoko cuando eran Lennono, una pareja simbiótica imposible de separar. Ellos eran Nimale, una pareja de jóvenes despreocupados, un tanto inmaduros emocionalmente y, físicamente, parecían hermanos, cosa que a Male le encendía todos los ratones.  
A un mes del despido de Nico, vino el padre de visita y luego se los llevó en auto a la costa. Durante el viaje, fueron escuchando Les Luthiers, Pink Floyd y otras bandas más contemporáneas. Male viajaba adelante con el padre pero le ofrecía la mano a Nico que iba atrás de ella. El clima era frío y gris, como lo fue todo ese invierno. Al llegar a la casa de la madre de Male, desensillaron y comenzaron a repetir sus tradicionales caminatas playeras. Fueron a librerías a buscar nuevas adquisiciones, salieron a comer afuera, a pasear, en fin... a pasarla de pelos. Llegó también la hermana de Male con su marido e hija, y fueron todos a pasear al puerto a comer rabas. Male tenía sus recaídas típicas de bajón donde en un momento en que todos parecían estar pasando un buen momento, ella se caía y buscaba consuelo en frías y amargas latas de cerveza. Parecía ser lo único que le interesaba hacer, beber y beber. Pero esta vez Nico no le dijo nada, porque solita la hermana vió esta característica de su hermana y la retó a mansalva. Pero era inútil, enojarse con ella por eso era reforzar su mal hábito, porque por contraposición ella hacía exactamente lo que le decían que no hiciera. ¿Y entonces? Había que tener paciencia. Una mañana en que se quedaron a dormir en casa de su padre y éste se fue a trabajar al día siguiente, Male le dijo a Nico que fueran a hacer el amor a la cama grande. Eran como dos adolescentes expulsados del paraíso. Male ya había vivido historias así, la había curtido desde los quince, pero para Nico, que era un tardío en casi todas las cosas de la vida, esto era la gloria. Después de que cojieron duro en la cama gigante, Nico se puso a revisar la biblioteca del padre de Male y se agarró un par de libros de Ballard, díficiles de conseguir. Cuando el padre volvió vio el libro sobre la mesa del living y se cabreó por eso. Male lo suavizó pero Nico entendió que no había tanta confianza como para que le prestara un libro, así que volvió a su lectura de La mano izquierda de la oscuridad, que a cada página se volvía cada vez mejor. Otro día se fueron de paseo a los acantilados, y allí, entre fasos y birras, se asomaron hacia el vacío. Sobre todo Nico que nunca había estado allí y le pareció muy flashero. Pero cuando asomó su cabeza, un viento frío del sur lo empujó hacia atrás. Male pegó un grito de susto y se lo llevó a la rastra de allí. Vieron un bazar de diferentes objetos de cerámica con forma de ranas o personajes de los Simpsons, la serie favorita de ambos. Luego caminaron sin rumbo hasta que el frío del Atlántico sur los terminó de convencer que era hora de volver a casa. 
Cuando llegaron a Buenos Aires, Male empezó con los vómitos. De nuevo la secuencia del Evatest, y luego Baby Chek, y cuanta prueba de embarazo hubiera. Cuando ya no quedaban dudas, Male desesperada le pidió ir al hospital. Le hicieron los chequeos y salió que tenía un embarazo de riesgo por la dudoza posición del óvulo. Una recepcionista la felicitó y Male enojada le dijo a los gritos que no quería ningún bebé. Nico estaba angustiado ante toda la situación. Aunque era responsable, no recaía toda la culpa sobre él como la otra vez, pero aún así se sentía frustrado. Frustrado por el dolor que esto le ocasionaba a Male y frustrado porque en el fondo quería tener un hijo con ella. Pero la cosa parecía no darse nunca. Desde el momento en que ella se enteraba que estaba embarazada, se ponía como una fiera y quería que de inmediato le sacaran al doloroso intruso. A partir de la confirmación médica todo se repitió como en una mala secuela. Se fueron volando a la costa y allí, en el mismo lugar, todo se repitió otra vez. Los padres no sabían más que hacer, con ninguno de los dos, porque de alguna manera era como si los hubieran adoptado a ambos. Los padres de Nico estaban borrados y apenas su madre se entaraba de alguna que otra cosa. Nico fue con un fajo de plata y se lo dió al padre de Male. Éste se sintió conmovido y le dijo que no hacía falta. Que no tenía trabajo y que no se preocupara. Demás estaba decir que se cuidaran de una buena vez. Le pidió que si Male necesitaba algo, que él estuviera ahí para ella. Nico aceptó con mucha culpa, pero en el momento no se dió cuenta del verdadero pedido que el padre le hacía. Él, como buen padre, conocía a su hija y sabía que era una chica conflictiva, pero el amor que le tenía le impedía ser objetivo con ese tema. No podía reconocer que ella era la responsable de alguna mala situación, prefería endosar la culpa a su pareja. Pero Nicolás, ante esto sabía que las cosas eran así. ¿Quién se pondría en contra de su hijo? Él tampoco lo haría...
Al final, todo se resolvió rápidamente, ambos volvieron a Buenos Aires, y durante un tiempo se cuidaron con anticonceptivos, pero ella los odiaba por las hormonas y al final volvieron a las viejas y conocidas "gomitas" como le decían en tono jocoso. 
En agosto festejaron el cumpleaños de Nico en casa de ella, invitando a sus amigos. A la tarde, ambos tenían todo resuelto, ella tenía que pasar por la panadería a buscar la pizzetas y él por su casa a buscar las bebidas. Cuando Nico volvió a la casa de ella con las bebidas, la encontró borracha, en la cama, no había buscado las pizzetas y en una hora llegaban sus amigos. Nico pensó en cancelar todo pero no dejó que el boicot de Male se hiciera más grande. Pidió unas pizzas y luego fue a comprar una torta en Coto. Cuando llegaron amigos y amigas de Nico, Male continuaba en estado calamitoso, no había forma de que se rescatara. Nunca se habá comportado así con sus amigos, pero ahora sí. Cuando trajo la torta se fue al suelo y algunos amigos de él rieron. Nico estaba cansado de todo. Al día siguiente, cuando habló con Male, ella hizo lo de siempre; fingió demencia y decir que no recordaba nada. ¿Por qué había boicoteado su cumpleaños? Era algo que Nico nunca sabría, lo que sí sabría es que ya no volvería a festejar su cumple con Male, o sin ella. 
Male tenía una extraña obsesión con Nicolás y es que lo quería sólo para ella, hasta odiaba compartirlo con su hijo. Eso sí, si Nicolás le hacía alguna escena de celos entonces él era un psico, posesivo, hinchapelotas. Pero como los dos se merecían el uno al otro, cuando al mes siguiente a ambos se les vencía el contrato de alquiler, se les planteó la posibilidad de vivir junto, y después de ese invierno tan intenso del 2016, los dos creyeron que sería una buena idea juntar sus locuras en una sola casa...
  

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