viernes, 22 de julio de 2022

¿Está Nacho? 13

 Nacho bartender

"Me peleé con mi jefe"

Como a todos, cuando entramos en la vida adulta, llega un punto crucial en donde nos inventamos, nos reelaboramos y nos convertimos en algo que ni soñábamos de pequeños. Cada uno se fué para su lado, cada uno de nuestros caminos se abrieron y ramificaron y nos alejamos porque los caminos del señor son misteriosos...

Nacho había ido desapareciendo al punto de que ya no formaba parte de nuestro grupo de la primaria, ya casi nadie le escribía o llamaba para juntarnos porque, simplemente, nuestros caminos se habían bifurcado en la vida. Creo que a principios del 2006 hicimos un asado al que fué, esa noche nos sacamos una foto en la que salimos el Yorugua, Faca, Nacho y yo, en pose Los Intocables. Años después, esa foto fue trucada por uno de nosotros y borraron a Nacho, a modo de broma. Calculo que ya era el año 2010 porque se había compartido en Facebook (ya había comenzado la era Facebook con todo). Nacho, como era de suponer se molestó por la humorada y nos puteó en siete colores, como el cerro. Nos acusó, entre otras cosas de ser "unas envidiosas de su crecimiento" y no sé que paparruchadas más... Bromas aparte, cada vez que veíamos a Nacho por esos años, nos contaba que andaba laburando de bartender en bares y boliches. Primero empezó haciendo dibujitos en los cafés y luego revoleando unos mezcladores que creo que fué lo que vimos que andaba manipulando la última vez que fuimos a su casa, que no recuerdo exactamente el año, pero habrá sido a mediados de los 'dosmiles'. Una de las cosas que se convirtió en sintomática en Nacho (nuevas patologías sintomáticas nacheanas para variar) era un nuevo caballito de batalla y era decir que había renunciado a su laburo porque se había peleado con su jefe porque era un tarado y no sé cuanto y lamarencoche. La primera vez que nos lo dijo quedamos "Uh! Mirá vos, que warrior que es Nachito", pero cuando ya lo empezó a repetir cada vez que nos cruzábamos por la vida nos fuimos dando cuenta que era una nueva mitología Nacheana. Como toda mitología, quizás tenga algún ingrediente irrastreable de verdad, quizás la pasó una situación así en algún momento y se sientió re zarpado, pero el hecho de que cada vez que nos veíamos, y hablo cada muerte de obispo, quizás una vez por año como mucho, nos contara la misma historia como si fuera un hecho reciente. Como es característica clásica de Nacho, si uno afrontaba este hecho y le mencionabas que eso ya nos lo había contado, que dejara de ser chamuyero, él apenas esbozaba una defensa o sólo reía. En nuestras vidas personales nos podían pasar miles de cosas, trabajos, estudios, abandonos de estudios, enfermedades, abuelos que fallecen, novias, rupturas, viajes, etc, etc, pero cada vez que uno se volvía a re-vincular con Nacho era como volver a Catalinas Sur, volver a los 90s, volver a esas chanzas tan típicas de Nacho que nunca cambiaron. Quizás, él nos vea a nosotros y piense lo mismo: "Ah, este Santi, siempre igual desde que lo conocía allá por el 92 o 93..." No lo sé, lo que sí sé es que esto en Nacho es tan patente, su característica mitómana tan fuerte que es imposible no tener un fuerte deja vú cada vez que uno se lo vuelve a cruzar. Creo recordar que a finales del 2007 me lo crucé ahí por la calle Hipólito Yrigoyen y Bernardo de Irigoyen. Yo estaba con mi flamante novia Ana, unas amigas suyas, mi prima y sus amigas y algunos amigos míos. Una amiga de mi novia de aquel tiempo tenía los talleres de dibujo de su padre en esa calle que si mal no recuerdo eran también de Hermenegildo Sabat. Allí mismo nos hicimos nuestra propia fiesta y rancho aparte. Al llegar al lugar nos cruzamos con Nacho que iba a entrar a trabajar a algún bolichón del lugar. No recuerdo si nos dijo que se había peleado de nuevo con su jefe, pero no me extrañaría que sí, porque Nacho, siempre que lo veías te contaba algo y por lo general, en este nuevo siglo La anécdota Nacheana era la famosa cita "Me peleé con mi jefe". A partir de este momento, y si la memoria no me falla, a Nacho me lo empecé a cruzar cada cinco años aproximadamente. En el 2013 festejé mis treinta pirulos en una casa del centro donde vivía una compañera de laburo con su pareja. Allí vinieron mis amigos, algunos amigos de amigos, los chicos de la radio, Marina, mi novia de aquel momento de la cual me separaría dos meses después, y aparición sorpresa del año, vino Nacho!. Claro, yo había esparcido invitaciones a diestra y siniestra porque no se cumplen 30 años todos los días, pero no esperaba para nada ni mucho menos que vinieran todos, y sobre todo Nacho. Lo más loco de todo fué que cuando llegamos al lugar con mi novia, Nacho ya estaba ahí, esperando en la casa de mi compañera de laburo. De verdad que fue una tremenda sorpresa y me alegró su inesperada visita. Por aquel tiempo la amistad con mis compas de la primaria estaba en declive, y sólo un año después me dejaría de ver con el grupete aquel famoso de la primaria, sobre todo la caída del triunvirato Faca, Uru y yo. Al menos yo me alejé por diversas desaveniencias y nunca más nos volvimos a ver con Faca. Con el Uru intenté algunos acercamientos algunos años después pero la cosa estaba fría y no insistí más. Pero ese cumpleaños en que apareció Nacho fue un gran regocijo. Se puso a hablar a mi chica, una piba 8 años más chica que yo, Nacho le decía adelante mío que yo era un roba cunas, un chupasangre y que tuviera cuidado conmigo, en fin, las típicas desubicaciones Nachescas, tan tradicionales. Por supuesto que me cagué de risa, en cambio Faca, me dijo aparte "Es un desubicado, no cambia más este pibe", y bueno, le dije que era así, 100% Nacho. 100% NACHO.

Nacho, un amigo, y adiós!

Como dije antes, después de aquella noche no lo volví a ver por unos largos e intensos cinco años más. En mi vida, como en la de cualquiera, pasó de todo en ese tiempo. A finales de ese 2013 conocí una chica en mi trabajo y comenzamos una ardua y larga relación sexoafectiva. Muy intensa, con altibajos, ideas y venidas, viajes y convivencias, rupturas y brotes... En medio de esa batahola me volví a cruzar con Nacho de casualidad, una última vez. Era febrero o marzo del 2018, y mi chica, la Maguita, me había corrido de nuestro depto por cuestiones que ya ni recuerdo, pero supongo que por discusiones, por hartazgo mutuo, etc. Estaba durmiendo en una colchoneta en lo de mi vieja. Andaba muy bajoneado y estaba fumandome un pucho en la puerta de mi trabajo, una librería ahí frente a Plaza Armenia, Palermo. Serían las 4 o 5 de la tarde. En eso ando mirando a la gente pasar, cuando veo que viene caminando Nacho ahí por Costa Rica. ¿Que hacés boludo? Nada, trabajo acá y ¿vos?. Acá a la vuelta, en un bar nuevo zaraza, porque laburaba en otro lado y tuve una pelea con mi jefe... Me quedé mirando a Nacho pensando "estamos en el 2018 y Nacho sigue repitiendo la misma fórmula desde el 2005 por lo menos... no lo puedo creer" pero más que indignarme me alegró el día, le dije que me había separado y me le eché en los brazos a llorar, no pude evitarlo. Nacho, muy sorprendido me consoló como pudo. Me dijo que él también se había separado hacía un par de años de una novia japonesa que tenía. Que también le dolía y bueno... esas cosas. Yo intenté componerme y le agradecí la empatía. Nacho, un poco conmovido me dijo que contara con él, que "nosotros" éramos sus amigos, siempre. Creo que casi vuelvo a quebrar. Para mí hacía años que ya no existía un "nosotros" como grupo de amigos, y Nacho hacía más tiempo que iba y venía como un fantasma en nuestra vidas, sin embargo, ahí estaba él, diciendo de una manera implícita que más allá de todo el camino recorrido, de todo el agua bajo el puente y todo el tiempo pasado, ahí estaba él. Firme junto al pueblo. Para él, la amistad no consistía en acordarse de los estúpidos cumpleaños, ni vernos todas las semanas, ni todos los meses, ni siquiera todos los años, era algo que trascendía todo aquello, era hermandad sellada por el valor que le da el tiempo a un vínculo que nunca se corrompió. Y de verdad, después que Nacho siguió de largo, me sentí mejor respecto a mi asunto. Fue una visita casi como de película, como el ángel guardián que te viene a recordar que somos mortales, que todo lo demás no importa tanto como creemos y que la amistad, a veces se manifiesta, no de la manera convencional que pensamos, si no que muta y tiene prolongaciones insospechadas. Nacho es un gran amigo, aunque no nos veamos nunca, o casi nucna, pero sé que él está ahí, él me considera su amigo y yo a él. Y quien sabe, quizás el año que viene nos volvamos a cruzar...

jueves, 21 de julio de 2022

¿Está Nacho? 12

Nacho y las mujeres

"Tengo un volquete en el pantalón"

En aquellos días de incipiente hormonalidad puber, todos (o casi) estábamos intentando acercando al sexo opuesto. A veces de manera torpe e infantil, pero acercamiento al fin. De todos nosotros, el yorugua parecía tener un problema con ese asunto y de a poco dejamos de invitarlo cuando la salida incluía chicas, que podían ser amigas o un grupo de muchachas random conocidas de alguno de nosotros. El tema es que nuestro amigo oriental se ponía nervioso ante la presencia de féminas y eso terminaba en una actitud agresiva muy pianta chicas. Nosotros no queríamos saber nada con ese tipo de actitudes y la verdad, ya estábamos hartos de salir siempre entre nosotros y hacer la misma rutina que veníamos haciendo desde que comenzamos la secundaria, por no decir la primaria. Entre Faca y yo, teníamos la ávida sed ariano-leonina de salir con chicas, y aunque no pasara nada, al menos diversificar al grupo, escuchar a las chicas, compartir las cosas que nos gustaban con ellas como música, películas y simplemente divertirnos. El otro que parecía interesado en este tema era Nacho, y cuando con Faca aparecimos en el barrio con un par de compañeras de su colegio, Nacho arqueó las cejas y se mostró interesado. Volvió a nuestro redil del cual venía apartándose paulatinamente desde que habíamos comenzado la secundaria. Una noche de octubre del año 2000, fue que vinieron Gaby y Melona. Yo salía de una kermese con los Scouts del barrio y de a poco me apartaba de ese mundo de la niñez para abrazar otros intereses. Cuando conocí a Melona me quedé fascinado, no sólo porque era una morocha linda sino por su actitud irreverente, y un poco arrabalera. Intenté con todo mi empeño no parecer un idiota, pero en breve me enteré que tenía novio y simplemente me relajé. Gaby estaba muy enganchada con Faca pero este la veía sólo con ojos de amigo... En cambio Nacho no paraba de mostrar sus plumas de pavo real. Parecía que a nadie la causaban gracia sus chistes y su personalidad no resultaba muy atractiva. En determinado momento nos miramos con Faca pensando que había sido una mala idea invitarlo, hasta que... no sabemos como termina cantando Mil horas de Los abuelos de la nada. Pero cambiando la letra, en vez de tengo un cohete en el pantalón, lo cambió por tengo un volquete en el pantalón. Nos causó gracia pero Nacho estaba convencido de que la letra era así. La convicciones nachescas eran más divertidas aún que su propia mitomanía característica. Al final terminamos teniendo una noche divertida, colgados de las hamacas frente a la iglesia de los Emigrantes, donde pocos años antes todos tomábamos la Comunión para recibir el cuerpo y la sangre de Cristo. 

Al año siguiente, para agosto del 2001, yo estaba hasta las orejas metejoneado con Melona. Tanto es así que me había cambiado de colegio para, en parte, ir al mismo colegio que ella. Sin embargo, ella me tiraba onda pero a la vez seguía con su toxi-relación. Como un boludo me metí ahí cuando mi consciencia, esa entrometida me decía que no lo hiciera. En fin, la cuestión es que fuímos a bailar a ese boliche que estaba en Puerto Madero que ya no recuerdo el nombre y que parecía esa construcción famosa de techos random medio deformes que existe en Sidney. En fin, la cosa es que toda esa noche Melona me tiraba onda de una manera retorcida. Yo no terminaba de animarme a encarar, estaba demasiado sobrio y cohibido. Si mal no recuerdo con el único amigo que fuí esa noche fué el gran Nacho. Debo decir que se comportó como casi ningún amigo en mi vida. En algún determinado momento de la noche, la veo a Melo sentada con un pibito más chico que ella, se lo chapa y me mira mientras lo hace. Pierdo los estribos y saco al flaquito a volar lejos. El pibe no entendió nunca nada, pero salió corriendo y Nacho me agarró por detrás, todos estábamos muy conmocionados. Nacho temía que el pibe fuera a buscar a los temibles patovicas. Melona se fué rajando al baño y yo seguía conmocionado. Sin entender bien que carajo había hecho. Cuestión que Nacho me sacó del boliche aquel y nos fuimos a caminar a la madrugada por la Costanera Sur, charlando, hablando, cambiando de tema, hasta que pude volver en mí, cosa que me costó bastante. Cuando ya era la madrugada cada uno encaró para su casa, y todo quedó ahí, pero nunca le pude agradecer bien a Nacho que me "salvara" aquella vez de toda aquella absurda situación, en verdad que Nacho, fuera de su personaje, podía convertirse en el amigo más fiel y protector de todos.

Otras tardes

Hacia el verano del 2002 salimos con Gaby y Paula, Nacho no cejó un milímetro sun intención hacia ella. La abrazaba de manera insistente y era la primera vez que se veían. Paula se terminó quejando de lo pegajoso que era nuestro amigo "alternativo" de piercings. Lo excusamos diciendo que no era malo, sólo un personaje. Ninguna quería volver a verlo. Pero a Nacho no le decíamos esto. Simplemente dejábamos de invitarlo, y esa situación, también poco a poco fue alejándonos cada vez más. 

También, a partir del 2003, con la secundaria finalizada por todos (o casi todos), salimos con otras chicas, una de ellas "La Colo", que sigue siendo mi amiga hasta la fecha, era una pelirroja alternativa, bajita y muy linda, pero muy tímida también. Nacho cuando la vió se enamoró perdidamente de ella. Un poco también la acosaba pero no de una manera violenta, sino más bien torpe. El gran pecado de Nacho era su torpeza y falta de delicadeza, y un siempre hablar un poco de más. Nos lo perdonábamos porque para nosotros era casi como un hermano, medio bizarro, pero muy querido al fin, pero las chicas no soportaban mucho sus intentos desmedidos y poco sutiles de levante. Nacho era un apasionado total, mucho más que cualquiera de nosotros y eso que todos lo éramos de alguna manera. Pero lo de Nacho era fuera de lo común. Una noche, en la que no cejaba en sus molestias respecto a que le hiciéramos gancho con la colito, lo paré en seco y le dije que ella estaba conmigo, o que habíamos salido y que su boca tenía gusto a frutilla. Él, poco menos que se convirtió en Rafa cuando Lisa le rompe el corazón. Noooo maldito, me dijo. Te odio. Bueno Nacho, ya está, no jodas más con la colo, le dije. Y después de eso no volvió a pesadear más, pero era difícil controlar sus pasiones y también entendimos que si queríamos tener nuestras amigas con Nacho era mejor no contar. Me apena esta situación pero por otro lado, siempre que veíamos a Nacho era porque alguno de nosotros se comunicaba con él, lo llamaba o simplemente pasaba a tocarle el timbre como en el famoso "¿Está Nacho?" porque de su parte casi nunca salía la intención de verse con nosotros. Yo creo que para bien o para mal, tenía sus motivos y era entendible, pero los caminos se divergían, todos crecíamos y era algo inevitable. Sus comentarios fachos en ascenso tampoco ayudaban mucho porque así como él endurecía su posición, nosotros, en pleno ascenso del primer Kirchnerismo, también hacíamos lo propio. Hubo algunas veces que fuímos a Requiem y a Pop City con Nacho, ese antro ochentoso que estaba tan de moda a principios de los 2000 en esa trampa mortal que era el subsuelo de Union e benevolenza y donde una chica iba por la pista de baile repartiendo gajos de naranja o mandarina. Pero con la tragedia de Cromagnon a finales del 2004 se terminaron esas noches de jarana en aquellos antros y fin de la historia.

A partir del 2005, las apariciones de Nacho son cada vez más espaciadas y esporádicas. Ya no salimos en modo grupo o si lo hacemos él ya no es de la partida, nuevos amigos, nuevas voces, nuevos ámbitos nos fueron separando cada vez más, pero empieza a suceder algo extraño y son las apariciones "mágicas" de Nacho del tipo cruzártelo en lugares insospechados.  

miércoles, 20 de julio de 2022

¿Está Nacho? 11

Disco 2000

Uno de aquellas noches salimos a bailar Nacho, Faca y yo. El resto del grupete no tenía interés y nosotros, (Fac y yo), teníamos interés, pero en ligar con chicas. Ya estaba siendo tiempo de averiguar de que trataba todo aquel rollo del sexo opuesto. Nacho ya era todo un experto en salir a bailar, Faca un poco menos y yo, poco y nada. Fuimos a ese lugar nefasto conocido como Los Arcos. Fuímos porque nosotros le pedimos a Nacho que nos lleve por las cuestiones antes mencionadas. Y la verdad que el lugar era una mierda. Música pésima (meneaito y demás aberraciones), tragos de la muerte (destornillador, séptimo regimiento, esperma de pitufo...), ambientes cerrados y viciados y gente borracha y estúpida. En un momento salimos de esos boliches construidos bajo el puente que anda a saber a que trasnochado se le ocurrió esa brillante idea, y nos fuimos a tomar algo al aire libre. Estando sentados en una mesa, veo que en una mesa, atrás de Nacho, hay tres flacos sentados ahí, con rostros derrotados como los nuestros. Uno de los flacos me mira fijo. En menos de diez segundos me pregunta a los gritos, a cinco metros de distancia: "¿Que mirás? ¿Te gusto?" A lo que mi rostro se transformó en un rotundo "What the fuck?" El flaco insistía en hacerse el patotero desde lejos y a mí me empezaba a brotar la furia de a poco. Nacho, bicho avizor, puso paños fríos a la situación diciendo que no le de bola, que seguro estaba borracho. Luego, entre Faca y yo, nos pusimos de acuerdo para boicotear la noche y darla por finiquitada. Nacho, muy a su pesar, dijo okey y nos volvimos caminando desde Los Arcos hasta Catalinas. ¿Por qué hicimos esa estupidez? No tengo respuesta. Supongo que la más corta y general sería decir "ADOLESCENCIA" que no es ninguna ciencia. En mi afán de romper las bolas y para amenizar la larguísima caminata, me puse a cantar Eleonor Rigby, pero solo un fragmento... "All the lonely people... y luego... all the people lonely" Y así, estuve como un disco rayado, repitiendo esa frase en el oído de mis dos pobres amigos hasta el hartazgo. Un verdadero papanatas. Me odiaron, pero también se rieron. Que otra cosa podían hacer. El camino por delante era largo, muy largo...


Pelea con Nacho

Tanto es así que por un buen tiempo, quizás un año, no nos vimos. O al menos, yo no lo ví. Apareció un día por el barrio mucho más flaco. Con piercings en la nariz, la lengua y la espalda. Parecía mucho más seguro de sí mismo y canchero. Nos pusimos a jugar a la pelota. Al loco para ser más precisos. En una de esas idas y vueltas comencé a bardear al pobre Nacho. Me reía de su look, de su actitud y de su nueva flacura. Sí, estaba hecho un idiota y no sé por qué me la agarré con él. Se me vino al humo y yo, agitado por tanta correría no atinaba más que a dar manotazos de ahogado. Nacho recibía el castigo estoico, sin quejarse ni demostrar dolor. Hasta que una patada le hizo doler el culo o algo así, se quejó y se rió. Luego siguieron algunas bardeadas entre nosotros y nos separaron. Todo quedó ahí, pero luego yo me sentí mal por haber sido tan cretino con el bueno de Nacho, que siempre, más allá de algunas zonceras, siempre se mostraba como un buen amigo, contenedor y muy gamba. 

martes, 19 de julio de 2022

¿Está Nacho? 10

 Es "Mate"

Cuenta la leyenda, que no sólo de "es óxido" vive la gente, ni mucho menos la mitología nacheana o "nachesca". También supo haber un famoso "es mate", o mejor dicho... "estaba tomando mate". Claro, sí, te creo y todo. 

Una de aquellas fabulosas tardes en que recalábamos en la casa de nuestro querido amigo, sucedió una cosa extravagante. En pleno corazón del colegio secundario, la sangre hervía, más para unos que para otros. Entre las cochinadas que Nacho solía tener como manga xxx, o videoscassettes con cintas sugestivas como "Callejón anal", también estaban las famosas revistas poro, género hoy casi extinto por obvias razones. Mientras mirábamos con creciente interés aquellas fotos sugestivas, notamos que algunas de sus páginas estaban pegadas. Nacho ¿que onda?, preguntamos. Su respuesta estuvo a la altura del mito: No, lo que pasaba es que estaba tomando mate. Una extraña costumbre la de nuestro amigo, matear mientras hojeas revistas porno... Un maestro!

Una extraña noche porteña

Hacia 1999 el grupo habia incorporado a un antiguo integrante, Juancho. Él había estado con algunos de nosotros en la jardín de infantes para luego pasarse al colegio primario privado del barrio. Durante toda la primaria casi no lo vimos, y apenas nos lo cruzábamos por el barrio de vez en cuando. Pero una tarde de verano de tantas, cuando ya estábamos en segundo o tercer año, nos lo cruzamos y quedó integrado para siempre. Por otro lado, Nacho empezó poco a poco a distanciarse de nosotros. No en malos términos, pero simplemente, cada uno tenía distintos intereses y Nacho encontró en otros muchachos la comprensión de su complejo mundo personal. Chicos con los que compartía su amor por la cultura japonesa, la música electrónica, y una vida bolichera que a nosotros no se nos daba. De a poco, Nacho fue espaciando sus participaciones en nuestras salidas y, en cambio, las de Juancho fueron en aumento. 

Una extraña noche en que salimos a caminar por San Telmo, Nacho nos llevó a la casa de un nuevo amigo suyo, muy cerca de Chile y Paseo Colón. Aquella en verdad fue una noche de esas medio extrañas, con un halo de misterio y magia difícil de explicar. Previo a ir a lo de su amigo, nos habíamos cruzado con una vieja que llevaba como decoración luces en su cuerpo, como si fueran luces rojas de Alto. Nunca entendimos la secuencia pero todos dimos por entendido que aquella era una bruja, lisa y llanamente. No faltaría mucho para que varios de nosotros nos empezáramos a fascinar con las lecturas de J.R.R.Tolkien y todo aquel mundo fantástico de magia y hechicería tan nerd, tan nosotros. 

Cuando llegamos a lo del nuevo amigo de Nacho, quedó en claro algo. Una nueva batalla se avecinaba y era la de quien era el mejor guitarrista de nosotros. Yo había tocado con unos compañeros del Fader entre primero y segundo año, pero tocar es un decir, porque en realidad sólo cantaba. Intentaba tocar la guitarra de mi viejo, pero estaba más verde que un kiwi menemista. El amigo de Nacho peló una Strato y se puso a tocar The trooper de Iron Maiden de una manera bastante intrépida y acelerada. Todos nos quedamos callados escuchando como realmente se tocaba la viola. Nacho se quejaba y decía que al él le gustaba más el estilo de Rammstein y Marilyn Manson. En realidad, era muy típico de Nacho querer mostrarse más cool y pesado que aquel que detentara algún gusto en particular. O más bien, mostrarse más RADICAL. 

Nacho Altamira o Nacho facho

Esto nos llevaría al tercer tópico de aquellos nebulosos años de secundaria y era el del despertar de nuestra consciencia política. Todos bordeábamos un pensamiento entre Radicheta, Peroncho y seudo Troskista, sin ser ninguno nada de todo aquello, ni saber en realidad muy bien que significaba todo eso, pero estaba claro que odiábamos la dictadura y cualquier movimiento represor de derecha. Pero Nacho, al cual jodíamos que se parecía a Altamira, o en realidad jodíamos por los afiches de la calle diciendo que Altamira era Nacho de viejo... Chistes aparte, Nacho siempre fue un inconformista y en su afánd e ser la oveja negra del grupo se tiró para la derecha. Comentarios como "negros de mierda", "planeros" y otros no tardarían en ir apareciendo y se irían acrecentando con el correr de los años. Pero pienso que en realidad, Nacho nunca tuvo un verdadero interés en la política, es un pobre asalariado como todos nosotros y en realidad repite discursos sin pensarselo muchas veces, quizás como todos nosotros. No trato de eximirlo de nada, pero creo que el fascismo de Nacho es más una pose que una postura. 


jueves, 14 de julio de 2022

¿Está Nacho? 9

Los encendedores de Nacho

Nacho, además de tener una inconmensurable cantidad de encendedores Zippo (del cual aún guardo uno) tenía una habilidad incomparable para bailar breakdance. Si, claro, ese baile había sido la sensación en la década pasada, pero en los noventas todavía se bailaba... en algunos antros a los que sólo Nacho podría asistir. El resto de nosotros no éramos muy bolicheros. A veces íbamos por compromiso con la edad, pero no disfrutábamos ese tipo de salida. Quizás más para finales de secundaria nos empezaríamos a acoplar con un poco más de convicción en las salidas bailables. Los movimientos espásticos de Nacho en la pista eran la comidilla del grupo, pero algo que rescato y que siempre me pareció genial de mi amigo es la capacidad para chuparle un huevo las críticas. Nacho siempre hacía la suya, era como era y no le importaba mucho el que dirán. 

Una de las cosas que se empezaron a desprender durante la secundaria fue un bullying medio nefasto hacia él. Por empezar, cuando íbamos de Catalinas caminando hasta Puerto Madero y de ahí a la Costanera, empezaron los juegos bruscos de empujarlo, meterle la traba. O simplemente descansarlo porque sí. Esta es una etapa gris en nuestra relación de la cual yo me siento en parte responsable. Como sucede en los grupos a veces y a esa edad, se toma de punto a uno del grupo para aliviar las tensiones y etcétera. No me quiero poner en psicólogo o Mario Santos. Y luego las gastadas porque tenía una tarjeta que decía gay.com, eso y que iba a bailar a Amerika... El gay.com fue un descanso eterno y las suspicacias acerca de su sexualidad no tardaron en llegar. Aunque sabíamos que era pura difamación, porque si hubiese sido gay quizás lo hubiéramos tomado de otra manera. Pero saber que no lo era nos daba carta verde para joderlo al respecto. Reitero, él se tomaba todo el asunto con mucha tranquilidad y humildad, como quien está seguro de sí mismo y con un grado de madurez que a nosotros evidentemente nos faltaba mucha, pero mucha sopa por tomar. Nacho, por su parte, se mostraba por encima del resto. Él podía convivir sin problemas con todos sus gustos y no tenía mayores conflictos con su ser. Nosotros en cambio, demostrábamos ser unos pendejos inmaduros y conservadores que se reían de lo que no podían o querían entender. En nuestra defensa debo decir que éramos el producto de nuestro entorno y nuestro tiempo. Hoy, por suerte, los adolescentes ya no tienen esos issues. Tendrán otros, pero no esos. 

¿Está Nacho?

Una tarde de verano entre 1º y 2º año, o 2º y 3º año, nos congregamos como siempre en el barrio. Esa fue una tarde que también quedó para la historia. Cuando llegamos al edificio donde Nacho vivía con su madre y su hermana mayor nos acercamos al portero eléctrico para tocar el timbre y si Nacho contestaba preguntar: ¿Bajas? y si no contestaba Nacho, entonces: ¿Está Nacho? Esa tarde atendió su hermana... Acá abro un paréntesis necesario:

(Delfina era la hermana de Nacho, dos años mayor. Ahora no me parece nada, pero en esa época, dos años era lo suficiente para que un hermano mayor, hombre o mujer, impusiera cierto respeto. El tema con la hermana de Nacho era que estaba loca. Pero no en el sentido figurado o superficial del termino. Realmente estaba loca. A lo largo de aquellos primeros veranos de secundaria la hermana pasó de ser una chica medianamente copada, aunque algo guarra, a convertirse en una verdadera villana y en el infierno de nuestro querido amigo. Ella simplemente lo odiaba. Nunca supimos bien los motivos aunque todos sospechábamos que no había ningunos. Ella simplemente odiaba vivir ahí, con su madre y su hermano. Lo bardeaba adelante de nosotros, lo maltrataba y él, como siempre, se mantenía estoico ante todo aquel desprecio. Una tarde que lo fuimos a buscar a Nacho para nuestras clásicas caminatas barriales, Nacho bajó con la cabeza vendada. Acababa de tener un altercado con su hermana. Al parecer, ésta la había pegado con un candelabro en la cabeza en un ataque de ira feroz. Los motivos nunca fueron claros pero él solo se intentó defender gritando "Delfi, no me pegues, te quiero..." Pero ella le siguó pegando diciendo que ella no lo quería. Que lo odiaba. En fin... yo he tenido peleas con mi hermano, pero debo decir que a ese nivel nunca llegó la cosa. Sospecho ahora con el tiempo que ella sufría algún tipo de trastorno psiquiátrico, pero no sé, otra vez no quiero pecar de seudo psicólogo. La cuestión, es que Nacho estaba destrozado por lo que había pasado. Realmente conpungido. Nunca lo había visto así y nunca lo volvería a ver así. Siempre nos había parecido una cretina la hermana, peso esa vez, todo se había ido al real carajo. La odiamos y hasta queríamos vengarnos porque sabíamos que él no haría nada al respecto, pero Nacho nos llevó de allí y trató de despejarse con nosotros que estábamos demasiado indignados por todo el desagradable asunto. Con el tiempo nos enteramos que la hermana estaba embarazada de un tipo que le gustaba y que luego la abandonó. Tuvo un pibito y todo eso afectó aún más la convivencia de aquella familia. La madre de Nacho nunca estaba en la casa. Nunca. Estaban ellos solos y todo eso era una bomba de tiempo que no tardaría en detonar, hasta que detonó. No recuerdo si después de este hecho violento volvimos a ver a la hermana o Nacho nos dejó subir, pero lo que sí sé es que no la queríamos ver ni en figuritas.)

Como decía antes, tocamos el timbre y atendió su hermana con mala onda. Yo pregunté: ¿Está Nacho? No, no está. Respondió ella de mala manera, y antes que pudiera preguntar si sabía a donde había ido o cuando volvería, nos despachó con que no sabía ni cuando ni a donde había ido. Se la notaba muy alterada y de mal humor. En vez de putearla opté por volver a preguntar ¿Está Nacho? Eso la enfureción aún más y largo toda una retahíla de puteadas en multiples colores. Luego de eso, se quedó en silencio esperando, cosa que rematé con un ¿Está Nacho? insistente. Mis amigos se carcajeaban de risa y yo por adentro también. Ella nos dijo pendejos de mierda, etcétera y cortó. Pensé volver a tocarle el timbre pero ya estaba todo dicho. NO valía la pena y para nosotros, esa había nuestra leve, fría y sutil venganza. Creo que no me equivoco cuando digo que nunca más la volvimos a ver. A veces le preguntábamos a Nacho acerca de su hermana y el hijo, pero era un tema doloroso que Nacho evitaba mencionar. Sólo que se había ido y que no se hablaban. 

martes, 12 de julio de 2022

¿Está Nacho? 8

 La secundaria, pabellón y después

La música y Nacho

Cuando terminó la primaria, como suele suceder con aquellos que cursan en colegios que no tienen secundaria, sobrevino el desbande para todos. Al principio fué chocante y reinó la desorientación. Pero luego, a costa de un férreo intento de nuestra parte por mantener unido al grupo, buscamos la forma de seguir viéndonos los fines de semana. O al menos de vez en cuando. 

Por lo que recuerdo, luego del verano anterior a iniciar la secundaria, pasamos por un tiempo sin vernos. Entre todos. Simplemente se cortó el contacto porque cada uno estaba ahora conociendo nuevos amigos, compañeros, gente de sus respectivos colegios. Pero con el tiempo y ante la frustración de aquellas nuevas amistades, más salvajes, con menos raíz, más funcionales a un sistema educativo que por lo general, tiende más a desunir que a unir a sus alumnos, finalmente nos volvimos a re vincular. 

Cuando eso sucedió, parecía que había pasado un siglo. Nos reímos de uno que todavía no tenía pelos en las piernas. Otro había vuelto de un viaje a Misiones y se la pasaba jactándose de que había perdido su virginidad. Todos curtíamos algún mambo diferente al que detentábamos cuando habíamos terminado séptimo grado. En los hechos, por ahí sólo había pasado medio año, pero parecía que hacía mucho más tiempo que no nos veíamos. Cada uno con una realidad diferente en su vida y en su colegio en particular. Eran tiempos de cómics, de películas y poco o casi nada de dibujos o juegos que no fueran el fútbol. 

En medio de ese maremoto de cambios, había algo que ya empezaba a picarnos quizás ya desde séptimo, pero que ahora cobraba un tremendo vigor y era la música. El arte de Euterpe era un medio de identificación muy poderoso y con el transcurso del primer año se iría intensificando cada vez más. Cada uno buscaría músicas, bandas, sonidos y movidas que los identificarían. Podía ser un subgénero cerrado como el punk, o algo más amplio que incluyera todos (o casi todos) los subgéneros de un género. Éste último fue mi caso, no así el de mis compañeros de secundaria que se abocaron al punkrock con absoluta devoción y desprecio por todo lo demás. En el caso de mis ex compas de primaria, la cosa no fué muy diferente. Estaban aquellos que todavía no se enganchaban con la música como Faca y el yorugua, y otros como Gondo que se habían convertido en especialistas de subgéneros que de tan sub ya ni siquiera uno sabían hasta que punto no eran un invento de ellos. En el caso de Nacho la cosa fue simple. Nacho abrazó la música electrónica, y un estilo de piercing, pelo parado y ropa de bolichero de los arcos, bien de finales de los noventas. A nadie o casi a nadie le gustó este nuevo estilo nachesco. Parecía una parodia de sí mismo, pero ok... estábamos en la secundaria, iniciandola, y la verdad es que ninguno era algo muy digno de verse. La edad del pavote a la enésima potencia. Poseíamos cuerpos deformes, híbridos de cuerpos de niños y adultos, cuerpos en plena etapa del desarrollo, creciendo a veces de manera desproporcionada, una mutación deforme, con acné, grasa y bello incipiente. Todo muy feo y desagradable. 

Tenemos entradas

Una anécdota que vale por todo aquel fulero 1997 es que en determinado punto del año, no recuerdo exactamente si a mediados, pero por ahí, nos juntamos en plan de ir al cine. ¿La película? No la recuerdo porque nunca llegamos a verla. ¿Es nuestro querido protagonista responsable de este hecho? Probablemente sí, o no. Ya no importa. La cuestión es que en aquellos tiempos, en general, se estilaba ir a la peatonal a ver una película. Calle Lavalle. Allí estaba el cine Atlas y otros. Cuando aquel día, no recuerdo si un sábado o un feriado, llegamos al centro lo primero que hicimos fue sacar las entradas. Estábamos Nacho, Gabo, Uru, Faca, alguien más y yop... Como teníamos que hacer tiempo, y como buenos noventeros pasamos por los fichines y luego por el McDonalds que está en Lavalle, casi llegando a la 9 de julio. Una vez ahí sentados, se nos acerca un flaco que se sienta con nosotros. Tenía aspecto de Rollinga. Al principio se nos hace el simpático pero luego cambia de tono y nos amenaza. Dice que le demos todo el dinero que teníamos, que lo pusiéramos en la mesa y que si nos hacíamos los vivos nos quemaba ahí mismo a tiros. Al principio dudamos y de a poco empezamos a tirar los tristes billetes y monedas sobre la mesa. El Rollinga se estaba dando un festín. A mí me pintó hacerme el boludo y sacar lo menos posible, pero el rollinga me observó y me dijo "vos te estás haciendo el gil, poniendo cara de boludo, largá la guita o te quemo". Bueno, terminó por convencerme y saqué toda, TODA mi plata, que visto a la distancia serían 25 pesos como mucho, pero bueno... el dinero valía otra cosa. A todo esto nunca vimos si tenía un arma o no, pero tampoco n yo ni nadie se animaba a chequearlo. Él nos dijo que estaba acompañado, que había otro, pero sinceramente no vimos a nadie. Cuando el flaco recogió todo su botín y parecía dispuesto a retirarse, nuestro querido amigo Nacho abrió la boca de forma socarrona: "Dale, apurate que tenemos entradas para el cine". El rollinga no se lo pensó y nos dijo que le diéramos las entradas también. Se las dimos. El flaco se fué con una sonrisa maligna en su rollinga rostro y nosotros lo miramos a Nacho como si todo el asunto hubiera sido culpa suya. Después nos volvimos caminando hasta Catalinas sur, puteando a Nacho por lo bajo y no tan lo bajo, en una tarde frío, de viento y llovizna porteña. Terminamos en lo del yorugua contando lo que nos había pasado y el viejo charrúa que al principio parecía indignado, lanzó una atronadora risotada. Nos dijo: "Les vieron la cara". Y tenía razón. Todos nosotros éramos tan, pero tan pichis, que nos hicieron la guita y las entradas con una simple amenaza verbal. Nosotros éramos cinco (o seis) y ese flaco, uno solo. Nos enojamos con Nacho, pero en el fondo, todos y cada uno de nosotros estábamos enojados con nosotros mismos por haber sido tan ingenuos y perejiles. Eran tiempos duros y difíciles, pero nos dimos cuenta que ya no podíamos andar por la vida como los nerdis simpaticones que habíamos sido durante la primaria. 

lunes, 4 de julio de 2022

¿Está Nacho? 7

 El final de la primaria

Un grato recuerdo

En 1994 fuimos Nacho, su mamá y yo al cine. Vimos Stargate y en esa época las películas se veían más que nada en los cines del microcentro. Cine Atlas por ejemplo era un clásico. Otros cines de los 90s que me gustaban eran los que estaban en el shoping Paseo Alcorta. Ahí vimos Batman Forever, Batman & Robin, etc.

La cuestión es que cuando vimos Stargate quedamos muy fans con Nacho de esa peli. Ambos hacíamos dibujos de los personajes en nuestra clase de plástica. Existía cierta competencia no explícita acerca de quien era el dibujante del curso. Durante los primeros años fuí el líder indiscutido del dibujo en nuestro grado (o eso me gustaba pensar). Pero con el correr de los años fueron apareciendo otros compañeros que fueron poniéndose a dibujar muy bien, y hasta a superarme. Al principio me jodió. Después, me pasó a chupar un egg. Nacho era uno de aquellos que dibujaba bien, ni mejor ni peor, pero tenía su impronta nachesca. 

Un dúo capocómico

Nacho y Gabo eran los personajotes del curso. Cada uno a su manera era tan najes que uno no podía decidirse sobre quien era más nardo. Es cierto que Nacho tenía más picardía, y Gabo era más como un niño con un cuerpo de un gigante. Lo más extraño del asunto era que entre sí no se llevaban muy bien. Solían pelearse y bardearse a niveles insospechados, sobre todo si uno tiene en cuenta que ambos no eran de hacerle bullying a nadie, pero entre sí tenían la necesidad de bastardearse feo, quizás para demostrar que el otro estaba por debajo de su nivel. Onda que uno después diga "hasta Nacho te descansa" o viceversa "hasta Gabo te descansa". En fin, un dúo que nos hacía reir mucho cuando empezaban a bardearse entre ellos, por lo absurdo de todo el asunto. Uno tiende a pensar que ante determinadas situaciones, personajes así deberían tejer alianzas en contra de los bullers, pero no. Ellos se peleaban para ver quien era menos nardo ante la mirada ajena. Y al resto no nos importaba mucho quien salía victorioso de aquel asunto. Ambos eran muy queribles. 

Fin de curso y un breve adiós.

Para 1996 llegamos finalemente al tan añorado séptimo grado. El año del egreso, de final de la primaria y de una etapa que nos marcó la vida para siempre. Desde que empezamos en 1990, con el mundial del Italia, con un Menemismo incipiente, con el final de los cortes de luz, los australes y los últimos levantamientos carapintadas para llegar a una avanzada década de los noventas, con una Argentina dolarizada, irreal, de brutos contrastes y donde el sueño del primer mundo estaba empezando a desinflarse a ritmo acelerado. Nosotros, niños de 12/13 años mirábamos el mundo por televisión. En la radio sonaba el rock que pasaba Pergolini en la Rock & Pop, salía el disco Hasta luego de Los Rodriguez, canciones como Corazón de Los autenticos decadentes o La ventanita del Grupo Sombras eran las canciones antena de aquellos tiempos bizarros. Más allá de estas postales de época, nosotros bailábamos todo aquello, a veces a disgusto (mi caso), y hacíamos todas las cosas que se espera que hagamos a esa edad. Ir a los bailes del colegio, juntar plata para el viaje de egresados, y todas aquellas cuestiones que nos parecían tan importantes. ¿Y Nacho? Nacho vivió su año más apócrifo. Era una especie de fantasma durante todo el año. Caminando chuequito. Menos rubio. Un poco menos gordito. Pero ahí andaba. El hacedor de grandes frases como "es óxido" entre otros grandes hits, parecía desinteresado de todo. Quizás en lo único que sí compartíamos algo era en el creciente interés que estábamos empezando a tener con las chicas. Un crescendo imperceptible y hormonal empezaba a hacer eclosión con nuestros intereses más puros e infantiles. Pero una completa inoperancia para lidiar con las chicas nos hacía ver bastante torpes y poco interesantes. Por aquellos últimos años solíamos hacer esporádicas reuniones pajeriles pensando en chicas. O quizás sólo competencias de haber quien lograba algo más que solo tenerla parada. Pero estábamos tan verdes que ni pelos teníamos. Y eso era todo. Nacho parecía un poco más desarrolado (quizás por ser un poco más grande) pero en lo que compete al trato con chicas tan o más inexperto que el resto de nosotros. Los eternos Cazafantasmas. Entiendo que uno puede elegir ser Peter Venkman, pero no, la mayoría de nosotros era Egon Spengler.

Lo que nos partió el alma fue cuando nos enteramos que Nacho no iba al viaje de egresados. Nunca supimos los por qués. Nunca preguntamos tampoco. Quizás cuestiones monetarias. Muy probable. Aunque quizás fué su propia decisión. Lo que sí, hemos extrañado a nuestro amigo en aquel inolvidable viaje a Córdoba de séptimo grado (Egre '96) Sí recuerdo que a Nacho lo jodían con la canción de La ventanita del amor, porque se le había roto una paleta. Que seres crueles...

Cuando terminamos el grado Nacho pasó por obra y gracia del espíritu santo (y yo también). Logramos cumplir con la escuela primaria y muy mal capacitados y preparados, nos esperaba una escuela secundaria que nos daría una bofetada en lo más profundo de nuestras madres. Todos quedaríamos dispersados en diferentes colegios de la capital. Casi ninguno cursaría con algún compa. Nacho creo que fue al Otto Krause, el yorugua al Pellegrini, yo al Fernando Fader. Todos, o casi todos terminamos bastante mal. Pero esa es otra historia.