miércoles, 20 de julio de 2022

¿Está Nacho? 11

Disco 2000

Uno de aquellas noches salimos a bailar Nacho, Faca y yo. El resto del grupete no tenía interés y nosotros, (Fac y yo), teníamos interés, pero en ligar con chicas. Ya estaba siendo tiempo de averiguar de que trataba todo aquel rollo del sexo opuesto. Nacho ya era todo un experto en salir a bailar, Faca un poco menos y yo, poco y nada. Fuimos a ese lugar nefasto conocido como Los Arcos. Fuímos porque nosotros le pedimos a Nacho que nos lleve por las cuestiones antes mencionadas. Y la verdad que el lugar era una mierda. Música pésima (meneaito y demás aberraciones), tragos de la muerte (destornillador, séptimo regimiento, esperma de pitufo...), ambientes cerrados y viciados y gente borracha y estúpida. En un momento salimos de esos boliches construidos bajo el puente que anda a saber a que trasnochado se le ocurrió esa brillante idea, y nos fuimos a tomar algo al aire libre. Estando sentados en una mesa, veo que en una mesa, atrás de Nacho, hay tres flacos sentados ahí, con rostros derrotados como los nuestros. Uno de los flacos me mira fijo. En menos de diez segundos me pregunta a los gritos, a cinco metros de distancia: "¿Que mirás? ¿Te gusto?" A lo que mi rostro se transformó en un rotundo "What the fuck?" El flaco insistía en hacerse el patotero desde lejos y a mí me empezaba a brotar la furia de a poco. Nacho, bicho avizor, puso paños fríos a la situación diciendo que no le de bola, que seguro estaba borracho. Luego, entre Faca y yo, nos pusimos de acuerdo para boicotear la noche y darla por finiquitada. Nacho, muy a su pesar, dijo okey y nos volvimos caminando desde Los Arcos hasta Catalinas. ¿Por qué hicimos esa estupidez? No tengo respuesta. Supongo que la más corta y general sería decir "ADOLESCENCIA" que no es ninguna ciencia. En mi afán de romper las bolas y para amenizar la larguísima caminata, me puse a cantar Eleonor Rigby, pero solo un fragmento... "All the lonely people... y luego... all the people lonely" Y así, estuve como un disco rayado, repitiendo esa frase en el oído de mis dos pobres amigos hasta el hartazgo. Un verdadero papanatas. Me odiaron, pero también se rieron. Que otra cosa podían hacer. El camino por delante era largo, muy largo...


Pelea con Nacho

Tanto es así que por un buen tiempo, quizás un año, no nos vimos. O al menos, yo no lo ví. Apareció un día por el barrio mucho más flaco. Con piercings en la nariz, la lengua y la espalda. Parecía mucho más seguro de sí mismo y canchero. Nos pusimos a jugar a la pelota. Al loco para ser más precisos. En una de esas idas y vueltas comencé a bardear al pobre Nacho. Me reía de su look, de su actitud y de su nueva flacura. Sí, estaba hecho un idiota y no sé por qué me la agarré con él. Se me vino al humo y yo, agitado por tanta correría no atinaba más que a dar manotazos de ahogado. Nacho recibía el castigo estoico, sin quejarse ni demostrar dolor. Hasta que una patada le hizo doler el culo o algo así, se quejó y se rió. Luego siguieron algunas bardeadas entre nosotros y nos separaron. Todo quedó ahí, pero luego yo me sentí mal por haber sido tan cretino con el bueno de Nacho, que siempre, más allá de algunas zonceras, siempre se mostraba como un buen amigo, contenedor y muy gamba. 

No hay comentarios: