martes, 4 de julio de 2017

El regreso de Barbarita y El debutante

Bardik se encontraba sorbiendo su precioso jugo de Huascarín verde, tan despreocupado como solo un jóven Saltamontés podía estarlo en esa etapa de la vida en la que lo único que interesa es rebelarse contra la tiranía de los adultos, escuchar Druc a todo volumen, y quizás tener algún primer acercamiento sexual con alguna compañera de colegio.
A Bardik le gustaba mucho Orialla, que se sentaba a veinte módulos adelante suyo, pero desde donde estaba, Bardik podía apreciar sus piernas perfectas, firmes, musculosas, verdes, peludas... en fin, hermosas. Pero como suele ocurrir en estos casos, Orialla solo tenía ojos para los mas atrevidos, los mas bravucones y rebeldes de la clase. Bardik, era un jóven de apenas 37.15 parsecs (o quince años terrícolas), que poco entendía de los problemas de género, diferencias, variaciones, complots y luchas genéricas. Todo eso le pasaba por el costado. Solo le interesaba conocer que-se-siente-tener-sexo.
Pero Bardik, recién descubría que se siente tocarse antenas y otras zonas erógenas, y tímidamente, tener algún atisbo de lo que puede ser un orgasmo, sin recurrir al Orgasmatrón de su abuelo, claro. De uso restringido solo para adultos sin pareja.
Esa tarde, al salir de la Casa matriz de altos estudios Saltamontescos, Bardik se acercó por detrás a Orialla, que le sacaba una cabeza de altura, y le siguió los pasos varias cuadras de forma sigilosa, sin que ella se diera cuenta de su presencia. Cuando ya no podía mas de la excitación, hizo lo que no debería haber hecho y le pellizco la cola antes de que ella entrara a su casa. Oriella se dio vuelta roja de ir, y sin pensar mucho en quien se iba a encontrar, estampó una certera piña en medio del rostro confundido de Bardik, quien salió moqueando y llorando verde del lugar. Algunos insultos de la joven acompañaron su humillación.
A la noche, Bardik, todavía muerto de vergüenza, urdía algún plan o artimaña para convencer al viejo Coronel Carlton de faltar mañana a clases, pero el Coronel, su padre, era un hombre tan inflexible como severo. Y todo esto solo podía terminar en alguna paliza interminable y sangrienta.
Luego de varias masturbaciones seguidas pensando en la piernas de Oriella, Bardik se sumió en un profundo sueño, pero sería despertado...
Un sonido atronador, como de explosión, se sintió en las cercanías de su hogar, y al asomar la cabeza por el ojo de buey, pudo descubrir que alguna especie de aeronave venida de algún otro rincón del universo, se había estrellado frente a su hogar. Bardik se puso sus pantalones elastizados, y salió corriendo al encuentro del extraño suceso. Quizás hubiera sobrevivientes. La escafandra se abrió. La nave gris y rodeada de vapor contaminante era de una tecnología bastante inferior a la de su raza, pero eso a Bardik no le interesaba, ya que de adentro salió un ser tan horrendo como cautivante a la vez. Tenía una larga cabellera amarilla, un traje de neoprene rojo hiriente, dos pelotas blandas y movibles en el pecho, y unas piernas largas, sin pelos, y de un color entre naranja suave y té con leche. !Era Barbarita! !Dominátrix interestelar! Conocida en toda la galaxia por su dominación y sublimación de todo género interplanetario. No había raza que se resistiera a su fuerza y que no gozara con su látigo. Una verdadera leyenda. Desvirgadora universal de tontos e ilusos.
Y a Bardix se le aflojaron las piernas. Barbarita se acercó con el ceño fruncido y agarró a Bardix por el cuello. Necesito esconderme, dijo y levantó con su otra mano su fusta castigadora. Bardix cerró los ojos, y luego decidió ayudar a la afamada sado-masoquista intergaláctica. La tomó de su mano y ante el asombro de ella, subieron a la carreta sónica de Bardik, y en dos segundos nos quedó ni rastro de ambos.
Ocultos en las cavernas, antiguos colmenares de sus antepasados, Bardik y Barbarita, se ocultaron toda la noche de la Inter Planetary Polizei. La IPP, la perseguía por varios crímenes de género contra machos de diversos planetas, sistemas y galaxias, a lo largo y ancho de todo el inabarcable universo.
Bardik le preguntó si le iba a hacer daño y Barbarita lo miró con preocupación. No te preocupes, no sos mi tipo, y acto seguido ella se dió vuelta y se durmió. Bardik la miraba muy interesado. Su cuerpo era parecido al de Oriella, pero sin filamentos, no era verde, su cara estaba llena de rasgos y fisonomías pequeños y extravagantes. Pero aún así, había algo cautivador en ella que le impedía dejar de mirarla y desearla.
A la mañana siguiente salieron de las cuevas y buscaron la nave de Barbarita, que la había teletransportado hacia un vado en el bosque. Entonces llegó la hora de la despedida. Barbarita le agradeció a Bardik su ayuda y cuando estaba yéndose lo invitó a subir a dar una vuelta en su nave, como agradecimiento. Bardik tuvo miedo y excitación a la vez, pero como era adolescente y no podía mas de deseo, cedió a la excitación a las corridas.
Barbarita lo llevó a dar algunas vueltas por aquel sistemas de tres soles y veinticinco planetas conocido como Sistema Drágbart. Después tomaron algunos Huascarines verdes y Barbarita lo invitó a sentarse con ella en su gran nido de fricción. Bardik sabía que la mayoría de los que estaban con Barbarita morían. Felices, pero morían al fin. Y él aún sentía deseos de hacer algunas cosas, conocer otras chicas, viajar por el mundo.
Barbarita se sentó al lado suyo y le acarició la piel verde. Me re caliente el verde. ¿Sabías eso, bichito? Bardik, ante estas palabras se excitó tanto que se acabó encima. Pero Barbarita fue comprensiva con el extraño alien primerizo, y lo hizo desnudarse, tomar una ducha tibia y luego lo montó dulce y suavemente, como sólo ella podía hacerlo. Bardik duró algunos minutos mas, y luego lo intentaron de nuevo y Bardik duró un rato mas, pero en esta ocasión, Barbarita sentía que no importaba tanto su propio placer. Era un agradecimiento por no llamar a la IPP y esconderla en aquellas cuevas.
Bardik se sentía otro después de esta experiencia. Mas allá del principio de placer, descubrió que era el sexo, aunque fuera intergaláctico, y estaba mas seguro consigo mismo.
Luego de que Barbarita lo dejó en su casa un rato después, y desapareció para continuar con sus aventuras, Bardik se quedó acostado en su cama mirando el techo de su habitación, rememorando toda la secuencia con Barbarita, y en que ahora podría hacer las cosas mejor con Oriella, y que había aprendido algunas cosas, y... que nadie nunca jamás le creería que había debutado con Barbarita. !Nunca jamás!