jueves, 30 de noviembre de 2023

Temporada de birras (11)

Había canciones que Male insistía en hacerle escuchar a Nico, casi como si quisiera influenciarlo de la misma manera que rechazaba toda (o casi) toda influencia de él. Uno de los temas que le ponía con insistencia era Ca plane por moi de Plastic Bertrand, un cantante punk medio anfibio y de difícil descripción. El tema estaba bueno porque rozaba entre lo punky y bizarro, cantado en francés y con un corito doo-bop muy cincuentas que cortaba la retaíla con insistencia cada seis estrofas. Y canciones como Kitty kat, Carita de alfajor, un video de Saruman cantando como si fuera un cantante de ópera y demás bizarreadas que Male consumía a diario en su soledad por la página de la Y griega roja. Más cerveza roja, mucha marihuana y un descanso del ácido... A todo esto Nicolás a veces intentaba meter bocado pero como era casi imposible se enfurruñaba y otras vez terminaban peleando. Sin embargo, no todo estaba tan mal. Habían logrado congeniar sus vacaciones en sendos laburos (algo bastante difícil de conseguir en general) y la primer quincena de enero era toda suya. Decidieron pasar Navidad con la familia de él y Año nuevo con la familia de ella. Ambos estuvieron de acuerdo que partir hacia la casa de montaña de su hermana hippie era lo mejor para vacacionar. Nicolás estaba entusiasmado ya que hacía casi cinco años que no viajaba para esos pagos. En ese momento de su vida, eso era un montón, pero luego aprendería que estaba mal acostumbrado. Antes, entonces, hicieron una parada estratégica en la casa de su madre para pasar año nuevo. Era una linda casa y vivía cerca de su tío Alberto, pero ese verano Nico decidió dejar de lado a su familia y abocarse solo a la de Male. Pasaron una hermosa Noche vieja y todo estaba de maravilla pero Male... sentía náuseas y vómitos cada vez más frecuentes, le dolían sus pequeños senos y se snetía extrañamente susceptible (aunque eso era parte de su estado natural constante). Esa tarde del 31 se escapó a la farmacia pero sin decirle nada a él. Después de comer se fueron a acostar y todo estuvo de maravilla pero a la madrugada... Nico fue zarandeado por Male quien le pidió que le acompañara al baño y allí se hizo la prueba del embarazo instantáneo. Nico no terminaba de despertarse ni de entender bien la situación. Eran las 7 de la mañana del 1º de enero y la confirmación fue casi instantánea. Male estaba recontra embarazada. Nico se sintió un imbécil de cabo a rabo. Sabía que todo esto era su responsabilidad pero prefirió guardarse para no echar más leña al fuego. Male en ese momento se encontraba procesando un abuso que sufrió en la infancia de parte de un familiar, y  estaba pensando como decírselo a su padre. En medio de todo este conflicto, se presentaba esta situación que Male tomo casi como un tragedia. De inmediato planteó que tendría que abortar. Nico, ante esta determinación de su pareja acompañó su decisión, aunque brevemente fantaseó con que tuvieran un hijo. Pero como Male no quería saber nada con el asunto ni siquiera lo mencionó. Después de todo era su cuerpo y la cagada se la había mandado él por entregarse a su instinto de animalito más básico. Nico sentía que ya olía los momentos en que su novia se encontraba ovulando fuertemente y algo en él lo casi empujaba a poseerla a como diera lugar. Pero, entendía que debía anteponer su lógica de humano ante tamaña fuerza procreadora. Fueron juntos a contarle a la madre que se alegró, pero leyó en la cara de su hija la angustia y preocupación. Preguntó una vez si eso era lo que queríamos los dos. Male asintió y luego lo miró a Nico quien asintió a su vez. La madre se encargó de llamarlo al padre de Male y contarle la nueva (no tan buena). A partir de ahí, Nicolás vió precipitarse y destruirse sus vacaciones planeadas en dos segundos. Pero los padres de ella se encargaron de buscar un lugar conocido, donde Male ya había ido en su adolescencia, y todo fué bastante veloz. Nico ofreció pagar pero los padres de ella le dijeron que se quedara tranquilo. Él la acompañó lo mejor que pudo en los días que siguieron a la intervención. Male estaba en la cama de su madre, dolorida y callada. Nico le compró algunas películas y algunos libros. Vieron juntos Life of Pi que les encantó a ambos. Él trató de brindarle todo el amor posible y ella lo percibió. Postergaron el viaje unos días y la segunda semana se fueron para la casa de la hermana en un largo viaje en micro. Cuando estaban cerca, viajando en plena montaña, un cóndor se chocó contra el vidrio del ómnibus. Cuando llegaron a una estación cercana tuvieron que esperar algunas horas hasta que mandaran otro micro de remplazo. Nico se rió del percance pero Male estaba amargada por todo el asunto vivido.

¿Y ahora que pasa eh? Cuando llegaron a la casa de montaña de su hermana y pareja, Nico sintió que había encontrado su lugar en el mundo. Male y Nico armaron una carpa al lado de la casa y pasaron los siete días ahí. Ella leyendo los libros que él le había comprado, uno de Vonnegut y otro de Kerouac, luego que se los terminó, leyó uno de Bolaño que se había llevado ella. Él apenas podía leer porque prefería contemplar el bosque y las montañas que los rodeaban. La misma noche que llegaron se los llevaron a una fiesta que había por algún lugar perdido y lejano del bosque. Fue llegar y llevarlos a ambos en auto por unos senderos de tierra y luego bajar y caminar por más senderos en la oscuridad. Para Nico era una gran aventura y se sentía bien porque iba acompañado de Male que le contaba todo acerca de aquellos rústicos lugares. Llegaron hasta un vado donde se erigían dos casas cabañas y un poco más lejos había una especie de kermesse y bailongo hippie de montaña. Muchos jóvenes y mochileros, vagaban por ahí haciendo de las suyas. Nico se había llevado la parca mexicana que su hermano había comprado en Munro en los 90s. Estaba bastante a tono, quizás demasiado. Un flaco desgarbado de rastas cuando lo vió exclamó a sus amigos ¿y este John Lennon quién es? Nico le iba a contestar que "no sé Bob Marley" o alguna tontería así pero Male le leyó la mente y se lo llevó lejos de ahí. Fueron a tomar unas cervezas y a hablar con Luca, el marido de Lila la hermana de Male. Intercambiaron fotos de hijes y se mataron de risa con las ocurriencias de los niñatos. Luego se fueron a dormir a la cabaña y el nivel de excitación de Nico era superlativo. Por la mañana se fueron a caminar por las montañas y al lado de un río Male le pidió a Nico que se la cogiera ahí mismo, de parados, mirando las montañas. La situación era extravagante pero un poco le excitaba que alguien los pudiera ver. De todos modos Nico se encargó de que el encuentro en el río fuera breve. Male estuvo rara, introspectiva y de mal humor en varios momentos del viaje. Para Nico era difícil poner en perspectiva lo que le pudiera estar pasando a Male. Otra tarde que su hermana salió en auto con su familia y ellos quedaron solos en la casa, él le pidió que lo montara. Ella no quería pero finalmente aceptó y el sexo fue agónico, breve e intenso, pero agónico. Algo comenzaba a afectar la psiquis de ambos. Finalmente, un día que decidieron ir a pasar un día del otro lado del río, se volvieron a clavar un ácido y luego meta cerveza tras otra. Nico hizo lo que siempre cuando se drogaba, sentirse con ganas de conectar y liberarse. Pero Male no, estaba sombría por demás. No paraba de hablarle de una amiga que en realidad era una conocida que se había suicidado hacía poco. Mientras Nico se enchufaba una pluma de ave en la cabeza y bailaba entre las zarzas para divertirla, ella se conectaba de nuevo con el dios Tánatos. ¿Quién podía culparla? De todos modos para Nico era un sacón de onda tras otro. Ella por momentos odiaba su felicidad que no podía compartir y buscaba herirlo diciendole que no lo amaba o que había expulsado a su hijo de su concha como caca... Nico se asustaba de ese costado tan turbio de ella. La amaba pero entendía que Male no estaba muy bien del valero. Ella lograba que por momentos él en verdad la odiara. Pero al día siguiente, cuando él le mencionaba las cosas que le había dicho en su estado de mr Hyde, ella lo negaba o decía que no la tomara en serio. Entonces Nico nunca sabía cual era la verdadera Male, si la que se desataba y le decía cosas hirientes o la otra, su novia que lo cuidaba y quería. En esos momentos para Nico era difícil entenderla en lo más mínimo. Pero por otro lado sentía que ella, ante la presión del asunto del abuso y el embarazo no deseado se le había soltado la correa y así era ella. Una bola de intensidad e inestabilidad emocional muy difícil de comprender. Antes de volver a la ciudad de la furia, pasaron por la casa del padre que vivía en una casa toda adornada al estilo sufí. Vivía con una mujer más joven que él que lo trataba como una geisha a un samurai. Male la detestaba pero careteaba bastante bien su descontento y le seguía el juego. El padre de Male lo seguía tratando con bastante deferencia a Nico que ya estaba harto de ese viejo engreído que lo despreciaba. Había algo de ese vínculo de padre e hija que Nico no podía develar y que hacía que el padre rechazara a la pareja de ella y ella a la de él. Al final todos comieron tofu y fumaron marihuana mientras Nicolás miraba por la ventana el paisaje idílico y se juró que algún día iría a vivir ahí o a algún lugar parecido. 

Cuando Male y Nico llegaron a Buenos Aires, cada uno retornó a su trabajo y todo parecía estar bien aunque Nicolás tenía un mal presentimiento. Como si todo lo vivído en el último mes no hubiera sido gratuito, para ninguno de los dos.


miércoles, 29 de noviembre de 2023

Temporada de birras (10)

La temporada de birras que había dado inicio el cordobés, de una forma muy ceremoniosa, allá a finales del 2013, parecía no tener termino. Para Male hablar de "temporada de birras" era un oximorón, porque no existía algo para ella que pudiera ser denominado una temporada, sino que las birras eran parte de su cotidianeidad. Cuando Nicolás se dió cuenta de esto comprendió que no podía seguirle el tren del escabio diario y del constante escabullirse de la realidad que para Male era todo un estilo de vida. Para Nico esto era demasiado autodestructivo, ya que veía en ella un ansia por pudrirla toda todo el tiempo, viviendo siempre al límite del trastorno de personalidad. Pero él nada sabía de diagnósticos pisquiátricos, si apenas lo que quería era estar bien con su chica y pasar un buen momento. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles para nadie. La complejidad humana es un valor que no se puede desestimar tan facilmente. Y para Nico no le quedaba más que dos salidas, o aceptar el combo, con fantasmas inclusive (como ella le remarcó que él aceptó al inicio de la relación) o seguir caminos separados. Para él, todo esto le resultaba un poco extorsivo y no estaba dispuesto a hacerlo todo tan fácil...

Hicieron una choriceada para festejar el nuevo depto con balcón de Male y todo salió de maravilla. Nico nunca había tenido mucha oportunidad de hacer carnes a la parrilla y cuando se daba, trataba de mejorar su calidad. De todos modos los chorizos son fáciles de hacer y la mayoría quedó conforme. Pero la primavera asomaba ya y Nico se sentía tentado de morder la fruta prohibida. La chaqueña era una muchacha morena que trabajaba de cajera en su local y le movía el piso a lo loco. Era simpática, agradable, confidente y muy sensual. Nicolás no podía evitar imaginarse teniendo una revolcada tremendamente fogosa y explosiva con su compañera. Y casi estuvo a punto de hacerlo pero... Las cosas no quisieron salir como él quería. La chacule dijo que quería conocer su nuevo departamento, pero cuando Nicolás apuró el trámite, ella se amilanó. Luego Nico se sintió culpable por haber tenido intenciones de engañar a Male, pero por otro lado, nada había hecho así que decidió dejar atrás todo el asunto. Cuando Male fue a su casa al día siguiente, hicieron el amorsito con soberana contundencia y luego, cada uno a dormir a un colchón simple. En la oscuridad, Nicolás sentía ganas de charlar, de comentar cosas que nadie le pidió y en ese trajín de hablar al pedo, le confesó a Male que le hacía acordar a una ex del pasado. Male quedó en silencio y no contestaba nada. Nico prendió la luz para comprobar que ella estaba llorando desconsoladamente y se quería ir. Nico logró retenerla aquella vez, a base de arrepetimiento y reconociendo que haía dicho una soberana estupidez. Pero después de eso, ya sería cada vez más difícil retenerla...

Casi todos los fines de semana salían por ahí a pasear, al cine o a tomar algo (cerveza) y a veces fumar algún charuto esporádico. Ya habían ido a pasear de pepa por Palermo, entrando a librerías, Nicolás haciendo el ridículo con movimientos espásticos incontenibles. Gritandole a extranjeros Aguante el ácido como si se le fuera la vida en ello. En fin... estaba convirtido en todo un salame y un poco era su actitud tratar de impresionar a Male que un poco gustaba de esas demostraciones un tanto iconoclastas de los varones con los que salía. Cada cual hacia su bufonería del mejor modo que podía, pero al final, lo que importaba eran otras cosas. Una de esas noches, Male le confesó que Mauri, un chabon que vivía en Tigre y a veces venía a capital a visitarla, además de ser su mejor amigo, era su ex novio. Esto a Nicolás no le sentó para nada bien. Sintió que le había engañado al ocultarle esa información y la desconfianza comenzó a crecer en él cada día más. Ella minimizó el asunto diciendo que nunca le había gustado mucho pero que era un chabón copado. La gota que rebalzó el vaso de la discordia y desconfianza fue cuando una noche terminaron en el Bar de Ricardo, una tanguería fisura que estaba cerca de la casa de Nicolás y a la que habían ido algunas noches con el cordobés en el mítico verano anterior. Pero ahora, en plan salida de novios, no parecía un gran idea. La cantina estaba llena de gente pasada de rosca, borrachos y mala yunta. Para colmo, Male quizo estar a tono con el lugar y pidió dos whiskies. Nico odiaba tomar ese brebaje que había tomado contadas veces y que siempre lo daba vuelta como a una media. Pero para no parecer flojo aceptó el desafío que le plantó Male y le entraron a dos medidas de Whisky. Nico terminó ultra mareado como siempre, pero Male directamente se convirtió en una ameba. Se apagó y se encogió como un capullo contra la pared del local. Nico, atontado no atinaba a hacer nada y miraba entre divertido y asustado. Una chica medio hippie que salió de la nada se acercó con sus modos dulces y cariñosos a Male, y esta al verla le encajó un chupón prolongado. Ambas se quedaron transando ante la mirada atónita de Nicolás que se sentía entre indignado y un poco divertido por lo bizarro. Pero triunfó su costado moralina y se puso de los pelos por tremenda afrenta en sus propias narices. Pareció otra chica y preguntó por Male, a lo que Nico dijo que era su novia. Esta anónima le dijo que Male era lesbiana y que estaba sufriendo. Que la dejara allí y me fuera, que estaba de más, que sobraba en todo el asunto. "Tu novia es una lesbiana reprimida ¿no ves?, no tenés nada que hacer acá. Andáte." Nico se sintió expulsado de toda la situación y encaró a caminar hacia su casa. Iba lento y cabizbajo, cuando se dio vuelta vio a lo lejos a Male, que lo seguía de lejos tambaleándose con cara de no entiendo nada. Nico tuvo un poco de lástima por ella y la fue a buscar donde se había quedado, en medio de la vereda agarrada a las paredes. La tomó del brazo y la llevó en taxi a su casa. Estaba furioso y llegó a amenazarla con sexo correctivo, pero ella simplemente estaba en otra galaxia. Cuando llegaron a la casa de ella, la metió en su cama y ella simplemente se apagó. Nico se sentía entre engañado, aturdido y mareado. Al otro día, cuando le contó lo sucedido, ella decía no recordar. Después puso cara de recordar algo y cuando él le contó lo que la otra chica había dicho sobre ella, Male se rió y dijo que esa mina era una ridícula. Que no tenía sentido lo que le decía y que no era para nada así la cosa. Es más, lo había hecho para complacerlo a él. Nicolás dudó de todo lo que le decía pero prefirió dar vuelta la hoja y seguir para adelante. Después de eso sería cada vez más difícil dar vuelta la hoja ante este tipo de situaciones... 

Cuando en diciembre llegó el cumpleaños de Male, la juntada fue en un restaurant de barrio norte, para recordar buenas épocas y porque estaba cerca de donde ella seguía trabajando. A Nico le tocó esta vez pasar a un segundo plano y no ser el centro de mesa. Se lo bancaría por un buen rato, pero al cabo de un tiempo, empezaría a ponerse celoso de cualquier cosa. Cualquiera que le hablara a Male, Nicolás sentía que se la quería chamuyar frente a él, como si fuera una afrenta personal. Según Nico todos querían darle a Male, hombres y mujeres, lo sabía por experiencia. Cuando volvían a casa de Male, un poco borrachos, discutieron por alguna tontería y se fueron a dormir casi sin hablarse. La noche era una noche hermosa, primaveral casi veraniega. Al despertat Nico en la mañana estaba muy excitado, y Male dormía despatarrada a su lado en lencería erótica negra. Nico comenzó a besarla y en dos segundos comenzó a penetrarla. Ella gimoteaba y lo abrazaba entre sueños. En pocos minutos un contingente de adn se corrió de su parte dentro de la joven Blancanieves. Luego, Nico cayó exausto, buscando el reposo del guerrero. Pocos minutos después la madre de Male, de visita en Buenos Aires, golpeó la puerta y poco después estaban los tres muy jocosos tomando mate con facturas.


martes, 28 de noviembre de 2023

Temporada de birras (9)

Una de esas noches en que Nicolás salió de Corrientes y se fue directo a la casa de Male para esperarla allí, se asustó al ver cruzar el living por una especie de ardilla veloz. Luego miró bien y descubrió que Male había traído un gatito bebé. Era una gatita chiquita y atigrada que rápidamente se le vino al humo y se puso a jugar. Cuando Male llegó los descubrió a los dos ya cómplices, jugando en el sofá. Nico estaba feliz de esta decisión ya que a veces notaba que Male estaba muy sola y era en esos momentos de vacío y soledad que se conectaba con el lado oscuro de la fuerza, por no decir con el Tánatos. Nico le puso Popi y a Male le encantó. Esa noche celebraron los ahora tres miembros la creación de un nuevo hogar. 

Al mes llegó el cumpleaños de Nicolás y decidió juntar a la gente de Corrientes más algunos de barrio norte y otros amigos de toda la vida. Ese cumpleaños de 31 fue mucho más convocante que el anterior de sus 30. Nico se encontraba en el apogeo máximo de su popularidad, su novia Male aún le bancaba la parada y todavía quedaban amigos de lo eterno. Fueron en troupe al Living donde aparecieron sus amigos de la secundaria y los de su trabajo. En el bar boliche todavía era temprano y como si eso de la petisita culona, le puso sal a la fiesta no fuera sólo una frase hecha, Male peló una pepa que invitó a Nico a clavarse en el baño de damas. Se encerraron en uno de los baños y se colaron rápido el cuartito, pero una de las mozas los había visto entrar y veloz como el rayo fué a buchonearlos con uno de los que regenteaban el lugar. Golpearon violentamente la puerta y ellos salieron porque ya habían hecho lo que tenían que hacer. Pero el hombre se ensañó con Nicolás, aduciendo que era un pervertido y que estaba expulsado del lugar. Sus amigos y amigas trataron de explicarle que Nico era cumpleañero y que estaba todo bien, sólo había ido por equivocación. Además el baño de damas estaba vacío, no lo podía acusar de mirón malicioso. Pero el gerentucho quería mostrar poder frente a su moza de preferencia y no escuchó razones. Algunos ya se habían comprado bebidas pero Nico tuvo que excusarse de su torpeza con todos. Siguieron la fiesta en un bar a cinco cuadras de ahí. El bar siguiente estaba más estallado y encima cayeron más invitados. Male se retrajo y quedó rodeada de compañeras de trabajo de Nico que le hablaban sin parar y ella asentía como podía, lidiando con el ácido que comenzaba a subir a su mente. Nicolás, por otro lado, estaba completamente obnubilado, rodeado de amigos y gente que hablaba a los gritos. De lo único que se encaragaba era de invitar rondas de cerveza, una tras otra. Llegó un punto en que ya ni recordaba lo que había pasado ni quienes estaban allí invitados por él o colados. Cuando finalmente salieron a la calle, quedó en un fuego cruzado entre su mejor amigas y su mejor amigo, que habían sido novios tiempo atrás. La situación tensa del saludo y preguntas que no querían ser respondidas le dieron un halo de nerviosismo que hicieron sentir culpable al bueno de Nico. En eso llegó Male, dijo un par de cosas sin sentido y descontracturó el asunto. Ambos temblaban de pies a cabeza como con un caudal de energía cinética. También apareció una ex compañera de trabajo de Nico en barrio norte, Luli, una clásica rubia tarada, venía acompañada de Santi, otro ex compa que curtía mambos escuchando a Clash. Nico no entendía si eran pareja y mucho menos cuando habían llegado. Luli le coqueteaba a Nico descaradamente frente a las narices de Male. Nico se imaginaba haciendo un trío con la rubia y la morocha, porque su mente daba mil vueltas y se enreda en el jardín de los mimos. Male alejó a Luli con un gruñido como diciendo "yo soy más border que vos gata, asi que fuera", a lo que Luli respondió con una sonrisa falsa, mientras Santi tiraba de ella hacia un lado y Nico tiraba de Male hacia el otro. 

Cuando llegaron a casa de Male, Nico se sentía en llamas y no paraba de repetir la frase de García "estaba en llamas cuando me acosté". El calor corporal era en verdad algo desesperante, y para colmo la visión le daba vueltas y no paraba de ver figuras geométricas en la oscuridad. El mal viaje no paraba de agudzarse. Male parecía más tranquila. Pero Nico no paraba de revolear las piernas en la cama como si estuviera corriendo alguna maratón invisible. Y por momentos se imaginaba a Luli encima suyo, susurrándole chanchadas en la oreja a un ritmo pavoroso. Nico no podía más pero tampoco quería coger con Male, ya sabía que esa experiencia en ese estado podía ser muy extrema y no estaba preparado para uno fusión corporal de ese estilo. Male, que se sentía con ganas de bromear, le dijo que se calmara. Apagó la luz y le contó un cuento. Nico siempre decía que los payasos le causan gracia, a diferencia del resto de sus contemporáneos, que les tienen miedo. A Nico le parecían grotescos, absurdos y esa imagen ridícula le hacía reír. Ella le dijo que cerrara los ojos y se imaginara a tres payasos, que estaban en el circo, por salir a la función, y entre ellos discutían que truco podría hacer cada uno. La imagen de tres tipos con los zapatones, las pelucas y y los pantalones grandes cuadriculados, encima hablando en voz baja, planeando cosas, fue demasiado para Nicolas. Estalló en una carcajada en plena noche a las 5 de la madrugada y parecía imposible que se fuera a calmar. Male se rió también de como Nicolás lloraba de la risa, y juntos terminaron la noche imaginando ridículos payasos en estado de complot, hasta que cayeron fulminados de cansancio. 

Male había conocido al hijo pequeño de Nicolás una vez que fue de visita a la casa de su madre. Ella conectó bien con el niño que adoraba jugar con su collar que tenía una bolita. De a poco fue aceptando esa parte de la vida de Nicolás, aunque siempre quedaba el resquemor de que él no fuera cien por ciento para ella y tuviera "otros" amores. Esto era ridículo para Nicolás que no entendía como alguien podía ser celoso del hijo de su pareja, pero más común de lo que sospechaba. De todos modos, congeniaron bien y ella adoraba a esa pequeña criatura de dos años. 

Cuando llegó septiembre, Nicolás tenía la plata requerida para poder alquilarse algo chiquito. Pero previamente se tiró el lance con Male ya que ella también tenía que mudarse. Él insistió porque prefería vivir acompañado a vivir solo, pero ella le insistía que hiciera su experiencia de vivir sólo y que en todo caso, después verían... Nico insistía pero Male le volvía a responder cantando una canción de Julieta Venegas: "Sé, delicado y esperá, dame tiempo para darte, todo lo que tengo"... Nico se enfurruñaba pero al final aceptó. Después de todo, mal no le venía la experiencia de hacer la suya. Sin embargo, implícitamente, habilitó algo en él para la trampa, en principio...

Los dos se fueron a vivir cada uno por su lado, uno en Caballito y la otra por Palermo. Era claro que por lo general, por la cama de dos plazas y la tele grande, terminaban más en la casa de ella que en la suya pero no importaba. El día que Nico se mudó sintió una extraña sensación; sentía que había conseguido un pequeño logro largamente anhelado, y por otro que era una especie de gorrión, enjaulado en un monoambiente apenas más grande que su antigua habitación. Pero algo era seguro, desde que se había mudado, las terribles y cada vez más continuas parálisis de sueño que lo aquejaban se detuvieron de golpe. Algo en el mundo de los Sucúbos detuvo su andar y los elementales leches dejaron de acosarlo por un buen tiempo. 

lunes, 27 de noviembre de 2023

Temporada de birras (8)

El haber tenido que dejar los estudios a la fuerza el año anterior le dio a Nicolás una relativa libertad y limitada libertad que no desaprovechó del todo, siendo la lectura y pasar tiempo con su novia lo que más hacía. ¿Qué es la felicidad para ti David? David sonreía con su dentadura de modelo Parodontax y no decía nada. Para Nicolás, la felicidad era simple: estar tirado con Male en la cama, cada uno leyendo un libro. Ella, posiblemente alguno de Levrero o El segundo sexo de Beauvoir, y él quizás El club de la pelea de Chuck Palanhiuk o Eramos unos niños de Patti Smith, en fin... cada quien con lo suyo. Si ahy algo que que le gustaba a Nico era que todos seamos felices con los que nos gusta. Cuando intentamos imponer nuestros gustos, todo se desvalancea y se termina cayendo. 

El cambio de barrio norte a Corrientes significó el adiós a titanes como Pancho hot y Pizza way por los mega titanes de Guerrin (que estaba prácticamente en la misma cuadra), Los inmortales, como también la heladería Cadore... Nico creería mucho después que este fue el inicio clave del crecimiento de su panza o busarda. Pero ¿Quién le quitaba lo bailado? Lo que más difrutaba de trabajar ahí era que la librería parecía una librería y no una "bookstore" de 24 hs. Guardaba el mejor de los recuerdos de su escuela de aprendizaje, pero lo de Corrientes era otra cosa. No pasó mucho tiempo para que se diera cuenta que por aquella avenida pasaban los personajes más variopintos y eso fué siempre así. De día y aún más de noche, podían aparecer seres venidos de otra dimensión, escapados de Arkham assylum o de la enfebrecida mente de un Moebius detonado. Gente cubierta con bolsas de plástico y botellas vacías como adornando todo el cuerpo. O el hombre que entró cubierto con una frazada enorme de colores, un tipo en verdad muy robusto que se tambaleaba. De su improvisado chaleco de lana sacó un libro bien grande y gordo. Preguntó si teníamos el libro... Gaguchi, un jovencito ex compañero de barrio norte y que era muy buena onda, le preguntó con toda paciencia ¿cual libro? Pero el gañapan no se contentaba con ofender la decencia sino que encima se hartó de la conversación y le increpó fiero a Gagu... El libroooo!! Pero cual? Insistía un inocente Gaguchi. Nico mantuvo cierta distancia ya que conociendo su temperamento prefería no lidiar con gente alocada que pudieran alocarlo a él también. Pero acá se divirtió con cierta culpa. El hombre insistía con el libro y Gaguchi quería saber cuál. Hay sólo un libro, dijo el hombrón mientras se tambaleaba más borracho que ruso en invierno. Gagu insistía en tratar de llevar la conversación a los parámetros de la realidad, pero la conversación se manejaba por fuera de los mismos, a los que el jóven libro estaba tan aferrado. Gaguchi era casi un niño recién destetado salido de la secundaria que le gustaba leer un poco de todo, teniendo un affaire importante con Paulo Cohelo que nadie le perdonaba. Pero él se mantenía firme a sus gustos. Nico le había sugerido que leyera otras cosas, que elevara la apuesta, que pasara a un Hesse, después a un Castaneda y así... Gaguchi le hizo caso en cuanto a Hesse, pero a Castaneda le tenía idea. Sin embargo era esencial para sortear situaciones como las del gordo que me manejan en otros lenguajes, en realidades alternativas. Gaguchi perdió la paciencia y fue a llamar a la policía que se llevó al indeaseable. Al final el hombrón se refería al Ulises de Joyce...

Nicolás no tardó en conocer a los padres de Malena. Primero había conocido a su madre Carmela en el verano, una mujer encantadora y buena onda, que de entrada lo aceptó rompiendo así con la racha de suegras del infierno que Nicolás venía coleccionando desde su primer noviesita hasta Mariela, siendo la madre de esta última la más harpía de todas. Luego vino Alberto, el padre de Male, un tipo un poco más arisco con Nicolás, que lo miraba de reojo y parecía no confiar en él. Esto a Nicolás lo intimidaba y lo enojaba... Por momentos intentaba congraciarse con Alberto y podían llegar a pegar un poco de onda, por momentos... Pero estaba claro que era el padre quien protagonizaba la mayor resistencia de su familia, que de todos modos, como vivían en Miramar era algo esporádico. Male tenía una hermana que vivía en el norte, con su novio y su hija, muy hippies todos. 

El padre de Malena le había inculcado cierto interés en el Sufismo, y ambos tenía su mantita para brindar sus oraciones matutinas y nocturnas. Nico quería aprender de eso, quería ser parte y su alma curiosa lo llevó a intentar entrar en el círculo de la confianza al mejor estilo Gay Focker. A veces le regalaba libros de cuentos sufíes a ella, o a veces a su padre. Intentaba comprender esa extraña filosofía de vida tan distinta a la cultura occidental. Pero Nicolás, cuando veía a su novia interactuar con su padre, comprendía que tenían una relación de complicidad que lo dejaba afuera y que era inútil intentar entrar ahí. De a poco se iría formando una cierta relación tensa y de recelo con el padre de Male que siempre jugaría a favor de su hija de forma incondicional, aunque ella fuera el problema. Por su lado, sus padres nunca interactuaban mucho con sus parejas, sobre todo su padre que desde que se había separado de su madre intentaba vivir una vida despreocupada de adolescente, saliendo con señoras como si tuvieran 20 años y ya nunca adoptando un rol de padre sino de compinche, como si fuera un amigo más... Esto a Nicolás lo deprimía, porque ese padre que recordaba de la infancia, laburante, sonriente, que jugaba con ellos, contenedor... Se había resquebrajado cuando en los 90s se quedó sin su empleo fijo, para finalmente morir cuando cumplió 50 años y decidió que quería vivir el resto de su vida alejado de su familia, tratando de recuperar una juventud que nunca había disfrutado. Nicolás pensaba bien por él, que haga la suya... Pero sentir que había perdido esa figura paterna lo había dejado desorientado, porque si su padre intentaba vivir una juventud a la par suya, eso le parecía deprimente y desolador... Que frágil parecía la masculinidad en su familia.

Y entonces, en esa batahola de encuentros empezó un mundial que como era costumbre en este país, al principio nadie daba un duro por el mismo. Sin embargo, el equipo de Pachorra comenzó una seguidilla de victorias cada vez más épicas que nos llevarían por primera vez en 24 años a una final del mundo. Toda la experiencia la vivieron por momentos juntos, otras en sus trabajos o con amigos. Pero, en medio de la contienda futbolística mundial, pasó algo que uniría mucho a la joven pareja. Una de esas mañanas en que él se había quedado a dormir en casa de ella, se despertaron como siempre, prestos a tomar un café con leche, cuando Nico comenzó a sentir un dolor in crescendo al costado de su cadera, casi en su espalda. Era difícil definir el dolor pero parecía algo interno, un dolor punzante que comenzaba a elevarse cada vez más. Parado al lado de la cama de pronto, ante la estupefacción de Malena, Nicolás comenzó a quejarse hasta gritar. Ella no sabía si bromeaba o qué, pero pronto comprendió que no había ninguna broma en ciernes. Nicolás sentía como si le estuvieran clavando una daga filosa en un riñón o por ahí. Fueron a las corridas al hospital que le correspondía por su prepaga, pero una vez allí se percató que se había olvidado el dni en casa de su madre. Le pidió a Male que por favor fuera a buscarlo y ella así lo hizo, siendo este el momento en que ella conoció a la madre de Nicolás... Cuando regresó, fue entonces que recién lo pudieron atender y le hicieron los chequeos de rutina. En la radiografía salió que tenía un cálculo insertado en medio del riñón. El dolor que experimentaba era casi único en su especie, quizás comparable a cuando casi diez años antes había tenido apendicitis. Los médicos le pidieron calma y le recordaron que el dolor era equivalente al de un balazo. No sé, nunca me dispararon doc, dijo Nico, pero ninguno de los calmantes que le daban parecían hacerle efecto. Male se quedó a su lado esperando, mirándolo, acompañándolo y faltó a su trabajo para quedarse con él. Una enfermera llegó con oro líquido. Te vamos a tener que dar morfina... Nico se entusiasmó del chutazo ya que se imaginaba algo tipo Trainspotting y así era... Una sensación de liviandad absoluta, sintió desvanecerse suavemente sobre la camilla mientras Male le sotenía la mano y le sonreía. Un rato más tarde, cuando pudo volver a incorporarse, volvieron a casa de ella que le dio cuidados intensivos. Le prestó el piyama de su padre y lo metió en la cama. Nico nunca se había sentido tan cuidado y querido por una novia. Ese acto de amor lo conmovió hasta los cimientos mismos de su ser. 

Al día siguiente, se sintió mejor y cuando volvió al médico, éste le explicó que le iba a dar unas pastillas para dilatar su uretra y así, el cálculo saldría sin mayor capacidad de daño. Quizás en unos días, quizás en una semana, pero saldría mientras hiciera pis, y ni se enteraría. Nico entonces prosigió con su vida normal y Male fue levantada en peso en barrio norte por haber faltado para cuidar a Nico el desertor, pero al final fue valorada su acción por noble y desinterasada. En medio de todo aquello, el mundial más intenso desde 1990 proseguía su curso, y todo el país estaba en vilo por lo que pudiera pasar. Sobre todo al ganar la semifinal a Holanda en un partido bravísimo por penales. Y así llegó ese fatídico 13 de julio, donde casi toda la sucursal de barrio norte se acopló a Nico en la casa de Male que vivía muy cerca y la tensión no se hizo esperar. Con un gol anulado a Igualín, una pulga desdibujada y un chiquito Romero que no podía hacer milagros, se perdió por la mínima diferencia en el tiempo suplementario. Mascherano había sido, según Nicolás, el mejor jugador de Argentina en ese mundial, quien se las había corrido y peleado todas, poniendo huevos por todo el equipo. Pero el milagro vendría por otro lugar, cuando en el entretiempo del suplementario, Nicolás fue al baño a ahcer un pis y de pronto: Plop! se hizo la magia. El pequeño bastardo de ácido úrico salió expelido cayendo en medio del inodoro. Nico observó esa pequeña bolita deforme que acababa de salirle del pene. No había tenido dolor, sólo había salido como quien escupe de un gargajo por aburrimiento. Al salir del baño les contó y todos vitorearon la proeza. Uno disparó le sacaste tarjeta roja al calculo... Todo muy hilarante y aunque se perdió el mundial, Nico recuperó sus dones. Esa noche, cuando todos se fueron, Male le propuso ir a festejar su pequeña victoria en un telo con jacuzzi, y así, peinando la coneja, pudieron sortear ese amargo sinsabor que les había dejado estar tan cerca pero no... 

 

domingo, 26 de noviembre de 2023

Temporada de birras (7)

Por momentos las tertulias de ácido lisérgico se convertían en un problema para Nicolás, que había pasado de ser un mero fumador ocasional de hierbas, a un degustador serial de todo tipo de sustancias prohibidas. Sentía que, de alguna manera, con Male había encontrado alguien con quien probar y romper sus propios límites. 

Cuando comenzó en la sucursual de Corrientes y Talcahuano, se puso a prueba todo por primera vez. Male se tomó la noticia de mala manera y lloraba buscando consuelo en sus compañeras. Nico al principio sintió alivio porque salir con una compañera de trabajo le empezaba a resultar contraproducente. Los celos comenzaban a aflorar en él como un mal difícil de extirpar y eran el indicio del porvenir. Pero estar sintiéndose así, todo el tiempo inseguro de que algún compañero nuevo "le birlara" a su chica, le hacía muy mal. Y encima con la partida del cordobés que se había vuelto a su provincia para jamás volver, no le dejaba mucho entusiasmo para continuar en la mítica sucursal de Barrio Norte. Miró el lugar por última vez y se despidió de todos con un abrazo. Había vivido allí los siete meses (probablemente) más intensos de su vida, y como todo lo intenso deja huella, también dejó tras de sí un tendal de recuerdos inolvidables. 

En su último día se compró Walden de Thoreau, Diario de las estrellas de Lem y Yonqui de Burroughs. Casi como si fuera una despedida el mismísimo señor Alex de Large le cobró en caja con su respectivo descuento. Al pasar los libros por la registradora les dedicó una breve pero divertida acotación a cada uno de los autores elegidos: Un comunista, un puto y otro comunista, en fin... Nico sonrió y agradeció la oportunidad, aunque esa no sería la última vez que se vería las caras con el señor Alex, especie de oscuro demiurgo del mundo libreril porteño.

Su primer día de trabajo en Corrientes 1300 fue una cachetada de realidad. Apenas había comenzado su jornada, cuando tuvo un primer enfrentamiento. Una veterana compañera, que venía de un antiguo grupo de estables que habían sido recientemente disueltos hacía poco, le buscó pleito sin razón. Esta mujer, que ya había hecho todo un recorrido en esa empresa y estaba más quemada que empanada chaqueña, le gritó adelante de todos que estaba guardando mal una novela romántica que según ella iba en autoayuda. Nico, tranqui defendió su decisión y siguió haciendo la suya. Ella, indignada ante esta situación, le volvió a gritar adelante de todos, incluyendo al encargado. Éste, que había sido el primer subco de Nico cuando entró nuevito en barrio norte, le habló a la mujer para que se calme pero no había caso. Ella se sentía reemplazada, invadida por una hueste de pendejitos nuevos y añoraba su antiguo grupo de compas y compinches. Al final se decidió cambiarla de sucursal y enviarla a una donde estuviera más tranquila. Nicolás no entendió en el momento pero luego sí. Porque él también era un exiliado, un exiliado político por haber cometido la felonía de cruzar las fronteras de la confianza en el amor romántico con una compañera de trabajo. Alex no toleraba parejas en su sucursal porque entendía que eran una bomba de tiempo. Que los conflictos y rupturas podía estar a la orden del día y generar un mal ambiente en su reinado de terror. El único habilitado para crear caos y conflicto era él, los demás no podían tomarse esa atribución. Según los parámetros del señor Alex, Nicolás había cruzado una línea que no estaba explícita, pero sí implicita. Y todos sus vasallos que oficiaban de espías e informantes del señor oscuro no iban a dejar pasar la oportunidad de recordarle sus propias diatribas del tipo: Alex, acá hay dos que andan noviando... ¿Que vas a hacer?... Y bueno, el señor Alex tiene que estar a la altura de su fama de Lord Sith. Separó a la pareja por lo sano y que sigan su relación por fuera del ámbito laboral. Acá se viene a labural, no a curtir. Y lo bien que hace señor Alex, lo bien que hace. 

Al poco tiempo de estar en Corrientes, y ya estabilizado con sus compañeros, algunos de los cuales venían del mismo lugar que él, Nico empezó a entender los códigos del lugar. Ambiente más relajado, sin corbata, salida un poco más temprano y un corredor histórico de la noche porteña: librerías, pizzerías y teatros. Ahora, Nico se sentía más cerca de ese mundillo conocido como el de los libreros. Antes, apenas si sentía un vendedor de libros, por no decir un despachante. Porque cuando uno comienza a trabajar en el rubro librero, no importa que hayas leído o trabajado antes, la realidad es que no sabés nada. Y al comienzo uno se contenta con ser un mero despachante de libros. Te piden algo, lo buscás, lo entregás y chau. Pase el quye sigue. En librerías como la de barrio norte, que tienen un contigente de venta superlativo, esto a veces es lo único que se necesita. Pero en Corrientes la cosa no era tan así. El público era más variopinto, con gente golondrina o de paseo como en barrio norte, pero también con reales buscadores de libros, buscadores de rarezas, gente interesado en lo oculto. De todos modos, también al ser una sucursal con mucha gente, la tarea de recomendador no era algo que se diera fácilmente, aunque de a poco se empezaba a perfilar. Sin embargo, acá es donde Nicolás pasaría al siguiente nivel, vendedor de libros. El período de despachante había quedado atrás. Barrio Norte había sido una escuela, quizás la mejor (junto con el Splendid), ya que aprendía los gajes del oficio en un curso acelerado de pocos meses (los tres iniciales de prueba). Después, para un tipo hipersensible como Nicolás, quedarse en ese lugar era asesino. Así que sabía que en el fondo Alex le había hecho un favor, aunque no lo viera tan así. Una de esas tardes se cruzó con el señor Alex en el depósito que había en el subsuelo de Corrientes y le puso cara de perro y tensión cortante a su saludo. Alex que no era ningún tonto se dió cuenta y probablemente no le gustó un carajo, haciéndole la cruz para siempre. Nicolás no controló su reacción porque en ese momento le daba bronca que lo hubiera apartado de sus compañeros y de su chica, pero no tardó en darse cuenta que había sido la mejor decisión. Entonces no pudo contener su furia y le mando esa mirada asesina a su antiguo jefe, un poco para sacarse la bronca de sus abusos laborales que Alex ejercía de forma fría con varios de sus compañeros. En ese momento Nico se sintió zarpado, como si fuera un héroe anónimo de las masas, vengando al pueblo oprimido. Una especie de Guy Fawkes, un vengador silencioso. Pero Alex anotaría esa impertinencia de su parte para vengarse a futuro, porque el que tiene alma de opresor y es un calculador meticuloso como Alex, sabe que la venganza es un plato que se sirve frío. 

A los pocos meses de comenzar, la relación con Male entró un poco en meseta. Se enfrío esa intensidad inicial de los primeros meses y pasaron a verse como cualquier pareja, cuando les daban los tiempos. Igual pudiera congeniar bastante bien eso ya que en principio él salía una hora antes y la pasaba a buscar tranqui cuando ella salía del laburo. Pero esa separación no era gratuíta, porque Nicolás sentía que Malena un poco le achacaba a él la culpa de esa separación de sucursal. De hecho, Nicolás pensaba pedir un cambio de turno en Barrio Norte, cuando Alex le dijo que sí, más que de turno de sucursal. Porque Nico ya entendía en parte que estar juntos todo el día era contraproducente. Pero ahora que estaban en sucursales distintas, ella un poco se lo hizo pagar. La primera gran afrenta llegó un día en que habían quedado en verse a la salida del trabajo y ella le canceló porque iba a salir con La Colombiana, una compañera nueva de Male, que no conocía. El hecho de que le hubiera cancelado a último momento le molestó mucho. Se sintió desplazado, infravalorado, despreciado... O sea, se lo tomó de la peor manera que alguien se puede tomar un hecho irrelevante así. Era cierto que estaban juntos todo el tiempo y ella le reclamaba que necesitaba tener amigas, que tratara de entender. Pero él la entendía y a la vez la añoraba. Sentía que no podía estar una noche sin ella y eso, de alguna manera lo hacía sentir dependiente y débil. Porque la amaba tanto que terminaba odiándola por necesitarla tanto, al punto de no poder respirar si no la veía. Y entonces, ante los primeros asomos de libertad e independencia, él se sentía vacío, sólo, amargado y vacío. Pero Nico, en el fondo, bien en el fondo, sabía que ese era su problema, no de ella. 

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Temporada de birras (6)

Nicolás tenía miedo. Siempre lo tuvo. Casi podría decirse que el miedo era su estado natural. Cuando era chico tenía problemas respiratorios y ningún médico daba en la tecla con el diagnóstico. Sus pulmones chiflaban, se quedaba sin aire y tosía hasta quedarse morado. Un buen día lo llevaron con un médico homeópata y ahí pudo encontrar estabilidad. A base de una medicina herbácea alternativa, sintetizada en globulitos, Nicolás pudo curarse para siempre de sus bronquios. Aquel médico, un tal Dario, le preguntó si tenía temores. Él le respondió que le tenía miedo a la oscuridad. Darío le dijo que estaba bien tener miedo, que sin miedo no se puede vivir. Aunque quizás le faltó completar que si bien el miedo es algo inherente en el humano, se debe seguir avanzando. No claudicar o quedarse paralizados porque lo peor que nos puede ocasionar el miedo es dejarnos quietos, inmovilizados, sin capacidad de acción o reacción. 

Por las noches, en la casa de Malena, veían películas de terror o escuchaban canciones que les gustaban. A veces se peleaban porque ella no quería escuchar lo que él ponía y viceversa. Entonces Nicolás proponía elegir un tema cada uno. Esto no convencía a Malena pero resultaba lo más justo. La realidad es que ninguno quería ceder en su orgullo y se comportaban como dos niños de jardincito. Sin embargo, eventualmente podían coincidir sus gustos y entonces ahí brotaba la magia entre ambos, generando artistas que marcarían esa relación por siempre. Uno de estos fue Tim Buckley, el acongojado artista norteamericano, que con canciones como Song to a siren, conmovía los cimientos emocionales de esta joven pareja. Ninguno podría volver a escuchar aquella canción sin recordar ese primer verano juntos.

En febrero a Nicolás le tocaba una semana de vacaciones y siguiendo la recomendación de un viejo amigo, decidó mover su esqueleto hacia Claromecó, una playa del sur de la provincia de Buenos Aires. Como a Male aún no le tocaban vacaciones tuvo que irse solo y la experiencia fue buena para poner a prueba un poco a la relación, darle temple. Mientras estuvo allá, Nicolás se dedicó a ir del camping a la playa y de la playa al camping, leyendo Las palmeras salvajes de Faulkner y pensando hasta que punto toda aquella historia triste no sería una premonición. Las pocas veces que habló con Male la notó bajoneada, sin mucho para decir más que confesarle que estaba fumando mucho. Nico lo tomó como un mensaje de su ansiedad, quizás lo extrañaba y era una forma extraña de decirselo. De todos modos, él volvió en pocos días y le llevó de regalo los dvd de Jurassic park, El juego de Ender y El lobo de Wall street que miraron juntos felices por su reencuentro. 

En la librería había habido algunos cambios siendo que habian entrado algunos chicos nuevo y otros que se había ido. Pero sobre todo, el cordobés tendría que haber vuelto de sus vacaciones y sin embargo nadie sabía nada de él. Encima ya se rumoreaba por toda la sucursal acerca del romance entre Male y Nico, y eso generaba una tensión de nervios insoportable. Ellos habían ido a ver Her, la película con Joaquin Phoenix que trata de un escritor de poemas de amor que se enamora de su sistema operativo. Un drama posmoderno con tintes satíricos y un poco de ciencia ficción. En base a esta salida romántica donde Nicolás no haría más que reconfirmar su amor por Male, es donde Matute, el perro cancerbero de Alex, los descubrió y avisó a las autoridades. Matute, el subencargado les hacía preguntas por separado de que habían hecho el fin de semana y ambos daban respuestas similares, entonces ante la sospecha, unía las partes para darle parte al loco Alex y así separar a los alegres tórtolos. 

Pero antes de este trágico desenlace volvió el Cordobés. Completamente alienado. Mucho más de lo que ya estaba antes de irse de vacaciones a su ciudad natal. ¿Y entonces? El loco se había enterado de una posible paternidad pero fue expulsado como perro malo. La crisis interna del cordobés ya no podía ocultarse más, estaba a punto de estallar. Las imbecilidades y desubicaciones del señor Alex tampoco facilitaban las cosas que, fiel a su estilo provocador, ponía en duda adelante de todos la veracidad de su relato. El cordobés no tardaría en renunciar y mandar al diablo a todos, cansado de vivir una situación alienante que ya no soportaba más. Nicolás a veces pensaba que su camada, la del cordobés y él, estaba malparida. Aquella partida abrupta del cordobés fue una estocada fatal para aquella sucursal, quizás la más grande después del Splendid. Todos los que trabajaban ahí sintieron en mayor o menor medida su partida porque el cordobés era un poco como el alma del lugar. Sin él, era una librería más, gris, triste y sin alma. Sólo los nuevitos no captaban la real relevancia de aquella irremediable partida que dejaba un hueco imposible de llenar. Sobre todo para Nico que se había sentido en verdad muy bien recibido por el cordobés y habían forjado una linda amistad. Pero no hubo mucho tiempo para duelos, a poco de haber renunciado el cordobés, Nicolás fué anoticiado por el conde Alex de que sería enviado a otra sucursal.

viernes, 10 de noviembre de 2023

Temporada de birras (5)

La temporada de birras no cejaba ni un milímetro en su haber. Malena era una máquina constante de ingerir cerveza todos los días, y Nicolás fluctuaba entre seguir el ritmo o ponerse la gorra para tratar de que bajara un cambio con el consumo. Pero de nada servía, ella ya sabía todo al respecto y no tenía pensado cambiar un ápice su modus vivendi, ni por él, ni por su familia, ni por nadie. 

Ambos vivían un apasionado romance entre sí y con la lectura. Cada cual con sus propias obsesiones literarias por supuesto. Ella con las novelas eróticas, la sodomía, algo de feminismo y un poco de drama y terror. Él con la ciencia ficción, la fantasía, las aventuras, biografías de músicos y algo de orientalismo. Aunque la que se decía budista era ella, en realidad era Nicolás quien tenía una relación más directa con el trascendetalismo, siendo lo de ella una relación más interesada con el Budismo pragmático y materialista del Japón. En cambio Nicolás no paraba de pensar en el más allá, en las diferentes caras de Dios en el mundo, en la multiculturalidad planetaria y en el misticismo más arcaico. Al final, ambos congeniaban una ensalada de confusión en la que ninguno de los dos entendía nada. Aunque él terminaba defendiendo su origen católico ante los embates de ella por desmerecer una doctrina que había permitido tantos crímenes y persecución. A Nicolás le terminaba por salir el católico que no tenía ganas de reflotar porque le dolía la injusticia de que se juzgara a la religión de sus ancestros por culpa de la corrupta institución.

Malena era una chica que de alguna manera vivía para y por los libros. Su vida por momentos parecía la réplica de una ficción. Si en esos tiempos andaba leyendo Los Enamorados de Hayes, Nicolás se entretenía con El juego de Ender. Los desfasajes lectoriles (por llamarlos de alguna manera) podían ser una complicación, sobre todo para Nicolás que parecía abstraído en sus lecturas fantásticas, mientras que las de ella dialogaban directamente con su situación actual y con la relación de ambos. Entre los libros que mencionaba ella solía estar Ada o el ardor de Nabokov, novela que despertó incomprensibles deseos incestuosos en ella o La insoportable levedad del ser de Kundera. Novela que ella le decía que si leía lo amaría más. Él se negaba un poco porque había visto la película el año anterior y le había parecido un drama apenas atendible y por otro, como una resitencia interna a leer lo que ella le recomendara, porque ella hacía exactamente eso con él: rechazar todas y cada una de sus recomendaciones literarias, musicales o cinéfilas. Eran como dos chicos, dos niños novios que a la vez compiten entre sí por el amor de algún ente invisible, probablemente llamado Orgullo.

Lo de la novela de Kundera tenía raíces más profundas. Él se había comprado en el parque La insoportable levedad del ser un año antes de conocer a Malena, pero aparte de haber visto la película, se la recomendaba siempre Mariela. Entonces ya estaba negado completamente con dicho libro. Pero, si hubiera podido leerlo quizás hubiera entendido un poco más la relación que estaba teniendo con Male, porque ella parecía fluctuar entre Teresa y Sabina alternativamente. Podía ser tímida y dependiente de su amor como Teresa, y por momentos seductora, histérica y conflictiva como Sabina. De poeta y de loco, todos... Pero Nicolás, joven distraído, imaginativo, perdido, poco pillo, solía ir por la vida a ciegas, siempre dejándose llevar por la corriente. Entonces era muy difícil de que se diera cuenta de algo, que le cayera la ficha de lo que estaba pasando. El sólo fluía. Fluir no esta mal, pero a veces, camarón que se duerme...

Fueron a ver al cine Las increíble vida de Walter Mitty de y con Ben Stiller, uno de esos placeres culposos que ambos tenían. Pero la salida no salió como esperaban. Venían de gira y ella se quedó dormida a los cinco minutos de empezada la peli, él la vió todo y le encantó, pero le frustró no haber podido compartir esa historia con ella. Al terminar, le dió unos empujoncitos y salieron al patio de comidas donde se zamparon unas hamburguesas de Burguer King que les devolvió el alma al cuerpo de ambos. Porque ambos eran un sólo cuerpo, a veces. 

En una de aquellas noches veraniegas del naciente año. Nicolás y Malena se habían entregado al consumo casi excesivo de LSD. Siendo que él tenía pocas experiencias previas, de pronto estar empepado de una forma bastante seguida le pareció un montón. Pero él le seguía el tren porque le daba y porque quería. Una de aquellas noches, ambos quedaron trenzados en experiencias sexuales lisérgicas de una forma bastante estrobodélicas. Sensaciones que nunca habían experimentado de fusión total. Todo era raro, muy raro, pero ambos vivían lo que muchos de sus compañeros no harían sno hasta casi diez años después. Ellos estaban a la vanguardia, experimentando con sus cuerpos, tensando la cuerda al máximo y buscando los límites. Sobre todo ella que era una chica que a Nico le parecía increíble cuando la veía conectada, enganchada, buscando impresionarlo. Esa noche se quedaron despiertos toda la noche, entre cogiendo y alucinando cosas. Cuando las escenas de sexo maratónicas llegaban a su fin, se quedaban desnudos mirándose fijo a los ojos. Ya era de madrugada. 4 y media, las cinco... La luz comenzaba a filtrarse de a poco por entre las persianas de la planta baja de su depto. "Miedo" decía ella, "veo miedo en tus ojos". Él se reía, por momentos se asustaba, por momentos le decía que veía lo mismo en ella y por momentos sentía que tenía razón. El miedo parecía algo que nunca lo abandonaba. ¿A algo en particular? No podía saberlo. Parecía ser algo latente, algo profundo, algo venido de su interior que algún día tendría que descubir. O no... Pero también era correcta su primera impresión. ¿Quién no tiene miedo?... A Male le gustaba la intensidad y Nicolás era un proveedor nato de la misma. A veces ella jugaba a llegar a los extremos y por momentos podía asustarse de lo que generaba en Nicolás, básicamente porque el muchacho era poco estable en lo emocional y eso atemorizaba a Malena. Pero también le atraía. 

Después de esa noche de ácido y locura en Barrio Norte, Nicolás se fue a trabajar. Sin haber dormido, sin haberse bañado, y sin Malena que tenía franco. Solito fue a dar la cara en un estado calamitoso a la librería. La experiencia fué atroz. Como una especie de continuación del trip, pero ya en caída libre. Cada vez que algún compañero se le acercaba a hablarle o algún cliente le preguntaba algo, él emepzaba a reírse y ante la mirada atónita de su interlocutor, huía despavorido de la escena. Por eso, buscaba esconderse atrás de las mesas o estanterías, haciendo que buscaba un libro, esperando que le bajara la locura. ¿Seguía loco? Él creía que no, pero poco importaba. Fue al baño a lavarse la cara y observó entre atterrorizado y divertido que aún tenía una pupila dilatada. La imagen era grotesca, bizarra, simplemente absurda desde todo punto de vista. Pero no era algo que sintiera que podían notar. Volvió a la librería y buscó hacer algo, ocupar su tiempo, pero era uno de esos días que había poquísima clientela, pocos empleados, mucho sol y calor afuera. Una clásica tarde de enero en Buenos Aires. Se acercó a Marcos, un subencargado que parecía el hombre topo. Le comentó que andaba buscando libros de Ballard, para leerlos, o para tenerlos, o fumarlos, o lo que pintara. Marcos le sonrió y llamó a Alex, que justo andaba ese día por la Librería, siempre vestido de negro, porque le encantaba sentirse Darth Vader, ser temido y amado al mismo tiempo. Llegó otro vendedor de experiencia, el loco Vitucho, y comenzaron a charlar de que Ballard esto, de que Ballard aquello, de que tal novela bla bla y zaraza... Y en el medio de aquellos hombres, el joven Nicolás, con una sonrisa de plástico, sin entender nada. Rezando en sus adentros para que se hicieran las doce de la noche y huir despavorido de ahí. La jornada se hizo eterna, como nunca antes le había pasado en sus años de trabajo. Cuando finalmente llegó a sus casa se dió una ducha, se metió en la cama y le hizo cucharas a Male.

Lo que más adoraba Male de Nicolás no era ni si físico, ni como le hacía el delicioso, o como la hacía reir diciendo chistes malos. Todo eso quedaba en un segundo plano. Lo que más amaba de él era cuando se soltaba y le hablaba con franqueza, desde el corazón. Cuando se habría sicenramente y le contaba sus sueños y anhelos, por más ridículos que estos fueran. Una de esas noches calurosas en que habían terminado su jornada laboral y antes de irse a la cama, que era lo que casi siempre quería Nico, pasaron por el viejo y querido Bar del metaelor. Donde un mes antes, cuando recién empezaban, solían ir en grupo y donde Male se enamoró de él mientrás el payaseaba con Checho, cantando canciones grasunas de Whitesnake sin verguenza, y ella lo miraba encantada por su desfachatez. Ahora, ya solos, sin todos los demás que se fueron yendo, hablaban más serios. Como esas parejas que comienzan como parte de un grupo festivo y terminan quedando como único recuerdo de un grupo que supo ser bello y divertido. Ahora había menos risas, menos gritos y diversión. Los acechaba la rutina y entonces ella le preguntó cuál era su sueño imposible, aquello que el encantaría hacer pero que no se podía. Para él la respuesta era fácil. Viajar, viajar fuera del planeta, surcar los planetas del sistema salar, mirarlos a la cara, flotar en el espacio, y moverse a la velocidad que quisiera, surcar la galaxia, el universo, ver los cuasares, las nebulosas, el centro estelar... Hubo un silencio profundo, ella sonrió y lo amó más. 

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Temporada de birras (4)

Enero era caluroso, extremadamente caluroso. Aquellas tardes en que Nicolás iba desde el Abasto a Barrio Norte, caminaba por avenida Las Heras y curioseaba la vidriera de una librería muy top. De esas que tienen cosas importadas muy chéveres y mononas. Nico se entusiasmó con ese lugar porque un compañero (mal llamado y conocido como "el héroe") le había soplado la presencia de libros del señor Ballard y Nico estaba viviendo un metejón con el autor inglés oriundo de Shangai. Se compró El mundo sumergido, la primera novela (al menos de relevante importancia) de dicho autor. En pocos días se la devoró toda, como corresponde a un machito violento como era él... según las malas lenguas, claro.

Nicolás siempre odió las lenguas viperinas. La gente víbora, las serpientes de cascabel, y todo el subgénero de reptilianos siempre le causaron asco y rechazo. Lo de Nico era lo caliente, lo mamífero, lo felino... La gente fría y reptil eran las antípodas de su cosmovisión general. Ese verano también se leyó El juego de Ender de Scott Card, lo mismo que El monje que vendió su Ferrari, Estrella distante, El gran Gatsby, Los vecinos mueren en las novelas, Las partículas elementales y muchos más. De hecho, ese 2014 sería uno de los años que más libros leería en su vida hasta ese momento al menos, llegando casi a 53 ejemplares y comenzando así una vorágine lectora que dificilmente se detendría en los próximos seis años al menos.

Pero eso no era lo importante. Ese enero, como dijimos, hacía mucho calor. Con Malena se la pasaban escapándose de la librería para darse besos furtivos. Por las noches se enredaban en un sinfín de gemidos traspirados. Todo siempre acompañado por latas de cerveza, por vasos de cerveza, por botellas de cerveza y no había nada que no se pudiera hacer sin cerveza. Nicolás nunca había sido muy bebedor de cerveza ni de nada. Tomaba sí cuando se veía con sus amigos, cosa cada vez más esporádica. Desde que había entrado en esa vorágine de pasión y dependencia mutua, todo el resto de sus vínculos había pasado a un segundo o tercer plano. En pocos meses perdería a una parte de sus amistades de la primaria, y con el tiempo perdería la otra parte que restaba. Nada ni nadie le servía en ese momento, nadie lo congraciaba, sólo Male, que nunca le exigía nada. Ni que estudiara una carrera, ni que fuera "alguien" en la vida porque ¿que había hecho en esos treinta años al pedo? como le había acicateado Mariela. Nicolás respondió muy fino: Hacerme la paja mirando una foto de tu vieja en tanga, eso hice. De hecho, nací pajeándome, por eso costó tanto salir del útero, tenía las manos en la masa... 

Para Mariela (que en pocos años se convertiría en una especie de influencer psicóloga feminista) sólo quedaría la ignominia en el recuerdo de Nicolás. Un ser aplastado por sus propias contradicciones que seguramente terminaría votando a algún desquisiado derechista empastillado, o se iría a vivir al paraíso fiscal pedorro que es Uruguay, refugio de la ralea más merza y nefasta de la Argentina. Pero Male era otra cosa. Ella no le metía consecutivamente el dedo en la llaga o en el orto, a menos que él se lo pidiera claro. Podía ser una chica brava, muy difícil de comprender, a veces era irritante en su derrota y desconsuelo de vivir. Pero es que Male era una mujer rota, como las mujeres rotas de las que hablaba Simone de Beauvoir, aquellas que sufrieron algo terrible en su vida y les resulta difícil o casi imposible volver a reconstruirse, volver a ser una. Quedan fracrturadas como un espejo roto que se vuelve a pegar pero que ya no es el mismo. Y a veces, dependiendo la personalidad de cada uno, la fuerza, los intereses, hasta los genes, podemos hacer algo con la tragedia o apenas podemos seguir vivos y ya... Nico fue entendiendo todo eso lo mejor que pudo, pero no podía estar en sus zapatos. Notaba la inmensa fragilidad de esa muchacha menudita y narigona, de pelo cortito y mirada escurridiza. Que le mostraba un bandoneón que le habían regalado y que parecía tan o más grande que ella. Hacía movimientos como queriendo sacarle un sonido a tremendo instrumento de complejidad, y las cucarachas revoloteaban por las paredes y Nicolás la observaba con la intriga de quien tiene frente a sí un misterio insondable, más allá del que de por sí son las mujeres en general. Male era algo muy oscuro, nunca había conocida a una chica igual, y toda esa pesadez, esa densa negritud de su alma, le hacían ver que más allá de la nebulosa de confusión y autoflagelación, había un alma luminosa, un diamante en bruto, un corazón de oro puro. Pero esos momentos eran como destellos breves que en pocos minutos podían convertirse en el peor de los infiernos. Nicolás entendía todo eso pero no estaba resignado a soltar tan pronto. El dolor por Mariela había desaparecido ya hacía meses pero él elegía seguir adentrándose en una relación que no prometía mas que sinsabores.

Una de aquellas noches veraniegas, el cordobés le dijo que la sucursal estba embrujada, que la proximidad del Cementerio era una influencia nefasta y que no eran pocos quienes habían visto gente taciturna caminando por los pasillos, gente que no salía en las cámaras de seguridad. Nicolás leía Gilgamesh, aquel poema épico que se dice es el más antiguo de la humanidad. Nicolás siempre entendió que la humanidad es un suspiro en la historia del universo, pero que en nuestra propia escala, la humanidad era vieja, la humanidad tenía su historia, su camino recorrido, y que muchas cosas habían sucedido desde lo de Gilgamesh, el héroe que afronta el temor a la muerte. Y antes de él ¿que? Quizás haya mucha más historia perdida en el silencio de los tiempos idos... A Nicolás le generaba una extraña obsesión todo aquel pasado olvidado del ser humano. Algo le decía que en esos tiempos perdidos habían pasado cosas clave que marcarían todos los sucesos posteriores. Pero para la historia oficial, la humanidad apenas tiene algunos cuantos milenios de civilización. Nada podía afirmarse en un mundo que adoptó el metodo científico de las pruebas y de la evidencia exacta. Esta bien, pero para Nicolás, todo lo que nos pasa, sobretodo aquello que no logramos resolver, se encuentra perdido en el polvo de la noche de los tiempos.   

martes, 7 de noviembre de 2023

Temporada de birras (3)

El 2013 fue un año extremo, el año de la Bruja, del Diábolo, de la mala suerte, de la serpiente... Nicolás sintió el rigor del año maldito en carne propia. Momentos de gran depresión en la primer mitad del año, cuando no conseguía trabajo ni de lavacopas, con Mariela cada vez más forra, machacándole sus fracasos una y otra vez, basureándolo y haciéndolo sentir miserable. Por otro lado, su familia que nunca lo ayudaba, sólo le daba ánimos verbales vacíos del tipo "sigue así", "no bajes los brazos", "tu puedes", y eso era todo...

Además que había sido un año intenso en sí, como un subi baja de emociones constante, pasando del mundo de Mariela y el Iser, al de la Librería y Malena, casi de un día para el otro. A mitad de año se había forjado una bisagra y habían cambiando de vínculos de una forma abrupta. Pero Nicolás se había adaptado lo mejor que pudo y sobrevivió. De hecho, a finales de octubre el cordobés le confirmó que había pasado el período de prueba y para Nicolás, en una época de mala racha, no era para nada una mala noticia. 

Sin embargo, estaba más que claro que ese año había sido demasiado desgastante para él. Cuando se acercaban las fiestas, Nicolás estaba bastante detonado. Por todo lo que le había pasado, por atender centenares de personas día tras días, mes tras mes, y ahora, encima lidiar con una nueva relación con una compañera de trabajo. Con Malena quedó todo muy claro el hecho de que su romance no debía trascender demasiado. Claro que el Cordobés lo sabía, Luchi, Checho y algún que otro amigo cercano más, pero eso era todo. Sabían que si la cosa trascencía mucho podía llegar a oídos de los encargados del local y generar algún tipo de reacción adversa. 

Nicolás no lo vió en el momento, pero luego entendería que haberse metido con su compañera fue imprudente y egoísta, sobre todo teniendo en cuenta que ella aún se encontraba en período de prueba y podían rajarla. Por otro lado, él tampoco tenía las cosas muy aseguradas. De todos modos, Nicolás necesitaba a Malena más de lo que Malena lo necesitaba a él. Ella venía de cortar con una relación inestable y caótica, donde el susodicho en cuestión no se mostraba muy enamorado de ella. Y ella necesitaba que la amaran con pasión. Nicolás seguramente no era la mejor opción pero el destino los cruzó y poco se puede hacer al respecto. Él se enamoró de ella porque necesitaba amar a una chica con urgencia paa sobrevivir a todo el caos que acarreaba, y de alguna manera encontró en esta chica tímida, oscura y melancólica una novia ideal. Ella encontró en él a alguien que más allá de sus locuras se mostraba muy necesitado de afecto y básicamente, le demostraba necesitarla a Ella. 

Es claro que todas las relaciones tienen su grado en mayor o menor medida de neurotismo. El que esté libre de neurosis que que arroje su primer comentario, diría un Freud en modo mesiánico. Comenzaron a verse después del trabajo, o salían a comer juntos, luego llegaban juntos pero trataban de disimularlo apareciendo uno y a los pocos segundos el otro. Fueron bastante torpes y mucho no tardó en destaparse la olla de los comentarios y chimentos. Pero eso a ellos no parecía importarles mucho. Habían entrado en esa vorágine de enamoramiento intenso de los primeros meses y no parecía que nadie los fuera a separar. De hecho, siempre fue su fortaleza el hecho dew unirse más, ante el oprobio y rechazo que su relación generaba en conocidos y familiares. 

El verano no había comenzado oficialmente, pero ya en las primeras semanas de diciembre hacía un calor terrible siendo ese uno de los veranos más fuertes que se registraran en años. Lo que hacía toda la cuestión más sudorosa y pasional. Nicolás amaba coger con Malena. Había algo en ensa muchacha menuda que le excitaba sobremanera, por ende a todo el acto en sí le ponía mucha garra y pasión. Era algo usual en él pero que con ella se intesificaba. Lo que llamaba "tener mucha piel" con alguien. Pero como ella era poco expresiva y a veces pecaba de ingenua, comentando cosas de sus experiencias pasadas, Nicolás comenzó de a poco a comerse el bocho porque, cuanto más le gustaba una chica con la que salía, más posible era que afloraran los celos. Sabía que ese era su Gran Talón de Aquiles. ¿Podía evitarlo? Lo intentaba, pero la bestia peluda se le escapaba sin control del noble caballero que podía ser el resto del día, porque cuando las pasiones entraban en juego, Nicolás sabía que era víctima de su falta de temple y autocontrol. 

Casi todas las noches Nicolás comía en los mismos lugares de siempre. Pancho Hot, una panchería de diversos gustos, como la que acostumbraba a ir con sus amigos de la primera en los tiempos de la crisis de principios de los dosmil. Luego estaba McDonalds, aunque casi nunca iba. La continental. Y por último, justo en la esquina de la casa de Malena, Pizza way. Una pizzería de barrio donde a veces iba con el Cordobés y otras con Male, y donde la pizza y la birra solían ser más baratas y amigables. Una de esa noches de verano atrós, comiendo en Pizza way, el cordobés le sugirió que escribiera una novela sobre las vicisitudes de su trabajo en la librería. El nombre de la novela sería Temporada de birras, por transcurrir en el verano, y por pasarsela tomando cerveza todas las jodidas noches. 

Malena solía tener días donde estaba rara, como más agresiva y despectiva en su relación con Nicolás. A veces lo rechazaba y simplemente lo trataba de pelotudo. Nicolás reaccionaba ante esto como haría con cualquier otra persona, se ponía a la defensiva y le devolvía de forma simétrica todos los dardos. Con Mariela se había quedado con ganas de devolverle algo aunque sea de aquel maltrato y se dijo que con Male eso no pasaría. En un principio pensó que a veces le contestaba mal porque ella temía enamorarse, como para poner una barrera sentimental. Creyó que devolviéndosela lograría que ella parara con esa actitud, pero las cosas no fueron así. Cuando él le contestaba mal, ella le marcaba su actitud agresiva. Y Nicolás le recordaba que ella es la que había empezado pero no había forma de que Malena tomara nota de la crítica. Ella no podía ver sus actitudes, sólo las de él. Y de alguna manera, eso comenzaría a deteriorar de a poco aquel vínculo. 

Una de aquellas noches él le dijo que debían ponerle onda a la relación porque ya había sufrido demasiado. Ella, importunada por esta confesión le dijo que no le importaba ya que no era una relación sería, ella estaba segura de que él no era el amor de su vida. Nicolás relativizó el comentario y le dijo que quizás se equivocaba, pero Malena enojada y ofendida le dijo que estaba segura, que no tenía dudas de que él no era su hombre definitivo. Después de esa dura discusión fueron a la casa de ella y garcharon fuerte como era de esperarse, pero Nicolás había quedado herido de muerte con ese comentario. De alguna manera aquello le impedía decidirse para construir algo con ella a futuro. Sin embargo, como entendería con el tiempo, cometió el grave error de fingir demencia y seguir para adelante como si nada hubiera pasado, como si nunca le hubiesen dicho aquella fea oración, aquel durísimo rechazo. Porque Nicolás ya había recibido demasiados rechazos ese año y no podía soportar más. 

En el trabajo, después de situaciones como la antes mencionada, se podía pasar buena parte de su horario laboral solo mirándola trabajar. Añorándola, sintiéndola lejana e imposible de conquistar. De a poco empezaba a cavarse su propia tumba en aquel lugar de trabajo. Estando cada vez más ido, más perdido, más sin ganas de trabajar y sólo estar con ella. Pero eso no podía ser. Quizás ella sabía aquel viejo truco de que cuanto más rechazamos a alguien, más deseo generamos en él. A veces de forma consciente y otras no. Pero es casi una regla de oro en las relaciones. Nicolás no podía evitar estar cada vez más sumergido hasta la médula con Male y ella, aunque quizás menos demostrativa, parecía ir por un camino similar.

Para el 24 de diciembre trabajaron hasta las tres o cuatro de la tarde y luego algunos fueron a tomarse una cerveza a una plazita cercana. Male y Nico habían quedado verse después del brindis y así fue. Conociendo así a su madre, una señorona de pueblo muy afectuosa y amigable. La primera y única suegra que no sería una contra. Muertos de calor, luego de unas copas y cigarrillos de más, durmieron a duras penas y al otro día a trabajar. Como a Male le tocaba franco ese 25 no fue, pero Nico tuvo que ir a partir de las 17 hasta las 23, un horario reducido pero no menos horrible. En medio de tan mal trance, Nicolás fue muy a regañadientes a trabajar, y cuando ya comenzaban a apagar las computadoras para irse, se acercó a un hombrón de acento venezolano que no quería irse. Seguía incordiando con preguntas a sus compañeras del sector infantil. Nicolás le cortó en seco y le dijo que ya estaban cerrando, que podía volver mañana. Pero el hombrote no se conformó con esa respuesta y lo empezó a maltratar y decirle que lo tenían que atender. Nicolás lo invitó a retirarse y el señorón le dijo que trabaje, pobre!. Y así se fue yendo, diciendolé pobre, pobre, pobre... Nicolás estaba que echaba espuma de la ira que tenía y se le fue al humo, pero fue detenido por sus compañeros que venían siguiendo la secuencia. Nicolás le dijo cosas irreproducibles como insultos xenófobos como nunca antes le había dicho a nadie. Pero el provocador en retirada seguía diciéndole pobre como el peor de los insultos. Nicolás terminó sintiendo uan humillación como nunca antes en su vida. Desde aquel momento odió su trabajo y sobre todo su precaria situación para siempre... Porque entendió que sí, que era pobre y debía trabajar hasta la noche del 25 de diciembre, atendiendo a gente bruta y desagradable como aquel hijo de puta. Era pobre porque siempre se había imaginado tener una mejor situación en su vida de adulto y eso no estaba pasando. Era pobre porque quizás nunca tuvo la suficiente polenta para torcer un destino que se empecinaba en convertirlo en un cero a la izquierda, en un pobre diablo mediocre, y quizás sentía bronca porque además de ser pobre, sentía que quizás tenía lo que merecía y aún así, debía sentirse agradecido de no estar en una peor situación.

Para año nuevo, Nico invito a Male a su casa. El cocinó unos ricos ravioles y ella llevó un postre de vainillas. Tomaron champán, fumaron porro e hicieron el amor. Ella le dijo de la nada que no lo amaba. Él le contestó que entonces no se vieran más, que no creía en las relaciones sin amor y comenzó a levantarse de la cama. Ella rápida y temerosa le dijo que sí, que era mentira, que sí lo amaba y le pidió que volviera a su lado. Esa noche recibieron el año nuevo como una sola masa amorfa de cuerpos sudorosos y acoplados, incapaces de separarse un sólo milímetro. Y afuera, los fuegos artificiales explotaban por doquier mientras los perros ladraban y la gente gritaba Felíz año nuevo, felíz 2014...!


domingo, 5 de noviembre de 2023

Temporada de birras (2)

Su relación con Mariela había sido la peor que había tenido en su vida. Sobre todo en términos de calidad humana. Con el tiempo la olvidaría rápidamente, pero en el momento necesitaba tomar acción evasiva. 

En la librería las cosas comenzaron a fluir, sobre todo en los vínculos humanos. Nicolás compartía con sus compañeros federales la casi nula vida social que podían llegar a tener fuera del trabajo. Eso hizo que se hermanaran varios de los que allí trabajaban porque era la única opción de tejer redes y nuevos vínculos. 

Por fuera de la cuestión vincular, Nicolás disfrutaba de su trabajo. O al menos de una parte del mismo. Sentía que era un trabajo ideal para su yo de hacía diez años atrás pero bueno, ahí estaba ahora y tenía que seguir avanzando. Reconocía que ser una persona complaciente y conformista no era lo suyo. Quizás debería seguir los pasos de su padre, y conformarse con poco, aspirar a nada. Pero en el fondo de su corazón él no se sentía hormiga obrera. Sabía que no era para él todo ese rollo servicial de "¿que necesita señor?" o "La puedo ayudar en algo señora?". Siempre que lo intentaba lo sentía falso, como si estuviera haciendo una mala actuación. Lo único que disfrutaba sinceramente era el contacto con miles de libros de todo tipo y variedad. En verdad era como un goloso en una fábrica de chocolates. Pero más allá de que podía comprarse todo lo que quisiera, conocer nuevos autores y sacar con un buen descuento, más allá de todo eso, seguía siendo infeliz. Infeliz porque la vida había pegado un giro inesperado y estaba haciendo lo que se esperaba que hiciera y ¿que podía hacer sino? De todos modos, Nicolás siempre se había sentido perdido, sin un destino fijo. Parecía una maldición de su generación. Los malditos millennials buscavidas... perdidos en la visagra de dos mundos diferentes. 

Nico encontraba cierto alivio explorando las secciones que más le interesaban. Desde las grandes bibliotecas de Literaturas hasta secciones como poesía, arte, filosofía o algo de ocultismo. También extrañas y prolongadas charlas con clientes exóticos y pintorescos que esbozaban bizarras teorías acerca de los egipcios, los ovnis y la talabartería. 

Nicolás percibió algo muy particular que le llamó la atención en el rostro de Malena. Ella tenía unos labios bien marcados, como de actriz de los años 40s. Detentaba ojeras y un aspecto vampiresco de difícil solución. Era seria y con cara de pocos amigos, pelo corto, negro y ensortijado. Era la reencarnación del personaje Muerte, pero en modo petisita culona. Nicolás andaba contando su bajón y necesidad de iluminación a quien se le cruzara por el camino. Ella le recomendó que hiciera Budismo Zen y le pasó un teléfono de un lugar para ir a meditar. Nicolás se guardó el teléfono pero aprovechó para invitarla a cenar y esa noche salieron en el mismo horario. Fueron a una pizzería que estaba a una cuadra. La cita fue un desastre. Nicolás no paraba de decir tonterías para impresionarla y ella, callada apenas le daba corte. Después de esa noche apenas si volvieron a hablarse. 

En plena primavera cada vez salían más a tomar cervezas a un barsito aledaño conocido como El Metalero. El cordobés lideraba el asunto, seguido por Checho, Nicolás y también algunas chicas. A la sazón entraban tres o cuatro componentes nuevos por mes a la librería, de los cuales luego quedaban algunos pocos. La rusita cometió el error de pedirse un día de estudio en su período de prueba de tres meses y fue deportada a otra sucursal por el perverso e implcabale señor Alex. Y asaí se cerraba esa primera etapa de Nicolás en aquella sucursal, recordando como un mantra aquella enseñanza que dice que Todos esos momentos se perderan, como lágrima en la lluvia... 

De a poco Malena empezó a abrirse al grupo y al ser la que vivía más cerca de ahí, a sólo cinco cuadras, comenzaron a ir a su casa a tomar cerveza y hacer unas prolongadas maratones de drogas y rocanrol. De a poco el bar del metalero fue menos concurrido. Muchos de los que formaban parte fueron enviados a otras sucursales o simplemente no pasaron el período de prueba. La casa de Malena era chiquita, en planta baja, y estaba plagada de cucarachas. Ella parecía contenta de vivir en aquella cueva oscura digna de una película de Cronenberg. A todos les parecía una piba copada por invitarlos a su casa tan cerca del trabajo, pero en el fondo la veían como una chica oscura, rodeada de tapices, libros y huesitos con forma de Sanlamuerte. Ella parecía abstraída de todo comentario crítico y disfrutaba de ver a los demás haciendo monerías. Tal es el caso de Nicolás que trataba de llamar su atención a toda costa y el cordobés que corría de un lado a otro del departamento, completamente acelerado. En ese momento Nicolás no lo sabía porque era un porteño sano e ingenuo pero todos estaban curtiendo alguna y él solo veía todo eso entre asombrado y sorprendido. Aquella noche quedaron ellos tres y Malena les dijo que se podían quedar a dormir si querían. Nicolás vió que el cordobés no se iba más, entonces apechugó junto a él hasta que le dijo de irse. Cuando esa madrugada luminosa de primavera caminaron juntos por Copacabana, el cordobés le aseguró que se podrían haber hecho tremenda menage a trois. Nico lo negó pero supo que podría ser cierto. Eso lo que hizo fue reforzar el insano apuro de conquistar a Malena.

RA RA RA LA GALIA GANARÁ!!!

Una noche previa a lo que sería su último programa radial, Nicolás le escribió decidido a comenzar algo por allí. Ella le respondía con caritas de monstruos. Quedaron en verse el domingo a la noche, luego de su último programa. Cuando llegó a su casa a eso de las 11 y media de la noche, le preguntó si lo había escuchado. Le dijo que no. Hubo un silencio incómodo y luego él comenzó a besarla. Ella se resistió, aduciendo que eran compañeros de trabajo. Pero Nicolás no cedió un milímetro de territorio y le dijo que no importaba nada. Malena se sometió con gusto y él descubrió el placer de la sodomía. Nicolás se imprsionó al principio al ver que su cuerpo estaba lleno de moretones. Había algo perverso, algo retorcido en ella, y eso lo excitaba cada vez más. Mucho mejor que aquella incípida pendeja engañadora. Y ahora las cosas habían subido de tono. Luego de estar en el sofá, fueron a la habitación. Ella fruncía el ceño y él se lo estiraba. Luego durmieron toda la noche agarrados de la mano. Ambos se sorprendieron de este inusual suceso. Al otro día ella lo acompaño a la parada del colectivo muy contenta. Era una hermosa mañana primaveral, o más bien mediodía y ella tenía un hermoso vestido verde floreado. 

jueves, 2 de noviembre de 2023

Temporada de birras (1)

Cuando Nicolás se dio cuenta que ya no podía seguir careteandola respecto a su situación de padre responsable, salió con todo a buscar trabajo. Intentó en bares, centros culturales y todo lo que quieren las guachas, pero nada de eso resultó. Entonces, en plenas vacaciones de invierno tuvo la revelación de llevar un curriculum a la librería más grande de Buenos Aires... 

Aquí abrimos un paréntesis

(Allá por el año 2003 ya había intentado postularse en una cadena que ya no existe más, de cartel naranja. El librero que lo recibió le preguntó sin ya tenía experiencia en el rubro. Nicolás no tenía experiencia ni sonándose los mocos. Le dijo la verdad, un bien preciado para Nico, sobre todo cuando siente que se busca una respuesta sincera. El librero le dijo que no, que lo lamentaba pero que buscaba alguien con experiencia. Nicolás, ni lento ni menso le respondió que como podía adquirir experiencia si nadie se la daba en primera instancia, a lo que el librero respondió una de las cosas más absurdas que escuchó en su vida... "Si yo te doy experiencia después te vas y entonces que, salgo perdiendo"... Nicolás huyó de ahí entre confundido y molesto. No es de extrañar que pocos años después aquel antro de respuestas absurdas cerrara sus puertas para siempre)

Cerramos paréntesis. 

Diez años después de aquel episodio y luego de haber trabajado en los últimos años de folletero, grabador de eventos, cadete y un breve paso como secretario administrativo, tuvo una primera entrevista en un librería, en las más grande de toda Argentina. Cuando llegó a la entrevista lo atendió una psicóloga que le sacó la ficha rápidamente. Él estaba harto de que le pasara eso. La psicóloga le preguntó por sus horarios y él le dijo que podía en cualquier momento del día, excepto a partir de las 18 que entraba a cursar al ISER. Ella le dijo que el trabajo era verpertino, o sea, comía parte del horario nocturno. En ese momento Nicolás sintió que se había recibido de ingenuo. Volvió a su casa con el correcto sentimiento de que no lo llamarían. Probó con la segunda librería más grande del país. (A todo esto le había pedido como favor personal a un amigo que tenía un cuñado que poseía una pequeña librería de viejo en San Telmo, si podía poner en su curriculum haber trabajado allí un tiempito). 

Una tarde muy lluviosa (casualmente como lo fué hoy) Nicolás llegó a la gran librería de barrio norte donde lo esperaba para tener una entrevista el señor Alexander de Large. Un hombre alto, rubio y con un zapato negro. Igual que el otro. Y toda su ropa. Un Darth Vader del conurbano. Tenía anteojos y detentaba una sonrisa maliciosa. Cuando leyó su cv en voz alta frente a él, Alex remarcó sus capacidades en diversas áreas laborales. Nicolás estaba por lo demás callado. Alex le mencionó lo de la librería donde supuestamente había trabajado. "Ah, linda librería. Tiene buenas cosas ¿eh'" Le preguntó con esa sonrisa maliciosa. Nicolás entendió que el otro olfateaba la mentira del cv pero no se amedrentó. "Si, Si, claro, muy buenas cosas". Alex dio un respingo y le dijo que el trabajo era todos los días con un franco semanal y otro rotativo los domingos y que se trabajaba desde la tarde a la noche. Nicolás sopesó sus responsabilidades dos segundos y en esos dos segundos le dijo adiós a la carrera de guionista que había empezado el año anterior en el ISER. Decisiones. Todo el tiempo se trata de decidir cosas. Parece que venimos al mundo para tomar decisiones. Algunas más difíciles que otras, pero el que no decide se queda boyando entre la nada y la eternidad.

Todo estaba bien. Poco tiempo después de sufrir esa espantosa espera lo llamaron. Hizo el preocupacional y empezó una bonita carrera que duraría otros diez años, con intermitencias y cuestiones en el medio que ya iremos dilucidando de a poco. La cuestión es que Nicolás empezó casi a finales de julio del 2013 y en breve entendió que se había metido en un bailongo que en pocos meses lo dejaría bastante quemado. El primer día llegó a la pituca librería vestido con unos miserables pantalones de gabardina, una camisa cuadriculada y una corbata rayada. Mariela le dijo que su atuendo era ridículo, que no sabía combinar la ropa, que torpe y se rió de él. En ese momento Nicolás empezaba a entender en un nivel inconsciente que Mariela comenzaba a despreciarlo y a alejarse de él. Porque de alguna extraña forma Nicolás era un tipo derrotado, que había que tenido que dejar sus sueños para hacerse cargo de sus imprudencias. Él se sentía así, castigado y un poco merecedor de la humillación a la que Mariela lo sometía cada vez más constantemente. Sin embargo, algún día, Nicolás entendería que de todos modos había dignidad en su derrota. Pero todavía era demasiado joven para comprender eso. Por otro lado, Mariela se rebelaría como una verdadera imbécil. 

Dentro del local se sintió un poco incómodo al principio por no entender bien que hacer ahí parado, rodeado de tantos libros, con gente caminando a su lado, preguntándole cosas o peor, recomendaciones. Nicolás sacó chapa de caradura y recomendó clásicos de Hermann Hesse, Conan Doyle o Stevenson. Se sentía muy poco capacitado para dar grandes recomendaciones. En el preciso momento que entró a trabajar allí se encontraba terminando de leer La conjura de los necios de Kennedy Toole. Un libro que al principio le había parecido bizarro, demasiado largo, muy extraño, pero que cuando lo terminaría le parecería una genialidad absoluta. De alguna manera Nicolás se sentía por momentos como Ignatius Reilly, viviendo con su madre, teniendo gustos fuera de su época, un poco nerd... y a Mariela la veía como a Mirna Mynkoff, quizás por ser ambas judías, pero a Mariela nunca le daría el piné para convertirse en una verdadera Myrna Minkoff.

Entre variedad de libros de Anagrama, Random y libros de arte, Nico fue entendiendo de a poco los pormenores del mundo libreril. Sobre todo en una cadena de tal raigambre y en una de las sucursales más intensas de la ciudad. Por el hecho de tener un cine acoplado, los horarios de los viernes y sábados era hasta las 2 de la madrugada. Luego volver a casa en el colectivo 26, entre cansado y pasado de rosca ya que la hora del sueño, usualmente las 12 am para Nicolás, había pasado hacía tiempo. La experiencia era algo que no olvidaría jamás en su vida, pero no dejaba de ser algo alienante y agotador. Sus compañeros eran un grupo variopinto. Cuando entraba fichaba en alguna de las computadoras de ingreso, dejaba sus cosas en un pequeño lleno de mochilas, ropa y sudoración. Se chantaba el ridículo gafete en algún costado de su camisa y salía a la cancha. Dentro del público había de todo. Desde gente random que sólo pasaba por ahí, personas que pedían cosas muy específicas de autores o cosas que él aún no había incorporado y personajes nefastos como viejas maltratadoras que si no conocías a su autora pedorra de romántica o policiales te bajaban el precio. Nicolás sufrió el maltrato de algunas personas desubicadas, de algún que otro compañero alienado y todo bajo la mirada atenta e impasible del señor Alex. 

El cordobés pronto se mostró como el más amiguero de todos. Un tipo copado, buen conversador, de gustos e inquietudes muy similares a los de Nico. Entre ellos surgió una complicidad que duraría varios años, aún cuando ya vivieran en ciudades lejanas. El cordo era un tipo alegre y ramplón que le gustaba hablar rápido, discutir sobre cine y literatura y que amaba más que cualquier porteño a Buenos Aires, por su submundo y más que nada por el tango. 

Junto con Nicolás habían entrado de chicas. Soledad y Carolina. Sole era una chica más grande que él, muy tranquila y parsimoniosa, muy hippie a su propia manera. No pasaría el período de prueba ya que fue víctima del viejo espía que mandaban desde arriba para observar a los libreros. Aparentemente cazó cuando alguien le pidió algo de García Marquez y no lo conocía. Por otro lado, Carolina era una chica de ascendencia Ucraniana, muy inteligente y seria, pero amigable en el buen sentido. Nico no pudo evitar enamorarse un poco de ella, pero ella lo veía como un mero compa. Además noviaba con un descendiente de Turcos que tenía casas por todos lados y vivía de rentas. Su vida estaba salvada con aquel muchacho. Nico no pudo evitar sentirse un 0 a la izquierda frente a tamaño rival. Por otro lado, Mariela pasó una sola vez por la librería y su lenguaje corporal le dijo todo. Cuando quiso entrar lo hizo abriendo la puerta para el otro lado, se la notaba nerviosa, su voz temblaba, parecía odiar tener que haber ido a ver a su chico allí. Nico se dio cuenta que algo pasaba pero intentaba fingir demencia. 

Cuando a mediados del mes siguiente a entrar ahí a trabajar cumplió 30 años, las cosas no pudieron ir de mal en peor. Carolina, que había cumplido una semana antes, le ofreció festejar en la casa del turco con sus amigos y quien quisiera. Nico aceptó, vinieron sus amigos de toda la vida, y hasta apareció uno que no veía desde hacía varios años. El viejo y querido Chona. Mariela fue con él desde el inicio, conoció a algunos de sus amigos, pero a eso de las once de la noche huyó para verse con sus amigas. Nico la dejó ir sin preocuparse pero... realmente era eso? Nico cada vez más sentía que Mariela lo estaba engañando pero no dijo nada, no valía la pena. Caro le regaló unos M & M y fue lo que más le alegró de ese cumpleaños. Poco tiempo después, en una de las crecientes discusiones con Mariela, ésta le dijo que era un fracasado y le preguntó que había hecho en sus 30 años en este mundo. Nicolás se sintió herido en lo más profundo de su orgullo ante esta pregunta venenosa. Pero sólo atinó a responder "No sé... viví"

Un mes después de eso, Nicolás encontró un "poema" de ella que decía que lo amaba pero que quería acostarse con todos sus compañeros de la Facu de Psico. Usualmente Nico, por su temperamente se habría ofendido y enojado a muerte, pero algo le hizo crack en su interior y se quebró en llanto inconsolable. Ella se mostró mal por eso y con una culpa tremenda le pidió perdón. Él aceptó con calma, le dijo que estaba bien y luego la acompañó al Matienzo a leer poesía. Cuando terminó, él se despidió y se fué a lo de Caro con el Cordobés y juntos vieron Blade Runner. Entre tanto misterio, replicantes y música de Vangelis, la frase final "Todo se perderá, como lágrima en la lluvia", le quedó picando en su cerebro una y otra y otra vez. Mariela lo llamó por teléfono para decirle que lo amaba, que no dudara de su amor. Una semana después, luego de pasar la noche juntos, Mariela le cortó definitivamente. El amor es algo muy complejo, extraño, mutante. Como el universo, es muy confuso realmente... 



miércoles, 1 de noviembre de 2023

Temporada de birras (0)

La gata maúlla a los cuatro vientos. La gata maúlla a mis espaldas mientras yo escribo esto que comenzó hace exactamente diez años atrás. 

Hace diez años el país estaba en otro momento histórico, claro. Es obvio ¿no? Según Carl Gustav Jung el tiempo es un círculo continuo de fuego y resplandor incandescente. Y cuando el escritor James Joyce se acercó pidiéndole ayuda por su hija, el eminente psícólogo suizo le dijo al irlandés que "ahí donde usted nada, ella se ahoga". Recuerdo el día que el psicólogo me contó esa anécdota porque básicamente creo que vivimos en un mundo donde algunos ahogan, otros apenas flotan, y están los que nadan tranquilos. Mención aparte para aquellos que ni siquiera necesitan nadar. 

Ahora bien, una tarde como cualquier otra, a Nicolás se le estaban acabando las opciones para olvidar la reciente ruptura que Mariela le había infrigido no sólo en lo más profundo de su orgullo goi, sino en lo más profundo de su ser. Porque Mariela, que tenía diez años menos que él, lo había humillado cortándole de una manera fría y despreciativa. Hasta le había dado a entender que le gustaba un compañero de la facu de él, de la edad de ella y eso había abierto una nueva herida en su vida. Con treinta años comenzaba de a poco a sentirse viejo. 

Claro que para alguien de cuarenta, los treinta son pura juventud, pero en ese momento la herida fue fatal para su estima. ¿Y entonces? Después de algunos días de furia y soledad, Nicolás fue en procura de lo que le recomendó Dolina por intermedio de su psicólogo: "llorela una semana si lo necesita y después búsquese otra". Así, sin tutear con esa forma que tiene Dolina de expresarse como si fuera mi abuelo. La cuestión es que para Nicolás, soportar una ruptura no era el problema en sí, ya que había pasado por rupturas mas significativas antes en su vida. El tema era la humillación innecesaria infligida por aquella muchacha irresponsable en lo afectivo y sobre todo que había llegado en un momento de mucha fragilidad en su vida para él. Habiendo sido padre hacía un año, teniendo que dejar sus estudios e incorporarse a la fuerza a un trabajo vespertino/nocturno en La Librería C...

Pero no todo era sangre, sudor y lágrimas. Nicolás reflotó algunas cuentas pendientes con chicas que había conocido en el último año y con quienes había tenido algunos encuentros furtivos mientras noviaba con Mariela. Él bien sabía que la pendeja andaba en cualquiera y no era su intención quedarse atrás como un gilazo. Se acostó reiteradas veces con Judith y con Francesca. Con ambas hacía saltar los tapones y dejar vibrando el amperaje a un nivel bastante alto. Sin embargo, ni una ni otra fueron un real refugio cuando Mariela lo dejó. Con Francesca sintió que mucha conexión no había, amén de que ella había estado víendose con su amigo Damián mientras él andaba noviando de forma exclusiva con Mariela. ¿Y con Judith? La cosa con ella era más compleja. Ambos eran padres solteros, con hijos de edades similares, y sin embargo... ella podía ser una amante tan fogosa como intensa, y por momentos le demandaba mayor tiempo y atención. Nicolás no se sentía muy cómodo con todo aquello. 

Por otro lado, ese trabajo le había detonado la única cosa que disfrutaba hacer, sus programas radiales de los domingos a la noche. Teniendo que ir poniendo un punto final a ese programa que tanto cariño había empezado cinco años antes y donde se daba el gusto de poner toda la música que más le gustaba, organizando domingos temáticos y donde la música, la literatura y el cine se daban comunión allí.

La ruptura con Mariela fué un 12 de octubre. Luego de una semana de luto y tristeza continuó una vorágine de sexo, drogas y rocanrol. Cuando el 1º de noviembre entraron dos chicas marplatenses nuevas a la librería. El mundo de aquella gran sucursal de barrio norte era algo así como "la escuelita" de los libreros. Uno llegaba, te mostraban el espacioso lugar, los sectores, las computadoras de consultas, el mecanismo de la caja y la forma de atender. Aquella sucursal era bastante particular por dos motivos: una era una de las librerías más concurridas de la ciudad, con un público bastante complejo en general. O sea... mucha gente de la zona, con delirios de grandeza y síntoma de "Noble venido a menos". Viejas desagradables que encontraban un placer sádico en maltratar a los empleados y regodearse de que ellas no tenían que trabajar y debían ser tratadas como Reinas por el simple hecho de comprar uno o más libros. 

El otro motivo era que la mayoría de sus empleados, empezando por el bicho raro de su encargado el señor Alex, eran todo un seleccionado de gente de diferentes partes del país. Casi como si fuera la Selección Nacional pero de libreros. Con una mixtura de hombres y mujeres bastante federal y de rangos etarios variados. Al haber tanta diversidad se generaba un relativo buen clima laboral ya qye había un ansia de conocerse más entre todos, ser más solidarios y sobre todo la necesidad de afianzar los lazos humanos de un grupo de gente qye prácticamente se la pasaba allí adentro casi toda la semana, nueve horas diaras. La entrada de Nico era de domingo a jueves de 15 a 00 hs y los viernes y sábados, de 17 a 02 hs. Era lógico que con esos horarios no sólo Nicolás, sino todos aquellos que entraban a trabajar allí sin tener una relación muy sólida se separasen de sus parejas al poco tiempo. 

Nicolás aceptó su destino con enteresa, o eso intentó. Cuando su compañero Checho se acercó para sugerirle la lectura del libro "Mi Ex" con la mejor intención, Nicolás leyó dos hojas y terminó llorando frente a los libros del sector de autoayuda, casi como si se tratara de un acto de justicia poética. Luego el Cordobés intentó levantarme el ánimo contandole algún chiste subido de tono. Pero lo que mejor le vino a Nicolás fue empezar a salir otra vez. Salir de la madriguera, romper el cascarón, dinamitar todo el inventario, volver a su psicólogo de siempre que hacía medio año había abandonado e intentar reconstruirse de sus ruinas. Lo había logrado antes y lo volvería a conseguir en breve. 

Ese primero de Noviembre del 2013 Nicolás observó detenidamente a una de las dos chicas marplatanses que habían ingresado nuevas en la sucursal de Barrio Norte. Sin saber bien por qué Nicolas sintió unas ganas tremendas de besarla, de hacerle el amor, de hacerla suya para siempre. Era algo sin motivación aparente, mas allá de la obvia atracción física. Como si fuera algo muy profundo, difílcil de explicar. Sin emvaego, no pensaba tirarse a la pileta sin hacer una prueba del sabor, un test de afinidad política. La chica estaba muy callada, guardando libros, manteniendo un halo de misterio a su alrededor, lo que la hacía mucho más atractiva. Nicolás hablaba de política en voz alta, tratando de convencer a un público invisible acerca de las supuestas veleidades inherentes del Movimiento Justicialista. Como para llegar a ella la incluyó en su diatriva proponiendo la vieja y gastada vieja formula Viva Perón! Carajo... o no? Su mirada atenta posada en ella, esperando algúb tipo de respuesta que indefectiblemente torceria la balanza para uno u otro lado. La chica pálida sin dejar de hacer sus mmenesteres hizo el gesto con los dos dedos en V, sonrió y siguió con lo suyo. Todos siguieron con lo suyo, pero Nicolas pensando alegre que allí habia algo o alguien para explorar como si se tratara de una nueva cruzada por el Santo Grial.

Una de aquella noches primaverales salieron con Checho, El cordobés y otros compas a un bailongo por Caballito, Nico no se cansó de tomarse litros y litros de cerveza. Tanta chicha le hizo orinar como un condenado y su uretra parecía fundirse con el cosmos de tanto uso. Pensó en lo que estaba por venir, en las puertas que se abrían, pensó en Malena, la chica nueva que había entrado con la otra y le dijo al cordobés que en la semana le hablaría. El Cordobés brindó a la salud de Nico y le dijo que se daba por iniciada la tan esperada nueva Temporada de birrasss...