martes, 7 de noviembre de 2023

Temporada de birras (3)

El 2013 fue un año extremo, el año de la Bruja, del Diábolo, de la mala suerte, de la serpiente... Nicolás sintió el rigor del año maldito en carne propia. Momentos de gran depresión en la primer mitad del año, cuando no conseguía trabajo ni de lavacopas, con Mariela cada vez más forra, machacándole sus fracasos una y otra vez, basureándolo y haciéndolo sentir miserable. Por otro lado, su familia que nunca lo ayudaba, sólo le daba ánimos verbales vacíos del tipo "sigue así", "no bajes los brazos", "tu puedes", y eso era todo...

Además que había sido un año intenso en sí, como un subi baja de emociones constante, pasando del mundo de Mariela y el Iser, al de la Librería y Malena, casi de un día para el otro. A mitad de año se había forjado una bisagra y habían cambiando de vínculos de una forma abrupta. Pero Nicolás se había adaptado lo mejor que pudo y sobrevivió. De hecho, a finales de octubre el cordobés le confirmó que había pasado el período de prueba y para Nicolás, en una época de mala racha, no era para nada una mala noticia. 

Sin embargo, estaba más que claro que ese año había sido demasiado desgastante para él. Cuando se acercaban las fiestas, Nicolás estaba bastante detonado. Por todo lo que le había pasado, por atender centenares de personas día tras días, mes tras mes, y ahora, encima lidiar con una nueva relación con una compañera de trabajo. Con Malena quedó todo muy claro el hecho de que su romance no debía trascender demasiado. Claro que el Cordobés lo sabía, Luchi, Checho y algún que otro amigo cercano más, pero eso era todo. Sabían que si la cosa trascencía mucho podía llegar a oídos de los encargados del local y generar algún tipo de reacción adversa. 

Nicolás no lo vió en el momento, pero luego entendería que haberse metido con su compañera fue imprudente y egoísta, sobre todo teniendo en cuenta que ella aún se encontraba en período de prueba y podían rajarla. Por otro lado, él tampoco tenía las cosas muy aseguradas. De todos modos, Nicolás necesitaba a Malena más de lo que Malena lo necesitaba a él. Ella venía de cortar con una relación inestable y caótica, donde el susodicho en cuestión no se mostraba muy enamorado de ella. Y ella necesitaba que la amaran con pasión. Nicolás seguramente no era la mejor opción pero el destino los cruzó y poco se puede hacer al respecto. Él se enamoró de ella porque necesitaba amar a una chica con urgencia paa sobrevivir a todo el caos que acarreaba, y de alguna manera encontró en esta chica tímida, oscura y melancólica una novia ideal. Ella encontró en él a alguien que más allá de sus locuras se mostraba muy necesitado de afecto y básicamente, le demostraba necesitarla a Ella. 

Es claro que todas las relaciones tienen su grado en mayor o menor medida de neurotismo. El que esté libre de neurosis que que arroje su primer comentario, diría un Freud en modo mesiánico. Comenzaron a verse después del trabajo, o salían a comer juntos, luego llegaban juntos pero trataban de disimularlo apareciendo uno y a los pocos segundos el otro. Fueron bastante torpes y mucho no tardó en destaparse la olla de los comentarios y chimentos. Pero eso a ellos no parecía importarles mucho. Habían entrado en esa vorágine de enamoramiento intenso de los primeros meses y no parecía que nadie los fuera a separar. De hecho, siempre fue su fortaleza el hecho dew unirse más, ante el oprobio y rechazo que su relación generaba en conocidos y familiares. 

El verano no había comenzado oficialmente, pero ya en las primeras semanas de diciembre hacía un calor terrible siendo ese uno de los veranos más fuertes que se registraran en años. Lo que hacía toda la cuestión más sudorosa y pasional. Nicolás amaba coger con Malena. Había algo en ensa muchacha menuda que le excitaba sobremanera, por ende a todo el acto en sí le ponía mucha garra y pasión. Era algo usual en él pero que con ella se intesificaba. Lo que llamaba "tener mucha piel" con alguien. Pero como ella era poco expresiva y a veces pecaba de ingenua, comentando cosas de sus experiencias pasadas, Nicolás comenzó de a poco a comerse el bocho porque, cuanto más le gustaba una chica con la que salía, más posible era que afloraran los celos. Sabía que ese era su Gran Talón de Aquiles. ¿Podía evitarlo? Lo intentaba, pero la bestia peluda se le escapaba sin control del noble caballero que podía ser el resto del día, porque cuando las pasiones entraban en juego, Nicolás sabía que era víctima de su falta de temple y autocontrol. 

Casi todas las noches Nicolás comía en los mismos lugares de siempre. Pancho Hot, una panchería de diversos gustos, como la que acostumbraba a ir con sus amigos de la primera en los tiempos de la crisis de principios de los dosmil. Luego estaba McDonalds, aunque casi nunca iba. La continental. Y por último, justo en la esquina de la casa de Malena, Pizza way. Una pizzería de barrio donde a veces iba con el Cordobés y otras con Male, y donde la pizza y la birra solían ser más baratas y amigables. Una de esa noches de verano atrós, comiendo en Pizza way, el cordobés le sugirió que escribiera una novela sobre las vicisitudes de su trabajo en la librería. El nombre de la novela sería Temporada de birras, por transcurrir en el verano, y por pasarsela tomando cerveza todas las jodidas noches. 

Malena solía tener días donde estaba rara, como más agresiva y despectiva en su relación con Nicolás. A veces lo rechazaba y simplemente lo trataba de pelotudo. Nicolás reaccionaba ante esto como haría con cualquier otra persona, se ponía a la defensiva y le devolvía de forma simétrica todos los dardos. Con Mariela se había quedado con ganas de devolverle algo aunque sea de aquel maltrato y se dijo que con Male eso no pasaría. En un principio pensó que a veces le contestaba mal porque ella temía enamorarse, como para poner una barrera sentimental. Creyó que devolviéndosela lograría que ella parara con esa actitud, pero las cosas no fueron así. Cuando él le contestaba mal, ella le marcaba su actitud agresiva. Y Nicolás le recordaba que ella es la que había empezado pero no había forma de que Malena tomara nota de la crítica. Ella no podía ver sus actitudes, sólo las de él. Y de alguna manera, eso comenzaría a deteriorar de a poco aquel vínculo. 

Una de aquellas noches él le dijo que debían ponerle onda a la relación porque ya había sufrido demasiado. Ella, importunada por esta confesión le dijo que no le importaba ya que no era una relación sería, ella estaba segura de que él no era el amor de su vida. Nicolás relativizó el comentario y le dijo que quizás se equivocaba, pero Malena enojada y ofendida le dijo que estaba segura, que no tenía dudas de que él no era su hombre definitivo. Después de esa dura discusión fueron a la casa de ella y garcharon fuerte como era de esperarse, pero Nicolás había quedado herido de muerte con ese comentario. De alguna manera aquello le impedía decidirse para construir algo con ella a futuro. Sin embargo, como entendería con el tiempo, cometió el grave error de fingir demencia y seguir para adelante como si nada hubiera pasado, como si nunca le hubiesen dicho aquella fea oración, aquel durísimo rechazo. Porque Nicolás ya había recibido demasiados rechazos ese año y no podía soportar más. 

En el trabajo, después de situaciones como la antes mencionada, se podía pasar buena parte de su horario laboral solo mirándola trabajar. Añorándola, sintiéndola lejana e imposible de conquistar. De a poco empezaba a cavarse su propia tumba en aquel lugar de trabajo. Estando cada vez más ido, más perdido, más sin ganas de trabajar y sólo estar con ella. Pero eso no podía ser. Quizás ella sabía aquel viejo truco de que cuanto más rechazamos a alguien, más deseo generamos en él. A veces de forma consciente y otras no. Pero es casi una regla de oro en las relaciones. Nicolás no podía evitar estar cada vez más sumergido hasta la médula con Male y ella, aunque quizás menos demostrativa, parecía ir por un camino similar.

Para el 24 de diciembre trabajaron hasta las tres o cuatro de la tarde y luego algunos fueron a tomarse una cerveza a una plazita cercana. Male y Nico habían quedado verse después del brindis y así fue. Conociendo así a su madre, una señorona de pueblo muy afectuosa y amigable. La primera y única suegra que no sería una contra. Muertos de calor, luego de unas copas y cigarrillos de más, durmieron a duras penas y al otro día a trabajar. Como a Male le tocaba franco ese 25 no fue, pero Nico tuvo que ir a partir de las 17 hasta las 23, un horario reducido pero no menos horrible. En medio de tan mal trance, Nicolás fue muy a regañadientes a trabajar, y cuando ya comenzaban a apagar las computadoras para irse, se acercó a un hombrón de acento venezolano que no quería irse. Seguía incordiando con preguntas a sus compañeras del sector infantil. Nicolás le cortó en seco y le dijo que ya estaban cerrando, que podía volver mañana. Pero el hombrote no se conformó con esa respuesta y lo empezó a maltratar y decirle que lo tenían que atender. Nicolás lo invitó a retirarse y el señorón le dijo que trabaje, pobre!. Y así se fue yendo, diciendolé pobre, pobre, pobre... Nicolás estaba que echaba espuma de la ira que tenía y se le fue al humo, pero fue detenido por sus compañeros que venían siguiendo la secuencia. Nicolás le dijo cosas irreproducibles como insultos xenófobos como nunca antes le había dicho a nadie. Pero el provocador en retirada seguía diciéndole pobre como el peor de los insultos. Nicolás terminó sintiendo uan humillación como nunca antes en su vida. Desde aquel momento odió su trabajo y sobre todo su precaria situación para siempre... Porque entendió que sí, que era pobre y debía trabajar hasta la noche del 25 de diciembre, atendiendo a gente bruta y desagradable como aquel hijo de puta. Era pobre porque siempre se había imaginado tener una mejor situación en su vida de adulto y eso no estaba pasando. Era pobre porque quizás nunca tuvo la suficiente polenta para torcer un destino que se empecinaba en convertirlo en un cero a la izquierda, en un pobre diablo mediocre, y quizás sentía bronca porque además de ser pobre, sentía que quizás tenía lo que merecía y aún así, debía sentirse agradecido de no estar en una peor situación.

Para año nuevo, Nico invito a Male a su casa. El cocinó unos ricos ravioles y ella llevó un postre de vainillas. Tomaron champán, fumaron porro e hicieron el amor. Ella le dijo de la nada que no lo amaba. Él le contestó que entonces no se vieran más, que no creía en las relaciones sin amor y comenzó a levantarse de la cama. Ella rápida y temerosa le dijo que sí, que era mentira, que sí lo amaba y le pidió que volviera a su lado. Esa noche recibieron el año nuevo como una sola masa amorfa de cuerpos sudorosos y acoplados, incapaces de separarse un sólo milímetro. Y afuera, los fuegos artificiales explotaban por doquier mientras los perros ladraban y la gente gritaba Felíz año nuevo, felíz 2014...!


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