miércoles, 1 de noviembre de 2023

Temporada de birras (0)

La gata maúlla a los cuatro vientos. La gata maúlla a mis espaldas mientras yo escribo esto que comenzó hace exactamente diez años atrás. 

Hace diez años el país estaba en otro momento histórico, claro. Es obvio ¿no? Según Carl Gustav Jung el tiempo es un círculo continuo de fuego y resplandor incandescente. Y cuando el escritor James Joyce se acercó pidiéndole ayuda por su hija, el eminente psícólogo suizo le dijo al irlandés que "ahí donde usted nada, ella se ahoga". Recuerdo el día que el psicólogo me contó esa anécdota porque básicamente creo que vivimos en un mundo donde algunos ahogan, otros apenas flotan, y están los que nadan tranquilos. Mención aparte para aquellos que ni siquiera necesitan nadar. 

Ahora bien, una tarde como cualquier otra, a Nicolás se le estaban acabando las opciones para olvidar la reciente ruptura que Mariela le había infrigido no sólo en lo más profundo de su orgullo goi, sino en lo más profundo de su ser. Porque Mariela, que tenía diez años menos que él, lo había humillado cortándole de una manera fría y despreciativa. Hasta le había dado a entender que le gustaba un compañero de la facu de él, de la edad de ella y eso había abierto una nueva herida en su vida. Con treinta años comenzaba de a poco a sentirse viejo. 

Claro que para alguien de cuarenta, los treinta son pura juventud, pero en ese momento la herida fue fatal para su estima. ¿Y entonces? Después de algunos días de furia y soledad, Nicolás fue en procura de lo que le recomendó Dolina por intermedio de su psicólogo: "llorela una semana si lo necesita y después búsquese otra". Así, sin tutear con esa forma que tiene Dolina de expresarse como si fuera mi abuelo. La cuestión es que para Nicolás, soportar una ruptura no era el problema en sí, ya que había pasado por rupturas mas significativas antes en su vida. El tema era la humillación innecesaria infligida por aquella muchacha irresponsable en lo afectivo y sobre todo que había llegado en un momento de mucha fragilidad en su vida para él. Habiendo sido padre hacía un año, teniendo que dejar sus estudios e incorporarse a la fuerza a un trabajo vespertino/nocturno en La Librería C...

Pero no todo era sangre, sudor y lágrimas. Nicolás reflotó algunas cuentas pendientes con chicas que había conocido en el último año y con quienes había tenido algunos encuentros furtivos mientras noviaba con Mariela. Él bien sabía que la pendeja andaba en cualquiera y no era su intención quedarse atrás como un gilazo. Se acostó reiteradas veces con Judith y con Francesca. Con ambas hacía saltar los tapones y dejar vibrando el amperaje a un nivel bastante alto. Sin embargo, ni una ni otra fueron un real refugio cuando Mariela lo dejó. Con Francesca sintió que mucha conexión no había, amén de que ella había estado víendose con su amigo Damián mientras él andaba noviando de forma exclusiva con Mariela. ¿Y con Judith? La cosa con ella era más compleja. Ambos eran padres solteros, con hijos de edades similares, y sin embargo... ella podía ser una amante tan fogosa como intensa, y por momentos le demandaba mayor tiempo y atención. Nicolás no se sentía muy cómodo con todo aquello. 

Por otro lado, ese trabajo le había detonado la única cosa que disfrutaba hacer, sus programas radiales de los domingos a la noche. Teniendo que ir poniendo un punto final a ese programa que tanto cariño había empezado cinco años antes y donde se daba el gusto de poner toda la música que más le gustaba, organizando domingos temáticos y donde la música, la literatura y el cine se daban comunión allí.

La ruptura con Mariela fué un 12 de octubre. Luego de una semana de luto y tristeza continuó una vorágine de sexo, drogas y rocanrol. Cuando el 1º de noviembre entraron dos chicas marplatenses nuevas a la librería. El mundo de aquella gran sucursal de barrio norte era algo así como "la escuelita" de los libreros. Uno llegaba, te mostraban el espacioso lugar, los sectores, las computadoras de consultas, el mecanismo de la caja y la forma de atender. Aquella sucursal era bastante particular por dos motivos: una era una de las librerías más concurridas de la ciudad, con un público bastante complejo en general. O sea... mucha gente de la zona, con delirios de grandeza y síntoma de "Noble venido a menos". Viejas desagradables que encontraban un placer sádico en maltratar a los empleados y regodearse de que ellas no tenían que trabajar y debían ser tratadas como Reinas por el simple hecho de comprar uno o más libros. 

El otro motivo era que la mayoría de sus empleados, empezando por el bicho raro de su encargado el señor Alex, eran todo un seleccionado de gente de diferentes partes del país. Casi como si fuera la Selección Nacional pero de libreros. Con una mixtura de hombres y mujeres bastante federal y de rangos etarios variados. Al haber tanta diversidad se generaba un relativo buen clima laboral ya qye había un ansia de conocerse más entre todos, ser más solidarios y sobre todo la necesidad de afianzar los lazos humanos de un grupo de gente qye prácticamente se la pasaba allí adentro casi toda la semana, nueve horas diaras. La entrada de Nico era de domingo a jueves de 15 a 00 hs y los viernes y sábados, de 17 a 02 hs. Era lógico que con esos horarios no sólo Nicolás, sino todos aquellos que entraban a trabajar allí sin tener una relación muy sólida se separasen de sus parejas al poco tiempo. 

Nicolás aceptó su destino con enteresa, o eso intentó. Cuando su compañero Checho se acercó para sugerirle la lectura del libro "Mi Ex" con la mejor intención, Nicolás leyó dos hojas y terminó llorando frente a los libros del sector de autoayuda, casi como si se tratara de un acto de justicia poética. Luego el Cordobés intentó levantarme el ánimo contandole algún chiste subido de tono. Pero lo que mejor le vino a Nicolás fue empezar a salir otra vez. Salir de la madriguera, romper el cascarón, dinamitar todo el inventario, volver a su psicólogo de siempre que hacía medio año había abandonado e intentar reconstruirse de sus ruinas. Lo había logrado antes y lo volvería a conseguir en breve. 

Ese primero de Noviembre del 2013 Nicolás observó detenidamente a una de las dos chicas marplatanses que habían ingresado nuevas en la sucursal de Barrio Norte. Sin saber bien por qué Nicolas sintió unas ganas tremendas de besarla, de hacerle el amor, de hacerla suya para siempre. Era algo sin motivación aparente, mas allá de la obvia atracción física. Como si fuera algo muy profundo, difílcil de explicar. Sin emvaego, no pensaba tirarse a la pileta sin hacer una prueba del sabor, un test de afinidad política. La chica estaba muy callada, guardando libros, manteniendo un halo de misterio a su alrededor, lo que la hacía mucho más atractiva. Nicolás hablaba de política en voz alta, tratando de convencer a un público invisible acerca de las supuestas veleidades inherentes del Movimiento Justicialista. Como para llegar a ella la incluyó en su diatriva proponiendo la vieja y gastada vieja formula Viva Perón! Carajo... o no? Su mirada atenta posada en ella, esperando algúb tipo de respuesta que indefectiblemente torceria la balanza para uno u otro lado. La chica pálida sin dejar de hacer sus mmenesteres hizo el gesto con los dos dedos en V, sonrió y siguió con lo suyo. Todos siguieron con lo suyo, pero Nicolas pensando alegre que allí habia algo o alguien para explorar como si se tratara de una nueva cruzada por el Santo Grial.

Una de aquella noches primaverales salieron con Checho, El cordobés y otros compas a un bailongo por Caballito, Nico no se cansó de tomarse litros y litros de cerveza. Tanta chicha le hizo orinar como un condenado y su uretra parecía fundirse con el cosmos de tanto uso. Pensó en lo que estaba por venir, en las puertas que se abrían, pensó en Malena, la chica nueva que había entrado con la otra y le dijo al cordobés que en la semana le hablaría. El Cordobés brindó a la salud de Nico y le dijo que se daba por iniciada la tan esperada nueva Temporada de birrasss...

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