viernes, 3 de diciembre de 2021

El fin de la amistad o por qué Los Beatles son la mejor banda del mundo


Paul es un histérico, George está cansado de su rol sumiso, John está en la suya y Ringo observa todo un poco harto de las discusiones ajenas. ¿Por qué el culebrón de Los Beatles sigue dando de que hablar a poco más de cincuenta años de su fin? ¿Que es lo que encontramos en esta banda que nos resuena y nos hace tomar partido? ¿Por qué todos tenemos un Beatle preferido y uno al que no soportamos? Bueno, son muchas preguntas que nadie se hace y a la vez todos nos hacemos. La cuestión, es que los Beatles es una banda que sigue dando de qué hablar, y la reciente Get Back de Peter Jackson vuelve a poner sobre eje a la banda más grande, mas mediática y más influyente de la historia del rock. 

¿Quien puede negar el legado Beatle? Sun influencia va más allá de lo que podamos observar a simple vista. Atraviesa a varias generaciones, y recién en la generación Centennial y la era dorada del Trap, la influencia Beatle comienza a perder potencia de a poco. Es lógico, pero que artista, banda o conjunto musical puede jactarse de influenciar a más de tres generaciones y dejar un legado incomporable a más de sesenta años de su formación. La respuesta es simple, nadie. 

Es el año 1969 y pareciera que todo terminó ya para el cuarteto de Liverpool, que consiguieron en pocos años subir al podio mundial. Más concretamente, en menos de un año desde su primer disco hasta la fiebre internacional de la llamada Beatlemanía. Y poco menos de tres años en cambiar y revolucionar el sonido (y el sentido) de la música moderna, así como también transformar (sin querer) el concepto de juventud. El tema es simple, una banda pop que alcanza la fama internacional en breve, una banda de pibes de barrio obrero y pequeña ciudad portuaria, llegan a la cima, se llenan de guita y fin. Hasta ahí, su legado podría haber sido el de cualquier banda pop posterior como los Backstreet boys o Abba (más allá de las diferencias melódicas, musicales y artisticas de cada banda). Pero no, Los Beatles no se conformaron con eso, dieron un paso más allá, y luego otro y otro y así se fueron transformando con el espaldarazo que les dió su exito y así ser vanguardia de una década tan importante como lo fueron los sesentas. ¿Los sesentas fueron lo que fueron por Los Beatles, o los Beatles fueron lo que fueron por los sesentas? Bueno, estas preguntas son de la índole del huevo y la gallina. No existe solución posible. Lo que sí puede decirse es que los sesentas dejaron un legado tan fuerte en lo cultural y político que aún hoy es una década difícil de olvidar y The Beatles fueron un gran porcentaje de toda aquella revolución cultural. 

¿Alguien se preguntó alguna vez por qué las amistades de nuestra infancia/juventud pasan a la historia a partir de los treinta años? Bueno, no es un dato científico ni estadístico, pero algo de eso sucede y Los Beatles no son la excepción, casi llegando a sus treinta años de edad, los Fab four se desmigajan como un merengue seco, estallan las relaciones interpersonales entre ellos y todo queda dinamitado. Bueno, o los Beatles nos influenciaron hasta en eso, o simplemente ellos no están excentos de lo que nos pasa a todos. Y al ser ellos la primer super banda a nivel mundial y estar en ojos y boca de todos, verlos pelearse nos hace sentir parte de aquello, nos hace tomar partido, tomar posición , porque nosotros también vivimos esa experiencia y de alguna manera, todos somos los Beatles. 

Ellos son un reflejo de nuestras propias miserias y falencias, cuatro tipos que se pelean por boludeces que son altamente negociables y de fácil solución pero no, no se puede, porque no se soportan más. Ya está, se les acabó la mecha, no hay más. Son como esos hermanos que de chicos jugaban todo el tiempo pero que luego crecieron, sus diferencias se hicieron demasiado marcadas y no toleran ni una simple cena familiar una vez por año. O sea, unos cretinos... Y bueno, los Beatles también son eso. Tienen las mismas fallas, se les ven las mismas grietas, y bueno... por eso nos identificamos tanto con ellos, con alguno de ellos más que con otro. N o importa cual, por una cuestión de personalidades cada quién elegirá su preferido. No existe un villano en todo este asunto de la separación (ni mucho menos una villana o alguien externo), si se separaron es porque no daba más, como cualquier relación humana y fin de la historia. Pero quizás el caso de los Beatles por ser una banda legendaria, quizás la primera en romper el molde, sea el caso más famoso y mencionado hasta el hartazgo de separación de banda. Cuando pensamos en la separación de un grupo de rock, es casi imposible no pensar en ellos. Hasta en las rupturas rompieron el molde. 

Escuché a los Beatles y me fuí a buscar la soledad...

Existe todo un reguero de músicos de mayor a menor calibre a todo lo largo y ancho del extenso planeta Tierra que se sintieron tocados por ellos, que fueron influenciados y que de alguna manera crearon obras tan buenas y hasta superiores en calidad a la de sus mentores. No quiero ponerme a hacer extensas listas porque a esta altura del viernes el tiempo es oro y eso de las listas aburre y resulta redundante. 

Para finalizar quiero mencionar que la película Get Back (2021) con este nuevo corte de Peter Jackson nos muestra a una banda en tres momentos diferentes durante el proceso de creación de su anteúltimo disco que se llamaría Let it be (1970) y que al final fué el último en salir, aunque el último en grabarse haya sido Abbey road (1969). A lo largo de este nuevo corte (muy superador del original de poco menos de dos horas) se los ve distentidos, la mayor parte del tiempo tocando y pasándola bien. Quizás al inicio se sienten más las rispideces. Con un Paul McCartney que apura, que toma las decisiones y que parece hasta cierto el más profesional. Un George Harrison sumiso que acepta a desgano esa nueva capitanía y un John Lennon que llega tarde y parece perdido en sus propios problemas personales. Ringo los mira a todos desde la batería y se lo nota cansado, con ganas de irse a dormir la mona, un poco harto de todo. En esos tirones se ve a un Harrison que se cansa de las directivas de un Paul que al principio no puede contener su enorme egomanía y soberbia. Los mira a todos como diciéndoles que se pongan las pilas, que no sean amateurs, que actúen con responsabilidad. Y el resto lo mira tipo "Ok Paul, lo que digas". Ciertamente no coincido con los analistas de hoy en día que buscan reivindicar la figura de Paul como el mejor Beatle, el más talentoso, el más copado, el verdadero héroe de este lío. Para mí no es nada de eso, sí reconozco que es el único que quiere seguir adelante, pero justamente su posición de nuevo líder, un poco circunstancial por los quilombos personales de Lennon, lo alejó de su banda. Nadie soporta el liderazgo de McCartney, es extremadamente insufrible por momentos y sin embargo, está claro que ninguno sobresale por sobre el resto. Quizás Paul por una cuestión de números pero también es sabido que a George no se le dejaba meter más de dos o tres temas por disco y Lennon estaba en plena separación con Cynthia, nueva relación con Yoko y supongo que su cabeza sería un quilombo. 

Cuando pasa el temblor de Harrison yéndose del grupo harto de todos, viene un hiato. La banda intenta recomponerse. Fracasa el primer intento y al día siguiente se lo ve a Paul al borde del llanto diciendo sólo quedamos dos. Quizás sintiéndose un poco culpable de estropear las relaciones entre el grupo. Vaya uno a saber. Es cierto que es injusto endilgarle la separación de la banda a Paul, lo mismo que a Yoko, pero el propio Paul dice hoy en día que el responsable de la separación fue John. Tiene una necesidad personal muy fuerte de sacarse una culpa que lo atormenta hace años, cuando en realidad, no hay responsables ni necesidad de buscarlos. John Lennon era el verdadero líder nato de la banda, pero el tipo era un bardo en su vida personal. Era el que venía de una familia (que décadas después se conocería como disfuncional) con padres separados, una madre que muere en su adolescencia, una crianza con una tía brava, un embarazo de su novia de barrio, una familia no buscada, y en medio de todo eso, ser el líder de la banda más grande del mundo. El tipo no pudo mantener el timón y se fue dejando pasar por el impetuoso Paul, el niño amado, de alguna manera el "prodigio" y con veraderas ansias de pilotear, pero el resto no lo veía así. George entró por Paul pero se sintió más interesado y atrapado por la personalidad de John que era más picante e interesante como persona. En cambio Paul siempre fue visto como el chico lindo, que hacia bromas infantiles y que se las sabía todas. Lennon no, es un tipo de un humor ácido, por momentos poco comprensible por estar sumergido demasiado en su propio mundo, en sus rayes y locuras. Y George es como el hijo menor de ambos, el niño por el cual se pelean. Un chico de gran talento incipiente pero que los padres le dosifican el talento, no vaya a ser que sean opacados por el mismo. De hecho, uno de los de los mejores momentos de la película es cuando se oye un audio de Lennon y McCartney hablando en un bar. Lennon se hace cargo de la situación que llevo a George a irse, Paul un poco a regañadientes también. Pero por momentos, lo que se discute parece otra cosa. Paul dice que John es el líder de la banda, Lennon responde "no siempre", y Paul admite que se siente el jefe segundo, el que sale a poner el parche cuando Lennon anda perdido en su mundo y de alguna manera es así, por eso el liderazgo de Paul se siente falso, se siente como un maestro suplente, un gran maestro, pero suplente al fin. Los chicos lo quieren más al titular. Paul hace lo que puede y a veces se excede en sus pedidos de prima donna. Nadie se lo banca. Eso significa que es el talentoso y los demás lo envidian? No necesariamente, ese parece más el comentario de algún fan de Paul, o del propio Paul, aunque él sabía bien como eran las cosas. De mayor talento nadie, los tres máximos compositores del grupo eran de enorme talento, y ya sabemos que no existe el talentómetro, sólo los gustos de cada uno. 

Mención aparte para el gran tecladista Billy Preston, quien los había conocido en Hamburgo a principios de los sesentas y los pasó a saludar por el estudio. En verdad se genera un momento mágico cuando llega Preston. Los cuatro se alegran de verlo y se reúnen a su alrededor con grandes sonrisas, contentos de verlo. El tipo sonríe a más no poder y es cosa de lo más natural que se quede a tocar con ellos. El piano eléctrico que aporta le da un soplo de frescura a las canciones de los Fab four que pueden pecar de ser muy británicas en exceso y un teclado con el swing de Preston le da otro color a la banda. Se habla de incorporarlo y todos parecen de acuerdo con eso, excepto Paul que dice ya bastante difícil ponerse de acuerdo entre cuatro... En fin, hubiese sido hermoso que siguieran con Billy Preston como quinto Beatle, pero al menos es casi el único ser de la Tierra que puede jactarse de haber sido (al menos en un disco) en el quinto Beatle. El sólo de teclado en el tema Get BACK es la cosa más cool buena onda de cualquier tema de los Beatles. 

El final del documental ya es historia conocida, tocan en la terraza de Apple dando un mini set con las canciones que venían preparando a lo largo de esas últimas semanas de enero de 1969. Algo casi improvisado, sin avisarle al público, tomando por sorpresa a los peatones Londinenses que reaccionan sin exagerado fanatismo (no quiero pensar como hubiesen sido argentinos). De hecho, hacía tres años que no tocaban en vivo y lejos de ser un suceso celebrado por la comunidad, algunos denuncian el ruido y lo más surrealista fue ver a dos policías (haciendo su triste papel de vigilantes) yendo a pedir que paren con el alboroto, que perturbaban la paz, etc... En fin, la yuta de ayer, hoy y siempre.

Get Back me encantó, reafirmó mi amor por los Beatles que viene desde que era chiquito, mi viejo ponía los discos y andaba pegando saltos y gritos muy loquito con Twist & shout, bailar con All togheter now o lagrimear con Long and winding road. 

Para fanáticos y no tanto de una banda que trasciende a sus nombres propios y que son un pedazo importante de nuestra cultura contemporánea y que en definitiva no le son ajenos a nadie, porque después de todo, son más grandes que Jesús...

Pd 1: Me encanta caundo cae el actor Peter Sellers y John no para de decir boludeces a tal grado que Sellers, un humorista del carajo se va porque no entiende nada de lo que hablan esos pibes. 

pd 2: Amo como sus novias los acompañan en el proceso de creación, hacen la suya, dibujan, sacan fotos, traen a sus hijes, etc...

Pd 3: Me encanta como se molestan entre sí, pero en definitiva, como se cagan de risa y como se quieren, a su modo. 

PD 4: Ringo es el más humilde, el puntual, el más gracioso, y en definitiva, el más querible. 

Pd final: Te amo Beatles. 


lunes, 22 de noviembre de 2021

Necesito

Necesito romper con la inercia pandémica que me dejó tirado en un rincón del cuarto como a perro malo.

Necesito verte antes que sea demasiado tarde, casi son las tres...

Necesito que ani me de bola otra vez, como hace 10 años atrás...

Necesito bajarte los humos porque en Agronomía ya no crece el yasmín...

Necesito comer tu magdalena dulce, esa que el mar trajo hasta mi...

Necesito alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza...

Necesito que Melona me devuelva mi libro de Roble. (Entre villa ballestereanos se entienden...)

Necesito que reviva Kurt Cobain para que me cante Lounge act a los gritos en mi oído izquierdo, el perrozoso de casa...

Necesito un limonero real para convencer a Vero que se equivocó, que quizás no soy de la nobleza pero puedo nombrarte mi...

Natalia Ruiza era una gurisa de alta alcurnia, como la alfi, la valle y la eusebi...

Yo siempre fui un campesino que toca mal la guitarra, canta como perro y ama demasiado mal, demasiado enamorado, demasiado todo...

Que tonto fuí, se rió de mí...

Necesito ser el que tengo que ser, el que vine a ser, y el que destinado a ser, tengo que ser...

Así, si no, a quien puedo convencer?

Necesito. 

Pd: rubia polaca, dejo mi esposa vos dejá tu marido.


jueves, 11 de noviembre de 2021

Oda a Severin Graves

Dejame que ilumine tu triste corazón, Severin Graves. 

Desde las estepas de Rusia, pasando por las praderas de Ohio...

Hasta llegar a la Pampa húmeda, donde me encuentro sumergido en mi idiosincrática miseria de clase media venida a menos. 

Yo sé que todos embadurnan los rincones más profundos de tu alma. 

¿Que puedo hacer yo con mis ganas? Soy un mosquito chiquito que pica suavesito. 

Severin Graves es todo lo que yo no tengo. Charme, encanto, sensualidad, deseo, atracción, fatalismo. 

Ya quisiera recorrer tus blancos muslos con mi boca pinchuda. 

Lamer tu corazón es lo que quiero, para acabar para siempre con esta agonía que me destruye desde que soy un niño y abrazaba a las almohadas con desesperada indecencia. 

¿Soy quizás un neurótico incurable? ¿Soy un esquizoide del siglo veintiuno? Y que importa, que carajos importa lo que soy. 

Tengo una agonía de amor que no puedo refrenar. Te necesito Severin Graves. Necesito de tus locuras para lograr mi estabilidad. Soy egoista pero, ¿quien no lo es acaso?

No puedo vivir sin tus susurros en el oído, sin tus caricias en la oscuridad pidiendome que te haga el amorsito como mejor se pueda. 

Suave, y luego fuerte, diría la buena de Marjorie Bouvier. 

Me aplasta pensar que siempre vivo esperando a mi Guilmar, que aparece a veces y luego se va, como las olas del mar. Se retrae, se contrae, me esquiva. Y yo sufro porque tengo ansiedad. Tengo angustia. Tengo impaciencia. Me desespero y no me puedo controlar. 

Estallo por todos lados. Odio al mundo porque el mundo me da la espalda. Me niega lo único que necesito, amor, amor, amor y más amor. 

Yo necesito amor, dijo Kinski. Y nos preguntamos ¿quien no?

Ahora Severin Graves vive en mis sueños por las húmedas noches de insomnio. 

Todavía huelo sus tatuajes impregnados en el corazón de mi vieja almohada.

miércoles, 27 de octubre de 2021

El Eternéstor



El diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo. El EterNéstor viaja por el universo, surca la galaxia del argentino promedio, nos recuerda los buenos tiempos. El Eternéstor es un oxímoron, es un error en la mátrix, es un desperfecto técnic. Es todo aquello que no esperábamos y apareció de la nada, un día para el otro. Casi por generación espontánea. 

Aún recuerdo, 11 años atrás. Estábamos de censo en todo el país. No se trabajaba, pero vos seguías, dale que dale. Y tu corazón dijo basta. 

Me desperté esa mañana de resaca. Un mensaje idóneo de la que sería la madre de mi hija, me avisaba en un mensaje escueto, funesto: Murió Néstor. 

En ese momento me pareció algo irreal, o más bien, surreal. Porque una noticia así es de verdad surrealista. Nadie se esperaba ese final. Ese trágico desenlance. 

Todo podría haber quedado como una noticia anecdótica, como un recuerdo más de un político importante que muere. Pero no fué solo eso. Hoy, con el diario del lunes, nos damos cuenta la estocada fatal que fue en los tiempos venideros esa muerte innecesaria. 

A partir de ese 27 de octubre del 2010, la política argentina no encontró salida. Todo empezó a venirse un poco abajo, cada día más. No habría escapatoria. 

Toda la clase dirigente se convertiría en una masa asquerosa de mediocridad y reboots. O políticos que no estan a la altura de su cargo, o políticos que viven de glorias pasadas. Glorias que vos conseguiste. Mas allá del padrino garca y la reina superiora. 

Ahora ya no estás, te conbvertiste en polvo de estrellas y tu alma descansa para siempre. 

Torturados, hambrientos, desolados, quedamos tus hijos putativos. No los hijos acomodados de tu carne, no. Tus verdaderos hijos. Los hijos destetados de la patria nueva, los hijos de la democracia. Los hijos de la nueva era. Los olvidados niños índigo del siglo 21. Los X, los Millennials y todos los demás. 



viernes, 8 de octubre de 2021

La máquina soviética de Sebastián Robles

El escritor Sebastián Robles nos tiene acostumbrados a un alto nivel narrativo. Sus historias siempre suelen discurrir entre lo fantástico y el realismo más descarnado. Siempre cruzado por cierta dosis de humor e ironía, algo muy clásico de alguien que vivió la década de los noventas con gran intensidad. 

Y hablando de los noventas, es importante remarcar que su primer novela "Los años felices" publicada hace diez años es una hermosa obra, novela iniciática y semi autobiográfica, donde su protagonista vive con intensidad los pormenores de la adolescencia desde tres lugares diferentes. Su Villa Ballester natal, pasando por la ciudad de Buenos Aires y la costa atlántica (Villa Gessel y Mar del Plata), dos balnearios clásicos y amados por todos los argentinos. Esta primer acercamiento, entre autorreferencial y nostálgico es un gran inicio literario, aunque él viniera publicando en su blog desde varios años antes. "Los años felices" es un gran homenaje a novelas de iniciación como el clásico argentino "Juvenilia" de Miguel Cané o "El cuerpo" de Stephen King, autor que ha marcado a fuego al Robles lector. 

Después vendría el libro de relatos Los redes invisbles (2014) donde de alguna manera homenajea al género que tantas satisfacciones como lector le dieron, los escritores de ciencia ficción. Ahí están Philip Dick, Ray Bradbury, Asimov, y toda una batería de escritores que han conectado con su costado más lúdico e imaginativo. Tejiendo así las redes que conectan a aquellos autores de la juventud con el mundo de las tecnologías actuales, sobre todo las más populares: las redes sociales. Ahí es donde convergen las ciudades invisibles de Italo Calvino con las redes sociales que Robles sintetiza con maestría en estos increíbles relatos. 

Luego vendría el ensayo a cuatro manos junto con Juan Terranova "Apuntes sobre Philip Dick" del 2017. Una suerte de charlas virtuales entre ambos escritores que tienden más a la idea de dos escritores intercambiando opiniones, ideas y elucubraciones. Una idea que de alguna manera replica aquellos libros sobre correspondencias y que es más un juego entre escritores que debaten y comparten opiniones sobre aquello que más les apasiona, la literatura. Dick vendría a ser el eje aglutinador del debate, pero se siente más como una excusa para intercambiar ideas que otra cosa, por eso es lógico que muchos puristas del género o del autor hayan criticado este libro sin ver más allá de lo evidente. 

Este 2021, diez años después de Los años felices, Robles vuelve al ataque con un libro extraño, otra vez un libro que le escapa a los encasillamientos. Una novela que se llama La máquina soviética, publicada por Ediciones Paco. Vale mencionar que toda la obra de Robles parece siempre gravitar y pasar su extenso derrotero por editoriales independientes. Esto, algo que al principio uno puede criticar por pensar que sus escritos merecen mayor difusión y distribución, en realidad es algo que pienso es buscado por el propio autor. Una decisión y postura, porque los libros de Robles bien podrían ser publicados tanto por Literatura Random House, Interzona, como así también por Pánico el pánico, Milena Caserola o Momo Fuku. El problema es cuando esas editoriales desaparecen, por diversos caprichos del destino, entonces la obra de un autor parece perderse, diluirse con la generación que le vió nacer y desarrollarse. Es una pena pero no creo que todo esté perdido. Siempre existe la posibilidad de un rescate editorial. Esto lo digo como lector de Robles, aunque entiendo que su postura es otra y prefiera circundar los márgenes del borde exterior como muchos de sus personajes ficticios. 

La máquina soviética parece, a simple vista, una semblanza de Iosif Stalin, el gran dictador soviético del siglo veinte. Un hombre de un origen humilde, originario de un país (Georgia) que siempre osciló entre la dependencia y la independencia de ese gigante que es Rusia. Stalin tiene una historia que parece salida de una novela rusa. Una infancia difícil, problemas de salud, pobreza y la muerte de su primer amor como consecuencia de todo lo anterior. En las primeras páginas uno casi se siente tentado de sentir lástima por Stalin, ese hombre que a fuerza de los golpes de la vida, tuvo que imponerse una fachada de dureza y fortaleza extremas aún a costa de ser visto como un dictador implacable y como un frío sanguinario. Donde la muerte de una o miles de personas parecía más una cuestión de números y estadística que algo personal. Aunque lo personal siempre está ligado en cualquier decisión política. Pero no es cuestión de psicoanalizar a este personaje histórico. Robles logran una extraña rareza y mezcla de sensaciones. La novela parece una biografía, pero a Stalin lo vemos interactuar con otros, sean escritores, intelectuales, científicos, sus mujeres o funcionarios de gobierno. Stalin es frágil, es humano, no es esa roca fría que aparenta ser. Cada decisión cruel y extrema tiene una justificación completamente personal. Le duelen los desplantes y las contradicciones con su propio pensamiento. De alguna manera es como su madre, que es una mujer que no tolera el desplante y ante ella él no puede. Pero él es ella ante los demás. 

En definitiva, Stalin es un personaje complejo. No es un sádico como Mao, que piensa en diferentes formas de martirizar a sus detractores, no es un disparatado emocional como Hitler, Stalin logra colocarse de alguna manera en su propio lugar. Compararlo con otros es un error tan grosero como comparar a nadie con otro. Él es aquello que hicieron de él, pero también es aquel que supo erigirse contra todo pronóstico como el Camarada supremo por más de treinta años. Es un personaje cargado de contradicciones, lo cual lo hace tan humano y digno de ser narrativizado. Es, por momentos un personaje despreciable, frío y calculador, paranoico y obsesivo hasta el extremo. Pero Stalin es el representante más exacto de la política rusa, desde Iván el terrible hasta él mismo, y hasta podríamos pensar si hasta el propio Putin actual. Es el líder que el pueblo ruso siempre necesitó, porque Rusia no sólo es el país más grande del mundo, si no que es una de las mayores potencias. No deja lugar para burócratas y corruptos, tampoco para idealistas y teóricos. El pueblo ruso erige a sus propios líderes, aunque esto signifique ser un hombre de estirpe tiránica y poderosa, como el oso que a su país representa. 

Pienso que esta novela de Robles, donde antes de leerla esperaba quizás un cruce de géneros fantásticos y realista, terminó siendo acaso el más brutal de sus libros. Por el personaje, por la historia y por ese estilo de capítulos breves donde cada historia narrada cuenta exactamente lo necesario. No se excede. Todo está prolijamente calculado, como un soviet. Y también pienso que acá Robles homenajea a otra de sus grandes pasiones, la literatura rusa, aunque de una manera más solapada. Ahí están las grandes tragedias del pueblo ruso, casi cincuenta años de historia desde la perspectiva de uno de sus personajes que más la han marcado. Robles se escapó una vez más de lo que sus lectores esperábamos de él. Pienso que eso mismo es lo que hace de un escritor su calidad.  

sábado, 18 de septiembre de 2021

Vindicación de la fecha por el día internacional del bajista

Desde hace un tiempito a esta parte, todos los 18 de septiembre, se celebra (o conmemmora) el día internacional del bajista. ¿Por qué esta fecha y no, no sé, el 17 de septiembre, o el 15 de agosto? Bueno, porque el 18 de septiembre se conmemora también el nacimiento de un bajista ¿De quién? ¿Jaco Pastorius? ¿John Entwistle? ¿Pedro Aznar? No amigues, el 18 de septiembre se conmemora el nacimiento de, ni más ni menos, que el afamado Douglas Glenn Colvin, más conocido como Dee Dee Ramone. Sí, Dee Dee Ramone. Y acá es donde vindicamos esta fecha. O mejor dicho, la reivindicamos.

Cuando uno escucha acerca de que existe el día del bajista se tiende a pensar que va a ser la fecha de nacimiento del mejor bajista del mundo, o del primer bajista famoso, o el primero que usó un bajo eléctrico, o el más influyente, o simplemente un bajista icónico y popular. A la mente se me vienen varios nombres desde los mencionados Jaco y Entwistle, pasando por Billy Sheehan, Flea, Marcus Miller o el mismísimo Paul McCartney. Cualquiera de estos susodichos estaría perfecto. 

(Mención aparte para varias mujeres bajistas como Kim Gordon, Suzi Quatro, Gail Ann Dorsey o Gabriela Martinez y Maria Fernanda Aldana acá en Argentina, por citar sólo algunas de las más famosas e icónicas, a las cuales habría que dedicarles un post entero por varias razones). 

La cuestión es que, para mí, romperse la cabeza con quién debería ser elegida/o por el día del bajista es incómodo, anti democrático y bastante arbitrario. Como dije antes, hay como cinco o diez personas que bien podrían ser el mejor bajista del mundo (si no preguntenle al youtuber Davie504). Nadie se pondría de acuerdo. Si, por ejemplo, para el día del guitarrista se tomara el día del nacimiento de Jimi Hendrix, no faltarían los miles y miles de usuarios que pondrían el grito en el cielo aduciendo que hay miles de guitarristas mejores técnicamente como Satriani, Vai, Malmsteen, Van Halen, etc, etc. El debate sería eterno. Basta ver a la maldita revista Rolling Stone y sus estúpidas listas de los mejores esto, los mejores aquello, para ver como en realidad nunca hay concenso con nada. Cada uno tendrá su mejor músico o disco o banda de preferencia cosa que tendrá que ver con sus gustos y/o resonancias, y en la mayoría de los casos sería válida su elección. 

Pero con los bajistas pareciera que se corrió de eje el hecho de elegir al Mejor, o más Influyente, Más esto o Más aquello y en cambio, se optó por una elección rara, extraña y deforme como el propio elegido. Está más que claro que el gran Dee Dee Ramone (mayor compositor de la banda Los Ramones) no era el mejor bajista, no era buen cantante, ni creo que haya sido el más popular o icónico y tampoco el más influyente. Pero algo sí fue: era bajista. Punto. ¿Y  eso qué? Preguntaran los puritanos de las cuatro cuerdas. Y yo diré nada, es todo, pero es suficiente. Dee Dee era un bajista básico. Marcaba las notas con mayor o menor precisión que cualquier otro, pero tocó en los Ramones y de alguna manera ejerció una influencia fundamental para el mundo bajístico y es: Todos podemos tocar. ¿Todos podemos ser buenos? No, pero podemos intentarlo, podemos agarrar un bajo y tocar con nuestros amigos, en un acto de absoluta caradurez porque ¿quién dijo que tenemos que ser los mejores? No siempre se puede ser el mejor y ni siquiera aspirar a serlo. La elección de Dee Dee es pertinente porque engloba a todos los bajistas del mundo. Si uno elige a uno de los bajistas más básicos del mundo del rock y a uno de esos que nos inspiran a animarnos a tocar (más allá de nuestras falencias técnicas), esa es un elección que sirve. Cualquier otra elección sería el capricho de un periodista o la elección complaciente de un editor. Y estamos cansados de los clishés. En cambio poner a Dee Dee en lo alto es una elección arriesgada, poco esperable y sobremanera pertinente. 

Confieso que cuando me enteré que el día del bajista internacional era por Dee Dee me sorprendió. Y es que al principio me pareció bastante absurdo. Es como si el "día del futbolista argentinx" fuera por el cumpleaños del colorado MacAllister (un defensor rústico del Boca de los 90s). Pero luego me quedé dándole vueltas al asunto y más aún cuando leía la manifiesta indignación en las redes de varios bajistas consagrados y respetados de mi país, tipos a los que admiro, por su habilidad y musicalidad. Pero tanta queja me hizo ruido. Pensé ¿que esperaban? ¿Lo obvio? Elegir a Jaco Pastorius hubiera sido más pertinente sí, en principio, pero después te das cuenta que es una elección elitista, que nadie o casi nadie puede tocar o aspirar a tocar como él, casi nadie nace o adquiere esa habilidad técnica o trae consigo esos dones y talentos. ¿Cual es la idea? ¿Celebrar que a todos nos gusta la música y quisieramos ser músicos pero en realidad no vamos a poder serlo? En esta cultura exitista donde todo el tiempo se premia al "mejor esto" al "mejor aquello", lo que hacemos en realidad es alimentar la cultura de la frustración y por ende, una sociedad de personas insatisfechas que se odian porque no pueden ser los mejores en nada. El resultado es espantoso y está a la vista de todos. 

Dee Dee es la elección razonable, no es la más, no es la mejor, pero sí es una elección que engloba a todos aquellos que tocan el bajo, desde los que recién comienzan hasta arriba, hasta donde sea que esté el límite de la excelencia para cada uno. Cosa que ya es una elección personal. Por el mismo hecho de estar en la base de la pirámide, Dee Dee nos sostiene a todes. 

Gracias Dee Dee y Felíz día!

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Tonterías


 "La única palabra que tienen en común los exitosos: la usan desde Elon Musk hasta las Kardashian"

 www.cronista.com Esa palabra puede encontrarse en el bolsillo de la dama o la cartera del caballero. Es una palabra roja. Con un olor mezcla de porro y de betún. La palabra mágica por excelencia, es una palabra que vuela en motocicleta y viaja por el espacio sideral, como la nave de los locos, de Einsestein. La palabra es un verbo, pero no es AMAR. Porque el amor está malentendido. Cada cual tiene su teoría personal de que es el amor, no hay consenso. En cambio, esta palabra sí tiene un consenso general, para la farsa actual, teatro-anti-disturbio. En todo este asunto hay mucho barrilete encendido. No tenemos libertad para escribir lo que queremos, pero la palabra es la palabra. No es la palabra de Dios, te alabámos señor. Avalado sea Deimon. Estamos en los márgenes del mundo futuro, estamos al borde de transgredir uan norma muy común en la humanidad, respetar el silencio. La palabra la usan desde Elon Musk, un androide millonario, creado por Steve Jobs, que se ha obsesionado tanto con las novelas de ciencia ficción que escribieron algunos locos de la segunda mitad del siglo veinte, que ahora Musk, quiere salir a hacerle el amorsito a las estrellas. Pero las estrellas no se andan con chiquitas. Ellas sólo quieren el universal. ¿Estamos en problemas como civilización? Si, de hecho ya hay un contingente de alienígenas en camino, prestos a quitarnos este hermoso planeta. Por giles, por no cuidar un carajo. Pero Musk tiene la palabra esa, que la usa sin ton ni son. No la sabe usar. Es como puso una chica en facebook "algunos hombres no saben usar la pija". Bueno, acá es algo parecido. Musk no sabe usar LA PALABRA. Te avalamos Señor de la guerra y de los ejercicios matemáticos extremos. Pero las Kardashians, (que no sé quienes carajo son), parece que no sólo saben usar la palabrita esta, si no que además, ellas (que en mi imaginación son una especie de "gemelas fantásticas, activense") son las verdaderas genias que controlan a todos los poderes fácticos del mundo. Son hijas del poder real, son hijas de todos aquellos transas humanoides que vienen manipulando y controlando a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Ellas tienen tanta impunidad y poder que hasta se dan el lujo de salir a poner la jeta por toda la farándula mundial y lograr ese sueño que tenemos todos los megalómanos, que un millón de manos nos aplaudan como focas muy contentas, esperando por una nueva sardina. Pero las Kardashians palidecen ante el poder universal que se acerca en naves de hormigón, surcando la galaxia del hombre (y de la mujer). Porque, ¿que somos los hombres sin las mujeres? Nada, pelusa de ombligo. Tierra abajo del asiento. ¿Eso nos hace inferiores? No, sólo que debemos darle al César lo que es del Cesar. Y no me refiero acá al señor César Masetti, gran conductor de Telenoche. Porque, después de todo, nos hemos ido por las ramas. Lo que importa es la palabra, y la cerveza, dijo nunca Pedemontti. La palabra que todos los exitosos del mundo usan como un mantra eterno, como una clave secreta del éxito es... Batracio.

lunes, 30 de agosto de 2021

Podes pasar al confesionario

Estaba mas bueno que chuparse un candelabro con los dedos del pie. Pero Jorge Fritos no suele estar en casa, porque allí el musgo es inmundo. Mundos In mundos. Quizás, Jorge Fritos sea un poco ingenuo en lo que respecta a los intereses de la humanidad, pero lo que pasa es que él no cree en la humanidad. ¿Que hizo la humanidad por él? ¿Que hizo por alguno de nosotros? Este es un canto a la feijoada, porque no entiendo un pepino de portugués y mañana a la noche voy a tener una 'hot date' con una chica brasilera. Hace veinte años debuté con una chica brasilera. El círculo de Baba se cierra. Ahora siento que el hombre que vive allí, es un psicópata pero sólo porque se ríe de sus torturados recuerdos, de su doloroso pasado, cuando le carcomían la mente los dolores por la agonía de vivir, por amar y ser torturado por una vida conflictuada, una vida lacerada por los encapuchados de un mundo viejo. Estamos rotos, decimos, estamos enfermos, perdonennos, perdon en nos, si? Pero no, no nos perdonamos un carajo, entonces el hombre vive ahí, confusión será su epitafio. Como el de Gregorio Lago, como el de Ricardo Masnegro, como el de Roberto Gomez Bolaños, o como el malogrado Andrés Escobar. Todo es una fake news, dijo el droguero al drogador, y en en este carrousell de la vida en el cual damos vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y ya me mareé... Pero es normal que se venga el mareo, porque no entendemos nada al respecto de consignas y tareas. Tuvimos una semana tan dura que no podemos pensar en sujetarnos a consignas pretenciosas, (lo siento mi chica del Brasil). Pero todo se acaba, mal y pronto. Disculpá que te lleves un chasco, pero el que avisa no traiciona, dicen los traidores ante el pabellón de fusilamiento del coronel Aureliano Buendía. Pim pam pum. Adiós. Ya morí de espaldas nena...

Perón cumple, Evita dignifica. Ahora, todos los viernes a la noche, Jorge Fritos, llega a su rancho relaxo y se tiende sobre su cama de musgo latino inevitable. Todo es desidia, todo es decadencia, todo es destrucción. A nadie le importa si yo cuido mi flor, yo la protejo contra el viento. No necesito drogarme para hablar en modo delirio. El exceso de trabajo después de estar casi dos años mirando el techo, puede volver loco a cualquiera. Hasta a Santos. Dumont. Una vez tuve una novia que me decía que me parecía a Santos por el pelo corto y los anteojitos. Era su forma de ratonearse conmigo y así después coger con más ganas. No la culpo, ¿quien puede enamorarse de una oruga? ¿Y de una mariposa? Pimientos, ponedle alas, son mariposas. Arrancadselas y ya sabreis lo que eis, por Zeus. Ahora, zumba la leche, no siente dolor. El viejo Jorge mira por la ventana y como en el cuento anterior, ve pasar un globo aerostático con luces de neón que anuncia cerveza  Duff y el fin de los tiempos venideros. ¿Alguien penso que algún día el tiempo no va a existir más? Algún día el cronómetro del universo volverá a cero, debido a la entropía y bla. 
Me he ido tanto por las ramas que debo hacer una confesión del pene, dedicado al monólogo de la vagina, su agente complementario; en realidad, por si no se dieron cuenta, Jorge Fritos no existe. El dueño de la habitación de musgo, venida a menos, en realidad... bueno, si, soy yo saben. Y no soy más de Leo, ahora soy de Virgo. PD: Te amo Beatles. Y a Sting también que es un churro...

jueves, 5 de agosto de 2021

El último tren a San Luis

Era 1991, tenía siete años y me encontraba cursando segundo grado donde no daba pie con bola. El colegio me parecía un martirio diario y encima de todo, como me pasaría seguido en mi vida, convertía todo ese malestar en una patología. En este caso fue un bronco espasmo fuerte o un asma leve. Me quedaba sin aire, por momentos me costaba mucho respirar y tenía unos ataques de tos insoportables. Entonces vinieron las nebulizaciones en unos aparatitos con una escafandra de goma verde que detestaba, sobre todo por el olor de la medicina que tenía que respirar, mientras veía los dibujitos y trataba de no pensar que al día siguiente debía volver al colegio. Mi situación digamos que continuó estable, pero no lograban sanar mi problema pulmonar. Mi pecho silbaba por las noches, como si tuviera un duende adentro, que me quería llamar la atención a todo momento. Sobre todo a la hora de acostarme y cuando me ponía en posición horizontal. La cosa parecía que no iba a mejorar, hasta que a mis padres les recomendaron un joven médico homeópata que había atendido a mi abuela y al parecer era bastante bueno. Entonces fue que nos acercamos a su consultorio que en ese momento quedaba en el barrio de Constitución en una antigua casa remodelada.

Cuando conocí a Darío, tuvimos buena onda de entrada. Además, me encantó su lugar de trabajo. La secretaria era una mujer grande, una rubia veterana bastante copada. El tipo era una mezcla de Cerati y Mr Bean. Alto y todo un caballero. Me hizo preguntas que nunca un médico me había hecho. Hasta cosas como si le tenía miedo a la oscuridad. Respondí con verdadera honestidad y algunas cosas que hasta mi madre se sorprendió, a lo que él contesto que era lógico que se lo dijera a él porque después de todo era “el tordo”.

Cuestión que me dio una serie de globulitos que es una medicina que viene en bolitas chiquitas que se toman de un saque o se disuelven en un poco de agua. De a poco empezó el tratamiento homeopático. Además, el tordo, le sugirió a mi madre que me llevaran de vacaciones a algún lugar de clima seco, y que me consiguieran una mascota. Lo de la mascota tardó tres años en llegar, pero el viaje se hizo realidad en breve. Mi abuela, que se había atendido previamente con el tordo, estaba recién casada en segundas nupcias con un hombretón de San Luis, merlino para ser más precisos, y como éste tenía una casa allá, surgió la idea y posibilidad de que me llevaran para las vacaciones de invierno de aquel año.

1991 fue un año muy famoso en muchos aspectos. Cayó la Unión Soviética y el capitalismo se afianzó en casi todo el mundo con el tristemente célebre conceso de Washington. Por otro lado, salieron discos de rock tan importantes como casi desde 1973 no pasaba, Nevermind, El albúm negro, Ten, Use Your Illusion 1 y 2, Pelusón of milk, bueno y etc, etc, etc.

Además de estos y otros datos de color, el año 1991 trajo una inédita ola polar sobre Argentina. Con temperaturas extremadamente bajas y tremendas nevadas inéditas en lugares como Córdoba y Mar del plata. En medio de ese contexto de un año bastante particular, yo me embarco en mi primer viaje sin mis padres. La aventura consistía en un viaje en tren con mi abuela y su esposo a quien en ese momento estaba conociendo de a poco.

Cuando llegó el día, una noche de julio, recuerdo que mi viejo me llevó hasta la estación de Retiro desde donde partía el tren a San Luis. No recuerdo bien cuál de las tres estaciones de trenes era pero, si no me equivoco y por lo gran que me parecía todo, era la estación Mitre y el tren salía desde el extremo izquierdo de la estación. Allí nos encontramos con mi abuela y su flamante esposo. Yo estaba bastante emocionado por el viaje y recuerdo que mi viejo, antes de despedirse, fue a algún kiosco que habría allí dentro y me trajo un revolver de plástico, de esos a cebita ¿tan de moda en esos tiempos? La cuestión es que me despedí de padre con un poco de nostalgia pero contento. El viaje empezó y era una experiencia nueva para mí. Si bien ya solíamos ir a Mar del plata en tren, ahora era sin mis padres o hermano, sólo yo y mis abuelos, además de un nuevo destino. El país se habría para mí como un territorio nuevo e inexplorado para conocer. Era mi primer viaje a otra provincia y quizás el viaje que marcaría mi amor por viajar para el resto de mi vida.

Recuerdo muy claro esa noche. Mientras el tren avanzaba en la oscuridad, adentro nos preparábamos para cenar. ¿O habíamos ido cenados? Yo estaba impaciente, sentado al lado de mi abuela, no dejaba de mirar mi revolver de plástico y espiar la oscuridad de la noche campera por la ventanilla. Pasó una especie de azafato del tren, con gorrita y guarda y todo, que nos iba entregando una frazada y una almohada a cada pasajero. A poco de terminar su recorrida, se apagaron las luces y de a poco me sumí en un sueño sin sueños, cargado de anhelo y expectativa.

Por la madrugada mi abuela me despertó y bajamos del tren casi a las corridas. No tenía muy claro en donde nos encontrábamos pero al parecer aún no habíamos llegado a destino. Por otra parte, caminamos algunos metros y nos dirigimos directo a un micro que parecía estar esperándonos. A los costados del camino había nieve, pero no me animé a ir a buscar un pedazo porque esperé encontrarla más adelante. Dentro del micro, más apretujados, continuamos con la odisea. Todavía era de noche y veía como por la ventanilla caían copos de nieve. Me dormí con esa imagen.

Para cuando me volvieron a despertar sí habíamos llegado a destino. Estábamos en Merlo, San Luis, la villa más famosa de la provincia por su conocido “microclima”. El lugar no me pareció increíble al principio, pero luego me encontré con esa valla imperecedera de cadenas montañosas, lo que no era ni más ni menos que las “sierras de los comechingones” y aunque ya conocía Sierra de los padres, esto era definitivamente distinto. Mucho más impactante y majestuoso. Pero lamentablemente, en Merlo lo único que no me esperaba era la nieve, que ese invierno parecía estar invadiendo buena parte del país. Sin embargo, eso era lo de menos.

Cuando llegamos a la casa, estaba conmovido. Era una casa muy distinta a la de mis otros abuelos en Mar del plata. Esta era una casa más de campo, con más madera que piedras, con una tranquera y un camino de tierra. Pero a las pocas cuadras ya empezaba el pavimento. Nos recibió un perrito a puro ladrido. Estaba bastante nervioso y enojado en lo que entendía que era su labor como perro guardián. Al principio le tuve miedo, pero después nos hicimos amigos. Entendí que Rulito (el nombre del perro) era un cachorro que había encontrado hacía poco el chico que vivía con su mamá al fondo de la casa, algo así como los caseros del terreno. Llegamos y nos acomodamos en los aposentos. Mi pieza era enorme, casi el doble de mi pieza en capital con mi hermano. Y acá era todo para mí. Pero estaba consternado, no sabía qué hacer con tanto espacio, y además hacía un frío tremendo. Pero era un frío diferente al de Buenos Aires, era un frío más intenso pero amigable, solo te exigía respeto abrigándote ante él. Después de eso, estaba todo bien. La humedad no era la característica de la región, por suerte para mí y mis pulmones que necesitaban un descanso después de casi un año padeciendo. De todos modos tenía mis globulitos que mi abuela me administraba religiosamente, como así también me hacía rezar todas las noches y dar gracias a Dios y yo bueno, tenía siete años…

De a poco empecé a conocer el lugar que me rodeaba, el jardín, los límites de mi nuevo mundo, la ligustrina que nos separaba del resto y sobre todo a Miguel, el pibe del fondo que era uno o dos años más grande que yo, que parece poco pero a esa edad era un montón. Sin embargo, eso no impidió que nos lleváramos re bien de entrada. Y ese regalo que mi viejo me había dado antes de partir, que bien podría haber sido un muñeco o cualquier otro tipo de juguete, resultó ser el regalo más apropiado porque ¿a que jugaban los pibes de la cuadra? Si, a los pistoleros, como Mafalda con Manolito, Felipe, y demás. Así que estaba servido, con esa pistola a cebita me sumé a los juegos de tiros con tres o cuatro chicos más del barrio, en un juego donde obvio, casi nunca nadie quería morir. También jugábamos a la pelota por supuesto. Y aunque no era muy bueno ¿alguna vez lo fui?, la pasábamos re bien. Volvía a casa súper agitado pero más feliz que nunca en mi vida. Mi abuela se preocupaba pero veía que estaba bien, que estaba más emocionado que otra cosa y en ningún momento tuve ataques o accesos de tos. No extrañaba mi hogar, porque me sentía bien ahí, me sentía viviendo una gran aventura y la disfrutaba al máximo, sin angustias ni sentimientos neuróticos de niño apegado a sus padres.

Esas vacaciones de invierno no tuve ningún altercado con ninguno de los locales, cosa que en vacaciones de verano venideras si tendría, con alguno de ellos por cuestiones de localía o de tener que defenderme por el hecho de ser porteño y todas esas cosas absurdas que nos transmiten los adultos, pero en ese primer encuentro todo fluyó como nunca. Nos cagábamos a “tiros” súper contentos y alegres, sin mayores problemas o contratiempos. La conexión entre todos nosotros fue inmediata y fui aceptado (por intermedio de Miguel) sin mayores problemas. El horizonte que se habría para mí en mi vida en ese momento era completamente novedoso, porque por primera vez interactuaba en un lugar nuevo con chicos que no conocía y no en plan colegio si no en plan hacernos rápido amigos para salir a jugar y pasarla bien.

He vuelto al año siguiente pero en verano y fue una continuación perfecta de esa primera vez invernal. Luego repetiría una tercera vez en plan toda la familia, siendo ésta la última vez que estuve con ellos. Volví dos veces más a Merlo pero ya habíamos crecido y la cuarta vez nos miramos desde lejos, como si una barrera de la edad nos hubiera distanciado de una forma irreconciliable.

Pero ese invierno de 1991 quedó marcado a fuego en mi memoria por todo lo que significó para mí en el resto de mi vida y para siempre. Volví casi curado del asma que fue desapareciendo hasta convertirse en una anécdota que siempre cuento a los médicos cuando les digo que alguna vez fui asmático, pero la homeopatía o el microclima de San Luis me curó.

Un viaje único también porque fue la última vez que se pudo ir en tren hasta allá, porque me hice muy amigo de la pareja de mi abuela que se convirtió en mi abuelo por mérito propio y porque nunca más volví a jugar con pistolas de cebita en mi vida, viviendo así las mejores y más memorables vacaciones de invierno que jamás tuve.

sábado, 31 de julio de 2021

El olor de las almendras quemadas

Había una vez una Almendra. Almendra deviene de Alma, porque las almendras son el alma de las almendras. Y, como dije, había una vez una ALMENDRA que era feliz. Viajaba en la parte trasera de una camioneta viajera. La camioneta le preguntaba a la Almandra si estaba cómoda, si estaba gozando del viaje y la Almendra, fiel a su estilo pacífico, le decía que sí, que estaba fenómena. Así se hicoeron grandes amigas la camioneta y la almendra. 

Todos tenemos un gusto y particular fascinación con las almendras. Su olorsito cuando las tostamos. Su saborsito rico cuando las mordemos y sale ese jugo blanco, amargo, almendroso. También cuando acompañan a los helados de crema americana. El famoso Almendrado. Una cosa de otra galaxia realmente. Por eso amamos a las almendras. Porque son ricas, porque son pacíficas, porque son Almendra. 

Almendra una vez fue al colegio. Se tomó el tren hacia el sur y dijo una plegaria para un niño dormido. Una muchacha con ojos de papel la levantó del suelo y junta se fueron en camioneta a recorrer las rutas argentinas. Pero como Laura va y viene, la almendra queda sóla a veces y como la soledad es un amigo que no está... Para ir y venir, mejor quedarse, mejor el verde llano. Todo es una Figuración de color humano que ni siquiera Fermín, un mestizo, puede soslayar. A estos hombres tristes les digo entonces, que no se dejen sosegar por ni siquiera el jingle más extrafalario. Hoy, que el viento borró tus manos, la almendra de tu corazón vivirá por siempre como el mundo entre tus manos, a lo largo y ancho de los campos verdes y más allá de todo el hielo en la ciudad, hasta llegar a los gabinetes espaciales. Todo será mejor cuando hagamos las cosas por hacer. Eso mismo le dije a la almendra, a mi dama, que a veces como no la vemos, parece espejada. Como si fuera un jaguar herido, hilando fino en este embrollo, todos sabemos que la almendra que viaje tiene a mano a el fantasma de la buena suerte, que la acompaña y acompaña por siempre. Almendra ve sobre sí un cielo fuerte, vive el amor guaraní de sus ancestros. Por eso le dice a Miguelito, que mi alma ha partido a tiempo, y antes del Final nos despide con un amigable Buen día, día de Sol. 


miércoles, 14 de julio de 2021

La parábola de los hermanos

En cierta ocasión, una noche escuché a mi hermano decirle a mi padre "se ciernen sobre él fuerzas oscuras". Por lo que pude observar, mi padre asintió en silencio y no acotó nada más al respecto. Yo supuestamente estaba en mi cama durmiendo, pero cuando vivís en una gran tienda, la privacidad no es algo que siquiera exista. Sentí que murmuraban e intuí que hablaban de mí, entre otras cosas, porque ese día casi había perdido la vida cuando habíamos ido con mi hermano al pozo de las almas en busca de agua para la tribu. Los años de Abraham habían quedado atrás, lejanos y perdidos en las noches de Luna llena, la arena había cubierto su legado e influencia. Mi padre estaba obsesionado con los malos augurios y una serie de eventos desafortunados como aquel, sumado a que un camello había escupido mi ojo izquierdo la semana pasada y que la anterior, fui asaltado por unos bandidos del desierto cuando regresaba del pozo, hizo que el viejo pensara lo peor de mí. -Quizás está maldito-. Todo podía ser, si bien yo era demasiado joven para tener enemigos, pero quizás fuera una venganza de algún enemigo suyo de la tribu Berevere. La mejor forma de dañar a tus enemigos es por medio de sus hijos, me había dicho muchas veces. "Si queres destruir a alguien, arrebátale a sus hijos y quedará a tal punto destrozado que ya no será una preocupación para ti", decía mi padre que era un lema de aquella tribu del desierto. Una forma que según él hasta era más efectiva que el enfrentamiento directo que podía desembocar en una guerra interminable. La famosa Ley del Talión, que de alguna manera es la madre de un salvajismo sin fin, la vorágine de una violencia que no terminaría nunca hasta que no quedara nadie en pie. Por eso, la idea de atacar a los hijos, en lo posible de una manera que no te delate claro, era la mejor estrategia. 

Pero yo no creía que eso estuviera pasando. Sin embargo, cuando escuché a mi hermano decirle eso a mi padre lo sentí como traición suya. Porque con mi hermano mayor teníamos una relación tirante de amor-odio. Aunque era más amor que odio, a veces nuestras peleas podían llegar a ser peligrosas para ambos. Y al escucharle decir eso sentí que me ponía en un predicamento porque entonces mi padre me llevaría a iniciar un recorrido por toda clase de brujos y hechiceros del desierto para sacarme aquella maldición. Y para mí era la forma ideal que tenía mi hermano de sacarme del medio, de hacerme pagar por mi atrevimiento de haber venido al mundo a perjudicar su absurdo deseo de exclusividad.

Es bastante ingrato el lugar que nos queda a los hermanos menores en este mundo olvidado de Dios. Para nuestros padres somos un poco menos importantes que sus amados primogénitos y para éstos somos una molestia que viene a sacarle parte de su tajada material como también a robarles parte del afecto de sus progenitores. Y muchas veces nos odian terriblemente. Nos odian de una manera inconfesable y nos desean todo tipo de mal. Allí está José y sus hermanos que lo vendieron como esclavo porque tenía sueños premonitorios. Pueden llegar a matarnos, ahí está Caín. O sólo desear que estemos malditos, para que de alguna manera suframos por nuestra impertinencia. Y ni hablar de si llegamos a confrontarlos, eso está fuera de discusión. Cometer tal sacrilegio podría costarle a uno la vida. 

Pero mi hermano no me odiaba tanto. Al menos no lo creo. Pero sí que siento haber sido una espina en su sandalia, una espina molesta que no sabía cómo lidiar. Y a partir de ese momento empecé a tratarlo con cierta distancia. Porque no podía concebir su traición, no podía tragarla y así de a poco, dejamos de ser esos compañeros y amigos que jugaban de chicos, a ser como dos extraños que se mirarían con cierto recelo en cada reunión familiar. 

Es inútil describir el derrotero imprudente que llevó a mi padre a recurrir a todos esos charlatanes del desierto en busca de algún tipo de contra maleficio. Eso de alguna manera lo deterioró bastante en los que deberían haber sido los últimos y pacíficos años de su vida, restándole tiempo en este mundo. No le recrimino esto a mi hermano, pero de alguna manera fue responsable de inocular esas ideas extrañas en su cabeza. Respecto a mí, al margen de haber experimentado todo tipo de brebajes y extraños rituales, nada cambió. Seguí teniendo la misma mala suerte a cuestas toda mi vida. 

Sé que siempre existe cierta rivalidad entre hermanos. Es sabido que, en términos generales, es una relación conflictiva, pero también es un vínculo sagrado. ¿Acaso existe algo más sagrado que la fraternidad? Quizás la paternidad, pero nada más. En tercer lugar la amistad. Hijos, hermanos y amigos, vengan, suyo el fruto que olvidaron en la Tierra. Y esa es la construcción de nuestra sociedad. Después existe también el amor conyugal, pero esa es otra historia...

Yo no comprendí la importancia de mi hermano hasta que llegué a rozar los primeros atisbos de la ancianidad y él hacía largo tiempo había trascendido a la inmortalidad. Casi nunca volvimos a ser cofrades, coetaños, compañeros. Fue un dolor que cargué toda mi vida adulta, acostumbrado a ella porque no supe cómo generar el acercamiento y perdonarlo, perdonarnos... Solo en la vejez entendí por qué había tenido a ese hermano que siempre había percibido como a una figura hostil y recelosa. Pero como todas las personas que pasan por nuestra vida algo nos dejan, mi hermano mayor había pasado por mi vida para señalar (nos) algo desde muy temprano. Quizás yo a él, demostrarle que no era tan importante como creía y que todos somos una pequeña fracción digna de amor como el que más. Y tal vez, él vino a señalar mi condición de maldito, como un Caín estremecido, un marcado por Dios... y así, de alguna manera, darme la posibilidad de lidiar y aprender a sobrellevar mi destino.

jueves, 1 de julio de 2021

TALLER DE CIENCIA FICCIÓN 2

 Invitades todes y toddys a este nuevo taller de ciencia ficción a partir de julio. 



Todos los lunes de julio y agosto a las 19 hs (ARG) vía Zoom.
Info a: santie.carmona@gmail.com

martes, 29 de junio de 2021

Y si comenzó el Apocalipsis?

Hoy, como en casi ningún día de nuestras vidas, somos conscientes de que estamos acá. Viviendo el día a día, tratando de develar el gran misterio de nuestro sentido de vida. Nuestro origen cósmico. Y sobre todo, que nos deparará el futuro, ese enemigo de los nervios, generador de angustias y malestares existenciales. 

Podemos con todo eso? La respuesta es simple, sí. 

Vivimos un tiempo muy particular de la historia. Un momento que a ciencia y verdad se suele llamar como un momento "histórico" aunque en realidad, todos los tiempos son históricos. Pero convengamos que de esta situación se hablará en los libros de historia del futuro. 

Habrá futuro? Bueno, respondiendo rápido y pronto, yo diría que sí. Mañana mismo es el futuro, el instante previo es el eterno futuro. Pero sacando esa cuestión meramente semántica, existe una perspectiva de futuro para la humanidad? 

Es cierto que no soy tan viejo. No he vivido las grandes guerras del siglo pasado, y nunca sentí a la humanidad tan cerca de un colapso global como ahora. Y de alguna manera es algo nuevo para la mayoría. Casi todos estamos con miedo y no es para menos. Pero confiamos, siempre confiamos que vamos a salir adelante. Los humanos son seres muy aferrados a la vida y por lo tanto a la esperanza. "Son" o más bien, Somos. Siempre confiamos que alguna mente más evolucionada nos va a salvar, ya sea la de Dios, la de algún político avispado o la de esa gran masa de cerebros conocida como "comunidad científica". Depositamos en científicos, médicos y doctores, la esperanza y por ende toda la presión para que ellos, de alguna manera que no entendemos muy bien, solucionen todos los problemas que se le van presentando a la humanidad. Y si mañana fuera un asteroide el que nos amenazara, lo mismo sería. Esperaríamos que ELLOS (los científicos) resuelvan el problema. Por todos y para todos. 

Y antes como hacíamos? Quizás, cuando los científicos no eran lo que son ahora, o cuando su lugar lo ocupaban los magos y hechiceros, la humanidad de entonces (que en tiempos antiguos el concepto de humanidad se reducía a su nación o mismo a su pueblo o tribu), hacía lo mismo. Esperaban que los más capaces solucionaran todo y si no podían, era porque los dioses así lo querían. 

Hoy a quien le echaremos la culpa? Siempre buscamos un chivo expiatorio. Hoy puede ser todo culpa de China, de Estados Unidos, de los rusos, del Sionismo internacional, de los Masones, de los Iluminati, de Tom Hanks y vaya a saber quien más. Y en medio de estos tiempos caóticos afloran todas las "conspiranoias" más ridículas. Desde Reptilianos hasta Terraplanistas. 

Son tiempos difíciles, de mucha confusión y donde se ve claramente que estamos frente a un desafío. Saldremos airosos? Y si después de vacunar a todos viene algo peor? Si no termina nada? Yo espero que eso no pase, pero si pasa, estamos preparados? Psíquicamente hablando sobre todo. En verdad no lo sé, pero espero que esto no sea el comienzo de una extensa crisis, porque en medio de la generación cristal y la cultura de la cancelación, se ha perdido algo peor que el humor, se ha perdido la capacidad de soportar cualquier cosa que no nos guste. Y eso es un problema serio. O no ???

Aquí termino y voy a parafrasear al CARPO: 

"Hay psicosis masiva es menester que sea rock, si estás a la deriva, la única salida es rock, que sea rock, que sea rock, que sea rock, es menester que sea rock!"

lunes, 21 de junio de 2021

Un Junio inolvidable

Hace exactos veinte años, mi vida dio se cruzó con su primer golpe afectivo. Era el fin de semana largo de junio en el que suelen unirse dos eventos: El feriado por el día de la bandera (Argentina) y el día del padre. ¿Año? El inolvidable 2001. ¿Que se podía hacer en las vísperas del invierno? Yo tenía diecisiete años y estaba por terminar la secundaria. En un par de meses cumpliría dieciocho y ya sería mayor de edad. Mi vieja decidió ir a visitar a su padre para tal importante fecha y yo me sumé al viaje, dejando a mi viejo con mi hermano en Buenos Aires. Así partimos hacia la ciudad de Mar del plata, cuatrocientos y pico de kilómetros hacia el sur. Una ciudad costera que en verano muchos amamos, pero que en invierno 'ssss' es un tanto difícil. Como en casi cualquier ciudad allende al mar, cuando el invierno austral te cubre, más te vale que te abrigues por demás y que, en lo posible, no salgas de casa. 

Ese invierno del 2001 fue un invierno crudo. Eran tiempos aciagos para el país, que venía de más de una década de neo-liberalismo. En este punto de la historia nadie imaginaba los desmadres políticos que nos esperaban en diciembre, o ni siquiera del atentado terrorista a las torres gemelas del 11 de septiembre. No, aún estábamos inmersos en otra realidad paralela. Una especie de coletazo agónico de la década de los noventas que todavía se negaba a terminar de morir. A todo esto, yo vivía una etapa de fuerte confusión adolescente. A principios de año me había cambiado de colegio secundario por tercera vez y creo que era la vencida. Aparte, acarreaba en esos días con una infección urinaria de desconocido origen, que nadie lograba dar con ni con la causa ni con el remedio. Y para sumar un poco más de malestar al asunto, estaba enamorado. Desde hacía unos meses que salíamos un amigo y yo con dos chicas, un par de años más chicas (pero todos menores de edad por suerte). Una de ellas (que tenía novio) era la que me gustaba a mí y al parecer ella no me era indiferente del todo. Pero bueno, su situación era esa y yo no pretendía avanzar por eso mismo. Acepté mi situación con sosiego y estoicismo. Pero había cometido un error fatal, me había cambiado no a cualquier colegio sino al colegio donde ella iba. Por eso, todo el 2001 nos la pasábamos viéndonos en los recreos. Y siempre sentía que estábamos un poco más cerca de estar juntos, pero ella era una chica digamos particular. Extraña, alocada, muy eufórica y hormonal. Cosa que a mi me volvía loco (sobre todo en ese momento de pubertad exaltada). Cuestión que pocos días antes de que me fuera a Mardel a pasar el fin de semana largo a lo de mis abuelos, ella me sentó en un banco del colegio en pleno recreo y me confesó su "amor", su prohibido amor irrefrenable hacia mí. Claro que yo no me quedé callado e hice lo mismo, pero le recordé que estaba de novia y... ¿Que íbamos a hacer? Pero ella se quedó sin respuesta. Esa era la situación, pero al parecer ella no estaba del todo dispuesta a cambiar su condición. Entonces quedamos en la nada y yo me fuí sabiendo algo que sospechaba pero que ahora me pesaba más. Ella quería estar conmigo pero no se podía. O en todo caso si, pero yo no aceptaba una posible condición de segundo o seudo amante. No me cerraba. Aparte conocía al chabón (más grande que ambos) con el que salía y si bien no me caía del todo en gracia tampoco me caía mal. Y sobre todo me congraciaba con él porque uno podría ser ese flaco mañana y ya desde mi adolescencia rechazaba el engaño. Por ende no quería ser cómplice del mismo. Una especie de Humphrey Bogart adolescente y berreta que resigna su deseo por hacer lo que es correcto. En fin...

Con todas estas cuestiones me fui con mi vieja a Mar del plata. Pero más allá de lo bello de cambiar de aire, de viajar (aunque sea a Mardel en invierno), y lo lindo de volver a la casa de mis abuelos, la realidad es que estaba muy triste. Bajoneado y triste como solo un adolescente de esa edad puede estarlo. Lo que ahora me parece un estado de ánimo bastante usual, pero en aquellos tiempos era algo nuevo y por eso mismo, muy doloroso. Para distraerme comencé a escuchar los vinilos de rock que allí estaban que eran de mi tía. Escuché a Yes, Rick Wakeman, descubrí a un chabón que se llama Mike Oldfield y bueno... de todo un poquito. Sin embargo hubo un disco que me quedó marcado ese invierno. A day at the races (1976), el quinto disco de Queen. Una verdadera implosión de rock queenero que me devolvió un poco el ánimo. 

Al día de llegar traté de salir a dar una vuelta en bici pero la que allí estaba necesitaba reparación. Fui a una bicicletería que estaba en la avenida Constitución, a dos cuadras de casa pero estaba cerrada con vistas de seguir así por un buen tiempo. Alguno de mis abuelos me tiró el dato de que en la panadería de Tejedor habría un sorteo para ganarse una bicicleta. Entonces, me emponché de nuevo y otras vez salí a la calle. Era un día nublado (obvio) y frío como él solo. Pero no hubo caso, no gané ni por casualidad. Volví a la casa de la calle Gomara pero se me ocurrió que antes podía llamarla. Me fui hasta avenida Constitución y busqué un locutorio. El teléfono sonó varias veces hasta que ella me contestó. Parecía muy sorprendida de mi llamada. Le pregunté como estaba. Le dije que la extrañaba o que pensaba en ella y no sé que patraña más. Ella se mostraba mucho más cautelosa de lo que esperaba. Como si no pudiera hablar. Pensé que por ahí estaba con su novio pero ella simplemente me dijo que no me gastara guita en llamadas así. Que se escuchaba como pasaban los pulsos. A mi lo que menos me importaba era la plata, sólo quería hablar con ella. Pero entendí la indirecta. Nos vemos en el colegio, le dije y cortamos. Yo quedé peor que antes. Quería que ella estuviera ahí conmigo. O en todo caso sentí que no debería haber ido a Mar del plata, que perdí una posición que debía quedarme a defender. Volví a la casa y escuché el tema "Drowse" del disco de Queen mencionado. Un tema medio raro que canta Roger Taylor. Su melodía melancólica me hizo sentir más triste. Bueno, después leí la letra del tema y todo encajaba. Y mientras levantaba la vista del interior del vinilo donde se los veía a los cuatro Queen sobre un escenario, con un Freddie en calzas, se me cruzó por la cabeza que todo lo que me estaba pasando no iba a terminar en buen puerto. Miré por la ventana esa tarde invernal marplatense, tan fría, gris y melancólica. A "Drowse" le siguió la canción "Teo torriate", tema que cierra el disco. Creo que el efecto fue aún peor. Me hizo sentir más hundido y triste. 

Al día siguiente mi vieja me llevó a ver a un médico brujo famoso de 'La Feliz', un viejo gordo con bastón, que decía que tenía ciento veintipico de años. Cosa que me pareció ridícula y exagerada. Se acercó y me auscultó con una especie de lupa extraña por las pupilas. Le dijo a mi vieja que lo que yo tenía eran simples cálculos renales y que tomara un yuyo que no recuerdo el nombre pero que tenía un olor espantoso y gusto de mil diablos. Sin embargo, cuando volvimos a Buenos Aires me llevaron con un médico homeópata que me había curado el asma de chico y bueno... El tipo con sus famosos globulitos me curó la infección urinaria en un santiamén. Respecto de la chica bueno, como lo había sospechado, nada de eso llegó a buen puerto. Ella siguió con su novio y dos meses después fuimos a bailar y la vi chapándose a otro flaco. Bueno, cosas de la adolescencia ¿no? La historia siguió un tiempo más de hecho. Y poco después de los sucesos del 20 de diciembre me llamó por teléfono e hicimos las paces. Lo que siguió es otra historia pero mi recuerdo más nítido es el que acompaña ese fin de semana de invierno en Mar del plata escuchando A day at the races, mi pis ardoroso y mi amor por la inaccesible Melina. 

miércoles, 16 de junio de 2021

El pozo de las almas

"Cuando me invitaron a participar de la expedición tuve miedo. Algo me vibró mal, sobre todo porque consistía en el descenso a una cueva de pequeñas dimensiones y, si bien no sufro de claustrofobia, tampoco es que me agrade mucho eso de andar bajando a pozos profundos. De todos modos acepté ya que es mi trabajo. 

Si, mi trabajo consiste en bajar a pozos, no importa donde o cuando, si necesitan que alguien baje a un pozo me llaman a mí. ¿Que cuál es ese trabajo? Bueno, en realidad he trabajado en minas, pero terminé siendo asistente de geólogos, que básicamente son unos científicos de laboratorio que no tienen la capacidad física adecuada ni el coraje para bajar a los lugares que ellos pretenden estudiar. Y como yo dispongo de agilidad, un cuerpo muy delgado, y la experiencia de haber trabajado en minas y haber salvado la vida de varios mineros cuando había derrumbes, por mi capacidad para meterme y llegar a lugares que nadie más podía. Es así como terminé ayudando a las autoridades gubernamentales. Soy una especie de comodín oficial de toda expedición subterránea que haya. Ahora me pregunto una cosa ¿que pasará el día que yo ya no esté? Bueno, problema de ellos. Yo sólo espero poder jubilarme lo antes posible. La verdad que no me tienta para nada andar bajando a las profundidades del planeta. No se puede esperar nada bueno de todo aquello...

Y así fue como comenzó esta operación de rescate, donde tenía que salvarle la vida a un pobre minero que cayó por una grieta que se abrió bajo sus pies. Me cansé de advertir que era muy probable que no hubiese sobrevivido a esa caída y que de haberlo conseguido ya se debería haber quedado sin aire. Pero me dijeron que de todos modos había que recuperar el cuerpo por una cuestión legal y bla bla. Claro que no era "obligatorio", pero esa invitación a bajar yo ya la conocía. No tenía muchas opciones. 

Al llegar a la zona de catástrofe me di cuenta que me habían engañado. Por empezar, en las cercanías a la costa atlántica no puede haber ninguna mina que yo sepa. Y mi confirmación llegó cuando me encontré frente a una especie de pozo petrolero. Pregunté que había pasado realmente. Me dijeron que necesitaban que alguien (o sea yo) bajara hasta determinado punto y capturara algunas imágenes. Me pareció una petición irregular. Pregunté por qué yo pero la única respuesta que obtuve fue: Porque te lo pide tu país. Esa contestación fue tan inesperada que me dejó en ascuas para elaborar cualquier tipo de retruque. Es muy bajo, sobre todo en estos tiempos difíciles, apelar al patriotismo de un agente del estado. Bien, bien, respondí. Pero quiero saber cuales son los peligros del descenso. Me dijeron que no había tal cosa, y que de hecho bajaría en una cápsula protectora. Claro que no existía ningún minero para rescatar. Todo había sido una farsa para hacerme llegar hasta allí con urgencia, pero nadie me quería dar más datos. Parecía la intriga y misterio de una película surrealista de espionaje arqueológico.

Me puse en modo "no pensar" y decidí dejarme llevar y hacer por los demás. Pero ya lo había decidido, una vez terminada esta misión renunciaría. No importaba cuanto me rogaran o cuanta plata me ofrecieran, o mismo que me amenazaran. De última me iría bien lejos para que no alcancen nunca más, pero se terminó: It's over motherfuckers! En ese momento no supe lo tarde de aquella decisión. Pero en fin... a lo hecho pecho.

Y así me metí en una especie de cápsula de esas que uno se toma para combatir la acidez, encima verde y blanca, igualita. Sólo que tamaño persona. Comenzó el duro descenso, bastante veloz. Era una perforación profunda y profesional, hecha por algún mecanismo a válvula o algo similar, parecido a las perforaciones de las maquinarias petroleras. El espacio era tan acotado que tenía lógica que me hubieran llamado a mí. Casi nadie tiene mi contextura refinada y menos mi experiencia en las perdidas profundidades de la patria. 

Como ya dije, la cápsula era verde hasta la cintura y blanca (casi transparente) de la cintura para arriba. Por dentro había iluminación y algunos pocos controles. Disponía de un headset con cámara y micrófono. Era como uno de esos exploradores de las profundidades que se suelen ver en las películas. En pocos minutos había bajado casi tres kilómetros, como si fuera un ascensor directo al cadalso, y seguía bajando. En tu cara Julio Verne!! 

El calor comenzó a subir, pero la cápsula estaba bien equipada. Disponía de un termostato automático que bajaba la temperatura a medida que ésta se elevaba en las profundidades. Además la consistencia de la cápsula parecía de un material entre metálico y plástico, que me habían asegurado y recontra confirmado que podía soportar las más altas temperaturas.  Hubo algunas paradas en postas mineras en los primeros metros de profundidad pero luego, todo lo que me rodeaba era tierra, granito y oscuridad absoluta.

"Guillermina! Guillermina! Escuché que decían por el intercomunicador. ¿Cómo estas? ¿Como viene el descenso?" Les contesté que bien. Sin novedad por el momento. Me aseguraron que en breve llegaría al punto crítico de observación, estaría cinco minutos, y luego sería extraída de allí a gran velocidad. Me advirtieron que estuviera super atenta y concentrada en todo. Esto último me puso tensa y empecé a tener mucha ansiedad. Y en el fondo sentí que me mandaban al muere, porque no tenía familia, porque era una mujer rara y en definitiva, según ellos, reemplazable. Pero traté de concentrarme, no podía hacerme el coco en ese momento de alta intensidad. 

Cuando empezaba a cabecear debido a un repentino sueño que se precipitó sobre mí de manera repentina y sin previo aviso, la cápsula se detuvo. ¿Había tocado fondo? No podía saberlo, pero esto parecía el fondo del intestino grueso, el apéndice del asunto. Intenté comunicarme con la superficie, pero solo obtuve sonidos entrecortados y poco claros CRRR TSS MMMBOP. 

Ahora me rodeaba un silencio de expectativa. Realmente no entendía cual era mi función de bajar hasta ahí, pero estaba claro que algo necesitaban confirmar o chequear, porque era obvio que algo había pasado. Ya habían llegado hasta allí pero sólo una sonda. Necesitaban la confirmación directa de un humano, y ahí estaba yo. Pero ¿confirmación de que? 

No tardé mucho en saberlo. Miré mi reloj. Había pasado casi un minuto desde que la píldora gigante se había detenido y salió en mi pantalla un aviso de ponerme la mascarilla de oxígeno. Obedecí y de inmediato la cápsula iluminó el entorno. Pero entonces, una vibración muy fuerte de la tierra hizo tambalearse a la cápsula que cayó de costado sobre la tierra. Sentí pánico. ¿Cómo iba a ser extraída del lugar si la píldora que me cobijaba se había salido de su lugar? Entonces fue que vi a menos de un metro un resplandor rojo. Al principio no le presté mucha atención, pero es resplandor parecía intermitente. Por momentos se elevaba y luego disminuía. Hice un movimiento para que la cápsula rodara algunos centímetros y me acercara a ese pozo del cual parecía provenir ese fulgor rojizo. Pero por más que lo intentara no conseguía acercarme mucho. Sin embargo, lo había conseguido lo suficiente para poder ver algo extraño. Alcanzaba a ver una pared de aquella caverna. Entonces usé la cámara teléscópica de mi headset, tratando de acercarme y tener una mejor visual de aquello, pero era imposible. De lo único que estaba segura es de que era muy factible de estar arriba de un pozo de lava. Un sauna de lava eléctrico. El calor por fuera era impresionante, imposible. Un calor solar. Pero entonces fue que vi como las agujas de audio captaban sonidos lejanos. Busqué los controles de audio y traté de subirle al máximo y haciendo el mayor de mis esfuerzos por tratar de concentrarme en aquellos sonidos indescifrables. Por momentos pensé que parecían máquinas fabriles rechinando hasta que de todos los sonidos confusos que se entremezclaban, pude distinguir algo que me erizó el vello corporal todo. Un grito espeluznante salió de toda esa marea de sonidos, que de pronto cobraron sentido. Era como escuchar una muchedumbre de colosales dimensiones emitiendo sonidos de sufrimiento. Como si juntaras miles de estadios de fútbol con gente gritando pero de manera agónica, dolorosa. No podía ser. Intenté mover más la píldora para quedar apoyada sobre el agujero del cual provenía el color. La cápsula marcaba trece kilómetros de profundidad. No existía las más remota posibilidad de que pudiesen haber humanos allí. El calor, que superaba los cien grados, simplemente los destruiría. Me balanceé lo más que pude, hasta que la cápsula de repente giró y se colocó sobre el pozo, pero quedé de espaldas a la luz roja. Traté de darme vuelta, pero la cápsula no deja lugar para la maniobra, lo que sentí es que empezaba a recalentarse el interior por primera vez. El calor que emanaba de ese pozo era impresionante, como estar en la salida de una pava a presión. Los gritos ahora eran más claros. Eran gritos de suplicio. Hice lo imposible por girar mi cabeza y ver que pasaba a mis espaldas. Entonces fue cuando sentí la tracción. Habían pasado los cinco minutos y la cápsula volvía a su posición original para emprender el rápido retorno a la superficie. Antes de desaparecer a toda velocidad por el tubo, pude obtener una visión rápido del pozo y eso es todo. Nunca me voy a poder recuperar de esa visión. Ahora, la imagen circula por todos lados y ya sabemos lo que nos espera en las profundidades del magma eterno, en el pozo de las almas..."

Última declaración de Guillermina Barone a los servicios de inteligencia. Las Toninas. 17 de enero de 2074.

Nota: El pozo fue sellado y no se supo nada más de Guillermina, que desapareció sin dejar huella ni rastro de su paradero. 

miércoles, 9 de junio de 2021

Le Bateleur (Los Tullidos)

Je suis le bateleur, je suis le magicien, je suis nisman...

Cuando nos damos cuenta que somos unos pobres tullidos del alma, cuando nos cae la ficha que somos discapacitados en lo emocional, entonces entra el juego nuestro amigo el ego. 

Él nos dice que en realidad, los demás son los que están mal. "Si el mundo te da la espalda, lo que tienes que hacer es darle la espalda". Hasta que vemos que todos nos damos la espalda. Que no hay empatía, que no existe la solidaridad y la idea de comunidad. Y lo peor de todo es que somos parte del problema. 

Sufrimos, agobiados por un sistema excluyente del cual todos los partidos políticos forman parte. Y entonces caemos en una espiral sin fondo. ¿La solución? No existen las soluciones mágicas. Solo ser parte integral de la sociedad, comprometernos a mejorar, a mirar al que tenemos al lado. Animarnos a tender una mano para que todos estemos mejor. Hacerle un lugarsito a Jack en la balsa (teléfono para Rose).

Ser un tullido, hoy, no implica algún problema de movilidad, sino más bien un problema de falta de consciencia respecto a las problemáticas de nuestros congéneres. Sean éstos seres queridos, cercanos o perfectos desconocidos. 

Ahora, si me permiten una intromisión, quiero decir que el mago del Tarot tarda en accionar, pero a la larga vendrán lluvias suaves, la siembra rendirá sus frutos, las cosechas serán beneficiosas. Pero de momento, ahora hay que capear la tormenta. 

Es un mensaje de Protección al corazón, Seguridad vidal y Los socios del desierto. 


viernes, 4 de junio de 2021

GAMALEIA


Zvyozdni Gorodok o "Ciudad de las estrellas". URSS.

Centro Gagarin de entrenamiento de Cosmonautas (CGEC).

1º de julio de mil novecientos ochenta y...

Laszlo Kovacs salió del ascensor y una vez afuera de la enorme mole gris de granito y hormigón, buscó refugio del fuerte Sol que azotaba a la Ciudad de las estrellas. Antes de llegar al alerón del edificio donde tenía su residencia, pasó por la gran efigie icónica del lugar. Un Cosmonauta atravesando un aro de fuego, o atravesando el espacio conocido, el universo, saliendo de la galaxia o entrando a un agujero negro. 

Que importaba... la figura alegórica le trasmitía paz y tranquilidad. Sentía que estaba en el momento y lugar indicado. Que ser un cosmonauta soviético era el mayor honor que podía tener. 

Un hombre soviético, de la Tierra a las estrellas, por el pueblo. Ya llegaría el día de alcanzar la gloria en nombre de todos, como antes lo había hecho el gran Yuri Gagarin. 

Pero el verano soviético llegaba a su fin y no quedaba nadie con quien conversar en toda la ciudad. Laszlo se sintió apesadumbrado, desolado, perdido. Porque quizás ser un soltero empedernido era algo ideal para un hombre espacial, pero a veces sentía flaquear, sentía que su parte débil, la más humana de las partes, le susurraba que añoraba el deseo, que añoraba lo que otros tenían, que debía buscarse un amor. Pero Kovacs descartaba de cuajo estos cuestionamientos que surgían de sí. Los tildaba de burgueses, de "occidentales". "Siempre añorando tener, obtener, poseer". Ese es el pensamiento que lleva a la ruina al mundo occidental, a los capitalistas, a los adoradores de la materia.

El calor hizo tambalear a Kovacs y después de horas bajo el entrenamiento acuático, su cabeza daba mil vueltas. Necesitaba descansar y no pegaba el ojo desde hacía casi un día. Eran las tres de la tarde y estaba por perder el conocimiento. Se sujetó del soberbio monumento para no derrumbarse al piso ardiente. Elevó la mirada hacia la cara del cosmonauta, rodeado de una especie de halo en la cabeza. Después de todo, los cosmonautas son una especie de ángeles, pero más humanos, más imperfectos, más mortales...

Pero ahora el piso estaba mojada, era otoño (si es que existe el otoño), y la URSS ya no es la URSS, sino la Federación Rusa, la heroica bandera roja con la hoz y el martillo ha sido reemplazada por una bandera convencional de tres colores, blanca, azul y roja. El país ha perdido territorio en el oeste, y nos gobierna un extraño sujeto con super poderes, un ex KGB. Somos amigos de los chinos y los argentinos. Extrañas alianzas... pensó Kovacs. La humanidad está atacada de un mal, una pandemia global azota y aniquila a miles de personas. Rusia es una de las pocas naciones que encontró la cura, o más bien, la vacuna para prevenir este gran mal. EEUU es un gigante en decadencia, hundiéndose en su propia miseria de egoísmos y odio racial. 

Una palabra resuena en su cabeza. Gamaleia, gamaleia, gamaleya, gama, leia...

Es un mensaje de Yuri Gagarin desde el más allá. El final del mundo conocido está cerca, pero gamaleia traerá la solución, vodka y solidaridad para todo el mundo, de Rusia con amor...

Kovacs comprende su función de allí a cuarenta años en el futuro. Una pieza clave en el descubrimiento del compuesto que revolucionará todo y hará, después de la dura caída en diez años, a nuestro pueblo grande y orgulloso otra vez. 

Laszlo abre los ojos y ve la cara del cosmonauta de granito con esa mirada perdida en el infinito y más allá. Y ese halo angelical que ornamenta su cabeza. El sol por detrás. El golpe de calor lo hizo desmayarse. Por allí pasa una de las jóvenes estudiantes de cosmonáutica, joven promesa soviética del futuro. Lo ayuda a levantarse y Laszlo no repara en ella hasta que se da cuenta que la joven, con su delantal blanco lo reconoce. Kovacs es uno de los grandes cosmonautas de la URSS. Ella no puede creer estar parada frente a él. Entonces es cuando Laszlo la mira a esos ojos marrones, esa cabellera negra como el espacio, ese brillo estelar interior que deslumbra. Kovacs se pone incómodo, nervioso, sus palabras se traban y no quieren salir de su boca. Hace un intento de presentación torpe pero ella ya lo reconoció. Ahí es cuando él se anima a preguntarle tartamudeando como se llama. Ella sonríe y le contesta acercándose a su oído, como si fuera una infidencia juvenil

-Gamaleia...

martes, 1 de junio de 2021

El Supermercado como Fin

Benjamín entro al supermercado y me doy cuenta que no traigo la lista de las compras. Pero piensa que de todos modos va a comprar todo lo que vea y piensa que necesito. Soy Benja, amigo de los amigos que ya no están a mi lado. Aquellos que lo dejaron solo y se fueron a construir sus hogares al Sol. Yo estoy solo, por eso Benja se dirige a la góndola de las verduras. Mens sana in corpore sana, pienso que piensa yo. 

Algunas hortalizas para variar. Tomates verdes, para fritar el domingo al mediodía, cuando piensa que debería estar con su señora e hijos preparando un almuerzo en familia. Pero yo no necesito todo eso. Ellos no le necesitan, y no lo quiero. Está bien solo, bien me lamo. NO necesito gente a mi alrededor que me digan que hacer, como vestir, ni como vivir. Porque puede vivir su vida Benjamín, sin que nadie le razón de ser a su existencia. Además, para que tenemos las cosas? Las palabras (que dicto Benjamín ahora) y las cosas. Las cosas que hablan por sí mismas, porque somos esclavos de lo que nos posee y creemos poseer.

Pienso en el final de todo esto, que Benjamín presume que se acabará pronto. Quizás un infarto agudo del miocardio, un accidente en la calle no tan casual, una noche de excesos y barbitúricos... quien sabe. Pero el final se acerca, indefectiblemente, como lluvia discordante o melodía marchita, diría el George. 

Luego pasar al importantísimo consumo de carne. Carne vacuna en todos sus formatos, cassette, cd, vinilo, pasta, dvd, pendrive, o en memoria ram. Carne on demand? Carne digital, carne carne carne. Nunca olvidar al viejo tío Julius que me gritaba de niño frente a todos COMÉ LA CARNE!!! Ahora como toda la carne que quiero viejo de mierda, y a vos te comen los gusanos eh. A mí también, algún día, espero que no muy pronto. Porque el Benjamón no quiere morir. Se hace el romanticista decimonónico que no soporta la vida, no soporta la ausencia de amor, no soporta su pesada existencia carente de sentido. Y sí no soporto que pasa? Cual es el problema? Diría Ben...

Paso al sector de harinas: Pastas en todas sus formas y cortes. Merca, base, merluza, la fafafa, la ricarda, la refinada, la pura, la blanca, el polvo de Dios. Galletas al por mayor. Otras drogas; té, yerba, yuyito del diablo, maría, marimba, fasuli fiesta pop, oeo... Benjamín se quiere sentir un niño otra vez. Por eso...

Se compra juguetes el nene. Discos (de música vieja que nadie escucha), libros (que quizás nunca llegue a leer), telescopios (para no espiar a nadie), carpas (para no ir a ningún lugar), ropajes (para no estrenar nunca porque la verdad es que vivo encerrado, sólo, perdido en mí, ahogado en mi nihilismo narcisista), y pienso que el mundo es una mierda. Me odio y me quiero matar, cantaba Kurco... no? Y lo bien que hizo, el mundo que se venía era una verdadera porquería. Con ese faloperillo de Seattle se murió el rock, y todavía seguimos velando el cajón, no Charly? Bailando en las sombras y el eco de una fiesta que terminó hace más de veinte años. 

Otras adicciones: Chocolates, helados, cigarrillos, cerveza, vino, tartas, chauchas y palitos, osos de peluche, putas bien conchudas que gimen como profesionales, que Benjamín abraza al borde del llanto, porque se siente agónico, falto de amor, perdido, sólo e inmensamente infeliz. 

Pero para que carajo están el dinero? Para que mierda están las cosas si no es para hacernos felices? Para rellenar esos vacíos angustiantes que Benja, ni yo, ni nadie logra tapar ni con quince años de psicoanálisis encima. Porque acaso no son el verde y el amarillo los colores opuestos a la muerte? El verde para la resurrección, y el amarillo para la descomposición y decadencia... dijo Antonin.

Tengo un carrito de supermercado lleno a tope. Yogurts, frascos y frascos de cosas deliciosas, bolsas de manjares únicos, delicias pasteleras y todas las cosas dulces, amargas, ácidas (LSD inclusive), y saladitas habidas y por haber. Aparatos, chucherías tecnológicas, ropa, y todo lo que se puede conseguir en un hiper mega archi supermercado. El dinero no es problema. Tengo de sobra. La frase "tirar manteca al techo" no significa nada para mí, Benja está contento con su mega compra. Nos esperan meses de encierro, disfrutando de todas las cosas. Películas en pantalla gigante, porno y viajes espaciales al por mayor. Pero esto se acaba aquí. Perdón David, que no sea hoy tu estrella la que ilumina.

Cuando salgo de Monstruo mercado me siento realizado, satisfecho. Siento que compré todo lo que quería, lo que necesitaba, lo que no necesitaba pero quería igual, porque soy un pendejo caprichoso y materialista del orto, No Benjamín?? Y entonces encaramos hacia nuestro auto. Una mujer parada al lado de mi coche, arrulla a un recién nacido. Me causa gracia y le dice Benja, pobresito, no sabes la que te espera... Entonces, como si lo hubiera escuchado, el bebé prorrumpe en un llanto agónico, lastimero, y de inmediato, la mujer saca una teta blanca y joven, con un pezón un tanto mordido pero hermoso. Su halo es grande y la tetita está llena de leche tibia. El pibe se prende como si se le fuera la vida en eso. Se calma al instante. Yo miro mi carrito que está lleno de cosas hasta casi mi altura y luego miro a la madre con su vástago. Benjamín se pregunta después porque vivimos una vida de angustia constante. El caso está cerrado, todo está más que claro. Y yo me siento vacío otra vez, toda esa compra inútil la tiraría por un barranco. Necesito llegar a casa y tomar la pastilla porque me hundo. Intento poner la llave para abrir el coche pero es imposible, una catarata nubla la visión de Benjamín.