jueves, 18 de agosto de 2016

Sagas Artúricas



Un día sin rey Inglaterra quedó, y el pueblo rey buscó. 
La guerra civil, al país azotó. Y vacío el trono siguió.
La joven nación, se sentía morir. Y aquí un milagro surgió.
Una espada hundida en roca apareció. 
La leyenda, empezó...

Y bajo la empuñadura escrito estaba en letras de oro...

Quien sacare esta espada de esta roca, será por derecho rey de toda Inglaterra.

Y aunque los mejores hombres del reino lo intentaron, ninguno fue capaz siquiera de moverla.

Por ello el milagro seguía sin cumplirse.

Mientras tanto, Inglaterra permanecía sin rey, y el tiempo relegó al olvido la portentosa espada.

Hasta que volvamos

viernes, 5 de agosto de 2016

Bernardo


Cuando conocí a Bernardo, el hombre ya era viejo. Mi primera impresión fue la de un señor muy sabio y venerable, que de seguro tendría algún tipo de cargo dentro del grupo. 
Me había acercado con mi padre un sábado a la tarde al grupo scout del barrio, y parecía que se encontraban de reparaciones, por un acto vandálico. 
Salió a nuestro encuentro Bernardo, con la cara llena de polvo y los anteojos con un vidrio roto. Pero su cara era la de un hombre amable y tranquilo. Por entonces yo tendría nueve años. Siete años después yo dejaría de ir al grupo, pero Bernardo estaría igual. Un hombre mayor de edad indefinida. Los años no pasaban para Bernardo, que siempre fué "el viejo". 
Por un par de años no lo vi, y un día me lo crucé, el mismo viejito sonriente de siempre. 
Yo fui creciendo cada vez mas, hasta el día de hoy que tengo casi treinta tres años, vivo solo y soy padre soltero. 
Tengo algunas canas, estoy mas rellenito, tengo barba, menos agilidad, ya no hago deporte y ya tuve mis primeros cólicos renales. Claramente estoy creciendo-envejeciendo. Dentro de los parámetros de lo normal claro. 
Hace poco me crucé con un viejo amigo del barrio de mi infancia. Me dijo que se lo cruzó a Bernie. ¿Y que tal? ¿Como está el viejo? Pregunté.
Psé... Igual que siempre. Viejo. 
Y claro, para algunos, el tiempo no pasa.  Yo creo que Bernardo encontró, y es para destacar, la fórmula de la eterna ancianidad.