Atravesando toda manifestación inconsciente del espacio-tiempo y los precipicios atemporales de la mente, se encuentra la vida de los estibadores del imperio galáctico. Seres tan grises y amargados, como sus ancestros de "Tierra madre".
El puerto mas grande de la galaxia es Mardor, un lugar tan saturado de especies de diferentes sistemas, como de extraños negocios de dudosa legalidad.
Y entre aquellos que cargan miles y miles de fardos por día, se encuentra Jordi, un andro marco catalán de diferentes orígenes. Ancestros marcianos, catalanes, androides y algo de algún lugar mas recóndito del universo...
Su labor se encuentra en los "astilleros de espacionaves", zona limítrofe con la ciudad de Mardor, donde se arreglan muchas de las naves que llegan con averías al puerto ubicado en el centro mutante de todas las galaxias.
Jordi conoce muy bien su trabajo y lo hace de veras muy bien. Pero él siente que le falta algo a su vida. Después de todo, la vida es mas que cargar bolsas con repuestos de transistores, bujías, mangueras y cacharros radioactivos. Por eso, este verano, Jordi tiene pensado renunciar a su trabajo ancestral. Quizás recoger algunas cosas que le hagan bien, y salir en la primera nave crucero que encuentre, hacia algún destino incierto, sin rumbo fijo ni dirección a donde ir. !Que el universo lo sorprenda!
Pero las cosas no siempre salen como uno quiere.
!Jordi! lo llama el carasapo de su jefe. !Jordi maldito puñetero! A ver si espabilas cabrón! Necesito que rearmes toda esa jodida nave de la hostia para mañana! Nuestro cliente es muy importante, y es de vital importancia que le des prioridad a este encargo... y joder, tío, deja de volar por la luna de Valencia!
Jordi, complicado y aturdido por las duras palabras de su jefe el carasapo, se metió al baño para descargar su bronca a base de golpes y puñetas. Luego volver al trabajo. Pero ya se enteraría ese jodido carasapo de lo que es bueno. Bastante bien quedaría su navesita.
Luego de tomarse mas de lo correspondiente de descanso, se acercó a la nave en cuestión, y empezó un verdadero desmadre electrónico. Ese cacharro lo dejaría mas inservible que a polizonte en nave ajena. Luego rió pensando en sus ocurrencias que nadie escuchaba por su torpeza y porque nunca había nadie a su alrededor para celebrarlas. Jordi era un verdadero tonto del culo, pero al menos quería salir a conocer mundo, como decía él, o mas bien, recorrer universo.
Ésta sería la última broma infinita y kármica que le jugaría al destino, y luego se borraría de Mardor, huyendo hacia nuevos horizontes.
Dicho y hecho. Una vez terminado el trabajito, Jordi escapó con todo lo que pudo cargar, y se subió al primer transbordador autopropulsado, al infinto y más allá!
Sin embargo, a pocos años luz de haber logrado la libertad de aquel trabajo humanizante, Jordi descubrió que sus implantes biónicos le avisaban que algo estaba mal. Una presencia seudo humana se acercaba a gran velocidad hacia él, y no parecía del tipo amistoso. Entonces, ante esta rebelación, Jordi se preparó como mejor pudo. Se bajó en el planeta X, un planeta tan popular en las leyendas de ciencia ficción, que ya nadie le prestaba atención, y de hecho ahora se encontraba deshabitado, debido también a sus fuertes ráfagas de viento carbónico.
Rápidamente, Jordi se parapetó en un restaurante abandonado, llamado Restaurante del fin del mundo. Para cuando se acercó su perseguidor, Jordi ya había logrado manufacturar un verdadero Golem robótico, para defenderse de su posible agresor. De seguro se trataría del pobre diablo al cual le había jodido la nave por encono con carasapo. Trataría de entenderse con el susodicho o quizás le dejaría para Mr Roboto, su nuevo bebé.
La nave, al parecer ya arreglada por alguno de sus compañero del astillero de espacionaves, traidores a la causa anti esclavista, aterrizó con vehemencia en medio del estacionamiento del viejo restaurante. Jordi, observó, no sin cierto temor, la aparición de su posible enemigo. Quizás podía ser mucho mas poderoso de lo que esperaba, y que Mr Roboto no estuviera a la altura de las circunstancias. Pero lo que encontró saliendo de la nave fue mucho mas perturbador y atemorizante que cualquier cosa que se hubiera imaginado.
!BARBARITA! Sodomizadora intergaláctica de todo hombre, extraterrestre, alien, robot, macho, masculino o ser vivo con un par de cojones. Y a Jordi se le encogieron las bolitas al instante. No había manera de hacer entrar en razón a Barbarita. Lo iba a rebanar en partes iguales y triturarlo con látigos, fustas y cuchillos, como así también con su increíbles miembros musculosos y terrible fuerza.
Jordi, sin dudarlo mandó al ataque a Mr Roboto y acto seguido salió disparando hacia alguna colina. buscando algo que le diera tiempo de preparar una mejor arma.
Guarecido en una antigua cueva, escuchó una lejana explosión. Y luego silencio. Ya estaba dándole los últimos toques a una escopeta de doble caño láser cuando escuchó la voz determinante de Barbarita.
!JORDI! !JORDIIII! BAJÁ CARAJO! SALÍ DE AHÍ Y DA LA CARA CAGÓN! YA VAS A VER LO QUE ES BUENO!
Y mientras decía esto, golpeaba su fusta contra el suelo de polvo. Jordi le rezó a los veintiocho mil dioses del universo, y salió con resignación. Pero, cuando Barbarita se acercaba con su traje de neopreno verde, dispuesta a impartir castigo y sexo aniquilador, Jordi sacó de su espalda su escopeta y disparó su doble cañón laser sobre Barbarita.
Bueno, debo decir que este hubiese sido el final de la heroína espacial devora hombres, si no hubiese sido por dos cuestiones. Primero, que Barbarita tenía puesto su traje anti laser, segundo, que Jordi tenía pésima puntería.
Acto seguido ella se abalanzó sobre él y empezó su ejemplar castigo. En menos de dos segundos Jordi estaba desnudo, boca abajo, sobre una roca y Barbarita fustigando su cuerpecito menudo. La erección de Jordi solo empeoraba la situación, ya que hizo que Barbarita lo dé vuelta como a una media varias veces, sin dejarlo terminar, y cortando de a poco, pedazos inservibles de su cuerpo.
Pero cuando parecía que a Jordi le había llegado el turno de perder algo realmente de valor, llegó Mr Roboto, o lo que quedaba del pobre robot golem, arrastrándose por el polvo del planeta X e informando que se acercaba una tormenta carbónica de tremenda violencia.
Barbarita, desnuda y goteando de sudor y placer, detuvo su ritual sadomasoporno, y observó a lo lejor una gran nube negra acercándose a gran velocidad.
Jordi en el piso, cortado y mutilado por diversas partes le rogó misericordia y le pidió perdón por el chiste de la nave. Le explicó lo de su jefe carasapo y que era un cerdo explotador que nunca daba vacaciones a sus empleados y estibadores. Barbarita cambió su expresión. A ella la movían las causas humanitarias y sentía empatia por los oprimidos. Ella y su especie habían sido oprimidas durante muchos siglos y después de todo, de eso se trataba un poco su labor. Impartir un poco de justicia tardía y de paso cañazo, sentir mucho placer sexual al hacerlo.
Agarró de un brazo aún sano a Jordi y se lo llevó a la rastra hasta su nave.
Bien, vámonos de este estúpido y machista planeta X. Carasapo pagará también por sus fechorías negreras y patriarcales.
Esperá!, dijo Jordi una vez a salvo con Barbarita en su nave, te olvidás de Mr Roboto. Él nos salvó al avisarnos del temporal carbónico. ¿No vas a salvarlo a él?
Barbarita cerró las compuertas mientras el robot se acercaba hacia la nave arrastrándose en el único brazo que le quedaba.
No! yo no salvo robots, no me dan placer. No como los hombres o machitos ridículos como vos. No te preocupes, después de todo no va a sentir nada. Pero vos... no terminé con vos todavía. Ponéte a rezar, porque después de castigar a carasapo, seguimos. Me gustaste, y todavía no termino de castigarte y darte placer aún, chiquitín.
Y la nave se alejó para siempre del planeta X. Jordi consiguió su cometido de salir a conocer mundo y vengarse de carasapo, y Barbarita, bueno... ella siempre se sale con la suya.
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miércoles, 6 de septiembre de 2017
martes, 4 de julio de 2017
El regreso de Barbarita y El debutante
Bardik se encontraba sorbiendo su precioso jugo de Huascarín verde, tan despreocupado como solo un jóven Saltamontés podía estarlo en esa etapa de la vida en la que lo único que interesa es rebelarse contra la tiranía de los adultos, escuchar Druc a todo volumen, y quizás tener algún primer acercamiento sexual con alguna compañera de colegio.
A Bardik le gustaba mucho Orialla, que se sentaba a veinte módulos adelante suyo, pero desde donde estaba, Bardik podía apreciar sus piernas perfectas, firmes, musculosas, verdes, peludas... en fin, hermosas. Pero como suele ocurrir en estos casos, Orialla solo tenía ojos para los mas atrevidos, los mas bravucones y rebeldes de la clase. Bardik, era un jóven de apenas 37.15 parsecs (o quince años terrícolas), que poco entendía de los problemas de género, diferencias, variaciones, complots y luchas genéricas. Todo eso le pasaba por el costado. Solo le interesaba conocer que-se-siente-tener-sexo.
Pero Bardik, recién descubría que se siente tocarse antenas y otras zonas erógenas, y tímidamente, tener algún atisbo de lo que puede ser un orgasmo, sin recurrir al Orgasmatrón de su abuelo, claro. De uso restringido solo para adultos sin pareja.
Esa tarde, al salir de la Casa matriz de altos estudios Saltamontescos, Bardik se acercó por detrás a Orialla, que le sacaba una cabeza de altura, y le siguió los pasos varias cuadras de forma sigilosa, sin que ella se diera cuenta de su presencia. Cuando ya no podía mas de la excitación, hizo lo que no debería haber hecho y le pellizco la cola antes de que ella entrara a su casa. Oriella se dio vuelta roja de ir, y sin pensar mucho en quien se iba a encontrar, estampó una certera piña en medio del rostro confundido de Bardik, quien salió moqueando y llorando verde del lugar. Algunos insultos de la joven acompañaron su humillación.
A la noche, Bardik, todavía muerto de vergüenza, urdía algún plan o artimaña para convencer al viejo Coronel Carlton de faltar mañana a clases, pero el Coronel, su padre, era un hombre tan inflexible como severo. Y todo esto solo podía terminar en alguna paliza interminable y sangrienta.
Luego de varias masturbaciones seguidas pensando en la piernas de Oriella, Bardik se sumió en un profundo sueño, pero sería despertado...
Un sonido atronador, como de explosión, se sintió en las cercanías de su hogar, y al asomar la cabeza por el ojo de buey, pudo descubrir que alguna especie de aeronave venida de algún otro rincón del universo, se había estrellado frente a su hogar. Bardik se puso sus pantalones elastizados, y salió corriendo al encuentro del extraño suceso. Quizás hubiera sobrevivientes. La escafandra se abrió. La nave gris y rodeada de vapor contaminante era de una tecnología bastante inferior a la de su raza, pero eso a Bardik no le interesaba, ya que de adentro salió un ser tan horrendo como cautivante a la vez. Tenía una larga cabellera amarilla, un traje de neoprene rojo hiriente, dos pelotas blandas y movibles en el pecho, y unas piernas largas, sin pelos, y de un color entre naranja suave y té con leche. !Era Barbarita! !Dominátrix interestelar! Conocida en toda la galaxia por su dominación y sublimación de todo género interplanetario. No había raza que se resistiera a su fuerza y que no gozara con su látigo. Una verdadera leyenda. Desvirgadora universal de tontos e ilusos.
Y a Bardix se le aflojaron las piernas. Barbarita se acercó con el ceño fruncido y agarró a Bardix por el cuello. Necesito esconderme, dijo y levantó con su otra mano su fusta castigadora. Bardix cerró los ojos, y luego decidió ayudar a la afamada sado-masoquista intergaláctica. La tomó de su mano y ante el asombro de ella, subieron a la carreta sónica de Bardik, y en dos segundos nos quedó ni rastro de ambos.
Ocultos en las cavernas, antiguos colmenares de sus antepasados, Bardik y Barbarita, se ocultaron toda la noche de la Inter Planetary Polizei. La IPP, la perseguía por varios crímenes de género contra machos de diversos planetas, sistemas y galaxias, a lo largo y ancho de todo el inabarcable universo.
Bardik le preguntó si le iba a hacer daño y Barbarita lo miró con preocupación. No te preocupes, no sos mi tipo, y acto seguido ella se dió vuelta y se durmió. Bardik la miraba muy interesado. Su cuerpo era parecido al de Oriella, pero sin filamentos, no era verde, su cara estaba llena de rasgos y fisonomías pequeños y extravagantes. Pero aún así, había algo cautivador en ella que le impedía dejar de mirarla y desearla.
A la mañana siguiente salieron de las cuevas y buscaron la nave de Barbarita, que la había teletransportado hacia un vado en el bosque. Entonces llegó la hora de la despedida. Barbarita le agradeció a Bardik su ayuda y cuando estaba yéndose lo invitó a subir a dar una vuelta en su nave, como agradecimiento. Bardik tuvo miedo y excitación a la vez, pero como era adolescente y no podía mas de deseo, cedió a la excitación a las corridas.
Barbarita lo llevó a dar algunas vueltas por aquel sistemas de tres soles y veinticinco planetas conocido como Sistema Drágbart. Después tomaron algunos Huascarines verdes y Barbarita lo invitó a sentarse con ella en su gran nido de fricción. Bardik sabía que la mayoría de los que estaban con Barbarita morían. Felices, pero morían al fin. Y él aún sentía deseos de hacer algunas cosas, conocer otras chicas, viajar por el mundo.
Barbarita se sentó al lado suyo y le acarició la piel verde. Me re caliente el verde. ¿Sabías eso, bichito? Bardik, ante estas palabras se excitó tanto que se acabó encima. Pero Barbarita fue comprensiva con el extraño alien primerizo, y lo hizo desnudarse, tomar una ducha tibia y luego lo montó dulce y suavemente, como sólo ella podía hacerlo. Bardik duró algunos minutos mas, y luego lo intentaron de nuevo y Bardik duró un rato mas, pero en esta ocasión, Barbarita sentía que no importaba tanto su propio placer. Era un agradecimiento por no llamar a la IPP y esconderla en aquellas cuevas.
Bardik se sentía otro después de esta experiencia. Mas allá del principio de placer, descubrió que era el sexo, aunque fuera intergaláctico, y estaba mas seguro consigo mismo.
Luego de que Barbarita lo dejó en su casa un rato después, y desapareció para continuar con sus aventuras, Bardik se quedó acostado en su cama mirando el techo de su habitación, rememorando toda la secuencia con Barbarita, y en que ahora podría hacer las cosas mejor con Oriella, y que había aprendido algunas cosas, y... que nadie nunca jamás le creería que había debutado con Barbarita. !Nunca jamás!
A Bardik le gustaba mucho Orialla, que se sentaba a veinte módulos adelante suyo, pero desde donde estaba, Bardik podía apreciar sus piernas perfectas, firmes, musculosas, verdes, peludas... en fin, hermosas. Pero como suele ocurrir en estos casos, Orialla solo tenía ojos para los mas atrevidos, los mas bravucones y rebeldes de la clase. Bardik, era un jóven de apenas 37.15 parsecs (o quince años terrícolas), que poco entendía de los problemas de género, diferencias, variaciones, complots y luchas genéricas. Todo eso le pasaba por el costado. Solo le interesaba conocer que-se-siente-tener-sexo.
Pero Bardik, recién descubría que se siente tocarse antenas y otras zonas erógenas, y tímidamente, tener algún atisbo de lo que puede ser un orgasmo, sin recurrir al Orgasmatrón de su abuelo, claro. De uso restringido solo para adultos sin pareja.
Esa tarde, al salir de la Casa matriz de altos estudios Saltamontescos, Bardik se acercó por detrás a Orialla, que le sacaba una cabeza de altura, y le siguió los pasos varias cuadras de forma sigilosa, sin que ella se diera cuenta de su presencia. Cuando ya no podía mas de la excitación, hizo lo que no debería haber hecho y le pellizco la cola antes de que ella entrara a su casa. Oriella se dio vuelta roja de ir, y sin pensar mucho en quien se iba a encontrar, estampó una certera piña en medio del rostro confundido de Bardik, quien salió moqueando y llorando verde del lugar. Algunos insultos de la joven acompañaron su humillación.
A la noche, Bardik, todavía muerto de vergüenza, urdía algún plan o artimaña para convencer al viejo Coronel Carlton de faltar mañana a clases, pero el Coronel, su padre, era un hombre tan inflexible como severo. Y todo esto solo podía terminar en alguna paliza interminable y sangrienta.
Luego de varias masturbaciones seguidas pensando en la piernas de Oriella, Bardik se sumió en un profundo sueño, pero sería despertado...
Un sonido atronador, como de explosión, se sintió en las cercanías de su hogar, y al asomar la cabeza por el ojo de buey, pudo descubrir que alguna especie de aeronave venida de algún otro rincón del universo, se había estrellado frente a su hogar. Bardik se puso sus pantalones elastizados, y salió corriendo al encuentro del extraño suceso. Quizás hubiera sobrevivientes. La escafandra se abrió. La nave gris y rodeada de vapor contaminante era de una tecnología bastante inferior a la de su raza, pero eso a Bardik no le interesaba, ya que de adentro salió un ser tan horrendo como cautivante a la vez. Tenía una larga cabellera amarilla, un traje de neoprene rojo hiriente, dos pelotas blandas y movibles en el pecho, y unas piernas largas, sin pelos, y de un color entre naranja suave y té con leche. !Era Barbarita! !Dominátrix interestelar! Conocida en toda la galaxia por su dominación y sublimación de todo género interplanetario. No había raza que se resistiera a su fuerza y que no gozara con su látigo. Una verdadera leyenda. Desvirgadora universal de tontos e ilusos.
Y a Bardix se le aflojaron las piernas. Barbarita se acercó con el ceño fruncido y agarró a Bardix por el cuello. Necesito esconderme, dijo y levantó con su otra mano su fusta castigadora. Bardix cerró los ojos, y luego decidió ayudar a la afamada sado-masoquista intergaláctica. La tomó de su mano y ante el asombro de ella, subieron a la carreta sónica de Bardik, y en dos segundos nos quedó ni rastro de ambos.
Ocultos en las cavernas, antiguos colmenares de sus antepasados, Bardik y Barbarita, se ocultaron toda la noche de la Inter Planetary Polizei. La IPP, la perseguía por varios crímenes de género contra machos de diversos planetas, sistemas y galaxias, a lo largo y ancho de todo el inabarcable universo.
Bardik le preguntó si le iba a hacer daño y Barbarita lo miró con preocupación. No te preocupes, no sos mi tipo, y acto seguido ella se dió vuelta y se durmió. Bardik la miraba muy interesado. Su cuerpo era parecido al de Oriella, pero sin filamentos, no era verde, su cara estaba llena de rasgos y fisonomías pequeños y extravagantes. Pero aún así, había algo cautivador en ella que le impedía dejar de mirarla y desearla.
A la mañana siguiente salieron de las cuevas y buscaron la nave de Barbarita, que la había teletransportado hacia un vado en el bosque. Entonces llegó la hora de la despedida. Barbarita le agradeció a Bardik su ayuda y cuando estaba yéndose lo invitó a subir a dar una vuelta en su nave, como agradecimiento. Bardik tuvo miedo y excitación a la vez, pero como era adolescente y no podía mas de deseo, cedió a la excitación a las corridas.
Barbarita lo llevó a dar algunas vueltas por aquel sistemas de tres soles y veinticinco planetas conocido como Sistema Drágbart. Después tomaron algunos Huascarines verdes y Barbarita lo invitó a sentarse con ella en su gran nido de fricción. Bardik sabía que la mayoría de los que estaban con Barbarita morían. Felices, pero morían al fin. Y él aún sentía deseos de hacer algunas cosas, conocer otras chicas, viajar por el mundo.
Barbarita se sentó al lado suyo y le acarició la piel verde. Me re caliente el verde. ¿Sabías eso, bichito? Bardik, ante estas palabras se excitó tanto que se acabó encima. Pero Barbarita fue comprensiva con el extraño alien primerizo, y lo hizo desnudarse, tomar una ducha tibia y luego lo montó dulce y suavemente, como sólo ella podía hacerlo. Bardik duró algunos minutos mas, y luego lo intentaron de nuevo y Bardik duró un rato mas, pero en esta ocasión, Barbarita sentía que no importaba tanto su propio placer. Era un agradecimiento por no llamar a la IPP y esconderla en aquellas cuevas.
Bardik se sentía otro después de esta experiencia. Mas allá del principio de placer, descubrió que era el sexo, aunque fuera intergaláctico, y estaba mas seguro consigo mismo.
Luego de que Barbarita lo dejó en su casa un rato después, y desapareció para continuar con sus aventuras, Bardik se quedó acostado en su cama mirando el techo de su habitación, rememorando toda la secuencia con Barbarita, y en que ahora podría hacer las cosas mejor con Oriella, y que había aprendido algunas cosas, y... que nadie nunca jamás le creería que había debutado con Barbarita. !Nunca jamás!
viernes, 9 de octubre de 2015
Barbarita
Es imposible disociarse del hecho, nada desechable, de que la realidad es mucho mas emocionante que la ficción. Sin embargo aquellos seres no estaban de acuerdo conmigo. Nos citamos los tres en el mismo bar de siempre y empezamos con todo ese rollo de la realización personal en el campo astral.
Juacio dijo estar en desacuerdo conmigo solo por costumbre, pero la realidad es la verdad, como dijo alguna vez el rey de los Dárgalos. Y en esa disyuntiva esencial nos encontrábamos cuando de repente, Lance, dijo su gracia que nos dejó a todos pasmados. !Delenda cartago! como decía el gran Catón. Delenda cartago amigos, que todo está por envilecer de un momento a otro. Pero nosotros no lo entendíamos. Rúbricas por diferenciar lo diferenciado de lo ostensible, nos fuimos convirtiendo cada vez mas en una especie de jenofontes internaúticos, completamente desplazados de las verdades mas elocuentes de nuestra era. Mientras continuaba el acalorado debate acerca de las veleidades inherentes de la cosificación en el ser contemporáneo de lo intraterreno, se hizo presente un ser en el umbral, al cual todos reconocimos casi de inmediato. Era la flamante Barbarita! Puta intergaláctica única en su especie, capaz de generar mas de veinte orgasmos simultáneos en seguidilla de 3 a 4 parsecs por segundo. ¿Sería que había llegado nuestro momento? Juacio no quiso esperar mas y se abalanzó sobre ella inútilmente. Fue torpe de su parte, Barbarita, enjustada en su traje verde de neopren antimateria, le dió un golpe de judo que lo hizo volar diez metros a lo largo del salón. Rotura de quijada y fémur. Barbarita miró ambos costados. Silencio en la sala. Los pocos presentes no se animaron a decirle nada. Avanzó con paso seguro, golpeando su látigo de sumisión subversiva de machismos rancios en su mano derecha. Yo tuve una inmediata erección. Ella se acercó a la barra y pidió Huascarín verde. Todo lo que fuera verde a ella le gustaba, la excitaba. Me miré mi estúpido gamulán ocre. Lance, maldito bisexual de lengua viperina, sacó a relucir su anillo verde, conseguido en alguna tienda de baratas de Plutón, o algún antro similar. Lo miré fijo a los ojos, esos ojos negros y horribles de Lance, maldito mutante asqueroso. Pensé en sacarlo afuera y estrangularlo para sacarle ese anillo de porquería. Era mi pase seguro al placer extremo con Barbarita. Pero entonces recordé algo mejor. Mis ojos, verdes, herencia paterna, me podrían servir mas que un anillo mugroso, símil plástico mandingo. Pero Lance pareció leer mis intenciones en mis ojos, y cuando estaba por hacer su jugada, sacó con gran velocidad su lengua viperina y me tocó las retinas en un movimiento a la velocidad del sonido. No lo vi venir y quedé cegado, por un breve lapso, pero el suficiente para que se me adelantara con Barbarita. Luego de tirarme jugolex en los ojos y resfregarme por cinco minutos, pude volver a ver, y lo primero que vi fue a ellos dos yéndose por la puerta del bar hacia rumbo incierto. Perdí.
Al día siguiente me enteré que Lance fue encontrado en su cubil desmembrado en nueve mil pedacitos de un centímetro. Suertudo Lance, lo odié para toda la eternidad. Mientras lo insultaba, pensé en como Barbarita lo habría desmembrado con sumo placer. Entonces una gota verde humedeció mi entrepierna.
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