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viernes, 12 de septiembre de 2025

La invocación - Parte 5: El duelo


La cosa estaba candente. Cientos de medios de todo el mundo reodeaban la plaza. Durante tod ala semana el presidente se dedicó a hacerse el picante. A vociferar insultos y amenazas, a no querer reconocer sus equivocaciones y pretender que la gente, encima, lo apoye. Pero siempre a base de decir que quien no está con él es un pobre diablo, un negro bruto, un gaucho federeal...

Por su parte, el retador, se mantuvo en el completo anonimato. Nadie pudo seguirle el rastro y algunos comenzaban a sospechar sino realmente sería una persona de carne y hueso. Algún asesor trasnochado le comentó al presidente la posibilidad de que alguien o algunos, pudieran haber hecho alguna clase de rito para invocar a algún espíritu. Pero el presidente, en su afán supremacista de creerse por encima de todos, se rió de la sola sugerencia. A él le bastaba tener a su reival enfrente y darle con todo. Y en caso de que eso no funcionara, ya se había previsto de algunos francotiradores para liquidar al indeseable. No consideraba un peligro real toda aquella pantomima. Para él, todo sería justificado para afianzar su poder frente a un loco desquiciado que no hablaba en nombre de nadie. 

El presidente llegó a horario y se paró del lado de la casa rosada. El otro, se hizo esperar un buen rato, y algunos ya sugerían que lo mejor sería retirarse y darl por vencedor al presi, pa no arriesgar vió. 

Pero el presi se mantenía en sus quince, quería cargarse a alguien, humillar al que lo había humillado a él y a su primera hermana dama. Como el presidente se veía a sí mismo como un león, su slogan poco creativo había sido "escuchame rugir". Pero la realidad es que sonaba soso y hasta amanerado. Todo lo que el presi no quería ser...

Cuando ya parecía que el retador no iría a venir, una luz rojiza salió de golpe desde dentro del Cabildo. Aunque algunos dicen que esa luminosidad venía desde las viejas Cisternas, pasó por las catacumbas de la Manzana de las luces, San Ignacio, Librería del Colegio y finalmente, al Cabildo. Allí, por la entrada principal, apareció la estampa del Restaurador. Avanzó sin miedo hacia el centro de plaza, siempre de traje, siempre de rojo sangre. 

El presi se adelantó y gritando consignas absurdas sobre la libertad, se arrojó con todo hacia su destino. El retador lo esperó calmado, quieto, parecía a punto de ser atacado, cuando en el último milímetro, se hizo a un costado. El presi siguió de largo y casi sale bien parado, pero se tropezó con una paloma (cruel ironía) y cayó de bruces al suelo. Al darse vuelta, todas las cámaras lo enfocaron con el "chocolate" en todo su rostro. Esa imagen se viralizó por todo el mundo. Ya estaba derrotado. Pero no se rindió, con la cara roja de humillación, reunió todas sus fuerzas y se avalanzó nuevamente sobre su contrincante, que nuevamente, mantuvo la sangre fría otra vez y lo dejó seguir de largo. El presi cayó ahora en una de las fuentes. NO había mucha agua, pero se empapó de pies a cabeza. El ridículo era irremontable, pero ya estaba en el baile, y no le quedaban otra que bailar. El presi insistía con ataques frontales hacia el viejo caudillo que no si molestaba en contratacar. Una frase cruzó su mente, sé como el agua mi amigo. Y ante esta estrategia, el presi ya nada pudo hacer. Gastó toda su energía en absurdos ataques al vacío, pero no se daba cuenta que en realidad perseguía su propia sombra. 

Cuando el presi ya no pudo sostenerse más, siguió un momento de tensión. Nadie esperaba lo que podría pasar. El enemigo parecía frío e imperturbable y no parecía guardar ningún encono personal con su rival. Pero como decían en el 19, un duelo es un duelo, y aquellos eran hombres de honor. El Restaurador se acercó al arrodillado presidente, que comenzó a temer por su vida y a insultar, para luego rogar clemencia mientras se hacía pis encima. El Restaurador se agachó, tomó el rostro del presi entre sus manos y le besó la frente. Dijo: Hermano, te libero de toda obligación futura. El presi lo abrazó y se largó a llorar. Era un chicuelo, que había jugado a ser papá y ahora papá volvió a casa y todo se había terminado. El Restaurador sintió verdadera pena por aquel adolescente adulto, con serios problemas mentales. Y mientras lo abrazaba se veía su cara de compungimiento. Pero luego, se notó que apretó con sus brazos alrededor del cuello del presi, con una fuerza sobre humana y dijo algo así como... pero el poder es para los verdaderos fuertes. Y ahí nomás le arrancó de cuajo la cabeza al pobre presi. 

El silencio era absoluto, nadie sabía que hacer o como reaccionar. El Restaurador elevó la cabeza cercenada y la mostró a todo el mundo, como si fuera un gladiador en la arena. Se escucharon algunos zumbidos y tímidos walkie talkies que trataban de dar una orden que no llegaría a sus receptores. La Mazorca había caído sobre todos los francotiradores. Frío y sigilisosos, aparecieron por detrás, saliendo de la ignominia de la historia, y les hicieron sentir la refalosa a todos y cada uno de ellos. 

La hermana del presi recibió la cabeza de su hermano esa misma noche. 

El país se encontraba bajo el control total y absoluto de La Mazorca renacida. 

martes, 9 de septiembre de 2025

La invocación - Parte 4: La previa


Un revuelo de santa madre y padre circundó a todo el país. Y hasta en el lugar más recóndito del planeta se hicieron eco del reto lanzado al presidente de este país. Los titulares no podían dejar de focalizar en dos cosas centrales: el origen del retador, que parecía un ser misterioso salido de alguna novela de Alejandro Dumas y, claro, la cara de miedo del desorientado presidente. Sus intentos por seguir tratando de vender una imagen de alguien fuerte fueron ridiculizadas y boicoteadas por él mismo. El deseo de que mostrara algo de cordura o un mínimo de sensatez, por el resto de los mortales, también fue rápidamente perdido. 

Ahora bien, todo el mundo pensando en como podía ser que un primer funcionario cayera tan bajo para aceptar el desafío de cualquiera que se le presenta. Pero muchos analizaban la situación como no quedaba otra forma de hacerlo. Era un pueril y torpe manotazo de ahogado por intentar recuperar un mínimo de respeto de sus votantes y allegados. Algo muy parecido a la guerra que inició el borracho. Nadie podía dejar de pensar en la analogía, con el alivio actual de que al menos, por una vez, serían ellos quien pusieran el pellejo y no otros. Entre erecciones y megalomanías, el pueblo había aprendido al menos eso. Nosotros Carne de cañón, nunca más. Ustedes si. 

Todo se preparaba con cierta cautela, porque todo el asunto parecía salido de alguna mala película clase de ciencia ficción. Dos locos, dos alienados completamente impredescibles, que lucharían por el futuro de una Nación. No serían pocos los buitres que se pondrían a rondar a nuestro alrededor. Pero, que se podía hacer? El barco sin timón iba derecho a colisionar, y no había otro tipo de perspectiva. Ahora era a todo o nada. Luchar para vencer, vencer para comandar. 

Y en vista de todo el asunto, alrededor del comodoro existía el más absoluto secretismo. Nadie sabía donde estaba él. Era como un fantasma, una sombra del pasado, que sólo se hacía presente en los momentos clave del asunto. Pero luego se evaporaba como si en verdad no tuviera consistencia física. Lo mismo que su séquito parapolicial conocido como La Mazorca, que se hacía presente como un eco infinito de la propia silueta del temible tirano de rojo. 

En cambio, el presiduende (como le decía casi todo el país en una absoluta falta de respeto a su investidura presidencial) se había puesto, no sólo a entrenar con los mejores sino que también a televisar dichos acontecimientos. Con el pretexto de mostrarse fuerte y agresivo, con el vano proposito de amedrentar a su fantasmagórico rival. Pero el pobre hombre perdía popularidad a cada minuto, mientras su rival más terrible era su propia falta de razón de ser. Sintiéndose una especie de cruzado o Rocky Balboa contra el soviet... nunca pudo captar lo alejado que se encontraba de la realidad. Mientras su rival se fortalecía a la vista de su propia inpotencia. 

Ya todo estaba servido para el día D, el día de la colisión final, que una vez más cambiaría de forma abrupta el rumbo de nuestra (aún) joven Nación...  

domingo, 7 de septiembre de 2025

La invocación - Parte 3: El desafío



Manga de forros, hijos de puta, callense todos! Me hacen caso porque les puedo hacer todo el daño que yo quiera. Ustedes son una casta de pordioseros, país de mierda! Y me importan tres carajos lo que puedan pensar de mí, me importa tres carajos la gente que se queja o se muere de hamble! A ver si lo entienden soretes, vividores del estado, me IM POR TA TRES CA RA JOOOOOS!! A ver si lo entienden ratasss!! 

El discurso sigue así por un buen rato. El tipo, completamente desatado, a los gritos, con una voz aguardentosa de niñito enojado, que pretende ser de autoridad pero que desnuda una gran falta de coraje, valentía y de verdadera masculinidad. El que en verdad es poderoso, no necesita insultar, agraviar a los más débiles y proferir amenazas de todo tipo. Nadie respeta eso. Su estilo de amedrentamiento es pueril, vano, simple y bastante estúpido.

El tipo era un idiota. Básicamente. Un caprichoso, nene de mamá consentido, despreciado por su padre y un lascivo de su hermana. Odiaba a todos porque Dios lo hizo bajito, poco agraciado, infeliz, acomplejado. Despreciaba a todo aquel que no pensara como él. Odio de clase, odio de raza, odio de género, odio de todo tipo. Y si encima a un ser así de excecrable le das poder, el combo ya está configurado para que estalle el polvorín. 

La gente puede temer un tiempo, a su policía con armas nuevas, sus agentes pasados de coca, pero al final todo eso no dura. Cuando la gente se cansa, y más en este país, los tiranos afueraaaa.

De todos modos, a veces es importante darle un empujoncito. Ahora llegó el momento. Es ahora. Now!

La comitiva del Presidente se aprestaba para salir del Antiguo Fuerte rioplatense, en dirección al Congreso, para dar inicio a las legislativas. Algo completamente para las tapas de los pasquines, porque era evidente que aquel recinto de leyes estaba bajo su total control. Pero quien más aprieta más consigue que se deslicen contras de sus deditos gordos y ramplones.

El presidente no llegó ni a la mitad de la Plaza. Una luz se prendió, un foco aluminó a algo o alguien, que reposaba en la piramide de mayo. Una silueta negra, que al salir a la luz, se vislumbró roja. 

Un hombre, no mucho más alto que el presidente, con verdaderas patillas, pelo risado castaño claro. Poderosos ojos azules y una lengua fricativa como ya no se escuchaba hacía siglos. 

Aquí yace el tirano de los pueblos? - Preguntó enigmático aquel hombre de traje de cuero rojo. 

La comitiva no se esperaba eso, los medios se hicieron eco al instante, y en pocos segundos estaban rodeados por cientos de cámaras trasmitiendo a todo el país. 

Quien carajo sos vos?- Grito el presidente, entre asustado e intentando mantener su postura de tipo malo. 

El extraño salió con toda pompa de su escondite, las luces sobre él. Algo en aquel sujeto indicaba que no era un tipo cualquiera, un halo de grandeza manaba de él. 

Quien soy? Yo aquel que ha venido de hace mucho, cruzando los límites del tiempo, soy la historia que viene a pedirte cuentas, también soy el padre de los negros, el azote de los cipayos, de los traidores a la patria, de los salvages unitarios y de todos nuestros enemigos extranjeros que buscan ponernos cadenas. Pero yo soy el único que pone cadenas y que devuelve a los piratas imperiales o reales devuelta a su país. Yo soy quien a los amigos de nuestros enemigos, ni justicia!

Asi que... señor presidente... diga usted quien es!! Amigo de su Nación o enemigo?

El presidente no sabíendo que responder, optó por uno de sus insultos más bajos y bulgares. 

Agarrame esta salame, yo hago lo que quiero! Viva la libertad carajo!

Algunos aplausos tímidos acompañaron el acto desafiante pero poco inteligente del presidente. Algunas caras de preocupación a su alrededor pudieron verse por todos los canales. Su hermana o pareja, le aconsejó que tuviera cuidado. Que podía ser un truco de la oposición para hacerlo pasar verguenza. Pero el presi se embaló.

Y decime, vos pelotudo, quien sos en realidad porque tenemos cosas más importantes que... 

YO SOY EL RESTAURADOR!!! 

Y vengo a lanzarte un desafío ante todo el país, para ver si no sos un cagón, que se esconde tras la falda de su hermana. 

El presi se puso pálido en primerísimo primer plano nacional. 

Que? Pero que... que... desafío?

UN DUELO! Como vos quieras, pistolas, sables, floretes, cuchillos... o a mano limpia si queres. 

Pero yo... pero...

Te animás o sos un cobarde?

Antes que la hermana del presidente pudiera aconsejarle, el presidente cometió su último acto de imprudencia final. Entró en el juego del Restaurador, y contestó con soberbia e ira. 

Siii, acepto maldito infeliz, te voy a hacer mierda, ya vas a ver, a vos y a todos los negros de mierda que vienen con vos. Hijo de putaaaa, ya vas a veeeer quien manda acá!!

El Restaurador apenas esbozó una sonrisa de satisfacción. Y vuelto de nuevo todo un gentleman respondió diplomático:

Perfecto, en una semana, a las tres de la tarde. Aquí en la Plaza de la Libertad, la plaza del pueblo. Veremos de quien se teñira de rojo esta vieja plaza de matanzas. Adiós. 

Y dicho esto, el hombre de rojo desapareció tras un vapor púrpura. Un fuerte olor a azufre colmó todo el lugar. Y en ese momento, la comitiva siguió camino hacia el Congreso. Lo último que se pudo ver del presidente, antes de encerrarse en el auto blindado, fue una cara de espanto absoluto ante lo que acababa de suceder. 

Pero estaba hecho, no podía retractarse o tendría que renunciar. Ahora había llegado el verdadero momento de la verdad. 

sábado, 6 de septiembre de 2025

La invocación - Parte 2: La invocación


Frente a un altar con el cuadro del Restaurador, una mesa con un sable corbo, y cientas de rosas rojas, el maestro de ceremonias comenzó la invocación frente a más de doscientas almas congregadas.

...

Señoras y señores, miembros del jurado y más allá. A todos los seres, terrenos y extraterrenos de este mundo. Los materiales y los inmateriales, los orgánicos y los inorgánicos. Seres del cosmos total, en todas sus formas y niveles. Dioses de acá y de más allá. A todos y cada uno de todos como un todo, los invoco. Los invoco para que nuestra invocación sea poderosa y valedera. 

Estamos aquí reunidos para que nuestra vos las escuchen los que están, los que pasaron y los que vendrán. Sean testigos, pues, de este mandato que hacemos. De esta invocación necesaria. 

Pedimos a envocamos al Gran Restaurador de las Leyes, para que se haga presente en carne y hueso, en esta noche de fatídica. Para que regrese de su sueño eterno y descargue su ira implacable sobre los traidores, sobre aquelos infames antipatria que hoy gobiernan a nuestra amada Nación Argentina. 

Te invocamos entonces, amado y temido Restaurador, para que puedas vengar la infamia que contigo se ha cometido, aquella vieja vil traición que te llevó a morir en el exilio más infame. Para que descargues tu venganza sobre el que hoy se dice presidente y no es más que un vil traidor a la patria, un triste lacayo de los enemigos de tu nación. Te invocamos, hoy, gran Restaurador de las Leyes, el Rubio, el inglés, Don Juan Manuel de Rosas!

...

Al silencio, siguió un leve zumbido que se convirtió en temblor. Los vidrios de las ventanas vibraban como si allí afuera hubiera un terremoto. La llegada del Apocalipsis, el Fin de los Tiempos. Los presentes no podían más que lamentarse por aquella decisión porque el viejo temor al más temido de los caudillos se hizo carne en todos los comensales. Abrazados, temerosos del castigo divino que se haría piel en todos aquellos que osaran desobedecerlo. Pero ya era tarde. Un resplandor rojo sangre iluminó el altar donde reposaba la espada del Libertador, bañada de sangre de cerdo y una flor federal, con una divisa punzó. Un humo rojizo se elevó por todo el salón mientras todos los muebles temblaban. Y una sombre terrible se elevó por encima del la espada, que se elevó en el aire, magnetizada por la mano del terrible tirano revivido. 

Ahora el silencio era demoledor. Nadie sabia bien que esperar de todo el asunto. Y ya no había lugar para los débiles, para los tímidos y menos para los tibios. Era a todo o nada. El conjuro estaba consumado. Y ahora solo restaba saber como se daría la cadena de acciones que cambiarían el curso de las cosas en nuestra gran nación. 

La hoja de la espada cortó el aire y la luz de la sala se apagó. Un fuego rojizo con olor a azufre fuerte, se elevó en el altar, surcando el contorno del cuadro del tirano. Mientras un rugido ancestral atronó en todo el espacio, rompiendo un silencio de casi doscientos años. Tambores de lejanos carnavales federales acompañaron la respiración del revivido. Había llegado el día D, la Hora de los Pueblos, la hora de hacer tronar el escarmiento. Los cuadros allí presente de Lavalle, Echeverría, Sarmiento, Alberdi, Mitre, y mismo el del actual presidente, se incendiaron hasta quedar reducidos a cenizas. En ese momento todos los presentes comprendieron que se habían excedido. Por detrás del Restaurador se veía la silueta de centenares de soldados con sombreros frigios rojos. La Terrible Mazorca había regresado.

(Cont.)

viernes, 5 de septiembre de 2025

La invocación - Parte 1: El mitin


El tipo es un demente, un estafador, un violento y un hambreador. Y la realidad es que nadie se anima a ponerle un freno. Es como el señor Burns... Se acuerdan?

 No, pero lo que decís es cierto. La gente no lo soporta más. Todos queremos que se termine esta especie de tiranía. 

Tiranía electa, vale recordar. 

No importa eso. El asunto ese ya caducó. El tipo tiene entre idiotizada y amedrantada a la gente. Propios y ajenos. Hay que ponerle un freno ya a este lunático déspota. 

Si, estamos de acuerdo. Pero quién se va a animar a hacer el sacrificio? Inmolarse por el bien común. 

Silencio en la sala. Miradas cruzadas o cabizbajas. Una tos prorrumpió en la oscura habitación. Afuera, el temporal continuaba azotando a la vieja ciudad rioplatense. Una voz inesperada se alzó desde el fondo del salón donde los doce concurrentes, de diferentes sinos políticos, se congregaban en aquel momento crítico de la joven nación. 

Existe una solución. Peeeeroo, tiene sus contraindicaciones. 

Diga hombre, diga nomás. 

Bueno, podríamos hacer una invocación. 

Todos miraban esperando que se explayara más al respecto. 

Una invocación es cuando, por medio de una ceremonia específica, traemos nuevamente a un ser. Alguien que ya murió. Alguien a quien podríamos pedir que se encargara del tirano. 

Los concurrentes se miraron entre sorprendidos y excépticos. El viento rugía más que nunca allá afuera. 

Y eso como sería posible? O sea, que tan factible es?

Es posible y factible. Se hizo, se hace y se hará. Eso no es tanto el problema. El problema sería lo que podría acarrear algo así, porque como dije. Tiene sus efectos colaterales. 

Pero explicanos más, a ver... estamos desesperados. Cualquier delirio es mejor que nada. 

Bueno... piensen en esto. Este presidente que nos gobierna es un enfermo psicopata del mal. Es un loco, un demente, un lunático. Y encima, un tirano y de la peor calaña. Que hacemos cuando hay un incendio?

Todos callaron. 

Los bomberos lo saben bien. Hacen un fuego alrededor del fuego. El fuego no se combate con agua, sino con más fuego. Y pienso que esa es exactamente nuestra solución. 

O sea, vos decis que tendríamos que revivir a un tirano del pasado para combatir al actual?

Exacto señores!

Jaja, perdón, pero esto es un delirio... 

No, a ver... esperen. Dejenlo que termine la idea. Me divierte. Y quien podría ser?

Bueno, piensen un poco señores. A quien traerían del pasado? Quien fué El Gran Tirano del siglo 19?

Hubo varios... 

Si, si, pero hubo uno que cambió la historia Argentina para siempre. Uno que estuvo prohibido durante un siglo casi después de su caida. Uno que no temblaba ante sus enemigos. Uno que defendía la soberanía nacional con uñas, dientes y, sobre todo, con sangre. No estoy hablando de cualquier caudillo provincial... estoy hablando de

El Restaurador... Ni más, ni menos. Que dicen?

Creen que podría acabar con...?

Murmullo creciente. 

Y... la verdad que al lado de aquel, el tirano actual es un personaje de cuarta. Pero...

Que?

Y pero como hacemos para que lo destruya? El presidente está completamente custodiado. No hay chances. Ni el mejor asesino del mundo podría llegar a él. 

El murmullo aumentó en un fuerte crescendo. 

Pero, señores, tranquilos... tranquilos. No se trata aquí de entrar furtivamente y matarlo a sangre fría. Eso es de cobardes... como nosotros. No, si, si... es así. La verdad no duele señores. Escuchen. Escuchen por favor... Lo que El Restaurador haría sería enfrentarlo cara a cara, no concibo otra manera. Y en ese caso, creo que nuestro campeón haría pedazos al actual tirano. 

Si... si...

Murmullos. 

Pero como lograríamos que el presidente lo confronte? Nunca aceptaría. No estamos en el siglo 18 o 19... nadie se bate a duelo ya. Es una insensatez. 

Pero señores, por favor. Como que no? Piensan que este demente, archi megalómano, no aceptaría? Su orgullo y su complejo de inferioridad lo harían aceptar. Más porque el duelo sería lanzado ante la vista de todo un país. Rechazarlo sería firmar su propia sentencia de muerte política. Quedaría como un cobarde, él, que no para de lanzar insultos y amenazas contra todos. 

Si, puede ser... pero hay algo que no me cierra. Pongamosle que pasa lo que decis. Y entonces? Que pasará luego con el Restaurador?

Ahí está la otra parte... quizás sea cambiar a un tirano por otro. Pero que opciones nos quedan?

Todos los murmullos se elevaron en un rugido incomprensible.

Señores, calma. Si queremos acabar con el tirano de hoy, habrá que traer al tirano de ayer. 

Los murmullos se convirtieron en expresiones de aprobación.

Muy bien, llevemos adelante la invocación. 

(Cont.)

sábado, 19 de julio de 2025

El único hombre

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce (y sigue)...

Borski prende un cigarrillo, mira por la ventana. Afuera llueve. Es una tarde desoladora, de esas en la que todos se cuestionan el sentido de su vida. Donde todos se sienten solos y desamparados, y darían el universo entero por un rato de afecto. 

Veintiuno, veintidós, veintitres, veinticuatro... treinta y cinco, cuarenta...

Pero Borski está sólo. Él comprende que cometió muchas equivocaciones en su vida. Que no supo ver las pocas oportunidades que se le presentaron, que no supo cuidar a las pocas personas que pasaron por su vida. Y ahora paga cara esa falta de previsión. Lo paga con la soledad más abyecta, en el auge de su caída, la mediana edad. Cuando uno deja de ser joven, cuando las oportunidades merman de una manera estrepitosa. 

Sesenta y cuatro, sesenta y cinco... setenta... ochenta y nueve... noventa y seis... cien...

Borski sigue intentando conseguir un golpe de suerte, con su dedito loco, deslizando sin parar. Dándose cuenta que no es opción para nadie, ni siquiera para aquellas que tampoco son opción. Borski se siente aturdido, contrariado, completamente inconforme con su humanidad. Él siente que no merece esa clase de rechazo, ese desdén frío y desinteresado. El ninguneo le quita toda razón de ser y ganas de vivir. 

Ciento trece... siento veinticuatro... ciento cuarenta y uno...

Y sigue y sigue, su dedito es lo único que ya no se le cansa del cuerpo. Todo lo demás está rendido, atrofiado, desinflado como un muñeco de goma sobre un diván viejo y gastado. Y maldice su suerte, maldice a todas. Maldice a los otros. A aquellos que sí son elegidos. Porque son más jóvenes, porque son más facheros, porque tienen más prestaciones, autos y hasta mera gracia. Él siente que ya no tiene nada de eso, y está bien. Es como debe ser, piensa...

Ciento cincuenta y seis... ciento sesenta y ocho... ciento setenta y cinco...

Pero no va a cejar ni un milímietro y sonrie, Borski sonrie con malicia... porque ellas no saben que él tiene un "as" bajo la manga... Claro, piensa, sigan ignorándolo. Mañana me van a rogar para que les hable, les de un poco de bola, ni soñar con que las roce con mi dedito loco, que no para de moverse. Está dale que dale que dale que dale...

Ciento ochenta y nueve... cienta noventa y tres...

Borski activa la "cajita feliz" de Zoltar. Nunca pensó que funcionara, o tuvo demasiado miedo para probarla. Pero ahora era el momento, era todo o nada. Y ya tenía bien en claro en que consistiría su deseo. Rompió el precinto de seguridad y abrió la tapita. El botón rojo era como en la películas. El fin de sus calamidades a un plush de distancia. La gota gorda caía por la frente del orgulloso Borski. Casi gozaba ese momento previo. Sentía que rozar ese adminículo rojo era algo aún más erótico de lo que podía pensar. Ya está, llegó el momento de la verdad, el día D, la hora clave y la venganza será terrible. 

Doscientos dos... doscientos diecisiete...

Y de pronto clack! Todo se detuvo. Él ya no tenía que hacer nada, no tenía que ponerle onda, no tenía que hacerse el simpático, no tenía que rebajarse ni entregar su autoestima para que otra persona se limpiara los zapatos allí. Ahora era libre, LIBRE! Podía sentarse bajo la ducha, ir a ver televisión, prepararse algo de comer, acostarse temprano, dormir tranquilo... Ahora el reloj se había invertido, la rueda de la fortuna se había detenido y empezado a girar para el otro lado. La espada de Damócles pendía sobre la cabeza de alguien más, porque él, el señor don Borski de América, podía sentarse y esperar la tan prometida lluvia de inversiones...

Trescientos ocho...

Al despertar al día siguiente, Borski se dió el lujo de no mirar nada. Fue directo al baño, se sentó a hacer sus necesidades, se lavó los dientes, y se metió en la ducha. Luego el desayuno fue largo y tendido, le dedicó más tiempo del necesario. Porque Borski sabía que lo esperaban miles de notificaciones, de llamados urgentes, hasta solicitudes de lo más bizarras... Por qué? Porque Borski sabía que ahora era el único. La única opción posible en un mundo desesperado por tener a alguien. Y sin la maldita competencia por delante, Borski se convertía en el Rey Arturo, dueño de Excalibur. El tipo más codiciado del planeta. Porque bien sabía que en país de los ciegos, el tuerto es rey...

Quinientos ochenta... seiscientos noventa y nueve... setescientos setenta y siete...

Había tanto para elegir que no sabía por donde empezar. Estaban todos los estilos y modelos que antes se le hacían inaccesibles. Ahora que había desaparecido la competencia y que era el único hombre, ya estaba hecho. Hasta se podía dar lujos que antes ni siquiera en sus sueños más locos se podía imaginar. Estaban todas las opciones ahí, a pedir de boca, haciendose las simpáticas, entregandose sin fundamento ni rastro de amor propio y Borski lo disfrutaba. Se sentaba y las veía pelearse entre ellas por él. Y Borski lo disfrutaba un montón, porque estaba en la cresta de la ola. Y lo podría disfrutar más aún si todo fuera cierto...

Ochocientas veintidós... novescientas veinticuatro... mil y pico...

Borski sigue dándole al dedito, deslizando, esperando el milagro, y sonríe con malicia. Soñando la venganza. Pensando que él es el mejor, y él único... Afuera, la tormenta continua tonante y sonante.  

viernes, 28 de junio de 2024

Mi primer cuento (1990)



Saquen una hoja. 

Los alumnos proceden con obediencia. 

Escriban una historia que quieran contar para después contarlo en clase. 

En ese momento se me vinieron muchas imágenes a la cabeza. ¿Qué podría contar? Era la primera vez que me ponían ante aquel desafío. Crear algo, cualquier cosa que saliera de mi cabeza. La maestra era odiosa, sobre todo conmigo. No se cansaba de exponer mis errores ante el resto de mis compañeros. Pero aquella vez tomé coraje y dejé salir mi mundo interior, hasta ese momento solo aplicado a mis momentos de juego. Empecé con un título y de ahí se desprendió la historia. Con el tiempo me daría cuenta que ese modus operandi sería muy útil a veces para atacar la página en blanco. El lei motiv, un sombrero. ¿De quién? Pues del mejor, Indiana Jones. 


***

El sombrero de Indiana Jones

    Había una vez, en un planeta x, un chico flaquito que caminaba sólo por la calle. No conocía a nadie y no sabía de donde venía, ni a donde iba. Creía que el mundo era aquello que lo rodeaba y que sólo servía para jugar. Pero un día, el cielo se oscureció y toda la vida pareció marchitarse. La gente que pasaba por ahí se quedó de repente petrificada. Nadie hablaba, todos parecían como "estuatuas", ahora lo eran...

    El chico se sintió más solo que nunca y creyó que nada podría ya ser feliz... Entonces caminó y caminó por las calles, llenas de estuatuas y al ver que nadie vendría por él, se sentó en un rincón muy triste.

    De repente, un rayo de Sol se filtró entre las nubes y un sombreró llegó rodando hasta detenerse ante él. El chico tuvo miedo pero entendió que ese sombrero era un regalo. Lo tomó con miedo y pensó que nunca más se separaría de él. Cuando se lo puso frente a una vidriera de una gran juguetería, los fantasmas de las estuatuas volaban alrededor. Pero se sintió fuerte, valiente y tenía confianza. Ahora era un aventurero, un Indiana Jones. 

    Salió corriendo dando saltos y vueltas carnero, medialunas y piruetas. Llegó frente al castillo de los villanos y entró pateando la puerta principal. Los que viviían ahí eran monstruos de distintas formas y colores, como figuras cuadradas... Se rieron de él porque sólo era un niño con un sombrero que le quedaba grande. Pero el niño los enfrentó sin temor porque se sentía otra persona. Era poderoso y valiente y nadie podía pararlo. Los monstruos no sabían que hacer frente al niño que parecía invencible. Al final quedó un monstruo rojo tan feo que el chico de pronto tuvo miedo. El monstruo olvió su miedo y le sopló en la cabeza sacándole el sombrero que fue a parar lejos. El cuadrado rojo se hizo enorme y el niño muy chiquito. Lo podría aplastar con un sólo movimiento y eso pasó.

    El chico se dió cuenta que el monstruo no hacía nada, era algo sin sustancia ni cuerpo. El niño dijo que su sombrero estaba ahí con él, y el sombrero efectivamente estaba ahí con él. Entonces recobró coraje, se hizo grande como Indiana Jones y de un latigazo desintegró el diabólico cuadrado rojo. Toda la gente se recobró y dejaron de ser estuatuas. Nunca supieron que fué él quien los salvó, y al chico no le importaba. Pero notaban que algo había cambiado ahora que se paseaba por las calles con la frente en alto y el sombrero de Indiana Jones. 

***

El resto de mis compañeros aplaudieron la historia, aunque uno que siempre me estaba compitiendo dijo que así no era Indiana Jones. Su comentario me pareció de envidioso y me molestó su actitud. Pero para el resto la historia estuvo buena. La maestra me corrigió todos los errores adelante de todo el mundo, fiel a su costumbre, pero de todos modos estuvo bien. Sentí que había escrito una buena historia, sobre todo teniendo en cuenta que estaba en primer grado. Después, con el tiempo me volví un poco más chanta, pero nunca dejé de inventarme historias. Fantasear es mi gran privilegio, y castigo.

(Aunque la historia no es ni a palos la que escribí en aquel entonces ya que sólo recuerdo el título del cuento, bien vale el intento recreativo)

domingo, 2 de junio de 2024

Los fabulosos cuatro hermanos: El final de la familia felíz



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    Largo, negro y sedoso como el mar en invierno era el cabello de la exótica Mushka. Una belleza atípica, como venida de otro tiempo y otra galaxia. Jona estaba tan enamorado que a partir del momento que se unieron por primera vez, ambos se reconocieron como almas gemelas y ya no podía separarse por mucho tiempo. Esta nueva situación generó malestar en el seno del grupo de Los Bardos ya que la presencia de Mushka comenzó de ser la simple visita eventual de una novia, a una presencia permanente y constante, que además imponía sus gustos y expresaba sus opiniones. La personalidad fuerte de Mushka tenía a Jona completamente agarrado de los quinotos, y no había nada que se pudiera hacer para sustraerlo un segundo de ese estado de absoluta fascinación. Y, como era de esperarse, el liderazgo (antes tan indiscutido) de Jona, comenzó a mermar hasta ser absolutamente abandonado por este. En la línea de sucesión venía sin lugar a dudas el segundo hermano, Juda, que secretamente siempre había ambicionado el poder. Y si bien al principio Juda tomó el mando sin mayores problemas, no pasaría mucho tiempo para darse cuenta de que había sido un error. Estaba claro que Juda era muy talentoso en lo que atañe a lo musical, quizás el mayor compositor del grupo, sin embargo Juda era un mal líder. Jona no le prestaba mayor atención o se sometía sin interés. Por otra parte Sila no le tenía mayor aprecio a Juda porque sentía que lo limitaba y no le dejaba crecer. Sila sólo respetaba a su hermano mayor, pero no al hermano intermedio. Rufo se llevaba bien con todos y sólo quería que sus amigos se pusieran de acuerdo para así poder volver a salir más y pasarla bien. Todos querían a Rufo. 

    Cuando todos se habían mudado al Otro lado (las lejanas Tierras imperecederas), Los Bardos estaban en el Olimpo de los artistas más importantes de todos los tiempos. Pero necesitaban ensayar, perfeccionarse, autodescrubirse. Hicieron viajes por el lejano oriente, más allá del Oceáno de Dunas, del Mar de los Sargazos, del Tiempo, de los Agujeros y los Monstruos. Fueron aconsejados y atendidos por un antiguo Druida venido de tiempos idos (y del cual Sila se haría un acérrimo devoto) y, por momentos, Los Bardos lograron reconectarse con su esencia. Pero una vez vueltos al hogar, los problemas que los esperaban los avasallaban y terminaban peleando a los gritos o incluso a puñetazo limpio. Cada vez que alguna de estas discusiones de dirección afectaban al grupo Juda huía llorando o Jona dando golpes en la pared, o Sila desapareciendo durante días sin saberse nada de él. Rufo siempre se quedaba sentado, teniendo paciencia con el resto. A medida que estos percances afectaban a la Familia, los cuatro hermanos comenzaban a distanciarse cada vez más. La ausencia del primo Levi había dejado la fractura expuesta de la desunión fraternal y todo parecía indicar un final próximo. 

    Rufo desapareció durante un par de meses y los tres hermanos quedaron pasmados. Ninguno esperaba que fuera Rufo el primero en irse. Esa inesperada partida de su más entrañable compañero de banda hizo que tanto Jona, como Juda y Sila se unieran para buscar a su amigo. Recorrieron toda la Isla flotante de las Tierras Imperecederas, pero se dieron cuenta que su percusionista había abandonado las alturas y no tuvieron mas remedio que bajar a su viejo Isla, allí donde el Reino volvía a una nueva época de gloria gracias al nuevo recurso cultural que había implicado la explosión de Los Bardos y de todos los grupos que vinieron detrás. Cuando se dieron cuenta que Rufo había vuelto a las cantinas del viejo terruño para cantar a capella con algunos pobres borrachos del lugar, Los Bardos tuvieron un insight de que habían perdido de vista el eje primal y directo que siempre había caracterizado al grupo. Finalmente lograron convencer, no sin cierta dificultad, a Rufo para que volviera al ruedo con ellos. Hicoeron promesas vanas acerca de no pelear más entre sí, y todo un rosario de máximas y sentencias de buenas intenciones. Pero Al poco tiempo, al llegar el verano y cuando volvieron para volver a sus raíces musicales, no psarían muchos días para que las rencillas comenzaran a aflorar de nuevo. Jona estaba completamente ido, perdido entre el conflicto con su ex Esther, su idilio amoroso con Mushka y tener que lidiar con el nuevo liderazgo obtuso de Juda que no daba pie con bola. Pero lo intentaba. Su liderazgo era torpe, forzado y en vez de alentar lo mejor de cada uno, Juda quería que todos hicieran lo que él decía que había que hacerse. Pero entonces tendrían que ser Los Judas, o Juda y sus Cometas, o algo así. Juda parecía direccionar a la banda hacia un proyecto solista, algo que algunos años después haría un tal Rolando con la famosa banda Perfume Rosa, pero eso ahora no viene al caso. Juda increpaba mal a Sila que intentaba meter algunas creaciones suyas al impenetrable legado de Jona-Juda, pero no había caso. Juda le cuestionaba todo a Sila, desde sus canciones que consideraba verdes, hasta su forma de tocar el sitar. Jona se quedaba a un costado, casi sin opinar, tratando de no pelearse con Juda para no empeorar las, ya de por sí, deterioradas relaciones entre ambos. Sila buscaba apoyo de su hermano mayor, lo buscaba con la mirada, como aquella vez que Jona lo abrazó para darle apoyo emocional. Pero ahora el hermano mayor estaba lejos de todo eso. Rufo miraba serio a los tres hermanos que cada vez estaban más tensos. Por dentro pensaba que había sido un error volver con ellos, que lo habían engañado, que todo seguía igual de mal, o peor aún... Pero antes que pudiera hacer su jugada, Sila se le adelantó ya harto de tanto ninguneo, dio un portazo y dejó Los Bardos. 

    Sila era el hermano menor, el que nadie esperaba que creciera y se hiciera grande por cuenta propia. Pero el niño creció, hizo sus canciones, cobró notoriedad y finalmente se casó con Salomé, la princesa mas bella de toda la vieja Isla. Sus hermanos mayores le tenían cierta inquina y celos por todo esto pero nunca se animaban a confesarlo. Jona finalmente, decidió charlar seriamente con Juda al respecto. 

Jona: Bueno hermanito, creo que todo se fué al carajo, y también creo que es nuestra responsabilidad. No supimos manejar esta situación y ambos sabíamos que se veía venir. 

Juda: Si, si, lo sé. Lo que pasa es que no ha sido fácil para mí tener que tomar la batuta. Ser esta especie de líder de recambio en la que me dejaste. Y yo sé que nadie me banca, pero hago lo que pienso que es lo mejor para el cuarteto. 

Jona: Ya lo sé, pero bueno... Hemos dejado que esto pasara. Y yo tendría que haberte detenido...

Juda: Sí, pero no lo hiciste...

Jona: No puedo, o sea... me cuesta. Estoy con otras cuestiones. Y por otro lado, nuestros egos hacen imposible admitir que Sila merece más reconocimiento, más lugar. 

Juda: Si, ya lo sé. Pero pienso que quizás es un montón. Demasiado para un grupo así, siento que a todos nos queda chico. ¿No te parece?

Jona: No lo sé. Pero tenemos que resolver esto. Vos sos el líder ahora, tratá de estar a la altura. 

Juda: Yo hago lo que puedo, pero ser tu sustituto no es tarea fácil, hace casi dos años que trato de seguir manteniendo a flote a nuestra familia. Pero vos no me ayudás... No puedo solo. 

Jona: Ok, ya veremos como sacamos esto adelante hermanito. 

    Pero las cosas no salieron como esperaban. Al principio, lo mismo que con Rufo, fueron los tres, hablaron con el exiliado, trataron de convencerlo a toda costa que volviera con ellos. Sila regresó, pudieron volver al ruedo por un tiempo, pero finalmente todo aquel malestar que estaba muy en el fondo terminó por separar las aguas para siempre. Los Bardos dieron un último concierto arriba de la vieja colina de la Villa en Cabeza del Indo. Como fue algo improvisado, no fueron muchos los espectadores. Luego cada uno seguiría su camino artístico por separado. Rufo volvería a cantar en las cantinas y a hacer viajes esporádicos a la capital del reino. Sila podría dar cauce a todo su mundo interior, sin tener nadie que le negara nada. Tendría un éxito moderado, y un reconocimiento más bien póstumo. Juda se convirtiría en el compositor más prolífico y popular de los últimos sesenta años en el Reino y de todo el Mundo Libre. y Jona, bueno... Jona seguiría haciendo algunas presentaciones, siempre junto a Mushka, su amada. Recoererían todo el mundo y finalmente vivirían el el Nuevo Mundo. Se recluirían para tener un hijo, el pequeño Junishki. Con el tiempo Junishki se conocería con Jonita y serían grandes amigos. Jona nunca llegaría a verlo. 

    Cuando Jona dejó Los Bardos, descabezó al grupo y nadie más quiso seguir. Juda sabía que el alma de la banda era Jona y que nunca podría dirigir a los otros dos, sin la asistencia de su hermano mayor. Pero al fracturar al grupo bardo más afamado de todos los tiempos, muchos son los que se sintieron defraudados por esto. Y cuando hacía sólo diez años que Los Bardos ya no existían, un campesino llamado Abrám, esperó a Jona en la puerta de su casa una noche de invierno. Jona no lo vió y cuando estaba por entrar siguiendo los pasos de Mushka, Abrám salió de la oscuridad y lo apuñaló por la espalda. Jona apenas pudo murmuar algunas palabras para luego caer muerto al suelo. Según el propio Abrám las palabras de Jona fueron "Madre... ¿por qué?" De inmediato la Guardia Pretoriana que se encontraba de guardia a pocos metros lo apresó. Jona moría así a la fatídica edad de 40 años, cuando comenzaba a sentirse un hombre. Abrám sería condenado algunos meses después con cargo agrabado por Magnicidio. Como se trataba de un hombre loco nunca pudieron saber bien por qué había matado al que (en sus propias palabras) consideraba su héroe. Algunos elucubraron la teoría de que se trataba de un viejo ajuste de cuentas por parte de los Reyes, otrora burlados en su cara por el jóven iconoclasta de provincias. Otros decían que Juda lo había mandado a matar por celos y los más fantasiosos hasta aseguran que fue la propia Mushka la que mandó un alienado para dejarle todo el tesoro de su marido. Nunca se supo nada porque Abrám murió en la horca y se llevó su secreto al Más Allá. Por su parte, Jona se convirtió en una leyenda y con el paso de los siglos, en todo un mito. Hoy en día su estampa es menor a la de un Dios, pero mayor a la de cualquier hombre, como una especie de semidiós, superhombre o mesías. Aunque en realidad, el que estudió algo de historia sabe que Jona era sólo un muchacho, o quizás ese Hermano mayor que a veces nos protege contra todos los males del mundo...

    Un bardo llamado "Rob el Bob" del Rey Carmesí, posterior a la época de Los Bardos, escribió este poema que transcribimos de forma digital a continuación llamado "La Familia Feliz", en homenaje al afamado conjunto de la Villa de la Isla. 

Familia feliz, (un aplauso), 
cuatro pasaron y no volverion.
Hermano Juda, el fresno y el saco, 
se tragó un afrodisíaco.
Rufo, Sila, y Jona también cantó: 
"Vamos a volar nuestras propias canoas"
Metió un dedo en el zoo, perforando todo el jaleo

Azotando el mundo y contra el reloj, 
terminó con su parte de las acciones.
Rollos de plata de oro, 
sacudida por un toc, toc, toc.
Familia feliz, le ahonda esa sonrisa, 
lo que da la vuelta sin duda debe girar;
Pastel de queso, ratonera, Grip-Pipe-Thynne gritó: 
"No vamos a Rin Tin Tin".

Al viejo Rufo le creció la nariz y tiró su ropa de circo
El niño Sila se dejó la barba y sacó otra botella de rarezas
Al desagradable Jona le creció una esposa 
y Juda sacó su cuchillo de poda.
Familia feliz (un aplauso), 
cuatro fueron pero ninguno regresó

Familia feliz, aplauso pálido, 
cada uno a su puerta giratoria.
Buscador Sila, Rufo limpio, Jona cáustico, tan dulce Juda.
Deje que toque su espejo el sargento 
si perdemos la victoria de los peluqueros;
Familia feliz (un aplauso), 
cuatro fueron en pero ninguno regresó.

miércoles, 29 de mayo de 2024

Los fabulosos cuatro hermanos: Nuevos horizontes, retiro y meditación

 



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    Atrás habían quedado los días en la Villa, con el tío Arón, Esther y todo aquellos malos recuerdos. Jona había encontrado la forma de poder desligarse de todo eso, y aunque mandaba una ayuda para ambos, lo que menos pretendía era volver. Aunque todo lo que empieza, finalmente termina, y cuando Los Bardos habían recorrido todos los ríncones del mundo, tuvieron que hace un parate y volver a sus casas. Al menos por un breve lapso. Jona sabía que tenía que resolver algunos asuntos pendientes que no podía evitar. Fué a conocer a su hijo y pretendió estar allí, pero no pudo soportarlo por mucho tiempo. Él era el hermano mayor de todo el imberbe campesinado unido del mundo. O al menos eso creía... Jona pretendió que todo seguía igual pero le pidió a Esther un tiempo para poder poner en orden sus ideas. Para ello se fué de viaje por el lejano oriente donde, dando saltitos por la Gran Valla descubrió el que sería su gran amor. Una princesa de oriente llamada Mushka cautivó su atención cuando la vió dando un espectáculo de luces y sombras. Como ella le llamaba a su show, "un fragmento imperecedero del fatal teatro mágico". Jona sintió, durante un segundo, la mirada punzante de Mushka que lo invitaba a conocerla. Entonces, como él no era lento, esperó a que terminara su número y le preguntó por qué creía que podía andar encantando a la gente. Mushka lo miró con cierta perplejidad y un cierto aire de rechazo. Le explicó que nada tenía que hacer él allí, en todo caso era un asunto entre las almas. Jona quedó congelado ante esta afirmación. Nuestros cuerpos no son necesarios... Jona se rió a carcajadas pero Mushka no se inmutó y en cambio asintió en gesto de silenciosa aprobación. Después caminaron juntos un rato sin hablarse. Jona fue entendiéndola de a poco, sus silencios, su diferente forma de comunicarse. Era una mujer misteriosa pero de fuerte personalidad, algo que no podía encontrar en Esther. Jona cayó perdidamente enamorado de Mushka y de a poco Mushka fue entendiendo a ese joven tan desesperado.  

    A todo esto, Juda conoció a una chica de su barrio llamada Dalila y comenzaron una relación. Sin embargo, a diferencia de Jona, Juda siguió componiendo nuevas canciones, porque su verdadera pasión era la música. En cambio para Jona era de vital importancia el vínculo, el cara a cara, piel de piel. Rufo se la pasaba andando a caballo, tomando cerveza y saliendo con muchas mujeres. Y el pequeño Sila también conoció a una chica, la bella Salomé y juntos vivieron un apasionado romance que se llevó las miradas de todos los mayores del pueblo que al mirarlos recordaban con nostalgia su juventud. Sila continuó su proceso de aprendizaje y de invención de nuevas canciones porque siempre esperaba poder tener la aprobación de Jona y Juda, pero sobre todo del hermano mayor. Jona continuava extraviado de amor, bebiendo del néctar de su amada Mushka. Juntos vagaron por un tiempo por el viejo continente hasta finalmente regresar a la Isla. Jona se dirigió junto a Mushka a la casa de Esther y le comentó como quien menciona el tiempo, que había decidido cambiar de pareja porque ahora amaba a Mushka. Se dió la vuelta y se fué ante la mirada atónita de la pobre Esther. El pequeño Jonita le pateó una pelota de trapo a su joven padre y éste siguió de largo sin mirarlo. Ese desdén el pequeño Jonita jamás lo olvidaría. 

    Cuando Los Bardos dejaron de lado sus vacaciones y volvieron a reunirse la cosa comenzó a marchar. Jona trajo nuevas canciones, Juda trajo más y Sila mostró algunas que estuvieron bien. Rufo estuvo de acuerdo en todo y hasta se animó a cantar una canción que compusieron pensando en él y en su sonrisa. De a poco la cosa tomaba otro color. Las canciones eran más elaboradas y maduras. Con nuevos instrumentos como el Siku que Jona trajo del oriente, la versatilidad sonora de Juda y el mayor compromiso de Sila con el proyecto. Con el tiempo fueron dejando de hacer presentaciones en vivo y comenzaron a juntarse sólo ellos para ensayar. Ahí fue donde Jona daría quizás su última directiva. Todos debían irse de la Villa para vivir en el Otro Lado, un lugar sólo accesible para aquellos que tienen algo realmente importante para mostrar. Como siempre al principio sus palabras sonaron como sus clásicos chistes irónicos, pero pronto entendieron que hablaba en serio y que no era una mala idea. Pronto todos quisieron saber si podrían llevar a sus novias. Jona asintió diciendo que por supuesto, era impensable ir sin ellas. Luego Juda se acercó a Jona y le preguntó si iría con Esther y el pequeño Jonita, pero esto molestó a su hermano mayor que le respondió seco: nunca me la vuelvas a mencionar a esa. Mi única mujer es Mushka. Juda se retiró contrariado, como quien se escabulle humillado al ser reprendido por alguna falta cometida.

    Los preparativos fueron veloces y todos estaban listos para partir cuando se enteraron de la terrible noticia. Habían encontrado al primo Levi muerto en su casa. Al parecer suicidado por la sociedad, con una tajada que iba de oreja a oreja a través de su morrocotudo cuello. Cuando los cuatro hermanos se enteraron hicieron paco, seguirían adelante con sus planes y tratarían de manejarse de acuerdo a lo que el primo Levi les habría indicado, pero en el fondo sabían que ya nada volvería a ser igual.  

martes, 28 de mayo de 2024

Los fabulosos cuatro hermanos: Éxito, rivales y controversias

 

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    Una vez frente a los Reyes de la Isla, Los Bardos comenzaron su presentación a todo trapo. No hubo lugar para sutilezas, el grupo arrasó con sus mejores canciones en un estado de total éxtasis. La plebe vitoreaba enfebrecida y todo el espactáculo se brindó con tal intensidad que era difícil no catalogar el acontecimiento como una especie de orgía grupal. Visto y considerando el ánimo general, Jona sintió deseos de decir algo lo suficientemente provocador, porque tocar frente al poder le generaba una contradicción. Toda su vida había odiado la crianza dictatorial de su tío Aroon y tener a aquellos reyezuelos que nunca asomaban sus narices ante sus siervos era una oportunidad que no podía desperdiciar. 

-Los chicos y chicas del fondo pueden cantar, saltar aplaudir y gritar cuanto quieran... Los nobles del palco pueden hacer sonar sus alhajas. Gracias!- Dicho esto, Jona sonrió como un niño que acaba de decir una picardía.

    Es imposible describir el atronador aplauso de la gleba. Todo el palacio pareció venirse abajo por los gritos ensordecedores, sobre todo de las muchachitas que ya amaban para siempre a ese grupito de jóvenes desrgabados de provincias. Los Bardos habían hecho historia para siempre. Por su parte, Juda se agarró la cara y negaba completamente avergonzado por el exabrupto de su hermano mayor. ¿Qué necesidad tenía Jona de provocar así a las autoridades? Para Juda era algo innecesario que ponía en riesgo a todo el proyecto del flamante grupo de bardos locales. Pero por suerte para ellos se equivocó. Nadie del palco le prestó mayor atención a Jona porque tenían demasiada estima por sí mismos como para considerar aquello como un agravio. Por otra parte, poco importaba lo que un pobre plebeyo tuviera para decir de ellos. En definitiva ellos gobernaban el reino y lo seguirían haciendo por más Jonas que hubiera en el mundo. Pero para la plebe, ese pequeño acto de rebeldía un poco iconoclasta fue lo suficiente mente significativo como para tomarlo a partir de allí como un acto de liberación total. Todo lo que se continúa de aquel suceso se precipitó de forma tan rápida que los cuatros bardos nunca terminarían de comprenderlo del todo a lo largo del resto de sus vidas.

    La fama de los cuatro hermanos, ahora los "fabulosos" cuatro hermanos vale decir, creció a lo largo y ancho de todo el reino. Sus presentaciones no les dieron respiro a lo largo de casi todo un año entero, tocando en los lugares más recónditos de la Isla. Y cuando esto ya no era suficiente, volvieron a cruzar el charco para presentarse (nuevamente) en el Gran Continente. Esta vez nadie los mandó a casa por el hecho de que el pequeño Sila fuera muy pequeño. El éxito fue arrollador y comenzaron a girar por todo el mundo. La clave del éxito de Los Bardos eran las canciones de la dupla Jona-Juda, la capacidad armónica del conjunto y la paciencia para mantener al grupo unido por parte del primo Levi. Quizás Levi necesitaria un capítulo enter para sí mismo, pero al ser mayor que los cuatro muchachitos, el primo de Jona tenía experiencia en grupos de mineros que solía dirigir desde su temprana juventud. Trabajar en lugares tan arduos le habían forjado el carácter lo suficiente para soportar grandes momentos de presión y su liderazgo era respetado por su capacidad para mantener la unidad en medianos y pequeños grupos de gente diversa. Aquí el reto era menor. Para Levi era pan comido mantener en línea a esos precoces muchachitos de pueblo. Jona era el líder nato del grupo pero Levi era quien mantenía las cosas en orden y mientras uno direccionaba al grupo, el otro impedía cualquier tipo de resquemor de parte del resto hacia su primo.  

    No había tiempo de más, era todo ahora, todo ya. Los Bardos crecieron de tal manera que de pronto el viejo mundo les empezaba a parecer pequeño. Fue entonces que Jona les propuso a sus hermanos menores dejar todo atrás y comenzar una vida nueva en las Tierras lejanas, esas que se encontraban cruzando el gran oceáno. La propuesta al principio fue tomada como una de las típicas bromas ácidas de su hermano mayor. Pero al ver que tanto Jona como el primo Levi no sonreían y que la cosa iba en serio, fueron presas del pánico. Juda no quería someterse a todos los caprichos de Jona porque él se sentía tanto o más capacitado para dirigir al grupo como él. Pero todavía no se animaba a confrontar al hermano mayor. Su forma de contrariarlo fue darle donde más le dolía, en su punto débil. ¿Y que vas a hacer con Esther y tu hijo? Jona se puso pálido y no pudo dar una respuesta rápida. Levi salió en su ayuda y dijo que por el momento no era conveniente que ninguno dijera que tenía pareja porque eso alejaría a nuevos fans, sobre todo a las chicas más guapas y lanzadas. Juda quizo protestar aduciendo que sólo Jona tenía una pareja estable, pero Levi dijo que no era justo decir que unos podían y otro no. Juda no tuvo el coraje para confrontar aquello pero la semilla del resentimiento entre los dos hermanos compositores comenzaba a crecer poco a poco, y era algo irrefrenable. 

    Cuando Los Bardos desembocaron en el Nuevo Mundo, la cosa fué aún más impresionante que en su pequeña Isla. El nuevo mundo era mucho más vasto, más hermoso y más lleno de gente y fans. Quizás nadie los conocía bien, pero las noticias volaban y cuando llegaron causaron tanto revuelo que el viejo Rey del Lugar (casualmente de nombre Arón I) tuvo que inclinarse ante el talento de los hermanos isleños. Para Jona y compañía, el Nuevo Reino era un paraíso sin límites, todo se quintuplicó y las posibilidades se mostraron infinitas. Nunca un grupo de artistas había tenido tanta trascendencia a nivel cultural. Lo de Los Bardos fue algo fuera de toda lógica, tendieron puentes allí donde no los había, y por medio de la música (algo hasta ese momento secundario) lograron conectar al mundo entero. 

    Pronto aparecieron por todo el viejo terruño, como también el nuevo continente, grupos de chicos que querían lograr lo que Los Bardos. Miles de muchachos comenzaron a aprender las veleidades de la música, afinando viejas cítaras, mandolinas o banjos. Ajustando parches y djembés que en su vida hubieran agarrado sino fuera por los pueblerinos de la pequeña Villa isleña. Algunos comenzaron a seguir el camino trazado los cuatro hermanos y lograron cierto subidos al éxito de cola que dejaban Los Bardos. Quizás los más conocidos seán los cinco primos conocidos como Los Rocas Vivas. Estos se vendieron como un grupito de rufianes malechores que tocaban en las cantinas del viejo reino y su aspecto de malandras les confirió cierta fama, por oposición a los cuatro chicos de pueblo. Otros destacables con Los Pájaros, Los Robles, Los Medanos, Los Quizás, etc, etc.  

    A todo esto, el pequeño Sila comenzó a componer sus primerar canciones, mientras el grupo avanzaba de pueblo en pueblo. Al principio esto fué alentado por sus sus hermanos mayores ya que les parecía simpático que el chiquitín hiciera lo suyo. A Rufo, con tal de pasarla bien lo mismo le daba componer o no, era un tipo sin mayores problemas. Con marcar el ritmo era un tipo feliz. Pero pronto, las canciones de Sila pasaron de ser malas, a mediocres, y de ahí a pasables. No faltaría mucho para que pasaran a ser buenas y de buenas a muy buenas. Entonces aquello ya no resultaría simpático para la dupla Jona-Juda.  

lunes, 20 de mayo de 2024

Los fabulosos cuatro hermanos: Sila trae a Rufo y se cierra el círculo.

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    Cuando Sila comprendió que era tan importante como para que Jona lo abrazara y tuviera en cuenta, comenzó a involucrarse y de a poco participar más. Sobre todo en opinar. A Juda esto no le hacía mucha gracia porque consideraba que Sila iba demasiado rápido con sus pretenciones. Después de todo era él quien lo había traído al grupo y si no fuera por su intercesión, Jona jamás se habría fijado en él. Este era un tema de candente conflicto entre el hermano del medio y el hermano menor. Tendrían que pasar muchos años para que pudieran resolver aquellas asperezas. Pero no importaba, lo que realmente era de máxima importancia era el avance como grupo humano y aquel amigo de Jona les consiguió una prueba de sonido con el paje del Rey. Ahora era a todo a nada. Se la recontra jugaban y necesitaban tener todo su escueto repertorio bien aceitado. Lo lograron a costa de un sacrificio casi inhumano de ensayo diario, de sol a sol. Pero quedaba un enigma ¿quien los contrataría? La respuesta fue rápida y se presentó sola. 


    Jorgelina, hija del Rey Ricardo, se apersonó para ver en directo a Los Bardos de los que toda la juventud de la isla estaba hablando. Jona andaba nervioso por todo el asunto de su próxima paternidad, Juda quería que todo saliera perfecto y no paraba de dar indicaciones, Sila, muy tímido se mantenía callado y obediente y Enoc, el percusionista de la primera época de Jona, no pegaba pie con bola. La audición fue mediocre y cuando terminaron Jona dijo en tono jocoso que "en nombre del grupo esparaba que les hubiese gustado y ojalá hubieran pasado la audición". Nadie se rió. Un viento helado y celeste perfumó el momento incómodo de los cuatro juglates ahí parados frente a la flamante representante del rey quien sin decir palabra abandonó el lugar muy seria. Los cuatro hermanos se quedaron angustiados, todo indicaba que no les había ido bien y Jona de pronto sintió un irrefrenable deseo de mandar todo al diablo. Quizás entregarse a la simple vida de granjero con su tio no estaba del todo mal. Pero el destino les tenía guardado un as de manga guardado para ellos. 

    Pasaron los días, que se convirtieron en semanas. Todos estaban de acuerdo en que no había muchas chances y la agrupación comenzaba a disgregarse. Sila pasó a visitar a Jona a su casa y lo enocntró fregando los pisos, maldiciendo a diestra y siniestra. Sila tuvo miedo y salió a todo trapo de allí. Buscó a su otro hermano, a Juda, que se encontraba obnubilado en el jardín de atrás tocando la sitara. Sila se acercó y le preguntó si creía que todavía existian chances. Juda lo miró con odio. En eso escucharon golpes en la puerta y ambos fueron corriendo a ver quien era. Un mensajero real huía veloz a caballo rumbo al sur. En la puerta de la casa de Juda vieron un rollo con el sello real. Lo abrieron con manos temblorosas y Sila leyó lo mismo que su hermano Juda. Dentro de dos lunas el Rey los espera en el palacio real para una ceremonia de gala. Hagan bien en traer sus instrumentos y por favor, cambien a su inexperto percusionista. Atte: Princesa Jorgelina. Sila y Juda se miraron con asombro y saltaron de alegría. Fueron a todo galope hasta la casa de Jona que se encontraba fumando pipa en la puerta de su casa. Sin poder mediar palabras le entregaron el pergamino abierto y esperaron las palabras de su hermano mayor. Jona, que todavía se encontraba de mal humor, agarró con bronca el rollo y comenzó a leer. Su expresión cambió en segundos pero se hizo rogar. Cuando parecía a punto de entregarse a la alegría general terció su rostro con una morisqueta de enfado. ¿Y que hacemos con Enoc? Es mi amigo. Juda no dudó un segundo, le dijo que Enoc no tenía experiencia y que por más amistad que los uniera, no valía la pena a cambio de la gran oportunidad que se presentaba frente a sus narices. Era ahora o nunca. Jona lo sabía pero también sabía que Juda tenía cierta inquina con Enoc por ser el que se llevaba más miradas de la platea femenina. ¿Vos que pensás Sila? El pequeño hermano menor entro en profunda meditación para sopesar con la mayor justicia posible sus palabras. Luego disparó: Me parece injusto para el bueno de Enoc que nos bancó en todas hasta ahora. Juda no pudo evitar largar un resoplido de impaciencia. Sin embargo, continuó tranquilo Sila, pienso que es nuestra gran oportunidad para salir del pueblo. Cruzar la frontera de lo posible e ir más allá de todo límite. Jona sonrió ante la sinceridad y humanidad del pequeño Sila que podía ser muy sabio y elocuente cuando quería. Entonces queridos hermanos, preparen todo que nos vamos. Aún queda encontrar el reemplazo de Enoc, dijo Juda. Sila les confesó que conocía a un percusionista que tocaba en un grupo que los imitaba y que le parecía mucho más musical que Enoc. Está decidido entonces, vos Sila andá a buscar a ese muchacho ¿Como se llama? Rufo, respondió meditabundo Sila. Bien, te encargo que lo consigas para nosotros. Tenemos solo dos meses para perfeccionarnos. Aún tenemos fallas sensibles en nuestro repertorio. Vos Juda, si podés anda pensando cambios en nuestras canciones para que queden mejor. Juda asintió porque aunque quisiera mandar se sometía gustoso cuando su hermano mayor agarraba la batuta. Por mi parte, sentenció Jona, iré a hablar con Enoc. Tendrá que entender...

    Enoc, es claro, no lo entendió. Discutieron y terminaron ligandose a puñetazos. Finalmente, ambos con las narices ensagrentadas se fueron cada uno para su casa y no se vieron nunca más las caras. A las pocas semanas, Rufo ya se encontraba tocando con Los Bardos como flamante nuevo percusionista. Rufo era bajito, narigón y le gustaba hacer chistes a toda hora. Rápidamente les cayó bien a todos. Tenía algunos meses más que Jona, sin embargo Jona seguía siendo el hermano mayor. Porque más allá de la edad, todo era una cuestión de liderazgo. Los Bardos mejoraron su set a base de ensayo y error, Juda aportó nuevas ideas para los temas y junto a Jona compusieron algunas canciones mejores de las que ya tenían. Además tocaron casi todos los fines de semana en la cueva más cercana al pueblo debido a una mejor acústica, con el lugar a tope de sus fanáticos. La cosa se encaminaba de a poco y todos lo sabían. 

    Cuando llegó el gran día, los cuatro Bardos fueron en la carreta del padre de Juda a todo trapo y en menos de un día llegaron a destino. Los esperaba un representante del Rey que los ubicó en una gran habitación del Castillo real. Todos estaban concentrados en su setlist. Sila vivoreaba sobre las cuerdas de su sitara, Juda afinaba su banjo, Rufo no paraba de hacer ritmos sobre cualquier superficie mientras que Jona miraba por la ventana la luna llena. La suerte estaba echada. 


domingo, 19 de mayo de 2024

Los fabulosos cuatro hermanos: La llegada del hermano Juda

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    Todo hermano mayor lo es en relación a la aparición de un segundo hermano. En el caso de Jona esto se dió cuando algunos meses después de su fortuita aparición en escena otros muchachos entraron al juego. Jona era la sensación total para chicas y chicos, todos lo adoraban. Pero Jona sentía que su talento era limitado y necesitaba de otros que le hicieran la segunda, para así aprender más y potenciar su capacidad. En este contexto es que una tarde de domingo, mientras hacía su función para un grupo de jóvenes pueblerinos, apareció el segundo hermano Juda. Un jovenzuelo que miraba a Jona desde el llano, con admiración por ese hermano mayor motivado e inspirador. Al finalizar su pequeño show Juda se acercó a Jona y se presentó dándole un apretón de mano. Le contó que él también hacía música en el jardín trasero de su casa. Juda había perdido a su madre hacía poco quien había sucumbido víctima de una misteriosa enfermedad. La madre María había ascendido a los cielos del todopoderoso pero era una guía en la vida del joven Juda quien demostró ser un joven extremadamente talentoso. Invitó a Jona a su casa y le mostró algunos trucos que había aprendido en su cítara. Jona no podía salir del asombro que este joven le generaba con su talento innato. Sin embargo Juda era todo lo opuesto a Jona. Era un hijo querido, deseado, amado y ponderado por su padre. Jona no tenía eso y un poco le molestaba que Juda fuera el elegido de Dios a diferencia suya que parecía abandonado a su completa suerte. De todos modos, Jona y Juda se hicieron grandes amigos y rápido comenzaron a trabajar juntos para complementar su talento. Jona aprendió tanto de música de Juda como Juda aprendió sobre carisma y actitud de parte de Jona, el hermano mayor. Juntos estaban destinados a cambiar al mundo. Aunque todavía no lo sabían. 

    A los pocos meses, junto con otros dos chicos formaron la primera agrupación del pueblo. Se llamaban Los dorados bardos por su estilo abiertamente juglaresco en el campo de la música popular de Las Tierras Medias. La agrupación comenzó a hacerse cada vez más popular ya que el carisma de Jona y el talento musical de Juda hicieron de aquella banda un conjunto muy carismático. Sobre todo para los jóvenes hijos de los granjeros tan desacostumbrados a todo lo que es novedad. En breve comenzaron a girar por los diferentes pueblitos de la zona para dar su show en plazoletas y parques. Pero cada vez que Jona volvía a su casa lo esperaba la severidad de su tío Arón que no solo no comprendía este nuevo estilo de vida sino que lo reprendía, recordándole que ahora que era grande debía aportar a la casa. Si no podía traer una moneda al hogar tendría que irse con el a trabajar a los campos. Por otro lado, el joven Juda tenía todo el apoyo de su padre que lo instaba a continuar dandole rienda suelta a su innato talento musical. Claro que el padre de Juda tenía eun mejor pasar económico siendo este un importante comerciante de la Villa. Pero además era un hombre de mente mucho más abierta, y se sentía cómplice con su querido Juda. Jona llegaba a los ensayos en la casa de Juda angustiado por la situación que vivía con su tío. Juda lo miraba sin comprender del todo pero aún así lo instaba a que siguieran creando nuevas melodías juntos. Uno estaba frustrado, angustiado, el otro en cambio estaba contento y motivado. Según Juda si continuaban por ese camino lograrían grandes cosas. Y en verdad no se equivocaban. 

    Para colmo de males Jona conoció a Esther, una joven pueblerina de su barrio y juntos hicieron el amor sin saber nada al respecto. Para Jona la poco atractiva Esther era una posibilidad de escapar de su casa y que su tío no lo volviera loco con su exigencias. Además era una forma de descargar su intensa energía sexual que venía acumulando desde su infancia. Pero aquello no salió como Jona hubiese querido. Esther pronto quedó encinta y cuando parecía que Los Dorados Bardos comenzaban realmente un camino parecido al éxito, las cosas se detuvieron. Jona no podía hacerse cargo del hijo que tendría con Esther y pensó en huir lejos, más allá del Reino, atravesando mares, rios y montañas. Pero Esther le convenció para quedarse a su lado. Ella apostaba al exito de Jona y pronto volvieron las buenas noticias. Sus presentaciones populares se hicieron famosas por todo el reino y se corrió la bola de boca en boca de que aquellos muchachos hacían vibrar a todos allí por donde pasaban. Pensaron en hacer una verdadera gira hasta llegar al centro del reino, la ciudad lejana del sur. Pero Jona y Juda se dieron cuenta que necesitaban más talentos para estar a la altura. Juda le habló a Jona de un chico muy talentoso que podía estirar las cuerdas de la cítara como nadie nunca había hecho jamás. Jona le dijo que estaba bien, que trajera a aquel gurrumín para ver si era cierto lo que el presumido de Juda decía. Una de aquellas tardes en que volvían de un pueblo todos abarrotados en una vieja carreta, Juda le presentó a Jona al joven talento. Se llamaba Sila y parecía un niño a ojos de Jona que lo miró con cierto desdén. Pero Juda instó al joven muchacho a que le mostrara lo que sabía al hermano mayor que andaba con su eterna cara de preocupación, pensando en como haría para mantener al hijo que venía en camino. El pequeño Sila destapó de un trapo viejo una citara desvencijada que parecía a punto de romperse. Sila era el más pobre de los tres, pero con su cabellera muy revuelta y una cara de absoluta confianza, comenzó a tocar unos punteos que dejaron a todos pasmados en la carreta. Jona quedó tan sorprendido que volvió a sonreir después de varios días de andar con cara de fantasma constipado. Tomó por el hombro al pequeño Sila y le dijo: Estás adentro. 

    Pocos meses después tocaban por toda la vieja isla y sus seguidores se multiplacan por montones. Un amigo de Jona, el primo Levi, se incorporó como su representante. Ahora estaban organizados y encaminados directo al éxito. Cambiaron su nombre al más escueto y adusto Los Bardos. Sin más vueltas ni vericuetos. Su estilo era directo, certero y hacía bailar a grandes y chicos allí por donde fuera que vayan. Hasta salieron del reino una vez, llevados en barco a las tierras de más allá. Al país de los viejos godos donde una turba infame de jovenes los esperaban ansiosos. Se presentaron en el primer pueblo que pisaron y fueron el éxito del primer fin de semana. Pero cuando se enteraron en aquel pueblo que el Sila era más chico de lo permitido los mandaron de regreso a casa. El pequeño hermano volvió llorando todo el camino de regreso, sintiéndose culpable. Juda estaba irritado por el contratiempo hacia el éxito, lo mismo que Jona que tenía mucho más que perder aún. Sin embargo, Jona tuvo un acto de piedad hacia el menor de los hermanos y se sentó al lado del pequeño Sila que no paraba de llorar. Jona puso su brazo encima de Sila y lo contuvo. Tranquilo, le dijo, ya vamos a volver. Luego lo miró y le dijo vos sos nuestro hermano menor. Siempre vamos a cuidar de vos. Sila dejó de llorar y abrazó con fuerza a su hermano Jona, el hermano mayor. Luego se quedaron mirando las olas del mar en aquel día frío y gris de otoño. Sonrieron porque sabían que no faltaba mucho para la batalla final. 

sábado, 18 de mayo de 2024

Los fabulosos cuatro hermanos: La leyenda de Jona


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    Hubo una época en la que todo parecía lejano, por demás ajeno a nuestra concepción de humanidad. En ese tiempo fuera del tiempo, en un lugar indeterminado del mundo, había humanos deseantes. Lo que parecía una comunidad arcaica y tranquila, en realidad era un portentoso semillero de novedad y expectativas. Algo en el aire que hacía vibrar las hojas de los árboles parecía murmurar épocas de cambios importantes. La sociedad frugal y agraria corría indefectiblemente a un cambio de época. Como en todo momento bisagra y clave, son a veces los hombres anónimos y corrientes los que llevan la marca que propiciaran la nueva era. Como anónimos, son ellos los pioneros, aquellos personajes históricos que parecen destinados a agitar el avispero y transformar la sociedad para siempre. 

    Nuestra historia comienza con Jonás, primogénito de una familia cualquiera de campesinos. Situados en una aldea-isla tan alejada del centro del reino como se podría esperar. La periferia de la periferia. Y nadie es ajeno al hecho evidente de que nada se esperaría de allí. Pero Jonás nació distinto. Quizás porque su padre abandonó su hogar cuando era muy pequeño y su madre, imposibilitada ante tremenda carga, perdió su norte. A Jonás lo terminaría educando su tío Arón. Lejos de todo vínculo familiar afectivo, Jonás creció con carencias afectivas que le fueron conformando un determinado carácter. Rudo, áspero, caustico e irónico. Jona pensaba todas las noches en la ausencia de sus padres y a veces lloraba en la oscuridad, tratando de entender aquel cruel abandono. Pero cuando su tío lo encontró una vez llorando desconsoladamente en el jardín y le recordó que "los muchachitos no lloran", Jona tuvo que empezar a tragarse en silencio todo su dolor. Porque si algo no quería era contradecir a su terrible tío que podía azotarlo por solo apoyar mal la azucarera. Ni hablar de conterstarle o mirarlo mal. Pero el tío, hermano de su madre, hizo lo que pudo. Jona tuvo que aprender a contentarse con el hecho de que al menos alguien se había encargado de él. Sin embargo, por eso mismo se había determinado con toda la fuerza de su voluntad de que haría todo lo in-humanamente posible por torcer su destino y salir de allí. Lo que necesitaba era un motivo que le permitiera encontrar un nuevo camino que lo sacara del destino predeterminado de ser un granjero más de la pequeña comarca. 

    Los sábados a la noche, su tío bajaba la guardia, abría su barril de cerveza y empinaba el codo que daba calambre. Jona se había criado viendo las "sanas" costumbres de aquel cerdo puritano, como él le decía en su mente. Pero una noche en que su tío se encontraba más borracho que de costumbre, Jona se sorprendió al escuchar que el viejo Aróon comenzó a tararear una especie de letanía desde el interior de su infierno personal. La melodía monótona no tenía mucho sentido y era algo así como una melopea infame y monocorde. Pero aún así Jona se quedó atento mirando fijo a su tío, como si algo nuevo, algo inaudito estuviera pasando ya que nunca había esuchado a alguien "cantar". Ni para bien ni para mal. Ese momento en que su tío se conectó con algo más allá de las palabras imperativas de órdenes o palabras secas y mostro su limitado pero fragil mundo interior, cambió para siempre la perspectiva de Jona. El tío cesó en breve con su cántico, miró desafiante a su sobrino y solo atinó a eructar. Acto seguido cayó presa de un sueño profundo y su cuerpo se descompuso en un instante, cayendo la jarra de su mano al piso y comenzando a roncar de forma estruendosa. 

    Ahora Jona tenía algo mejor que llorar en silencio por las noches: cantar. De a poco comenzó con la ardua tarea de comprender que era una melodía y al principio intentaba replicar lo que había escuchado de su obnubilado tío. Pero cuando las conexiones cósmicas comienzan con su cadena de coincidencias ya es imposible detener el tren del destino. Jona se encontraba arando con los bueyes de su tío cuando escuchó una voz que cantaba a lo lejos una melodía mucho más elaborada que la de su rústico familiar. A Jona se le detuvo el corazón y bajo el ardiente sol de verano vio pasar por sobre la colina a un hombre delgado como un fideo, que cantaba y caminaba dando saltitos en un forma que parecía transmitir una nueva sensación, una nueva emoción para Jona, la alegría.  

    Jona comenzó a prestarle atención a toda la sonoridad del campo. El soplar del viento, el tintineo de la lluvia, el trinar de los pájaros. Y ahora Jona tenia una nueva motivación en su vida, crear nuevas armonías y melodías que hicieran felices a otras personas. Necesitaba poder crear aquello para suplir una ausencia que no podía terminar de explicarse. Entonces fue que pensó que necesitaba algo para acompañar su canto y entonces comenzó a confeccionarse una especie de caja para hacer percusión. Eso lo motivó por demás ya que con unas maderas, un viejo cuero de vaca y unas cuerdas pudo darle forma a lo que sería una especie de precario tambor. Y así comenzó el baile. Jona experimentaba dando golpecitos seguidos, luego pausados. Más fuerte. Más despacito. Fué descubriendo nuevas y diferentes sonoridades. Y de a poco sumando su voz, diciendo palabras que de pronto podían rimarse con otras. Una musicalidad inédita que descubrió probando y experimentando, logrando de a poco alejarse de la tristeza constante a breves pero intensos momentos de alegría. Jona había descubierto para sí el amor a la Música, una de las diosas más increíbles y misteriosas del mundo. 

    Una tarde de aquellas en que Jona se encontraba paseando por los alrededores de su casa, tamborileando y tarareando nuevas melodías, se encontró de sopetón con su tío. Al principio pensó que aquel viejo desquiciado le pegaría o le rompería su tamborsito de cuero, pero no. El tío estaba más cansado, quizás más viejo, y por otro lado Jona estaba hecho casi un hombre. El tío se impresionó por la capacidad de su sobrino de crear nuevas melodías. Se volvió sobre sus pasos y salió corriendo hacia la casa. Jona pensó que aquel era su final. Seguro volvería con una lanza o algún puñal, antigua reliquia familiar. Pero no, el tío volvió casi emocionado hasta las lágrimas. En sus manos traía un extraño objeto cubierto por una tela roja. El tío no dijo palabra pero le indicó con la mirada que lo descubriera. Jona dudó pero la curiosidad pudo más que el temor y sacó la tela. Sobre las grotescas manos de trabajador de su tío reposaba una especie de madera tallada, con extrañas curvas y unos hilos metálicos que lo atravesaban. Tan tirantes que parecía que pudiera cortarte la mano. Jona tuvo miedo pero el extraño objeto no parecía creado para hacer daño. Sin embargo era extraño, detentaba una forma estridente y caprichosa. Pero el tío seguía indicandole con la mirada aquel objeto. Jona lo agarró y de una forma intuitiva que nunca podría explicarse lo tomó de la forma correcta y rasgueó aquellas cuerdas de metal. El sonido fué diáfano y nunca lo olvidaría en su vida. El tío dejó escapar una lágrima. Era de tu madre, le dijo.

    Jona sintió sincera y profunda alegría. Algo de su pasado, perteneciente a su madre, venía a mostrarle ese camino que venía buscando desde niño. Entonces Jona comenzó esa misma tarde una larga peregrinación por todo el pueblito, tocando, equivocándose, descubriendo. Los sonidos vibraban y contagiaban a todos los pueblerinos que felices comenzaban a bailar mientras seguían a aquel joven y alegre jilguero. Sobre todo los jóvenes como él, que veían en Jona la representación mítica del Hermano Mayor. Guía y conductor de las huestes juveniles. 


Continuará...

domingo, 12 de mayo de 2024

El Campanero Digital o Como Aprendí a ser un Buen Quasimodo del Siglo XXI


Yo, Adrián Lucio Silvio Corrado Marcchesinni o más conocido como "El desleal Silvio", "El trepador Lucio" o simplemente "El arrogante Adrián", soy el protagonista de esta historia. Sin embargo, todos esos títulos son del pasado, ahora ya todos me conocen como "El campanero digital" o simplemente "El moderno Quasimodo". Antes de contarles la historia de mi último apodo es necesario hacer algunas aclaraciones históricas muy pertinentes. 

Quasimodo era el ser en el umbral que vivía recluído y oculto en la torre de Notre Dame de París. Muchos consideran que era una especie de jorobado o ser deforme y su interpretación simbólica es que representa los pecados carnales del Archidiácono. Pero lo que nos interesa es Quasimodo, ese extraño ser deiforme que convivo con aquello que no puede entender. Pero aún así, tiene su lugar en el mundo y trabajo sin entender mucho para qué. ¿De qué trabaja un jorobado en una inmensa catedral? Pues de campanero, algo que lo retenía en las alturas, oculto a la vista del resto de la humanidad. 

Muy bien, el caso es que ya conocemos la triste historia. Quasimodo se enamora de la persona equivocada y finalmente muere en un incendio, víctima de la lujuria y envidia de su no reconocido padre. Un martir de los tiempos donde la Edad Media comenzaba a fundirse con la Modernidad. Pero válgame, ahora eso a cambiado, en estos modernos tiempos violentos de la Posmodernidad ya casi no existen Archidiáconos ni gitanas seductoras, hay muy pocos jorobados, y de seguro ninguno vive recluído en un antro. Pero lo más seguro de todo el asunto es que aquel antiguo oficio de campanero se extinguió y puedo decir con cierto orgullo que fuí yo quien le puso un punto final. 

Verán, por si no lo habían notado, soy un jorobado. Sé que es algo que las circunstancias pusieron allí de un modo poco feliz y que no viene al caso. Pero desde chico traté de ocultar esa herencia genética de mi familia paterna poniendo todo mi enfasis en destacar mi atemperancia contra mi aciago destino. Entonces comencé un largo proceso de reducción lumbar y realzamiento de mis otras partes. No quería ser carne de escarnio de mis coetaños así que de a poco fuí avanzando en reducir lo más posible esa joroba. No fué tarea fácil pero puedo decir sin temor a equivocarme que entre los seis y los veintitrés años, todo mi empeño fue dirigido a salir del lugar de mártir como mi sino me tenia guardado. Y así lograr torcer mi destino y salir del lugar de candidato seguro a chivo expiatorio. 

No fué una tarea para nada fácil y me costó mucha sangre, sudor y lágrimas. Sin embargo pude salir airoso de todo el asunto y a mis veinticinco podría decirse que la joroba de nacimiento era apenas una pequeña protuberancia en mi espalda sin mayor preocupación. A partir de allí, intenté llevar una vida común como todos los demás. Hasta conocí una chica y nos pusimos de novios y fuimos felices, pero no siempre fue todo color de rosa. Había algo oscuro en mi destino, como un mal sino que se negaba a desaparecer del todo. Fue el día que, de alguna manera extraña, me volví a acercar al sino de mi funesto antepasado de leyenda.

Cuando me di cuenta que la lucha contra mi joroba me había consumido gran parte de toda mi energía como así también de gran parte del capital familiar, me di cuenta que era necesario ponerse en campaña para recuperar lo perdido. Gracias a un antiguo dirigente de los Scouts, que me había ayudado en parte a ocultar mi exagerada protuberancia para que mis hermanos exploradores no hicieran un escarnio de mi persona. Este dirigente conocido como Ariel "Bagheera", fue el que me mostró un proyecto que estaba armando para instalar un sistema de relojería sincronizado y automático de campanarios. 

Ariel me mostró todos sus descubrimientos respecto del tema y no fué para nada reacio en compartir todo conmigo. Desde mi lugar apoyé todo su plan y fuí un leal asistente mientras Ariel tuvo esa necesidad de mí. Sn embargo, las circunstancias cambiaron, la tortilla de se dió vuelta y cuando Ariel parecía insatisfecho con mi trabajo y aportes, tuvo la mala fortuna de tener un dramático accidente. Una mañana de domingo, mientras instalábamos el moderno mecanismo de relojería digital (porque ya nadie tenía la voluntad de tirar de la cuerda de las viejas campanas), Ariel sufrió un extraño sobresalto de vértigo y cayó al vacío. Si uno tiene en cuenta que nos encontrábamos en la Catedral Gótica más grande de Sudamérica, uno comprenderia que el desenlace fue determinante para él. 

Por suerte, yo me había ido haciendo de los contactos que el bueno de Ariel (esa vieja pantera negra oxidada) me había facilitado en su torpe ingenuidad y pude continuar con el legado. Pero no sólo eso, hice lo que Ray Kroc hizo con los hermanos McDonalds, llevé todo al límite, expandiendo horizontes y elevando a la grandeza aquel sistema básico de relojería electrónica que el bueno de Ariel había sistematizado. Pero a Ariel le faltaba ambición, solo pensaba en hacer esta especie de acuerdo católico con las iglesias de Buenos Aires a cambio de no sé, ¿la salvación de su alma quizás? Yo corte con toda esa basura e hice lo que nuestro buen mundo moderno exige de nosotros: Capitalizarlo todo. 

De a poco fuí vendiendo el sistema a toda las inglesias de Buenos Aires y luego al resto del país, no sin antes patentar aquel invento revolucionario, cosa que el bueno de Ariel nunca tuvo ni siquiera en cuenta. No dejaría que nadie se apropiara de mi invención así como así. En breve contraté asistentes electrónicos porque lo mío no era la técnica sino la astucia, gobernar, convertirme en el Gran Vendedor de Campanarios digitales del Mundo. Para ese tiempo tuve que dejar a mi novia Claudia Mesalina que no tenía ambición y una vez me sugirió que no tenía escrúpulos. Gente así me retrasa en mis objetivos. Con el tiempo puse el ojo en una reconocida actríz, modelo y gracias a mí también una famosa cantante que no hace faltar mencionar. Ella es la persona perfecta para dar a luz a mi legado. Gente perfecta para gente perfecta. 

Uno no puede creer lo alto que hay que subir para después entender lo fuerte que hay que bajar. Mi sistema "Quasimodo 2000" se impuso en el mercado no sólo local sino de toda la región, y no pasó mucho tiempo hasta que logró instalarse y hacerse efectivo en todo el mundo. Mi renta fue exhorbitante y la empresa, cuando en todo el mundo ya no quedaban campanarios sin sistema digita, se reconvirtió en una gran compañía internacional de computadoras. Y yo había logrado imponer Quasimodo en todo el mundo, como una especie de venganza y de redención para mi antepasado que sufrió la humillación por parte del resto de una humanidad que no lo comprendía, que se burlaba de su aspecto y lo trataba con desprecio. Ahora llegó nuestro momento, el momento de la gran expiación y...

Finalmente comprendí mi locura, mi insanía, mis deseos de ser grande se llevaron puesto al mundo entero. El Sistema de Campanario Digital Quasimodo 2000 desató una falla en todo el sistema a nivel global y extraños Troyanos salidos de alguna pesadilla mitológica hackearon todos los sistemas del mundo llevando al colapso total del sistema capitalista de producción. Años han pasado de todo aquello y hoy me encuentro picando piedras bajo el Sol, para un grupo de energúmenos brutales. La fuerza se impuso a la inteligencia una vez más, como en los tiempos de nuestros arcaicos antepasados. Pero en mi humillante derrota, cuando esos brutos me laceran con sus látigos, pienso para mí eterno regocijo que si ellos están ahí es porque es todo gracias a mí.