miércoles, 23 de diciembre de 2020

La pareja de teatro

 


¿Qué somos cuando no podemos ser lo que somos?

Hace meses que por cuestiones de público conocimiento no puedo salir a hacer mis pesquisas. Soy lo que vulgarmente se conoce como detective privado. Aunque en realidad soy un “detective de señoras”. ¡Un verdadero oprobio!!

Ya tengo cuarenta años y me cansé de ir tras mujeres ricachonas aburridas que se acuestan con sus personal trainers porque sus maridos se la pasan viajando por el mundo, las engañan, vuelven y después todavía se hacen los sorprendidos.

Yo soy nocturno como mi gata y dado que ya me leí todos los libros que tengo, me aboco a inspeccionar la vida privada de las personas por las redes sociales. No es que antes no lo hiciera, pero ahora tengo exceso de tiempo libre.

He descubierto que hay ciertas personas muy pendientes de las cosas que publican, esperando respuesta. Por lo general es gente poco interesante que necesita llamar la atención. Después hay otros, los raritos, que suben cosas que solo les gustan o entienden ellos. Y luego, gente que ni siquiera se sabe de su existencia porque, o abandonaron el barco hace tiempo, o no tienen interés. En cambio, una pareja de conocidos llamó mi atención.

Hace años, después de una ruptura, decidí tomar clases de improvisación teatral, para ganar más dinamismo y explorar diferentes facetas en mí. Las clases las daba esta pareja. Ella era una pelirroja muy atrevida que me llamaba por mi apellido de forma provocadora. Él un muchacho alto, barbudo, de nariz ganchuda y rulitos. Bastante bien para ser hombre. Al principio no congeniamos, pero al fin la cosa fluyó. La experiencia duró un año. Luego pasaron a quedar en esa especie de libreta virtual que son las redes, donde la gente que conociste alguna vez, se transforma en una fotito y en algunas publicaciones abstractas.

Le tomé cariño a ambos. Eran buena pareja. De hecho, un par de años después de haberlos conocido, vi por las redes que se habían casado y la Colo estaba esperando. Me alegró aún más. Claro, la vida siguió transcurriendo para todos, en el medio me pasaron mil cosas, y cada año trae sus vicisitudes para todos. Ellos no fueron la excepción. Vi que llegó el bebé. Un bebé gordo y colorado. El tiempo pasó y el bebé se convirtió en un niñito y luego en un niño más grande y todo parecía ir viento en popa en esa familia de actores hasta que las cosas cambiaron.

No sé en qué momento me di cuenta que pasaba algo raro —yo tengo olfato para estas cosas— pero el narigón y la Colo parecían haberse separado. Él subió un video de una publicidad donde salió en la tele. Su gente lo felicitaba pero él se mostraba evasivo, daba respuestas apagadas. También publicó una vez algo así como se sentía una porquería, la vida era una mierda, etc. La busqué a ella y nada. Solo fotos con su hijo. Pero algo no me cerraba. Ya no daban juntos el taller.

Al poco tiempo ella empezó una comedia de stand up donde hacía de una estrella rockera que abusaba de los excesos, en fin, la parodia clásica del rock star. Lo sentí como una necesidad de reafirmación de su yo egocéntrico. Todo me latía a que ellos ya no estaban juntos, pero no podía entender el porqué.

Esa pareja de artistas tan linda y copada, con un hijo en común ¿Qué había pasado? Estaba intrigado.

Una noche, ella subió un video cantando una canción bastante sugerente a las redes. El tema de Smokey Robinson & The Miracles “Ooo baby baby”. Traduje como pude lo que decía la letra. “Te hice mal, mi corazón quiso jugar pero salió mal y en eso te perdí. Ahora debo pagar ese precio y estoy llorando. He cometido muchos errores, pero soy humano. Tú también cometiste algunos y ahora estoy llorando.” En fin, una letra desoladora que me puso muy triste y yo no soy de andar lamentando las rupturas ajenas… ¿o sí?

Al año… o dos… él ya estaba con otra mujer, de la cual decía estar enamorado. La Colo en cambio parece estar sola pero más contenta, rodeada de amigas, su hijo, etc.

Mi conclusión del caso es la siguiente:

Ella lo engañó, quizás sin quererlo, él no pudo perdonarla (¿o al revés?). Ambos se quieren demasiado para perdonar algo así. Quizás hubo competencia de ambas partes, al ser los dos actores en proceso de abrirse camino. Más la llegada de un hijo. Trastocó un poco las emociones de estos jóvenes artistas. Puedo haber pifiado algunos detalles, pero esta es mi resolución acerca del caso de “La pareja de teatro”, como la llamo en mi archivo imaginario para no aburrirme en estos días aciagos.

martes, 15 de diciembre de 2020

Numerología Maradoniana



 El 10 es un misterio. Es el jugador estrella, central, vital. El centro del equipo. El capitán. 

Diego era el jugador número 10. "Diego 10"

Diego nació el 30 - 10 - 60

Diego en el '70 ,a los 10 años, dijo que su sueño era jugar con la selección y ser campeón.

Diego jugó a los 30 el mundial del '90.

Diego encontró el abismo en el '00, y volvió.

Diego fue técnico de la selección en 2010.

Diego finalmente murió a los 60 años.

En el fatídico año 2020.

Diego Maradona es el 10.

Diego es el number one. 


Increíble todas estas fechas y edades redondas que cruzaron la vida de este enorme astro del fútbol y de la vida, tan redondas como las pelotas con las que jugaba y nos regalaba alegrías infinitas. 

AD10S Diego, hasta siempre. 

domingo, 13 de diciembre de 2020

Siempre te amaré o La incondicionalidad en el amor

En ocasiones sentimos que amamos a alguien y lo amaremos por siempre. Otras veces, nos gusta alguien, pero sabemos que es solo eso. Llamémoslo deseo, obsesión, excitación, atracción, etc. Todo eso es muy bonito y divertido pero como todo lo que es intenso tiende a la entropía... lo que empieza como una explosión de supernova, acaba en una triste enana blanca. Nada dura para siempre.

Sin embargo, el amor es otra cosa. El amor perdura, sobrevive a las relaciones y creo que cuando hacemos el amor, queda algo en los dos para siempre, una energía compartida entre esos dos seres. Uno puede no llevarse bien en el plano mental y hasta físico, pero si hay amor, algo queda... Es entonces así que uno puede volver a enamorarse, muchas veces, ilimitadas. Pero todas las personas con las que quedamos resonando quedan en un lugar de privilegio en nuestros corazones. 

Por ejemplo, también pasa con los seres que ya no están. A mi abuela la amaba ¿y que? ¿Eso significa que no la amo más porque murió? No, ya no podré manifestarle mi amor en este plano físico, pero la sigo amando y la amaré hasta que yo me vaya. Lo mismo sucede con las mujeres que amé. Quizás tuvimos diferencias, peleas, discusiones terribles, pero hoy ya pasó todo eso y a quienes en verdad amé, sigo amando y amaré por siempre. 

Eso no significa que el amor sea incondicional a una persona. De hecho amamos a padres, hijos, hermanos, tíos, parientes, amigos, parejas, mascotas, y hasta a muchos de nuestros héroes. El amor no es algo incondicional. A todos, nos sobra y rebosa el corazón. Todos tenemos amor sin límites para dar, y en un mundo utópico, nos deberíamos amar entre todos, y aún así no seguiría sobrando amor. 

Con esto no intento hacer una apología del poliamor o del amor libre. Porque en las relaciones de pareja entiendo que si uno realmente ama al otro, no existe la necesidad de buscar otras relaciones románticas, pero también es importante entender que es imposible exigir amor incondicional, porque siempre amaremos a muchas personas, más allá de nuestras parejas. 

Y las personas que ya no forman parte de nuestra vida, pero que fueron lo suficientemente importantes para haber dejado una huella indeleble, con las que vivimos momentos que nunca olvidaremos, seguirán vibrando y siendo amadas hasta el fin de los tiempos.