viernes, 28 de julio de 2023

El escritor, el astronauta, su mujer y su amiga


IV

Finalmente llegó el día de la consumación total de cualquier arista que hubiese podido llegar a quedar sin resolver. Porque Thiago despegó, como uno de los primeros argentinos en volar al espacio como astronauta. Muriel no daba más del orgullo. Sebastián seguía el despegue con gran interés. Todo el país yel mundo entero celebraba este nuevo viaje hacia el borde exterior. Todo era optimismo y algarabía porque la humanidad por fín rompía el cascarón. Pero a veces, cuando las cosas salen demasiado bien, en algún momento salen mal y es que un desperfecto técnico en una bomba de oxígeno fue el responsable de que la nave en la que viajaba Thiago explotara cuando se disponía a cruzar el cinturón de asteroides. 

La noticia fue devastadora para todos. Un silencio imperante en toda la sociedad había puesto freno a esa vorágine celebratoria de un día atrás. Solo unos pocos apáticos, los anti mood social de siempre, hacían como que nada les importaba. Pero aquellos que no lloran las penas del pueblo, en silencio lloran no poder llorarlas.

Luego del hecho traumático Sebastián se recluyó por varios meses sin querer saber nada del mundo exterior. Mirando cualquier cosa en su computadora que no tuviera que ver con el espacio, ni las noticias, ni mucho menos comunicarse con alguien del mundo externo. Y aunque pensó muchas veces en llamar a Muriel, se abstuvo. Por respeto y también por temor. Ella tampoco dió señales de vida y de alguna manera implícita, ambos sabían por lo que estaba pasando el otro sin necesidad de hablar directamente y así incurrir en el error general de salar las heridas cuando el corte fue reciente. 

El tiempo, el traicionero, el veloz y lerdo cuando quiere, pero el implacable, dicen... que lava las heridas. Para Sebastián no existirían los eones necesarios para solventar la pérdida de su mejor amigo y la de Muriel también, porque para lo que él respecta, ambos habían muerto en ese accidente. 

Ya no quedan más amigos de lo eterno... El cielo con violencia se da, puede chuparte la energía esencial, y si el cielo te busca, no tenes que estar... 

Mientras Pescado Rabioso canta ese lamento del Poseído del Alba, Sebastián desayuna Choco crispies como cuando era chico y le gustaban más que nada por el olor y el elefante marrón. Ahora la humanidad le gusta por las razones menos obvias: porque sabe que se extinguirá tarde o temprano. 

La puta madre que me parió carajo, se lamentaba cada vez que se metía un bocado de comida en la boca.

Las noches eran un martirio y ya nadie preguntaba por él. Habían pasado diez años del incidente y estaba próximo a cunplir cincuenta años. La edad en que su padre enloqueció y desapareció del hogar. ¿Y ahora? ¿Que triste final trágico se tejía de su pobre suerte?

...

Para finales de agosto del 2033, Sebastián se encontraba paseando a su perro gran danés por el Parque Centenario. Cansado por la vuelta, se dejó caer en un banca. Allí, contempló el cielo azul pre primaveral y agradeció haber seguido adelante. Luego de un hiato de 4 años volvió a escribir y estaba próxima a salir su nueva novela sobre un viaje espacial al interior del universo personal. Lo llamaba su gran experimento "Gnosis ficción". De hecho habían dos o tres editoriales interesadas en la nueva obra, la del regreso del escritor Sebas Kartuccio.

Un sombra le tapó el sol de repente. Seba elevó su mirada hacia el ser del umbral. Era una mujer de increíble pelo negro azabache que ya había visto tantas veces que no podía contarlas. Ella siempre estaba en los momentos más importantes y bisagra de su vida. Había vuelto a aparecer y eso para Sebastián era una buena señal. Señal que no dejaría pasar esta vez... 

-Hola inventor. ¿Como estas?

-Hola, tanto tiempo che...- Hubo un breve silencio incómodo- Sentate si queres. 

Ella se sentó a su lado y se puso a jugar con Derby, el enorme perro guardián de Seba. 

-Él es Derby, es mi nuevo compañero. Amigo, confidente y protector. 

Ambos miraban al perro con afecto mientras el can se dejaba querer moviendo la cola con la lengua afuera. 

-Siempre fuí gatero. Pero hace unos años me di cuenta que necesitaba otro tipo de afecto. Y bueno, acá estamos. ¿Vos como estas Susi?

Ella lo miró sonriente. 

-¿Como sabés mi nombre?

-Siempre lo supe, pero bueno. A veces me encontraba demasiado ensimismado para apreciar al mundo.

-¿Y te curaste?

Seba cabeceó... -Y... en eso estoy...

Siguieron mirando a Derby y observando a las palomas comer el pan que la gente les tira. Luego se levantaron, dieron la vuelta al lago y después Susi le dijo si quería ir a tomar un helado. Después de eso se perdieron en las intrincadas redes y filamentos de un universo incomprensible que podía ser tan absurdo como un Dios con forma de monolito o de un secador de pelo naranja...

FIN


jueves, 27 de julio de 2023

El escritor, el astronauta, su mujer y su amiga


 

III

Sabés que no va a volver ya... las posibilidades son mínimas...

No. Me cansé de esperarlo. Sabés que no va a volver...

Pero es mi amigo. No puedo hacerle esto.

Y es mi amor. Pero él ya no va a volver. Pasaron diez años desde que se fue, cuando tendrían que haber a los dos años como mucho. Yo lo esperé, pero ya está. No soy Penélope. Y además...

¿Además que Sofía?

Además ya sabés... 

No, no sé. ¿Que?

A vos también te amo y...

Pero...

Y si tuviera que rehacer mi vida, la única persona con la que quisiera estar es con vos.

Bueno, yo también te amo. Pero eso ya lo sabés... siempre te quise pero acepté mi lugar de amigo y entonces...

Calláte.

(Silencio)

(Telón)

Corte a

            la nave estaba enquistada en el famoso Atracadero de Espacionaves R Delta-cat 12, sector V. Y El Astronauta era el último sobreviviente de toda una cadena de sucesos desafortunados en aquella Illiada y Odisea espacial que había llevado a la NASA, TESLA, Astronautas de la UE y Cosmonautas de la Federación a un viaje que tenía menos de exploración científica que de expedición de castigo por la destrucción (quizás involuntaria) de la Estación Espacial Omega del Sector 4 por parte de los Mandrakianos (como los llaman despectivamente los Terrícolas), una especie de diferentes valores e intereses interestelares de los que suele tener la humanidad. La verdad es que lo Mandrakianos no tienen interés en hacer contacto con nosotros. Se dedican a la exploración espacial con fines que podríamos llamar etnológicos. Su plan en realidad es de meros observadores de diferentes planetas y especies pero sus fines no son del todo claros para los humanos que entonces reinterpretan todo aquel desprecio a hacer contacto con nosotros como un desplante y como los humanos sólo les interesa el comercio de tecnología, la afrenta no puede ser gratuita. 

Los primeros en destruir el cielo fuimos nosotros. Luego ellos hicieron inhabitable el aire. La guerra se demoró por diez años, como la de Troya. Cuando las naves volvieron en llamas hacia la Tierra, un viento celeste catapultó a los pocos sobrevivientes en el cruce de la Cadena de Asteroides que nos separa de los planetas gigantes. La guerra había finalizado y los Mandrakianos se habían retirado hacia su galaxia con varias bajas pero con media flota aún en pié. Los humanos habían quedado despedazados. ¿Todos? Todos menos una nave Corintia que había logrado sobrevivir casi intacta a las largas batallas. En ella se encontraban decenas de astronautas de diversos países, sobre todo sudamericanos y algunos norteamericanos. Pero a lo largo de los años, entre ataques, enfermedades y y luchas internas, la población de la Corintia había decrecido hasta que dos latinoamericanos eran los únicos que pilotaban tremenda nave. El mexicano moría recientemente por una descompensación renal quizás debido a su abuso del tequila que había metido de contrabando e ingerido a mansalva a lo largos de diez largos y penosos años. El hombre restante era conocido como Tango, debido a su nacionalidad, y siendo el único en pié, le resultaba casi imposible pilotar solo la nave. Pero los dioses le eran propicios. Había conseguido reparar alguno de los sistemas principales averiados luego de tantas luchas e intentaba salir de la marea de chatarra espacial que había dejado el conflicto bélico espacial. Para él no existía algo más importante que poder salir de ahí y volver con su mujer, que lo esperaba en su planeta pero... ¿lo esparaba aún?

...

-¿Y? ¿Que les pareció?

Un silencio incómodo se interpuso entre los tres amigos. Muriel se levantó de la mesa con la cara llena de pudor. Thiago miraba su reloj como si midiera el tiempo y no podía dejar de mirar el segundero, en extremo incómodo y molesto. 

Seba volvió a inquirir. 

-Todavía no está terminado, pero tiene un final feliz, no se preocupen. ¿Te gustó che?

Thiago sin quitar la vista de su reloj pulsera respondió cortante. 

-Más o menos. Che, me parece que nos tenemos que ir ya. 

-Che, no seas boludo, es una historia de ficción. Supongo que vos no vivis ese tipo de experiencias. ¿O si? Hasta donde sé no existen nigunos Mandrakianos ni niguna guerra estelar... 

Muriel volvió a sentarse y no pudo más que poner paños fríos al asunto. 

-Está bueno Seba, está bueno. Nos gustó. Ya sabemos que el astronauta vuelve a la Tierra con su esposa, está más que claro. 

Seba se movió incómodo en su silla y no piensa mucho su respuesta. 

-¿Y como estas tan segura? Quizás el astronauta sobrevive pero llega a otro planeta, conoce a Nubia, una princesa de Marte, se casan y son felices. Lo mismo que aquellos que quedaron enla Tierra rehacen su vida. 

Ni Thiago ni Muriel miraban a Sebastián. Ambos con la mirada perdida o clavada en algún lugar inherte de la casa. 

-Bueno, pero al final no tienen sentido del humor carajo. Escribí una ficción para reirnos de nostros. 

Muriel iba a responder con una sonrisa pero Thiago interifirió.

-Quizás para vos sea algo muy gracioso y divertido escribir historias espaciales sin ningún tipo de conocimiento. Pero los que de verdad vamos arriba nos jugamos la vida como para que te tomes todo esto para la joda. Me sorprende de vos. Pensé que eras más maduro...

Thiago se levanta, toma su abrigo y se dirige a la puerta. Antes de abrir la puerta se queda de espaldas y apenas se inclina hacia Muriel. 

-¿Venis? ¿O te quedas?

A lo que Muriel rápidamente contesta que si por supuesto, que lo sigue, que se va con él. Toma sus cosas y sigue el paso apresurado de Thiago que escapa hacia el pasillo buscando el ascensor. Sebastián se queda con una semi sonrisa contemplando su copa casi vacía de vino. Ella vuelve rápido y le da un beso...

-Disculpalo Seba, vos también sos bravo eh. Pero entendé que en una semana hace su primer despegue de rutina desde Cabo Cañaveral y tiene un poco de miedo. Apenas podamos te llamamos y te contamos como sigue la cosa ¿si? Te quiero amigo. 

Y dicho esto huye despavorida tras su esposo. 

Sebastián hace hombritos y se termina de un trago se vaso de vino. Y se queda pensando... tanto lío estudiar años y años para ser astronauta, vivir amargado. Viajar alguna que otra vez para ajustar un tornillo en el espacio y después volver poniendo en riesgo tu vida por nada. Y yo, que puedo hacer todo lo que quiera con mis personajes. No necesito ser un héroe si puedo crearlo...

Y una mezcla de sueño y tristeza por lo sucedido lo abatió sin demora. 

Continuará... 

miércoles, 26 de julio de 2023

El escritor, el astronauta, su mujer y su amiga



II

Thiago había descubierto su verdadera vocación: la astrofísica avanzada. Los diez años que siguieron a su egreso de la secundaria estuvo abocado a dar todo de sí para llegar lo más lejos posible y así cumplir con su sueño de la niñez, ser astronauta. Claro que este no era su únic interés ni por asomo. En la otra punta de la cuestión se encontraba Muriel, aquella estrafalaria chica de trenzas pelirrojas parecida a Wendy's. Entre ambos se había gestado en el último año de secundaria una especie de amor y fascinación mutua pero esta relación no lograría consumarse hasta al menos siete años después de ese primer tímido beso que se habían dado en la baile de graduación de Thiago. 

En el 2009, las conexiones cibernéticas habían conseguido lo que nada antes. Volver a unir a la joven pareja. Ella se había recibido de Arquitecta y él se encontraba cursando las últimas maestrías que lo convertirían en el ser que estaba destinado a ser por derecho propio. 

Por otro lado estaba Seba, que mantenía su amistad intransigente con Thiago. Yendo a recitales, viajando juntos, tocando la guitarra todos los sábados por la tarde y compartiendo una fascinación casi enfermiza por la ciencia ficción. Ambos trabajan su fanatismo desde ángulos disímiles, según su propio talento y capacidad. Thiago era un pragmático, un hombre que quería vivir su propia aventura espacial. Y Seba por el contrario era alguien inmerso en su propio mundo imaginativo, usando la creatividad (su don más preciado) para lograr viajar a los puntos más recónditos del universo. Y ambos amaban a Muriel. Y Muriel, de alguna manera, también los amaba a los dos. Pero de otra manera más específica, amaba concretamente a Thiago, que era un hombre que tenía un plan: Los pies en la Tierra y la cabeza en las Estrellas. Esto, para cualquier vaquera era simplemente irresistible. En cambio Sebastián era un romántico empedernido, un soñador incurable. Sólo podía vivir de sus propias fantasías, elaborando un intrincado mundo de ficciones imposibles. 

Cuando la balanza del amor se inclinó a favor de Thiago, Seba supo aceptar su lugar. En realidad sabía que nunca había tenido verdaderas chances con Muriel y aunque en lo más profundo de su interior la siguiera amando, era feliz por su amigo y aceptó aquella posibilidad de estar con ambos, como amigo. 

En los años subsiguientes, los tres formaron una especie de trío imposible de dislocar, a prueba de todo. Y aunque Seba siguiera un derrotero más irregular, con varias relaciones y un estilo de vida un poco caótico, finalmente pudo encaminar su sueño y publicar su primer libro de cuentos. El mismo que en 2012 ganó el premio más importante de la Fundación del Libro. Luego vendrían una novela en 2015 que sería ganadora del Fondo Nacional de las Artes y en 2019 otro libro de cuentos. Siempre todo en el género de la Ciencia-Ficción. Para el 2023, Thiago y Muriel ya estaban casados y viviendo ambos en la Florida, debido a una beca que Thiago había obtenido en la NASA. Su sueño parecía cada vez más cerca de concretarse y los ánimos de todos estaban más que caldeados. 

A todo esto, Seba estaba teniendo un moderado éxito de ventas. Nunca la historia del país un autor de género tan de nicho como la sci fi había logrado vender tantos libros. En medio de toda aquella pequeña vorágine de pequeño éxito comercial, la intelligentzia literaria porteña no paraba de pegarle palo tras palo, aduciendo que eso no era literatura, que su estilo era tosco, que ss temáticas poco serias y que no paraba de pifiarle a las letras de su teclado. Es más, llegó a existir una campaña de desprestigio que aducía "Un teclado nuevo para Sebas..."

Al principio fue difícil. Seba se sentía solo e incomprendido. El moderado éxito no llenaba sus noches de soledad de ninguna manera y extrañaba por demás a sus amigos viviendo en el extranjero. A veces se escribían por Ig, o hacían videollamadas, pero de ninguna manera lograba eso suplir su ausencia. A modo de homenaje los había incluído en muchos de sus relatos, con los nombres cambiados. Ellos se divertían con estos guiños internos y brindaban de forma virtual por el pronto encuentro. Seba sonreía pero cuando la pantalla se ponía en negro una terrible depresión lo dejaba abatido. 

A veces solía salir a caminar por las calles de Flores, mirando a los pocos linyeras que quedaban vivos. Recordando con dolorosa melancolía aquellos añorados y lejanos tiempos idos de divertida juventud y amistad.

En uno de esos escapes, cuando no sabía sobre que escribir, Seba se refugiaba en las librerías de usados de la calle Corrientes, donde en sus primeros años de juventud hasta había llegado a trabajar para conseguir los libros que más le interesaba leer. Una de esas noches de invierno, mientras hojeaba sin interés la contratapa de una ignota novelita policial escuchó que alguien lo llamaba por su nombre. Seba levantó la mirada asustado porque fuera algún fan trasnochado o un poco desequilibrado. Sin embargo se encontró con una chica de cabello corto y negro como la noche, con mirada soñadora y sonrisa invernal. 

-Hola, como estas?

Seba se quedó congelado sin poder decir palabra. Sentía que la conocía pero no la conocía. ¿O si? Era imposible saber. Después de más de veinte año yendo y viniendo, buscando su propia Muriel, ya no recordaba todas las caras que había extrañado en su momento. Ella le dijo que esa novela era medio aburrida y en cambio le acercó otro libro que él no llegó a observar por su estado de obnubilación. La chica tenía un extraño encanto. Detentaba un saco largo, un paraguas inmenso y una ridículas botas amarillas que la hacían ver en verdad muy adorable. Como Seba seguía sin poder atinar palabra, ella le dijo "Bueno, fue un gusto volver a verte". Adiós. Y salió de la librería a toda prisa. Seba no sabía que hacer, si salir en su busqueda o dejarla ir. Al final optó por lo último porque seguía confundido por toda la situación ni recordar quien era ella. Temía meter la pata. Cuando sus ojos se cansaron de mirar la calle con transeúntes random de un lado para el otro, bajó su mirada hacia la cubierta del libro. Era un libro suyo olvidado, un poemario titulado como su primer poema: Genealogía de la Eternidad. Ese poema de ciencia ficción que había escrito en la secundaria y había leído para cringe de la mayoría de sus compañeros. Para todos excepto quizás para una... ¿Podría ser que esa chica fuera...?

Continuará...

domingo, 23 de julio de 2023

El escritor, el astronauta, su mujer y su amiga



I
Cuando Sebastián puso un pie en el nuevo colegio, esa mañana fresca de verano de principios de siglo, le pareció que su vida era una condena eterna. Estudiar era un suplicio y como la cosa se estaba extendiendo más de lo necesario, asumió que su vida sería un constante "repetir historias".
-Ah si, recuerdo a tu hermano- respondió la profesora con desdén para luego seguir con la clase. 
Sebastián sentía que ni siquiera mostrar la carta de mi hermano estudió acá antes que yo era una buena idea. Desconocía las fechorías de su hermano pero calculaba que no se habría quedado atrás. La inquietud y el ansia por llamar la atención era un mal de familia. 
Durante su primer día de clases no se habló con nadie. Recién al segundo se animó con un compañero que parecía venir de otra escuela como él. De a poco se fueron hablando y conociendo. Ambos amaban la música y Seba no tardó en inyectar una pasión olvidada en lo profundo del corazón de su nuevo compañero de banco: el amor por el rock. 
Al poco tiempo, Seba y Thiago se fueron conociendo con algunos más chicos del colegio y fueron organizando su propia pandilla. Thiago era demasiado serio y Seba un poco más desfachatado, lo cual los llevaba a veces a confrontar, pero en general se complementaban y tenían buena química. 
Una mañana de otoño casi invernal, la profesora de la primera hora había faltado y tenían hora libre. El cielo estaba negro, a punto de llover. Ese día Seba no se sentía muy interactivo y se dedicó a observar el cielo con una mezcla de tristeza y desagrado. En sus auriculares sonaba Remember a Day de Pink Floyd, una canción nostálgica y por momentos epifánica. 
Entonces caminó frente a él una chica de aspecto decidido y abrumador. Su cabello largo y rubio la hacía parecer una guerrera germana, o una Valkiria si se quiere. Con sus fornidas piernas blancas tras su jumper se plantó frente a Seba, que más allá de lo irreverente era bastante tímido con las chicas, y le preguntó su nombre. Él atinó a contestarle seco y cortante. Ella no se intimidó y le preguntó en que año estaba. Y luego donde vivía, y parecía que también le iba a preguntar su dni cuando se dio media vuelta y se fue a reunir con dos o tres chicas que la esperaban al final del pasillo. Seba escuchó las risas y se fijó en una de las amigas, una chica pecosa de cabello cobrizo y aspecto alternativo. 
Al día siguiente a Seba le tocó leer un poema en la clase de literatura. Era de libre elección y podía ser propio. A él hacía algunos años le gustaba leer poesía y como el fin de semana había visto 2001 Odisea en el espacio, aquello le había inspirado a escribir un poema existencial sobre Dios y el origen de la creación, todo con un toque bastante sci fi "Kubricksiano", llamado Genealogía de la Eternidad:

Dios no nació de un repollo, como algunos piensan.

Nada nace de la nada. Solo la nada.

Es el viejo dilema del huevo y la gallina.

Y como yo soy partidario del huevo…

A Dios lo engendró otro dios.

Un dios que era petiso y viejito, de barba rala y canosa,

con un bastón roído. Era perezoso y solitario.

Un día se aburría tanto que decidió tener

un hijo, que le salió del dedo anular.

Lo hizo capaz de ser omnipotente

y omnipresente. O sea todopoderoso.

Pero sobre todo lo hizo creativo.

Todas las cualidades que él no poseía.

Luego que este nuevo dios creció y cumplió la mayoría

de edad, y que el viejo dios logro mantenerse

divertido mientras observaba a este joven dios

haciendo sus inventos y creando historias de seres irreales,

el viejo dios cansado, decidió finalmente ser parte de la nada

y murió.

El otro dios a lo largo de la atemporalidad

empezó a aburrirse también

y decidió que no quería seguir la suerte de su aburrido

y aburguesado padre.

Entonces la llamó a la nada, que nunca hizo nada

y que no es nada, y la copuló por todos lados.

Esa unión entre la nada y la eternidad creó el universo,

con sus correspondientes planetas, estrellas,

meteoros, agujeros negros, mares, plantas, animales

y demás seres y demás cosas que ya conocemos.

Fue una gran mega cópula universal,

ya que dejó hijos diseminados por todas partes.

Dios la pasó realmente bien esa vez y desde ese instante,

ahora que existe el espacio tiempo,

no ve la hora de repetir dicho momento.

Luego vino el ser humano,

el tema de la evolución y todo lo demás.

Dios, todavía fatigado por el acto sexual ni se mosqueó

de su andanzas hasta pasadas las 6 de la tarde.

Se aguantó que lo inventara y lo adorara,

para que luego lo olvidara y hasta que lo matara.

Pero el día en que alguien dijo que dios envidiaba

del hombre la posibilidad de copular, se indignó.

El podía envidiar cosas de los humanos,

pero de seguro que eso no.

Ellos no sabían lo que era una cópula

de tamaña dimensión como la tuvo él.

Humillado por su propia obra de arte se fue

a buscar a la nada para demostrarle

al hombre que a él todavía le daba el cuero para eso.

Pero cuando encontró a la nada era tarde. Era muy pequeña,

del tamaño del planeta mas ínfimo.

El universo, en continua expansión desde

aquel momento de extremo placer,

se había comido gran parte de la nada.

Entonces, en un repentino ataque de furia,

dios se puso a aniquilar planetas.

Pero era inútil, donde el destruía, aparecían millones

de planetas mas.

Buscó a la nada pero ya había desaparecido totalmente.

Se puso tan nervioso que se quedo sin hacer nada por un rato.

Ese minuto de millones de años bastó para que

viera que él mismo se había reducido.

El universo había absorbido parte de su corporeidad etérea.

Cuando quiso escapar era tarde, estaba muy viejo para correr,

y ya no le quedaba casi fuerza alguna.

Poco a poco fue asimilado por el universo

en constante crecimiento y desapareció.

Así fue como dios dejó de ser Dios,

y pasó a ser parte de todos.

O quizá se encuentre en algún lugar remoto del espacio,

con alguna forma bizarra como un monolito negro

o secador de pelo naranja.

Cuando terminó de recitar el poema en el aula se hizo un silencio absoluto. Era un poema de tono oscuro y rebuscado, y definitivamente un poco delirante. El profesor hizo algún comentario formal al respecto y preguntó a la clase que les había parecido. Nadie se animaba o quería decir nada pero una chica que hasta ese momento no había notado, dijo que el poema le había parecido increíble. Sin embargo había hablado en un tono muy bajo y Seba apenas había entendido la situación. 
Una vez en el recreo, mientras Seba tomaba Sol en un banco y escuchaba el disco Flowers de los Stones en su discman, una chica de aspecto tímido y pelo negro como la noche se acercó y le dijo algo para luego huir de allí despavorida. Seba se quitó los auriculares y le preguntó a los cuatro vientos que había dicho pero la chica se había hecho humo. 
Ese fin de semana salieron todos a bailar, Seba, Thiago, y algunos compañeros más. En el boliche estaba la chica rubia junto con su amiga pecosa y dos chicas más. Pronto se pusieron a bailar todos juntos y a conocerse un poco mejor. La rubia se llamaba Noelia y entre tanto apriete y empujón, Seba y Noelia terminaron chapando, pero Seba no sentía mucho interés por esta devoradora de universos. En cambio, su amiga de aspecto más retraído le parecía más interesante. Pero las vueltas del destino quisieron que fuera Thiago quien cortejara a Muriel. Esa noche todos chaparon con quien se suponía y al otro día casi nadie se acordaba de absolutamente nada. El lunes todo había vuelto a la normalidad. 
Cuando llegó el fin del año, Thiago y Seba se fueron a festejar el final del secundario a la Costanera donde se fumaron su primer porro y fantasearon con hacer cosas grandes en el futuro. Una tarde veraniega, con cierto dejo de magia, que se extendió más de lo esperado hasta el atardecer y que ninguno de los dos olvidaría.

Continuará...

jueves, 13 de julio de 2023

Cat lovers

La dualidad es algo que atraviesa a todo el universo. 
Lo rodea, lo penetra, lo hace uno en el Cosmos.La dualidad es dualismo, es dos, dos caras, como Janos.
Dualidad que no es binario pero si lo es.
Porque uno es uno y uno más uno es dos. 
Como el Ying y el Yang, el mundo está partido al medio, en dos partes. 
El sistema es bipartidista, deben votar por alguno de los dos. 
Yo voté por Kodos. 
Y todo este rollo para decir que el mundo se divide, entre otros tantos antagonismos bipartitos, entre los que aman a los perros y los que no, que por lo general son amantes de los perros. 


¿Se puede amar a los dos? Yo creo que se puede querer a ambos, tener simpatía, no odiar... pero en el fondo de nuestro corazón amamos más a uno de los dos bichos.

Desde tiempos antiguos el ser humano a tendido lazos afectivos con determinados animales. Algunos de ellos, como los caballos o las aves mantienen una relación cordial, casi amistosa. El perro es el ladero fiel por excelencia del hombre, pero el gato... el gato ofrece un tipo de relación más enfermiza, más tóxica y neurótica. 

Todo aquel que haya tenido un gato sabe de lo que estoy hablando. Los gatos son solitarios, independientes, altaneros y sobre todo díscolos. Si hay una palabra que los define es esa: ser ariscos. 
Como dueños les chupamos un huevo. No velan por nuestra seguridad o salud como lo haría un perro. Pero sin embargo, ahí se quedan. Pueden ir y venir o ser cien por ciento domésticos y vivir toda su vida pegados a vos, pero siempre van a mantener cierta distancia. Ellos se acercan cuando ellos quieren y no cuando vos requerís de su afecto. Pueden sanarte un dolor de panza con solo acostarse arriba tuyo, pero lo tienen que hacer ellos, por motus propio. Entiendo que hay mucha gente que no tiene paciencia para estos extraños animalitos. Pero creanme cuando les digo que tener un gato es lo más lindo que hay. Y sobre todo una gata. 
Existe al preeminentemente femenino en todo el asunto gateril. Casi como un capricho de dama, todo lo relacionado con el mundo felino tiene un asociación, en el constructo social, con el mundo de lo femenino. 
Gato, gata, luna, mujer, noche, capricho, erotismo, seducción, comodidad, independencia, ronroneo, histeriqueo, mañosidad, jugueteo, laxitud, complejidad.
En cambio el perro se asocia más al mundo de lo masculino como el día, el sol, la fuerza, el ladrido, los musculos, la aventura, el dinamismo, lo temerario, lo directo, lo dependiente, lo simple. 
Ya no queda mucho por decir. Yo amo a los gatos desde mi primera gata que estuvo desde mi diez años hasta mis 23, marcando toda una época de mi vida. Siempre me pareció un animal complejo y a veces un poco insoportable, pero no cambiaria un gato por ningún otro bicharraco del ecosistema. 
Los gatos son simplemente lo mejor que hay.

miércoles, 12 de julio de 2023

El círculo escarlata

Había una vez un señor de 39 años que vivía con su gato Ramón. Por las noches solía dejarle un un buen tazón de comida y otro con aguita para luego salir a dar su paseo nocturno. 

El hombre comprendía que su vida era solitaria y gris, que la humanidad no congeniaba con él. Pero de todos modos sostenía que existía cierto sentido vivir. Solía dar una vuelta por su barrio de Villa Martelli y conferenciar con los vagabundos. Los temas podían ir desde el estado del clima hasta otros más de índole existencial. 

Una noche de invierno, cuando todo estaba calmo, sin un alma a la vista, decidió cambiar la ruta de sus caminatas usuales y se encontró desprevenido con un extraño suceso. A la vuelta del gran Centro Comercial, fué testigo involuntario de lo que le pareció una metamorfosis incomprensible. 

Una rata que roía la basura se convirtió frente a sus ojos en una especie de lagarto de metro y medio que le clavó la mirada de una forma amenzante. Él, que no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, se acercó al extraño animal pero éste, ni lerdo ni tímido, se escapó hacia las alcantarillas. 

Rápido le seguió los pasos y se internó por la tapa de una vieja alcantarilla en las fauces del terreno húmedo y frío. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudo ver el rastro acuático del lagarto que se dirigía hacia una luz lejana. Con una respiración entre cortada y a paso firme, el hombre de mediana edad le siguió los pasos. 

Al llegar al claro de luz se encontró con un panorama dantesco. Una ciudad de tiempos idos, de imposible descripción, se levantaba en lo que parecía una ciudad subterránea. Bajó hasta la misma, que se encontraba a poco más de cien metros de profundidad. 

No encontró rastros visibles o audibles del lagarto que hubo seguido hasta tal extraño lugar. Una vez habiendo bajado por una estrecha escalerita hasta el último subsuelo, lo único que escuchó fueron sus pasos con eco y su fuerte respiración entrecortada. 

El frío le calaba hasta los huesos. De todos modos se adentró más en esos pasillos del extraño sitial. Una ciudadela de aspecto más arcaico que el tiempo mismo, lo observaba solemne en silencio desde su mortuoria morada final.

El miedo empezó a caerle por su frente como gotas heladas de transpiración. Divisó al centro de la olvidada ciudadela una torre enorme, imposible, erguida con cierta ironía en un mundo subterráneo que no podía existir sin el conocimiento de algún mortal. Pero los hombres de arriba había olvidado lo extraño, el misterio, lo innombrable, para aferrarse a sus vidas rutinarias. Escapando con un miedo feroz a lo desconocido, regodeándose en la falsa felicidad que ofrece el bienestrar material y la ignorancia. 

Cuando el hombre llegó hasta la base de esa torre negra, cubierta de moho, solo atinó a lo que haría cualquier viajero que se encuentra perdido en un pueblo en medio de su eterno andar: golpear la puerta.

No había terminado de dar dos golpecitos tímidos cuando la puerta se abrió por alguna fuerza desconocida. O quizás por la propia fuerza de sus golpes. Adentro sólo lo esperaba una espesa oscuridad que no invitaba precisamente a ingresar. Pero el hombre se sentía ya entregado a su destino y sin mucho cavilar entró de lleno en la boca negra que en breve lo devoraba sin dejar rastro alguno de su efímera existencia. 

Cierto brillo verduzco guíaba su camino en la oscuridad sin nombre. Buscó en vano asirse a alguna baranda pero era inútil, estaba caminando en la nada. Sus pasos perdieron intensidad y sonido hasta ser sólo un recuerdo de su pasado más inmediato. Lo que había allí dentro era sólo oscuridad tan acostumbrada a su soledad que no dejaba lugar a que ningún nuevo sonido la interrumpiera de golpe. De todos modos él avanzaba. Eso le demostraban sus piernas que no dejaban de avanzar. O de intentarlo. Cuanto tiempo estuvo caminando sin rumbo es algo que no pudo precisar. Caminar en las tinieblas es algo que le hacen a uno perder toda noción de tiempo y espacio. Pero, luego de lo que consideró un rato considerable, chocó con una pared que al tocarla sus manos lograron empujarla convirtiendo la piedra en una puerta silenciosa. Al abrirse el pórtico sus ojos se contraron con un extenso círculo escarlata frente a él. No era algo muy definido ya que sólo eso estaba ante él. El resto como siempre era oscuridad.

El círculo resusltó ser un enorme aro de fuego. Un fuego tenue, como el que se puede divisar en una noche cerrada en una montaña con un incipiente incendio a cuestas. El que viajó al sur conoce de lo que hablamos. El fuego a lo lejos parece una herida mortal. Brota como sangre de un cuerpo herido. Es algo en verdad espeluznante de observar. Esto no era algo mucho mejor. El aro cobraba intensidad y por momentos parecía al borde de la extinsión absoluta. A veces la imagen tamborileaba frente a sus ojos atónitos. El fuego volvía a crecer y su ritmo parecía invitarlo a saltar o a bailar. La imagen era de un hipnotismo escalofriante. Todo pensamiento había quedado anulado ante el pavoroso poder del fuego. Y las llamas transmutaban de una forma cuasi pesadillesca. Sus formas por momentos eran geométricas, por momentos se elavaban  parecían cuerpos que reptaban. Luego se transfiguraban de tal forma que eran como cuerpos desnudos de humanos primigenios. Danzando ante el vigoroso poder inmutable de las fuerzas inmortales de la naturaleza. Algó en él se quebró por dentro y supo que ya no era el mismo. 

No supo cuanto tiempo pasó hipnotizado en ese estado, pero en pocos minutos se encontraba subiendo las escaleras. Sólo cuando llegó hasta la vereda de la calle oscura donde había visto al reptil escabullirse pudo salir del trance que lo había hecho actuar de una forma en la que parecía un mero autómata, sin poder de decisión sobre sus movimientos o pensamientos. 

Al llegar a su casa, el gato lo observaba con los ojos semi cerrados, como diciendo yo sé como me llamo. Entonces el hombre se miró en el espejo, de pronto tenía muchas canas en las sienes y una mirada de seguridad y comprensión que nunca antes había logrado tener en casi cuarenta años de existencia. Entonces se miró fijo, sonrió y pronunció su nombre en voz alta. 

viernes, 7 de julio de 2023

Pisando los 40. ¿Crisis?




Dicen que cuando uno llega a los 40 entra en crisis. La famosa "crisis de los 40". Bueno, yo pienso que todo eso es un camelo más grande que una casa. ¿O no?

La realidad es que hace algunos meses me sentía mal conmigo mismo y me parecía que estaba fuera de tiempo. Viviendo sin vivir, como quien solo está pasando. Ante tamaño malestar una frase se me cruzó por la cabeza: Crisis de los 40. Decidí googlearla y me encontré con una serie de patologias típicas de los que atraviesan el cambio de década. Sentí que muchas de ellas se correspondían con lo que estaba sintiendo. 

A partir de ese momento me dije que no le daria más importancia al asunto porque la realidad es que la edad está solo en la mente. El tiempo no es algo real, o al menos no es una cuestión de fechas. No voy a cambiar de un día para el otro cuando el próximo 15 de agosto pase de tener 39 a 40. 

Todo sigue igual, para bien o no. Pero de todos modos, el número asusta. No mucho más que en su momento los 20 o los 30. El tole tole se ve al transcurrir la década, no en el cambio incial de numeritos. 
De cualquier manera, hace poco leyendo el libro de Juanjo Carmona, leí un poema que escribió Miguel Abuelo en marzo de 1986 cuando cumplió los temidos cuarentas.

Iba a copiar al loco saltimbanqui pero me di cuenta que mejor hago la mía. No me quiero adelantar. Todavía me queda un poco más de un mes de mis treintas. ¿Como lo aprovecharé? Aún no lo decido. ¿Que haré? Aún no lo sé. Sólo sé que no sé nada, y que quiero lo que todos queremos, un buen pasar, un buen transcurrir, amor, salud y mucho dinero. Y que cuando el viento susurre oiré tu nombre, el nombre de Edna Krabappel. 

Crisis de Jaco Pastorius. 
Drama de Yes. 
Contracrisis de Pedro y Pablo. 
¿Crisis? ¿What crisis? de Supertramp.

Oliverio Giró en redondo. 
Malevo se hizo de Ferro. 
Marquitos rompió el charquito. 
Y Gasparín se hizo balín. 

Fin?

martes, 4 de julio de 2023

La vida divina



Cuando Luis se acercó a Boulevard Alem en su mente lo único en que pensó fué en llegar hasta la disqueria del viejo don Ramiro. Sus glorias pasadas habían quedado casi en el olvido. Luisito pensó que quizás, como era un domingo al mediodía tendría todo el local para él. Sin embargo no más traspasar la puerta y sonar el cling cling Luis comprendió su error. Nunca había visto tal nivel de abarrotamiento en su disquería amiga. Miró a Ramiro tras la línea de caja que no paraba de atender clientes y facturar. Luigi trató de acercarse para que al menos lo mirara. Ramiro en un respiro le echó un ojo y se encogió de hombros. Algo pasaría. Quizás la salida de algún vibrante nuevo disco pop. 
Luis pudo observar como muchos clientes salían de la disquería con un disco de tapa negra con un Prisma de Newton en el centro.
Luis no quería eso que todos llevaban. Ya le pondría reparo cuando bajara el fervor popular. Ramiro se liberó por unos minutos y Luis no perdió el tiempo en acercarse. 
_Que pasa que hay tanta gente? ¿Volvió a escuchar música la gente?
Ramiro le mostró una pila de discos negros con un prisma en el centro. 
_¿Lo escuchaste?
Luigi chistó en un claro gesto de negación y desgrado. 
_Hablemos en serio por favor. ¿Tenés lo mío? 
Ramiro se dió vuelta sobre su eje como sólo podría hacerlo un experto disquero de cincuenta años. Atrás suyo, apayado sobre otros discos estaba lo que buscaba Luis. Una tapa convencional con dos tipos de blanco mirando al suelo, como caminando, en un acto de completa confidencialidad y experiencia. 
Conectados con lo supremo, lo divino, lo que es esencial para todos pero que pocos ven. 
_Amor, devoción, entrega... no sabía que se llamaba así. ¿Acá tocan un tema de Coltrane no?
_Un amor supremo.
Luigi no quitaba los ojos de la contratapa, tratando de sacar un poco más de información. 
_¿Cuanto te debo?
_ Son 25.
Luigi sacó la plata justo y se alejó de Ramiro que ya atendía a una pareja de pelilargos confundidos ante tantos discos para elegir. 
Luis se volvió a su casa en un estado de semi trance. Algo le impedía pensar bien. El día se mostraba hostil, como lo es un domingo lluvioso de invierno.
Al llegar a su casa sacó el disco del sobre e inmediatamente lo puso en su tocadiscos que ya estaba preparado esperando. 
El disco arrancaba bum! El tema era conocido por Luis en su versión original, pero esta versión eléctrica era apabullante. 
El segundo tema también de Coltrane era una bella parte acústica, muy agradable.
Cuando llegó al tercer tema, La vida divina, todo fue un subibaja de emocviones. El tema que arrancaba con un órgano tenue de pronto irrumpía un batería que en breve se volvía desquiciada. Y como si fuera poco entraba la guitarra de doce cuerdas de McLaughlin haciendo un corredero de la hostia. Y después entraba Santana, punteando con ese feeling del carajo que tiene el maldito chicano. Y unas voces entonando un mantra insaciable The life divine, The life divine, The life divine, The life divine, The life divine...
Y todo lo que seguía era más y más locura. 
Cuando terminó el lado A del disco, Luis se quedó sentado un buen ranto, tratando de asimilar la intensidad vivida en esa primera escucha. Pensaba que jamás algo le había impactado como eso. Era como cientos de fakires le rayaran el cerebro con limas eléctricas. Sentía que casi había alcanzado la iluminación, el nirvana parecía accesible durante esos nueve minutos y medio que duró todo ese rollo descontrolado. Era como un free jazz mántrico en modo de rock duro. 
Luis creía ver como luciérnagas sobrevolando el living. Eran de variados colores y formas. Todo giraba y giraba de una forma nunca vista. 
Al pararse para poner el lado B realmente se lo pensó unos minutos. No creía estar preparado para más intensidad de ese tipo. Respiró hondo, dió vuelta el disco y bajó la púa con cierta cautela.
No esperaba nada impresionante, sin embargo, estaba equivocado. De entrada aparecía un espamódico punteo de la guitarra McLaughlin, para luego de un breve silencio escucharse una percusión muy santanesca y así tomar forma un extenso tema de quince minutos que era Santana en el más puro estado de gracia con la divinidad. Dejennos entrar a la casa del Señor se llamaba la extensa coda.
Para cerrar, otra breve sutileza acústica.
Luis había quedado al borde la locura. Buscó sus bolsillos más plata y decidió ir a buscar ese otro disco que todos compraban. Necesitaba algo que lo sacara de esa locura que acababa de escuchar. Y ahora, El Lado Oscuro de la Luna lo esperaba para cobijarlo.

lunes, 3 de julio de 2023

Crazy Heart o "El recambio generacional"


De algún tiempo a esta parte me intrigado casi al punto de la obsesión, el tema de como las generaciones se suceden unas a otras. Y para ser más específicos, cuando ese recambio generacional queda inmortalizado en el arte.

Sigo acortando camino para ir más rápido al punto. 

En la película norteamericana Crazy heart del 2009, se trata el tema de una forma que me sirve bastante bien para ejemplificar la idea. En dicha cinta el personaje principal Bad Blake, magistral actuación del gran Jeff Bridges, es un cantante de música country venido a menos. Tiene todos los clichés del artisto yanki caído en desgracia. Mal padre, alcólico, soltero, vive en un remolque y casi nadie se acuerda de él. Por otro lado está Tommy Sweet (interpretado por Colin Farrell) que es un cantante de country en ascenso. Es la clásica historia de la estrella en caída y la nueva. Ahora que lo pienso también es una obsesión en el cine estadounidense. De todos modos lo que más me interesa de lo que plantea la película no es tanto eso en sí que es lo más normal del mundo, sino más bien como existen a veces artistas con una obra muy grosa que abre camino y genera mucha creatividad en muchas personas pero que todo eso no se ve reflejado en un éxito en términos masivos de popularidad, fama y dinero. Sin embargo, estos artistas dan pie a otros nuevos artistas que sí logran capitalizar toda esa fuente creativa y lograr producirla de una manera que conlleve a un éxito masivo. Como si las generaciones posteriores lograran sacar un poco de esa magia primigenia y traducirla para un gusto más popular. 

En Crazy heart no se pone tanto el foco en esta idea. La película se centra (lamentablemente) en los aspectos sórdidos del cantante viejo y en la fama creciente del nuevo. Sin embargo la idea está ahí latente. Subyace bajo la primera línea de la historia, la principal, el drama de Bad Blake. Es el concepto de que Bad Blake fue un groso en el pasado y que tuvo su cuarto de hora pero luego se fue perdiendo en sus problemas personales. Pero también es la idea de que vivió una época en la que el gran público no estaba preparado para algo así. Pero, 20 o 30 años después, viene un flaco nuevo (este Tommy Sweet) y haciendo algo similar pero más pop rockero y producido, logran un éxito descomunal. Y la cereza de todo es que Tommy Sweet no se cansa de decir que Bad Blake es su ídolo, que él es músico gracias a Bad Blake cuando lo escuchaba de chico. (Bueno, ahí está el meollo de la cuestión). Luego el fan conoce a su ídolo y le ve los hilos por decirlo de alguna manera. Lo invita como telonero y Blake al principio no quiere saber nada con ser el que abre para uno que se reconoce como su fan. Hay tensión, celos mutuos pero bue, después se amigan, hay redención y bla bla bla. 

Pensando en esto de mentores sin mucho éxito y discípulos populares, se me vino a la mente la frase que dice "El discípulo supera al maestro". Bueno es una frase engañosa, porque en primera instancia eso no es algo que siempre se diga, porque a veces pasa y a veces no. Además, ¿que signfica superar a alguien? Quizás superar en términos de masividad no necesariamente signifique superar en calidad. Por otro lado, lograr la masividad es algo que cualquier artista en sus cabales que pretenda vivir de su arte un poco aspira. Algunos lo admiten y otros quizás no pero la realidad es que es lo más deseable. La masividad conlleva un éxito que te puede ayudar mucho en lo económico y ahora sí, pienso en Argentina. 

La historia de Blake y Sweet un poco es también la historia de Miguel Abuelo y Andrés Calamaro, o de Charly Garcia y Fito Paez o la de Spinetta y Cerati si se quiere. Podría mencionar muchos más ejemplos en otros géneros pero prefiero manejar lo que más conozco que es el rock y me parecen los ejemplos más paradigmaticos de nuestro rock vernáculo. En el primer caso quizás Calamaro no era un gran fan de Miguel Abuelo pero sí que cuando Miguel Abuelo volvió a lan Argentina a principios de los 80s después de una década en Europa, el ya era Miguel Abuelo y a Calamaro no lo conocía nadie. Andrés tuvo su gran oportunidad en el mega grupo que fué Los abuelos de la nada versión ochentas y él con su joven alma estaba componiendo sus primero clásicos como Sin Gamulan, Mil horas o Costumbres Argentinas. Y Miguel seguía en su derrotero de loco saltimbanqui. Pero Abuelo era un poeta como pocos en el rock local, un artista impresionante que ya tenía una trayectoria artística y una hoja de ruta aún más impresionante. Un artista de otro tiempo quizás, más representativo de la generación Hippie, y Calamaro era la encarnación por excelencia de la Generación X que se morfaría los 80s y 90s. Caso similar el de Charly y Fito aunque en este caso sí Fito era un apasionado admirador de García quien le dio la oportunidad, Fito luego se alejó del nido, hizo la suya y de alguna manera terminó vendiendo más que Charly, sobre todo en los 90s. Sin embargo, en este caso, considero que Garcia siempre fue un artista popular y si bien Fito tuvo el disco más vendido de la historia del rock, Charly nunca perdió público y de hecho hace años que no saca discos buenos pero el tipo sigue renovando su público sin hacer nada. A todo esto, en ambos casos, se vieron luchas de egos (sobre todo en Calamaro y Abuelo) y un poco de García a Paez también y al final terminó todo bien. Charly y Fito son amigos y Calamaro le dedicó una canción a Abuelo donde dice que no le llegaba ni a los talones a Mike y se la pasa hablando bien de su antiguo camarada y mentor. 

El caso de Spinetta y Cerati es un poco más parecido al de la película, no tanto porque el flaco haya sido un artista en desgracia ni mucho menos, la parte sórdida es el sello yanqui. Pero si en lo que respecta a lo que pasó en esencia. El flaco desde que apareción en la escena local a finales de los 60s fue reconcido por colegas y especialistas como una especie de "nuevo Lennon" a la porteña. Quedó claro que ese pibe de Belgrano de 19 pirulos era ya un geniecillo en potencia. Sin embargo, luego de Almendra que duró apenas dos años, Spinetta cayó en una especie de círculo de músicos "difíciles" como lo catalogaban los sellos discográficos. Nadie negaba su valía pero el tema es que no vendía muchos discos y como las discográficas son empresas que pretenden vender discos se lo fue marginando en cuanto a difusión. Además de que el flaco tenía una personalidad bastante particular, donde nunca o casi nunca quería ceder en cuanto a su música, ni lírica ni sonoramente, y sólo ser fiel a lo que quería hacer. Eso es algo que siempre fue muy loable a ojos vista de sus reducidos seguidores, pero a la larga parecía que escuchar a Spinetta era un pérdida de tiempo. Como si habiendo otros que hacen lo que queremos escuchar para que lo vamos a escuchar a este que no se entiende nada. Aquí entra Gustavo Ceratí, músico también de la generación posterior a la del flaco, Charly y Abuelo, que irrumpe en la escena porteña con Soda Stereo, banda al principio apadrinada por Federico Moura, que parecía una versión de The Police más ska. Cerati ya tenía 25 años pero de a poco, con cada nuevo disco de Soda que salía en los 80s, parecía que el muchacho empezaba a tomarse más en serio las cosas. Para principios de los 90s Cerati era un artista consagrado y respetado por todos, colegas y ajenas. El éxito de Soda había sido tan arrollador en Latinoamérica que parecía haber conseguido lo que muy pocos músicos argentinos de rock habían logrado. Ser una estrella internacional. Con este halo de éxito arrasador y el respeto como gran compositor, Cerati fue alejándose del pop más chicloso de los 80s y encaró una carrera solista más sólida e interesante. Y es en medio de esta vorágine de consagración que el muchacho empieza a linkear a un músico que parecía olvidado por unos y desconocido para las nuevas camadas: Luis Alberto Spinetta. En ese acto de generosidad artística es donde Cerati hace un cover de Luis en su primer disco solista, diciendo que considera Artaud, el disco solista de Spinetta de 1973 como un disco que lo marcó para siempre. Poner el cover de Bajan en la misma posición y todo eso. Pero en fi, parecía que Spinetta y si sangre italiana no se iban a conformar así como así. Pienso que hubo un poco de recelo mutuo en los primeros años de conocerse. Pero para cuando llega el 2006 parece que logran empezar a acercarse siendo uno un cincuentón y el otro un cuarentón. Y renace el amor, tocan juntos en vivo y todos felices. Hasta que pasa el coma de Cerati y el flaco lo visita al hospital, le lee un poema y le deja una guitarra. Dos años después muere Spinetta por un cáncer fulminante y dos años después, Cerati lo sigue. Ahora bien, ¿No es todo esto que conté mucho más rico e interesante que el guión un poco gastado y trillado de Crazy heart? Creo que tenemos mejores y más interesantes historias que contar. 

Para cerrar, una simple reflexión como diría el gran Javier Martinez: Pienso que es algo normal, natural y lógico que exista el recambio generacional. Elegí el tópico músicos pero esto se da en todo el arte, y fuera de él, en el deporte, en las empresas, en la política. Aparecen nuevos protagonistas que de alguna manera portan la voz de las nuevas generaciones y este así debe ser. Mi única apreciación personal es que a veces, no siempre todo lo que reluce es oro, no siempre lo nuevo es mejor y no siempre, lo que viene a imponerse y es masivo es porque superó lo anterior. Digamos que depende de muchos factores pero no importa. Mi reflexión no va a ninguna parte. No es condenatoria y ni siquiera es un juicio de valor. Cada cual obtiene lo que obtiene y bueno, la vida es así. Seamos felices escuchando la música que más nos guste y chau.