miércoles, 26 de julio de 2023

El escritor, el astronauta, su mujer y su amiga



II

Thiago había descubierto su verdadera vocación: la astrofísica avanzada. Los diez años que siguieron a su egreso de la secundaria estuvo abocado a dar todo de sí para llegar lo más lejos posible y así cumplir con su sueño de la niñez, ser astronauta. Claro que este no era su únic interés ni por asomo. En la otra punta de la cuestión se encontraba Muriel, aquella estrafalaria chica de trenzas pelirrojas parecida a Wendy's. Entre ambos se había gestado en el último año de secundaria una especie de amor y fascinación mutua pero esta relación no lograría consumarse hasta al menos siete años después de ese primer tímido beso que se habían dado en la baile de graduación de Thiago. 

En el 2009, las conexiones cibernéticas habían conseguido lo que nada antes. Volver a unir a la joven pareja. Ella se había recibido de Arquitecta y él se encontraba cursando las últimas maestrías que lo convertirían en el ser que estaba destinado a ser por derecho propio. 

Por otro lado estaba Seba, que mantenía su amistad intransigente con Thiago. Yendo a recitales, viajando juntos, tocando la guitarra todos los sábados por la tarde y compartiendo una fascinación casi enfermiza por la ciencia ficción. Ambos trabajan su fanatismo desde ángulos disímiles, según su propio talento y capacidad. Thiago era un pragmático, un hombre que quería vivir su propia aventura espacial. Y Seba por el contrario era alguien inmerso en su propio mundo imaginativo, usando la creatividad (su don más preciado) para lograr viajar a los puntos más recónditos del universo. Y ambos amaban a Muriel. Y Muriel, de alguna manera, también los amaba a los dos. Pero de otra manera más específica, amaba concretamente a Thiago, que era un hombre que tenía un plan: Los pies en la Tierra y la cabeza en las Estrellas. Esto, para cualquier vaquera era simplemente irresistible. En cambio Sebastián era un romántico empedernido, un soñador incurable. Sólo podía vivir de sus propias fantasías, elaborando un intrincado mundo de ficciones imposibles. 

Cuando la balanza del amor se inclinó a favor de Thiago, Seba supo aceptar su lugar. En realidad sabía que nunca había tenido verdaderas chances con Muriel y aunque en lo más profundo de su interior la siguiera amando, era feliz por su amigo y aceptó aquella posibilidad de estar con ambos, como amigo. 

En los años subsiguientes, los tres formaron una especie de trío imposible de dislocar, a prueba de todo. Y aunque Seba siguiera un derrotero más irregular, con varias relaciones y un estilo de vida un poco caótico, finalmente pudo encaminar su sueño y publicar su primer libro de cuentos. El mismo que en 2012 ganó el premio más importante de la Fundación del Libro. Luego vendrían una novela en 2015 que sería ganadora del Fondo Nacional de las Artes y en 2019 otro libro de cuentos. Siempre todo en el género de la Ciencia-Ficción. Para el 2023, Thiago y Muriel ya estaban casados y viviendo ambos en la Florida, debido a una beca que Thiago había obtenido en la NASA. Su sueño parecía cada vez más cerca de concretarse y los ánimos de todos estaban más que caldeados. 

A todo esto, Seba estaba teniendo un moderado éxito de ventas. Nunca la historia del país un autor de género tan de nicho como la sci fi había logrado vender tantos libros. En medio de toda aquella pequeña vorágine de pequeño éxito comercial, la intelligentzia literaria porteña no paraba de pegarle palo tras palo, aduciendo que eso no era literatura, que su estilo era tosco, que ss temáticas poco serias y que no paraba de pifiarle a las letras de su teclado. Es más, llegó a existir una campaña de desprestigio que aducía "Un teclado nuevo para Sebas..."

Al principio fue difícil. Seba se sentía solo e incomprendido. El moderado éxito no llenaba sus noches de soledad de ninguna manera y extrañaba por demás a sus amigos viviendo en el extranjero. A veces se escribían por Ig, o hacían videollamadas, pero de ninguna manera lograba eso suplir su ausencia. A modo de homenaje los había incluído en muchos de sus relatos, con los nombres cambiados. Ellos se divertían con estos guiños internos y brindaban de forma virtual por el pronto encuentro. Seba sonreía pero cuando la pantalla se ponía en negro una terrible depresión lo dejaba abatido. 

A veces solía salir a caminar por las calles de Flores, mirando a los pocos linyeras que quedaban vivos. Recordando con dolorosa melancolía aquellos añorados y lejanos tiempos idos de divertida juventud y amistad.

En uno de esos escapes, cuando no sabía sobre que escribir, Seba se refugiaba en las librerías de usados de la calle Corrientes, donde en sus primeros años de juventud hasta había llegado a trabajar para conseguir los libros que más le interesaba leer. Una de esas noches de invierno, mientras hojeaba sin interés la contratapa de una ignota novelita policial escuchó que alguien lo llamaba por su nombre. Seba levantó la mirada asustado porque fuera algún fan trasnochado o un poco desequilibrado. Sin embargo se encontró con una chica de cabello corto y negro como la noche, con mirada soñadora y sonrisa invernal. 

-Hola, como estas?

Seba se quedó congelado sin poder decir palabra. Sentía que la conocía pero no la conocía. ¿O si? Era imposible saber. Después de más de veinte año yendo y viniendo, buscando su propia Muriel, ya no recordaba todas las caras que había extrañado en su momento. Ella le dijo que esa novela era medio aburrida y en cambio le acercó otro libro que él no llegó a observar por su estado de obnubilación. La chica tenía un extraño encanto. Detentaba un saco largo, un paraguas inmenso y una ridículas botas amarillas que la hacían ver en verdad muy adorable. Como Seba seguía sin poder atinar palabra, ella le dijo "Bueno, fue un gusto volver a verte". Adiós. Y salió de la librería a toda prisa. Seba no sabía que hacer, si salir en su busqueda o dejarla ir. Al final optó por lo último porque seguía confundido por toda la situación ni recordar quien era ella. Temía meter la pata. Cuando sus ojos se cansaron de mirar la calle con transeúntes random de un lado para el otro, bajó su mirada hacia la cubierta del libro. Era un libro suyo olvidado, un poemario titulado como su primer poema: Genealogía de la Eternidad. Ese poema de ciencia ficción que había escrito en la secundaria y había leído para cringe de la mayoría de sus compañeros. Para todos excepto quizás para una... ¿Podría ser que esa chica fuera...?

Continuará...

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