I
Cuando Sebastián puso un pie en el nuevo colegio, esa mañana fresca de verano de principios de siglo, le pareció que su vida era una condena eterna. Estudiar era un suplicio y como la cosa se estaba extendiendo más de lo necesario, asumió que su vida sería un constante "repetir historias".
-Ah si, recuerdo a tu hermano- respondió la profesora con desdén para luego seguir con la clase.
Sebastián sentía que ni siquiera mostrar la carta de mi hermano estudió acá antes que yo era una buena idea. Desconocía las fechorías de su hermano pero calculaba que no se habría quedado atrás. La inquietud y el ansia por llamar la atención era un mal de familia.
Durante su primer día de clases no se habló con nadie. Recién al segundo se animó con un compañero que parecía venir de otra escuela como él. De a poco se fueron hablando y conociendo. Ambos amaban la música y Seba no tardó en inyectar una pasión olvidada en lo profundo del corazón de su nuevo compañero de banco: el amor por el rock.
Al poco tiempo, Seba y Thiago se fueron conociendo con algunos más chicos del colegio y fueron organizando su propia pandilla. Thiago era demasiado serio y Seba un poco más desfachatado, lo cual los llevaba a veces a confrontar, pero en general se complementaban y tenían buena química.
Una mañana de otoño casi invernal, la profesora de la primera hora había faltado y tenían hora libre. El cielo estaba negro, a punto de llover. Ese día Seba no se sentía muy interactivo y se dedicó a observar el cielo con una mezcla de tristeza y desagrado. En sus auriculares sonaba Remember a Day de Pink Floyd, una canción nostálgica y por momentos epifánica.
Entonces caminó frente a él una chica de aspecto decidido y abrumador. Su cabello largo y rubio la hacía parecer una guerrera germana, o una Valkiria si se quiere. Con sus fornidas piernas blancas tras su jumper se plantó frente a Seba, que más allá de lo irreverente era bastante tímido con las chicas, y le preguntó su nombre. Él atinó a contestarle seco y cortante. Ella no se intimidó y le preguntó en que año estaba. Y luego donde vivía, y parecía que también le iba a preguntar su dni cuando se dio media vuelta y se fue a reunir con dos o tres chicas que la esperaban al final del pasillo. Seba escuchó las risas y se fijó en una de las amigas, una chica pecosa de cabello cobrizo y aspecto alternativo.
Al día siguiente a Seba le tocó leer un poema en la clase de literatura. Era de libre elección y podía ser propio. A él hacía algunos años le gustaba leer poesía y como el fin de semana había visto 2001 Odisea en el espacio, aquello le había inspirado a escribir un poema existencial sobre Dios y el origen de la creación, todo con un toque bastante sci fi "Kubricksiano", llamado Genealogía de la Eternidad:
Dios no nació de un
repollo, como algunos piensan.
Nada nace de la nada. Solo
la nada.
Es el viejo dilema del
huevo y la gallina.
Y como yo soy partidario
del huevo…
A Dios lo engendró otro
dios.
Un dios que era petiso y
viejito, de barba rala y canosa,
con un bastón roído. Era
perezoso y solitario.
Un día se aburría tanto
que decidió tener
un hijo, que le salió del
dedo anular.
Lo hizo capaz de ser
omnipotente
y omnipresente. O sea
todopoderoso.
Pero sobre todo lo hizo
creativo.
Todas las cualidades que
él no poseía.
Luego que este nuevo dios
creció y cumplió la mayoría
de edad, y que el viejo
dios logro mantenerse
divertido mientras
observaba a este joven dios
haciendo sus inventos y
creando historias de seres irreales,
el viejo dios cansado,
decidió finalmente ser parte de la nada
y murió.
El otro dios a lo largo de
la atemporalidad
empezó a aburrirse también
y decidió que no quería seguir
la suerte de su aburrido
y aburguesado padre.
Entonces la llamó a la
nada, que nunca hizo nada
y que no es nada, y la
copuló por todos lados.
Esa unión entre la nada y
la eternidad creó el universo,
con sus correspondientes
planetas, estrellas,
meteoros, agujeros negros,
mares, plantas, animales
y demás seres y demás
cosas que ya conocemos.
Fue una gran mega cópula
universal,
ya que dejó hijos
diseminados por todas partes.
Dios la pasó realmente
bien esa vez y desde ese instante,
ahora que existe el
espacio tiempo,
no ve la hora de repetir
dicho momento.
Luego vino el ser humano,
el tema de la evolución y
todo lo demás.
Dios, todavía fatigado por
el acto sexual ni se mosqueó
de su andanzas hasta
pasadas las 6 de la tarde.
Se aguantó que lo
inventara y lo adorara,
para que luego lo olvidara
y hasta que lo matara.
Pero el día en que alguien
dijo que dios envidiaba
del hombre la posibilidad de
copular, se indignó.
El podía envidiar cosas de
los humanos,
pero de seguro que eso no.
Ellos no sabían lo que era
una cópula
de tamaña dimensión como
la tuvo él.
Humillado por su propia
obra de arte se fue
a buscar a la nada para demostrarle
al hombre que a él todavía
le daba el cuero para eso.
Pero cuando encontró a la
nada era tarde. Era muy pequeña,
del tamaño del planeta mas
ínfimo.
El universo, en continua
expansión desde
aquel momento de extremo
placer,
se había comido gran parte
de la nada.
Entonces, en un repentino
ataque de furia,
dios se puso a aniquilar
planetas.
Pero era inútil, donde el
destruía, aparecían millones
de planetas mas.
Buscó a la nada pero ya
había desaparecido totalmente.
Se puso tan nervioso que
se quedo sin hacer nada por un rato.
Ese minuto de millones de años
bastó para que
viera que él mismo se
había reducido.
El universo había absorbido
parte de su corporeidad etérea.
Cuando quiso escapar era
tarde, estaba muy viejo para correr,
y ya no le quedaba casi
fuerza alguna.
Poco a poco fue asimilado
por el universo
en constante crecimiento y
desapareció.
Así fue como dios dejó de
ser Dios,
y pasó a ser parte de
todos.
O quizá se encuentre en
algún lugar remoto del espacio,
con alguna forma bizarra como
un monolito negro
o secador de pelo naranja.
Cuando terminó de recitar el poema en el aula se hizo un silencio absoluto. Era un poema de tono oscuro y rebuscado, y definitivamente un poco delirante. El profesor hizo algún comentario formal al respecto y preguntó a la clase que les había parecido. Nadie se animaba o quería decir nada pero una chica que hasta ese momento no había notado, dijo que el poema le había parecido increíble. Sin embargo había hablado en un tono muy bajo y Seba apenas había entendido la situación.
Una vez en el recreo, mientras Seba tomaba Sol en un banco y escuchaba el disco Flowers de los Stones en su discman, una chica de aspecto tímido y pelo negro como la noche se acercó y le dijo algo para luego huir de allí despavorida. Seba se quitó los auriculares y le preguntó a los cuatro vientos que había dicho pero la chica se había hecho humo.
Ese fin de semana salieron todos a bailar, Seba, Thiago, y algunos compañeros más. En el boliche estaba la chica rubia junto con su amiga pecosa y dos chicas más. Pronto se pusieron a bailar todos juntos y a conocerse un poco mejor. La rubia se llamaba Noelia y entre tanto apriete y empujón, Seba y Noelia terminaron chapando, pero Seba no sentía mucho interés por esta devoradora de universos. En cambio, su amiga de aspecto más retraído le parecía más interesante. Pero las vueltas del destino quisieron que fuera Thiago quien cortejara a Muriel. Esa noche todos chaparon con quien se suponía y al otro día casi nadie se acordaba de absolutamente nada. El lunes todo había vuelto a la normalidad.
Cuando llegó el fin del año, Thiago y Seba se fueron a festejar el final del secundario a la Costanera donde se fumaron su primer porro y fantasearon con hacer cosas grandes en el futuro. Una tarde veraniega, con cierto dejo de magia, que se extendió más de lo esperado hasta el atardecer y que ninguno de los dos olvidaría.
Continuará...
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