miércoles, 22 de marzo de 2017

El Cero Absoluto


Miré la punta de mi escarbadientes y noté un pequeño rastro de sangre en la misma. Algo andaba mal en mi molar superior derecho. De seguro tendría que ponerme un implante. Si no lo hice antes, creo que fué de pura vagancia, pero ya no me quedaba espacio para excusas interminables que...
-Señor, lo llaman de la Torre de control. Parece que alguien quiere aterrizar.
Bueno, para esto sirve ser el Capitán de la base. Para que te llamen de Torre de control cada vez que pasa alguna estupidez.
-Bien, ahí voy. Diga a los muchachos que ya voy.
El valiente que había perturbado la meditación del Capitán salió disparado hacia afuera.
Estuve pensando que quizás sea momento de jubilarme. Años pasé acá, en esta base alejada del resto del mundo que no sé. Ya ni me acuerdo la calle donde vivía. ¿Seguirá el supermercado chino de la cuadra? Supongo que no. Deben estar todos muertos.
Cuando el Capitán llego con su rostro demacrado a la Torre de control, no esperó encontrarse con el resto de la base, toda allí reunida. Todos parados mirándolo a él. Listos para explicarse. El Capitán se adelantó.
-Si es un motín ni se gasten. Desde ya les informo que renuncio. Pero dejen que vuelva a mi casa. No hace falta que me cuelguen del Palo Mayor como los piratas.
El resto de la partida de soldados y científicos, se miraron entre ellos. Eran nueve para ser exactos. Todos mostraban las mismas marcas de cansancio y apatía que su Capitán. El mas nuevo ya llevaba siete años en la Base, y nunca mas hubo respuesta de la Tierra ni recambio. Todos asumieron que o había estallado la guerra en la Tierra, otra vez, o se habían olvidado de ellos. Una partida de cintíficos militares, enviados a la base hermética de Mercurio. En un proyecto que llevaba años de desarrollo y era consecuencia de un mensaje cifrado, recibido a un satélite en California, hace mas de cincuenta años. El encuentro sería en Mercurio. El planeta mas candente y cercano al sol. Las posibilidades de supervivencia eran bajas. Pero siempre existieron hombres sacrificados en pos del avance de la ciencia y la posteridad. Lo que significa que...
-Bueno, dijo el Capitán, que pasa?
El sub comandante se acercó despacito al Capitán, que se rascaba la crecida barba y el trasero alternativamente, sin comprender muy bien que pasaba. El subco se acercó al oído del Capitán y le susurró.
-Hay alguien que quiere hablar con usted. Dice que es un superior.
El Capitán miró al Subco que se alejaba con la cabeza gacha otra vez a la fila con el resto de sus compañeros. Hacía años que nadie se comunicaba a la base. Ya habían perdido toda esperanza de hacer contacto con otros seres del espacio, y también de hacer contacto con casa. Esto llenó de alegría y a la vez desconfianza al Capitán que se acercó de a poco al tablero de control. Miró hacia el cielo rojo fuego sangre de Mercurio y apretó el intercomunicador.
-Acá el Capitán Ge..., al habla.
Silencio.
El Capitán se dió vuelta y miró a sus compañeros a ver si no se reían. Todos miraban con miedo, amuchados en un rincón de la sala, como niños de preescolar.
Se escucharon unos CRRRR, TRUCH, BZZZZ, TZZZZ, CFRACJ, CHUC-CHUC,..., TUUUUU...
-Bueno, parece que se cortó la comunicación. Dijo el Capitán, y ya empezaba a pedir explicaciones a sus subordinados. Si era una broma, tomaría algún tipo de represalia. No muy severa, todos le caían mas o menos bien. Aunque quizás el Subco podría ser otro de ahora en mas. Como para que no se acostumbren a gastarle bromas en sus horas de descanso y meditación.
-Bueno Subco...
-HOLA CAPITÁN GE..., HABLA DIOS.
El Capitán se dió vuelta hacia el intercomunicador.
-¿Quien?
-Soy Dios. Jehová, Yavé. El Alfa y el Omega. El creador.
El Capitán volvió a mirar a sus compañeros y esta vez estaban tan asustados que se tapaban los rostros. Entonces cuando iba a chequear de donde provenía la comunicación. Un resplandor que cubrió todo el cielo lo cegó un instante. Después empezó a vibrar toda la base como si hubiera un terrible terremoto. Y el cielo se abrió y apareció una marca en el cielo rojo. Una marca que parecía un símbolo hebreo. Todos lloraban del miedo, y el Capitán, siendo el ser mas descreído y ateo del mundo, se quedó paralizado. Sentía que algo, quizás sus testículos, subían por su garganta.
-SOY DIOS, EL CERO ABSOLUTO, Y EL DÍA DE LA REDENCIÓN HA LLEGADO. LA ÚLTIMA TROMPETA HA SONADO, ARREPIÉNTANSE PECADORES, PORQUE TODO SU MAL LLEGA AHORA A SU FIN.
El capitán tocó algunos botones en su tablero y una pequeña palabra apareció en la pantalla. Origen de la transmisión, DECONOCIDA.
Entonces realmente existe. Es imposible. No lo puedo creer.
Sin entender bien por que y como lo hacía, tocó el intercomunicador.
-Oh Dios, perdón por toda esta vida de poca fé y pecado. Piedad de nosotros. !¿Que podemos hacer para rendirte pleitesía, oh Dios colérico y vengador, Dios todopoderoso y terrible, castigo y azote de pecadores y sacrílegos?! Perdona a estos pobres diablos, víctimas del cientificismo y ateísmo mas abyecto, culpa toda del Iluminismo, Freud y la televisión.
El resto de la partida de soldados se miraron confundidos, el Capitán se había parado y abierto los brazos en actitud de redención y sometimiento absoluto. Parecía imposible que aquel cínico y descreído varón, se humillara así. De todos modos la situación era tan esplendorosa que parecía lógico. Dios volvió a hablar.
-QUIERO QUE ME ADOREN, QUE ME ALABEN, QUE ME RINDAN TRIBUTOS Y ME CONSTRUYAN TEMPLOS DE AMATISTA COMO EN LOS TIEMPOS ANTIGUOS, CUANDO EL HOMBRE SABÍA TEMER A LO SUPERIOR Y...
De pronto, la comunicación empezó a fallar. Tuuuuuuruuuu, bip bip bip, trac, achjallc...
Todos, el Capitán que seguía con los brazos abiertos, y el resto de la partida, todos abrazados entre sí, miraron el cielo que ahora cambiaba. Un resplandor verde esmeralda cayó del costado izquierdo del cielo y abarcó al gran símbolo rojo que se sostenía en las alturas. De repente, como si fuera una boa constrictor devorándose un lagarto, la luz verde se comió a la roja. Y una voz menos grandilocuente y mas áspera sonó por el intercomunicador.
-Disculpen las molestias ocasionadas. Llevamos años buscando Yavé, hijo del emperador Balkaan, del sistema Dágoba, en las antípodas de Centauri. Yavé escapó de su prisión hace millones de años y lo buscamos por todo el universo. Supusimos que haría de las suyas, como inventar pequeñas razas humanoides imperfectas. Lamentable profundamente haberles hecho pasar por todos estos contratiempos.
El Capitán había bajado los brazos y miraba a sus compañeros que se acercaban ahora hacía el gran ventanal. Una nube verde latía en el cielo mientras hablaba.
-Nos vimos obligados, suponiendo que ya tendrían la tecnología precaria de recibir señales del espacio exterior, de que crearan esta base. Era una emboscada para él, y por suerte cayó. No se preocupen, no los va a molestar mas. Nos encargaremos de que no vuelva a escapar de su prisión trascendental nunca mas. Ya pueden seguir haciendo sus cosas. Hasta luego.
La luz verde se elevó hasta una altura imposible de seguir y desapareció mas allá del universo infinito.
Toda la base se normalizó, volvieron las luces, y dejaron todos de aferrarse. El Capitán se dió vuelta y todos lo miraban con desconfianza.
-Bueno, creo que esto explica muchas cosas de la historia de la humanidad ¿No les parece?
Hubo un profundo silencio en la sala. Alguien por ahí tosió de forma incómoda.
-Bueno, que alguien prepare Mate y no se hable mas del asunto.
-Pero Señor, esto es justamente por lo que vinimos. interrumpió el Subco. ¿No deberíamos volver a la Tierra e informar?
El Capitán se quedó mirando la nada, miró hacia la oscuridad del ventanal.
-Si, bueno, no sé... que apuro hay. Lo mas probable es que no quede nadie vivo en la Tierra, en tal caso la revelación ya no importa.
Y salió de la sala tropezando torpemente con una maceta de un Potus sintético.