lunes, 30 de septiembre de 2019

Las que quedaron afuera de "33/6 canciones por minuto"



A continuación, un breve repaso por las canciones que se quedaron afuera de la lista o los países que no fueron al mundial...:

1- No Rain- Blind melon- Esta canción la conozco casi desde que salió en el '92, pero no sería hasta veinte años después que la tocaría a dúo con una amiga. Un muy grato recuerdo.

2- All tomorow parties - The velvet underground- Este tema lo escuché luego de mi primer flash con la marihuana. Cuando volví a mi casa (año 2002), me encerré, apagué la luz y terminé mi "viaje"

3- Glory days - Bruce Springsteen- Otra canción que me recuerda mi "renacer" post separación, de la primavera del 2009. Me gustaba mucho escuchar el disco Born in the USA mientras hacía trámites.

4- Guitarra del mesón- Joan Manuel Serrat- Para las navidades del 2003 decidí autoregalarme el disco Antonio Machado. Recuerdo mucho esas tardes calurosas de diciembre escuchándolo.

5- Waiting on a friend- The Rolling Stones- Este temazo me trae reminiscencias de algún año perdido de principios de los 90s cuando mi hermano ponía Tattoo you y entraba la brisa veraniega.

6- The man who sold the world- David Bowie- Me hace acordar al verano del 2002 cuando me compré el disco homónimo y me sentí raro por haberme comprado un disco con esa tapa.

7- Don dolón dolón- Cuarteto zupay canta María Elena Walsh- Si hay un tema que me hace acordar a mi infancia primigenia en los ochentas es este. Bueno, en realidad, todo el disco.

8- Janis - Focus- Este tema instrumental de la banda holandesa, me hace acordar al 2001 cuando descubrí esta banda (en realidad el vinilo Moving waves siempre había estado pero nunca lo atendí).

9- Coplas del musiquero - Nebbia Baraj Gonzalez- Este tema es tremendo. Me hace acordar a finales de los ochentas o principios de los 90s, cuando vivíamos en el hermoso barrio Catalinas Sur.

10- From the beginning - Emerson Lake and Palmer- En el 2003 le entré duro al progresivo y uno de los discos que más me gustó del trío fue Trilogy. Este tema tiene un halo de calma muy hermoso.

11- The long and winding road- The Beatles- Este era un tema que cuando escuchaba (más o menos la misma época que Twist and shout) me generaba lo contrario, en vez de euforia, una gran tristeza.

12- Don't worry baby- The Beach boys- No recuerdo bien el año, pero a ellos los descubrí bastante después, tipo 2006 en lo de un amigo (muy fumados), flashié mil y entonces los amé para siempre.

13- Oboi - Spinetta- Este tema que abre el disco Don lucero del '89, me recuerda a la época en que me lo compré en el 2007. Yo andaba organizando ciclos de cine y ahí me enamoré de ella.

14- Ladies of the road- King crimson- Un tema zarpado que me recuerda a esas rateadas del 2002 cuando me iba a escuchar mis compilados progresivos mientras veía salir el sol en la costanera.

15- En nuestra frente - Arco iris- Este tema recuerdo escucharlo mientras íbamos llegando a Copacabana en micro, con el lago Titicaca de fondo. Había enormes rayos cruzando el cielo. Épico.

16- Jessica- The Allman brothers- Como lo prometido es deuda, este tema entra ahora ya que en 2016 lo ponía en la librería que trabajaba y sonaba al taco mientras la gente intentaba pensar en libros.

17- Ya no sos igual- 2 minutos- Como no poner este tema, por dios. Canción iniciática para muchos de nosotros que en algún momento más o menos la punkekeamos. Clásico de clásicos. Año 1997.

18- Jane Seymour- Rick Wakeman- Este tema me recuerda al año 2000 y sobre todo a la anécdota que me contó un amigo acerca de su padre, que de joven solía ponerlo a todo volumen para molestar a sus vecinos.

19- Mil gaviotas- León Gieco- Esta es de esas canciones que más que una época es un momento. Y recuerdo escucharla a finales del 2001, de noche y mirando desde la cama el cielo estrellado.

20- Hot love- T Rex- El año pasado (2018) solía fumarme uno por la noche y bailar este tema en el living donde solía vivir con mi ex novia. Fueron aquellos, lindos momentos.

21- Cariñito- Los hijos del Sol- Esta banda peruana de cumbias psicodélicas me recuerda mucho al verano del 2010, cuando por primera vez en mi vida descubrí que la cumbia tiene lo suyo.

22- En el 2000 tocaba en una banda de amigos llamada Quadrophenia, como el disco de los Who. Uno de los temas que hacíamos era With or without you de U2 y como jamás los escucho, ahí está.

23- Juntos para siempre- Lerner Mellino- Y si... la canción falopa de cualquier lista no podía faltar. A principios de los 90s casi todos los argentinos veíamos la serie La banda del Golden Rocket. Fin.

24- Goodbye stranger- Supertramp- Este tema lo escuché mil veces y recuerdo flashearlo en las casa de unos compas de Guión en 2012. Pero Su momento fue en el verano del 2015 cuando estabamos yendo con mi chica hacia el sur y mientras cruzábamos riscos y montañas, este tema de corte casi épico acompañó todo de manera excelente.

Ahora que lo pienso, muchas canciones más quedaron afuera. En fin. Basta. Se acabó. A otra cosa mariposa y todo eso que ya sabemos.
Besitos.
Santi.

sábado, 28 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



6*

Llegamos al final y volví a cambiar sobre la hora a la canción final. La verdad me podría colgar escribiendo sobre no sé, cincuenta canciones más que son importantes en mi vida o me marcaron por algo. Pero, todo no se puede y el tiempo apremia, quiero seguir escribiendo otras cosas, corregir otras, en fin... la vida misma.
Quizás, después mencione aquellas que quedaron fuera de esta caprichosa selección. Pero, esa es otra historia. Ahora, a lo hecho pecho:
Creo que por el 2003, estábamos viendo la tele con mi hermano mayor, algún canal de música medio random, pero creo que fue el programa "Tribulaciones". En fin, estaban pasando bandas de la "nueva escena" y creo que también escuché a Pez por primera vez (un verso sin esfuerzo no te hace más converso) y en eso aparece ese trío loco llamado Los Natas o simplemente NATAS. (SATAN al vesre).
La banda me voló la peluca de forma total. Era una presentación en vivo creo, y hacían un tema de su último disco Corsario Negro (2002).
La canción en cuestión; EL CONO DEL ENCONO y si bien al principio me encantó ese sonido medio denso y oscuro a lo Sabbath, a mitad del tema pelan ese corte instrumental con redoble de bata y guitarras de sonido valvular que me mató.
Mi hermano y yo nos hicimos fanáticos de la banda a partir de ese día y al poco tiempo, él cayó a casa con el disco mencionado antes, que era todo una voladura totalis.
A partir de ese año empezaríamos a ir a sus recitales, por lo general en Niceto club. Primero iría a verlo con mi hermano y un amigo suyo. Después con mi hermano y otros amigos de él. Luego con mi amigo, con una amiga, con mi amigo de nuevo, con una novia, con mi amigo y así, al menos hasta el 2009 o 2010 que fue cuando se separaron.
Durante toda esa década del dosmil, fue La banda ritual que iba a ver con diferentes personas, donde el porro era poco menos que condición básica para verlos. Su estilo (stoner rock) es bastante cannábico, con grandes temas largos y lisérgicos (pantallas psicodélicas) y mucho power.
También me compré los dos primeros discos (Delmar y Ciudad de Brahman) éste último mi preferido. Mi hermano aportó Toba trance y Muchen Sessions, todos discazos.
La verdad, que yo no viví mucho la escena de los 90s por una cuestión generacional (aunque haya ido a algunos recitales a finales de la misma) pero si recuerdo mucho ir a ver mucho a Los Natas que, junto con el flaco Spinetta, son los que mas seguí a recitales y si bien lo del flaco ya es imposible, no descarto que este trío de muchachotes se pueda volver a juntar, aunque sea para un par de presentaciones por su viejos y fumancheros seguidores que nunca fuimos muchos acá en Argentina (tenían más público en Europa), pero si bastante fieles.
Hermosísima época que recuerdo con mucha nostalgia y cariño. Asi que acá me despido de este labrioso rejunte de canciones que me traen grandes recuerdos y que vuelvan Los Natas carajo! Bye.

A continuación la lista de reproducción en Spotify:

https://open.spotify.com/playlist/7om3ZjcUFqa1dtZUJDf4Cv?si=o38HKcuDT8q7vf-Kcid1TQ

viernes, 27 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



5*

Por el año '98 aprox di un salto cuantitativo en cuanto a electricidad. Al darme una vuelta por la disquería de ocasión de aquellos tiempos me llamó la atención esa tapa con una especie de enano escolar pelando una guitarra endemoniada y si bien había escuchado hablar de AC/DC antes, poco lo había escuchado.
Cuando llevé el flamante nuevo disco a mi casa fue toda una revelación. A mis padres les pareció demasiado fuerte, a mi hermano también.
El disco me voló la peluca (perdón la imagen clishé pero así fué). La potencia de las guitarras de los hermanos Young en temas como IT'S A LONG WAY TO THE TOP, o Rock And Roll Singer. TNT o High Voltage, o los blues de cables pelados The Jack o Little lover.
El quinteto Australiano se pasó a convertir en una de mis cinco bandas preferidas, y en los dos o tres años siguientes quizás en La banda preferida o al menos en una de las puntas del tridente Contra todos los males del mundo urbano de finales de los noventas. Junto quizás con Deep Purple y La Renga. Tal vez, a partir del 2001 cambiaría a AC/DC por Black Sabbath, pero entre finales del '97 y mediados del 2001 a los de Melbourne los gasté. Vendrían discos como Powerage, Highway to hell, Let there be rock, Ballbreaker, Back in black, Alive... por empezar, siendo la etapa Bon Scott mi preferida. Algunos años después vendrían de yapa discos como Dirty deeds done dirt cheap o '74 Jailbreak, pero la fiebre eicidicera ya había pasado. Recuerdo que mientras estaba fanatizado con ellos pensaba que justo habían venido a la Argentina en el '96, poco más de un año después de que los descubriera (y aunque eso denotaba ya los primeros síntomas de un pensamiento neurótico auto flagrante) la realidad es que me apenaba mucho y tendría que esperar hasta finales del 2009 para poder verlos en vivo, cuando ya si apenas los escuchaba, aunque, nobleza obliga, no me los podía perder por nada del mundo y no lo hice, de hecho fue uno de los mejores recitales que vi, si señor.
Si tengo que elegir EL tema de AC/DC no lo dudo. No sé si es el que más me gusta, pero si fue la punta de lanza de mis combates internos. La intro poderosa, el riff rockanrolero y las guitarras mas pendencieras de la historia del rock hacen de Can I Sit Next To You Girl, el tema que más me identifica con toda aquella época de adolescencia prematura y resistencia a la hostilidad del mundo. Y que Sea rock, por siempre!

jueves, 26 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



4*

Hubo un tiempo que fui hermoso... Todos lo fuimos alguna vez y en cambio ahora, ¿que somos? ¿que nos queda? La vejez, el deterioro, las canas y la dureza muscular. Bueno, por ahí exagero un poco.
A Sui generis lo escucho, junto con la gran mayoría de bandas en mi año de despertar musical, 1997. Sin embargo, no sería hasta el año 2000 que explotaría en mi su magia. Banda adolescente iniciatica par excellence, Sui supo cooptar y entender esa edad del pavo de la sociedad argentina desde los setentas hasta mismo hoy día. Quizás ese sea su mayor logro, cosa que no es poco.
Es cierto que como dijeron por ahí a Sui Generis se le perdonan muchas desafinaciones, pero por que? quizás por lo mencionado antes. Queremos demasiado a Sui para demolerlo tan fácil. Sui nos dio todo en algún momento de nuestra adolescencia doliente. Cuando nos enamorábamos y no nos correspondían, cuando odiábamos a nuestros padres, cuando nos peleábamos con nuestros amigos, cuando nos llenábamos de granos y nos sentíamos horribles, etc. Allí estuvo este dúo de Charly Garcia y Nito Mestre, acompañando, haciendonos llorar, en fin, musicalizando aquella dura etapa.
Por aquel tiempo había visto en canal 13 a la medianoche la película La noche de los lápices de Olivera. Yo tendría quince o dieciseis años, o sea... la edad de los protagonistas de la peli. Bueno, no me voy a poner a hablar del tema porque ya muchos lo conocen y el que no, para eso existe internet.
La cuestión es que en una parte dos de los adolescentes en cautiverio se ponen a cantar Rasguña las piedras. La chica es la que está más dañada por la tortura y el pibe le canta, llorar, se abrazan a través de ese muro que los separaba. Esa escena es la mejor de la película. Esa escena me marcó más aún que las escenas de torturas, etc. Por que me mostró no solo una realidad de mi país que muchos otros prefieren obviar o relativizar. Es más fácil siempre echarle la culpa a otros que hacernos cargo de nuestra propia responsabilidad como sociedad de que fuimos cómplices del horror.
Desde ese día tengo una posición clara respecto del lado donde me paro. Algunos pensaran que no todo es una cosa u otra. Claro, puede haber muchas cuadras, muchas veredas, pero siempre está la vereda de enfrente y solo hay que saber donde hay que pararse con ciertas cosas que simplemente son básicas.
Rasguña las piedras sigue siendo un tema que me pone la piel de gallina ya que me quedó seteado a todo el horror vivido en mi país en los stentas. Ya sé, la canción es un poco anterior al golpe y habla de otra cosa. Del amor, de crecer, etc, en fin... cosas que también duelen, hasta hoy.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



3*
Confieso que me iba a poner a hablar de un tema que me hacía acordar un poco al año 2016, en este afán por abarcarlo todo y no repetir épocas, pero creo que descarté la idea porque uno por algo en determinadas épocas de su vida, baña de sentido y libido a ciertos temas y no a otros. Y si bien Jessica de los Allman Brothers, es un temazo mas que digno de mención, el hecho de hacerme acordar a ese pésimo año solo para cubrir un período más cercano en el tiempo me parece forzado y fútil.
Así que decidí volver a las ROOTS de mi educación musical sentimental y hablar de un tema tan clishé y gastado como a la vez importante en mi vida. Estoy hablando ni más ni menos que de Light my fire de The Doors. Y claro, una canción así solo puede generar dos cosas, o un rechazo absoluto o la total entrega. Difícil no tomar posición con un tema de estas características.
Creo que fue por el año '98, en pleno auge de mi apertura sensorial al sonido cuando la escuché por primera vez. Si mal no recuerdo, fue escuchando la radio (la Rock & Pop) y dije, OK, acá hay algo.
Esos teclados estridentes, el solo lisérgico de la viola en la mitad del tema, la bata ajustada y sobre todo la voz de Morrison, que hacia el final de la canción hace su gracia característica, o sea se enoja, pudre la voz, grita. El Morrison que amamos está ahí ya. Ese es señores. Es lo que hay. Tómalo o déjalo. Mi hermano, por esa misma optó por dejarlo. Morrison le parecía un bocón desmesurado, agrandado, pedante y pretencioso con su estilo poético. En fin, cada cual con lo suyo.
Luego de esta primera escucha vinieron las segundas y las terceras. ¿El medio? El Playland de Flores donde íbamos a jugar a los fichines con los pibes del colegio Fernando Fader. Al fondo, tras los Pacmans y Tetris fuera de uso, había una especie de espacio o descanso con bancos y a un costado, una enorme y preciosa rocola. Claro, mis compas estaban en pleno proceso de descubrimiento punk rocker asi que por su lado sonaba Attaque 77, 2 minutos, Ramones y demás... Yo por mi parte clavé Light my fire, porque en mi casa nadie escuchaba a los Doors, así que era casi el único lugar donde podía disfrutar del extraño cuarteto de Los Ángeles. Mis compañeros quedaron confundidos ante ese sonido ácido y estridente, tan propio de la época hippie. No faltó el que soltara el comentario despectivo, sin embargo y para mi total sorpresa, nadie se burló del tema o la banda. Como dije antes, algo había ahí y si bien, con el tiempo descubriría el resto de sus canciones (primero con un cassette de Greatest hits que me prestó un amigo de la primaria) y luego comprándome sus seis discos clásicos y algunos en Vivo y rarezas, el tema que inició todo fue ni más ni menos que su hit número uno y me alegro de que así haya sido.
Creo que también el verano '98/'99 fue marcado (junto con Creedence) por la música de aquella tremenda banda. Tal fue mi creciente fanatismo por la banda que en poco tiempo me vi la película de Oliver Stone (a la cual debo reconocer que odié), me compre una remera batik (que amé mientras duró) con la cara de Jim, conseguí el librito de poesías "Una plegaria americana" y algunas pocas cosas más. Definitivamente, una banda con su halo de mística bastante especial. 

martes, 24 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



2*
Entre otras épocas faltó mencionar el 2010 que junto a los años 2004, 2006 y 2016, es de los años que no guardo tantos recuerdos musicales.
Pero como diría el Chapulin colorado, !Que no panda el cúnico!
Claro, en el 2010 viví una etapa de transición, luego de una serie de noviazgos que no salieron del todo bien. A partir de mitad de año me dediqué de lleno a divertirme, a no tomarme nada en serio y la verdad, fue una de mis mejores épocas.
En plan de todo esto y en rigor a la verdad, recuerdo una noche en que me visitó una pareja de amigos, mis amigos preferidos.
Los tres pegamos la costumbre de juntarnos fin de semana de por medio, al menos. Puchos, cervezas, Fernet y porros, todo acompañado con pizza o empanadas y de postre, grandes barras de chocolate...
Todo una excusa para juntarnos en mi casa y escuchar música, tocar la viola, cagarnos de risa, etc, en fin, todo lo que solemos hacer con nuestros amigos más queridos.
En una de aquellas tertulias nocturnas nos filmamos cantando y bailando Un misil en mi placard del primer disco de Soda Stereo (no sé si aún dispongo de ese video), pero fue tan lindo momento, poniendo caras, haciendo que tocamos el bajo, nada... un momento mágico, reflejo de una época muy linda que forma parte de los recuerdos, pero que añoro con nostalgia, pero sobre todo con alegría. Y si bien ellos dos ya no están juntos hace muchos años, siguen siendo mis amigos mas queridos y ese tema es uno de los más gratos recuerdos que tengo con ambos.

lunes, 23 de septiembre de 2019

33/6 canciones por minuto



A continuación, una breve serie de bonus tracks:

1*
In my life, de The Beatles. Esta canción, como en varios casos mencionados antes, resume una época y un disco en general. La elijo por encima de otras por ser quizás la más emotiva y mejor lograda del disco Rubber soul, y además porque justamente habla del pasado idealizado perdido para siempre (en este caso del señor Lennon, habido maestro en el arte de la bien lograda nostalgia). In my life, es un cuadro impresionista sobre la infancia, nuestros recovecos donde solíamos jugar o escondernos del mundo que no avasallaba. Nuestros puntos de complicidad con amigos y seres queridos. In my life son también los familiares que ya no están, los amigos que se quedaron en el camino, los amores perdidos. Es todo eso y más, es también la posibilidad de amar todo ese pasado y añorarlo con una sonrisa, añorarlo ya sin dolor.
Podría mencionar temas como Norwegian wood, Nowhere man, Michelle, Girl, I'm looking trhough you o la fenomenal If i needed someone, pero como dije antes IN MY LIFE resume todo, porque justamente es una canción sobre la vida, Es la vida.
Encima de todo, y quizás por eso más que nada, el disco Rubber soul fue el primer cd que me compré en la primavera del año 1997 (hace veintidós años ya) y con el cual arranqué una pasión por los discos (y la música en general) que si bien fue desplazada en los últimos años por la compra de libros, nunca me abandonaría del todo, teniendo una colección de más de seiscientos cd's, algunos vinilos y otros formatos menos recordados. Hoy, cuando todas las plataformas reemplazan los viejos formatos "físicos", es bueno recordar que tenemos discos, que están ahí, con música grabada sobre sus cuerpos sintéticos o plásticos, para siempre.
Aquella primavera en que me metí en un Musimundo (estaba en en primer año del secundario), me llevé Rubber soul porque A) pensé que ese había sido el primer vinilo que se había comprado mi viejo (error; era For sale, pero como con Los Beatles uno nunca se equivoca, solo tomo caminos alternativos) y B) me encantó esa tapa donde miran a la cámara un poco abrigados por una típica mañana otoñal inglesa.

viernes, 20 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



33) Los últimos serán los primeros, oh sí nena. Porque la última canción de esta selección fue LA canción que abrió mis sentidos a musicofília, a la melomanía, a la luna.
Recién comenzaba la secundaria a inicios de 1997, cuando una tarde en nuestra casa de los suburbios porteños tuve una especie de insight musical o delitae musicae.
Haciendo las cosas que uno hace para no hacer las cosas que uno debe hacer (los famosos deberes), recordé una melodía de aquellas que sonaban en casa con los vinilos de mi viejo. Pero esa tarde mi viejo no estaba. Mi hermano tampoco. Mi vieja, si. Me acerque a mi progenitora y le pregunté como se pregunta a una madre universal: Che vieja,  de quien es esta canción... (y tararee la melodía).
"...en el hospicio, algo... agua, sol y pan..."
La respuesta de aquella madre universal no se hizo esperar. Fermín de Almendra, el disco que tiene una especie de payaso triste en la tapa, con una sopapa en la cabeza. Lo busqué sin sosiego. El disco estaba allí.
Busqué la canción llamada Fermín (un nombre que me pareció tan ridículo como llamativo). Clave la aguja en el track en cuestión y si bien no es el mejor tema del disco, por primera vez sentí ese alivio especial que encontrás cuando tenes una canción en la cabeza y finalmente te acordás cual es y la escuchás con sumo placer y deleite. Aunque eso sería como el sexo, la previa, o sea, no saber que canción es, también es placentero... y quizás más que agotar la escucha de una canción. La expectativa, la mejor parte.
Luego, esa tarde me colgaría escuchando todo el disco del cual me haría fan. Muchacha ojos de papel es otro tema que marcó esa adolescencia primigenia. Figuración, Color humano, Que el viento borró tus manos, A estos hombres tristes. Todo el arte de tapa era maravilloso con los dibujitos y símbolos. El combo me gustó más aún que el tema por el cual llegué. Después escuché el segundo de Almendra, luego encontré Pescado, Invisible, Jade y por último todo Spinetta solista. Todo un mundo musical y poético por descubrir del cual quedaría atrapado para siempre (de hecho para fin de año iría a mi primer recital que fue de Spinetta y los socios del desierto en el Gran Rex). Pero aunque Fermín terminara oscurecido por un montón de otras canciones mejores, quien le quita a Fermín haber sido la llave para una puerta llena de música de la cual nunca volví. Nadie.

Pd: Por estos días se cumplen 50 años de la grabación del afamado primer álbum histórico de Almendra. Salud!

jueves, 19 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



32) "Eye in the sky" es quizás la última canción que me retrotrae a un pasado cercano. El tema de Alan Parsons project era completamente desconocido para mí. Sin embargo, cuando hace dos años, aún convivía con mi última pareja. Me hizo escuchar este tema ochentoso y me gustó mucho. Ella me dijo que le recordaba a su infancia y a su padre escuchando esto y también toda la onda progresiva de Pink Floyd, Génesis, etc...
En fin, yo reconocí que jamás había escuchado esa rola. De hecho, había leído la novela de Philip K Dick del mismo nombre y al subir la tapa del libro a Facebook, una amiga me puso "A Alan Parson project le gusta eso" y no entendí el chiste, obviously.
Eye in the sky, representa toda esa época, esa relación que duró más de cinco años, la más larga de mi vida y que se consumió con el fuego de la pasión, así como también con el desgaste de la rutina y la monotonía.
Quizás sea mi último recuerdo musical de trascendencia. Más acá en el tiempo no puedo venir, porque la realidad me avasalla y no deja resquicio alguno para la melancolía.
De todos modos, si bien no es un tema de una banda que me fascine, si puedo decir que este tema es una hermosa canción pop rock radial, ideal para amenizar una tarde de copas y cansancio.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



31) En el verano del 2014 tenía mis primeras vacaciones pagas en la Librería. Como solo me tocaba una semana decidí emprenderla a un destino no muy lejano y un amigo me recomendó Claromecó, una playa del sur de la provincia de Buenos Aires. Allí donde "pega la curva" o "en la panza".
Viajé de noche para llegar a destino bien temprano por la mañana. Mientras miraba por la ventanilla alguna que otra estrellita pampeana perdida en la inmensidad, me rescaté del momento especial que estaba viviendo, por mis auriculares sonaba "What to do" de los Rolling stones (Sí, otra vez ellos).
No sé bien a que adjudicar esto. Básicamente, había tenido un 2013 difícil, complicado, lleno de malestares, rupturas y desasosiegos. Pero ahí estaba ahora, haciendo mi (hasta ahora) último viaje solo, algo que antes era muy común en mí.
No me quiero entretenerme contando las vivencias en Claromecó (un lugar tan agradable como aburrido), pero no quería dejar de comentar el hecho de que fue una especie de viaje de despedida, pero sin saberlo. Despedida de toda una época de libertad e incongruencia juvenil. Luego vendrían los tiempos aciagos. Los viajes familiares y en pareja, etc.
Pero ese verano, escuché esa hermosa canción de los Stones de los sesentas que me generó una sensación agradable al escucharla, mientras miraba el cielo nocturno y sentía una inexplicable felicidad que solo pueden darme dos cosas. Contemplar la hermosura de los astros en la noche, y por otro ir a un destino incierto sin saber bien que voy a hacer. Y eso lo explicaba esta cortita y sencilla canción de los Rolling a la perfección.
"What to do, i really don't know,
Nothin' to do, nowhere to goYou're talkin' to people that you don't knowThere's na-na-nothin', to do-do-doThere's na-na-nothin', (no) noYou (I) really don't what to do yeah"...

martes, 17 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



30) "Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos, me hipnotiza tu sonrisa, me desarma tu mirada y  de mi no queda nada, me derrito como un hielo al sol"...
Corazón es una canción de Los autenticos decadentes medio cumbiera de mediados de los noventas y la primera vez que la escuché fue en 1996. Estaba en séptimo grado de la primaria y había una chica de sexto (turno tarde) que amaba esa canción y yo a ella. Fue mi "primer amor".
Es muy difícil tratar de explicar las cosas que este tema me genera aún hoy, porque si bien no es un tema que ame o me traiga buenos recuerdos en sí, en todo caso es una canción que me recuerda la primera vez que rompieron mi corazón y oh! casualidad, el tema se llama Corazón.
Íbamos al mismo grupo Scout del barrio. Al mismo colegio. Vivíamos en el mismo barrio. Me la crucé en un baile del colegio (no era el del Encanto bajo el océano pero casi). Se acercó a saludarme y yo respondí con suma timidez. La invité a bailar y la pasamos súper bien. Por aquellos tiempos, los lentos eran parte esencial de aquellos eventos rítmicos y sociales para chicos.
Nos abrazamos y besamos en la pista de baile por primera vez. Le pregunté si quería ser mi novia y asintió con la cabeza. Después la perdí entre el mar de gente. La busqué desesperado pero solo me encontré con mis compañeros de curso que me miraban con sonrisas cómplices. Esa noche no la volví a ver y ni siquiera tenía su teléfono de línea.
Poco después me la encontré en el grupo scout y parecía no darse mucho por aludida. Al salir le pregunté como estaba y me dijo que bien. Caminamos por el barrio en silencio algunas cuadras y en la puerta de su edificio nos despedimos con un beso. No sabía que hacer con ella o que decirle. (Hoy tampoco sabría).
En la semana nos cruzamos por el barrio de casualidad. Yo iba con un amigo que la invitó a su casa. Fuimos los tres. Mi amigo se excuso con una tontería y desde su cuarto puso el tema. Ella se volvio loca y chapamos como dos pre adolescentes alocados. Yo sentía que mi corazón iba a explotar por los latidos, pero no. Luego mi amigo volvió con tres vasos de soda y los tres los bajamos con una sed inextinguible. Nos pasamos los teléfonos y nos empezamos a llamar todas las noches. Cuando me llamaba mis padres me pasaban el tubo con una sonrisa condescendiente y odiosa. Para mí, todo el asunto era serio, muy serio.
Al poco tiempo salimos de campamento con el grupo y a mí me costaba horrores acercarme a ella adelante de todos los demás. Ella lo notó y no pareció gustarle eso. Además, había otros chicos que se le acercaban a hablarle y ella me miraba buscando mi reacción. Yo estaba paralizado. Esa primera tarde de aquel campamente de fin de semana alguien puso la radio y entonces sonó el "tema del momento", mientras todos estábamos al alrededor del fogón. Cuando la canción decía... "vivo dando vueltas a tu alrededor, como un perro abandonado que en la calle se quedó" me fui a su lado y le di vueltas. Ella se mató de risa e hizo lo mismo. Luego, al regreso, volvimos sentados juntos en el tren, comiendo unas galletitas Frutigran que llevé y dándonos besitos moderados para que no nos retaran. Sus labios erán cálidos y suaves, muy suaves.
Seguimos un tiempito más así, pero yo seguía sin poder ponerme a su lado como esperaba.
Hasta que en el siguiente campamento, ante esa imposibilidad mía, ella terminó por acercarse a otro chico que la cortejaba bien. Yo me hice a un lado de todo el asunto y eso fue todo. Lloré por los rincones desconsolado y ella se apenó, pero no pudo hacer nada al respecto. ¿Que podía hacer?
Al volver a Buenos Aires, lloraba como un condenado hasta que un día decidí reconquistarla. Fui al kiosco del barrio y le compré una caja de caramelos con forma de corazón, pero cuando tuve la intención de dárselo la vi por el barrio, en la compañía de otro chico nuevo. Me escondí y una vez que pasaron, arrojé el corazón en el primer tacho de basura que encontré.

lunes, 16 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



29) Una fresca mañana primaveral del 2002 me hice la rata o rabona (no fui al colegio). Estaba en quinto año y ya tenía mi pase asegurado hacia la nada o la eternidad. Iba de Almagro a San Telmo y ya me pesaba esa ambigüedad casi lateral que me generaba ir de un punto a otro de una ciudad que no me veía. Cerca de San Telmo está El bajo, y más allá Puerto Madero, y más allá La costanera y un poco más allá, la Reserva ecológica. Pero no me fui tan lejos. Llegué a una banca de Puerto Madero y me senté a contemplar como el día empezaba a despertar, justo frente al sol naciente por el este.
Me había llevado algunos cds en mi discman. Uno de ellos era Close to the edge de Yes. Gran disco, con grandes temas y una gran tapa.
El tema que le da nombre al disco dura casi veinte minutos. Mas o menos por la mitad, el tema se calma, baja mil cambios y entra en una especie de trance responsorial. El cantante Jon Anderson canta y un grupo de muchachos le responde de fondo. Esa parte es hermosísima y dura algunos minutos, hasta que el super órgano de inglesia de Rick Wakeman mete un corte, pero luego vuelve la canción en voz baja. Pero otra vez los teclados de Wakeman cortan esa especie de nube de ensueño o pompa de jabón etérea en la que nos había sumergido la canción.
También podría hablar del tema siguiente And you and i, que tiene esa introducción de guitarra acústica trascendental, meditativa, contemplativa y hermosa. Una canción aún más épica que Close to the edge, pero ésta es el caramelo por excelencia de todo aquel rollo progresivo que disfrutaría en esa mañana primaveral mientras mis compañeros estaban aprendiendo en el colegio y yo aprendía a disfrutar en modo cuasi zen de la belleza de la vida.

domingo, 15 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



28) En el 2011 habíamos armado una bandita de amigos, una pareja amiga y una chica en cuestión. Más allá de haber terminado siendo una mezcla de Mamas and the Papas y ABBA con un poco de Fleetwood Mac en cuanto a relaciones amorosas de por medio, la cosa (que duró dos o tres meses) estuvo buena como experiencia en sí.
Nos dedicamos a tocar covers en un cuarteto acústico. Mi amigo tocaba la guitarra criolla, las chicas coros y guitarras ocasionales, yo la percu. Sin embargo, cada uno se practicó un tema y lo cantó. Mi amigo cantó "Garden of serenity" de los Ramones, las chicas "Jesus loves me" (Cocorosie) y "Hot Rod mama" (T Rex), yo "Lotta love" y todos la cumbia noventera "Vienes y te vas" de La base.
Tocamos una única vez en un centro cultural trosko de Lanús. Como dije la experiencia fué única y gratificante. Nunca me sentí tanto un "rockstar" como aquella noche y eso que me equivoqué en la letra de la canción por los nervios. Tocamos los cuatro sentados, rodeados de velas y con imágenes de la película Fantasía de fondo. Todo un happening al viejo estilo hippie, como diría Abraham Simpson.
Todas las canciones del repertorio me recuerdan a aquella noche mágica, pero la que canté yo (la vieja canción setentosa del bueno y querido Neil Young) quedó implicada más sentimentalmente en mí. Sin saberlo o reconocerlo del todo, se la estaba dedicando a la chica de la banda con la que cantábamos. Ella lo suponía, yo sabía que lo suponía y así y todo, ese romance breve duró lo que duró la propia banda. Esa misma noche, después de tocar, nos volvimos juntos en el colectivo 15 y nos bajamos en la plaza de Congreso. Fuimos a su casa y cogimos por última vez.
Al otro día casi me saludó con un apretón de manos y aunque me la cruzaría por la vida algunas veces más nunca se planteó volver a estar juntos. Ella todavía estaba saliendo de una relación. Yo no, la esperaba y por eso mismo la cosa no pudo seguir porque todo indicaba que se terminaría con un corazón roto, el mío.
Lógicamente la banda se extinguió después de ese debut y despedida, y no poco tiempo después la pareja de amigos también romperían. La banda dio demasiado, tanto que nos aniquiló nuestra propia pasión desatada. Sin embargo, creo que los cuatro recordaremos esa noche de finales de Septiembre de 2011 toda la vida porque, de hecho, fue una noche de pura magia y expectativa.

sábado, 14 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



27) Si hay un año que odié, un año en el que todo lo que podía salir mal, salió, ése fue el afamado y mal ponderado año del 2006. Anno horribilis par excellence.
Por suerte todo eso ya pasó y sigo vivo, pero esa no es la cuestión. En esta lista me di cuenta que abarque casi todos los años desde mediados de los noventas hasta poquitos años atrás y si no lo hice aún, estoy en vías de... Pero del espantoso 2006, nada. Ningún buen recuerdo de escuchar canciones venían a mi mente. Es como si hubiese estado tan sumergido en la mierda que no tuve oportunidad de tener mi momento epifánico anual correspondiente. Ninguna canción pareció marcar mi vida durante aquel invierno eterno. Sin embargo, escarbando y escarbando en la basura a veces solemos encontrar algo y como el que busca encuentra...
Paradójicamente una de las canciones que más tengo presentes de aquellos tiempos aciagos es una de Spinetta (uno de mis músicos preferidos). Y bueno, es así. Las contradicciones y paradojas de la vida no tienen límites.
El tema: Dale luz al instante.
Es un tema que no odio, pero no me trae los mejores recuerdos. Por aquel tiempo mi viejo se estaba encontrando con su amante por la cual se iría de casa a mitad de año. Y mientras todos sabíamos de las fechorías del viejo, éste era un tema que ponía feliz por su nuevo amor. Y yo lo odiaba en silencio. Un traidor a mi madre, a la familia, a todos, a mi. Así lo veía en ese momento al menos. Por ende, odié la canción y ese disco Pan de Spinetta siempre me quedó atravesado como una espina en la garganta, convirtiéndose en el único disco que no me gusta del flaco ni me compré jamás.
Hoy a la distancia está todo liso con mi padre y entiendo su segundo aire que agarró al cumplir los 50, pero bueno, quien nos puede culpar, éramos todos más jovenes...
El recuerdo no es bueno, lo sé, pero no todos son buenos y agradables recuerdos en la vida nocierto...

jueves, 12 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



26) "1990" de Daniel Johnston llegó a mi como cachetada de novia borracha. Era el verano del ya mencionado tantas veces 2009. Estaba solo de vacaciones en el sur patagónico, más específicamente en El Bolsón. Como andaba solo y aburrido, a veces me internaba en la cabaña o espacio común del camping y ahí me quedaba tomando vino, cerveza, comiendo un sánguche, tocando la guitarra o simplemente contemplando la vida por la ventana.
Una de aquellas tardes en las que me dedicaba exclusivamente a contemplar la vida pasar me percaté que la música que sonaba de fondo en la cabaña no sólo no era nada que yo conociera sino que además era extraña. Su cantante parecía estar sufriendo de algún problema mental o era muy afectado. Le temblaba la voz bastante, a veces parecía que lloraba mientras cantaba, tocaba el piano como un animal (al decir de Charly) en el sentido que golpeaba las teclas con vehemencia inusitada.
Sin embargo, cuando parecía que todo estaba mal en lo que hacía, un halo seductor y atrapante sobrevolaba en el sonido de aquel extraño músico desconocido por mí. Yo seguí comiendo mi sanguche, hasta que empezó a sonar Got to get you into my life, el famoso tema de Paul del disco Revolver. Una versión deforme, agridulce, deprimente, gris, torturada, increíble. Ahí no pude más, me levanté de mi silla de paja y me acerqué al hippie que atendía tras el mostrador (una especie de hare krishna bolsonero exiliado de alguna ciudad del conurbano).

-Che, quien es este chabón que canta? Este es el tema de los beatles!
-Ah si! este es Daniel Johnston. Un tipo rarísimo que durante los ochentas grababa canciones en cassette dentro del garage de la casa de sus padres. Nunca salía, era una especie de genio atrapado en su propia locura. 
-Es raro. Me gusta...
-Si, es difícil escucharlo porque bueno, como escucharás suena mal. Pero tiene una llama interior muy poderosa. No deja indiferente a nadie. Para bien o para mal. Es el maestro del género lo-fi y tiene fanáticos en todas partes del mundo, incluyendo a los Sonic youth y Kurt Cobain.
-Genial! Cuando llegue a Buenos Aires lo voy a buscar.

Y así fué, al llegar a Capital me puse a buscar sus canciones en Youtube. A indagar su historia y me aluciné. Supe de sus trastornos, la foto de Cobain con la remera, etc. Sentía que había descubierto una panacea de lo raro, sin embargo, de a poco me daría cuenta que ya muchas personas lo conocían y que lo mío no era ningún descubrimiento increíble. So... Volví a mi música "hi fi" y pocas veces volví a escucharlo porque de verdad, puede ser perjudicial para la salud. La música de Johnston tiene una carga emocional muy intensa que no siempre es fácil capear. Obsesionado con Satanás a un punto tan enfermizo que parece salido de una novela de Stephen King. Pero DJ nunca será indiferente para mí, y ese día que lo conocí en medio de un bosque patagónico quedará para siempre en mi memoria.
Ayer murió.
Que descanses en paz, muchacho atormentado.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



25) A principios del año 2007 me compré el primer disco solista de Peter Gabriel del año 1977 (el de la foto en el auto mojado). Era finales del verano y por esa época suele llover bastante aquí por Buenos Aires. El disco amenizó perfecto la estación (los inicios del providencial otoño porteño).
Si bien temas como Solsbury hill, Slowburn o Humdrum son canciones difíciles de obviar, creo que fue Modern love (anterior al tema de Bowie) el que se me impregnó de manera más formidable.
Por aquellos tiempos andaba boyando de trabajo en negro a trabajo en negro. Pero puntualmente en ese momento me dedicaba a grabar unas charlas en el ministerio de educación.
Tengo el recuerdo muy nítido de escuchar Modern love de Gabriel e ir con una sonrisa a trabajar. Me sentía libre y esperanzado. Frente a mí se abría la posibilidad del trabajo independiente, estudiaba Psicología en la UBA y me estaba yendo bien. Ya había olvidado los pesares de la ruptura vivida en 2005 y la herida por la separación de mis viejos y de la muerte de mi gata en 2006 empezaba a cicatrizar de buena manera. Entonces, con las heridas cerradas y un porvenir por lo menos interesante me dediqué a mis proyectos particulares. Pocos meses después iniciaría un ciclo de cine donde conocería a mi siguiente relación y los problemas no tardarían en regresar, pero en ese momento estaba solo y despreocupado, viviendo la vida plenamente y feliz de hacer nuevas cosas.
Ese primer disco de Peter Gabriel me trae el recuerdo de una época luminosa y alegre y es en definitiva mi disco preferido del gran músico británico post Génesis.
A partir de ahí me haría gran fan de los discos solistas de él, comprándome los discos siguientes que no eran menos geniales, sobre todo el tercero y So.
Podría afirmar que esa hermosa etapa cierra en marco del 2009 cuando lo fui a ver al estadio de Velez en uno de los mejores conciertos que vi en mi vida. Luego empezarían los pesares con la partida de mi novia a Europa y la posterior ruptura, pero esa es otra historia que ya fue contada antes.
En cambio esa época de descubrimiento fue como una primavera de "entre guerras" donde pude armarme de una rutina solitaria y productiva que coronaría con la escritura de mi segundo libro de poesía que recién presentaría al mundo en un 2011 ya diferente y cambiado.

martes, 10 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



24) Año 2001. Poco antes de que nos mudáramos al barrio de Almagro con mi familia, me había obsesionado con una banda. Black Sabbath y con un disco en particular Sabotage de 1975.
Si bien, a la banda ya había llegado dos o tres años antes (Paranoid fue el primer cd que me compré en el afamado y viejo Parque Rivadavia) fue con este disco que me hice fan de la banda y es un fanatismo que me duró varios años. Y aún hoy la banda me gusta más que otras por las cuales también fuí fan como AC/DC por ejemplo.
(De hecho, fue la última banda que fui a ver a un gran recital en el 2013).
Yo estaba en cuarto año del secundario y me sentía harto del colegio, harto de levantarme a la mañana temprano, harto de estudiar, harto de lidiar con compañeros idiotas o profesores insensibles. Harto de no poder dar curso a mis amoríos imposibles.
Este disco, el sexto de la banda, funcionó como una especie de moladora que me taladró la cabeza dandome fuerzas para seguir. De a poco empecé a dejar el rock cabeza o barrial de La Renga o Ac/Dc y me sumergí en las oscuridades de bandas como Sabbath o The Stooges.
Sympton of the universe es una de esas canciones con las cuales quería salir a romper todo, dando cauce a todas mis frustraciones adolescentes. Proto trash antes de que exista el proto trash,
Megalomanía era una canción oscura, de tinte diabólico al mejor estilo White Zombie, pero con un estilo un poco más operístico. De hecho el librito del cd alineaba Sabotage con A night at the Ópera de Queen como discos primos hermanos. Y al poco tiempo andaría escuchando el famoso disco de Queen con iguales ganas.
Sin embargo es The Thrill of it all el tema que por excelencia me hace acordar ese invierno del 2001 previo a la crisis de gobernabilidad del gobierno de la Alianza.
No sé porque, pero así es.

domingo, 8 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto


23) En el 2009 me pasaron muchas cosas. Una de ellas fue el viaje a Europa de mi novia, mi desesperación, su regreso, la irreversible ruptura y el posterior duelo. Pero también, al poco tiempo, fue el rencuentro con una ex novia, el resurgimiento de un viejo amor, los meses de enamoramiento, la alegría otra vez. Básicamente pasé del infierno al cielo en un período escaso de cuatro meses. 
En plena primavera yo ya andaba feliz otra vez, y escuchando mucho un disco "nuevo" de la cantante Alika y nueva alianza (ex Actitud Maria Marta).
Educate yourself (2008) me lo había pasado un compañero de laburo y me enganché con ese reggae trapero y lisérgico de la muchacha dubera. El Tema: Oye mi amiga! el gran hit del disco.
"Oye mi amiga, creo que estás confundida, para que lado estás llevando tu vida?" Temón.
Y así iba por las calles escuchando esto en aquella hermosa primavera del '09.
Renovado, reconstruido, rehecho, renacido de mis propias cenizas. Y si bien, en el invierno del 2010, otra vez el sueño se terminaría, al menos bueno... puedo decir que disfruté el tiempo mientras duró. Claro que nada es para siempre, pero durante muchos años después, volver a escuchar a este tema era volver a aquella breve pero intensa primavera del amor.

sábado, 7 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



22) Volvemos a los vinilos de Mar del plata y al convulsionado año de 2001. Había ido solo con mi vieja a la "feliz" para pasar el fin de semana largo del día del padre con mi abuelo. Bueno, Mardel es una ciudad muy fría en invierno y estábamos en los inicios de la estación. Yo venía de una cistitis terrible que me había pescado vaya a saber como, porque como bien le expliqué al médico con bastante malestar es que era más virgo que el caballero Virgo. But...
Por aquellas épocas estaba con un metejón terrible con una chica de mi colegio, tres años menor que yo (una barbaridad a esa edad) y si bien, supuesta-mente, era correspondido la cosas no eran tan simples. Ella ya tenía novio y no parecía estar dispuesta a dejarlo por mí. Clara mente (visto a la distancia) el error de cálculo fue mío al no entender nada de la vida. Pequé de inocente y no sería la única vez en mi vida, pero esa es otra historia. Al margen de todo esto la cuestión es que yo me estaba partiendo en mil pedazos por dentro con todo el dramatismo que suele aquejar a un adolescente hiper inseguro como yo. Básicamente, ella era quien había puesto las cartas sobre la mesa, aclarando que le pasaban cosas conmigo. Yo tragué saliva y le reconocí que me pasaba lo mismo, pero que por la cuestión antes planteada nos encontrábamos en un callejón sin salida. 
Todo esto sucedió en el breve lapso de un recreo del colegio, una semana antes de mi viaje a Mardel con mi vieja. Esos viajes que siempre esperas y cuando llegan son en el peor momento, son cuando necesitas quedarte. Yo sentía que todo era muy reciente y no podía asimilarlo tan fácil. Quería quedarme en Buenos Aires para ir a tocarle el timbre a la casa, que saliera, camináramos por San Telmo (donde vivía) y en lo posible chapáramos. Pero eso no pasó, en cambio estaba en la gélida Mar del plata, con mi vieja y mis abuelos. Y no tenía mucho para hacer. Fui a inflar la bici pero la bicicletería parecía estar más clausurada que el mismísimo Luna Park. Agotadas mis opciones volví a la casa de mis abuelos y me puse a escuchar los pocos vinilos de rock que allí había. Recuerdo en particular A day at the races de Queen. Ese disco me acompañó todo ese finde de ansiedad por aquella muchachita que me gustaba. Si bien todas las canciones son la banda sonora de ese momento es Drowse (el tema del batero Roger Taylor la que me quedó más adherida al inconsciente) quizás por ser la de una melodía más romántica... Quien sabe, pero así es. Una de esas tardes la llamé y se notaba que ella estaba nerviosa. No esperaba el llamado. Cruzamos dos o tres palabras y luego ella me pidió que cortara ya que iba a gastar un dineral en llamada (estaba en un locutorio y los pulsos continuaban su curso sin piedad de un joven enamorado). Yo no quería cortar pero tampoco sabía que decir. Solo atiné a contarle que hacía mucho frío. Luego le mandé un beso grande y le dije de juntarnos a la vuelta. En fin, las cosas no salieron del todo bien, pero Drowse y todo aquel disco de Queen me acompañaron casi todos los inviernos desde entonces. 
CONCLUSIÓN: Algo que no quiero dejar de mencionar es que un año después de aquella historia, estábamos en lo de un amigo, ella y su amiga. Mi amigo se fue a la cocina con la otra chica a charlar o algo y nosotros nos quedamos en el living escuchando unos música. Increíblemente estaba A day at the races y lo puse. De hecho, recordando ese finde en mardel, escuchando Drowse y pensando en ella puse la canción. Sonó un minuto y dijo: "No me gusta este tema, cambialo". En fin, shit happens...

jueves, 5 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



21) Ahora llegó el momento de hablar de una gran GRAN banda, grandísima, bandaza! Deep Purple.
Si señor, una de mis preferidas por mucho tiempo. Con mi batero prefe, mi cantante prefe y (obvio) mi guitarrista prefe. Creo que tecladista también. Bueno, todos, menos el bajista que igual me cae bien, eran mis músicos preferidos en la secundaria. Estudiar matemáticas o geografía daba lo mismo, Purple sonaba de seguro de fondo y si bien sé que eso no me hizo rendir súper bien, al menos me sacaba un poco del tedio que me generaba estudiar.
Es difícil nombrar una canción preferida de esta banda. Hay de todo: Highway star (temón por el cual conocí a la banda), Burn o Lay down stay down (que siempre me mataron los cortes que hace el baterista Ian Paice), la hermosa Our lady (del disco mas ninguneado de la era clásica) o Freedom (Donde podemos apreciar la capacidad vocal de Gillan al máximo y de donde un Axl Rose habrá tomado debida nota). Pero no, creo que ÉL tema que me trae toda esa época de educación sentimental musical es CHILD in TIME.
Sí, temazo por donde se lo mire. Ese inicio suave con los teclados invernales de Jon Lord, esa maravillosa guitarra de Ritchie Blackmore con su excelsa digitación y buen gusto, la bata, la voz y el bajo de Glover acompañando de manera genial. Una locura de 10 minutos con subidas y bajadas. Una verdadera joya de Adamantium. Irrompible más allá de ser un tema de (casi) cincuenta años.

Creo que "In rock" fue el tercer o cuarto disco de Purple que me compré en 1998. Estaba en segundo año y mis salidas de aquel entonces era ir a patear por el microcentro, Lavalle y Florida, etc. Una tarde de invierno me di una vuelta con Claudio, un compañero ramonero del colegio y pasamos por un Musimundo de la peatonal y pimbi! adentro. Luego nos fuimos a jugar a los fichines y mientras el Pacman esperaba más fichas, abrí el celofán del cd. Era una edición 25 aniversario y traía las firmas de los músicos en el plástico del compacto. La tapa medio azulada con una imagen del monte Rushmore que en vez de tener a los presidentes yanquis detentaba a los músicos británicos. ¿Una ofensa? Nah! Esas cosas chupan un huevo por lo general. Le mostré una foto de los músicos a mi amigo y le dije que el batero tenía un aire a Joey Ramone (para congraciar). Me respondió a lo punk: Psé... puede ser.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

33 canciones por minuto



20) Bueno, después de larga ausencia retomo el oficio de escribiente recordador de viejas anécdotas sobre canciones.
Una de ellas me recuerda a mi adolescencia más primal, condicionada por el contexto económico y como muchas veces la música sirve como trinchera contra un mundo hostil.
A poco el año '99 y 2000 yo había tenido un leve acercamiento a lo que se conocía por aquellos años como el rock chabón o cabeza. Sin embargo, mi breve acercamiento no pasaría de dos bandas, Los Redondos y La renga. Nunca soporté a Los piojos, literal o figurado.
Por aquellos decadentes finales de los noventas La Renga fue una banda que me atrapó por su sonido rocker puro. Guitarras distorsionadas, batería potente y bajo macanudo y saltarín. Chizzo, Tanque y Tete, eran este trío poderoso, a veces acompañado (el toque rocanrolero de los 90s) por un saxofonista y harmoniquista.
Con mi familia habíamos caído en desgracia, refugiándonos en un departamento en los suburbios de la ciudad, en el tanguero barrio de Nueva Pompeya. Este barrio que detentaba el nombre de una famosa ciudad italiana, a diferencia del otro que también lo hacía (Palermo), carecía de glamour o buenas intenciones. Básicamente, Pompeya se había convertido en un barrio marginal, donde el sueño del barrio industrial había colapsado de forma estrepitosa mucho antes que nosotros fuéramos allí.
La cuestión es que yo andaba por ahí, caminando perdido por las calles mal iluminadas y solitarias del barrio. Por aquellos años encontraría refugio también en las películas, el cine como salvavidas cotidiano y además, lo que ya estaba, el rock.
Mi hermano había traído el disco en vivo Bailando en una pata (algo raro en él que era rollinga de Viejas loca y los Ratones). El disco captó mi atención de inmediato. Era para la misma época en que también abría mis sentidos a bandas pesadas como Ac/Dc o Black Sabbath. Y en La renga encontré un power diferente al de bandas como Divididos. Mas cutre, mas cabeza, menos técnico, puro barrio.
De alguna manera es la canción La nave del olvido la que condensa aquella sensación púber de que alguien le cantaba a mi realidad. "La Luna de Pompeya... la Perito Moreno..." toda mi realidad ahí, presente para recordarme que no estaba tan solo como creía.