sábado, 30 de septiembre de 2023

Mi Dulcinea



El que busca, encuentra. El que entrega, recibe. Y los últimos serán los primeros. 

Ah re, Dulcinea del Toboso!

Ángel mercuriano del interior.

Bravita muchacha, que con tu caractersito peleador me has cautivado. 

En todos tus rechazos y bloqueos contractuales siento tu deseo reprimido como nunca.

Cuando me ves llegar pones cara de: "Ahí viene otra vez este loquito"

Pero muy sutilmente sonreís como diciendo: "En el fondo me gusta tu visita"

Sos una gauchita un poco artera. 

A veces me cuereás con otros gauchos, pero sabés que eso me vuelve más a vos. 

Cuando me ninguneás por las mañanas, camino del trabajo, yo entristezco. 

Porque en el fondo vos sabés que te amo. 

Ninguna españolita me ha enamorado como usted, con su pelo al viento y neceser. 

Ahora podríamos ser solo amigos, acepto eso de una buena dama.

Pero quiero que sepas

que un día

volveré

para pedir

la eternidad,

que es tu dulce mano.

viernes, 29 de septiembre de 2023

ARACNEA

 


El ser baja por el camino, encomendándose a su sentido del olfato. Los regueros místicos del sol, desconocen cuál es el sentido del apocalíptico festín que se avecina. Ellalaraña descuartiza los miembros de los vanderlogs que se cruzan en su camino.

El "ser en el umbral" retuerce sus tripas disparando jugos ácidos sobre los ojos de los mamíferos más indefensos del bosque. Sus huevos son bolas que se pudren al salir de su enorme estomago negro y luego de unos días estallan a la intemperie, pudriendo todo en derredor.

La tierra empieza a agonizar debido al avance de este cada vez más inmenso ser. Una bola negra de muerte y destrucción a su alrededor dispara la alarma en los pueblos más lejanos.

Todos temen la cercanía de la bestia final, la demoledora de mundos. La muerte ciega. La araña añera. Y aunque en términos estrictos no sea una araña, el viscoso y desagradable ser bajado de los árboles de los terrenos baldíos del oeste, es una masa amorfa con varias patas negras, largas, finitas y negras. Contrastando con su cada vez más voraz estómago sobredimensionado.

El fin parece algo inminente.

Los emperadores del viejo mundo se pelean. No existen acuerdos para desembarazarse de tan terrible engendro demoledor.

La solución final para prender fuego todo a su alrededor, bajo pena de destruir sus propias ciudades y países enteros.

En este estado de caos y anarquía social, se acerca un caballero de verde armadura al último reino en pie. Es recibido, aunque nadie lo conoce.

Él se inclina y dice una plegaria inentendible para la corte.

El último rey le pide que se quite el casco como muestra de respeto y sometimiento.

El caballero verde duda unos segundos y luego accede.

Tras una larga espera y bajo una abundante cabellera castaña aparece el rostro de una mujer.

Una exclamación de sorpresa se eleva por los aires, ¿cómo una mujer podía vestir esa noble armadura?

Ella es de aspecto varonil, muy seria, pero hermosa y femenina a la vez.

Ruge a los cuatro vientos.

El Ser Devorador de Mundos se llama Rag-mar. Es la reencarnación del mal que cada 10000 años vuelve personificada de alguna manera espantosa para terminar con todo.

Ella es la única sobreviviente de una raza de guerreros que la combatieron desde tiempos inmemoriales.

Todos callan porque la esperanza ya no tiene margen.

Nadie sabe quién es ni que es lo que va a hacer. El rey le pregunta que necesita.

La guerrera calla unos segundos...

Sólo pido la espada del rey.

El silencio se convirtió de incómodo a tenso. El rey contestaba a esto con nerviosismo. Haciendo tamborilear sus dedos sobre el mango en cuestión. Él sabía que si le entregaba su espada, el símbolo fálico de poder por excelencia, y ella salía victoriosa entonces... ¿Que? Probablemente tendría que abdicar a su favor. La salvadora del mundo no podría tener otra recompensa más que el poder absoluto. ¿O había otra opción?

El rey entró en conflicto. Si le daba su espada perdería el poder y a favor de una extraña mujer que nadie conocía pero si por otro lado la ignoraba, el ser mortífero los aniquilaría de seguro.

No quedaba otra que apostar sus escasas chances con aquella desconocida.

Él sabía que si ella triunfaba el mundo cambiaría. Una nueva era acabaría irremediablemente con la anterior. Pero no era momento de ser mezquinos. A grandes males, grandes remedios y el rey, tenía a su favor ser un hombre medianamente razonable. No así su reina, quien atrapada por el ego, no podía permitir que su esposo perdiera todo el poder.

jueves, 28 de septiembre de 2023

Mi precioso

 


Esa mañana desperté sintiéndome extraño, muy raro con mi cuerpo. Como más pesado, pero a la vez poderoso.

Al abrir los ojos noté que algo había cambiado. 

Mi entorno no era el esperado. A mí alrededor me percaté que mi pieza ya no era mi pieza sino un cuarto extraño. A primera vista se lo notaba como un lugar más amplio, con muchas vigas y paredes de madera. Podía notar el olor a humedad y madera recién cortada. Esto al principio me dio un poco de miedo porque pensé que me habían raptado. Estaba seguro de que no se trataba de un sueño.

Cuando me quise incorporar noté mi cuerpo muy pesado, ataviado de ropajes inmensos y bastante abrigados. Mis pies detentaban unas botas grises en punta. Noté que el aire del cuarto estaba bastante frío, por lo que se entendía por qué tanto abrigo.

Pero mis pies eran mucho más grandes, mi cuerpo parecía el de un hombre mayor de casi dos metros. Y estaba seguro de que una barba blanca colgaba de mi mentón. Asustado corrí buscando un espejo.

Fui a lo que pensé que seguro era el baño de ese rústico lugar pero nada, sólo un tronco cortado con forma de trono y poco más...

Busqué desesperado por toda la cabaña y nada. Hasta que vi una pared donde un manto de dudoso aspecto colgaba de una manera muy poco armónica. Corrí ese telón y del otro lado el espejo!

En este espejo no aparecieron mis padres por detrás, ni la cara de un trasnochado pelado me dijo que yo era el más bonito. Frente a mí se paraba la cosa más extraña, bizarra, e increíblemente cool que había visto jamás...

¡Gandalf! Gandalf el gris, sí señor.

¿Cómo no me voy a volver loco? Era el mago más poderoso, más polenta y tremebundo de todos los tiempos. Mi aspecto era una mezcla de imágenes. Un poco Sir Ian McKellen, un poco el de la versión animada de 1978 y otro poco el ermitaño del disco de Led Zeppelin IV. Un conjunto total de ñoñeces de mi adolescencia.

Cuando me di cuenta que me había despertado convertido en Gandalf supuse por lógica que entonces me encontraba en la Tierra Media. Salí corriendo de la cabaña para darme cuenta que en realidad la casa de Gandalf es un tremendo caserón de dos plantas y si hasta tiene un garaje donde guardo sus caballos. Uno blanco y otro negro. Por eso de bien y el mal supongo.

Mi entorno no era menos increíble, montañas enormes muy cerca de mi hogar, un bosque extenso, oscuro y espeso, como de cuento de hadas. ¡Maravilloso! Y cerca por el rumor del agua corriendo, un río o un brazo más pequeño del mismo.

Me pregunté si estaría en un tiempo de paz o de guerra. Esperé poder disfrutar de una vida apacible y que el futuro de mundo no dependa del mí. Sí, ya sé que suena bastante egoísta pero en verdad, aunque fuera Gandalf, no era Gandalf, era yo, con aspecto de Gandalf.

Busqué mi báculo e intenté tirar un poder pero apenas si logré mover algo. Claro, carecía del conocimiento de un mago verdadero. Había acortado ¿por arte de magia? todos los caminos para convertirme en algo que en realidad no era. Pensé que si venían en mi ayuda estaría en problemas.

Decidí que lo mejor sería esconderme y si alguien venía...

-¡Gandalf! ¡Gandalf!... Te estuve buscando viejo amigo. Estamos en problemas... los orcos están atacando los bosques élficos de Lothlorien y...

¡Mierda!

miércoles, 27 de septiembre de 2023

El año de la serpiente

 


Cuando arrancó el último Año de la Serpiente, el Saulo y yo nos encontrábamos lejos del hogar. Habíamos decidido celebrar el año nuevo en las islas del delta, y para mayor placer, hacerlo en un camping bien pero bien alejado del centro de Tigre. Lo más lejos que se podía estar de todo.

Lo bueno de las islas del delta es que realmente te sentís bastante aislado del ritmo y de la vida urbana. Lo malo es que eso mismo te puede resultar un poco incómodo si no estás acostumbrado a vivir ese tipo de experiencias en la naturaleza, por ejemplo: pueden haber crecidas e inundarse fuerte todo el predio en el que estás. Puede, por consiguiente, cortarse la luz y hacer todo eso más calamitoso. Y también podes quedarte aislado, sin conexión con el mundo exterior y casi que sin víveres para pasar el tiempo necesario hasta que la lancha pueda volver a buscarte. Más... gatas peludas, perros insubordinados, capibaras asesinas, etc.

Bueno, todo esto pasó un poco en ese tan particular e inolvidable año nuevo. Sumado a el consumo moderado de algunos estupefacientes, básicamente: mucho porro, vino y un poco de ácido.

Poco antes de que dieran las doce se cortó la luz en todo el delta. Al rato, esa pepa que nos habíamos tomado por obra y gracia del Saulo, empezó a estallar en nuestros cerebros, como si se tratara de mil agujas clavándose en nuestras neuronas, logrando una sinapsis alterada, transformación de humanos a seres inorgánicos que se confundían con el entorno natural tan desconectado de la civilización.

En mi caso era la primera vez que tomaba LSD y si bien todos sabemos que no es lo mismo la pepa de Panoramix que el ácido que tomaba Hendrix en los 60's, de todos modos no deja de ser un petardo explosivo para nuestra mente tan acostumbrada a la rutina diaria.

Lo primero que me llamó la atención fue un cierto nivel de euforia seguido por una verborragia imaginativa poco usual en mí. Pero hasta ahí, podría ser el efecto de un buen porro. Sin embargo, ahí no terminó la cosa. De a poco la rareza iría in crescendo. El hecho de estar en completa oscuridad en un camping un 1º de enero a las cero horas, nos hacían sentir extraños porque la noche en sí estaba rara. No hacía calor y en cambio había un viento fresco que movía las copas de los árboles que nos rodeaban, pero de una manera tan notable y sentida que ese sonido de hojas gimiendo por el aire, parecía aumentado a un nivel increíble. La luna estaba ahí, semi llena, poderosa, elevándose sobre nosotros para darnos la única luz posible, ese manto espectral blancuzco que la distingue sobre cualquier otra luz, esa luz proyectada y fantasmal que la convierta en la única e indiscutida reina de la noche.

Cuando todo eso no paraba de parecerme tremendo, me percaté que estaba rodeado por cientos de bichitos de luz. Ese extraño insecto que por una reacción química produce una luz flúor en su cuerpo, volando a mi alrededor, como estrellas fugaces, girando y girando, por momentos como cayendo al suelo. Chispazos de luz en medio de una noche lunar perfecta. Le remarqué a mi amigo lo alucinado del momento y el me miró asintiendo, con los ojos desorbitados, él ya estaba en otra galaxia.

Caminamos lentamente hacia el río, iluminados por la luna, pudimos dar con el borde de la pequeña rivera. El Saulo me hablaba de cosas incomprensibles y yo hablaba de otras. Mencionamos la reciente muerte del flaco y el viento sopló con vehemencia. Nos quedamos pasmados del miedo. De pronto, el río que hasta ese momento era una sombra parecía moverse, cobrar vida y de pronto viborear como una serpiente gigante. La alucinación era tan fuerte que temí hacerme pis encima, sin embargo mi cuerpo estaba lejos de poder reaccionar a nada. Al minuto vemos pasar una lancha y la explicación racional del porque el río se había alborotado así previamente.

En ese momento necesitaba descansar y me apoyé en el árbol que estaba más cerca de mí. Pero lo que sentí al apoyar mi mano sobre la fría corteza fue una experiencia demasiado psicodélica. La sensación imposible de percibir que el árbol me transmitía un montón de energía a través de mi brazo. Una sensación cálida pero muy poderosa. Tuve un poco de cagazo y me desconecté de esa fuente de energía. Se lo comenté al Saulo pero éste sólo atinó a reírse a carcajadas.

Al ratito ya sentíamos frío y nos fuimos a meter en la carpa. Al cerrar los ojos toda una serie de figuras geométricas de todos los colores se paseaban frente a mí. Era algo bastante molesto dado que ya estaba cansado, me quería dormir y dejar de tener un viaje psicodélico.

Al otro día me desperté sobrio como un bebé y limpio como un predicador. Hicimos como pudimos un improvisado saludo al sol para luego descansar de esa noche estrobodélica. Entre mosquitos y gatas peludas pudimos transmutar nuestra piel para, al otro día, poder regresar de a poco y sin dolor al mundo de los seres humanos. 

martes, 26 de septiembre de 2023

Escape 'rebozado' a N.Y.

 


Jorge Ángel Livraga Rizzi, más conocido por todos sus amigos del barrio de San Telmo como "el Chofi", es un muchacho que a los 31 años tuvo que irse de su ciudad para buscar nuevos caminos y luego de un derrotero de casi un lustro de yirar y yirar, se vio atrapado por "la ciudad que nunca duerme", no B.A., sino la otra, la del hemisferio norte: N.Y.

El Chofi intentó todo tipo de trabajo, desde limpia pisos para el negrero de McDowells, hasta barman en el barrio italiano para un tal Chaz Palmintieri. Pero la verdad es que el Chofi quería poner su propio restaurante argentino donde se sirvieran milanesas. Todo tipo de milanesas, desde las clásicas finitas y crocantitas, hasta las gordas y blanduzcas. Las milanesas van con todo, diría el Chofi en modo Bubba: Milanesas con puré, milanesas con papafritas, milanesas con ensalada, milanesas con arroz, milanesas con fideos, milanesas a caballo, milanesas a la napolitana, milanesas duras a la "pappolitana", milanesas blandas a la "sui generis", milanesas con salvado, milanesas con pan rallado, milanesas con rebozado, milanesas con limón, milanesas con mostaza, milanesas con camarones, milanesas encebolladas, milanesas de carne, milanesas de pollo, milanesas de pescado, milanesas de soja, milanesas de berenjenas, milanesas de lentejas, hamburguesas de milanesas, milanesas asadas, milanesas con más milanesas en fin... y así y así, etcétera y etcétera.

En fin, el Chofi se encontraba inmerso en estas ideas alucinantes sobre el gran negocio de la milanesa mientras viajaba del Bronx a Manhattan. En verdad, hacía cinco años que vivía en esa gran ciudad y no tenía para nada claro donde estaban los lugares más importantes. El subte allá es el metro o subway. Es un antro apenas más sofisticado que el de Buenos Aires, aunque sí mucho más extenso y coordinado.

Allá, la gente evita mirarse a los ojos. Bueno, acá tampoco se mira la gente a los ojos. Ya ni siquiera entre amigos. Ahora todo es ego y quiromancia. El Chofi miraba fijo a una chica de piel muy pálida y pelo muy negro y alborotado. Le hacía acordar a una novia marplatense que había tenido una vez, hacía muchos años. Que loca estaba, pero como la amaba. Cuanto más conflictuadas, más le gustaban. De repente, la chica yanki dark lo miró y puso una cara de asco para luego desviar la mirada hacia la oscuridad en movimiento. El Chofi se sintió apesadumbrado, casi siempre obtenía el mismo resultado cuando miraba a una chica. Él creía que por dos razones: Una porque simplemente se colgaba mirando fijo a la gente, a veces sin pensar, simplemente tildado en la nada. Y la otra, porque se sentía irremediablemente viejo y solo, resultado: era poco atractivo a la mirada del otro.

Sin embargo, ahora tenía una nueva esperanza y eso no significaba necesariamente que sería el nuevo jedi de la galaxia... no. La nueva esperanza era su idea revolucionaria acerca de "Las milangas del Chofi", que haría retorcerse de gusto a todo Americano de ley. Ya se veía siendo el nuevo patrocinador del equipo de Los Cachorros o de los propios Yankees. Después de todo, si algunos de ellos habían logrado imponer el Bagel en Buenos Aires, no veía por qué un porteño no lograría meter la famosa minuta tradicional en Nueva York.

Al llegar a Manhattan, para tener una cita con el prestamista (y socio) que le ayudaría a poner el negocio, el Chofi tuvo una visión apocalíptica a una cuadra de haber salido del subway. En plena 5ta avenida, un local gigante llamado "El Imperio de la Milanga", con tres pisos, mesas afuera, terrazas y lleno a tope de relucientes yankis mordisqueando el clásico porteño como si se tratara de una película de jocosos caníbales.

Se acercó al local con el ánimo destruido, aniquilado. El local no sólo tenía la amplia variedad que el chofi tenía en mente sino que hasta habían doblado la apuesta a menús inverosímiles, “hot” milanesa o pancho de milanesa, milanesa con tamales, taco milanesa, milanesa barbecue, pizza de milanesa, helado de milanesa, milanesa con mate...

Era el fin. Le había primereado la idea y al parecer, El imperio tenía sucursales por toda la ciudad. Sin embargo... en el Harlem no había. El Chofi no se lo pensó dos veces y apuntó sus cañones a la comunidad negra, quizás con algunas modificaciones al gusto, pero ahí, finalmente estaba el huequito que había añorado durante décadas. Así y sólo así sería amado y respetado por todo el imperio galáctico ¿no? quizás...

sábado, 23 de septiembre de 2023

De Los Dópicos a Buenos Aires

Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua, tiene una sola cosa en mente, y eso es ser el vendedor más grande del mundo. Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua tiene una rutina diaria que ama con verdadera pasión. Todas las mañanas, Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua, toma su jugo de guayaba, se pone su guayabera y sale de su casa bailando al ritmo de Bachata rosa, el éxito ochentero de Juan Luis Guerra. Un ritmo caliente y sabrosón con el que sacude su menudo cuerpesillo y baila que te baila toda la mañana porque, Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua, es un bato muy feliz, nacido en San Theodoros, capital del centroamericano país de Los Dópicos, un lugar colorido, alegre y sabrosón.

Todos en Los Dópicos bailan por las mañanas, bailan y se saludan aunque no se conozcan y es una sensación de algarabía constante. Es como vivir dentro de un musical continuo y sin fin. La gente en Los dópicos baila mientras trabaja, come, camina o hace el amorsico. Los Dópicos es puro sabor en movimiento.

Sin embargo, no todo es bachata rosa siempre. A veces el destino, ese malévolo mequetrefe, nos juega una charada. Y así es como nuestro protagonista, el alegre y vivaz Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua, recibió un día una propuesta que le cambiaría su perspectiva del mundo para siempre.

Al parecer, tenía un tío en Buenos Aires que había fallecido y le había dejado de herencia, un departamento ahí en pleno centro porteño. Para el que no lo sepa, Buenos Aires no es el caribe, es Sudamérica y no la Sudamérica sabrosona de Venezuela, Colombia o Brasil... No, es la otra, la más austral. Donde los inviernos son fríos y grises, la gente es mal humorada y escuchan música que no les hace mover el bote para nada. Y sobre todo los argentinos, y sobre todo, los porteños: la gente más amargada y cabrona del continente.

Bueno, quizás sea un poco exagerá en mi descripción, pero es que son unos batos locos, nunca se rien y su única muestra de cordialidad es cuando te convidan un matesico, brebaje amargo como los son ellos.

Y la música que escuchan… ¡madre santa!

Una vez conocí una chica que me hizo escuchar a un tal Spinetta ¡por dios! Que cosa más incomprensible y anti bailable. Reconozco que era un gran artista, pero carente del sabor picantón que tenemos nosotros. Un producto muy típico de esa ciudad de locos y neuróticos.

Me apena por nuestro querido Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua.

Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua llegó a Buenos Aires y lo primero que notó es que la gente no solo no bailaba todo el tiempo sino que había dos taxímetristas a los porrazos limpios, peleando por quien se llevaba a un turista. Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua sintió miedo y quiso volver a su casa lo más pronto posible, pero se lo pensó mejor y enfrentó su destino con valentía, como corresponde a los dopicanos de ley.

Ay madre querida, cuando este pobresito cristiano llegó al hotel en un barrio llamado Once o algo así, se encontró atribulado por la situación desesperante que le esperaba allí, un hotel venido abajo, con exceso de residentes de todo tipo, color, credo y de los más diversos puntos cardinales del globo terráqueo.

¡Ay madrecita!

El bueno de Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua se dirigió el microcentro, a las oficinas del escribano, pero lo atrapó un embotellamiento a mitad de camino, por lo que pudo escuchar debido a un piquete, que sería un cortesico debido a gente que se manifiesta en disconformidad con algún asunto político y/o gubernamental.

Nosotros los dopicanos tenemos una democracia representativa, somos aliados de primera línea con el presidente George W. Biden, y nos manejamos con unos dolaricos muy sabrosones y crujienticos. Pero aquí todo está cagao...

Antes de llegar a la oficina del escribano Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua fue abordado por unos motociclistas rateros, unos cobardes que intentaron sabotear el bolsico de nuestro querido Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua... Por suerte no lo consiguieron los bellacos y Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua logró ingresar al presinto del escribano.

El escribano le dijo que de la venta del departamente de su finao tío los impuestos, la Afip y no sé qué otro ente del mal, le habían comido gran parte de la comsión, más su propia comisión y las deudas que su tío tenía con todo el mundo, si hasta le debía desde a unos narcos rosarinos hasta el chino del almacén de abajo.

Al pobresico Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua le quedaron nomás que 1589 pesos con 50 centavos. Si era para morirse de la rabia. Pero Marcelo Gabriel Ramiro Carne de Vebacqua tomó los billetes con entereza y salió de la oficina sabiendo que él no es así, que se habrá hecho un viaje al pedo hasta la otra punta de continente pero que él no se va a pelear por unos mugrosos y desvencijados pesos.

Mientras volvía en taxi hacia el aeropuerto para escapar lo más rápido posible de ese infierno sub-latino, miró el extraño rostro de un presidente argentino, viejo, pelado y con cara de culo. Se llamaba Domingo, pero hoy apenas era un día de miércoles…

viernes, 22 de septiembre de 2023

En el siglo XXX



Es importante aclarar para los lectores del siglo 21 que, a partir del siglo 22, Argentina es otra cosa.

Como bien saben algunos, nos encontramos en el siglo 30 y Ezcurra nunca pudo estar más equivocado. 

Las concepciones retrofuturistas o vaporwave nos generaron ternura mucho tiempo pero ya no más. 

A mediados del siglo veintidós, Argentina comenzó la colonización o "argentinización" de buena parte del tándem actual sudafricano, refrito luego de la última catástrofe político-militar en la zona. 

Nadie quería volver al África meridional después de la megadestrucción allí sufrida. Y no era poco. 

Pero los Argentinos en la Luna, asociación sin fines de lucro, llevó adelante una tarea de reconstrucción titánica. Allí donde nadie queria hacerse cargo de las consecuencias de dicha catástrofe fueron los rioplatenses. Quizás por cercanía o por oposición. La realidad es que nunca antes se había tendido un puente entre ambas regiones y ellos vieron la oportunidad de saldar viejas deudas. 

Se dice que en los tiempos antiguos se habían llevado esclavos de Angola hacia el Río de la plata pero todo aquello había quedado sepultado en la noche de los tiempos. Sin embargo, algo en esta situación de catástrofe africana despertó viejos sentimientos altruístas en el país del fútbol y el dulce de leche. 

Luego de más de dos siglos batallando y con una estabilidad difícil de conseguir, los argentinos habían logrado hacia fines del siglo 21 llegar a una era dorada de bonanza y estabilidad. Ello, sumado al hecho de ser una población pequeña pero de grandes recursos, los convirtió en una de las 5 potencias de la Nueva América.

La repoblación de Sudáfrica fue tímida al comienzo y de a poco se convirtió en una ola humana de gran pujanza. En las nuevas tierras, los colonos argentinos se cuadruplicaron de una manera y con una velocidad fantástica. 

En pocos siglos, el Africa meridional era una colonia de peso propio que ya empezaba a sentirse libre y soberana, rompiendo de a poco sus lazos con el país sudamericano de origen. Pero en Argentina nunca habían tenido la intención de convertirse en un Imperio como los españoles otrora en el tiempo. Ellos habían lanzado unas semillas y el suelo les había sido propicio. 

La cultura argentina agropecuaria histórica no había tardado en abrirse camino en las viejas sabanas africanas consiguiendo introducir una gran variedad de ganado ovino y vacuno.

Claro que estas colonias argentinas tenían su origen en el viejo país sudamericano pero de a poco, se fueron independizando política y económicamente de la madre patria albiceleste.

Para el siglo 30, los estados sudaricanos reunidos bajo el nombre de Estados unidos sudafricanos (EUS) detentaban una bandera de tres bandas horizontales, dos rojas y una blanca en el medio. En el centro de la bandera un Baobab, el árbol más característico de la región. 

Los escritores sudafricanos tienen una gran influencia de los escritores clásicos argentinos y han existido varios que los han copiado. Pero hubo un tiempo en que se buscó la ruptura total con las raíces de la madre patria y se han buscado influencias en otros países como Colombia y Brasil. 

Pero luego se volvió al estilo de la gran llanura que plantea toda una mitologización alrededor de la vieja llanura pampeana, epicentro de grandes mitologías que sería traspoladas al ámbito regional autóctono de la sabana africana. 

Ahora bien, para llegar al meollo de la cuestión, es importante que sepan que no todos los sudafricanos sienten algún tipo de ligazón sentimental con el viejo terruño. De hecho, yo soy uno de los que cree que debemos enterrar nuestro pasado argentino de una vez y para siempre. Es la única forma que tenemos a nuestra disposición para crecer y ser definitivamente libres e independientes. Debemos forjar y crear nuestra propia identidad y dejar esas antiguas leyendas gauchescas tan caras a nuestra propia idiosincracia sudafra.

¿Y como lograrlo? He ahí el meollo de la cuestión. 

Hace poco, salió la novela Los buitres de la pradera del autor sudafra Santiago Gonzalez. Cuando se publicó en Argentina, casi todo el mundo dió por hecho de que se trataba de un libro escrito por un argentino. Pero no. Ahí radica la cuestión. Cuando ven el título y el nombre, automáticamente piensan que es algo de ellos. Se lo apropian sin mirar. Pero cuando uno como Fierro por ahí se larga opinando que no, que se trata de un autor de Durazno, en el Cuerno de África, ya vichan la puerta y se alejan reculando. Porque los argentinos sienten ajeno a todo lo que esté por fuera de sus limitaciones. Y los Estados Unidos de Sudáfrica son el doble del tamano de Argentina, pero su soberbia cultural los ha ido haciendo conservadores y cerrados. Como los viejos Europeos hicieron con ellos en tiempos precedentes. 

¿Y entonces? ¿Que nos queda a los sudafras? Queremos romper con nuestro lazo sanguíneo argento, queremos dejar nuestra argentinidad atrás. Mas allá que haya algunos loquitos que andan dando vueltas diciendo que son "Argentinistas" de pura cepa. Que hay que volver a las raíces de un país del que nunca fuimos parte. Pero no señoras y señores, esto no lo vamos a permitir. Destronaremos nuestra idiosincracia argenta para que renazca el sudafrinista de nuestro interior y convirtamos este páramo, mala copia del país sudamericano, en una gran nación, libre y so be ra na...   

martes, 19 de septiembre de 2023

La vieja farmacia

 


En la esquina de Bartolomé Mitre y Gascón hay una farmacia. En realidad lo más apropiado sería decir que HUBO una farmacia. En este momento solo quedan unas persianas grises que ya no se levantan. Sin embargo, retrocedemos diez años atrás en el tiempo porque sí. Estamos en septiembre del 2013. La situación del país es mejor, la gente está un poco menos loca y la primavera parece estar a la vuelta de la esquina.

La esquina en cuestión todavía es un local a la calle o, mejor dicho, una farmacia abierta. Hace doce años que vivo a mitad de cuadra y casi nunca fui allí excepto una vez para comprarme un alicate. La particularidad de este local es que no se puede ingresar, sólo está la posibilidad de pedir por una ventanita en la persiana baja.

La farmacia está atendida por una señora mayor que viste una especie de mameluco o guardapolvo verde oliva. Su aspecto es el de una enfermera ruda, de esas que te clavan la inyección en los glúteos con placentera brusquedad.

Tiene el pelo teñido de un negro intenso como los agujeros negros de Stephen Hawkins, detenta un maquillaje grotesco, y sus labios pintados de rojo manchan sus dientes. La mujer detentará unos setenta y pico de años pero tras ella siempre hay una viejita sentada en una silla de ruedas, que calculo será la madre de la señora que atiende. Siempre tiene la mirada perdida y su aspecto es simplemente triste. Detentará unos ¿cuántos? ¿Noventa y pico de años?

Hasta aquí nada fuera de lo común más allá de que la esquina sea una de las más antiguas del barrio y eso es mucho decir ya que Almagro es un barrio antiguo. La esquina, pintada de blanco, no tiene más de un piso, y es probable en cambio que la construcción tenga más de cien años.

Existe algo entre pintoresco y perturbador de aquella farmacia de los tiempos idos. Todo el escaparate y vitrina está rodeada por algunos pocos artículos contemporáneos como curitas, pañales, cepillos de dientes o vendas. Luego, hay una diversidad de botellas antiguas de farmacia, de remedios que ya no existen o figuras arcaicas de producción farmacológica. Y como para agregar una nota más de turbiedad hay... muñecas!

Sí, ya sé que para algunas personas la decoración con muñecas antiguas no tiene nada de extraño. Entiendo que es algo de otra época pero... bueno. No puedo evitar pensar que esas muñecas antiguos, con su pelo enrulado, algunas con algún ojo ausente, negras, blancas, y sobre todo, muy pero muy antiguas.

Es sabido que a veces le tenemos miedo a los objetos de otros tiempos. Nos resulta perturbador ese tipo de representación de hace cien años atrás, esos materiales, esa ropita... En fin, nunca me gustaron las muñecas antiguas, siento que son siniestras en toda la concepción del término siniestro.

Quisiera poder compartir el estremecimiento que me causa pasar por la vidriera de esa farmacia que parece haber quedado congelada en los 40s/50s... En el 2012 una amiga de Facebook estaba haciendo una carpeta de fotos de locales extraños de la ciudad. De inmediato le pasé las coordenadas de esta farmacia pero el día que pasó justo estaba cerrada, con las persianas bajas, sin poder mostrarle al mundo ese extraño museo que había en su interior. Porque la farmacia era así, habría por las noches, de día cerraba, y a viceversa. Era imposible saber en qué horario podías llegar a encontrarla abierta.

Después me fui del barrio y tuve un derrotero por otros barrios de la ciudad así que me olvidé por completo de la farmacia. Cuando por la pandemia volví a mi vieja morada, la farmacia era lo que ya es ahora: Solo un mero recuerdo de aquellos que pudimos ver desde afuera un lejano vislumbre de uno de los locales más misteriosos de Buenos Aires.

domingo, 10 de septiembre de 2023

Los Boomers (y todos los que vinimos después)


Hay algo que pasa con la generación de los llamados Boomers que causó y sigue causando revuelvo. Ellos son los nacidos (aprox) entre principios de los 40s y finales de los 50s. Claro que se trata de un espectro bastante amplio, pero a decir verdad están bastante bien enmarcados en esos tres lustros (1945-1959). 

Estos son en su mayoría (y los nacidos en los primeros años de los cuarentas quizás también) la generación que más revuelo ha causado en el último medio siglo. ¿Por que? Y quizás el haber sido parte de la juventud protagonista de décadas tan convulcionadas como las de los 60s y 70s sea una primera explicación. Mucho de lo creado por esta generación nos es de provecho hoy en día. Desde la revolución contracultural, pasando por los grandes genios de la informática y de un intento (quizás fallido) de reconectar al ser humano con un aspecto olvidado en la cultura occidental hacia mediados del siglo XX, el de la trascendencia. 

A los Boomers les tocó combatir el modelo plástico material de la American way of life de sus padres de los años 40s y 50s... Una generación más conformista y apegada a "las reglas del juego". Los boomers (y con estos se entiende que es una un tanto burda generalización) intentaron hacer la suya y transformar su entorno dejando de lado el estilo de vida de sus padres que en gran medida se basaba en una mentira. Matrimonios unidos por la obligación, una mascarada de lo que se debía hacer y atenazadados por el "que dirán". 

Según Michel Houellebecq (un boomer tardío y vocero intelectual de la generación siguiente) el problema con la generación de los hippies es que impusieron un modo de vida irrealizable, que indefectiblemente dejó a muchos por fuera y todo ese rollo de la revolución sexual (y trascendental) al final solo derivó en actos egoístas superficiales que dejaron un reguero de familias rotas, hijos frustrados y mucha irresponsabilidad afectiva. Reitero, todo esto siempre son generalizaciones a tomar con pinzas, pero a grandes rasgos es un poco lo que propone en su gran novela Las particulas elementales de 1998. Además, toda esa búsqueda espiritual para Houellebecq terminaría siendo algo superficial, algo forzado que los boomers no podrían manejar y que terminaría derivando en la creación de sectas macabras que harían estragos a lo largo y ancho de Occidente, desde los macabros asesinatos del Clan Manson hasta los turbios sucesos de la comunidad de Osho en los 80s y otros casos más hasta entrados los noventas. Gente buscando salidas fáciles a los deberes alienantes de la sociedad contemporánea terminarían siendo víctimas de sí mismos. "El sueño del Flower power produce sus propios monstruos" diría un Goya contemporáneo. Y Houellebecq sería uno de los portavoces más importantes de aquella decepción con su propia generación. 

Cuando a principios de los 80s devino el recambio lógico generacional, todo cambió. Genesis que era una banda boomer (sobre todo en su período con Gabriel) que formaba parte de esa búsqueda de raíces culturales y profundas con letras casi bíblicas como las de Supper`s ready, en los ochenta hubieran fracasado estrepitosamente de no hacer un cambio de dirección no solo en su música sino y sobre todo en su contenido. Por eso, el triunvirato de Collins, Banks, y Rutherford supieron leer bien el cambio de época y pasar a hacer una música aggiornada a los nuevos tiempos. Ahora eran los nacidos en los años sesentas, muchos ya hijos de los boomers, que querían romper con esa intelectualidad de la generación precedente y regodearse en pop para divertirse (como diría Micky Vainilla, un claro ejemplo del músico ochentoso). Ahora se necesitaban canciones cortas, volver al jingle de 2 o 3 minutos (en lo posible), canciones pop que sonaran bien, que no tocaran grandes temas metafísicos y que en lo posible sirvieran para mover el esqueleto. Queen es otra banda que leyó bien el cambio de época, lo mismo que Charly García en Argentina y, todos ellos siendo boomers, lograron amoldarse y crear (al principio) la música de lo que luego se conocería como la Gneración X. Nacidos entre los primeros años sesentas y finales de los 70s, esta generación se caracterizó por una principal búsqueda, romper absolutamente con la tradición cultural de los Boomers, vistos como unos hippies melancólicos, unos antisitema fracasados, y unos idealistas absurdos. La generación X quería vivir el día a día, no plantearse grandes preguntas trascendentales y salir de esa lógica melancólica de sus padres a quienes veían como los grandes culpables de haber crecido en familias disfuncionales, a diferencia de sus padres que sí tuvieron a sus padres unidos. Lso Boomers entonces eran vistos como unos irresponsables, que sólo pensaban en la búsqueda de su propia satisfacción sexual y que sus hijos eran criados como animalitos desnuditos, hijos de la tierra. La generación X odió todo esto. Ellos reivindicaban el rock anterior a la llegada de los hippies, bancaban a Elvis y a Palito Ortega (siempre en términos generales). Todo lo que vino de cola por "culpa de los Beatles" y el flower power era algo que no les sintonizaba ni a palos. Basta ver las bandas que serían tendencia en los 80s y 90s para entender que la generación X quería volver al sistema, pero padeciendolo a la vez. Kurt Cobain sería un ejemplo arquetípico de este caso. Porque si bien, en los 80s primó más una versión popera del volver a foja cero, bailar y no complicarse mucho, en los noventas, la misma generación empezaría a mostrar muestras de desagrado. Sería la segunda versión de la Generación X. De un regusto más cínico y oscuro que sus hermanos mayores de los eighties. 

¿Que pasó con los que vinimos despues?

Los que nacimos entre los 80s (mientras la primera Generación X daba sus primeros pasos de break dance con Madonna) y lo que nacieron hasta casi finales de los 90s, se nos conoció hace relativamente muy poco con el nombre de Millennials, quizás por ser los jóvenes que tuvimos que ver la caída del viejo mundo del siglo XX, con muro y URSS incluído) y el inicio de este siglo que estamos transitando ahora ya por su tercer década. Los Millennials vimos los últimos estertores del mundo analógico y el inicio de la revolución digital, internet, las redes, etc... Como parte de ese cambio intenso de paradigma, no nos casamos con nadie. Crecimos con la cultura de las generaciones precedentes y fuimos testigos de como el mundo cambió (para bien o para mal). En lo personal rechazo ese odio malsano de la generación que nos antecede por los Boomers de los cuales rescato un montón de cosas. De la Generación X rescato menos, y quizás siempre exista ese rencor por la generación que nos antecede. Es parte de la humanidad o quizás de la cultura occidental oponerse a lo que pregonaba los que nos precedieron. Esa necesidad de romper con lo que venía como una imposición. Para mí los 90s fué una década que disfrutó más mi hermano mayor que yo. Para mí a grandes rasgos, todo lo que se nos bajaba por la tele o la radio era un espanto. Mi manera de rechazar ese mundo impuesto que veía como falso y superficial fue abrazar la (contra) cultura Boomer, todo ese idealismo. Para mi ver Woodstock de adolescente era un acto completamente revelador y hasta revolicionario. Ahí estaba la papa (o había estado) y era imposible no sentir que había nacido treinta o cuarenta años tarde. Después de ver todo lo que había pasado en los 60s, poner MTv y ver el Woodstock del `99 era algo pesadillesco y vergonzoso. Teniendo quince o dieciseis años me daba cuenta que todo se había ido a la mierda. Que ya no quedaba nada de toda esa cultura que me fascinaba. Pienso que a muchos de mi generación les pasaba lo mismo pero la mayoría prefería aturdirse con lo que pasaba en el momento. "No se puede vivir en el pasado" me decían los viejos y mis contemporáneos. Es cierto, no se puede vivir en el pasado, y menos si es uno que ni siquiera viviste de cerca. 

De todos modos, que importa todo esto. Somos panaderos volando en el viento. Duramos un instante y la trascendencia es algo que está más allá de nuestra mera voluntad. Espero que el pasado no nos afecte porque la nostalgia el algo agradable por momentos cuando no se convierte en una melancolía mal sana. Y quizás sólo nos quede disfrutar el momento de aquí hasta la hora de partir.  

Para cerrar con una nota un poco más alegre, debo decir que a mi generación, desde mi lugar, en mi país un serial como Okupas representó sí entonces nuestro tiempo y sentir. Una serie creada y producida aún por los últimos estertores de la Generación X, pero que supieron ver que eramos nosotros, los pendex de inicios del 2000 los que nos veíamos allí reflejados. Y aún eramos una generación acéfala, no teníamos nombre ni identidad, pero nos supimos ver representados en esa serie, reflejo de una sociedad devastada por diez años de neoliberalismo y destrucción estatal. Y ahí estabamos nosotros, tratando de abrirnos camino entre las ruinas.

sábado, 2 de septiembre de 2023

Yo, el peor de todos

Todos me llaman ángel caído. 

Acólito de Satanás. 

Semilla de maldad. 

Hijo del mal. 

Mis enemigos son aquellos que se decían mis amigos. 

(no hay nada peor que tener un enemigo dentro de tu círculo rojo)

Aquellos a los que les entregué mi mas absoluta confianza, aquellos a quienes les confié mis temores y conflictos más profundos, han traicionado mi amistad.

¿Questo es loable en tiempos tan difíciles?

Estoy pasando por un momento de crisis, como siempre sucede cada X cantidad de años. 

Una crisis derivada de la traición, de la daga por la espalda. 

Quizás ni ellos sepan lo ultrajado que me siento. Lo traicionada que siento la confianza en ellos depositada. 

Pero como dirán algunos de mis detractores, es culpa tuya por ir por la vida confiando en la gente.

Es una triste verdad que me cuesta aceptar. Me cuesta y me duele un montón sentirme así.

Es que el mundo se convirtió en un modelaje constante de falsedad y fallutez. 

Hoy, para sobrevivir al ambiente contemporáneo debes ser falso y obsecuente. 

Si hay 2 cosas que detesto, aquestas son...

¿Es culpa mía por manejarme con el código del samurai o del templario en tiempos donde todo aquello quedó relegado y sepultado en el olvido?

No pretendo ser mejor que nadie, pero que nadie me arrastre a su inmundicia, estoy harto.

Ahora se viene el proceso en que mando todo al garete. Esto ya lo viví varias veces. 

En cada mutación el proceso de cambiar de piel me duele y la verdad estoy agotado.