sábado, 31 de julio de 2021

El olor de las almendras quemadas

Había una vez una Almendra. Almendra deviene de Alma, porque las almendras son el alma de las almendras. Y, como dije, había una vez una ALMENDRA que era feliz. Viajaba en la parte trasera de una camioneta viajera. La camioneta le preguntaba a la Almandra si estaba cómoda, si estaba gozando del viaje y la Almendra, fiel a su estilo pacífico, le decía que sí, que estaba fenómena. Así se hicoeron grandes amigas la camioneta y la almendra. 

Todos tenemos un gusto y particular fascinación con las almendras. Su olorsito cuando las tostamos. Su saborsito rico cuando las mordemos y sale ese jugo blanco, amargo, almendroso. También cuando acompañan a los helados de crema americana. El famoso Almendrado. Una cosa de otra galaxia realmente. Por eso amamos a las almendras. Porque son ricas, porque son pacíficas, porque son Almendra. 

Almendra una vez fue al colegio. Se tomó el tren hacia el sur y dijo una plegaria para un niño dormido. Una muchacha con ojos de papel la levantó del suelo y junta se fueron en camioneta a recorrer las rutas argentinas. Pero como Laura va y viene, la almendra queda sóla a veces y como la soledad es un amigo que no está... Para ir y venir, mejor quedarse, mejor el verde llano. Todo es una Figuración de color humano que ni siquiera Fermín, un mestizo, puede soslayar. A estos hombres tristes les digo entonces, que no se dejen sosegar por ni siquiera el jingle más extrafalario. Hoy, que el viento borró tus manos, la almendra de tu corazón vivirá por siempre como el mundo entre tus manos, a lo largo y ancho de los campos verdes y más allá de todo el hielo en la ciudad, hasta llegar a los gabinetes espaciales. Todo será mejor cuando hagamos las cosas por hacer. Eso mismo le dije a la almendra, a mi dama, que a veces como no la vemos, parece espejada. Como si fuera un jaguar herido, hilando fino en este embrollo, todos sabemos que la almendra que viaje tiene a mano a el fantasma de la buena suerte, que la acompaña y acompaña por siempre. Almendra ve sobre sí un cielo fuerte, vive el amor guaraní de sus ancestros. Por eso le dice a Miguelito, que mi alma ha partido a tiempo, y antes del Final nos despide con un amigable Buen día, día de Sol. 


miércoles, 14 de julio de 2021

La parábola de los hermanos

En cierta ocasión, una noche escuché a mi hermano decirle a mi padre "se ciernen sobre él fuerzas oscuras". Por lo que pude observar, mi padre asintió en silencio y no acotó nada más al respecto. Yo supuestamente estaba en mi cama durmiendo, pero cuando vivís en una gran tienda, la privacidad no es algo que siquiera exista. Sentí que murmuraban e intuí que hablaban de mí, entre otras cosas, porque ese día casi había perdido la vida cuando habíamos ido con mi hermano al pozo de las almas en busca de agua para la tribu. Los años de Abraham habían quedado atrás, lejanos y perdidos en las noches de Luna llena, la arena había cubierto su legado e influencia. Mi padre estaba obsesionado con los malos augurios y una serie de eventos desafortunados como aquel, sumado a que un camello había escupido mi ojo izquierdo la semana pasada y que la anterior, fui asaltado por unos bandidos del desierto cuando regresaba del pozo, hizo que el viejo pensara lo peor de mí. -Quizás está maldito-. Todo podía ser, si bien yo era demasiado joven para tener enemigos, pero quizás fuera una venganza de algún enemigo suyo de la tribu Berevere. La mejor forma de dañar a tus enemigos es por medio de sus hijos, me había dicho muchas veces. "Si queres destruir a alguien, arrebátale a sus hijos y quedará a tal punto destrozado que ya no será una preocupación para ti", decía mi padre que era un lema de aquella tribu del desierto. Una forma que según él hasta era más efectiva que el enfrentamiento directo que podía desembocar en una guerra interminable. La famosa Ley del Talión, que de alguna manera es la madre de un salvajismo sin fin, la vorágine de una violencia que no terminaría nunca hasta que no quedara nadie en pie. Por eso, la idea de atacar a los hijos, en lo posible de una manera que no te delate claro, era la mejor estrategia. 

Pero yo no creía que eso estuviera pasando. Sin embargo, cuando escuché a mi hermano decirle eso a mi padre lo sentí como traición suya. Porque con mi hermano mayor teníamos una relación tirante de amor-odio. Aunque era más amor que odio, a veces nuestras peleas podían llegar a ser peligrosas para ambos. Y al escucharle decir eso sentí que me ponía en un predicamento porque entonces mi padre me llevaría a iniciar un recorrido por toda clase de brujos y hechiceros del desierto para sacarme aquella maldición. Y para mí era la forma ideal que tenía mi hermano de sacarme del medio, de hacerme pagar por mi atrevimiento de haber venido al mundo a perjudicar su absurdo deseo de exclusividad.

Es bastante ingrato el lugar que nos queda a los hermanos menores en este mundo olvidado de Dios. Para nuestros padres somos un poco menos importantes que sus amados primogénitos y para éstos somos una molestia que viene a sacarle parte de su tajada material como también a robarles parte del afecto de sus progenitores. Y muchas veces nos odian terriblemente. Nos odian de una manera inconfesable y nos desean todo tipo de mal. Allí está José y sus hermanos que lo vendieron como esclavo porque tenía sueños premonitorios. Pueden llegar a matarnos, ahí está Caín. O sólo desear que estemos malditos, para que de alguna manera suframos por nuestra impertinencia. Y ni hablar de si llegamos a confrontarlos, eso está fuera de discusión. Cometer tal sacrilegio podría costarle a uno la vida. 

Pero mi hermano no me odiaba tanto. Al menos no lo creo. Pero sí que siento haber sido una espina en su sandalia, una espina molesta que no sabía cómo lidiar. Y a partir de ese momento empecé a tratarlo con cierta distancia. Porque no podía concebir su traición, no podía tragarla y así de a poco, dejamos de ser esos compañeros y amigos que jugaban de chicos, a ser como dos extraños que se mirarían con cierto recelo en cada reunión familiar. 

Es inútil describir el derrotero imprudente que llevó a mi padre a recurrir a todos esos charlatanes del desierto en busca de algún tipo de contra maleficio. Eso de alguna manera lo deterioró bastante en los que deberían haber sido los últimos y pacíficos años de su vida, restándole tiempo en este mundo. No le recrimino esto a mi hermano, pero de alguna manera fue responsable de inocular esas ideas extrañas en su cabeza. Respecto a mí, al margen de haber experimentado todo tipo de brebajes y extraños rituales, nada cambió. Seguí teniendo la misma mala suerte a cuestas toda mi vida. 

Sé que siempre existe cierta rivalidad entre hermanos. Es sabido que, en términos generales, es una relación conflictiva, pero también es un vínculo sagrado. ¿Acaso existe algo más sagrado que la fraternidad? Quizás la paternidad, pero nada más. En tercer lugar la amistad. Hijos, hermanos y amigos, vengan, suyo el fruto que olvidaron en la Tierra. Y esa es la construcción de nuestra sociedad. Después existe también el amor conyugal, pero esa es otra historia...

Yo no comprendí la importancia de mi hermano hasta que llegué a rozar los primeros atisbos de la ancianidad y él hacía largo tiempo había trascendido a la inmortalidad. Casi nunca volvimos a ser cofrades, coetaños, compañeros. Fue un dolor que cargué toda mi vida adulta, acostumbrado a ella porque no supe cómo generar el acercamiento y perdonarlo, perdonarnos... Solo en la vejez entendí por qué había tenido a ese hermano que siempre había percibido como a una figura hostil y recelosa. Pero como todas las personas que pasan por nuestra vida algo nos dejan, mi hermano mayor había pasado por mi vida para señalar (nos) algo desde muy temprano. Quizás yo a él, demostrarle que no era tan importante como creía y que todos somos una pequeña fracción digna de amor como el que más. Y tal vez, él vino a señalar mi condición de maldito, como un Caín estremecido, un marcado por Dios... y así, de alguna manera, darme la posibilidad de lidiar y aprender a sobrellevar mi destino.

jueves, 1 de julio de 2021

TALLER DE CIENCIA FICCIÓN 2

 Invitades todes y toddys a este nuevo taller de ciencia ficción a partir de julio. 



Todos los lunes de julio y agosto a las 19 hs (ARG) vía Zoom.
Info a: santie.carmona@gmail.com