martes, 1 de junio de 2021

El Supermercado como Fin

Benjamín entro al supermercado y me doy cuenta que no traigo la lista de las compras. Pero piensa que de todos modos va a comprar todo lo que vea y piensa que necesito. Soy Benja, amigo de los amigos que ya no están a mi lado. Aquellos que lo dejaron solo y se fueron a construir sus hogares al Sol. Yo estoy solo, por eso Benja se dirige a la góndola de las verduras. Mens sana in corpore sana, pienso que piensa yo. 

Algunas hortalizas para variar. Tomates verdes, para fritar el domingo al mediodía, cuando piensa que debería estar con su señora e hijos preparando un almuerzo en familia. Pero yo no necesito todo eso. Ellos no le necesitan, y no lo quiero. Está bien solo, bien me lamo. NO necesito gente a mi alrededor que me digan que hacer, como vestir, ni como vivir. Porque puede vivir su vida Benjamín, sin que nadie le razón de ser a su existencia. Además, para que tenemos las cosas? Las palabras (que dicto Benjamín ahora) y las cosas. Las cosas que hablan por sí mismas, porque somos esclavos de lo que nos posee y creemos poseer.

Pienso en el final de todo esto, que Benjamín presume que se acabará pronto. Quizás un infarto agudo del miocardio, un accidente en la calle no tan casual, una noche de excesos y barbitúricos... quien sabe. Pero el final se acerca, indefectiblemente, como lluvia discordante o melodía marchita, diría el George. 

Luego pasar al importantísimo consumo de carne. Carne vacuna en todos sus formatos, cassette, cd, vinilo, pasta, dvd, pendrive, o en memoria ram. Carne on demand? Carne digital, carne carne carne. Nunca olvidar al viejo tío Julius que me gritaba de niño frente a todos COMÉ LA CARNE!!! Ahora como toda la carne que quiero viejo de mierda, y a vos te comen los gusanos eh. A mí también, algún día, espero que no muy pronto. Porque el Benjamón no quiere morir. Se hace el romanticista decimonónico que no soporta la vida, no soporta la ausencia de amor, no soporta su pesada existencia carente de sentido. Y sí no soporto que pasa? Cual es el problema? Diría Ben...

Paso al sector de harinas: Pastas en todas sus formas y cortes. Merca, base, merluza, la fafafa, la ricarda, la refinada, la pura, la blanca, el polvo de Dios. Galletas al por mayor. Otras drogas; té, yerba, yuyito del diablo, maría, marimba, fasuli fiesta pop, oeo... Benjamín se quiere sentir un niño otra vez. Por eso...

Se compra juguetes el nene. Discos (de música vieja que nadie escucha), libros (que quizás nunca llegue a leer), telescopios (para no espiar a nadie), carpas (para no ir a ningún lugar), ropajes (para no estrenar nunca porque la verdad es que vivo encerrado, sólo, perdido en mí, ahogado en mi nihilismo narcisista), y pienso que el mundo es una mierda. Me odio y me quiero matar, cantaba Kurco... no? Y lo bien que hizo, el mundo que se venía era una verdadera porquería. Con ese faloperillo de Seattle se murió el rock, y todavía seguimos velando el cajón, no Charly? Bailando en las sombras y el eco de una fiesta que terminó hace más de veinte años. 

Otras adicciones: Chocolates, helados, cigarrillos, cerveza, vino, tartas, chauchas y palitos, osos de peluche, putas bien conchudas que gimen como profesionales, que Benjamín abraza al borde del llanto, porque se siente agónico, falto de amor, perdido, sólo e inmensamente infeliz. 

Pero para que carajo están el dinero? Para que mierda están las cosas si no es para hacernos felices? Para rellenar esos vacíos angustiantes que Benja, ni yo, ni nadie logra tapar ni con quince años de psicoanálisis encima. Porque acaso no son el verde y el amarillo los colores opuestos a la muerte? El verde para la resurrección, y el amarillo para la descomposición y decadencia... dijo Antonin.

Tengo un carrito de supermercado lleno a tope. Yogurts, frascos y frascos de cosas deliciosas, bolsas de manjares únicos, delicias pasteleras y todas las cosas dulces, amargas, ácidas (LSD inclusive), y saladitas habidas y por haber. Aparatos, chucherías tecnológicas, ropa, y todo lo que se puede conseguir en un hiper mega archi supermercado. El dinero no es problema. Tengo de sobra. La frase "tirar manteca al techo" no significa nada para mí, Benja está contento con su mega compra. Nos esperan meses de encierro, disfrutando de todas las cosas. Películas en pantalla gigante, porno y viajes espaciales al por mayor. Pero esto se acaba aquí. Perdón David, que no sea hoy tu estrella la que ilumina.

Cuando salgo de Monstruo mercado me siento realizado, satisfecho. Siento que compré todo lo que quería, lo que necesitaba, lo que no necesitaba pero quería igual, porque soy un pendejo caprichoso y materialista del orto, No Benjamín?? Y entonces encaramos hacia nuestro auto. Una mujer parada al lado de mi coche, arrulla a un recién nacido. Me causa gracia y le dice Benja, pobresito, no sabes la que te espera... Entonces, como si lo hubiera escuchado, el bebé prorrumpe en un llanto agónico, lastimero, y de inmediato, la mujer saca una teta blanca y joven, con un pezón un tanto mordido pero hermoso. Su halo es grande y la tetita está llena de leche tibia. El pibe se prende como si se le fuera la vida en eso. Se calma al instante. Yo miro mi carrito que está lleno de cosas hasta casi mi altura y luego miro a la madre con su vástago. Benjamín se pregunta después porque vivimos una vida de angustia constante. El caso está cerrado, todo está más que claro. Y yo me siento vacío otra vez, toda esa compra inútil la tiraría por un barranco. Necesito llegar a casa y tomar la pastilla porque me hundo. Intento poner la llave para abrir el coche pero es imposible, una catarata nubla la visión de Benjamín. 

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