viernes, 8 de diciembre de 2023

Temporada de birras (13)

 La ruptura fue fatal, pero Nicolás implementó rápido los mismos recursos que en el pasado le habían ayudado a superar ese tipo de situaciones. Se anotó en un taller de escritura en el Rojas, igual que había hecho seis años atrás. Comenzó a salir del cascarón, a ir a cuanto cumpleaños de compañere hubiere y lo invitaren claro. Tiraba dardos a lo loco y sin embargo, algo parecía no funcionar. Como si todo el levante que tuviera hacia un año atrás se hubiera evaporado. Para colmo de males, un par de meses antes de su ruptura con Male, lo habían vuelto a cambiar de sucursal y había pasado de ese paraíso de libreras odaliscas con las cuales Nico fantaseaba que se quería casar, a una sucursal perdida de avenida Santa Fe de sólo cuatro paredes y poco que ver. El cambio había venido en parte a pedido suyo ya que se había trenzado en una discusión absurda con el sub encargado que lo había retado por llevarse un libro prestado sin pedir permiso. Nicolás, que para esa altura del año ya venía con los cables todos pelados, saltó y se defendió a los gritos. Al otro día no se hablaron pero cuando el sub vino a saludarlo, él le dio la espalda en modo "rencoroso solo cuida a una persona, a rencoroso" y sí... y cállese y que vos de acá, y yo de allá. Terminaron peleándose peor que el día anterior y en un frenesí de ira incontenible, Nicolás le pidió/rogó al encargado que lo transfiriera a otra sucursal. Por otro lado, Nico ya se había cansado de la que sería la mejor sucursal. Había agotado todas las estanterias, todos los trabajos para hacer y se había cansado de tanto andar y andar. Su compañeros tampoco se lo bancaban más y otros ya se habían ido a otras sucursales o trabajos. Entonces le dieron la solución, un turno un poco más tempranero pero en esa sucursal del diablo, donde el encargado era uno de los buchones más grandes de los jefes de la empresa, y la librería era básicamente un escaparate de libros, sin lugar de escape. ¿Y entonces? Pronto comprendió su error y en vez de amigarse con el subco de Corrientes, que dentro de todo era amistoso y flexible, terminó en un lugar muy puñetero, donde no conocía a casi nadie y el ambiente era hostil. Apenas llegó les avisó que ya tenía pactado tomarse un finde con su novia que se iban a la costa después del violento suceso vivido. Este pedido molestó a algunos de sus compañeros que sintieron que Nicolás tomaba ventaja. Sobre todo molestó a Carina, una chica de pelo negro, flequillo rollinga y ojos celestes. Nicolás comprendió su enojo y les pidió disculpas pero les explicó que era algo que tenía previamente pactado. Al final ese viaje fue un fiasco, Male y Nico apenas se tocaron, casi no hablaron y el clima deprimente de la costa en otoño terminó por generar más hastío entre ambos. Pero de a poco, Nico se fue llevando mejor con sus compañeros del nuevo local, al menos con algunos de ellos. Ferchi, Cari, Lila y Ernesto fueron de su agrado. La rollinga salía con el venezolano Ernesto y Ferchi era una especie de Roberto Galán o Paul McCartney, con sonrisa de plástico y facha imperecedera. Lila había sido brevemente compañera de Nico en Barrio Norte y como le había dicho el cordobés alguna vez, ella gustaba de él. Pero ahora que se volvían a encontrar, poco más de un año después, la cosa no pintaba más que para una mera amistad. En este momento Nicolás aceptaba lo que fuera con tal de no sentirse solo, y visto y considerando que a los pocos meses de entrar a esa sucursal se separó de Male, era imperioso para él conectar con gente nueva. Ernesto era un tipo agradable, que le gustaba la poesía y la literatura latinoamericana. No coincidían en todo lo que hablaban pero resultó interesante ver en él a una especie de Nicolás de su juventud y terminaron siendo amigos. Por otro lado, Cari era una chica del gusto de Nicolás. Desde que la conoció por primera vez le gustó no sólo desde lo físico sino su personalidad confrontativa. Era de esas chicas que no se guardaban nada y le gustaba que le dijera lo que pensaba, aunque sintiera que a ella no le cayera del todo bien. En el fondo, Nicolás creía que se gustaban mutuamente, y que también era como una versión de él pero en mujer. Siempre quedaría prendado de Cari pero el hecho de que ya era la novia de Ernesto complicaba la situación. Con el transcurrir de los meses fueron llevándose cada vez mejor entre todos, aunque nuevamente Nicolás tenía un tema con el sub encargado. En este caso un tal Marcelo, un pelado de cuarentilargos que odiaba la vida y lo demostraba en su falta de capacidad para relacionarse con el resto de la humanidad. Nicolás no tardaría en darse cuenta de que era el típico acomodado por alguien de arriba, porque no tenía sentido que trabajara allí y mucho menos que fuera subco. Pero en principio Nicolás intentó evitarlo e ir para donde no fuera aquel. En cambio, trataría de quedarse siempre por la zona del local donde se estaban los libros de literatura universal o ciencia ficción, únicas áreas donde podía sentirse un poco más feliz. 

Al final, los recursos utilizados para combatir el mal de ruptura que utilizara en años anteriores con otras parejas, no resultó del todo efectivo. Porque las condiciones eran otras, porque él había cambiado y su sistema inmunológico había aprendido a no conformarse con el hueso que Nicolás intentaba darse a sí mismo. Antes había funcionado pero ahora no era suficiente, ya que el taller de escritura era distinto, había otra gente y nada de lo que escribiera le servía para paliar esa falta que sentía desde que Male se había convertido en un fantasma omnipresente en su vida. Y también cambiaba el hecho de que, a diferencia de otras ocasiones post ruptura, esta vez no tuvo la suerte de conocer a alguien de forma inmediata. Ningún aproach se dió y estando soltero, la ruptura con Male se hacía más evidente y profunda. Esta vez las cosas no habían salido tan fácil como antes, ya que el destino parecía encaprichado en hacerle ver a Nicolás que esta vez sí la había cagado y él no podía dejar de pensar que si no aparecía nadie era porque no se lo merecía. Curioso pensamiento. Por su parte, intentó reconectar con su lado creativo y por eso el taller de escritura. Sin embargo, desde que había empezado aquel fatídico 2015, la musa parecía haberse escabullido y le rehuía, igual que Cupido. Los dioses parecían haberlo abandonado, los del amor, los de la cratividad y los de la buena fortuna. Pero Nico intentó seguir remando contracorriente porque, más allá de todos sus conflictos internos y sus flaquezas, no era un tipo de aquellos que bajan los brazos. Se puso a leer y trabajar con el libro El camino del artista de Julia Cameron donde tenía que hacer ejercicios de creatividad y escribir páginas diaras con sus pensamientos, y entre su psicólogo de cabecera (con el cual ya iba hacía ocho años) y estas páginas catárticas, Nico sintió que se liberaba un poco de peso. Pero algo dentro de él seguía roto y no faltaba mucho para que volara por los aires. 

Los intentos de Nicolás por superar la agonía interna que sufría por la ausencia de Male en su vida resultaron incompresiblemente vacuos. Cuanto más intentaba olvidarla más volvía ella a estar presente en su cotideaneidad. La añoraba, la soñaba, la veía en una actriz porno que era parecida, lo que terminaba en largas pajas rodeadas de llanto. Ese sentimiento autoflagelante y culpógeno estaba destruyendo su psíquis. Intentó todo tipo de lecturas, intentó todo tipo de meditación y de elevar su espíritu por sobre su vapuleado ego, pero la cosa no parecía para nada sencilla. En eso fue a cumpleaños de ex compañeras de Corrientes pero más allá de pasar un rato divertido, se sentía miserable y al final nadie volvía con él a su casa por la noche. La soledad del pequeño depto comenzaba a abrumarlo de una forma terrible, y ya no sentía ganas de continuar. Una de aquellas noches primaverales del 2015, un tremendo eclipse lunar se cernió sobre Buenos Aires. Nico lo vió como un mensaje estelar de recomponer vínculos rotos del pasado e intentó comunicarse con Vale, su primera novia. Le escribió un mensaje por Facebook pero luego de un intercambio amistoso pronto quedó claro que ella no tenía el más mínimo interés siquiera en hablarle. Nicolás estaba desinflado por todos lados. Había soñado con Vale y había escrito un cuento al respecto dedicado a la novia de su juventud, pero ahora ella estaba en otra y simplemente lo rechazaba sin ninguna concesión. Nicolás comenzaba a dudar de su intuición en la que en otrora confiara tanto. Ya no había conexión cósmica con Vale ni con nadie, Nico se sentía flotar como una balsa sin remo, perdido a la deriva en un mar desconocido. ¿Y si se tiraba por el balcón? Estaba seguro de que nadie lo extrañaría y en todo caso les daría una razón válida para odiarlo. Pero no tenía importancia, él pensaba que no lo hacía por sus padres o su hijito, pero en realidad no se animaba, porque temía que todo se terminara. Hasta donde sabía nada le aseguraba que existiera otra vida después y no quería desperdiciar la única que tenía. Aunque para él, vivir sin amor no era vida, pero tampoco lo era inmerso en un amor tóxico. Quizás tenía que resistir, aguantar un poco más, ya que a veces se entía mejor, más cerca de la superficie, más cerca de la luz. Pero Nicolás flaqueaba como todo ser de carne y hueso, y un día que se hablaba con el cordobés acerca de lo destruído que se sentía por la ausencia de Male, pasó algo inesperado. El cordobés, desde su provincia hizo triangulación entre él, Nico en Baires y Male en la costa, y así las cosas dieron un giro inesperado. Male lo llamó a Nico al rato de cortar con el cordobés. Hacía varios meses no se hablaban y de pronto prush y palazzo, Male al teléfono. Ella parecía un poco asustada pero tranquila, Nico era una bola de nervios incontrolable y un subibaja de emociones desbordadas. Él le dijo que la extrañaba, que no podía más y que se sentía responsable de todo el mal ocasionado, pidiéndole disculpas a llanto pelado. Ella se mantuvo en sus siete y le dijo que bueno, que las cosas se dieron así, y que no podía hablar mucho. Que estaba en el auto con su padre, rodeada de familiares. Nico entendió y le volvió a pedir disculpas por las molestias, en un tono que ya no podía ser más patético. Ella se compadeció de él y le dijo que hablaban cuando volviera a Baires. Nico tomó esto como una promesa de puro compromiso, como para salir del paso. Luego cortó y ya bastante más desahogado pudo dormir como un tronco. 

Cuando todos los intentos de superar a Male habían fracasado y leer (y sentirse parte) de novelas como Alta fidelidad de Nick Hornby, que básicamente trata de lo que intenta hacer un flaco cuando su novia lo deja, para finalmente darse cuenta que no importa absolutamente nada lo que haga ya que al final, si ella quiere vuleven a estar juntos y se terminó el problema. Y así fué, mientras el país comenzaba a salir de poco más de una década de gobiernos populares y comenzaba un regreso a los gobiernos de derechas después de 16 años, Nico comenzaba a salir de la melancolía. Claro que tenía días y días, pero luego de esa conversación con Male donde sintió que ella lo ignoraba en su sufrimiento, comenzó a sentir que sus fuerzas se reagrupaban por autodefensa o por orgullo, pero comenzaba a levantarse su ánimo. Sin embargo, cuando parece que la cosa comienza a marchar, vienen los imprevistos y aquello que el ya no esperaba volvió con toda su fuerza. Una noche Male lo llamó a la casa, llorando y recriminándole que él no la volvió a llamar después, pidiéndole que regrese a ella, rogándole que se vean, porque la llamada de él "le había movido toda la estantería" y entonces fue así, que los dos, aún en proceso de rehabilitación, cayeron en la droga del otro. Ahora era ella la que flaqueaba, la que se sentía vulnerable y sentía el peso de la ausencia del otro. Nicolás, sin oponer orgullo y ni dos segundos de resistencia se fue volando en taxi a la casa de ella y a los dos minutos de llegar ya se estaban desnudando para (entre sollozos de alegría) hacer el amor con verdadera y única pasión. Prendados, unidos, atenazados como dos perros, como esos dos chicos que habían vuelto después de una ruptura dura y amarga para ambos. Quizás una ruptura sugerida por gente ajena a su relación y ahora ya dormían tomados de la mano, como si el tiempo no hubiera pasado desde aquella primera noche juntos del primero de diciembre del 2013.  

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