sábado, 16 de diciembre de 2023

Temporada de birras (16)

Existía, más allá de toda expectativa, una relación compinche entre ambos y por el hecho de a veces comportarse como dos niños competitivos de primer año, podían encontrar momentos donde compartirse un montón de cosas. Por ejemplo, Nicolás conocío la novela Más que humano gracias a ella, y Malena conoció a Mariana Enriquez gracias a él. Se pasaban novelas, cuentosa, poemas y comics en una retribución constante. Esto sucedía cuando estaban de buen humor y sintonizados el uno con el otro. Y así estuvieron buena parte del 2016 que comenzaba, pero una vez regresados del ambiente bucòlico del farwest, mundo casi idílico sin problemas ni contratiempos, los primeros roces no se hicieron esperar. A principios de marzo ella le regaló una antología de cuentos de Damon Knight, comprada ahí en la librería Huemul... En la dedicatoria ella se mostraba amorosa y sensitiva, pero sobre todo "suya". Male tenía momentos donde se mostraba sumisa como un personaje de una novela erótica de la Sonrisa vertical. Esto a Nicolás lo apasionaba, le generaba un verdadero ardor en su interior, y tenía ganas de protegerla como a una suave y tierna gacela, o coneja... Él la amaba y ella le juraba entre gemidos y llantos de fuerte goce que era suya y que lo había elegido. Que no tuviera más celos. Pero Nicolás era un pobre diablo inseguro que nunca le habían enseñado a tener confianza consigo mismo. Todo lo que quería era enlazar a Male con una casamiento, como si eso fuera garantía de fidelidad eterna. Pero en ese momento Nico no entendía nada, nunca entendía nada en medio de la partida. Jugaba completamente a ciegas y de una manera atolondrada, dejándose llevar por su intuición y sobre todo por sus emociones, las cuales solían desbordarse bastante seguido. Entonces los dos eran una especie de combo alienado siempre al borde la explosión, demasiado intenso y pasional. Siempre pensaba que lo mejor era separarse pero para él era como que le dijeran que habían que amputar para sobrevivir, y el prefería estar unido no importe a que costo. 

¿Y entonces? 

Comenzaron nuevas reyertas del absurdo. Male quería empezar a salir a correr para bajar lo que fuera que necesitara bajar. Nicolás fue invitado a este particular ritual del ejercicio físico el cual no podía entender filosóficamente, aunque supiera en lo fondo de su ser racional que eso era lo que necesitaba hacer, no sólo para bajar una incipiente panza sino que para bajar fuerte los malos humos. Él sentía que todavía no era su momento de empezar a salir a correr, sentía que no lo necesitaba y de ser necesario esperaría hasta el límite de tiempo para incorporar una rutina que de por sí le parecía un incordio innecesario. Pero como buen novio acompañó a Male en sus primeros días. La idea fue pésima. En su intento por acompañarla ella dió unas vueltas al parque centenario y verlo ahí sentado sin hacer ningún tipo de esfuerzo la sublevó. Con la cara toda roja se enojó por cualquier tontería y le dijo de todo. Él, que no era de quedarse atrás con eso de los dardos envenenados, le devolvió la gentileza. Male sin decir nada se fue corriendo, huyendo de él. Nicolás la persguió por todo el parque pero se desencontraron en la noche de runners. Nico volvió a su depto ya que ella tenía sus cosas ahí. Apenás llegó por un lado la vio venir por el otro. Subieron callados el ascensor y una vez ahí se enzarzaron en una pelea de incoherentes recriminaciones. Ella se quería ir a su casa ya y Nico cometió el error de querer retenerla para "arreglar" las cosas. Pero no había caso, ella estaba con un nivel de empaque altísimo, entonces le bajó a abrir. Antes de abrirle trató de conversar nuevamente y ella se puso a gritar que abriera la puta puerta. Nicolás se asustó tanto que temió que llamaran a la policía, entonces abrió la puerta y tomándola del brazo la sacó pero Male se cayó al piso y otra vez, gritos, llantos, peleas. La persiguió unas cuadras pero ella le decía de todo a los gritos, y él intentaba pedirle que se senerara. Un tipo que pasaba por allí comenzó a mirar fijo a Nicolás y entendió que el susodicho estaba dispuesto a meterse por sin Nico le hacía algo a Male. Eso le trajo el recuerdo de un año atrás y sintió un tremendo deja vú de escalofrío. Cedió en su orgullo y dejó irse a Male sin intentar retenerla más. Tuvo que dejar primar la cordura por encima de ese deseo irrefrenable de querer arreglar todo en el momento. Esa noche fue una pesadilla para ambos, cada uno en su casa, llorando de impotencia. En los días siguientes, Nico tuvo que remar mucho para que Male lo perdonara por ser bruto y torpe. En esos meses que siguieron al altercado, las cosas parecían volver al redil de hacía un año atrás. Pocas ganas de verse, discusiones por tonterías, huidas y choques bizantinos por quien elegía la película que debía verse a la noche. Male andaba frustrada por seguir sin trabajo y Nico estaba frustrado por seguir en el mismo lugar de siempre. Sin embargo, algo estaba a punto de cambiar las cosas. Una de aquellas noches Nicolás había huído de la casa de Male pero en malos términos, como quien no soporta más al otro. Male se tomó esto muy mal y durante todo el día siguiente no le contestó los mensajes a Nicolás que le pedía disculpas pero se excusaba que había tenido ganas de dormir en su casa. Las cosas estaban tirantes y Nicolás intuía una ruptura proximamente pero la rueda de la fortuna cambió dicha suerte. Esa tarde Nico estaba en el salón de la librería, casi sólo, esperando que algún cliente entrara y lo sacara del aburrimiento. Una llamada al local tuvo ocupado unos minutos al sub encargado, aquel pelado que no lo saludaba hacía meses. El pelado ahora lo miraba mientras hablaba por teléfono. Esto fue sospechoso para Nicolás ya que el pelado ni lo miraba siquiera después que habían discutido a los gritos algunos meses antes por la disposición de una mesa. El pelado cortó el teléfono y se acercó mirando intermitentemente a Nico y a los costado. Che escuchame, me dijeron que mañana tenes que presentarte en el depósito a las nueve de la mañaña. A Nicolás esto le pareció muy irregular. Perdón pero para que me tengo que presentar ahí? Le preguntó con cierta sospecha. Tengo que hacer trabajo de depósito? Una vez lo habían mandado a ordenar, junto a otros, algunos libros en el lejano deposito de Barracas. Pero el sub encargado se lavó las manos y dijo que no le informaron para que lo requerían, después se escabuyó y lo miraba de reojo. Todo era tan sospechoso, sobre todo que su horario era a las 11 de la mañana y lo citaban de un día para el otro en un lugar lejano, dos horas antes. En el instante Nicolás se dió cuenta que lo iban a achurar. Además del pelado, el gordo Garbarino había estado picando los cables a gente de la librería para que rajaran los Joe vs el volcán, o sea los inflexibles. Nico se quedó inquieto todo el resto de la tarde y que el pelado se fuera a su hora de descanso tomandose más tiempo del usual terminó por colmarle la paciencia. Le dijo esto por mensaje a Male, contándole que lo querian rajar. Male, que ya venía con los cables cruzados dijo "voy para allá" y antes que Nico le pudiera decir que no lo hiciera ella se mandó. Vivía a diez cuadras de donde trabajaba Nico, y en una jornada laboral que se hacía eterna, ella apareció media hora antes de que Nico pudiera terminar su jornada. Se mandó a hablar con dos compañeras de Nico, increpándolas casi como si fueran responsables de lo que sucedía. Pidió hablar con el pelado pero este no volvía. Entonces, una gordita que odiaba a Nicolás llamó por teléfono al pelado para avisarle que la novia del susodicho había aparecido en el local de forma súbita y que estaba patoteando al personal. Nicolás no sabía donde esconderse de la verguenza, pero su sexto sentido le indicaba que de todos modos al día siguiente sería un desempleado más de la era Macri. Ya faltaban pocos minutos y Nicolás no aguantó más, agarró a Male y le dijo que huyeran de ahí lo antes posible. Male reaccionó y se fueron casi a las corridas. A una cuadra del local se cruzaron con el pelado que le preguntó a Nicolás que pasaba y por qué tanto escándalo? Y además, bien informado, le dijo quién le había dicho que lo iban a despedir? Nico ni se gastó en buscar explicaciones y dijo que llamaría al encargado para que le explique él mismo por qué diablos lo citaban al día siguiente fuera de su horario de trabajo. Al llegar a la casa de Male se comunicó con Emilio Frisman, un fiel súbdito del maquiavélico señor Alex. Frisman le respondió a Nico que estaba ocupado en una reunión, pero ante la insistencia, le dijo que se lo citaba porque lo iban a sancionar. Nicolás preguntó bajo que motivo, pero luego de esto Frisman lo bloqueó. Todo estaba más que claro, casi no había sorpresas por delante. Era la crónica de una pateadura en el trasero anunciada. Al día siguiente, casi como si fuera un trámite, Nicolás llegó a la hora señalada a Barracas para confrontar al señor Gomez de Recursos Humanos. Ante la mirada atónita del señor Gomez, Nicolás preguntó por el motivo que se lo citaba allí. Por las dudas él había llevado la chomba bajo el buzo, por si después tenía que volver al local. ¿No te dijeron? respondió azorado Gomez. Me dijeron que era por una sanción, pero no sé que fué lo que hice. Gomez meneó la cabeza como diciendo no no no no, que mal, esto es muy irregular. Lo lamento, pero no, la causa es que esta desvinculado de la empresa. Lo siento, yo no te conozco y no tengo nada contra vos. Siento mucho esto y no depende para nada de mí. La orden vino de arriba. Cuantos crímenes de lesa humanidad se habrá cometido bajo ese nefasto lema. Nicolás se puso mal, le dijo que era padre pero el hombre no hacía más que pedirle disculpas. Al final, Nicolás sentía más lástima por el sentimiento de culpa de Gomez que por él mismo. Le dió la mano, y luego salió a la avenida Velez Sarsfield sinténdose liberado. Libre como el viento. Mas fuerte que cualquiera... Esa mañana casi invernal de primeros días de junio lo vió a Nicolás sin trabajo pero contento porque se había terminado una etapa ardua de su vida en aquella cadena de libros. Había aprendido un montón del rubro y no desestimaba la experiencia pero por lo que a él concernía ya había tenido suficiente con el mundo libreril. Cuando se volvió a juntar con Male se fueron a almorzar unos ñoquis con vino a un restaurante. Nicolás se sentía feliz, y Male se sentía feliz de que Nico se sintiera feliz. Como si esa pesada mochila que se había quitado le hubiera sacado un gran peso de encima y se notaba en su semblante. Ahora eran dos desempleados en un país gobernado por los malos, pero en situaciones de crisis, la unión hace la fuerza y por delante, Male y Nico tenían el mejor año de su relación. 

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