domingo, 10 de diciembre de 2023

Temporada de birras (14)

Desde que se habían revinculado, Male y Nico comenzaron una nueva etapa de idilio. Habiendo sanado (o intentado) las heridas del pasado, ambos se reformularon en un nuevo pacto amoroso donde cada uno quería mostrar que era mejor que antes. De alguna forma la pareja parecía demostrar cierta mejoría; por un lado Nico trataba de mostrarse más tranquilo y menos celoso, y Male intentaba convencer a Nico que ya casi no bebía y que se encontraba en una nueva etapa de búsqueda espiritual. Poniendo canciones estilo mantra de mujeres chamanas y mostrando un costado más dulce hacia Nicolás. Él estaba contento, de alguna manera se sentía perdonado y eso le daba cierta paz interior que no estaba pudiendo conseguir por los medios habituales de la autorealización y la introspección. La culpa era tan fuerte que en esos meses no había hecho más que sentirse una porquería que merecía morir y luego sentir la necesidad imperiosa de ser redimido. Al darle Male una segunda oportunidad Nico se juró nunca más perder el control en una situación tensa. Ahora ambos se sentían unidos, juntos, afianzados y sobre todo compañeros necesarios ante unas elecciones generales que parecían vaticinar el regreso de la derecha al país. A pocos días de su revinculación, Nico y Male se desayunaron (como tantos otros argentinos de bien) de la victoria del ingeniero Macri, algo tan inverosímil como pesadillesco. Sin embargo, más allá del impacto inicial de una noticia tan desoladora, ambos se sintieron al meos acompañados ante el horror. Quizás, en ese momento no lo sabían, pero su relación quedaría signada por ese período en que la derecha volvía al poder. De alguna manera, ese lema "abrazame hasta que vuelva Cristina", les marcaría a fuego la relación por venir.

Ahora las cosas se presentaban oscuras, con un futuro desolador que prometía aumento de tarifas, de inflación y de pobreza. Pero Nico no se iba a dejar amilanar tan fácil y buscaría refugio en las cosas que le hacían bien, por al menos lo que durara ese mandato del mal. Y fundamental, si podía pasarlo acompañado de su amor, de su compañera, sentía que podría hacerle frente a lo que fuera.

Pero como ambos eran un poco hijos menores, conflictivos y caprichosos, no dejaban de chocar por pelotudeces que para cualquier persona ajena les parecía de un grado absurdo de inmadurez. Una de esas noches post-regreso, Male se sentía romántica e insistía en poner canciones alusivas. Nico dejó que pusiera lo que quisiera, bien sabía del error que era contradecirla. Pero luego de que ella pusiera hasta el hartazgo The air that i breathe de The Hollies, Nico cometió el sacrilegio de poner un tema alusivo también y puso Our house de Crosby, Still & Nash. Male se enojó y le dijo de todo, que era re obvio y evidente entre otras cosas con su elección musical. Nico se tomó aquella crítica un poco injusta como un ataque personal hacia aquel tema que a él le gustaba y otra vez la discusión de que parecía que sólo ella podía poner canciones con una intención, él no porque ella lo tomaba como una competencia, que él quería poner un tema mejor después que ella y entonces se enojaba. A Nicolás esta actitud le parecía absurda, él no sentía que le hacía la batalla musical a Male, sólo quería compartir sus canciones como ella hacía con él. Pero Male no toleraba esa situación de pié de igualdad, un poco calculada de parte de él, pero bien intencionada. Ella sentía que él no cedía nunca en su rol protagónico, pero para un tipo como Nicolás, pedirle aquello era como decirle a un pájaro que no vuele. Era parte de su naturaleza y no se daba cuenta de aquellas cosas, entonces ella tomaba todo aquello como un acto de competitividad y para no sentirse disminuída le bastardeaba sus gustos, literarios, cinéfilos y sobre todo musicales. De todos modos, aquello quedó como algo anecdótico. Estaba claro que la temporada de birras seguía de forma ininterrumpida para Male, no había retorno de todo aquello y pronto Nicolás se sintió decepcionado nuevamente en ese respecto. Sin embargo, ella había decidido volver a trabajar luego de la licencia de cuatro meses que se había tomado por la operación de la pierna. Pero no pasó un mes desde que volvió a Barrio norte cuando se dió cuenta que ya no disfrutaba de ese trabajo. Estaba cansada de que le cambiaran los compañeros todos los meses, y ella parecía fija en ese horario como posición. Nico la ayudó en lo que pudo para que tomara coraje y renunciara. La acompañó el día que fue a presentar la renuncia y aquella noche, mientras se despedía de sus compañeros, Nicolás miraba ese pasado cercano donde hacía dos años había empezado todo. La intensidad de los hechos había sido tan alta que le habían dejado una fuerte huella en su interior que reviviría cada vez que pasara por aquella zona de la ciudad. Aunque con los años esa sensación iría apagándose, de todos modos la marca era imborrable. Cuando estaba a punto de soltar una lágrima Male apareció de nuevo a su lado y le preguntó que le pasaba. Nada, respondió él, es sólo que tengo una extraña nostalgia...  

Para cuando llegaron las fiestas, los conflictos no se hicieron esperar. Male tenía un conflicto con ese tema porque su familia se había disgregado y hacía años que no pasaba las fiestas con su familia. En el caso de Nicolás, si bien su familia estaba llena de peleas y conflictos sin resolver, para las fiestas más o menos se organizaban para pasarla juntos y tratar de que nadie quedara afuera, sobre todo en Navidad que era la fiesta por excelencia en la familia de él. Justamente, como esa era la tradición de su familia, Male se resistía a integrarse, insultaba a los familiares de Nico y todo le parecía una bosta. Siempre le decía que cada vez que se juntaba con su familia ella quería huir de allí como si se tratara de una princesa retenida en una torre. A Nico esta actitud de ella le parecía por demás infantil e injustificada, él estaba convencido de que su familia no era tan horrible como ella le daba a entender, y en todo caso él tenía que soportar el desprecio mal simulado de su padre hacia él. Le parecía que tenía más cosas para decir de su familia que ella de la suya, sin embargo, trató de no confrontar y poner paños fríos. Con el tiempo ella le confesaría que le daba bronca que sus padres se pudieran juntar para las fiestas y los de ella no. Eso le generaba frustración y la terminaba volcando en la familia de Nicolás. Como esto era algo que se hacía evidente, Nico trató de no ahondar más en aquello y le prometió que año nuevo irían con su familia a la costa. Los padres de ambos se habían tomado con calma y madurez el retorno de sus hijos a aquella relación que les parecía tan tóxica, pero nadie quería meterse demasiado, quizás con excepción del padre de Male, pero al final tampoco pudo hacer gran cosa. Su hija había decidido volver con aquel que de alguna forma la hacía sentir querida y necesitada y fin del asunto. Por parte de Nico, su madre también entendió lo mismo, y cuando se cruzaron por el barrio Male y Nico con su madre y el pequeño retoño de Nico, hubo sorpresas, abrazos y besos. 

Cuando pasó Navidad y llegó fin de año, ambos se escaparon a la costa como el verano anterior. Esta vez, el primero de enero no se desayunaron con ningún embarazo, todo parecía calmo. Los padres de Male volvieron a aceptar a Nicolás, que se sintió perdonado y trató de ser lo mejor posible con todos, sobre todo con Male. Luego de unos pocos días Nico tuvo que volver al trabajo el cual ya le tenía bastante harto, pero para febrero ya tenían planeadas unas vacaciones en el norte donde vivía la hermana de Male. A su vez, ella sin trabajo desde diciembre, estaba menos alienada aunque buscando trabajo para entrar a otra librería. Las cosas parecían marchar para la joven pareja, por el momento...


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