miércoles, 13 de diciembre de 2023

Temporada de birras (15)

Antes de irse de vacaciones, Nico y Male nos ofrecieron uno de sus clásicos momentos patéticos inolvidables. Nico había propuesto ir un domingo al mercado de Tigre y a Male le pareció una buena idea ya que no conocía el lugar. Pero fue salir de la casa, esa mañana soleada de verano que nomás ya estaban peleándose por una tontería. Durante todo el viaje en tren de Retiro a Tigre Male no le dirigió la palabra a Nicolás, y éste aceptó el desplante sin problemas, pero todo parecía anunciar que sería un día intenso. Apenas llegaron se amigaron rápidamente y fueron al puerto a sacar pasajes para dar una vuelta en el colectivo-lancha. Aún faltaba asi es que fueron a dar una vuelta por el puerto de frutos donde siguieron peleándose mientras Male no paraba de comprarse una lata de cerveza atrás de otra. Nico le intentaba pedir que se contuviera de beber tanto y que disfrutara del día, pero para Male no existía la posibilidad de pasear careta un día de sol en plan novios. Para ella disfrutar era hacer cualquier cosa en cualquier lugar pero tomando cerveza. Discutieron más y luego volvieron al centro a comprar algunas cosas para comer. Male compró más cervezas y Nicolás,e n un ataque de innecesaria impulsividad, tiró las latas al tacho de basura. Male se puso de la cabeza, se enojó de tal manera que Nico no tenía escapatoria y trató de huir de allí, pero Male lo perseguía por todo Tigre a los gritos. Nico nunca había sentido tan verguenza al punto de que trató de razonar con ella y le dijo que compraba otras birras, recién ahí se calmó ella. Una vez sentados en una esquina, ella le dijo que no quería irse de vacaciones con él, a una semana de viajar y ya con los pasajes sacados. Ella le dijo que él era un idiota y que no la dejaba ser. Nico se sintió mal por esto y trató de enmendar la situación. Al final se fueron a dar el paseo en lancha y todo fue una confusión. En pleno viaje Male se hizo tocar por Nico mientras miraba altanera por la ventana y el agua del río los mojaba a ambos. Nico estaba que no podías más, necesitaba cojersela lo antes posible antes que le explotara la pija. En un parate del paseo se bajaron en medio de una isla donde había un edificio tomado y se pusieron a buscar un lugar para coger. Ambos ardían en deseos de garchar lo antes posible, ella mojada en lo más interno de sus bragas y él con una erección que dolía. Pero cuando estaban en medio de unos arbustos, la cabezita de Nico estaba comenzando a entrar en Male que ya daba un tímido gemido de placer, escucharon los ladridos de unos perros. Estaban en medio del jardín de una casa y como en las islas de Tigre no hay nada muy delimitado, se salieron rápidamente uno de otro y volvieron corriendo a la lancha. El viaje de vuelta lo hicieron sin despegarse y esa noche, en la oscuridad de la casa de Nico se sacaron las ganas mientras se decían sin parar ¡te amo!

En el sur (again) Male y Nico llegaron en febrero para encontrarse con una ola de calor tremebunda y a la madre de Male por volverse a su casa. Ellos disponían esta vez de toda una cabaña para ellos solos y eso les generó un placer inigualable. Ya no tenía que dormir como dos parias hippies en una carpa olorosa. Disponían de su heladera, de su bañito, de su cocinita, de su camita de dos plazitas para hacer el rico amorsito y mucho más. Fue llegar y ponerse a pintar y darle los últimos toques a una cabaña que tenía mucho amor y dedicación puestas. Nico, de inmediato se imaginó quedarse a vivir ahí. Se lo planteó a Male pero ella no quería saber nada, era amante del ruido y el bochinche de Buenos Aires. Eso los dividía, porque ella siendo una chica de provincia le fascinaba la ciudad, y él, porteño de toda la vida, no veía la hora de irse de aquel centro del mal; Mordor, como Nicolás llamaba a Buenos Aires. Este, junto con algunos otros temas como el de la paternidad o el casamiento, eran cuestiones picantes que a veces trataban y eran el meollo del asunto, porque una pareja que no proyecta nada y vive el día a día sin pensar en mañana, por lógica tiene los días contados. Y es claro que no existían posturas definidas al respecto ya que a veces Nicolás sentía ganas de tener otro hijo y Male ni hablar, tenía miedo al respecto. Después ella le decía que quería ser mamá, pero no con él. Nicolás sentía una aguja de angustía en lo más profundo de su corazón cuando ella lo descartaba así. Y a veces, él la jodía con que se casaran, pero ella respondía absurdah "vos te queres casar conmigo por mi dinero". A Nicolás le parecía un comentario tan boludo que evitaba tomárselo en serio. ¿Por dinero? Ni siquiera se sentía cómodo cuando le pagaban un boleto en bondi por haberse quedado sin plata en la Sube. Mucho menos le interesaba sacarle un solo peso a nadie y menos a su novia. Pero era algo que para Nicolás revelaba que ella no le veía futuro a la relación, y pensaba que cuando se separaran, le vendría a pedir la mitad de sus bienes. Nicolás descartaba el asunto y sentía que cada vez que se sentía con ganas de ser romántico, ella le destripaba sus ilusiones con cierta saña. Pero después, cuando ella se sentía con ganas de ser romántica, él tenía que estar ahí, con una sonrisa de plástico escuchando las malísimas canciones que le obligaba a escuchar. Para Nicolás, Malena era una eterna adolescente, que quería vivir un noviazgo teenager más que tener una relación seria. Quizás por ser sagitariana o tal vez por sus conflictos de la infancia la convertían en una especie de eterna Peter Pana. O quizás Campanita... Porque la realidad es que Nico tampoco era el tipo más maduro del mundo, y a veces se deltaba solo viendo películas de Disney, tratando de revivir los momentos que de chico lo hacían feliz. No había caso, cuanto más miraba las películas de su infancia (actitud que Malena odiaba) más se daba cuenta que aquellos tiempos se habían ido hacía mucho y que cada vez quedaban más atrás. 

Ahora bien, cada vez que Nicolás penetraba a Malena, sentía que aquella era el amor de su vida. No podía explicarlo y para él, era una cuestión que iba más allá del principio de placer. Era como una conexión cósmica en la que a veces Male se sentía involucrada y lograba conectar, pero que por lo general era unidireccional. Quizás en parte por su constante tendencia a alcolizarse casi todos los días a la par de tomar medicación psiquiátrica que la convertían un poco en un ser indiferente sin sentimientos. O por ahí era el hecho de que como tomaba ese combo explosivo para evitar la realidad era que tenía la excusa perfecta para dar rienda suelta a su desdén y rebajar el amor de Nicolás. Pero esto no era siempre así... había momentos. Nico disfrutaba mucho del sexo con ella, pero ella parecía tener una difícil conexión con su placer y sexualidad. A veces le recriminaba que ella no acababa y de alguna manera parecía ser culpa de él. Nicolás intentó de todo desde su conocimiento pero lograrle un orgasmo parecía más difícil que ganar el derby de Kentucky. Nico comenzó a desligarse de la dificultad de ella para acabar y se resignó. Sabía que era otro posible motivo de resentimiento en la pareja pero sentía que nada podía hacer, al final ella lo resolvía con una masturbación rígida y compulsiva a ojos cerrados. Nicolás miraba encantado pero a la larga le dejó de parecer algo sexy para convertirse en algo un poco triste y patético, donde su presencia no era requerida. Sintiéndose apartado y relegado de todo aquel asunto, el sexo entre ellos era algo que sucedía más como un favor a él que otra cosa, aunque había noches de mayor intimidad donde ella realmente parecía disfrutar el sexo con él, alabando todas sus propiedades masculinas y confesándole que le encataba hacer el delicioso con él. Pero bueno, tenía días que sí y días que no. En cambio Nicolás quería coger todo el tiempo, pero bueno, no siempre se puede. Al final, en la cabaña aledaña a la casa de su hermana, Male y Nico cogieron contadas veces porque ella sentía verguenza de hacerlo con parte de su familia ahí cerca. A Nico le parecía que Male se vendía como una chica muy horny pero que le faltaba un poco de espíritu hippie. Más "a los yuyos" y menos excusas. De todos modos Nico se sentía muy complacido por ella que se dejaba coger de una forma muy sumisa que a Nicolás lo volvía loco de remate. A veces sentía que ella le proporcionaba los mejores orgasmos de su vida y entonces sí, pensaba que era un poco injusto que a ella no le pasara lo mismo. 

Esas vacaciones se la pasaron yendo al río, caminando por la montaña y barnizando los muebles de la cabaña. Mientras ella leía a Juan Filloy y él a John Harrison, cada uno inmerso en su lectura, Nicolás pensaba que eso exactamente eso y no otra cosa era la felicidad para él. 

Se fueron unos días a acampar a los 7 lagos, pero a Nico algo le cayó mal y terminó descomponiéndose esa misma noche junto al lago verde. Empezó con unos retorcijones que lo llevaron a huir de la carpa hacia los baños pero nunca llegó, en medio de la oscuridad vomitó por todos lados. Luego volvió a la carpa y vomitó un poco más. Y hacia el final ya que tenía nada y entonces levantó fiebre y estuvo todo el día tirado en la carpa mientras ella lo cuidaba. Tuvieron que esperar un día más para irse de allí pero como no tenían señal, no pudieron comunicarse con Luli y Lilo para que los fuerana  buscar en el auto. A la mañana del tercer día y todavía afiebrado, Nico y Male levantaron campamento y comenzaron una larga subida del camping hacia el sendero de tierra donde solía pasar el colectivo. El tramo fue difícil pero Nico, más allá de la contrariedad de la fiebre se sentía acompañado y cuidado por su mujer, algo que le daba fuerzas e impedía que cayera en la desesperación o desasosiego. Una vez lograron retornar a la granja de los Palta, Lilo les contó que se habían intoxicado también siendo solo Male la única indemne. Al final la petisa era la más fuerte de toda la comunidad. A Nico le lelvó un par de días recuperarse, teniendo algunas recaídas de índole estomacal pero logrando reponerse en breve. Male a su vez recibió un llamado de una librería para empezar a trabajar cuando volviera de sus vacaciones. Nico se sintió feliz por ella y Male se sintió culpable porque se daba cuenta que Nico era muy infeliz ahí en Santa Fe. Sobre todo desde que un pobre diablo de Garbarino había sido colocado en un puesto jerárquico y quería imponer la venta de celulares en los locales. Además le había declarado la guerra a todos aquellos que no quisieran aceptar los nuevos términos de venta. El venezolano ya había dicho que la tecnología le daba asco y poco después fue despedido. Nico sentía que lo tenían en la mira por ser reacio a vender teléfonos, además de vender libros. Ya lo había amedrentado uno de sus esbirros gritándole y humillándolo en medio del salón con el local lleno de gente. Para él sus días en Cúspide estaban contados, y por un lado no veía la hora de que llegara ese ansiado momento. Male quería ayudarlo a conseguir otro trabajo y le daba culpa sentirse feliz ante él, pero Nico trató de hacerle olvidar su situación y que disfrutara su buena noticia. Male parecía incapacitada para sentir momentos de felicidad, cada vez que algo positivo llegaba a su vida, ella de inmediato buscaba una razón para restarle valor o deprimirse porque alguien moría en Medio Oriente. No había manera de hacerle entender que merecía disfrutar de sus momentos de felicidad, pero no había caso, en el fondo ella sentía que no se merecía ser feliz.  Cuando finalmente regresaron a Buenos Aires, Nicolás volvió a deprimirse por su rutina diaria y Male salió a buscar ese trabajo, pero su falta de fé le jugó en contra. Al final habían tomado a otra persona y entonces volvió a refugiarse en su casa, en el no-hacer y en la birra, su fiel compañera. 

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