jueves, 15 de agosto de 2019

33 canciones por minuto



6) En este día tan especial (mi cumpleaños número 36) voy a recordar una canción y todo un disco que me acompañó una tarde de cumpleaños pero del tumultuoso año 2001. Poco antes de las torres gemelas, antes del estallido social en Argentina, un poquito antes de todo eso, cumplía dieciocho años.
Me había quedado solo en casa. Mis viejos no estaban, tampoco mi hermano. El día era horrible. Una chica del colegio me tenía loco pero no era correspondido, o sí, pero tenía novio y no lo podía o quería dejar. Encima llegaba a la mayoría de edad, en cuarto año (había repetido segundo año). No sé bien que es lo que me pasaba pero creo que fue mi primera depresión o gran bajón.
Acudí al tocadiscos de casa y me acompañé mi tarde de cumpleaños con música. Pero a esa edad, la música genera cosas muy fuertes. Puede ser un gran subidón pero también puede doler, lastimar mucho.
Llegué al disco de grandes éxitos de Simon and Garfunkel. Ya sé que no es la opción más alegre, pero luego de la divertida Mrs Robinson arrancó For Emily whenever i may find her, y a partir todo fue cuesta abajo. Me sentía solo en el mundo, abandonado, librado al azar, desdichado sin motivo, triste, angustiado, miserable con mi vida y el mundo gris que me rodeaba. Llegó la canción Bridge over troubled water y para entonces ya lloraba, lloraba solo en casa. Y no sabía por qué, solo lloraba.
Luego fueron llegando a casa todos y me sentí acompañado, pero esa sensación de soledad en el día de mi cumpleaños no se borró nunca más, y los amigos de Simon & Garfunkel fueron la banda sonora de aquella tarde de revelaciones, soledad y crecimiento.

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