miércoles, 4 de octubre de 2023

Un Almagrense en Parque Chas



Dijo una voz popular que existen días mágicos, difíciles de olvidar. También dijo una voz popular que no existe el día sin la noche y una noche mágica vale doble.
A veces no son mágicas las noches, pero tienen ese regusto tan atractivo de lo extraño. 
Y existen días donde todo directamente te sale como el churrete. Al mejor estilo "Un día de furia" con Maicol Daglas...
Muchos podrán decir que peco de atrevimiento si menciono el hecho nada factico de que bien podrían ser los astros quienes nos indicarían que existen días propicios, días ociosos sin novedad en el frente, y días malos, donde pareciera que más allá de nuestra voluntad, el destino se encargará de hacernos fallar. 
Bueno, toda esta introducción se hace necesaria, porque hoy pareciera haber sido uno de estos últimos días que he mencionado.
¿Se puede pelear a la contra? O sea, dar pelea cuando todo indica que no es por ahí el asunto. Entre el poeta Almafuerte que te dice que no te des por vencido ni aún vencido, y Bukowski que parece decirnos con toda su literatura autoreferencial, que no importa donde termines, lo importante es que plantes cara. 
Unos genios estos muchachos. Podríamos agregar un poco de vitalismo Nietzcheano de la primera hora y tenemos el combo de "dale para adelante". 
Pero reitero, a veces, por más huevo que le pongamos al asunto, pareciera que nada saldrá como nosotros queremos. 
Hoy me encontraba mordiendo mis labios, cansado, agotado, alienado por todo un año que se nos hace de goma por lo intenso y déspota. 
Por una de esas vueltas del destino terminé vagando por Parque Chas, uno de los famosos "cien barrios porteños" que reza el tango... ¿Y?
Hacía poco había descubierto el cómic acerca de dicho barrio y conocía algo de su mitología gracias a las Crónicas del Ángel Gris, del negro Dolina pero... ¿Será para tanto ese icónico lugar?
Estaba justo por ahí, mi google maps me indicaba la entrada del famoso barrio de los laberintos. Era de noche y teniendo dicho dispositivo, nada podía malir sal... ¿o no?
Sí, bueno, la cuestión es que Parque Chas, de alguna manera y quizás por su mitología, vendría a ser como El triangulo de las Bermudas personal de la ciudad de Buenos Aires. Como si al entrar en sus calles caracol, algo irremediablemente se perdiera. 
No hay manera de saber si una vez allí será fácil salir, y aún con dispositivo movil y todo. Algo de la orientación intuitiva falla. No existen coordenadas mentales que te dejen salir. Y si es de noche, el riesgo es mayor. 
Cuando me decidí, muy confiado en la tecnología, a entrar al dicho barrio me percaté al instante que en un lapso muy breve había recorrido varias cuadras y la entrada y visión de la avenida se había perdido mal y pronto. Además, como si el barrio tuviera un embrujo propio, me perdí mirando las casas, la belleza de lo simple y lo simple de lo bello. Suena trillado lo sé, pero juro que ese lugar es de los pocos de Buenos Aires que una vez lo empezas a recorrer empezás a pensar como te gustaría vivir allí, lo que puede llegar a costar, si habrá departamentos disponibles y un sinfín de etcéteras delirantes. 
En una de las esquinas me pareció ver una casa de dos pisos, muy similar al de la historieta. Me pregunté si sería el mismo y si una mujer fatal saldría a hipnotizarme como al personaje de la novela gráfica. Hbaía una luz azul ambarina que provenía de allí adentro y una persiana baja que me dió escalofríos. 
Rápido di la vuelta en la próxima esquina y em percaté de lo que más temía, Estaba complemtamente desorientado, perdido como Gretel sin Hansel, o como Teseo sin Ariadna. ¿Y ahora? Busqué rápido mi celular para confirmar, después de un día largo y agotador, que me había quedado sin batería...
¿Que sería de nosotros, pobres mortales, sin la electricidad que mantiene viva nuestra realidad?
La cuestión es que traté de huir hacia donde creí se encontraba la avenida Triunvirato, pero nada de eso. Cuando me dí cuenta que había llegado a una plazita que, entiendo, es el corazón del barrio... Sentí todos los malestares asociados con un miedo frío y traspirado.
Decidí volver sobre mis pasos para encontrarme frente a la casita del cómic otra vez. Ni la miré porque temí ver algo fuera de lo común. El portal de lo extraño se había abierto una vez más para mí, demostrandome que no importa que te sientas jovato, la aventura está esperándote ahí afuera, saliendo de tu zona de confort y sobre todo de noche...
Corrí desesperado hacia donde pensé estaba la salida, que divisé a dos cuadras, por las luces y movimiento. Escuché que dos flacos me chistaron desde una esquina. Ambos detentaban ropas ajenas a este tiempo y época del año ¿casualidad? y una luces de señales colgadas del cuello, como si fueran dos Transformers... Pero, ¿por qué me llamaban a mí? Siendo tan ajeno al barrio, tan de Almagro, un barrio tradicional de Buenos Aires, con sus mitos y leyendas, sí, seguramente, pero no al nivel de La dimensión desconocida que maneja Parque Chas. 
Apuré más el paso y cuando llegué a la avenida sentí un alivio. Paré el primer taxi que pasó y una vez dentro le dije mis coordenadas Almagrenses. El tachero me miró por el espejo retrovisor y me dijo con una sonrisa socarrona ¿Venis de Parque Chas? Si, respondí yo sin interesarme mucho. Pero lo siguiente que dijo me dejó como a una momia. Yo tuve uan novia ahí, allá por los años ochentas. Que mujer más enigmática. Las cosas que viví ahí no me las olvido más flaco... Desde diciembre del 89, cuando ella se desintegró en mis brazos, que no piso ni loco esa zona. Ese barrio es cosa seria flaco, ese barrio es cosa seria...

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