Sir Scott James, más conocido como "El caballero
negro" nació (para mí) en Supermercado Norte, en el año 1992, momento en
que fue adquirido por mi progenitora y saldamos esa deuda eterna con el noble
guerrero.
Desde que lo saqué de su cajita azul no existió más como un
pedazo de plástico importado de Alemania occidental, sino como lo que sería
hasta hoy día, el caballero andante que cuidaba el puente sobre el río de
Shepperton. Por allí nadie podía pasar a menos que estuvieran dispuestos a
cruzar sus armas con él.
Descubrimos que en dicho río existe un determinado tipo de
Ondina que se puede materializar en extrañas mujeres de largos cabellos
dorados.
Scott nunca supo que lo trajo de convertirse en el guardián
de aquel pasaje. Sinceramente ni él sabía para que impedía pasar a los
viajeros. Y cuando se supo que un rudo caballero negro había desmantelado por
completo a quienes le habían hecho frente, los caminantes comenzaron a trazar
un nuevo mapa para evadir tan terrible trance.
El caballero negro sabía que esto no era algo lógico. De
alguna manera, la gran mano del destino lo había puesto en ese trance y él
sentía que tenía que responder. También sabía que quizás podría ser derrotado
si alguien con la suficiente voluntad se abría paso frente a él. Tampoco era el
guerrero invencible que todos creían. En realidad era más su fama de ser
infranqueable que lo que en verdad podría lograr...
De hecho no pasaron tantos años hasta que una vez, un joven
caballero con corona y un sequito de guerreros le pidió amablemente hacerse a
un lado. El caballero negro se negó ante esta petición y su rival, quien decía
ser el nuevo rey de los bretones se lo ordenó nuevamente. El caballero negro se
negó. Y el rey le dijo que se corriera o que se dispusiera a entrar en singular
combate. El caballero le dijo que no se movería. En verdad ya estaba harto de
tener que hacer ese papel de guardián del puente, a veces ni siquiera podía
comer o hacer sus necesidades, porque nunca faltaba el tramposo que lo espiaba
a ver si bajaba la guardia y así pasar. Pero el caballero negro era un hombre
de honor y nada le haría moverse de allí, aunque se le fuera la vida en ello.
Arthur peló a Excalibur, una espada muy poderosa. El
caballero negro cruzó dos mandobles con el soberano y pronto comprendió su
error. Aquel era un rival superior. Trató de llevar el combate sobre el puente
y apenas el rey revoleó su espada de manera torpe sobre su cabeza el caballero
se hizo el que resbaló y se tiró de cabeza al río. Si esa espada mágica lo
hubiera tocado es muy probable que hubiese muerto casi al instante. El
caballero negro no era tarado.
Después de aquel acontecimiento, supo que el rey Arturo era
el nuevo soberano de las islas y en fin... lo dejó ser. Pero el caballero negro
volvió a ocupar su puesto porque si bien lo habían logrado vencer, no era
deshonra perder con el rey de los bretones. Podía tolerar eso. Y claro, muchos
quisieron seguir la suerte del rey y durante un buen tiempo el caballero negro
tuvo mucho trabajo repeliendo el avance de intrépidos varones que querían
demostrar su joven valentía. Ninguno pasó.
Hasta que una mañana muy húmeda, cuando parecía que todo
había terminado, el caballero observó a una niña acercarse a él. Sin temor le
pidió que la deje pasar y él, sin saber muy bien por qué se hizo a un lado. La
niña pasó y todo terminó para él. La gran mano del destino lo relevó de su
trabajo luego de más de treinta años de cuidar ese lugar. Y fue a parar a una
gran repisa donde el creador lo observa sonriente y que de vez en cuando se
acerca a él y le susurra en agradecimiento de que "hizo un gran
trabajo".
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