lunes, 23 de octubre de 2023

El caballero negro

 

Sir Scott James, más conocido como "El caballero negro" nació (para mí) en Supermercado Norte, en el año 1992, momento en que fue adquirido por mi progenitora y saldamos esa deuda eterna con el noble guerrero.

Desde que lo saqué de su cajita azul no existió más como un pedazo de plástico importado de Alemania occidental, sino como lo que sería hasta hoy día, el caballero andante que cuidaba el puente sobre el río de Shepperton. Por allí nadie podía pasar a menos que estuvieran dispuestos a cruzar sus armas con él.

Descubrimos que en dicho río existe un determinado tipo de Ondina que se puede materializar en extrañas mujeres de largos cabellos dorados.

Scott nunca supo que lo trajo de convertirse en el guardián de aquel pasaje. Sinceramente ni él sabía para que impedía pasar a los viajeros. Y cuando se supo que un rudo caballero negro había desmantelado por completo a quienes le habían hecho frente, los caminantes comenzaron a trazar un nuevo mapa para evadir tan terrible trance.

El caballero negro sabía que esto no era algo lógico. De alguna manera, la gran mano del destino lo había puesto en ese trance y él sentía que tenía que responder. También sabía que quizás podría ser derrotado si alguien con la suficiente voluntad se abría paso frente a él. Tampoco era el guerrero invencible que todos creían. En realidad era más su fama de ser infranqueable que lo que en verdad podría lograr...

De hecho no pasaron tantos años hasta que una vez, un joven caballero con corona y un sequito de guerreros le pidió amablemente hacerse a un lado. El caballero negro se negó ante esta petición y su rival, quien decía ser el nuevo rey de los bretones se lo ordenó nuevamente. El caballero negro se negó. Y el rey le dijo que se corriera o que se dispusiera a entrar en singular combate. El caballero le dijo que no se movería. En verdad ya estaba harto de tener que hacer ese papel de guardián del puente, a veces ni siquiera podía comer o hacer sus necesidades, porque nunca faltaba el tramposo que lo espiaba a ver si bajaba la guardia y así pasar. Pero el caballero negro era un hombre de honor y nada le haría moverse de allí, aunque se le fuera la vida en ello.

Arthur peló a Excalibur, una espada muy poderosa. El caballero negro cruzó dos mandobles con el soberano y pronto comprendió su error. Aquel era un rival superior. Trató de llevar el combate sobre el puente y apenas el rey revoleó su espada de manera torpe sobre su cabeza el caballero se hizo el que resbaló y se tiró de cabeza al río. Si esa espada mágica lo hubiera tocado es muy probable que hubiese muerto casi al instante. El caballero negro no era tarado.

Después de aquel acontecimiento, supo que el rey Arturo era el nuevo soberano de las islas y en fin... lo dejó ser. Pero el caballero negro volvió a ocupar su puesto porque si bien lo habían logrado vencer, no era deshonra perder con el rey de los bretones. Podía tolerar eso. Y claro, muchos quisieron seguir la suerte del rey y durante un buen tiempo el caballero negro tuvo mucho trabajo repeliendo el avance de intrépidos varones que querían demostrar su joven valentía. Ninguno pasó.

Hasta que una mañana muy húmeda, cuando parecía que todo había terminado, el caballero observó a una niña acercarse a él. Sin temor le pidió que la deje pasar y él, sin saber muy bien por qué se hizo a un lado. La niña pasó y todo terminó para él. La gran mano del destino lo relevó de su trabajo luego de más de treinta años de cuidar ese lugar. Y fue a parar a una gran repisa donde el creador lo observa sonriente y que de vez en cuando se acerca a él y le susurra en agradecimiento de que "hizo un gran trabajo".

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