sábado, 21 de octubre de 2023

Estrolando calabazas en el Jardín Botánico

 


Caminando por el Jardín Botánico hay dos cosas que me vienen a la cabeza: la multiplicidad y Smashing pumpkins.

Recuerdo que hace quince años solíamos pasear por aquí con Ana. Tomados de la mano, escuchando Mellon Collie un disco de Smashing Pumpkins que a ella le encantaba. A veces Ana me hacía sentir inferior o simplemente como un flaco con suerte por estar con ella. Y un poco cierto era.

Ahora sigo los mismos pasos y me doy cuenta que ya no me genera nada. Ni siquiera dolor. Poco queda de mi yo de antaño. Agobiado por otra realidad mucho más avasallante, las problemática de mi yo de 25 años me parecen una zoncera absoluta.

Quizás, cuando tenga 55, mis conflictos actuales me parezcan una nadería, no lo sé. Espero que no. En todo caso ya ni me importa.

Hoy camino aplastando unas hojas bajo mis pies que no son las mismas que las del 2008. Hoy la vida me parece un poco menos luminosa. Creo que estoy un poco deprimido.

Avanzo hasta donde se encuentra la estatua del Gran Dios Pan, que toca su flautita tan ridícula. Con Ana solíamos reírnos de la mirada pervertida del fauno sátiro.

En este momento su misma expresión no me genera nada. Lo veo como un pedazo de piedra tallada. Mi incapacidad de sentir, quizás a mi situación sentimental actual o al hecho de que carezco de situación sentimental. Hace años que Ana se fue a vivir a Europa y lo mismo las que vinieron después. Todas se fueron. Y yo quedé bastante roto, destruido por dentro y deteriorado por fuera. Si tuviera 25 años otra vez serían como oro en mis manos. Dejaría a Ana, y me iría a Europa antes que ella.

Pero eso no sucede. Sigo acá, sentado en una banca como un pobre imbécil que ya se siente acabado, viejo y acabado.

Pero shhhhhh, ¿qué es esa risita?

Me doy vuelta y miro a mi alrededor. Aunque es domingo el jardín está casi desértico. El día está nublado y cae una pequeña llovizna que no invita a casi nadie a venir al Botánico. La persona más cercana está caminando como a 50 metros de distancia. La risita se convierte en un susurro perturbador y está muy cerca de mí.

Siento un terror como hace años no tenía. Pienso que finalmente me estoy volviendo loco. Ya está. ¡Me cago en la leche carajo!

Todo culpa de mi propia negligencia para construir algo duradero con las personas. Esto me pasa por ser un chinchudo insoportable. ¿Y ahora qué? Seguro voy a terminar con camisa de fuerza en algún manicomio de mala muerte y chocando contra las paredes como un alienado de película. (Arkham assylum).

Veo que la estatua de Pan ha cambiado. Ya no toca la flauta sino que ha bajado sus manos y su cabeza se entornó para hacia donde estoy yo. Pero no me dejo amedrentar por ese enano ponzoñoso. Me levanto de mi banca y me acerco hacia el semi dios grecolatino. Le sostengo la mirada. El muy bastardo se atreve a esbozar una sonrisa cada vez más demoniaca. Pero no me amilano nada. Le doy unas cachetaditas en sus cachetes regordetes y me rio de la locura que estoy haciendo. Pero Pan no se lo toma para nada a bien y frunce las cejas en señal de enojo. Le pregunto qué carajo le pasa y él responde mostrando los dientes. Considero que la broma ya tuvo suficiente y bastante asustado me dispongo a salir corriendo del lugar, pero...

Una inercia me invade. Me cuerpo está fijo como cuando sufro las malditas parálisis de sueño. Dicen que quienes sufren parálisis de sueño es gente propensa a ser afectada por lo sobrenatural. Los Elementales tienen poder sobre uno y a menos que uno les pueda contraponer un maleficio, ellos pueden hacer lo que quieran con nosotros.

Ahora me cansé de estar a merced de ese enano bastardo y reuniendo todas mis fuerzas le pego un puñetazo a la estatura. Esta cae y se parte a la mitad. Al instante puedo recuperar mis movimientos y me siento convulsionado. Como si finalmente hubiera podido cortar el nudo gordiano de la maldición.

Eh pelotudo! 

Escucho que alguien me grita a lo lejos. No tengo tiempo para esperar las represalias por el enano roto y salgo disparando en la dirección contraria a la voz.

Cuando llego a mi casa me desnudo y me sumerjo en una bañera de agua fría. El agua se calienta en breves minutos. Cuando me miro al espejo corroboro lo peor...

No hay comentarios: