miércoles, 19 de febrero de 2020

Posesivo - 7

3) 2005, el año que hicimos contacto

Claro, después del episodio con Melimelum, quedé varios años sufriendo el coletazo de aquel amor frustrado. Pero en 2004 ya estaba listo para un nuevo amor, como cantaba Moura. Sin embargo, el destino tenía otros planes para mí. Aquel, fue un año de sequía afectiva y frustración pedagógica.
Pero como ninguna hambruna dura para siempre, a principios del 2005 conocí en un viaje a una muchacha punk. Tuvimos un breve romance de unos pocos meses hasta que la cosa explotó por diferencias irreconciliables, las cuales ella me detalló por teléfono con sabiduría. Yo me enojé y corté el teléfono de golpazo. Me agarró una breve rabieta que no supe controlar. Después me fui a buscarla al teatro Colón (donde estudiaba), pero ya estaba haciendo frío. El verano había terminado y mientras la esperaba acovachado en un resquicio del inmenso teatro, pensé que todo aquello que estaba haciendo era ridículo, porque hay batallas que de perdidas ni valen la pena liberarlas.
Volví a casa como soldado vencido, pensando que soldado que huye sirve para... no sé. Algo.
Después me di cuenta que ella tenía razón, no nos amábamos. Era una relación de conocidos con derecho a roce como me dijo por teléfono y aunque, con el tiempo, ese tipo de relación no tiene nada de malo y hasta es algo más que común en la vida adulta, a esos primigenios veinte años parecía algo poco agradable. Ambos todavía queríamos enamorarnos de alguien y no se ella, pero a mi me pasó al poco tiempo.
Cuando algunos meses después ya ni pensaba en ella, ni en Melimelum ni en ninguna chica, la conocí. Porque las cosas se dan así, aparecen cuando menos las buscas. Por eso, cuando me anoté en unas clases de guión por San Telmo no pensé que conocería a Vane. Nuestro flechazo fue inmediato. no quiero aburrir al lector con los pormenores de este romance que duró años, solo decir que al poco tiempo de conocernos nos dimos cuenta que compartíamos muchas cosas y que nos gustábamos y eso es todo. Empezamos a vernos por fuera del taller. Ella tocaba la guitarra de forma increíble. Lectora voraz, nos pasamos libros e impresiones. A los pocos meses de estar saliendo nos fuimos un finde a Mar del plata. Para mi fue el paraíso. Mi querida ciudad costera se convertía en mi primer viaje solo con una chica. Quizás para ella que tenía mas experiencia no era tan importante, pero para mí lo fue.
Yo estaba enamorado hasta la médula ósea de Vane. Yo a ella le gustaba, pero tranqui.
Todo el viaje en tren lo hicimos escuchando Ommadawn de Mike Oldfield en un viejo discman mío, a lo que ella me dijo en un momento "¿Porqué tenemos que escuchar a este chabón?" Muy gracioso.

Todo terminó a finales de año, cuando después de pasar "2001: Una odisea espacial" en un ciclo de cine que había organizado en el lugar del taller, nos estábamos por ir y otro flaco se quiso sumar a nuestra partida. Yo me puse rabioso por la intromisión del muchacho, que sentía que buscaba protagonismo o robarme a Vane. Lo traté mal adelante de todos y nos fuimos. Después, Vane se enojó mucho conmigo, me dijo lo mal que había estado tratando así al pibe. Yo le reconocí que por ahí se me había ido un poco la mano, pero también que me parecía insoportable el flaco, que se auto invitara fue algo por demás provocador. Así lo vi, como una intromisión total en una noche que tendría que haber sido solo de nosotros dos. Pero me puse celoso y posesivo. Vane olió todo el asunto y una semana después me cortó, aduciendo que se iba a ir varios meses a su provincia norteña de origen y no sabía cuando volvería. Que no tenía sentido mantener la relación a distancia. Esto me lo comunicó café de por medio. Yo me puse fatal. Lloré como niño chiquito que le sacan su juguete favorito. Ella se puso mal pero no cedió. Amenacé suicidarme (aunque no era en serio), pero ella respondió que yo era los bastante grande como para saber lo que hacía. Su madurez me hizo sentir un verdadero idiota. Más idiota de lo que ya me venía sintiendo hacía un tiempo.
Para colmo de males, al otro día me agarró una apendicitis del carajo que me doblaba por la mitad. Esa misma noche me internaron y operaron. Ella se enteró y me vino a visitar al hospital. Todo fue medio de película. Pero por más que me pasó lo que me pasó, no se ablandó y sostuvo la separación de manera estoica. Yo lo interpreté (como siempre lo haría de ahí en más) que si no me quería es porque había alguien más de seguro. Pero no todo siempre es tan simple. Claro, en pocos meses le había demostrado a Vane que yo podía ser celoso, de mal carácter, posesivo y manipulador. Claramente un mal partido para (casi) cualquiera. Por ende, tuve que reconocer mi derrota y dejarla ir también.
El verano del 2006, me fui con mis amigos al norte ¿casualidad? y obviamente nos vimos en su ciudad natal. Pasamos una tarde linda caminando por allí, mientras mis amigos se fueron para otro lado. La llevé a mi hostel e intenté besarla pero se tiró para atrás. Me sentí dolido, pero después acepté que todo había terminado (por el momento) y la acompañé hasta su casa. Nos despedimos con un fuerte abrazo y eso fue todo (por el momento). 

No hay comentarios: