lunes, 17 de febrero de 2020

Posesivo - 6

2) Del planeta Melmac

Poco más de cuatro años después de Rosarito Vega, conocí a Melisa (Melimelum), en una extraña noche con amigos. No recuerdo bien como apareció, ni quien la trajo, peri ahí estábamos una noche en el barrio, cuando apareció con su amiga (Gabriela Sabatini).
Un narigón de la bandita que frecuentaba dijo "que buen culo" (por Melo) y entonces fue que me fijé en ella, que llevaba unos jeans ajustados. Muy bien, pensé, a esta si le hablo y le hable. Cosa poco usual porque nunca fui del tipo hablador con las mujeres, porque siempre primero y ante todo, temerles a muerte y sobretodo si me gustan.
La Melu fue cortés pero esa noche estaba apagada (después me enteraría que había tenido una discusión con su novio que no quería que saliera y con justa razón, porque esa noche me conoció a mí). El novio, hoy es un reconocido poeta y personaje del under porteño (si es que existe algo así), pero en aquel momento era solo un pibe con ciertos aires de pretensión literarias, mientras todos los demás solo pensábamos en el rock, las chicas (algunos el fútbol) y las cervezas, que se iban cimentando como bebida moderadamente acostumbrada.
Nosotros teníamos dieciséis años y la vida, a principios del siglo XXI parecía una continuada bosta de finales del siglo que acababa de terminar. Los cambios, aún no habían aparecido. Como mote del recuerdo puedo decir que en el año 2000 empecé a usar internet de manera mas o menos cotidiana. Una de las primeras cosas que recuerdo haberme anoticiado por allí fue que iban a hacer las versiones cinematográficas del Señor de los anillos.
Pero volviendo al asunto; con Meli, esa noche pegamos onda pero moderadamente. Sin embargo, lo suficiente para que el amigo que la había invitado al barrio me dijera de organizar otras juntadas en lo que quedaba del primer año del nuevo milenio. Y así fué...
Empezamos a vernos más seguido y la incipiente onda entre nosotros se convirtió en una (casi) verdadera púber tensión sexual irresuelta. Y digo "irresuelta" porque en verdad, nunca se resolvió. Con MeliMelum siempre nos gustamos, pero nunca hicimos nada al respecto.
De hecho en el 2001, una cuestión burocrática como la falta de cupo en Bachiller, hizo que me decantara por cambiar de colegio y el de Meli fue mi primera opción. Al margen de que ella iba un año menos que yo y faltaba bastante, pero bueno... Eso no lo sabía.
Todo el famoso año de 2001 estuve sufriendo por este amor correspondido pero que no se concretaba.

Factores que impedían la concreción eran los siguientes:
1- Ella tenía novio.
2- Lo conocía y no me caía mal. (Por ende me daba culpa que lo cagara conmigo)
3- Mi miedo a dar cualquier paso en falso.
4- Ella tampoco parecía muy dispuesta a dejarlo.
5- Yo quería que ella fuera mi novia, pero no estaba seguro de que fuera una gran idea.

De hecho fue ella quien, en un recreo, me sentó a su lado y me dijo que gustaba de mí blablabla, pero que no podía porque el novio blablabla. Después (muchos AÑOS después) comprendí que ella dio el primer paso de poner en palabras lo que sentíamos y que todos nuestros amigos y entorno ya se daban cuenta. Pero luego, dejo el espacio para que yo diera la siguiente jugada. Pero yo solo atinaba a decirle que la esperaba, que si ella lo dejaba a "Pipa", yo estaría ahí para ella. Pero me parece que esperaba ser rescatada, extraída de ese lugar. Sin embargo, yo no tenía ni la claridad ni experiencia como para ese tipo de acciones. Simplemente me quedé cerca de ella, observándola. Deseándola. Pero nunca tomándola. Como era de esperar, empezó a engañar a su novio con otros y yo seguía esperando que resolviera su situación, pero ella tenía menos clara las cosas que yo. En el mientras tanto, cualquier chica que se me acercara era rechazada por mí, ya que estaba enamorado de Melimelum. Nadie podía entender ese metejón mío, ni mis amigos ni nadie. Era realmente incomprensible que en plena ebullición hormonal adolescente yo me aferrara tanto a alguien cuasi imposible, como si fuera una quimera. Pero no hubo caso. Durante todo ese año y buena parte del siguiente (2002) me dediqué a sufrir por ella, a verla ir de un lado a otro frente a mis narices y mirarme con cierta pena y nostalgia, casi como pidiéndome que la rescatara. De hecho, en una se esas escaramuzas novelescas ella beso en un boliche ya extinto de Puerto Madero, a un pibito mirándome mientras lo hacía. Yo lo se saqué al pibito de encima y luego huí. Ella también, todo fue una confusión. Después la ignoré por mucho tiempo. Ella me escribió una extensa carta pidiéndome perdón y diciendo que no sabía porque había besado a ese borrego, también que esperaba que yo le sacara al pibe de encima, que lo rogaba, en parte que la tomara. Ahhh, la adolescencia. Que intenso es todo allí.
Hoy en día aún guardo esa carta porque es un recuerdo de una época maravillosa, fuerte y única de nuestras vidas que nunca volverá. Como un documento inalterable de una época que hoy me parece casi ridícula, pero que en su momento era tan terrible como la vida y la muerte, como las desventuras del jóven Werther. Hoy no me arrepiento de todo lo vivido. Es muy fácil decir yo hubiera hecho tal cosa o tal otra, pero bueno. Las cosas se dieron así.
Un par de años después que bajó toda la intensidad del asunto nos reencontramos en otra noche con amigos y nos dimos unos buenos besos apasionados como para tener y archivar. Fue un sacarse las ganas. Pero después, de eso la cosa no dio para seguirla o llevarla a terrenos mas "adultos". Después, casi que nos hicimos buenos amigos. Y aunque no nos veíamos mucho, siempre quedó buena onda entre nosotros, siendo uno de los pocos casos donde podría decirse eso. Si, es uno de los pocos romances que sigo manteniendo en mis redes sociales, quizás por haber sido tan intenso todo, tan teenager, creo que los dos nos guardamos un cariño especial.


No hay comentarios: