viernes, 2 de noviembre de 2007

El cuarto de las resonancias

Sheela se despierta de la siesta tras un extraño sueño que ya no recuerda mucho y del que sólo tiene la imágen de ser muchas personas a la vez. Su vago recuerdo le aturde la cabeza y le da vueltas y vueltas. Siente pastosa la boca y un póster deteriorado del “Adiós Sui Generis” colgado en su cuarto le resulta de pronto deprimente.
En eso se encuentra caminando por la calle con una sensación de vacío interno un tanto narcisista. Está ya por los pasillos del subte haciendo una combinación de las tantas que hay, cuando ve que ya son las 7 de la tarde y que ya no recuerda hacia donde se dirige. De todos modos al instante recuerda, dándose un golpe de mano en su frente, que va hacia la facultad a comprar un libro.
Una vez dentro de la facultad se da cuenta que casi no hay nadie y en medio del hall de entrada observa a un gran perro negro durmiendo la siesta. Llega hasta una puerta que dice APUNTES y entra. Cuando entra se da cuenta que es sólo un cuarto vacío, pintado de color crema con una luz fosforescente que titila dejando una impresión en los ojos. Siente un leve dolor en la cornea cuando al darse vuelta para salir allí y se da cuenta que está cerrada la puerta. Quiere abrirla pero ve que no tiene picaporte, entonces intenta abrir la puerta con sus uñas. No hay caso. Golpea la puerta pero nadie va en su ayuda. Vuelve a intentar con sus uñas pero en eso se le rompen dos. Con el dolor aparece un sonido intenso como de órgano de iglesia, tocando una nota muy alta y constante. Sheela se desespera entre el dolor en sus dedos y el penetrante ruido. De repente se escucha un golpe seco, como un cuerpo que cae, y se apaga la luz. Con eso el dolor en los dedos se va y el extraño sonido desaparece.
Sheela entonces busca el interruptor de la luz, la encuentra, prende la luz y abre la puerta de modo fácil, sin preguntarse como. En los pasillos pasa algún que otro alumno furtivo, y en eso aparece el perro negro que dormía en el hall, que pasa por al lado mirando a Sheela y dando un gruñido y luego ladrando. Se escucha otro golpe seco y el perro asustado desaparece en la esquina de un pasillo. Sheela mira hacia atrás, al cuarto y se da cuenta que está con la luz apagada y cerrado con cintas que dice “Prohibido pasar”. Entonces tocan el hombro de Sheela y le preguntan si necesita algo. Es el sereno de la facultad que le avisa que está cerrando. Entonces se acerca hacia el centro de estudiantes y allí le pregunta a un alumno por un libro de desconocido autor, editorial Eudeba. El alumno que atiende, de aspecto cansado, con ojeras, le dice que esa editorial no existe mas y que está prohibido nombrarla. Sheela mira al alumno en forma desconcertada, y le pregunta al alumno que de que habla, pero el alumno hace ademán de no saber encogiendo los hombros. Entonces Sheela se desespera y le pide el libro en forma un tanto brusca pero entonces le empiezan a doler los dedos de nuevo y vuelve el sonido, esta vez de manera mas intensa.
Con las manos bajo las axilas, Sheela cae al suelo con una mueca de dolor en su rostro. Suena un despertador. Son las 6 de la mañana, pero Sheela lo apaga. Necesita comprar el libro.

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