martes, 30 de septiembre de 2014

Cadete XXVII

FINAL ABIERTO O TRES FINALES POSIBLES DE "CADETE":

-La derrota-

Cuando volví de mi viaje por Perú, me encontré con una situación inesperada. Habían despedido a Ferchu por un error que todos parecían endilgarme a mí. Supuestamente, un día que él tuvo que salir mas temprano, yo había armado un pedido para varias sucursales bajo las mas rigurosas instrucciones que Ferchu me había dejado anotado en un papelito. Yo seguí todo al pie de la letra, pero aparentemente no fué tan así, o al menos eso me dio a entender la contadora, que no dejó pasar la oportunidad para hacerme sentir culpable del despido de nuestro querido compañero. Intuí que algo andaba mal cuando volví de mis vacations, pero no pensé que fuera eso. Entonces me comuniqué con Ferchu, lo llamé al celular, y me dijo que estaba todo bien, que no había sido culpa de nadie, simplemente se habían cargado mal los equipos y entonces era como si no se hubieran vendido, o algo así. Realmente no recuerdo muy bien que fue lo que me dijo y cual fue el supuesto problema, él solo estaba agradecido de la situación, según la cual le había permitido juntar una plata que venía ahorrando mas lo de la indemnización y así poder hacer el viaje que siempre quiso hacer. Ir a Marruecos a probar el polvo marrón, en Interzona, siguiendo los pasos de su ídolo William S. Burroughs. Allá él, que le vaya bien. Pero ahora Eugene y González querían que tomara el lugar de mi compañero, me encargara de hacer y mandar a buscar los pedidos, encargarme del stock, etc.
Realmente me sentía una lacra humana aceptando dicho trabajo, pero dada mi precaria situación, y que estaba ya muy cansado de vivir con mi vieja, decidí aceptar la oferta.
Eso significó dejar definitivamente la calle, y hacer lo que había esperado hacer desde que había entrado a trabajar a Comunications of the sun, trabajo de oficina y dejar la puta calle para los pendejos recién salidos de la secundaria.
De a poco fue aprendiendo la labor y no me fué muy difícil llevarla adelante, de hecho hasta llegué a recibir elogios de Eugene que me felicitó por la eficiencia de mi trabajo. Ahora había un pibito flaquito y de anteojos, que estudiaba Psicología y que hacía el trabajo que yo hacía antes. Era muy parecido a mi, algunos años atrás. Yo cada vez estaba mas aburguesado y empecé a denotar una incipiente busarda, pero eso nada me detuvo.
Al año me fui a vivir solo por el barrio de Paternal, donde antes iba todas las mañanas a buscar equipos al depósito de Claro. Me alquilé un dos ambientes bastante amplio e iluminado, con balcón y una cocina con ventana. Estaba cerca del depósito y me había determinado a vigilar de cerca a Joaquín, el nuevo cadete, para que no anduviera perdiendo el tiempo por ahí. Asi que a veces iba a hablar con los empleados de seguridad del depósito y les pedía que me dieran un informe detallado del horario y de lo que hacía mientras esperaba las entregas Joaquín, obviamente cometa de por medio ellos aceptaron el papel de botones que es de hecho lo que mas les gusta hacer, botonear a otros trabajadores.
Luego de medio año me compré un autito usado. Bastante fulero, pero para empezar lo veía bastante bien. Lejos de llevarme mal, cada vez estaba mejor con mis compañeros de trabajo y hasta tuve mas onda con la contadora. De hecho, en una de esas fiestas de fin de año, cuando estábamos llevándonos muy bien y había mucha onda, me ofrecí llevarla en auto hasta su casa y no hace falta decir que pasó después. Solo puedo decir que tanto odio y peleas a lo largo de esos años pasados no era mas que la vieja y querida tensión sexual que tantas veces atormenta a los compañeros de trabajo.
Después de eso, ya había decidido no estudiar nada, solo dedicarme a mi trabajo, hasta terminé dándole órdenes a Pocho que estaba desde mucho antes que yo y era primo de Eugene. De Ferchu nadie supo mas nada. Algunos dicen que se fué a Marruecos y terminó preso, otros que luego se fue a meditar a un ashram en la India, y hasta me llegó el rumor de que solo se fué al Amazonas a tomar Ayahuasca, estuvo loco y perdido un tiempo y después terminó trabajando en un call center de Berazatagui. Pero para mi solo se perdió en el anonimato de la ciudad y punto.
Respecto a mi vida amorosa estaba bastante solo. No pude conocer a nadie especial ni me enamoré durante mucho tiempo, solo relaciones endebles y polvos ocasionales.
Un tarde de domingo decidí llamar a V al número de celular, pero el tono sonaba y sonaba y nadie me atendía. Dejé de insistir. Al poco tiempo le sumé a la gordura la calvicie y poco faltó ya para que tuviera que pagar por sexo. Así, un día como cualquier otro, me di cuenta que me había equivocado de rumbo, que le había pifiado feo y acepté entonces que era un ser infeliz. Pim Pum!

-La rebelión de los cadetes-

Cuando volví de mi viaje por Perú, todo seguía igual. Mi viejo puesto me esperaba reluciente y yo seguía solo, sin compañera, sin ninguna perspectiva de cambio o progreso. No me había animado a renunciar e irme de viaje definitivamente por Sudamérica, vendiendo artesanías, baratijas o tocando las guitarra por un puñado de dolares mas. Entonces todo empezó de nuevo, el hastía, la desazón, el cansancio, las ganas de pegarme un tirito chiquito, todo. Ya estaba podrido otra vez de mi trabajo y mi vida chata y rutinaria. El maltrato empezó de nuevo a poco de haber vuelto, Eugene cada vez me gritaba mas, siempre disconforme con mi labor, González poco gamba, Ferchu sin poder hacer nada y la contadora sonriendo tras bambalinas. Encima me seguían pagando una miseria que no me permitía mudarme siquiera a una pensión. Y encima el viejo dueño, el "mostro", cada vez encontraba mas divertido forrearme adelante de los demás, acusándome de peronista, de cómplice de un gobierno corrupto y hasta de guerrillero y sindicalista cada vez que preguntaba por algo que se nos debía o por cuestiones de abusos respecto a mis horarios de trabajo. "Si fuera por ustedes estaría todo el día trabajando, las 24 horas", les dije una vez a Eugene y el Mostro, y pusieron cara de orto y me mandaron a recorrerme todo el conurbano, de este a oeste y de norte a sur, en una misma jornada.
Para colmo de males renunció la cadeta que estaba y me hicieron volver a hacer mi viejo trabajo de cadetería en el centro, o sea que ahora no solo no avanzaba un casillero, sino que me obligaban a retroceder, aduciendo que no tenían presupuesto para tomar otra persona por el momento.
Me emperré, muchísimo. Una tarde, de esas que tenía mil trámites por hacer y después hacer mil viajes por el conurbano llevando equipos, me crucé por la calle con otro pibe que parecía cadete como yo. Nos chocamos, los dos cargados hasta las pelotas de cajas y bolsas. Nos puteamos y hasta casi nos agarramos a trompadas. Luego comprendimos la situación. De hecho pasó un tercero, que ya era demasiada casualidad. Nunca en mis cinco años de cadete me crucé con otros bichos raros como yo, cargados hasta las pelotas de cosas, haciendo magia en pleno microcentro bajo el radiante sol de verano porteño. Entonces nos miramos, nos acercamos, nos hablamos y seguidamente nos juntamos.
A la salida nos encontramos en un bar los tres. Rata, Gordo y yo. Una especie de tres mosqueteros de la cadetería, buscando un líder, un dirigente, alguien que nos representara y defendiera de tanto abuso y mishiadura. Entonces, fuímos a la casa del rata, que vivía por ahí en el centro con su abuela, y en la compu buscamos a ver si existía algún tipo de representación legal o sindical de los cadetes, pero no había nada. Excepto un raro aviso con un casco que decía, "cascos unidos en busca de representación". Había poca información, pero entonces nos anotamos la dirección y día de las reuniones. Eran los martes a las 20 horas en el barrio de Mataderos. Llegamos los tres con el 180. NO entendíamos nada, pero era una especie de congregación con muy pocas personas, todos hombres, al menos no vi ninguna mujer, y estaban sentados en butacas de plástico esperando que alguien subiera, sin embargo nadie tomaba la palabra. Pasó media hora, una hora, dos, y nos estábamos por ir, sin embargo nadie se movía del estrado, entonces le pregunto a un gordo en la entrada quien va a hablar y me dice el que quiera. Entonces sin pensarlo me subo al estrado y empiezo a larga todo, todo esto que conté, todo lo que se me cruzó por la cabeza, la arenga salió de mi rabia personal, de mi propia necesidad de romper con ese pasado pesado que tantos años me había carcomido y envenenado el alma. Nunca dije que teníamos que hacer ni como hacer. Quedaba claro que agremiarnos era casi una tarea imposible o al menos insostenible, para un grupo de cadetes de no mas de treinta años, con algunos ciclomotores como máxima fuerza de choque.
Entonces lo que decidimos hacer nos cambió la vida para siempre Decidimos hacernos escuchar nuestra voz. Pero yendo a trabajar, haciendo mal nuestro trabajo, chanfleando guita, haciéndoles perder plata a todos los chupasangre que viven a costa del trabajo ajeno sin mover un solo dedo y que les gusta mandar, dar órdenes y forrear a los demás simplemente porque saben que las personas no se vana  levantar, porque necesitan los empleos, en su mayoría por una cuestión de necesidad. Entonces los íbamos a atacar donde mas les doliera, en la billetera.
Así estuvimos poco mas de un mes haciendo mal los trámites y tratando de eludir las represalias escapando para hacer otras tareas. Después empezamos a faltar, y cuando empezaron a caer los despidos de algunos de nuestros compañeros, decidimos darle notoriedad al asunto y salimos a la calle con pancartas y volantes, contando de la explotación que sufríamos los cadetes todos los días del año por un mísero sueldo y mucho maltrato. Y como reacción final, regalamos todos los billetes que teníamos para depositar en pleno centro. Lavalle y Florida. Eso fue una verdadera revolución de codazos, gritos y empujones y luego, cada uno de nosotros salió disparado hacia un correo y mandamos todos, al unísono, nuestro telegrama de renuncia. Eso si los debe haber dejado el culo para arriba, y si no les sirvió de lección, al menos nosotros nos sentimos muchos mejor con nosotros mismos y nunca nadie pudo probar nada de nada.
Yo pude ahorrarme una plata y finalmente me fuí a hacer mi viaje por Sudamérica. Terminé echando raíces en un pueblito de Ecuador, vendiendo pulseras y traficando cucumelo a los turistas hippies. Y eso es todo amigos.

-Final abierto-

Cuando volví de mi viaje por Perú, estaba muy contento. Realmente la había pasado muy bien allá, conocido mucha gente, había tenido mis aventuras y romances de viaje y no faltaron los excesos así como también los momentos de introspección y meditación. Siempre viviendo en el Ying y el Yang.
Sin embargo, ese mismo día que llegué, luego de mi primer experiencia en avión, barbudo, cansado y con la sensación de tener diez años mas encima, pasa por mi casa el capitán. Me había olvidado, pero ese mismo día era el cumpleaños de la colo, mi amiga, su mujer, sin embargo las cosas no eran como yo esperaba. Se habían separado unos pocos días antes, algo totalmente inesperado para mi. Mi amigo estaba devastado, entonces lo abracé fuerte y nos fuímos a dar una vuelta y fumarnos uno. Le dije que si quería nos quedábamos, pero él insistió en que fuéramos al cumpleaños al cual estábamos invitados ambos. Fue una situación confusa. Yo estaba recién llegado de otro mundo mas o menos, todavía no me aclimataba a la ciudad y al bullicio característico. Por otro lado, el flaco había muerto mientras yo estaba de viaje, volver a la ciudad y que él no estuviera fue otro golpe inesperado y devastador.
Pero volviendo a aquella noche, entre vasos y besos, botellas y cigarros, todos terminamos muy borrachos y tristes.
Al otro día volví a mi trabajo luego de casi tres semanas de ausencia. Lejos había quedado aquella noche en que estaba varado en Martínez, por una tormenta eléctrica imposible de franquear. Ahora había sol y algunas caras serias.
Lo primero que me sorprendió es que había un nuevo empleado. Un colombiano medio cretino que a simple vista parecía estar haciendo el mismo trabajo que venía haciendo yo. Le pregunté a Ferchu si sabía algo y me dijo que no, que le había preguntado a Eugene y que éste la había dicho que íbamos a trabajar los tres, codo a codo. Aunque no quedaba muy en claro quienes eran esos tres. Como el colombiano ya se había ido a hacer las nobles tareas que solía hacer yo, Ferchu me dijo que si quería llevara algunos equipos a liberar, ahí a pocas cuadras. Cuando volví me puse a activar algunas cuantas líneas, mientras Ferchu musicalizaba con algún reggae de ocasión. A eso del mediodía se acerca la contadora y me dice que Leandro me llama desde la oficina del onceavo piso. Siento algo extraño, nunca me había llamado para hablar los dos solos. Mientras subo por el ascensor presiento que se viene un desenlace definitivo, pero por otro lado siempre había tenido amagues y nunca había pasado nada. Sin embargo y mas allá de todo, estaba tranquilo. Una vez me abre la puerta, Eugene me invita a tomar asiento gentilmente. Sin mediar mucho preámbulo va directo al grano.
-Bueno, sin vueltas, como quizás te puedas imaginar, hemos decidido prescindir de tus servicios. La verdad es que la relación laboral estaba ya muy deteriorada y por un lado esperábamos que vos renunciaras, pero como veíamos que no lo hacías decidimos tomar finalmente la decisión nosotros.
Quizás te sorprenda, pero por otro lado veíamos que vos no estabas bien, te veíamos mal en tu vida, como desganado, deprimido, y no queremos sumarte ningún malestar, además no nos estabas cumpliendo con el trabajo, no nos rendías, rehuías de tus obligaciones y te peleabas mucho con tus compañeros de los cuales recibimos muchas quejas. Entonces me parece que lo mejor es que terminemos rescindiendo el contrato y vos puedas hacer lo que vos quieras o necesites.
Yo me quede callado, en algún momento del monólogo casi sentí ganas de llorar. Por un lado sentía que me estaba sacando un gran peso de encima y me sentía libre otras vez, por otro lado, nunca me habían despedido y no me estaba gustando. Me sentía descartado, usado y a la basura una vez que me sacaron todo el jugo. Además había pasado muchas cosas en ese trabajo, muchas cosas en mi vida, muchas personas pasaron por ella mientras trabajé ahí casi cinco años. Y por otro lado sabía que en algún momento tendría que salir a buscar trabajo y que la cosa no estaba fácil. Pero en el momento decidí verle solo el lado positivo.
-Ok Leandro, se que por ahí no cumplí mucho con mis tareas en este último tiempo, pero bueno...
Esperaba buscar alguna justificación, pero la verdad es que no había ninguna. Odié ese trabajo desde el día cero, cuando casi me sentí obligado a tomarlo para demostrarle a A que no era ningún mantenido, pero luego, eso se volvió en mi contra. Me quedé sin A, ni V, ni D, ni ninguna letra del abecedario y en cambio si me quedé atado a un trabajo que me hacía mal, que odiaba que me angustiaba cada mañana cuando me levantaba para ir.
Entonces Eugene me acompañó a la puerta, aclarándome que contara con mi indemnización y que hablara con la contadora, y cerró con un...
-¿Quien sabe? Quizás en un tiempo puedas volver, esto es un empresa familiar y siempre tenemos en cuenta a los empleados fieles que quieren una segunda oportunidad.
En ese momento me dieron ganas de vomitar. Pensé, "jamás Eugene, jamás me verás volver arrodillado, pidiendo clemencia, nunca, nunca te voy a dar el gusto de volver con el rabo entre las patas, antes muerto". Y salí con una extraña mezcla de alegría y confusión.
Muchos cambios me esperaban en Buenos Aires desde que volví de mi viaje, y todavía faltaba. Me despedí sin muchas efusiones de mis compañeros, agarré mi morral y bajé a la calle. Estaba en plena avenida Córdoba y en eso aparece Ferchu. Le digo y me dice que se lo acababa de cruzar a Eugene y que le había contado. Ferchu parecía muy serio, pero a la vez poco sorprendido. Nos dimos la mano efusivamente pero no nos prometimos nada, ni vernos ni nada. Habíamos sido buenos compañeros mientras trabajamos juntos pero eso era todo, cada uno seguiría su camino. Después me fuí caminando hasta Lavalle y me tomé el 26 de regreso a mi casa. Nunca mas volví a ver al Ferchu love.
Por otro lado, libre de ataduras laborales, me dediqué a rendir los exámenes de ingreso para guion en el ISER y para mi grata sorpresa logré entrar. Estaba preparado para una nueva etapa en mi vida, donde el trabajo no fuera una obligación y donde me amigaba con una carrera nuevamente, espiando así un futuro menos dependiente de negreros e hijueputas. Como decía un amigo "las peores palabras se condensan en trabajo en relación de dependencia, trabajo, relación y dependencia". Amén.
Apéndice:
Un día me chatea la flaca con la que me había visto el año anterior, la chinita de encuentros esporádicos y entonces me dice que me quiere ver. Yo no tengo muchas ganas, pero por otro lado pienso bueno, un polvito nunca viene mal. Entonces nos juntamos en mi casa. Mi vieja está de viaje o no se donde, pero no está, estamos solos, yo sin mediar muchas palabras la llevo a mi cama y la empiezo a desnudar. Ella parece nerviosa, muy nerviosa. Tiembla un montón. Yo me detengo y le pregunto que le pasa. Ella me mira muy seria, con cara de sufrimiento, con mucho miedo. Con la voz temblorosa me dice lo menos pensado, lo mas temido, lo mas fuerte.
-Estoy embarazada... es tuyo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ha sido un gusto leer esto, compañero.