lunes, 28 de noviembre de 2022

La noche de los desaparecidos



 24 de marzo, 2076

Hannah corre tras su perrita que no quiere ponerse la correa y escapa apenas la dejan en la vereda. Nicole, su madre le pide que cuide bien a Curly ya que es su responsabilidad y que no le comprarán otra mascota en caso de que ésta se escape. Hannah asiente, y si bien tiene diez años, piensa que está a la altura del reto de cuidar a su "cachorra". 

Curly da unas vueltas sobre sí misma, persiguiéndose brevemente su propia cola movediza y luego regresa a Hannah con la lengua afuera. Está todo bien. Las tres siguen caminando en dirección a las viejas dársenas. 

-Má, ¿puedo invitar a mis amigos el finde que viene? 

Nicole apresura el paso. Sabe exáctamente a donde se dirige la pregunta.

-Sí. Ningún problema.- Responde secamente. 

Caminan algunos pasos más, sintiendo el rigor del silencio incómodo entre las dos. Excepto Curly que sigue con la lengua afuera, al paso y con reluciente correa a cuestas. 

-¿Y a Johnny? ¿Lo puedo invitar?

El momento de la verdad. Nicole sabía que esto iba a terminar en esa temida pregunta. 

-No sé Han, ya veremos. 

-Pero ¿por qué no lo querés?

Nicole siente ganas de fumar, aunque nunca probó un cigarro. Algo que se dejó de usar desde hace cincuenta años.

-No lo sé Han.- Una breve pausa para pensar mejor su respuesta- No es que no lo quiera. Así como decís vos. Pero no me gusta que te haya pegado. 

-Pero Ma, eso fué el año pasado. Ahora sómos amigos. Porfa!

-Bueno no sé. Dejámelo pensar. Quizás para vos ya pasó pero para mí no es tán fácil. Quien golpea nunca deja de hacerlo. Puede estar "impregnado".

-Otra vez esa palabra rara ma. ¿Que car... perdón, que significa estar "impregnado"?

Nicole se lleva las manos a la boca haciendo la mímica que le había visto hacer a su abuela cuando era chica y la dejaban a pasar con ella todos los fines de semana. Que incordio! Era la vieja más malhumorada del mundo, pero aún así la quería. Le llamaba la atención su rostro agrietado y su uso completamente informal del léxico, por no decir que ladraba algo conocido antiguamente como "malas palabras". Más allá de eso era una anciana divertida. Le gustaba cocinarle "fideitush" como decía en tono jocoso y escuchaba una vieja música del siglo pasado, tan extraña y melódica, como incomprensible y ruidosa. Hacía unos diez años que la abuela Male había fallecido. Se llevó su extraño andar y sus tatuajes minimalistas al "otro lado" para ya nunca más volver a decir con su voz ronca y divertida: "rock and roll nene!". Ahora había llegado a ese momento de la vida de la personas en que ya no sos más nieto, sólo hijo y con suerte padre, a duras penas. 

Nicole se aclaró la garganta y le respondió a su hija que estaba en plan de saberlo todo:

-Un "impregnado" es un ser humano tocado por la desgracia. Se dice que viene de los descendientes de Caín, que a simple vista parecen personas normales como cualquiera, pero que llevan en su interior una tristeza y en algunos, hasta una violencia difícil de explicar en términos psico-sociológicos. Son los que siempre terminan perdiendo la cordura y cometiendo crímenes. O no, pero llevando unas vidas completamente futiles y tristes, casi trágicas...

Su hija camina en silencio, mirando el suelo mientras escuchaba a su madre. ¿Sería cierto eso? Sentía ganas de retrucarle a su madre que siempre se mostraba tan segura de todo lo que le decía. Pero prefirió callar y descansar su voz. 

Caminaron por la vieja costanera, la de la rambla antigua. Se dirigieron al sur, a la zona más vieja, allí donde era imposible no caer en la melancolía atrapante del lugar. Cuando se acercaban a lo que parecían las ruinas de una construcción retro-futurista, se detuvieron para descansar en un banco y mirar como caían las hojas de los árboles en una atardecer semi otoñal. 

-Má, ¿por qué no se puede pasar a ese lugar tan raro? 

-¿Por qué? Quizás porque ahí, del "otro lado" de ese viejo puente que parece a punto de desmoronarse, viven los que nunca pudieron descansar. 

Hannah se quedó con esta frase pero decidió no seguir indagando. Para ella ahí es donde vivían los espectros de los desaparecidos que le habían contado en la clase de historia en el colegio. Pero temió preguntarle a su madre y que ella, con su sapiencia incuestionable, la contradijera en su opinión, le dijera que no, que sólo se refería al barrio humilde que allí existe hace décadas. La "clase obrera", la que hace trabajos físicos, por horas, y no como má o pá que están conectándose intermitentemente en determinadas horas del día para "cumplir sus objetivos". Pero ella prefería creer su propia verdad. La del mundo del "otro lado" donde moraban todas aquellas personas que habían sido heridas, sin querer o queriendo, pero que habían terminado mal. Como a la abue Male que la atropelló una señora enfadada, o a esas personas tan extrañas, tan lejanas, que habían "desaparecido" de un día para otro. O que los habían hecho desaparecer, casi como si fuera un truco de magia, o más bien una maldición... Quizás los que buscaban su mal no los querían por como se vestían o por como pensaban, pero el caso era que todo ese asunto tan oscuro le parecía una especie de leyenda negra o cuento de "noche de brujas", aunque todos decían que sí era cierto, que había pasado un siglo atrás. Que quizás el Estuario Plateado estuviera en verdad lleno de gente ahogada, y quizás sus espíritus no habían logrado la paz. Quizás aún sufrían terribles angustias allí abajo, sin haber sido hallados y sepultados sus cuerpos, no terminaba de haber justicia para sus almas.Todos los que habían infrigido la ley, todos los asesinos aquellos que los mataron ahora también estaban muertos, recontra muertos, pero ¿cómo saber si sus descendientes no podrían seguir entre nosotros? ¿Cómo saber si los Hijos de Caín no andaban pululando a gusto y piaccere? Imposible detectarlos... Eran preguntas para las que Hannah no encontraba respuesta.

Curly se soltó de la mano de Hannah y salió corriendo en dirección al puente. Madre e hija salieron corriendo tras ella pero la perrita parecía poseída por ir allá donde la noche crecía. Mas allá del puente quebradizo había un foso y... Bueno, la verdad es que Curly nunca fue una perrita muy inteligente. Todo pasó demasiado rápido y así se resolvió.

El llanto fue desolador, pero mientras su madre le juraba y perjuraba que había ido al cielo de los perritos, Hannah sabía que nada de eso en verdad existía, para los que quedamos sólo queda la irremediable ausencia.


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