miércoles, 23 de noviembre de 2022

Ganamos, perdimos...

... igual nos divertimos?

Existe la idea cabal, muy arraigada en el mundo de que el deporte y sobre todo el fútbol, es competencia.

Vivimos en un mundo que se maneja por quiém es el mejor en esto o aquello, no existe el segundo lugar, mucho menos el tercero, cuarto y etcétera.

¿Está bueno experimentar la vida de esta manera? Es válido, tal vez, pero ¿está bueno?

Esa concepción de "no hay lugar para perdedores" es un tanto nefasta y en un mundo exitista que premia sólo al ganador (no importa si lo merece o no) deberíamos preguntarnos si tal vez estamos haciendo las cosas bien o sólo estamos generando mas rencor y malestar social, que ya gracias a un sistema excluyente y desigual es bastante turbio de por sí.

Hoy, en esta Copa del Mundo 2022 en Qatar vemos que se conjugan dos entes verdaderamente nefastos: el de las sociedades árabes con sus prácticas barbáricas y exluyentes, avasallando los derechos humanos que deberían ser inalienables a toda la humanidad y la nefasta FIFA con su maquinaria nefasta de hacer mucha guita. La guita, la guita, la podrida guita. Ese ente mercenario que no le importa nada y que si podes pagar podés ser el rey del mundo y cagarte en el resto. 

En este mundial turbio, súper turbina, vemos como los países árabes o casi todos los que participan, tienen la oportunidad de humillar a su odiados vecinos occidentales, simplemente por el hecho de ser locales y contar con una buena torta de dinero para poder hacer todo a su santo beneficio. Desde el ridículo VAR, que sólo sirve para aleccionar a los equipos grandes de siempre y convertir todo el asunto en el triunfo del antifútbol. Hasta sanciones severas a aquellos deportistas que quieran demostrar el apoyo a tal o cual causa (ya sea la del colectivo LGBTIQ+ o por el duelo nacional de una referente de los derechos humanos, ni más ni menos, como el listón negro por la reciente partida de Hebe de Bonafini) ¿Casualidad? No lo creo, en un país que no respeta ni la diversidad ni los DDHH es obvio que ninguna de estas causas caigan en gracia y se impida, con la complicidad de la mercenaria FIFA, todo tipo de demostración contraria al anfitrión con la absurda excusa de que el evento es deportivo y no político. Pero es claro que la decisión de prohibir estas manifestaciones es más política que el hecho mismo de demostrarlas. 

Ese pelado nefastísimo que conduce la FIFA es un abominable ser, que junto con sus amigos árabes, jeques de la miseria y la podredumbre de este mundo, mercenarios del petróleo, amigos de tipos nefastos locales como Mauricio Macri, se merecen unos a otros y no es casualidad que estén todos juntos. Se creen dueños del deporte que jamás compraron sus derechos, pero la pelota NI TIENE DUEÑO, NI SE MANCHA como dijo el gran Maradona, un tipo que además de ser el mejor del mundo fue un gran contrario y rival de toda esa podredumbre que significa la FIFA y sus nefastos, turbios negocioados. 

Ojalá todo este mundial asqueroso sirva para que haya algún tipo de cisma en el fútbol y el deporte y que exista otro mundial, otro torneo de competencias, otra forma de disfrutar un deporte que nunca debería haberse convertido en el sucio y vil negocio que es ahora, que ha tocado su punto más bajo en la historia.

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