viernes, 28 de junio de 2024

Mi primer cuento (1990)



Saquen una hoja. 

Los alumnos proceden con obediencia. 

Escriban una historia que quieran contar para después contarlo en clase. 

En ese momento se me vinieron muchas imágenes a la cabeza. ¿Qué podría contar? Era la primera vez que me ponían ante aquel desafío. Crear algo, cualquier cosa que saliera de mi cabeza. La maestra era odiosa, sobre todo conmigo. No se cansaba de exponer mis errores ante el resto de mis compañeros. Pero aquella vez tomé coraje y dejé salir mi mundo interior, hasta ese momento solo aplicado a mis momentos de juego. Empecé con un título y de ahí se desprendió la historia. Con el tiempo me daría cuenta que ese modus operandi sería muy útil a veces para atacar la página en blanco. El lei motiv, un sombrero. ¿De quién? Pues del mejor, Indiana Jones. 


***

El sombrero de Indiana Jones

    Había una vez, en un planeta x, un chico flaquito que caminaba sólo por la calle. No conocía a nadie y no sabía de donde venía, ni a donde iba. Creía que el mundo era aquello que lo rodeaba y que sólo servía para jugar. Pero un día, el cielo se oscureció y toda la vida pareció marchitarse. La gente que pasaba por ahí se quedó de repente petrificada. Nadie hablaba, todos parecían como "estuatuas", ahora lo eran...

    El chico se sintió más solo que nunca y creyó que nada podría ya ser feliz... Entonces caminó y caminó por las calles, llenas de estuatuas y al ver que nadie vendría por él, se sentó en un rincón muy triste.

    De repente, un rayo de Sol se filtró entre las nubes y un sombreró llegó rodando hasta detenerse ante él. El chico tuvo miedo pero entendió que ese sombrero era un regalo. Lo tomó con miedo y pensó que nunca más se separaría de él. Cuando se lo puso frente a una vidriera de una gran juguetería, los fantasmas de las estuatuas volaban alrededor. Pero se sintió fuerte, valiente y tenía confianza. Ahora era un aventurero, un Indiana Jones. 

    Salió corriendo dando saltos y vueltas carnero, medialunas y piruetas. Llegó frente al castillo de los villanos y entró pateando la puerta principal. Los que viviían ahí eran monstruos de distintas formas y colores, como figuras cuadradas... Se rieron de él porque sólo era un niño con un sombrero que le quedaba grande. Pero el niño los enfrentó sin temor porque se sentía otra persona. Era poderoso y valiente y nadie podía pararlo. Los monstruos no sabían que hacer frente al niño que parecía invencible. Al final quedó un monstruo rojo tan feo que el chico de pronto tuvo miedo. El monstruo olvió su miedo y le sopló en la cabeza sacándole el sombrero que fue a parar lejos. El cuadrado rojo se hizo enorme y el niño muy chiquito. Lo podría aplastar con un sólo movimiento y eso pasó.

    El chico se dió cuenta que el monstruo no hacía nada, era algo sin sustancia ni cuerpo. El niño dijo que su sombrero estaba ahí con él, y el sombrero efectivamente estaba ahí con él. Entonces recobró coraje, se hizo grande como Indiana Jones y de un latigazo desintegró el diabólico cuadrado rojo. Toda la gente se recobró y dejaron de ser estuatuas. Nunca supieron que fué él quien los salvó, y al chico no le importaba. Pero notaban que algo había cambiado ahora que se paseaba por las calles con la frente en alto y el sombrero de Indiana Jones. 

***

El resto de mis compañeros aplaudieron la historia, aunque uno que siempre me estaba compitiendo dijo que así no era Indiana Jones. Su comentario me pareció de envidioso y me molestó su actitud. Pero para el resto la historia estuvo buena. La maestra me corrigió todos los errores adelante de todo el mundo, fiel a su costumbre, pero de todos modos estuvo bien. Sentí que había escrito una buena historia, sobre todo teniendo en cuenta que estaba en primer grado. Después, con el tiempo me volví un poco más chanta, pero nunca dejé de inventarme historias. Fantasear es mi gran privilegio, y castigo.

(Aunque la historia no es ni a palos la que escribí en aquel entonces ya que sólo recuerdo el título del cuento, bien vale el intento recreativo)

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