domingo, 12 de mayo de 2024

El Campanero Digital o Como Aprendí a ser un Buen Quasimodo del Siglo XXI


Yo, Adrián Lucio Silvio Corrado Marcchesinni o más conocido como "El desleal Silvio", "El trepador Lucio" o simplemente "El arrogante Adrián", soy el protagonista de esta historia. Sin embargo, todos esos títulos son del pasado, ahora ya todos me conocen como "El campanero digital" o simplemente "El moderno Quasimodo". Antes de contarles la historia de mi último apodo es necesario hacer algunas aclaraciones históricas muy pertinentes. 

Quasimodo era el ser en el umbral que vivía recluído y oculto en la torre de Notre Dame de París. Muchos consideran que era una especie de jorobado o ser deforme y su interpretación simbólica es que representa los pecados carnales del Archidiácono. Pero lo que nos interesa es Quasimodo, ese extraño ser deiforme que convivo con aquello que no puede entender. Pero aún así, tiene su lugar en el mundo y trabajo sin entender mucho para qué. ¿De qué trabaja un jorobado en una inmensa catedral? Pues de campanero, algo que lo retenía en las alturas, oculto a la vista del resto de la humanidad. 

Muy bien, el caso es que ya conocemos la triste historia. Quasimodo se enamora de la persona equivocada y finalmente muere en un incendio, víctima de la lujuria y envidia de su no reconocido padre. Un martir de los tiempos donde la Edad Media comenzaba a fundirse con la Modernidad. Pero válgame, ahora eso a cambiado, en estos modernos tiempos violentos de la Posmodernidad ya casi no existen Archidiáconos ni gitanas seductoras, hay muy pocos jorobados, y de seguro ninguno vive recluído en un antro. Pero lo más seguro de todo el asunto es que aquel antiguo oficio de campanero se extinguió y puedo decir con cierto orgullo que fuí yo quien le puso un punto final. 

Verán, por si no lo habían notado, soy un jorobado. Sé que es algo que las circunstancias pusieron allí de un modo poco feliz y que no viene al caso. Pero desde chico traté de ocultar esa herencia genética de mi familia paterna poniendo todo mi enfasis en destacar mi atemperancia contra mi aciago destino. Entonces comencé un largo proceso de reducción lumbar y realzamiento de mis otras partes. No quería ser carne de escarnio de mis coetaños así que de a poco fuí avanzando en reducir lo más posible esa joroba. No fué tarea fácil pero puedo decir sin temor a equivocarme que entre los seis y los veintitrés años, todo mi empeño fue dirigido a salir del lugar de mártir como mi sino me tenia guardado. Y así lograr torcer mi destino y salir del lugar de candidato seguro a chivo expiatorio. 

No fué una tarea para nada fácil y me costó mucha sangre, sudor y lágrimas. Sin embargo pude salir airoso de todo el asunto y a mis veinticinco podría decirse que la joroba de nacimiento era apenas una pequeña protuberancia en mi espalda sin mayor preocupación. A partir de allí, intenté llevar una vida común como todos los demás. Hasta conocí una chica y nos pusimos de novios y fuimos felices, pero no siempre fue todo color de rosa. Había algo oscuro en mi destino, como un mal sino que se negaba a desaparecer del todo. Fue el día que, de alguna manera extraña, me volví a acercar al sino de mi funesto antepasado de leyenda.

Cuando me di cuenta que la lucha contra mi joroba me había consumido gran parte de toda mi energía como así también de gran parte del capital familiar, me di cuenta que era necesario ponerse en campaña para recuperar lo perdido. Gracias a un antiguo dirigente de los Scouts, que me había ayudado en parte a ocultar mi exagerada protuberancia para que mis hermanos exploradores no hicieran un escarnio de mi persona. Este dirigente conocido como Ariel "Bagheera", fue el que me mostró un proyecto que estaba armando para instalar un sistema de relojería sincronizado y automático de campanarios. 

Ariel me mostró todos sus descubrimientos respecto del tema y no fué para nada reacio en compartir todo conmigo. Desde mi lugar apoyé todo su plan y fuí un leal asistente mientras Ariel tuvo esa necesidad de mí. Sn embargo, las circunstancias cambiaron, la tortilla de se dió vuelta y cuando Ariel parecía insatisfecho con mi trabajo y aportes, tuvo la mala fortuna de tener un dramático accidente. Una mañana de domingo, mientras instalábamos el moderno mecanismo de relojería digital (porque ya nadie tenía la voluntad de tirar de la cuerda de las viejas campanas), Ariel sufrió un extraño sobresalto de vértigo y cayó al vacío. Si uno tiene en cuenta que nos encontrábamos en la Catedral Gótica más grande de Sudamérica, uno comprenderia que el desenlace fue determinante para él. 

Por suerte, yo me había ido haciendo de los contactos que el bueno de Ariel (esa vieja pantera negra oxidada) me había facilitado en su torpe ingenuidad y pude continuar con el legado. Pero no sólo eso, hice lo que Ray Kroc hizo con los hermanos McDonalds, llevé todo al límite, expandiendo horizontes y elevando a la grandeza aquel sistema básico de relojería electrónica que el bueno de Ariel había sistematizado. Pero a Ariel le faltaba ambición, solo pensaba en hacer esta especie de acuerdo católico con las iglesias de Buenos Aires a cambio de no sé, ¿la salvación de su alma quizás? Yo corte con toda esa basura e hice lo que nuestro buen mundo moderno exige de nosotros: Capitalizarlo todo. 

De a poco fuí vendiendo el sistema a toda las inglesias de Buenos Aires y luego al resto del país, no sin antes patentar aquel invento revolucionario, cosa que el bueno de Ariel nunca tuvo ni siquiera en cuenta. No dejaría que nadie se apropiara de mi invención así como así. En breve contraté asistentes electrónicos porque lo mío no era la técnica sino la astucia, gobernar, convertirme en el Gran Vendedor de Campanarios digitales del Mundo. Para ese tiempo tuve que dejar a mi novia Claudia Mesalina que no tenía ambición y una vez me sugirió que no tenía escrúpulos. Gente así me retrasa en mis objetivos. Con el tiempo puse el ojo en una reconocida actríz, modelo y gracias a mí también una famosa cantante que no hace faltar mencionar. Ella es la persona perfecta para dar a luz a mi legado. Gente perfecta para gente perfecta. 

Uno no puede creer lo alto que hay que subir para después entender lo fuerte que hay que bajar. Mi sistema "Quasimodo 2000" se impuso en el mercado no sólo local sino de toda la región, y no pasó mucho tiempo hasta que logró instalarse y hacerse efectivo en todo el mundo. Mi renta fue exhorbitante y la empresa, cuando en todo el mundo ya no quedaban campanarios sin sistema digita, se reconvirtió en una gran compañía internacional de computadoras. Y yo había logrado imponer Quasimodo en todo el mundo, como una especie de venganza y de redención para mi antepasado que sufrió la humillación por parte del resto de una humanidad que no lo comprendía, que se burlaba de su aspecto y lo trataba con desprecio. Ahora llegó nuestro momento, el momento de la gran expiación y...

Finalmente comprendí mi locura, mi insanía, mis deseos de ser grande se llevaron puesto al mundo entero. El Sistema de Campanario Digital Quasimodo 2000 desató una falla en todo el sistema a nivel global y extraños Troyanos salidos de alguna pesadilla mitológica hackearon todos los sistemas del mundo llevando al colapso total del sistema capitalista de producción. Años han pasado de todo aquello y hoy me encuentro picando piedras bajo el Sol, para un grupo de energúmenos brutales. La fuerza se impuso a la inteligencia una vez más, como en los tiempos de nuestros arcaicos antepasados. Pero en mi humillante derrota, cuando esos brutos me laceran con sus látigos, pienso para mí eterno regocijo que si ellos están ahí es porque es todo gracias a mí.

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