jueves, 14 de agosto de 2014

Cadete XI

Un mes antes de la partida de A hacia Europa, la cosa se empezó a pudrir cada vez de forma mas acelerada entre nosotros. Yo ya casi no iba a la facultad y ella no me decía nada, pero lo notaba en su cara, sabía que estaba dejando la carrera y sabía que la relación no funcionaba mas para ella. Si, ella lo sabía, estaba mentalizándose de a poco, pero yo todavía estaba muy metido en mi mismo para entender nada de lo que ocurría a mi alrededor. 
Un detonante. Una noche me pide mi celular para escribir un mensaje porque no tenía crédito o algo así. Se lo doy tranquilo y cuando entra a bandeja de entrada lee uno de Mercedes, una amiga mía que siempre amé en silencio pero que eso no tenía porque saberlo, que decía que me esperaba por su casa al día siguiente. Solíamos juntarnos ya que es vecina de mi barrio, a tomar mate, hablar y escuchar Spinetta, cosas que con A no podía hacer mucho. Me preguntó con cara de culo que significaba ese mensaje. Yo como un tarado no supe responder. Me obnubilé y me quede callado sin saber que decir y que no sonara como un ocultamiento. Esbocé alguna explicación pero me puse tan nervioso que me pise la cola sin motivo. La cosa quedó ahí, pero al poco tiempo empezaron los mensajes de texto a su celular que llegaban en horas disparatadas de la noche. Ella me contó que era "Neil", un amigo inglés de alguno de sus viajes anteriores a Inglaterra que le escribía preguntandole cuando iba a llegar, etc. Me empecé a molestar. 
Un día agarro su celular con la misma actitud atrevida que ella con el mío y leo uno de este tal "Neil" que decía en un pésimo castellano "¿como anda hermosa?". Me dieron ganas de vomitar. Ahora entendía todo. Ella malinterpretó mi mensaje y ahora se vengaba con ese infeliz con el que estaría próximamente, a kilometros de distancia y con la mas absoluta impunidad. Quizás todo venía de antes, difícil saberlo, la cuestión es que yo entonces empecé a entrar en una escalada de paranoia imposible de parar y que tardaría meses en irse. Mi peor ataque de celos se había activado y mi psicólogo me diría luego que rozó lo patológico. Palabras fuertes que se quedarían grabadas por siempre en mi memoria. 

Por otro lado el laburo empezó a convertirse en una molestia donde interfería en mi preocupación central que era mi relación con A. Nada del otro mundo, pero ya estaba cansado de ser el "che pibe" de todos. Que venniera cualquier salame, desde el dueño con su "mostro" insoportable hasta el mas novato vendedor, dándome ordenes y diciéndome que hacer y que llevar, etc. Empezaba a estar realmente podrido del trabajo. Mientras veía como mi relación mas duradera hasta el momento se iba por el inodoro y yo cada vez empeorando mas la situación. 
Un punto límite, pero sin Keanu Reeves de por medio, fue una discusión que tuve con ella en la que se puso testaruda respecto a algo. Creo que se quería ver con unos amigos antes de viajar, justo un día que nos íbamos a ver nosotros y ella priorizaba a sus amistades con la argucia de que a mi me veía siempre. Eso yo lo tomaba como un desprecio horrible hacia mi persona, pero sobre todo como una falta de amor y desdén. 
Entonces me enojé, ante una conversación que se perfilaba de sordos, donde ninguno de los dos quería ceder, y entonces agarré una silla, la levanté por los aires y la tiré contra el piso con toda mi fuerza. El estruendo me asustó a mi mismo. Ella se quedó pálida. Yo no terminaba de entender bien que es lo que acababa de hacer, pero en ese momento tuve miedo. Miedo de mi mismo. Miedo de entender que yo estaba realmente mal y no sabía que hacer. 

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