sábado, 2 de octubre de 2010

El hombre que cantaba a mis espaldas

Había una vez un día, día cualquiera, de semana cualquiera, de año cualquiera, de ciudad cualquiera, país, planeta, galaxia...
Cuestión pesadumbrosa de colectivo... el azar se metejoneó con mis asuntos y trajo extraño sujeto a sentarse a mis espaldas en dicho móvil colectivo...
Dícese del sujeto X que cantaba a mis espaldas raros cánticos, entonaciones extrañas, molestos bufidos... No es que yo prohiba el canto popular callejero, digna herencia del juglar medieval, sino que sólo un canto es una cosa... la canción monocorde sin sentido es otra...
No brego por la supresión inmediata de la locura en la gente de la calle, de hecho todos formamos parte del círculo de locos atenuados, y alienados sociales... perooo...
A este susodicho, le siguió, como especie de epidemia alucinada, otro extraño ser, que en otra ocasión viajera, interpretó el mismo bufido monocorde, extraño y violento...
Quiero creer que es simplemente esas locas casualidades del devenir constante de situaciones bizarras que uno suele enfrentar en la cotidianeidad impoluta...
Espero no ser blanco de extraña asociación ilícita de oscuras intenciones asesinas hacia la personalidad física de mi persona espacio temporal...

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