lunes, 11 de octubre de 2010

Dos escritos isleños

El hallazgo de Solís:

Camino de los adosales, martirias noches de barrancos sueltos, lodasales continuos de la abandonada naturaleza, conforman ciénagas en las madrigueras muertas.
Potros y salamancas de la vieja Brasilia, construcciones adoquinadas y ruinas de lo viejo carcelario, se mantienen inermes al indefectible y arrogante paso del tiempo, frente al avance de lo super-natural, lo pornográficamente selvático, la folladora jungla.
Fauna exótica y grotesca que te aislaste del mundo. Dejame atravesarte y penetrarte por entre madre selvas y... muchas nutrias muertas.


Ecos:

De la dicha azarosa del tintinear del tiempo, escucho el susurrar del viento entre los árboles primitivos de la jungla abierta. Vehemencia distante de la inconformidad cotidiana, desdibuja claros sonidos de fragores antiguos de luchas pasadas.
Del sonido del cocotero rescato lejanos murmullos entre las paredes míticas de la intolerancia, viejos quejidos y lamentos de almas en pena, susurrantes entre el llanto melancólico del viejo pantanal selvático post-amazónico.
Ellos aún cantan y nos observan desde la inmortalidad putrefacta.

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