viernes, 27 de mayo de 2022

El tipo que hizo prush!

Existe un tipo que frecuentó las calles picantes de Buenos Aires, al margen del río antiguo del Plata. Ahora este hombre nos cuenta la leyenda del viejo librero del antiguo barrio de Monserrat.

El tipo que hace prush cada vez que siente un salto de emoción en su interior. Como si cada pe, cada erre, cada u, cada ese hache, fueran a convertir al mundo en un mundo diferente.

Cada vez que se prende en la cola anecdótica ritual, empieza a elevar su voz, a gesticular, a enamorarse de oir su propia voz narradora, hermosamente teatral. Casi como un presentador de vodevil. 

Perfección actorial, simpleza-gesticulación, morbosidad exasperante. Un tipo que con sólo acicalarse el bigote, puede ser tremendamente impresionante.

La explosividad composicional está al margen de la potestad bifurcadora de mentes andróginas que revuelven el nylon de la desesperanza más extrema y simbiótica. 

El tipo escapa como rata por tirante, porque concibe el amor de la lectura desde un sambódromo de Guayaquil hasta las cataratas del interior de su mente. O la mente de un diós misterioso y azul.

Cargado de tintas exfoliantes, el sabadebadueira infernal suena como un clavicordio impersonal de chocolate extremo valeriana. Salmón de tocador, perfumo de historietas puteriles.

Perfecto sadismo. 

Un poeta extremo en calzoncillos. 

Un Roberto Goyeneche borracho. Y duro como rulo de estatua. 

Un murciélago de la noche negra que chilla cada vez que se le corta un piolín.

Ahora batatea como párbulo sotreta del camino sin retorno.

El hombre ha hablado una vez más- Ha contado su leyenda milenaria acerca de la más antigua mitología del páramo. 

El hombre que hizo prush! Una vez más, porque estaba emocionado. 

Cardo y fideo, viento pelado.

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