domingo, 1 de mayo de 2022

El primer trabajador

(Cristófolo Cacarnú, o como aprendí a enamorarme de todos los Toros Sentados del mundo). 



¿Que pensás reina Isabel? De la papa y el cacao. De esos indios en bolas. Y del pico del tucán...

Amenizando la rutina del feriante eterno, entretengo mi ego. Entierro la espada de la discordia que me imposibilitó un nuevo amor. 

Descubro que no toda ciencia tiene una mariposa en la cabeza. 

Vuelan tábanos por la selva, revolotean en mi corazón. zumban los zumbadores el zumbido del alma zumbadora. 

Me caigo en mi alimento vano de quejas. Deecoloro el muro de los lamentos que supe construir con tanta paciencia y parsimonia. La momia levanta su cuello para ser degollada por el espanto de Lepanto, del mármol infanto juvenil. 

Deteriorado, los dientes burbujean en un colorido frenesí carmesí y detengo mi panza para elevar mi alabanza en una tribal danza. 

Amar es amar tu reflejo virtual de mujer alegre que baila frente a su pantalla. Pero no tengo hagalla para decirte sin más lalla que gusto de vos porque no sé como hacer para escapar de los rechazos. 

La carabana justamente. 

Silbatina de piojo ábalos, injerto de mamertos trabaja seriamente en los boliches de las calles ayacuchos...

Y la mochila gen... basta. no...

Tacho todo. 

Destruyo la hoja. 

Prefiero empezar de nuevo. 

Felíz día del trabajador, indemnizado de vivir una rutina interminable. 

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