martes, 14 de julio de 2020

La caída de Mc Donalds


El emporio norteamericano de comidas rápidas siempre fue un conglomerado de gente siniestra trabajando para el enemigo. Eso lo sabe todo el mundo. Comida chatarra, mala para la salud en muchos aspectos. Pero a la vez deliciosa y extrañamente adictiva. Por otra parte, es sabido de lo negreros que son sus empleadores con sus empleados, por le general chicos jóvenes y/o extranjeros. ¿Querés más? La historia misma de la cadena de comida rápida es siniestra. Basta ver la película Hambre de poder con Michael Keaton, que interpreta al "fundador" de los arcos dorados que en realidad no fue tal cosa, sino un vendedor de planchas que se aprovechó y les robó el negocio a los hermanos Mc Donalds que terminaron sus días miserablemente.
"Los de ellos son arcos dorados, los nuestros son de oro" Cleo Mc Dowell.
Es así como las cadenas de comidas rápidas se roban entre ellas, no hay códigos. Una empresa titánica como Burguer King hizo quebrar a la local Pumper Nic, etc.
Hoy día, en tiempos de pandemia mundial ¿que podemos esperar de ellas? Para mí se hace más que evidente que podemos prescindir de ellas. Soy un negocio montado en el sacrificio ajeno, la extorsión y en la adicción peligrosa de sus productos. Es tiempo de dejar de ir a esas casas de comidas rápidas. Hagamos nuestras propias hamburguesas, que resta decir es una comida deliciosa, pero dejemos a esas casas propagadoras de la muerte. O en todo caso, vayamos a las hamburgueserías de barrio, no necesariamente de chetas hamburguesas gourmet. Pero es preferible. Ni siquiera las casas de comidas rápidas son económicas, por ende ni siquiera cuentan a favor con tener productos de baja calidad por poco precio, como puede ser el caso de la pizzeria Hugis por caso.
Hoy soñé con la caída de Mc Donalds.

Me encontraba caminando por una ciudad imposible cuando de pronto reparé en que estaba muerto de hambre. ¿Que hice? Me acerqué a una enorme Mc Donalds que parecía ser la única casa de comidas en esa ciudad imposible. Cuando llego a las cajas noto que hay muchísimas personas haciendo cola para pedir. Guardo silencio. Espero porque tengo hambre y no veo otro lugar para saciarlo. Decido tener paciencia y esperar mi turno como buen ciudadano. Sin pelear, sin enojarme. Solo esperar mi turno. Finalmente y después de mucho esperar, llego a una especie de ventanilla bancaria (quizás una nueva metodología para combatir el intercambio de virus y bacterias). Cuando le pido al empleado una hamburguesa X, el tipo compungido me dice que se acaban de terminar las hamburguesas, pero que puede ofrecerme un tostado. Me enojo pero trato de no agarrarmela con el pobre empleado que me atiende. Le digo que no, que lo que quiero es una hamburguesa. un tostado no es lo mismo, le confirmo. Me dice que se quedaron sin carne. ¿Como puede ser? Ustedes que tienen la vaca atada. Esa enorme bola de carne sin ojos ni boca, ni patas, ni nada. El empleado me dice que no es su culpa. Que además a ellos no les están pagando. Pero baja la mirada porque pasa un supervisor mirando al empleado desde atrás. La situación me resulta incómoda por demás. Le digo que lo lamento, pero que necesito comer una hamburguesa urgente. Que no puedo más del hambre. El empleado vuelve a ofrecerme un tostado y después se retracta y me ofrece toda una hamburguesa pero sin carne. Le pueden poner mucho jamón. Le digo que eso más que hamburguesa es un sanguche. El empleado compungido se inclina de hombros como excusándose y diciendo 'no puedo hacer más'. Le digo okai. No quiero perder más tiempo. Dale, ponele lo que haya. El tipo va a pedir eso. Me doy cuenta que soy el último cliente que queda. Todos consiguieron sus hamburguesas y salieron de allí. Justo se terminaron cuando llegué yo. No puedo creer la mala suerte que me persigue desde mi nacimiento... !maldición! Pero el empleado vuelve al minuto y se larga a llorar delante mío. Me pide disculpas diciendo que tampoco queda pan, ni lechuga, tomates. No queda nada. No lo puedo entender. Pido hablar con el gerente. No te preocupes, no es con vos la cosa, es con la maldita empresa. Tienen que garantizar los productos que ofrecen. Entonces decido entrar. Dentro están todos los empleados llorando, y cuando viene el supervisor y el gerente, estos también lloran. ¿Que carajo está pasando acá che? Vine porque quiero comer, tengo hambre y me encuentro con esta escena. El supervisor no puede parar de llorar. Me dice entre espasmos de llanto desconsolado que se quedaron sin nada. Y que por eso están todos despedidos sin indemnización. Toda la planta en la calle. No sé que decirle. A mí también me han echado del trabajo injustamente, como a perro sarnoso, después de bancar un montón de maltrato. Abrazo al gerente y al empleado que me atendió y lloramos juntos. 

Esto soñé hoy. Una muestra de que todo el maldito sistema de trabajo está mal. Lo que pasa es que uno no puede correrse de pensar en sus propias necesidades como puede ser querer comerse una hamburguesa que este sistema capitalista y consumista del orto debería garantizar. De hecho es lo único que nos garantiza, tener siempre cosas para consumir. Si eso desapareciera, ¿para que carajos querríamos capitalismo? Si ya no garantiza lo más básico. Los problemas del otro entonces nunca son nuestro problema, porque si algo no enseñó esta sociedad es que mientras uno pueda estar bien, el resto que se arregle. El famoso sálvese quien pueda. Pero el tema es que si no nos salvamos entre todos, no se salva nadie.

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