lunes, 21 de julio de 2014

Cadete II

Avenida Córdoba 1616, séptimo 28. 10 de la mañana.
Venía caminando por Córdoba y paso por una librería que se llama como un libro de Cortázar (que no es Rayuela). Miro un poco y sigo de largo.

-¿Tenés experiencia como cadete?
Me quedo pensando unos segundos. La respuesta es obvia, pero algún motivo ajeno a mi, no me sale la palabra adecuada.
-Si. Trabajé en una escribanía.
La mujer me miró seria.
Ah, claro... Sabes hacer depósitos? Pagos?

Si, claro. Le digo, pero parece que desconfía. Pongo mi mejor cara de póker. No me tendría que haber fumado ese charuto antes de ir. Mis caras de descubren. Tardo demasiados segundos en contestar. O al menos eso pienso. Ella sabe, se da cuenta. Pienso. Pero no pasa nada, es todo mas bien una persecuta paranoide mía, propia del vaho cannábico que me embarga.
Me vuelve a mirar. Yo la miro un poco y me digo, si, creo que le doy.

- Bueno, el puesto como ya te comentaron es para cadete. Basicamente es hacer trámites bancarios, hacer pagos y todo tipo de cosas que requieran hacer en la calle.
(Había una letra chica en esas palabras, que nunca pude imaginar hasta donde me llevarían)

-Ajam!

-Te interesaría? me pregunta un poco sonriente. (Debí sospechar algo en ese momento del contrato fáustico que estaba por cometer)

-Si, claro que si. Sonreímos y nos dimos la mano.
Me dijo que si estaba todo bien, tenía una entrevista mas con el jefe y listo.

Salí de ahí y pensé en ir a comprarme un helado. Me había agarrado un leve bajón de hambre.

Lejos de ser reiterativo, debo decir que aquella entrevista me dio ganas de garchar y esa misma noche, deje a mi novia muy feliz de mi empuje envalentonado.

Al día siguiente, me tomé un bondi para ir a tirar mas curriculum. Me llamaron al mediodía. Parece que estaba todo bien y que tenía que presentarme este lunes para entrevistarme con el jefe. Un tal Leandro díaz. Que nombre mas pelotudo, pensé. Leandro Díaz!!!

Cuando fuí a la entrevista con este susodicho sujeto, perdonenme las redundancias, pero el tipo era realmente extravagante. Luego de presentarme, preguntando por ese nombre soso, me recibió un sujeto que parecía mas salido de Division Miami que gerente y dueño de una empresa telefónica.
Un chabón de treinta y pico, jetón y sonriente, morocho de rulitos y ojos verdes. La oficina estaba descascarada y había olor a Poett de jasmín. Todo muy cutre. Todo me pareció muy trucho, como una fantochada sin sentido. Todo me remitía al puto de Kafka y sus mierdas del absurdo.
Me pudrí. Abrí la puerta. Le dije que se metiera su laburo por el culo y que no engañaran mas a pobres pibes como yo.
Debí pero no. Le dí la mano con una sonrisa de plástico y me dijo que me esperaba mañana a las 10 de la mañana.
Llamé a mi novia y le di la buena nueva con una falsa alegría. Ella me felicitó y se puso orgullosa de mí. Empezó mecánicamente a proyectar y tratar de pensar en cosas a futuro. Vacaciones. Mudanza. Plata. Viajes a Europa, etc. Al noche nos vimos y siguió con el mismo rollo, le dije que si y le baje la cabeza, a ver si así se callaba un poco. Yo estaba nervioso. Había algo en mi que me hacía desconfiar de todo el asunto.
Traté de relajarme, pero solo me olvidé cuando me sumergí entre sus piernas calientes.

Al otro día, me volví a entrevistar con la mina de la primera vez. La contadora que me ratoneaba. Me olvidé de mi desconfianza y firmé hasta contento un contrato que nunca leí. Empecé mi labor y hasta me sentía feliz. No sabía bien de que, pero estaba contento.


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