domingo, 29 de junio de 2014

Las manos eléctricas


A mediados de la década de 1990, fundé con dos o tres amigos mas, mi primer banda de rock. Se llamó "Las manos eléctricas", un poco inspirado en la imagen del sello Convivencia Sagrada, el cual varios años después sería nuevamente fuente de inspiración para un programa de radio.
Estábamos Emma, Nacho, Gabo, Manini y yo. Hacíamos todo tipo de ruidos, una mezcla de skiffle y de noise pero de la mas alta y elevada experimentación.
Nuestros instrumentos eran algunos parches, latas, palitos, flautas dulces, un teclado y una guitarra electroacústica muy desafinada.
Nuestras canciones eran largas zapadas de improvisación y experimentación del mas excelso nivel. Creo que en aquel entonces éramos contemporáneos de una banda que nunca habíamos oído hablar que se llamaba Reynols, que tocaban con un baterista mogólico y que tenían mas prensa, pero lo nuestro era puro corazón para cinco pibes del barrio de la Boca de apenas doce años de edad.
Nadie sabía tocar un verdadero pito realmente, pero creo que fuímos los mas grandes experimentadores de nuevos sonidos estrambóticos de aquellos años de incipiente electricidad grunge.
Unos veradaderos adelantados para nuestro tiempo.
Nos pasábamos los instrumentos de uno a otro y a veces yo, o alguno de los otros chicos, se animaba con algún alarido primal que ponía los pelos de punta en toda la vecindad. Pura electricidad disonante, puro avant garde, nunca antes ni después experimentado.
Duramos apenas tres o cuatro sesiones, y después todo quedó en la nada. Casi todos volvieron a la pelota, la bicicleta y otros juegos mas bobos. Yo intenté seguir la onda con Gabo en una banda llamada "Los gatos gordos", en la cual cantábamos como Elvis al estilo crooner, pero la experiencia demente no maduró.
Cada cual siguió su camino y si bien después tuve revancha con tres bandas mas, mi primer acercamiento con "Las manos..." fue realmente mi experiencia mas vanguardista y de la que guardo un enorme y mas querido recuerdo. Una verdadera pena es que no hayan quedado alguna que otra grabación de aquellos ensayos llenos de pureza y magia.
C'est la viè.

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