jueves, 26 de junio de 2014

Mi vida como levrero


A veces pienso que lo mas interesante de ser librero radica en la magia de ser una especie de eslabón de lujo entre el escritor y su mundo y el lector ávido.
Recuerdo cuando mi padre me regaló mi primera Asterix (y el caldero) o mi primera Tintin (El secreto del unicornio). En aquel tiempo (principios de los 90) había una pequeña cadena de librerías llamada Expolibro y me imaginé la situación de mi padre comprando aquellos libritos mágicos e iniciáticos para mi como hoy lo hacen otros padres que vienen a pedirme libros para sus hijos. Libros que quizás pasen desapercibidos en la vida de aquellas personitas o libros que quizás los marquen para siempre como lecturas fundamentales en su camino como lectores y hasta presuntos escritores también.
El mundo de las librerías es un mundo mágico (visto desde afuera), pero también, en Buenos Aires, las librerías son especiales y sobre todo las de avenida Corrientes tienen ese "nosequé" que tanto nos atrae, ese gustito a viejo, a librero antiguo que leyó todo y de todo y que siempre tiene una as bajo la manga para ofrecer a su clientela.
Nadie sabe que le deparará a este aprendiz de librero, pero como a Levrero, todos queremos ser Abuelo algún y viajar fuera de la ciudad leyendo todo aquello que acumulamos en la juventud, sin mas ni menos.

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